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IX Congreso de Antropología. Barcelona. 4-7 septiembre 2002. Simposio Recreaciones Medioambientales, Políticas de Desarrollo y Turismo
Un estudio sobre identidad y desarrollo en la Comarca del Somontano
Amalia Aguilar; Ramón Álvarez; J. Ángel Bergua; Gaspar Mairal; Elisa Sánchez y Raquel
Santiso
(Universidad de Zaragoza/ Instituto Aragonés de Antropología)
Resumen
Durante casi dos años hemos investigado la comarca del Somontano de Barbastro
(Huesca) prestando atención a su identidad, el paisaje, el patrimonio y la mezcla de lo rural y
lo urbano. La identidad la hemos interpretado desde tres puntos de vista: la relación entre los
pueblos, la centralidad de la capital de la comarca (Barbastro), la tradición y la historia. En el
paisaje hemos tenido en cuenta las relaciones del hombre con su entorno, la interpretación de
esa relación por parte de los habitantes y el encaje de todo ello en el marco de un desarrollo
sostenible. En cuanto al patrimonio hemos observado como han sobrevivido arquitecturas,
costumbres, gastronomía, etc.. Y en cuanto a la mezcla de lo rural y lo urbano la hemos
observado en dos clases de turismo, la inmigración y los nuevos modos de relacionar el
trabajo y la residencia.
Abstract
We have researched the Somontano region (in Huesca) having a look to identity,
landscape, inheritance and urban-rural mixture. Identity has been interpreted from three points
of view: the relation between villages, the centrality of Somontano’s capital, the shared
tradition and the common history. Landscape has been analyzed showing the social-nature
relations, the native’s interpretation and the point of view of soustainable developpement. In
Inheritance’s research we have studied how arquitecture, custom, etc. have survived. Finally,
the urban-rural mixtura has been analyzed in two kinds of tourism, in inmigration and in the
job-residence relations.
1. Introducción
Esta comunicación pretende reflejar la experiencia de un grupo de investigadores,
antropólogos y sociólogos, del Departamento de Psicología y Sociología de la Universidad de
Zaragoza y del Instituto Aragonés de Antropología, que a lo largo de los años 2000 y 2001,
llevaron a cabo, primero un trabajo de campo y después un amplio informe, para la
Mancomunidad del Somontano, comarca ésta enclavada en el Alto Aragón y cuya capital es la
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ciudad de Barbastro. Este término1, Somontano, es cada vez más conocido en toda España e
incluso fuera de ella, pues es el nombre que recibe la denominación de origen que ampara a
los vinos que se aquí producen. Esta Mancomunidad estaba muy interesada, a la altura del año
2000, por conocer en profundidad el grado de arraigo, entre la población del Somontano, de
esta identificación territorial, puesto que la Ley de Comarcalización de Aragón ya había
previsto entonces la transformación de este territorio en una comarca dotada de competencias
transferidas por la Comunidad Autónoma y de órganos de gobierno tales como el Consejo
Comarcal. Finalmente y por Ley de 25 de Marzo de 2002 ha sido creada la nueva comarca
del Somontano de Barbastro.
La investigación sobre la identidad y desarrollo del Somontano fue el resultado de un
encargo de la Mancomunidad2, que quería conocer la realidad socio-cultural de este territorio
según la producen y reproducen cotidianamente los somontanenses. Con dicha información
los políticos y técnicos de la Mancomunidad esperan poder tomar ciertas decisiones que
mejoren la vida de los habitantes de la comarca. Con esta investigación intentamos traducir el
punto de vista de las gentes del Somontano acerca de sus vidas de modo que la
Administración pueda entenderlas mejor. Quienes firmamos este estudio, en tanto que
especialistas en el conocimiento de las realidades socioculturales, somos los que realizamos
dicha traducción. Por lo tanto, somos algo así como intermediarios que traducen el saber
común de las gentes a los códigos y lenguaje que mejor conocen los políticos y técnicos de la
1
Somontano es un término aragonés que significa “pié de monte”. En efecto el Somontano de
Barbastro se extiende al pie de las sierras prepirenaicas.
2
Las mancomunidades son agrupaciones libremente constituidas por municipios para gestionar
conjuntamente competencias que les son propias. En Aragón, como en otras Comunidades
Autónomas, ésta ha sido la fórmula de organización supralocal por la que han optado los
municipios antes de que la propia Comunidad Autónoma hubiera establecido su propia
organización territorial. En Aragón la Ley de Comarcas así lo ha hecho y las comarcas
delimitadas por esta ley, como es el caso del Somontano, vienen ahora a sustituir a las
Mancomunidades con nuevas competencias y órganos de gestión.
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Mancomunidad. Si ocupamos ese lugar intermedio es porque la Administración en general
comparte nuestro lenguaje y porque, respecto a la gente, tenemos herramientas teóricas y
metodológicas que nos permiten interpretar y traducir de un modo fiable y comprensible lo
que dicen y hacen. El que hayamos concluido la investigación no significa que la necesidad
de la Mancomunidad haya de quedar satisfecha. Probablemente deba esperar un tiempo de
antes de empezar a tomar decisiones o incluso completar esta investigación con otras.
Durante el trabajo de campo nos dimos cuenta de que ya hay muchas investigaciones
realizadas y alguna incluso estaba en curso. En nuestra opinión, si tanto se investiga eso se
debe a que lo que se desconoce de la realidad de la comarca es aún bastante. Para agravar las
cosas, entre nuestros informantes tomamos nota de cierto cansancio y escepticismo ante tantas
investigaciones. Quizás porque se percibe que no sirven para mucho. Si esto es así, en el
futuro debería cambiar la actitud de quienes encargan las investigaciones y la de quienes las
realizan. Cambiar de actitud significa pensar (los científicos) y actuar (los políticos) de otro
modo. En nuestra investigación algo de cambio respecto a otras ya realizadas o en curso hay.
En concreto, hemos apostado por la investigación de la dimensión sociocultural de la realidad
a partir de información cualitativa más decisivamente y con más confianza que otras
investigaciones. En nuestra opinión esto supone un avance pues somos conscientes de que
cualquier realidad social se conoce mejor dando más importancia a la cultura que a esas otras
esferas, la economía y la demografía, tradicionalmente consideradas centrales.
Si algo hemos comprobado en nuestra investigación es que el Somontano es un
territorio paradigmático desde los cuatro puntos de vista que hemos decidido explotar: los
significados de la comarca, el paisaje, el patrimonio y la mezcla o hibridación entre lo rural y
lo urbano. En concreto hemos comprobado en esos tres frentes que, aunque los tránsitos de la
premodernidad a la modernidad y de ésta a la postmodernidad se han dado con cierta
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violencia en ambos casos, en general la comarca los ha soportado bien. El primer tránsito, la
modernización, no dio lugar a una crisis tan traumática como en otros territorios debido a que
Barbastro y los pueblos que lo circundan mantuvieron una cierta continuidad en sus
tradiciones e incorporaron bastante bien lo nuevo que trajo la modernización. El segundo
tránsito, la postmodernización, se está produciendo sobre esa base sociocultural que resultó
del primer cambio y, en general, también le está sentando bien a la comarca. Es por esto que
los nuevos vientos que corren, más benévolos para los hábitats rurales en general, pueden ser
aprovechados más y mejor por el Somontano que por otras comarcas.
2. Los significados de la comarca,
La comarca sólo puede existir como una marco socio-espacial que rebasa a la
comunidad local y que permite representar y usar un territorio en el que diversas comunidades
locales se interrelacionan. Pero esta interrelación, que adquiere diversos perfiles que van
desde lo económico a lo político, existe y muy especialmente en Aragón a partir de un fuerte
localismo que focaliza intensamente la identidad y también, en muchas ocasiones, las
actividades
cotidianas
en
las
entidades
locales.
El
síndrome
“mi
pueblo”
es
extraordinariamente intenso en Aragón. Esto significa que la identidad comarcal, supralocal,
no resulta especialmente absorbente si la comparamos con la local. La gente tiende a
“sentirse” de “su” pueblo. En estas circunstancias hay que indagar sobre el significado de la
comarca y al hacerlo nos encontramos con una cierta variedad de respuestas y tipologías que
pretendemos exponer y valorar aquí porque en su conjunto han contribuido a determinar el
marco socio-cultural de esta investigación.
a. La comarca como “redolada”.
Utilizamos esta expresión aragonesa porque es
bastante común. Alude a un territorio que rodea a un núcleo central y lógicamente dicho
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territorio es contemplado desde este núcleo. La construcción de esta comarca es consecuencia
de un conjunto de interrelaciones tradicionales que han venido a configurar un ámbito de
intercambios, ayudas mutuas, relaciones de parentesco, concertación de matrimonios,
relaciones festivas y también por supuesto y a veces con intensidad, de conflictos y
enfrentamientos. Su sentido tradicional, no significa que este concepto, la “redolada”, no siga
vigente. En nuestros encuentros con las gentes del Somontano es a esta
delimitación
comarcal a la que con mayor frecuencia han recurrido dichas gentes cuando se les ha
introducido en un diálogo sobre su propia comarca. Es importante señalar que la extensión
de una “redolada” o de la comarca así entendida, es mucho menor que la de las comarcas
establecidas hoy por la correspondiente ley.
b. La comarca como territorio dependiente de un núcleo. La existencia de un núcleo
urbano o de una población de un tamaño mayor y que ofrece servicios, actúa como mercado y
concentra algún aparato administrativo, determina la existencia de vínculos de dependencia
para con un territorio o “hinterland”. Esta situación crea una dependencia capaz de articular
un concepción de lo comarcal. Bajo esta definición una comarca sería el territorio dependiente
de un núcleo central que articula, gracias a un conjunto de funciones, a este espacio
circundante. Esta es una caracterización de mucho
peso en el Somontano y la hemos
encontrado con mucha reiteración, acompañada a veces de valoraciones críticas ya que
Barbastro ejerce con mucha eficiencia este papel de cabecera comarcal. Ciertamente, ésta es
la concepción más instrumental y operativa de la comarca y la que más fácilmente puede
servir de base para la organización comarcal del territorio. Por esta razón la comarcalización
del Somontano puede ser efectiva a la hora de concentrar más servicios y asumir nuevas
competencias para ser ejercidas desde una capital comarcal y parece claro que Barbastro está
en disposición de ejercer esta función con facilidad. Sin embargo la comarca no debería ser
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concebida sólo como un proceso centralizador sino también como un proceso expansivo y
esto exige operar con otras concepciones comarcales mucho más extensivas como las que a
continuación mencionamos.
c. La comarca histórica. Allí donde un territorio ha tenido una identidad histórica,
porque fue a lo largo del tiempo una demarcación reconocida y operativa, bien un antiguo
condado, reino, territorio histórico, diócesis, dominio señorial o delimitación política, etc., la
conciencia histórica acerca de este pasado puede convertirse en el aglutinante de un
sentimiento comarcal. En el Alto Aragón Esta representación de lo comarcal está presente,
por ejemplo, en las comarcas de Sobrarbe y Ribagorza, cuya identidad histórica ha sido
utilizada para fundamentar su actual delimitación. En cualquier caso este tipo de
representaciones comarcales suelen ser minoritarias y son activas, principalmente, entre
gentes implicadas en movimientos asociativos que son muchas veces de naturaleza cultural.
No parece que en el Somontano de Barbastro esta concepción de la comarca haya estado
vigente y de hecho el Somontano no es una delimitación histórica, sino, más bien tradicional,
es decir que no se basa tanto en la historia, como texto escrito, sino más bien en la tradición,
como narración oral.
d. La comarca como ámbito tradicional. En el mismo sentido en el que un territorio
puede ser una comarca
histórica por el peso que en ella tiene una identidad histórica,
constituida alrededor del texto escrito, puede ser también una comarca tradicional gracias a
una tradición compartida. Esta tradición podría haberse constituido en torno a múltiples
hechos y la lengua o el dialecto, podría ser uno de ellos y en el Alto Aragón lo es de hecho en
comarcas como la Litera o el Bajo Cinca, por ejemplo. Otro sería el que se refiere a los usos y
aprovechamientos del suelo tal como resultan visibles en el paisaje. Es el caso del policultivo
(vid, olivo, almendro) tradicional del Somontano, no exclusivo de aquí, pero que acabó
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configurando un paisaje peculiar y que es típicamente somontanés. Este paisaje y como
consecuencia de los cambios experimentados en la agricultura tradicional, ha experimentado
una fuerte regresión. Esta pudiera ser una identificación muy propia del Somontano como tal
y sin embargo no parece estar muy arraigada entre sus habitantes. Significativamente son
gentes no nacidas ni criadas en el Somontano las que parecen recurrir más a ella.
Estas cuatro tipologías de representación comarcal han enmarcado nuestra investigación
pues venían a constituir los parámetros fundamentales en torno a los cuales giraba el discurso
comarcal de nuestros informantes. Entiéndase que estas cuatro representaciones no son
excluyentes ni mucho menos y la gente se mueve de forma diversa entre la cuatro y a veces se
centra en una u otra en función del contexto argumentativo en relación al cual se está
hablando de comarca. Si este contexto es el de la política es fácil que se recurra sobre todo al
uso de la representación comarcal como territorio articulado alrededor de un núcleo. Si el
contexto es la comparación de una comarcas y otras lo más probable es que se recurra a las
representaciones histórica y tradicional.
Los habitantes del Somontano se mueven entre dos mundos de representación, el que
mira a un pasado que se proyecta en el presente y el que permite imaginar aspiraciones,
proyectos de futuro, visiones que dibujan un futuro de mayor prosperidad. El peso de la
tradición contribuye a arraigar a la gente y a crear el sentimiento de que hay continuidad en el
lugar y en el territorio. A su vez y
en esta realidad imaginada y deseada y a la que
pudiéramos llamar futuro, la comarca juega un papel central. Aquí es donde nos encontramos
con una cierta paradoja, ya que si en la vida cotidiana la fuerza de la comarca parece
resentirse todas las concepciones del futuro que se proyectan en términos de lo que se desea
pasan por la comarca.
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En este punto nos gustaría introducir una nueva concepción de la comarca y que hemos
situado aparte, ya que nos parece ante todo una aspiración, algo que si hubiéramos de situar
entre lo real y lo ideal, no dudaríamos en colocar entre lo más ideal.
La comarca es
representada también como el ámbito socio-espacial capaz de enmarcar aquellos proyectos de
desarrollo local que se imaginan o incluso se diseñan. Por esta razón podríamos decir también
que la comarca como tal es para mucha gente un proyecto. La comunidad local, tan arraigada
en la vida cotidiana, carece de esta capacidad para canalizar las aspiraciones de la gente por
un futuro de mayor bienestar.
Aquí hemos encontrado un argumento muy sugerente a la hora de orientar una
investigación comarcal como ésta. La comarca en cuanto que es algo, según creemos, que está
por hacer y no sólo desde el punto de vista político-administrativo, sino más aún como
realidad socio-cultural participada por la gente, ofrece grandes posibilidades para una tipo de
investigación social que aspira a proponer alternativas. La identidad no es sólo un fenómeno
a investigar, sino también un proceso dinámico de construcción y reconstrucción colectiva
para el cual la Antropología Social puede proponer fórmulas renovadas que buscan contribuir
a convertir en operativas a aquellas identidades que mejor pueden facilitar el bienestar
colectivo.
Por todo ellos hemos vinculado la identidad comarcal con el desarrollo local. Nos
parece que una comarca bien asentada, organizada y sentida por sus habitantes, es el mejor
marco para el desarrollo local y así valdría la pena poder establecer qué tipo de comarca
resultaría posible en el Somontano de Barbastro para ser viable desde un punto de vista sociocultural y favorecer las iniciativas de desarrollo local. Este ha sido el objetivo final de nuestra
investigación.
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Nuestro diagnóstico ha ido orientado a mostrar la necesidad de construir una identidad
comarcal extensiva capaz de aglutinar a todo el territorio en torno a una identidad compartida.
En este sentido hemos querido explorar las posibilidades que ofrecen el paisaje y el
patrimonio como terreno propicio para la reconstrucción imaginativa de esta identidad
comarcal. Esta es la dimensión tentativa y exploratoria de esta investigación y por otra parte
aquí reside el impulso de aplicabilidad que ha orientado en todo momento a esta
investigación.
Finalmente hemos incluido un apartado, específico por su gran interés, en el que
pretendemos identificar, en relación a la investigación social, el estado actual del Somontano
de Barbastro ya que refleja bien una tendencia muy extendida en toda España, donde las antes
consideradas “áreas rurales” han venido hibridando tendencias locales y globales para
reconstruirse en un términos que ya no responden a lo rural- tradicional, ni mucho menos.
3. El paisaje.
La Comarca del Somontano de Barbastro debe su nombre al medio en el que se
encuentra, esto es, un territorio situado al pie de una montaña prepirenaica, bajo la influencia
socioeconómica de la localidad de Barbastro. De esta manera, el medio físico, compuesto
básicamente por montañas bajas, sierras exteriores del Prepirineo y confluencia de los valles
orientales pirenaicos, es ya una primera clave interpretativa de la identidad de los habitantes
de esta comarca aragonesa, en torno a la percepción del paisaje.
El desarrollo de las poblaciones humanas en este territorio está condicionado por los
componentes del medio natural que, a su vez, han sido y son modificados por distintos grupos
humanos con su actividad a lo largo del tiempo. Como resultado de esta interrelación entre el
medio natural y la especie humana, surge la necesidad de gestionar el medio natural del
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Somontano de Barbastro en todos los sentidos, lo que en definitiva es una forma de
ordenación del territorio sujeta a intereses políticos y socioeconómicos.
Esta gestión ambiental está definida actualmente en un marco internacional,
comunitario, estatal, autonómico y local que persigue el desarrollo sostenible como meta a
alcanzar, cuya puesta en marcha plantea la necesidad de involucrar a las poblaciones
residentes en proyectos novedosos, que en realidad son recibidos con desigual interés y a
veces percibidos con escepticismo. La entrada de España en la Unión Europea y su adaptación
al marco jurídico comunitario ha supuesto un cambio sustancial y drástico en la política
ambiental del medio rural de las regiones españolas en general, generando así grandes
conflictos e intereses políticos y sociales. La legislación es más bien interpretada como un
factor coercitivo para la explotación de los recursos naturales.
En este contexto, el paradigma socioambiental emergente resitúa al hombre en un
nuevo marco de relaciones con el medio en el que habita, que podemos denominar con la
expresión de "desarrollo sostenible". En consecuencia, el acoplamiento de los humanos al
medio natural no se caracteriza ya por una explotación o uso arbitrario y anárquico de los
recursos naturales, sino que existen múltiples y variados condicionamientos jurídicos,
provenientes de la nueva política ambiental derivada de la aplicación de los conocimientos
científico-técnicos. Uno de los mayores retos ambientales es la conservación del medio
urbano: la polución atmosférica, la calidad del agua, el aumento de los ruidos y el control de
los residuos sólidos.
Esta coyuntura social nos permite interpretar la doble vertiente que posee el
acoplamiento al medio natural por parte de los habitantes del Somontano de Barbastro. Por un
lado, se produce un fuerte rechazo social o, cuanto menos, una gran desconfianza, recelo e
incertidumbre con respecto a la adaptación al medio que establece la normativa ambiental
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internacional, estatal, comunitaria, autonómica, local y, más recientemente, comarcal. Por otro
lado, en las clases sociales más formadas o informadas surge cierta esperanza en que la
potenciación del desarrollo sostenible en el Somontano de Barbastro permita a corto o medio
plazo cubrir ciertas expectativas de desarrollo rural ligado al turismo, el deporte, la
agricultura, el consumo de productos locales y la valorización del patrimonio cultural y
natural.
Como resultado de las entrevistas realizadas en el presente estudio se ha obtenido
información sobre la percepción social del medio ambiente en el Somontano de Barbastro. En
este sentido, los aspectos relativos al medio ambiente han versado sobre los siguientes
bloques temáticos: el agua, los usos del medio natural, la riqueza forestal, la caza y pesca, la
legislación y el paisaje.
Con respecto al agua, más allá de los problemas relativos a su gestión en general, no
existe una preocupación medioambiental bien definida. En cierto modo, el agua se interpreta
como un bien objeto de aprovechamiento humano (para consumo humano, regadíos,
industrias, deporte y ocio); pero no se valoran de manera consciente los valores ecológicos de
los ríos (por ejemplo para la fauna y flora silvestres), salvo por parte de los técnicos o
científicos especialistas en la materia. Existen casos de gran degradación de los ríos por
extracción indiscriminada de gravas que, paradójicamente, permite el asentamiento de otras
comunidades de organismos. El reparto del agua para usos agropecuarios adquiere más
importancia dentro de un orden sociocultural que ambiental para los habitantes del
Somontano de Barbastro.
Existe buena predisposición a aceptar la llegada de nuevos empleos relacionados con
el medio ambiente. Por ejemplo, se habla de iniciativas de creación de empleo en centrales de
biomasa, pero este tipo de trabajos no siempre son de interés para la población, cuyas
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expectativas y preferencias de trabajo van en otros sentidos. Otra iniciativa es la apicultura,
todavía muy minoritaria. En realidad, pocas personas están verdaderamente interesadas en
trabajar al aire libre, de manera que la degradación del monte y de los cotos de caza preocupa
a las pocos habitantes locales que conocen este patrimonio natural, que han adquirido un
cierto sentimiento de culpa.
Los habitantes del Somontano de Barbastro conocen la riqueza forestal de su comarca
y se valora positivamente la protección del carrascal, cuya conservación a lo largo del tiempo
causa cierta preocupación debido a la gran deforestación sufrida para roturar tierras de
cultivo. Se han arrancado muchas hectáreas de carrasca para producir cereal, cultivo que no
siempre ha prosperado por lo que se ha sustituido por la vid. La explotación de la leña ya no
es comercial. Frente al arranque de árboles autóctonos se impulsa la repoblación con pinos no
autóctonos.
En cuanto a la flora, hay cierta tradición por la explotación local de plantas aromáticas
y medicinales para consumo propio, así como la quema de rastrojos para producir abono.
Igualmente, los hongos son muy apreciados en el Somontano de Barbastro. Existe gran
preocupación con la proliferación de los incendios, que cada vez se producen con más
regularidad por los escasos cuidados que recibe el monte.
Con respecto a la caza y su consumo, el animal predilecto es el jabalí seguido de la
perdiz, dado que ambas especies han proliferado mucho gracias a los cultivos de maíz y los
nuevos regadíos respectivamente, mientras que cada vez son escasas las liebres y
prácticamente han desaparecido los conejos. En general, la caza mayor y menor es una
actividad recreativa que se realiza en cotos autorizados respetando los períodos de veda. La
caza tiene una función social muy valiosa en las relaciones interpersonales de los hombres de
las localidades del Somontano de Barbastro situadas en zonas con montes.
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La pesca fluvial es igualmente una actividad recreativa que se practica en los ríos del
Somontano de Barbastro desde antaño, favoreciendo las relaciones sociales. Se pescaban
truchas, madrillas, barbos, percas e incluso anguilas mediante redes, cestos o cañas; pero hoy
en día la riqueza piscícola ha disminuido y su regulación legal hace más difícil la práctica
cotidiana de esta actividad. También se pesca el cangrejo de río, si bien el autóctono está
protegido en Aragón.
El paisaje como elemento de percepción cultural del espacio no ha sido
suficientemente racionalizado por los habitantes del Somontano de Barbastro, quizás porque
se trata de una categoría interpretativa que en cierto modo proviene del conocimiento
científico y se trata de extender a toda la población a través de reclamos turísticos. Existe una
conciencia del cambio paisajístico a lo largo de la historia y de su diversidad entre distintas
zonas del Somontano de Barbastro, desde las sierras del norte hasta la estepa monegrina, así
como una valoración estética positiva y muy personal; pero no una valoración del mismo en
términos socioeconómicos, ecológicos o culturales.
La creación de espacios naturales protegidos y de un parque cultural son elementos
que potencian la conservación del medio natural, pero a su vez limitan las actividades de sus
habitantes. No obstante, uno de los componentes principales de la crisis del mundo rural es la
falta de empleo que fije población, de manera que estas figuras de protección del territorio y
sus elementos podrían paliar en parte la caída demográfica. En este sentido, el uso del propio
territorio y su protección como recurso turístico es un modo de acoplamiento al medio.
Iniciativas como la creación y puesta en marcha del Parque Cultural del Río Vero tienen gran
valor como contribución al desarrollo sostenible del territorio, así como las iniciativas
ambientales propiciadas por el Centro de Desarrollo del Somontano.
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Conviene resaltar que existe un gran desfase entre el interés que suscita el patrimonio
natural en el norte del Somontano de Barbastro, con un paisaje diverso, frente al escaso valor
que se le otorga en este sentido al sur del Somontano de Barbastro, con un paisaje monótono.
Como consecuencia de lo anterior, es relevante comprobar que la protección de los espacios
naturales y culturales se ha centrado fundamentalmente sólo en el norte de la comarca, de
manera que el impulso socioeconómico ligado al desarrollo de estos espacios protegidos sólo
revierte en el norte. Esto es debido al poco valor ambiental que la sociedad otorga en general
a la zona esteparia de la depresión central del valle del Ebro conocida por el nombre de Los
Monegros.
El Somontano de Barbastro es un territorio de extraordinaria riqueza natural, aunque
se encuentra inmerso en una situación similar a la del resto de las comarcas de la Comunidad
Autónoma de Aragón, con importantes cambios motivados por el declive demográfico, el
abandono generalizado del medio rural, las exigencias comunitarias de conservación de los
espacios naturales y de la diversidad biológica, la puesta en marcha de programas de gestión
ambiental de las empresas, el aumento de la explotación de los recursos naturales y una gran
demanda para visitar el medio natural por parte de excursionistas de grandes ciudades. Este
tipo de circunstancias en su conjunto suelen provocar que la percepción del medio ambiente
sea compleja, en cierto modo rechazada o asumida con cierto temor e incertidumbre por los
habitantes de la zona, que ven en los requisitos legales una serie de impedimentos para el
desarrollo socioeconómico de las poblaciones rurales.
4. El Patrimonio
Por lo que al patrimonio cultural del Somontano se refiere habría que hablar de distintos
niveles de valoración por parte de sus gentes. Todavía quedan mentalidades que no valoran
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por un igual las iglesias o los palacios que las leyendas, los rituales o las albercas de cantos de
guijarro de unas salinas.
Por lo que al mundo arqutectónico respecta todavía están muy arraigadas las diferencias
entre edificios artísticos y patrimonio etnográfico construido. Aún se comparan los usos de
unos y otros. Y, además, entran en juego otros valores como son los psicológicos, sobre todo
en lo referido a las construcciones relacionadas con el trabajo y el esfuerzo diario. No es fácil
(ni agradable para ciertos sujetos) volver la vista atrás y recordar días de intensos fríos
lavando en aguas casi heladas, arrodilladas o de pie. Se deseaba ir al lavadero porque era un
espacio de sociabilidad y un pretexto para el intercambio de información. Pero lavar es una
faena recordada con dolor. Rehabilitar, restaurar o proteger se ve con indiferencia porque son
espacios para el recuerdo de una fatiga compartida por muchas mujeres, aunque todas
reconozcan que mejor están las construcciones conservadas que abandonadas. Pero no queda
nostalgia.
Otros espacios han perdido definitivamente su uso y de lugares de trabajo han pasado a
ser espacios de ocio de tal manera que los abrevaderos y las balsas se han convertido en pistas
de tenis o en campos de fútbol.
Hay construcciones singulares en el Somontano, como son los pozos-fuente, que se
están restaurando. Algunas mujeres que en otros tiempos aún no muy lejanos bajaban hasta
ellos a extraer agua potable y la transportaban hasta las viviendas domésticas, reclaman
también la adaptación y adecuación de los atajos y senderos utilizados en su recorrido
expresando su deseo de conseguir una restauración integrada e integral.
Otro caballo de batalla es la vivienda privada, la casa doméstica (en muchos casos
arquitectura tradicional). Ha ido buscando legítimamente su derecho al bienestar y se ha
acondicionado a los nuevos tiempos, empleando también nuevos materiales constructivos, sin
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percatarse sus propietarios que se están perdiendo los revocos ocres característicos del
Somontano, lo que permitía la mimetización de las construcciones con el paisaje. Nadie les
está advirtiendo que el cemento (más barato y funcional) dilata en forma y tiempo diferentes a
los de la cal o a los del tapial. Del mismo modo, los empedrados característicos de muchos de
los zaguanes están siendo sustituidos por otro tipo de suelos convencionales. Nos estamos
moviendo en un terreno absolutamente escurridizo: la propiedad privada. Nadie podemos
impedir que empiece a convivir lo antiguo con lo moderno.
La restauración de ermitas o santuarios se ve con buenos ojos porque son construcciones
sagradas en las que se guardan imágenes y reliquias que se veneran con mucho sentimiento.
Son los espacios de las creencias, los espacios de los encuentros sociales y familiares. Y es el
momento de la comensalidad, un tiempo para comer juntos y lo mismo, igualando a todos los
romeros y creando vínculos. En el Somontano no sólo destaca El Pueyo. Junto a este santuario
funcionan las ermitas locales, las supralocales, las supracomarcales y desde luego los
macrosantuarios o recientos religiosos dotados de titulares "poderosos" muy especializados.
Además, las romerías fueron, en otros momentos, una buena excusa para que los
jóvenes de distintas localidades se conocieran y se mezclaran, hablando a favor de la
exogamia y de la regeneración de la sangre. Hoy, en cambio, esos encuentros se hacen en las
discotecas.
Por otra parte, entre los más jóvenes "ser de aquí" o "pertenecer" a tal o cual localidad
somontanense ha creado unos vínculos que más que mostrar las similitudes con los otros
oscenses lo que buscan es enfatizar las diferencias.
Por lo que se refiere al patrimonio artesanal se está canalizando a través de Ferias y
Festivales de Música Tradicional o Mercadillos Medievales. Los productos artesanales están
en manos de neo-artesanos, en algunos casos sin un aprendizaje familiar ni encubierto
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mediante los que hayan heredado los secretos del oficio o los códigos de honor, sino a través
de estudios reglados o de vocaciones muy marcadas. Pero habiendo cambiado completamente
los aspectos relativos al anonimato y a los sistemas de venta y mercados. Por otra parte, los
anticuarios, han especulado con muchas piezas que engloban el apartado de bienes muebles.
Y están proliferando las tiendas de artesanía natural.
El patrimonio alimentario ha sufrido un fuerte tirón mediante la Denominación de
Origen Vinos del Somontano, potenciándose las variedades de uva autóctona y
experimentando con nuevas cepas. La creación de bodegas fuera de los cánones tradicionales
y la conexión de diseño, viñedo y arte, está haciendo dar un giro pronunciado a la cultura del
vino.
Se ha conseguido la despenalización de la destilación de anises y aguardientes pero su
elaboración está muy controlada.
Los aceites están saliendo de su viejo letargo y las distintas variedades de oliva están
dando unos zumos excelentes, embotellados en cristal negro para evitar que la luz pueda
dañar su calidad.
Quesos, embutidos o dulces cierran este capítulo que no dejarían de ser como los de
otras muchas partes si no fuera por la dinamización que han supuesto para varios pueblos del
Somontano, de la mano de sus mujeres, "imaginando" e "inventando" ciertos productos que
imitan el paisaje geológico de sus inmediaciones.
Finalmente, la creación de varios Centros de Interpretación, selectivos y
estratégicamente bien situados, está permitiendo dar a conocer el arte rupestre, el uso del
agua, el paisaje y la fauna, las leyendas y los personajes míticos de las sierras, montes y
tierras del Somontano. Con unos audiovisuales que ensalzan y potencian el color de cada
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estación del año, dejando en la memoria un paisaje sonoro y un recuerdo de aromas
imborrables.
5. Las relaciones entre las ciudades y los pueblos
Uno de los fenómenos en los que mejor se observa la mezcla de lo urbano y de lo
rural, es el turismo. El Somontano de Barbastro es un territorio que incluye en el noroeste
parte de la Sierra de Guara. En esa zona de la comarca abundan los barrancos, conjuntos
arquitectónicos, pinturas rupestres y otros encantos paisajísticos. Todo ello ha sido protegido
y promocionado por la Administración para atraer al turismo y permitir así el despegue
económico de una zona que, hasta no hace mucho, era la más atrasada del conjunto de la
comarca. A medida que nos dirigimos hacia al sur y nos introducimos en los Monegros la
comarca va cambiando de aspecto a la par que pierde encantos turísticos. Ahora bien ¿cómo
ven los habitantes su territorio y las distinciones que en él producen ese turismo
promocionado por la Administración?
Lo que ninguno de nuestros informantes dudaba es que su tierra se está convirtiendo
en un paraíso para los turistas. En lo que ya no se ponían de acuerdo es en la interpretación de
las razones que estaban llevando a cada vez más urbanitas por aquellas tierras. Algunos
pensaban que el atractivo turístico del Somontano reside en el paisaje natural. Sin embargo,
no sabían precisar del todo bien las cualidades del paisaje que atraen más. En este sentido,
está claro que mientras la Sierra de Guara parece haber logrado objetivar su encanto
paisajístico y nuestros informantes lo reconocen, las opiniones son algo confusas cuando se
trata de valorar por qué algunos extraños turistas, principalmente holandeses y belgas,
comienzan a visitar también otras zonas aparentemente menos atractivas como son las áridas
tierras de los Monegros.
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También veían nuestros informantes que cada vez más turistas se interesaban no sólo
por los paisajes naturales sino por unas pinturas rupestres declaradas recientemente
patrimonio de la humanidad y ciertos conjuntos arquitectónicos. Sin embargo, también en este
caso el turista sorprendía a los nativos pues muchas veces se interesa por cosas que los
lugareños, principalmente los más mayores, no consideraban en absoluto atractivos. Es el caso
de algunos viejos pozos del centro de la comarca que para muchos de los nativos al perder su
utilidad no merece mucho la pena interesarse por ellos. Por eso no entendían que se
despilfarren tantos millones de pesetas con ellos y se dejen de lado otras necesidades, como la
mejora de las carreteras, consideradas más urgentes.
No sólo sucedía que el turista y la Administración considerasen atractivas y
merecedoras de atención cosas que para los nativos no lo eran en absoluto. También ocurría
que, creyendo el nativo poder descifrar el gusto urbano y administrativo, considerara
relevantes ciertos restos arquitectónicos y arqueológicos y que el turista y la Administración
no lo creyeran así . Es el caso, por ejemplo, de los restos de obras árabes y de un poblado
prerromano situados en las inmediaciones del mayor pueblo del sur del Somontano, Peralta de
Alcofea.
Por lo tanto, el turista y la Administración desconciertan bastante al nativo por cuanto
no se sabe interpretar del todo bien su mirada. Pero es que, para acabar de complicar las
cosas, salvo excepciones, tampoco el turista urbano es muy hábil a la hora de valorar muchos
de los encantos que la Administración ha decidido presentar como interesantes. De ahí la
necesidad de crear Centros de Interpretación que no sólo intentarán educar el gusto y la
percepción del turista sino del mismo nativo. Como es obvio algunos de nuestros informantes,
los más mayores, volvían a no entender el despilfarro de dinero que suponen dichos centros y
el que se dejaran otras cosas sin atender. Algunos incluso llegaban a sospechar que los lugares
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se convertían en interesantes para el turista cuando la Administración había decidido
presentarlos como tales. En general, esa es la opinión que se tiene cuando habla del municipio
más favorecido por la inversión pública de cara al turismo, Alquézar. Algunos han llamado a
esta localidad “la novia de la Diputación General de Aragón” por la gran cantidad de dinero
público que ha absorbido.
Si en términos culturales el turista resulta en gran medida impredecible e
incontrolable, en el plano económico todo es bien diferente. En general, deducimos de la
opinión de nuestros informantes que el nativo ve al turista como una fuente de riqueza que no
duda en explotar. Por ejemplo, elevándole considerablemente los precios de productos y
servicios. Las opiniones de nuestros informantes dan incluso a entender que hay un doble
rasero económico pues al turista se le cobra todo más caro que al nativo Estamos pues ante
una explotación, una reificación, una deshumanización, protagonizada por el nativo y
proyectada sobre el turista que es simétrica e inversa a la que con el proceso de
modernización ha proyectado la ciudad sobre los pueblos.
La conversión del turista en un objeto de explotación económica que se promueve en
los lugares más típicos del Somontano, aunque parezca distinta, anda a la par con la opinión,
expresada fuera de los circuitos turísticos, de que el turista es algo así como una plaga. Según
nos dicen en verano dificultan el tráfico, van y vienen continuamente por los caminos
balizados y llenan las calles de los pueblos. A estos turistas, dice una de nuestras informantes,
es fácil reconocerlos pues van todos con un muy parecido uniforme playero.
Además del turismo de masas hay otro que nuestros informantes distinguían
claramente del primero y que incluso no lo calificaban de turismo. Esta formado por visitantes
que tienen vínculos de distinta clase con el pueblo e incluso disponen de casa. De esta clase
de turistas nos hablaban más fuera del perímetro del turismo de masas. Si no lo denominaban
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turismo es porque para nuestros informantes se trata de gente que, aunque trabaja fuera y gran
parte del año está ausente, sigue siendo algo del pueblo. Algunos son antiguos vecinos, otros
son sus descendientes pero también los hay que nunca tuvieron vínculo con el pueblo y, tras
descubrirlo, se las ingeniaron para convertirlo en su segunda residencia.
Los residentes de verano tienen la virtud de mejorar no el nivel de renta, como hace el
turista masa, sino la sociabilidad. Este otro visitante no parece buscar paisajes ni costumbres
extrañas sino que parece preferir, por lo que nos aseguran los informantes, el trato humano y
el estilo de vida de los pueblos. Hay pues entre estos urbanos un mayor respeto para con lo
rural. Como contrapartida los habitantes del pueblo celebran esa visita y disfrutan de ella.
Estos residentes de verano, más integrados que los turistas masivos, no se han limitado
a llegar al pueblo y a adaptarse a él. También han traído consigo importantes cambios. Uno de
los que más nos mencionaron los informantes es la alteración del ciclo festivo. En unos casos
porque la fiesta importante pasará a ser la del verano y no la del invierno aunque ésta hubiera
sido considerada desde siempre como la fiesta mayor. En otros casos porque la misma fiesta
del verano ha sido trasladada de fecha para facilitar la estancia de estos residentes de verano.
No es casual que nuestros informantes nos hablaran tanto de las fiestas del verano pues son,
como quizás ha sucedido siempre, aunque ahora de otro modo, el centro de la sociabilidad de
los pueblos, tanto de cada uno por separado como en su conjunto.
En definitiva, si el turismo de masas se centra en paisajes, exóticas costumbres y
arquitecturas interesantes este otro tiene como epicentro la fiesta del verano. Aquel es
evaluado estratégicamente desde un punto de vista económico mientras que este otro es
simplemente experimentado en su gratificante dimensión social. Aquel tiende a dejar que lo
propio se valore en términos de objeto y a ver al otro también como un objeto mientras que
este otro turismo fomenta una relación más igualitaria entre sujetos. Finalmente, si el turismo
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masa trata con una realidad simulada el residente de verano experimenta una realidad que
contribuye conscientemente a producir.
Quizás parezca que la relación urbano/rural de la que es expresión el turismo de masas
y que la misma Administración contribuye a afianzar es demasiado enemigo para la reacción
urbano-rural que trae consigo el veraneante. En nuestra opinión no es poca cosa esta mezcla
informal entre lo urbano y lo rural. Lo prueba el hecho de que esa mezcla puede observarse en
más ámbitos. Por ejemplo, en el complejo mundo de las migraciones. En una primera frase,
coincidente con la modernización, pero que aún dura, el Somontano padeció la emigración.
Esta experiencia está grabada en la memoria colectiva de la gente y aún hoy funciona a modo
de hábito mental a la hora de opinar sobre la vida en la comarca. Se ha caracterizado este
hábito por hacer que, en el plano del sistema de valores, los habitantes de los pueblos se
perciban como inferiores a los de la ciudad. No sólo porque hay más riqueza y posibilidades
de promoción social allí sino porque el estilo y calidad de vida es mejor.
Esa época podemos considerarla hoy parcialmente superada. Entre los adultos y los
jóvenes hay cierta tendencia a permanecer en el pueblo a la que acompaña una apropiación de
algunas pautas de conducta traídas por la modernización urbana. No hay pues ya tanta
comparación en términos de inferioridad sino adaptación de lo urbano a la experiencia de
vivir en el pueblo. Esta mezcla de lo urbano y lo rural desde lo rural se puede observar en los
distintos modos ensayados por la gente para decidir cómo vivir en el pueblo.
Si por algo se ha caracterizado la historia del siglo XX en relación a la población rural
ha sido por la masiva emigración en dirección a la ciudad. Sin embargo, las estadísticas nos
dicen que la época de las emigraciones masivas ha pasado. Este frenazo se ha producido
desde la década de los 80. Desde entonces han sido muchos los jóvenes que, en lugar de huir
del pueblo, decidieron quedarse. No son todavía tantos como para alterar mucho las cifras
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pero sí que es un cambio perceptible. Estos jóvenes que se quedan ven el mundo a través de
unos valores diferentes. Para empezar no está ya tan claro que económicamente la ciudad sea
más beneficiosa y que el estilo de vida urbano sea superior al rural. Esto los que se quedan lo
saben porque han tenido la oportunidad de conocer las ciudades y han visto a amigos y
parientes urbanos menos exultantes que los de antaño cuando visitaban el pueblo. Sin
embargo, estos jóvenes que se quedan lo hacen a su modo.
Si tradicionalmente sucedía que se trabajaba donde se vivía, en la actualidad nos
encontramos con bastantes casos que continúan esta tendencia. Sin embargo, además de esa
pauta hay otras que disocian la residencia y el trabajo. Representan esta tendencia gentes que
han abandonado la agricultura o la mantienen como segunda actividad. Otro modo de disociar
la residencia y el lugar de trabajo es decidir vivir fuera, en Barbastro o Huesca, e ir a trabajar
al pueblo. Este hábito lo tienen agricultores o aquellos que tienen el trabajo en el campo como
segunda actividad.
También entre las nuevas gentes que llegan al Somontano hay diferencias Por un lado,
tenemos a inmigrantes sin muchos recursos económicos que provienen de otros países. No
tenemos mas que referencias indirectas de estos inmigrantes pero, por lo que nos aseguraban
los informantes, cada vez hay más y vienen de más sitios. Estos inmigrantes han trabajado en
todos los sectores productivos pero donde más han sido empleados ha sido en las actividades
agrícolas. Por lo que parece la mayor parte de los inmigrantes no están mucho tiempo en los
pueblos de la comarca.
Además de los inmigrantes extranjeros, en los últimos años han ido llegando a los
pueblos otras clases de gentes. Tienen en común el provenir de la ciudad. Se nos dijo que hay
algunos jóvenes neorrurales o alternativos desconectados de los nativos e incluso con no muy
buenas relaciones con ellos en algunos de los pueblos abandonados. Los que en términos de
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valoración salían mejor parados en los testimonios de nuestros informantes son aquéllos que
retornan de su exilio urbano como jubilados o son descendientes de antiguos emigrantes.
Según parece la adaptación al pueblo ha sido mejor y el acoplamiento con los nativos no ha
resultado tan problemático. Al margen de los jóvenes alternativos y de los descendientes de
antiguos emigrantes el contingente más importante de inmigrantes lo forman adultos, con
hijos ya independizados, o jubilados que no siempre han tenido contacto con el pueblo de
destino.
Las dos clases de turismo y las nuevas formas de residencia e inmigración observadas
en el Somontano permiten comprobar que en las relaciones entre la ciudad y los pueblos se
abren dos posibilidades. Por un lado, hay una realidad instituida, amparada por la
Administración y el mercado, en las que se perfecciona la vieja lógica de la modernización. Si
dicha modernización, impulsada por valores materialistas, convirtió a los pueblos en objetos
de explotación, pues se los concibió como hábitats de los que extraer recursos (demográficos
y materias primas), ahora con la postmodernización, impulsada por valores postmaterialistas,
los pueblos y su entorno natural tienden a convertirse en objetos con los que el urbanitas
puede redimirse de su exceso de civilización. A esta realidad podemos denominarla rururbana
y se caracteriza por el hecho de que la supervivencia e incluso crecimiento económicos que
aporta el turismo de masas traen también consigo la degradación social y cultural de los
pueblos.
La otra realidad descubierta tiene un carácter instituyente pues no está impulsada o
tutelada por la Administración o el mercado sino por las gentes. Se caracteriza por facilitar
una unión o mezcla no jerárquica entre los pueblos y las ciudades. También está impulsada
por valores postmaterialistas. Este otro modo de relación quizás no sea tan rentable
económicamente para los pueblos como el anterior pero si que supone un gran capital
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sociocultural para su supervivencia a largo plazo. A esta realidad podemos denominarla
neorrural.