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BUDISMO Y VIDA COTIDIANA
GOSHO PARA DIALOGAR
Recitar daimoku
para una vida
victoriosa
Si desea liberarse de los sufrimientos del nacimiento y la
muerte que ha venido soportando desde el tiempo sin comienzo, y manifestar sin falta una iluminación insuperable en esta
existencia, debe percibir la verdad mística que existe en todos
los seres vivos en forma inherente y primigenia. Esta verdad
es Myoho-rengue-kyo. Por lo
tanto, recitar Myoho-renguekyo le permitirá aprehender la
verdad mística que existe de
manera innata en todas las formas de vida.1
La práctica de recitar el daimoku de
Nam-myoho-rengue-kyo proporciona infinitos beneficios, pues nos
permite extraer de nuestra propia
vida el poder ilimitado de la Ley mística, que es la Ley primordial del universo.
Nichiren Daishonin se puso de pie
para concretar la felicidad de todo el
género humano mediante el poder
benéfico sin límites de Nam-myoho1) END p.3
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rengue-kyo. La base doctrinal de
esta lucha se expresa de manera
concisa y sencilla en este pasaje inicial de El logro de la Budeidad en
esta existencia.
Recitar Nam-myoho-rengue-kyo es
fusionarnos con la Ley mística. Es
una práctica budista que integra
nuestra vida con la Ley mística. Y, a
la vez, es una batalla, para vencer la
oscuridad innata que nos impide
experimentar esa fusión. Cuando,
mediante la fe, derrotamos la oscuridad de la ilusión y de la ignorancia,
y comprendemos que somos entidades de la Ley mística, el infinito
poder de dicha gran Ley se despliega en nuestra propia vida. Este es el
beneficio inimaginable de Nammyoho-rengue-kyo.
Recitar Nam-myoho-rengue-kyo con
espíritu de búsqueda en la fe es la
esencia de la práctica establecida y
propagada por Nichiren Daishonin.
Nichiren Daishonin dice: “No hay
felicidad más verdadera para los
seres humanos que entonar Nammyoho-rengue-kyo”2. Esta felicidad,
3) END p.3
nos dice, es la “alegría ilimitada de
la Ley”y se refiere a la dicha indestructible y a la paz espiritual inherente a la vida y a la existencia en sí.
Experimentar este júbilo significa
sentir y disfrutar al máximo la infinita fuerza vital que es inseparable de
la Ley mística. El Daishonin indica
que la forma que tenemos de experimentar la dicha de la Ley mística
es mediante la práctica de Nammyoho-rengue-kyo.
Si nuestra postura de fe es tibia y a
medias, no podremos cambiar
nuestra actitud interior ni modificar
nuestra vida de raíz.
Como lo indica el Daishonin cuando
dice: “Haga surgir una profunda
fe”3, si queremos manifestar la
Budeidad en esta existencia, tenemos que seguir esforzándonos por
profundizar nuestra fe y nuestra oración. A medida que nuestra fe se
vuelva más profunda, naturalmente
se traducirá en una oración más
concreta y con mayor convicción.
Recitar daimoku para una vida victoriosa
Como nuestra práctica de la fe
apunta a lograr la Budeidad en esta
existencia, es absolutamente esencial que, cuando practiquemos daimoku, tengamos una actitud mental
solidamente enfocada. Es como
disparar una flecha: si uno no tiene
un blanco trazado con claridad, tampoco tendrá fuerza para tensar el
arco con energía y determinación.
Del mismo modo, las oraciones
sólo pueden concretarse cuando
uno convierte sus deseos difusos
en determinaciones concretas, y
realiza el daimoku con la convicción
de que, sin falta, logrará lo que se
propone.
El Daishonin escribe: “Sufra lo que
tenga que sufrir; goce lo que tenga
que gozar. Considere el sufrimiento
y la alegría como hechos de la vida,
y siga entonando Nam-myohorengue-kyo, pase lo que pase. ¿No
sería esto experimentar la alegría ilimitada que proviene de la Ley?”4
Debemos seguir practicando daimoku, tanto en épocas de sufrimiento como de alegría. El énfasis,
en esta frase, está puesto en la
palabra “siga”; es decir en continuar. Y es fundamental hacerlo
tanto en “el sufrimiento” como en
“la alegría”. Cuando un se encuentra
ante un hecho desgraciado o peno-
so, lo fundamental es que no retroceda. Antes bien,”suframos lo que
haya que sufrir”. Esto no implica en
absoluto, una actitud resignada o
escapista; por el contrario, se trata
de mirar la realidad de frente y sin
concesiones, desafiarnos con bravura basados en el daimoku. El Daishonin explica que esta es la actitud
correcta que deben tener los practicantes de la Ley mística. La fe en el
budismo del Daishonin está constantemente enfocada en la realidad.
Sin batallar para vencer la ignorancia
o la oscuridad, no podemos manifestar la naturaleza esencial de los
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fenómenos o naturaleza del Dharma
(es decir el estado de Budeidad).
Pero esta lucha debe librarse
mediante el esfuerzo en la fe; de
otro modo, no podremos construir
un estado de vida inconmovible,
fusionado con la naturaleza del
Dharma. Esto se debe a que si
nuestra determinación “flaquea tan
sólo un instante”, como escribe el
Daishonin, seremos vulnerables a
las influencias demoníacas.
La práctica constante del daimoku
implica una lucha por mantener la
convicción de que Myoho-renguekyo existe en nuestro interior y
derrotar la oscuridad fundamental
inherente a nuestro ser. Cuando
creemos en los cinco ideogramas
de Myoho-rengue-kyo, podemos
transformar positivamente los
ciclos de la negatividad, la ilusión y
el sufrimiento que venimos repitiendo a lo largo de la vida como resultado de nuestra oscuridad o ignorancia innata, y en forma natural grabar en lo profundo de nuestro ser la
causalidad para manifestar la Budeidad en esta existencia.
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En este caso, la fe es la causa, y la
manifestación del estado de
Budeidad el efecto. Por ende, grabar en lo profundo de nuestra vida
la causalidad para el logro de la iluminación significa vencer mediante la fe la oscuridad innata que es
el origen de los males y sufrimientos, y establecer en nuestra vida el
ritmo vibrante y activo de Myohorengue-kyo, la verdad mística inherente a todos los fenómenos. El
estado de Budeidad sintoniza perfectamente con este ritmo de
Myoho-rengue-kyo.
La práctica del Nam-myohorengue-kyo por los bodhisattvas de
la tierra en esta época significa
recitar daimoku por la iluminación
de las personas, una práctica
orientada a la felicidad de uno y de
los demás. El Daishonin dice en El
verdadero aspecto de todos los
fenómenos:”Al principio, sólo
Nichiren
recitó
Nam-myohorengue-kyo, pero luego lo siguieron dos, tres y cien más, que lo
entonaron y enseñaron a otros”5.
En efecto, la esencia del daimoku
yace en entonarlo y enseñárselo a
los demás.
El daimoku que hacen los bodhisattvas de la tierra se caracteriza por
una fe profunda y minuciosamente
fortalecida para superar la oscuridad
y las funciones negativas de la vida,
y por una práctica que es para uno
y, a la vez, se transmite a los
demás. Es esencia, es una fe dedicada al Kosen-rufu.