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Nueva etiqueta electrónica Un chip amenaza con sustituir al código de barras HANNOVER, Alemania (France Presse).— ¿Hay un punto en común entre la biblioteca del Vaticano, los boletos de entrada del Mundial 2006 de fútbol en Alemania y las alpacas de Perú? Sí, es la identificación por radiofrecuencia (RFID), a la que los expertos predicen un gran futuro en la feria mundial de alta tecnología CeBIT, en esta ciudad. El principio de base es un chip del tamaño de un timbre postal colocado sobre un objeto o documento. Las informaciones que contiene pueden ser leídas o transmitidas sin contacto con un lector situado a algunos metros, por radio. Las aplicaciones son múltiples para esta nueva tecnología que aparentemente va a llevar al olvido al código de barras y facilita las tareas de mercadeo, organización y distribución, pero también puede ser una amenaza, sobre todo en el campo de la circulación de datos personales y privados. Actualmente ya llevan etiquetas electrónicas los chalecos de algunos deportistas, que así puedan ser ubicados y cronometrados en los puntos de paso o peajes. También cuentan con esa tecnología los libros de ciertas bibliotecas, lo que permite administrar los préstamos. Y los boletos del Mundial para poder identificar al comprador y luchar contra el fraude y el mercado negro. En Perú, algunos criadores de alpacas —un pariente de la llama conocida por su finísima lana— les implantan un chip RFID detrás de la oreja para desalentar a los ladrones. Algunos ya imaginan estos chips colocados sobre los pacientes, con toda su historia clínica adentro. Según un estudio reciente del instituto IDTechEx, los gastos en el mundo en tecnologías vinculadas con el RFID van a pasar de 1,850 millones de dólares el año pasado, a 12,350 millones en 2010. Deutsche Bank Research es aún más optimista y estima el potencial de aquí al año 2010 en 22,000 millones de euros (26,000 millones de dólares). Alemania es el país europeo que más invierte en proyectos vinculados con RFID, delante de Gran Bretaña y Francia. El éxito de la nueva tecnología dependerá sin embargo del costo de los componentes, así como de los esfuerzos de estandarización. Una iniciativa en este sentido, llamada EPC, es apoyada por más de 700 empresas en el mundo. Pero un obstáculo final de cierta importancia será el miedo de los consumidores a los riesgos para la salud que provocará la “neblina electrónica” que generará la nueva tecnología y sobre todo, las potenciales amenazas a la vida privada.