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 Fármacos Oncológicos
Tema 1 .- Principios básicos de la farmacología
oncológica
Capítulo 1.2. Principios en el uso de la quimioterapia
Autora: Maria Perayre Badia
Farmacéutica del Servicio de Farmacia del Institut Català d’Oncologia.
L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona)
1
Introducción
La quimioterapia se usa en 5 situaciones clínicas, fundamentalmente:
- como tratamiento primario de inducción en la enfermedad avanzada, en
aquellos pacientes para las cuales no hay tratamiento alternativo;
- como tratamiento neoadyuvante o primario, en pacientes con enfermedad
localizada para los cuales la terapia local alternativa (cirugía, radioterapia, o
ambas) no es totalmente eficaz;
- como tratamiento adyuvante, de forma concurrente o a continuación del
tratamiento local (cirugía, radioterapia o ambas);
- en forma de administración directa en la lesión neoplásica, como instilación o
perfusión dirigida específicamente a la región afectada del organismo;
- como tratamiento de la enfermedad metastásica.
Quimioterapia de inducción
La quimioterapia es la modalidad de tratamiento primario utilizada en las
neoplasias hematológicas, así como en un número importante de tumores
sólidos que han metastatizado en el momento del diagnóstico o han recaído
en forma de metástasis tras el tratamiento inicial. La quimioterapia primaria
puede tener intención curativa o paliativa, según el tipo de tumor.
El concepto de quimioterapia de inducción se emplea para describir aquella
terapia administrada como tratamiento primario a pacientes con enfermedad
avanzada o metastásica para los cuales no se dispone de tratamiento
alternativo.
El término también se utiliza para describir la quimioterapia que se administra
como primer paso para reducir el tumor y evaluar la respuesta tumoral al
tratamiento. Estos pacientes podrán recibir quimioterapia adicional con el
objetivo de tratar de erradicar el tumor. Éste sería el caso de los pacientes con
tumores localmente avanzados de cabeza y cuello, a los que se administran 3
ciclos de quimioterapia de inducción con los esquemas TPF (docetaxel,
cisplatino y 5-fluorouracilo) o PPF (paclitaxel, cisplatino y 5-fluorouracilo), la
respuesta a los cuales permite predecir la capacidad de cada paciente de
beneficiarse de un tratamiento local posterior u otro: en caso de respuesta a la
inducción, los pacientes pueden ser tratados con radioterapia o quimio 2
radioterapia concomitante con cisplatino o cetuximab, como tratamiento
conservador; mientras que en caso de que el paciente experimente
progresión tras la inducción o no se observe respuesta completa con los 3
ciclos de quimioterapia, el paciente será candidato a terapia de soporte o a
cirugía radical no preservadora de órgano, en caso de tratarse de una lesión
resecable.
Por último, el término inducción también hace referencia al tratamiento
quimioterápico inicial de los pacientes con neoplasias hematológicas, como la
leucemia aguda y el mieloma múltiple, que persigue la remisión de la
enfermedad. Tras el éxito de la quimioterapia de inducción, los pacientes
generalmente
reciben
tratamiento
post-remisión,
para
mejorar
sus
posibilidades de supervivencia, incluyendo las fases de tratamiento de
consolidación, de intensificación y de mantenimiento.
Quimioterapia neoadyuvante
Se refiere al uso de quimioterapia como tratamiento primario en pacientes con
enfermedad localizada o localmente avanzada, para los cuales el tratamiento
local (cirugía y/o radioterapia) existe pero no es totalmente efectivo. Se trata
de aquella administración de quimioterapia previa a la cirugía o, en un sentido
más amplio, antes del tratamiento loco-regional del tumor.
Entre los argumentos teóricos a favor de la quimioterapia neoadyuvante se
encuentran los siguientes:
-
El hecho de administrar la quimioterapia precozmente disminuye la
probabilidad de implantación de micro-metástasis a distancia o, en caso
de que ya estén presentes, permite su tratamiento precoz antes de
alcanzar la masa tumoral crítica no susceptible de ser eliminada con
citostáticos. Asimismo, presenta la capacidad de disminuir la enfermedad
subclínica.
-
La quimioterapia neoadyuvante hace posible la cirugía en neoplasias de
otro modo inoperables, o bien permite la realización de técnicas
quirúrgicas más conservadoras, al reducir el tamaño del tumor.
El tratamiento neoadyuvante permite reducir al máximo el volumen
tumoral para incrementar las posibilidades de curación con el posterior
tratamiento radioterápico o quirúrgico, haciendo resecables tumores
3
inicialmente comprometidos para una cirugía con intención radical. En el
caso de conseguirse una respuesta completa patológica, definida como
la ausencia de tumor en la pieza quirúrgica, se aumentan las tasas de
supervivencia global y libre de enfermedad.
Esta modalidad de tratamiento permite reducir la cantidad de cirugía o
radioterapia radical que el paciente requiere, permitiendo un alto índice
de
cirugía
conservadora,
comprometer
la
evitando
supervivencia
a
intervenciones
largo
plazo.
mutilantes,
Este
aspecto
sin
es
particularmente importante en los cánceres de mama, laringe, canal anal
o vejiga, entre otros, donde la quimioterapia neoadyuvante puede ayudar
a la conservación de la mama, la laringe, el esfínter anal o la propia vejiga,
respectivamente, con las consecuencias funcionales y cosméticas, junto
con las implicaciones en la calidad de vida, que ello puede tener en el
paciente.
-
La quimioterapia primaria permite también conocer la sensibilidad del
tumor a los fármacos antineoplásicos administrados, en base al grado de
necrosis celular conseguida en la pieza quirúrgica. Esto indicará si, tras la
cirugía y en caso de necesidad, se debe continuar con el mismo
tratamiento citostático o se deben cambiar los fármacos utilizados
inicialmente, evitando tratamientos ineficaces. Así, parece demostrado, al
menos
en
ciertos
tumores,
el
indudable
valor
pronóstico
de
la
quimioterapia neoadyuvante: aquellos pacientes con tumores que
responden a ella sobreviven más que los que lo hacen sólo parcialmente o
que los que no responden. Este hecho permitirá seleccionar los enfermos
que, tras el tratamiento local, van a requerir otras terapias más o menos
agresivas en función de este valor pronóstico.
-
Se postula también que la quimioterapia administrada en el contexto
neoadyuvante podría tener una mayor eficacia, al actuar sobre un lecho
vascular intacto, a la vez que permitiría tratamientos más intensivos al estar
el paciente en mejor situación que tras la cirugía.
Sin embargo, el uso de quimioterapia en el contexto neoadyuvante puede
presentar algunos inconvenientes, como los citados a continuación:
4
-
La quimioterapia neoadyuvante retrasa el tratamiento loco-regional, con
el riesgo que ello implica de diseminación a distancia y crecimiento local
en caso de no existir respuesta a los citostáticos utilizados. Puede ocurrir
que el tumor sea resistente a la quimioterapia primaria y continúe
creciendo durante la neoadyuvancia, retrasando así el tratamiento
quirúrgico propiamente curativo, y haciéndolo más difícil. Además, la
quimioterapia neoadyuvante puede dificultar una cirugía radical, puesto
que en ocasiones difumina los márgenes iniciales del tumor.
-
La toxicidad secundaria a la quimioterapia neoadyuvante puede retrasar
el tratamiento loco-regional o dificultar la cicatrización post-quirúrgica.
-
Asimismo, se ha observado que algunos pacientes rechazan el tratamiento
loco-regional tras obtener una buena respuesta a la quimioterapia
neoadyuvante inicial, disminuyendo así sus posibilidades de curación.
-
Otro argumento esgrimido en contra de la quimioterapia primaria es que
ésta encarece y alarga el tratamiento del paciente con cáncer.
En resumen, se podría concluir que la necesidad de iniciar precozmente el
tratamiento sistémico existe en aquellas neoplasias que responden bien a la
quimioterapia, pero que no son curables exclusivamente con ella; o en
aquellos tumores en los que la enfermedad loco-regional se controla mal con
tratamiento local exclusivo.
La neoadyuvancia juega un papel desigual en la práctica clínica habitual. A
modo de ejemplo, mientras en el tratamiento de determinados estadíos del
cáncer de mama está establecido el uso de tratamiento sistémico previo a la
cirugía, en otros tumores sólidos como es el caso del cáncer de pulmón célula
no pequeña, la administración de quimioterapia neoadyuvante todavía
suscita controversia.
En el cáncer de mama, la administración clásica del tratamiento oncológico
sistémico ha sido en régimen de adyuvancia o postoperatorio. Sin embargo, a
pesar de no estar plenamente definida la correcta secuencia de tratamiento,
en los últimos años ha surgido una mayor tendencia a iniciar el tratamiento
sistémico antes de la cirugía, en determinados estadíos de la enfermedad.
Los estudios aleatorizados no han demostrado beneficios en supervivencia
entre los tratamientos sistémicos primarios o en adyuvancia, aunque los
5
primeros han evidenciado su capacidad de incrementar el porcentaje de
tratamiento quirúrgico conservador sin aumento destacable en las recaídas
locales. Fisher et al demostraron en el estudio NSABP B-18, fase III con 1523
pacientes con cáncer de mama estadíos I y II, que la administración
preoperatoria
de
un
régimen
de
quimioterapia
con
adriamicina
y
ciclofosfamida era tan efectivo como administrarlo postoperatoriamente (no
diferencias significativas en supervivencia libre de enfermedad ni en
supervivencia global), si bien, la administración neoadyuvante permitía la
realización de más lumpectomías (1). En una actualización de este ensayo
clínico tras 9 años de seguimiento, se observó una tendencia a favor de la
quimioterapia
preoperatoria,
en
términos
de
supervivencia
libre
de
enfermedad y supervivencia global, en las pacientes menores de 50 años (2).
La primera situación clínica en la que el tratamiento sistémico precedió a la
cirugía en el cáncer de mama fue en los tumores localmente avanzados. En
este estadío de la enfermedad, la cirugía presenta un elevado porcentaje de
fallida local y la supervivencia de las pacientes no es buena. Por ello, hay
consenso en la necesidad de administrar tratamiento sistémico primario a estas
pacientes con el objetivo de controlar de forma rápida la enfermedad
sistémica y la enfermedad local, facilitando el papel de la cirugía y la
radioterapia. De hecho, el tipo de cirugía que se indicará dependerá de la
situación del tumor tras la quimioterapia neoadyuvante, y tenderá a ser más
conservadora que en el caso de no administrarse tratamiento primario.
Asimismo, en el caso de que tras la cirugía la paciente se encontrase en
situación de respuesta patológica completa, no sería necesario administrar
quimioterapia adyuvante.
Se considera que las pacientes con cáncer de mama que responden al
tratamiento sistémico primario tienen mejor supervivencia que las que no
responden, a la vez que las respuestas patológicas completas tienen un valor
pronóstico excelente: la respuesta a la neoadyuvancia puede ser considerada
un factor pronóstico. El tratamiento sistémico primario también permite el
estudio de distintos factores de predicción de respuesta que podrán ser útiles
en el futuro, para escoger el tipo de tratamiento adyuvante.
6
Caso aparte es el papel que la quimioterapia neoadyuvante juega en el
cáncer de pulmón célula no pequeña. Durante la década de los 90, una serie
de pequeños ensayos aleatorizados mostraron un prometedor aumento de la
supervivencia con el uso de quimioterapia neoadyuvante respecto a cirugía
sola (3,4,5,6). Esta aproximación terapéutica permitía, respecto a la cirugía
sola, la posibilidad de obtener una regresión tumoral que facilitara la resección
quirúrgica, el tratamiento precoz de las micro-metástasis y la inhibición del
potencial estímulo de crecimiento que las células tumorales encontrarían tras
la liberación de factores de crecimiento durante la cirugía y la cicatrización de
la herida post-quirúrgica.
Desde hace unos 10 años se han diseñado varios ensayos clínicos para evaluar
el papel de la quimioterapia preoperatoria en pacientes con cáncer de
pulmón no microcítico (7,8,9,10,11,12,13), los resultados de algunos de los
cuales fueron incluidos en el meta-análisis que Burdett et al publicó en 2006
(14). En él se concluía que la quimioterapia neoadyuvante proporcionaba una
disminución relativa del riesgo de muerte del 18% (HR 0,82 [IC 95% 0,69-0,97],
p=0,02), con un beneficio absoluto en supervivencia a 5 años de un 6%. Sin
embargo, en 2007 se hicieron públicos los resultados del MRC-LU22, último gran
ensayo clínico publicado al respecto, con 519 pacientes, que comparaba el
tratamiento con quimioterapia neoadyuvante respecto a cirugía sola, y que
obtuvo un resultado negativo (HR 1,02 [IC 95% 0,81-1,31])(11). Al actualizar el
meta-análisis de Burdett con estos nuevos datos, se obtenía una nueva hazard
ratio no significativa, de 0,88 (IC 95% 0,76 – 1,01, p=0,07) (11).
La controversia es todavía mayor si se tiene en cuenta que la magnitud del
beneficio observado en los meta-análisis con quimioterapia postoperatoria (HR
0,87-0,89) es similar al que parece tener la quimioterapia preoperatoria (HR
0,88). Con todo, las dudas acerca del papel de la neoadyuvancia en el
abordaje integral del paciente con cáncer de pulmón no microcítico estadíos
Ib-IIIa no están resueltas a día de hoy.
Quimioterapia adyuvante
Se trata de la administración sistémica de tratamiento citotóxico, hormonal o
con agentes biológicos después del tratamiento curativo loco-regional del
tumor primario, mediante cirugía, radioterapia o ambas. Su objetivo es
7
erradicar cualquier posible micro-metástasis residual que pueda haber
escapado de la lesión inicial, evitando su transformación en enfermedad
clínicamente evidente, evitando la aparición de metástasis a distancia,
retrasando la recidiva local y, en definitiva, mejorando la supervivencia a largo
plazo.
Se ha demostrado que en ciertas neoplasias, la diseminación a distancia es
responsable de la muerte del enfermo con más frecuencia que el tumor
primario. Esto es debido a que la terapia local es incapaz de eliminar focos
metastásicos subclínicos presentes ya en el momento del diagnóstico.
Tras la eliminación de la masa tumoral primaria mediante tratamiento locoregional, la carga tumoral es relativamente baja. Si tenemos presente que los
agentes citostáticos parecen ser más eficaces al actuar sobre una pequeña
masa tumoral que cuando se emplean en masas clínicamente detectables,
parece razonable pensar que al aplicar tratamientos quimioterápicos eficaces
en la enfermedad a distancia cuando las metástasis aún no son detectables
clínicamente, podemos curar o al menos retrasar la recaída de un cierto
número de pacientes. Por ello, es fundamental que la quimioterapia
adyuvante,
en
caso
de
estar
indicada,
sea
administrada
lo
más
prematuramente posible, después del tratamiento primario (ver ejemplo del
cáncer de colon, más adelante).
Se considera que la quimioterapia adyuvante está indicada en el caso de
tumores con un riesgo alto de recidiva local o a distancia tras el tratamiento
local, que responden a quimioterapia, pero que no son curables cuando la
enfermedad está diseminada.
Sin embargo, para la administración de tratamiento adyuvante deben
seleccionarse adecuadamente aquellos pacientes con elevado riesgo de
recaída que se beneficiarán más de esta terapia, ya que la administración
indiscriminada trataría innecesariamente a enfermos que podrían ya estar
curados mediante tratamiento local exclusivo. En estos pacientes, el
tratamiento adyuvante sólo produciría toxicidad e incremento del gasto
sanitario, sin beneficio en supervivencia. Generalmente, son los factores
pronóstico los que ayudan a seleccionar las poblaciones con alto riesgo de
recidiva y a elegir los candidatos que más se beneficiarían de un tratamiento
8
adyuvante. En la práctica clínica, es frecuente la valoración de aspectos
histológicos y citogenéticos del tumor primario relacionados con el riesgo de
recidiva tumoral, para determinar qué pacientes deberían ser candidatos a
quimioterapia adyuvante. A pesar de todo, desafortunadamente, habrá
pacientes que recibirán terapia adyuvante y que, de no haberlo hecho,
nunca habrían recaído.
El tratamiento adyuvante se considera el estándar en el manejo de
determinados estadíos del cáncer de mama y de colon, entre muchos otros.
En el caso del carcinoma de mama infiltrante, distintos estudios aleatorizados,
así como un meta-análisis, han demostrado el beneficio de los tratamientos
sistémicos adyuvantes en la supervivencia de las pacientes, tanto en tumores
con ganglios positivos como negativos (15). Se ha observado que la
poliquimioterapia es más eficaz que la monoterapia, también en este
contexto, sin demostrarse diferencias entre la administración de los agentes
citostáticos de forma concomitante o secuencial. En el caso de tumores con
ganglios positivos, 2 meta-análisis han puesto de manifiesto el beneficio en
términos
de
supervivencia
de
administrar
esquemas
adyuvantes
que
contengan taxanos (16,17). Sin embargo, el papel de la quimioterapia
adyuvante en pacientes mayores de 70 años, tradicionalmente no incluidas en
los ensayos clínicos, y por tanto, grupo para el cual no se dispone de suficiente
evidencia, continúa siendo algo más controvertido. En cualquier caso, cuando
está indicada, la duración óptima de la adyuvancia se sitúa alrededor de los 6
meses de tratamiento posterior a la terapia loco-regional.
En relación al cáncer de colon, el manejo quirúrgico se considera el
tratamiento de elección en pacientes con cáncer colorrectal resecable
estadíos 0, I, II y III. La relación beneficio-riesgo de la quimioterapia
complementaria a la cirugía depende del estadío del tumor, por lo que la
decisión de tratar los pacientes con quimioterapia sistémica en adyuvancia
dependerá del estadiaje.
En el caso de tumores de colon estadíos 0 y I, la quimioterapia adyuvante no
incrementa la supervivencia de los pacientes y, se considera que los pacientes
deberán ser sometidos a seguimiento clínico tras la cirugía, sin recibir
tratamiento adyuvante (18).
9
Por su parte, no existe ningún ensayo clínico aleatorizado y prospectivo que
haya demostrado de forma concluyente y significativa que la quimioterapia
adyuvante aporte beneficios en términos de supervivencia, en pacientes con
cáncer de colon estadío II. En un meta-análisis publicado en 2004, en el que se
evaluaban los resultados de 7 ensayos clínicos aleatorizados con pacientes
con cáncer de colon estadío II, se evidenció una supervivencia global a 5
años del 81% en los pacientes tratados con quimioterapia adyuvante basada
en 5-FU, mientras que ésta fue del 80% en los pacientes que solamente fueron
sometidos a cirugía (p=0,11)(19). Estos resultados coinciden con los obtenidos
en la práctica clínica, como se demuestra en una evaluación de los resultados
obtenidos en pacientes tratados o no con quimioterapia adyuvante en la
comunidad (supervivencia global a 5 años, 78% vs 75%, respectivamente; HR =
0,91 [IC 95% 0,77-1,09]) (20).
En sentido similar van los resultados de un estudio del grupo QUASAR, que
comparó distintos regímenes de quimioterapia adyuvante basada en 5-FU
respecto a observación tras la cirugía, en 3239 pacientes con cáncer
colorrectal (91% estadíos II, 71% de pacientes con cáncer de colon)(21,22).
Con una mediana de seguimiento de 5,5 años, el riesgo relativo de muerte por
cualquier causa en el subgrupo de pacientes con cáncer de colon estadío II
fue de 0,86 (IC 95% 0,66-1,12), al comparar el grupo tratado con quimioterapia
adyuvante respecto al grupo observación; mientras que el riesgo relativo de
recurrencia fue de 0,82 (IC 95% 0,63-1,08). A pesar de la falta de significación
estadística, los autores concluían que el modesto beneficio del tratamiento
adyuvante observado en los pacientes en estadío II (mejora absoluta del 3-6%,
IC 95% 1,0-6,0) podía ser suficiente para valorar la relación beneficio-riesgocoste de la adyuvancia en pacientes jóvenes y de alto riesgo.
Partiendo de la premisa de que el tratamiento adyuvante aporta unos
beneficios inciertos en los pacientes con cáncer de colon resecado estadío II,
se ha publicado una revisión Cochrane que evalúa el papel de la terapia
adyuvante en esta situación clínica (23). Esta revisión sistemática de los
ensayos clínicos y meta-análisis con datos de pacientes con cáncer de colon
estadío II tratados en adyuvancia respecto a cirugía sola, arroja los siguientes
resultados: el riesgo relativo de muerte es del 0,96 (IC 95% 0,88-1,05), al
10
comparar la adyuvancia con la observación; mientras que en términos de
supervivencia libre de enfermedad, los resultados son significativamente
diferentes (riesgo relativo de 0,83 [IC 95% 0,72-0,92]). Debido a esta
supervivencia libre de enfermedad significativamente mejor en los pacientes
tratados con quimioterapia complementaria, y a pesar de la falta de impacto
en supervivencia global, los autores concluyen que la valoración del
tratamiento adyuvante en los pacientes en estadío II con factores de riesgo
parece totalmente razonable, aunque destacan la necesidad de más estudios
para definirlos claramente.
Con el fin de seleccionar los pacientes con cáncer de colon estadío II
candidatos a recibir quimioterapia adyuvante, se pueden establecer los
siguientes factores de mal pronóstico tras la resección quirúrgica, a partir de las
recomendaciones de la American Society of Clinical Oncology (24), del
American College of Pathologists (25), y del soporte indirecto obtenido de los
resultados en pacientes con cáncer de colon estadío III: T4, histología poco
diferenciada (grado 3), invasión venosa, linfática o perineural extramural, CEA
preoperatorio elevado, obstrucción o perforación intestinal, etc.
En cambio, en relación al cáncer de colon estadío III, a partir de los resultados
del estudio MOSAIC se aceptó plenamente el papel de la quimioterapia
adyuvante basada en 5-FU y oxaliplatino, administrada durante 6 meses (26).
MOSAIC fue un ensayo clínico fase III que evaluó la eficacia y la seguridad de
añadir oxaliplatino a 5FU+folinato (FOLFOX4) en adyuvancia, durante 6 meses,
en 2246 pacientes con cáncer de colon estadíos II y III (60%). En el subgrupo de
pacientes en estadío III, la supervivencia libre de enfermedad fue del 72,2%
con FOLFOX4, respecto al 65,3% con 5FU+folinato (HR de recaída 0,76 [IC 95%
0,62-0,92]). En la actualización de resultados a 6 años se observaron diferencias
en supervivencia global entre ambos grupos de tratamiento, con un HR de
muerte con FOLFOX4 respecto a 5FU+folinato de 0,80 [IC 95% 0,66-0,98](27).
Por último, tal como se ha apuntado anteriormente, es interesante remarcar
que el tiempo transcurrido entre la cirugía y el inicio de la adyuvancia tiene un
impacto en la supervivencia de los pacientes. En un análisis epidemiológico
publicado por Hershman et al, se evaluaron 4382 pacientes con cáncer de
colon mayores de 65 años, tratados en adyuvancia, y se observó que una
11
demora en el inicio de la quimioterapia se asociaba a un incremento del 50%
de la mortalidad específica por cáncer (HR=1,5 [IC 95% 1,2-1,9]) y de la
mortalidad global (28). Respecto a un intervalo de tiempo de referencia entre
cirugía e inicio de la quimioterapia adyuvante <1mes, intervalos de 2-3 meses
se asociaban con un aumento de más del 40% en el riesgo de muerte por
cualquier causa (HR=1,42 [IC 95% 1,15-1,74]), y cuando la demora era >3
meses, la mortalidad global incrementaba más del 60% (HR=1,62 [IC 95% 1,312,0]). Así, se considera que el tiempo óptimo que debería transcurrir entre la
cirugía y el inicio de la quimioterapia adyuvante debería ser inferior a las 4-6
semanas.
Quimioterapia local
A pesar de que la quimioterapia fue inicialmente desarrollada para su uso
sistémico, se han implementado distintas técnicas para la administración local
de agentes citotóxicos en lugares del organismo afectados por el tumor. La
quimioterapia local o regional, administrada en forma de instilación o perfusión
dirigida específicamente a la región afectada, permite alcanzar grandes
concentraciones del agente citostático en el lugar del tumor, reduciendo la
exposición sistémica al fármaco y, en consecuencia, disminuyendo la
toxicidad. Sin embargo, en el caso de administrar la quimioterapia localmente
y de existir micro-metástasis a distancia no detectables, éstas podrían no estar
expuestas
a
la
quimioterapia,
continuando
con
su
crecimiento
y
produciéndose un incremento de la masa tumoral a pesar del tratamiento.
De entre los tumores o situaciones clínicas tratados mediante administración
local de quimioterapia por distintas vías o rutas, podrían citarse los siguientes:
tratamiento intratecal o intraventricular de leucemias o linfomas con infiltración
a SNC, tratamiento intravesical del cáncer de
vejiga, administación
intraperitoneal de quimioterapia en el cáncer de ovario, administración
intrapleural de bleomicina en situaciones de derrame pleural maligno,
quimioembolización (intraarterial o intravenosa) con adriamicina en el
hepatocarcinoma, o administración de quimioterapia intraarterial hepática
tras la resección quirúrgica de las lesiones hepáticas en el cáncer colorrectal.
12
Tratamiento de la enfermedad metastásica
A pesar de que el objetivo primordial del tratamiento antineoplásico es
conseguir la curación, en situación de enfermedad metastásica, las
posibilidades de curación
o prolongación de la supervivencia son muy
escasas. En este punto, frecuentemente se plantea la necesidad de
administrar fármacos citotóxicos con intención paliativa, con distintos objetivos
como podrían ser el alivio de síntomas tales como el dolor, frecuente en esta
situación clínica, o la reducción del tamaño de las metástasis para permitir su
resección quirúrgica, siempre con el fin último de evitar el deterioro de la
calidad de vida del paciente.
13
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