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Revista Argentina de Neuropsicología 5, 25-36 (2005)
Neurociencia cognitiva de la memoria semántica
Karalyn Patterson
Neurociencia cognitiva de la memoria semántica1
Karalyn Patterson
Medical Research Council
Cognition & Brain Sciences Unit - Cambridge
Existen actualmente tres abordajes para estudiar la memoria semántica desde la
perspectiva de la neurociencia. El primero es el que yo llamo “los experimentos
desagradables de la naturaleza”, es decir las cosas (por cierto horribles) que las
lesiones o las enfermedades naturales del cerebro pueden causar en la gente. Estos
nos brindan a nosotros, como neurólogos o neuropsicólogos, la oportunidad de
estudiar los procesos cognitivos desde el punto de vista de los trastornos. Los
experimentos desagradables de la naturaleza respecto de la memoria semántica
incluyen trastornos de distinta naturaleza. Entre ellos, las enfermedades
neurodegenerativas, y en particular la demencia semántica y la enfermedad de
Alzheimer. Existen también cuadros no degenerativos que tienen un efecto sobre
la memoria semántica. Si bien es muy poco frecuente, un accidente cerebro
vascular puede tener un impacto sobre la memoria semántica. De haberlo, ese
sería obviamente el cuadro de afasia transcortical sensorial. Es interesante ver que
algunos de los estudios originales sobre la memoria semántica fueron aquellos de
los pacientes con afasia transcortical. Existen también infecciones que pueden
afectar las regiones del cerebro que son importantes para la demencia, como la
encefalitis por herpes simples.
Esto describe de manera muy simple el primero de los abordajes que nos da
cierta introspección de lo que es el conocimiento de la memoria semántica.
En segundo término, puede accederse a la fisiología y a las imágenes del
cerebro y su funcionalidad a través de técnicas de emisión de positrón PET, o de
resonancia magnética funcional y también mediante el uso de técnicas de
encefalografía.
En tercer lugar, hay otros experimentos, que también llamo “desagradables”,
como esta técnica relativamente nueva de estimulación magnética transcortical,
por la cual a veces se consigue observar algunas áreas del cerebro que pueden
presentar un impacto de interferencia en el proceso.
Voy a concentrarme en los estudios realizados mediante PET (tomografía por
emisión de positrones) pues son, en nuestra área de investigación, la principal
fuente de información y la técnica más adecuada para indagar la estructura de la
memoria semántica.
1
Me gustaría comenzar por mencionar a los cuatro principales colaboradores de la investigación a la que me
referiré: John Hodges, con quien trabajo en Cambridge, Mat Lambon Ralph, que trabajó con nosotros en
Cambridge y ahora está en el norte de Inglaterra en la Universidad de Manchester, James McClelland, de la
Universidad de Pittsburgh, y David Plaut, de la Universidad de Wisconsin.
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Para comenzar, es necesario preguntarse qué tipos de regiones del cerebro son
cruciales para los diferentes aspectos de la memoria. La memoria a corto plazo, o
memoria de trabajo, parece estar situada en ciertas áreas de los lóbulos frontales o
parietales. La memoria episódica parece depender ampliamente de las regiones
mediales de los lóbulos temporales y también de un circuito que no solamente
incluye los lóbulos mesiotemporales sino también áreas subcorticales como el
tálamo y áreas más posteriores de la corteza. Las últimas investigaciones en
enfermedad de Alzheimer realizadas a partir de estudios de imágenes funcionales
parecen sugerir que en épocas tempranas de la dolencia, si bien todavía no hay
pérdida muy profunda de materia gris, en el hipocampo, en los lóbulos mediales
temporales, todo este circuito parece estar cerrado.
Por último, consideremos la memoria semántica: todas las investigaciones
parecen indicar que esta depende de una red muy amplia, aunque la región
constituida por los lóbulos temporales anteriores e inferiores parecería ser crucial.
Si observamos una cara lateral del hemisferio izquierdo del cerebro, como en la
Figura 1, veremos la parte frontal y la parte posterior, y el lóbulo temporal
delimitado por la cisura de Silvio. Estoy sugiriendo que la región bien anterior y
bien inferior del lóbulo temporal a nivel bilateral sería importante para la memoria
semántica. En términos de Broadmann, correspondería a las áreas 38, 20 y
posiblemente parte de la 21 también.
Figura 1. Cara lateral del hemisferio cerebral izquierdo.
8 March 2003
Science Week Cambridge 2003
¿Por qué decimos que estas son las áreas importantes para la memoria
semántica? Partimos de que la demencia semántica es el síndrome prominente que
presenta selectivamente una afectación de la memoria semántica. La Figura 2
presenta una imagen del cerebro y seis morfometrías basadas en voxels o VBM
(voxel-based morphometry) de pacientes diferentes con demencia semántica,
ordenadas verticalmente desde la condición más leve a la más severa. Cada hilera
muestra caras diferentes del cerebro. La primera corresponde a la superficie lateral
del hemisferio izquierdo, las segunda es la cara lateral del hemisferio derecho, la
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tercera es la cara interna del hemisferio izquierdo, y la cuarta, la parte ventral,
algo que en general no llegamos a ver, incluso en estudios de imágenes, pero que
es particularmente útil. En las imágenes, aquello que parecen activaciones, en
realidad indican la cantidad de pérdida de materia gris en relación con los
controles de la misma edad de los pacientes. El procedimiento supone que
previamente se toma un gran número de cerebros normales y se mide la densidad
de materia gris en estas regiones en particular, o de todo el cerebro en general. En
los pacientes, como muestra la Figura 2, las zonas donde vemos rojo, y
especialmente aquellas donde se ve el amarillo intenso indican los casos más
extremos de pérdida de materia gris. Esto surge de la comparación con los grupos
de control de la misma edad.
Figura 2. VBM en seis casos de Demencia Semántica
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Entonces, cuando consideramos conjuntamente los seis pacientes que padecen
de demencia semántica observamos que la punta anterior del lóbulo temporal se
afecta en gran medida por la atrofia, por el proceso de enfermedad. No debe
sorprendernos que mientras más severa es la condición del paciente, el alcance de
la atrofia también aumenta. Otro aspecto destacable es que en el cuadro más leve
podemos ver atrofia en el lado izquierdo, mientras que el lado derecho está
totalmente indemne. Cuando vamos bajando a los pacientes más severos, notamos
que invariablemente el polo derecho también se afecta, y esa región de anomalía
va creciendo al par de la severidad.
Respecto de esa superficie ventral, vale la pena destacar el carácter inferior de
la atrofia correspondiente a esta enfermedad. La atrofia del lóbulo temporal –de
gran extensión en todos los pacientes (Cf. Figura 2)- socava la superficie ventral.
Como se señaló, solo en el caso más leve la lesión afecta únicamente al
hemisferio izquierdo, mientras que en todos los otros se extiende bilateralmente.
Esto constituye importante evidencia para demostrar la intervención de esta
región en la memoria semántica. Sin embargo, esta no es el área más típica de
activación en los procesos semánticos normales, tal como lo muestran los estudios
de resonancia magnética. Como consecuencia, tenemos que preguntarnos por la
razón de esta inconsistencia, es decir, por qué no vemos activación de los
procesos semánticos normales en lo que es el área registrada para los pacientes
con demencia semántica. Me gustaría sugerir que hay dos motivos principales.
El primer motivo es que el polo temporal está más afectado por un problema de
tipo técnico que presenta la resonancia magnética funcional, y que es conocido
como “artefacto de susceptibilidad”. Este hace que sea difícil detectar actividad en
el polo temporal. Los expertos que trabajan con resonancia magnética dicen que
es un problema solucionable, pero aún no ha podido resolverse. Los estudios de
PET, en cambio, no presentan este artefacto y pueden detectar más fácilmente la
actividad en esta área.
Pero hay otros motivos. Muchas tareas para la evaluación de la memoria
semántica normal no están diseñadas para demandar conocimientos conceptuales
muy específicos. Pretendo mostrar que la naturaleza de la pérdida semántica en la
demencia semántica en realidad da lugar a dificultades con respecto a este
conocimiento específico del concepto.
A partir de estos problemas planteados, me gustaría entonces sugerir que si
bien nosotros podemos resolver el primer problema utilizando PET en lugar de
resonancia magnética funcional, en realidad terminamos viendo la activación
relacionada con los procesos semánticos en el lóbulo temporal anterior. En la
Figura 3 se observan los resultados de un estudio reciente que nuestro grupo ha
realizado utilizando esta técnica PET. Los estímulos en este experimento eran
imágenes de objetos en un nivel muy específico. Nos referíamos por ejemplo a
objetos como el pájaro que nosotros llamamos el Martín Pescador, equivalente al
gorrión en castellano, es decir algo que la gente va a poder identificar, no
simplemente como “esto es un pájaro”, sino como efectivamente un Martín
Pescador. Entonces elegimos objetos tales como el Martín Pescador, y la gente da
la respuesta dentro de la cámara PET. Las decisiones “sí” y “no” a nivel
semántico se producen en tres niveles: a nivel superordinado se les pregunta si es
un animal, es decir, una decisión bastante general. A nivel intermedio o básico se
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les pregunta si es un pájaro. Y a nivel subordinado se les pregunta si es un Martín
Pescador. Siempre se les presenta la imagen de este pajarito, el Martín Pescador,
pero se les hacen tres preguntas diferentes, con distinto nivel de especificidad,
para ver cuál es el criterio de respuesta.
Figura 3. Activación relacionada con procesos semánticos
All
All semantic
semantic
>> baseline
baseline
XX == -38
-38
Subordinate
Subordinate >> Basic
Basic
++ Superordinate
Superordinate
XX == -50
-50
SONEPSA Conference
12 November 2004
Si vemos estas tres condiciones semánticas, podemos verificar actividad
posterior. Por un lado, hay activación del lóbulo occipital, lo cual no es de
sorprender en estas imágenes, pero respecto de la activación temporal está bien
retrotraído, en la parte posterior de la unión occipital temporal. Pero cuando
vemos simplemente a nivel subordinado si es un Martín Pescador y lo
comparamos con los otros dos tipos de decisiones semánticas, en ese caso sucede
que de repente podemos tener activación en la parte anterior del lóbulo temporal.
Aun más: si comparamos esta activación y vemos las coordenadas de las
activaciones en pico y las relacionamos con el pico de reducción de materia gris
en nuestra técnica anterior de morfometría en demencia semántica, las
coordenadas si bien no son exactamente idénticas, en terminología de imagen
encefálica en realidad se superponen. O sea que pareciera ser que podemos
recoger evidencia de la importancia de esta región tanto de la imagen funcional en
procesos semánticos normales como en aquellos pacientes que tienen demencia
semántica.
A continuación intentaré identificar cuáles son los déficits presentes en una
persona que tiene esta forma de atrofia temporal anterior bilateral que llamamos
demencia semántica. El perfil de demencia semántica es un perfil de deterioro
gradual pero eventualmente profundo del conocimiento conceptual tanto en los
dominios verbales como en los no verbales. Trataré ahora de dar un ejemplo de lo
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que ocurre en los diferentes dominios. Observemos una conversación sostenida
entre John Hodges, el médico en este caso, y un paciente que padece demencia
semántica. John le pregunta al paciente: “¿Qué tipo de trabajo hizo?” Y el
paciente responde: “Me gusta hacerlo, diez, por veinte, por cincuenta”.
Este paciente había trabajado como contador durante treinta años. En el
momento de esta conversación tenía la anomia profunda tan característica de la
demencia semántica. Así, no podía decir “yo era contador”, pues ya no tiene
acceso a esta palabra, de modo tal que todo lo que puede hacer es, con estas
palabras de mayor frecuencia, indicarle al médico que su trabajo tenía que ver con
los números: “diez, por veinte, por cincuenta”. Luego el médico le pregunta: “¿Te
gustan los hobbies?”. Entonces él contesta: “¿Los hobbies?, ¿qué son los
hobbies?”. Esta pequeña conversación nos muestra la pérdida de vocabulario tanto
expresivo como receptivo. Ya no dispone de palabras como para decir “contador”,
una palabra extremadamente común para esta persona que era contador, pero
tampoco reconoce palabras bastante comunes como un “hobbie”.
Consideremos una técnica experimental, en la cual le damos a un paciente
nombres de objetos o animales y le pedimos que nos diga qué significan. Veamos
en este caso un ejemplo de un paciente con este cuadro, que está tratando de
definir diferentes nombres de animales. Le decimos al paciente: “¿Qué es un
cisne?”. El paciente responde: “¿Es un pato, es un pájaro? No puedo recordarlo”.
En realidad todavía tiene cierta información razonable, sabe qué tipo de ave es un
cisne, parecido a un pato, sabe que es de la categoría de un ave, pero no puede dar
detalles específicos. En Inglaterra, los cisnes son muy comunes, de modo que todo
el mundo tendría que poder describir lo que es un cisne. A continuación le
decimos “cocodrilo”. “No puedo recordar”, dice, “para nada… ¿no está en el
mar, o sí?”. Es interesante analizar la respuesta: él no sabe tanto sobre los
cocodrilos como sobre los cisnes -tengamos en cuenta que los cisnes son más
comunes en Inglaterra que los cocodrilos-, pero tiene alguna idea muy perdida,
muy vaga que este animal guarda cierta relación con el agua. Más tarde le
decimos: “Una cebra”. Ciertamente ahora llegamos a un animal menos común
para alguien que viva en Cambridge. Entonces él dice: “No tengo idea de qué
estamos hablando”. Con esto no nos puede dar ningún tipo de información.
Finalmente, le pedimos información sobre un “caballito de mar”, un “hipocampo”
y él dice: “No sabía que había caballitos en el mar”. Evidentemente estamos en
presencia del efecto de familiaridad: el cisne es muy común, el hipocampo es
menos común, y registramos en consecuencia los efectos relacionados con la
cantidad de información mínimamente requerida que el paciente ha podido retener
y manejar.
Consideremos ahora una segunda tarea experimental. Observemos qué ocurre
con el desempeño de este paciente si le mostramos imágenes de animales y le
pedimos que las nombre. En una primera etapa le mostramos animales bastante
comunes y corrientes. Cuatro de las imágenes de los estímulos que utilizamos,
perro, gato, caballo y vaca, fueron nombrados correctamente por el paciente. En
Gran Bretaña y probablemente en muchos países en todo el mundo estos son los
animales más comunes. Después le damos al paciente una cantidad de tipos
diferentes de animales relativamente comunes, cuadrúpedos con cola y con ojos
(chancho, cabra, oveja) y el paciente a todos ellos responde “perro”. A
continuación le damos al paciente imágenes de un conejo, un ratón y un mono y el
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paciente dice para todas “gato”. Y finalmente le damos león, rinoceronte, cebra y
oso y él dice “caballo”.
Este ejemplo ilustra el alcance al que se evalúa la pérdida. Estas imágenes
provienen del conjunto de Snodgrass y son del mismo tamaño. Están dibujadas de
manera tal que el rinoceronte, que es bastante grande, y el ratón, que es bastante
chico, en realidad ocupen el mismo tamaño en el dibujo. Pero cuando el paciente
da un nombre erróneo, cuando utiliza perro para lo mediano, gato para lo mediano
y caballo para lo grande, se equivoca de forma tal que puede apreciarse que en
realidad ha retenido cierto conocimiento en su sistema semántico acerca del
verdadero tamaño de estos animales en la vida real. Aun cuando da por respuesta
el nombre equivocado.
Ahora, analicemos qué pasa cuando se trata de animales atípicos. Le
mostramos una lombriz, que ya no es un cuadrúpedo con dos ojos, no es típico,
entonces el paciente dice “es algo largo”; frente a un hipocampo, el paciente dice
“es una cosita chiquitita”; cuando finalmente le mostramos un pez y una rana, que
no son animales de aspecto típico, simplemente dice “no sé qué es”.
Tratemos de resumir entonces los fenómenos demostrados por este tipo de
patrón de denominación.
1. La extremada severidad de este déficit. Hay más de doscientas imágenes en este
set, y el paciente sólo pudo nombrar correctamente veinticuatro, que es 9% de
acierto. De lo que sería un 100 % de una situación normal. O sea que hay una
anomia severa.
2. El paciente tiene un vocabulario sumamente restringido. En el dominio animal,
como vimos, lo que puede decir es básicamente “perro”, “gato” o “caballo”.
3. Aparece un efecto de frecuencia o familiaridad: los pocos ítems correctos son
altamente familiares
4. La “pérdida” del conocimiento conceptual es parcial, no se da a todo o nada.
Esto lo deducimos del análisis de los errores cometidos por los pacientes, en los
que detectamos la conservación de información relacionada con el tamaño de los
animales.
5. Finalmente, algo que es muy importante, el efecto de la prototipicidad. Este se
asocia a diferentes tipos de demencia. Encontramos que los animales típicos
comparten un tipo de territorio en donde se encuentran animales como perro,
caballo o gato. Estos son más fácilmente denominados. Pero cuando los animales
a denominar están en un espacio semántico diferente, los pacientes no consiguen
llamarlos por su nombre sino que se les dice “algo chiquitito” o “algo largo”.
Hasta este punto en realidad todas las tareas mencionadas, ya sea la definición
o la denominación, tienen que ver con palabras, mientras que, como he dicho al
comienzo, se trata de establecer un tipo de deterioro que afecta el conocimiento
semántico verbal y no verbal.
Veremos a continuación la evidencia que sostiene esta afirmación. Para
comenzar, tenemos evidencia a partir de los dibujos; sin embargo, aquí todavía
estamos en un caso en donde la dificultad en las palabras puede dar explicación
del déficit, porque le solicitamos al paciente que haga un dibujo de objetos
comunes a partir del nombre que le damos. En esta tarea le decimos al paciente:
“Por favor dibuje un pato” y qué es lo que hace el paciente, algo que se parece
bastante más a un perro, al menos un animal cuadrúpedo, con ojos, con cola,
aunque quizá no sea un perro bárbaro, con certeza no es un pato. Se podría decir
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que el paciente no conoce ya la palabra pato, que tiene una idea vaga de que
estamos haciendo referencia a un animal y es por eso que dibuja un animal
bastante típico. No obstante, como espero mostrar, puede haber otro elemento que
pueda dar cuenta de esto.
En otra experiencia, en lugar de mencionar el nombre “pato”, le mostramos al
paciente la fotografía o la imagen de un pato. Nuevamente las imágenes provienen
del set de Snodgrass. Este experimento nos permite diferentes condiciones. En
esta ocasión dejamos la imagen del pato frente al paciente y le pedimos que lo
copie. De esta manera, no estamos utilizando el nombre del objeto para nada;
simplemente le estamos diciendo que copie lo que está viendo. Este paciente
(Figura 4) quizá no sea el mejor artista del mundo pero obviamente ha
reproducido una imagen razonable de este pato: tiene pico, dos patas, alas, la cola
típica de un pato, y demás características. No tiene problemas visuo-espaciales,
puede copiar lo que ve. Sin embargo en una segunda condición, le mostramos a
este paciente la imagen por un tiempo, luego se la quitamos y después de una
demora de 10 segundos le decimos: “Por favor, ¿puede dibujar lo que acaba de
ver?”
Figura 4. Dibujos de un paciente con Demencia Semántica
Modelo
Copia con modelo presente
Copia diferida (10 segundos)
Y eso es lo que el paciente dibuja: el pato ha adquirido cuatro patas y se ha
convertido en algo que se parece mucho más a un perro que a un pato. Es decir, ya
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no tiene el cuello típico del pato, y aunque no es cabalmente un perro, tampoco es
un pato, y se parece más a un perro que a un pato.
Es decir, si estamos hablando con pacientes que tienen una memoria semántica
bien deteriorada, cuando ellos ven esta imagen no tienen idea de lo que es. En
realidad saben que están frente a algo parecido a un animal, y cuando la imagen
está frente a ellos la pueden copiar perfectamente bien. ¿Qué sucede después de
una demora de 10 segundos? La memoria semántica, el conocimiento que el
paciente tiene respecto de todo esto, influye e interfiere con su capacidad para
recordar lo que vio. Si nosotros hacemos esta tarea, cuando yo digo: “Por favor,
dibuje lo que usted vio hace diez segundos”, ustedes pensarían, “Bueno, fue un
pato”. Así, ustedes no necesitarían recordar todos los detalles que estaban en la
imagen que les mostrábamos, sino que van a poder dibujar dos patas según lo que
ustedes ya saben, por su información semántica, que es un pato. El paciente ya
carece de todo esto, entonces todo lo que recuerda después de una demora breve,
es que había algo que se parecía a un animal. Entonces en ese caso va a dibujar un
animal que es bien prototípico. Podemos ver otro ejemplo: un paciente que dibuja
un rinoceronte inmediatamente, viendo la imagen, o después de una demora. En el
caso de la Figura 5 se trata evidentemente de un mejor artista, realmente el
rinoceronte dibujado es perfecto. Tiene dos astas, tiene una piel bien gruesa,
piernas anchas. Pero diez segundos después de habérsele quitado la imagen, aquí
tenemos nuevamente otro perro. Han desaparecido los cuernos o astas y el animal
es un animal mucho más típico.
Figura 5. Copia y reproducción de objetos en DS
Copia con modelo presente
Copia diferida
Cabe aquí hacer un comentario respecto de la relación con la memoria
episódica de estos pacientes, porque en general decimos que estos pacientes tienen
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una memoria episódica diaria muy buena. Lo interesante, sin embargo, es que, si
lo que se les pide que recuerden encaja muy bien dentro de su experiencia diaria y
de lo que es normal y típico para ellos, entonces en ese caso lo pueden recordar
bien. Del mismo modo, si lo que se les pide recordar es algo sin contenido
semántico entonces funcionan casi tan bien como un sujeto normal. Por ejemplo,
si hacemos el test de la figura de Rey funcionan bastante bien, la respuesta es casi
normal. Lo que me parece interesante sobre el pato que se convierte en un perro,
es una cuestión de interferencia de la memoria semántica deteriorada en la
memoria episódica. Entonces mi propuesta es la siguiente: si a ustedes se les pide
que dibujen un pato con un retraso, recordarían qué es un pato y eso influiría en el
dibujo. Quizá no harían una representación literal de lo que se vio, pero el dibujo
respetaría o seguiría el conocimiento que uno tiene sobre un pato. Pero el paciente
no puede hacer esto. La memoria semántica en su estado deteriorado está
afectando su desempeño y está interfiriendo con ella, porque todo lo que puede
dibujar ahora el paciente es lo que recuerda conceptualmente de la imagen que
vio, y lo que recuerda conceptualmente era que era un animal. Dado que el animal
típico tiene cuatro patas, entonces esto es lo que dibuja. Vemos así cómo
interactúan las dos memorias. Cómo una afecta a la otra es una cuestión
sumamente importante y que no hemos estudiado en profundidad todavía. Pero
creo que estos dibujos son una buena muestra de que la memoria episódica no es
inmune a los efectos de la memoria semántica.
El último conjunto de datos que quiero presentar son los datos que apoyan mi
teoría de que nos enfrentamos también a un trastorno para reconocer objetos.
Estas distintas modalidades de entrada y salida dependen del sistema conceptual.
Analicemos una nueva prueba: le pedimos al paciente que haga una decisión de
objetos. El objetivo es, entonces, reconocer objetos como reales o familiares. Para
esto, creamos una prueba de la que tal vez conozcan otras versiones. La
convertimos en una prueba de cuatro alternativas: les mostramos dos pares de
animales y vemos cuál de los dos es el real (Figura 6).
Figura 6. Prueba de decisión de objetos
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En este caso, las imágenes son pares porque le sacamos las orejas al elefante y
al mono irreal le agregamos las orejas del elefante. Se produjo un cruce de
información.
Nuestro interés era recuperar evidencias sobre el impacto de la tipicidad en el
declinamiento semántico. Hicimos para ello una predicción muy sólida sobre la
diferencia entre estas dos condiciones. En el caso de los monos, hay dos objetos,
donde el objeto real es más típico dentro de su dominio que el no real. Esto
significa que con respecto a las orejas, en el reino animal en general el mono tiene
unas orejas determinadas, pequeñas, pero en el caso del elefante, el elefante real
es el que tiene el rasgo atípico. Por lo tanto, en el caso de los elefantes, el
elemento no real es más típico que el real.
Nuestra predicción era que el paciente tendría que hacer la prueba bien cuando
lo real es lo típico, pero tendría que cometer muchos errores en el caso contrario.
La Figura 7 muestra los datos de este experimento en un grupo de 12 pacientes
con demencia semántica. Los dividimos en casos más leves y en casos más
graves. Manipulamos además la familiaridad y la frecuencia de los objetos. Pero
la manipulación más significativa, por supuesto, es la tipicidad del objeto relativo
versus el no relativo.
Si atendemos aquí a los cuatro grupos, mientras que lo real sea más típico que
lo irreal el desempeño es excelente, por encima del 90%. Incluso en pacientes con
demencia grave. Pero no les va bien porque reconozcan lo real, les va bien porque
lo real tiene algo típico de su condición. Cuando invertimos esta tipicidad entre lo
real y lo irreal, el paciente comienza a equivocarse más. Esto se incrementa para
los pacientes con demencia más grave, sobre todo cuando los objetos son menos
familiares.
Figura 7. Decisión de objetos en dos grupos de pacientes con DS
Natural Selection: Object Dec
1
R>NR, HiF
Proportion Correct
0.9
R>NR, LoF
0.8
NR>R, HiF
0.7
NR>R, LoF
0.6
0.5
0.4
0.3
0.2
0.1
0
SD: Mild
SONEPSA Conference
SD: Severe
12 November 2004
Esto significa que, en general, los pacientes tienen más probabilidad de elegir
el elefante con las pequeñas orejas que el elefante con las orejas grandes, aunque
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claramente nunca han visto un elefante con este tipo de orejas. Este es un efecto
muy notable en esta tarea meramente receptiva (no le pedimos al paciente que
diga nada, que dibuje nada, sólo le pedimos al paciente que reconozca o no lo que
ve).
Estos experimentos, tomados en conjunto, nos permiten establecer ya algunas
conclusiones. La memoria semántica es crucial para casi todos los aspectos del
conocimiento y de la cognición humanos. Cuando hablamos, vemos, tocamos
cosas, la memoria semántica nos permite darle un sentido a la experiencia. En
cuanto a su fisiología, parece depender notablemente del lóbulo inferior anterior
temporal, bilateral. En relación con su degradación, la memoria semántica se
caracteriza por la pérdida gradual de los detalles específicos, con una preservación
relativa de las características que son comunes a una serie de conceptos
relacionados. No lo hemos mostrado aquí, pero cabría aclarar que la degradación
de los conceptos se aplica transversalmente tanto a los conceptos abstractos como
a los concretos.
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