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ESTUDIANDO
UNA
LENGUA
INDIGENA: EL MATACO
C
N Simancas, en el sevillano Archivo de Indias, en tantos otros depósitos de nuestro pasado, donde está guardada la historia de la conquista y de la colonización, está registrada la cristianización de los indígenas y la administración de aquellos Inmensos territorios, la defensa contra los ataques de extranjeros y los acuerdos
Internacionales sobre los que se fundamentó et dominio, pero están también las huellas de los misioneros que estudiaron las lenguas y culturas indígenas.
Por otra parte, en la historia de América, por una serie de complejas razones,
muchas de ellas políticas, en todas las Implicaciones del término, Junto a la necesidad
de estudiar la etapa de la Independencia, la fundación y desarrollo de las diferentes
repúblicas, se ha vuelto cada vez más importante el estudio del mundo indígena. Un
mundo indígena que fue estudiado primero, con amor y en profundidad, por los Sahagún, los Garcilaso, los Acosta, por los innumerables cronistas y viajeros, y por los
misioneros autores de vocabularios y gramáticas, pero que luego ha sido investigado
por las atractivas ciencias nuevas, que sólo en forma germinal se encuentran ya en I03
autores españoles de los siglos XVI a XVIII. La antropología, la etnología, la lingüística, desarrolladas en el siglo XIX, y con tan grandiosos logros en el XX, permiten
valorar el legado Indígena, tanto en las descripciones de nuestros antiguos autores,
como en su presencia y situación actual, y hacen del indigenismo componente fundamental de los estudios americanistas.
A partir de una primera estancia en Argentina, hace ya un cuarto de siglo, comencé a reunir libros y a estudiar algo de las lenguas de aquella parte de América.
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ANTONIO TOVAR
LLORENTE
En un viaje ulterior pude por fin trabajar con los indígenas del Chaco, donde me
introdujo un excelente colega argentino, Enrique Palavecino, entretanto desaparecido,
y a quien me es grato recordar aqui. Pude en unos años de actividad en la Universidad Nacional de Tucumán iniciarme en las lenguas del Norte argentino, y gracias
a la excelente biblioteca que habían reunido, en los Institutos de arqueología y etnología de aquélla, profesores como Alfred Métraux y R. Altieri, compuse un laborioso
Catálogo de las lenguas de América del Sur. Pero lo Inmenso del tema, las siempre
limitadoras circunstancias personales, la Inestabilidad de nuestros países hispánicos,
no me permitieron, como yo hubiera querido, lograr más resultados. En 1970 pude
volver al Chaco y allí di remate al menos a mis Informes y materiales sobre una de
las lenguas de aquella región: el mataco.
En la zona donde trabajé, hacia donde coinciden las fronteras de Argentina,
Bolivla y Paraguay, conviven varias lenguas muy diversas. De las grandes familias
de América del Sur, una vez extinguidos dialectos araucos que parece se extendieron hasta allí, tenemos el chiriguano y otras variedades del guaraní. Háblase
también, como representante aún hoy vivaz del antaño poderoso grupo gualcurú, el
toba. Y después, como lenguajes propios del Chaco occidental, del viejo tronco, los
del grupo llamado mataco. Dos lenguas de este grupo arraigan en la zona y una
tercera se extiende hacia el Este por el poco conocido Chaco paraguayo: el mataco
propiamente dicho y el chorote, y el chulupl o asuslay. En mis primeros y siempre
más ambiciosos Intentos me acerqué a varias lenguas, pero al fin me concentré en
el mataco, por la razón de que hallé un excelente Informante, un indígena muy inteligente, Santos Aparicio, que como nieto de un curandero o brujo de su gente sabia
muchas tradiciones y cuentos. Era quizá más urgente acudir a lenguas casi totalr-/ente Inexploradas y en peligro de extinción, mientras que para el mataco habla
ya gramática y diccionario, debidos al misionero Inglés Rl J. Hunt, pero se me impuso
la superioridad del Informante.
Y así me encontré, en 1960, dueño de una colección de grabaciones magnetofónicas, pero hube de hacer un nuevo viaje, en 1970, para poder transcribir aquel
tesoro. Creía yo ingenuamente que, con las cintas magnetofónicas en mi poder, la
transcripción era posible sin más que la ayuda de fonéticos competentes. Pero el
carácter poco material de los sonidos del lenguaje quedó de manifiesto cuando el
más ejercitado oído fonético —y dispuse en los Estados Unidos de colaboradores
excelentes— no podía distinguirlos, privado del apoyo del conocimiento de la lengua.
Tuve por eso que volver al Chaco, transcribir con mis informantes todas las cintas,
repitiendo de viva voz palabras y frases, y analizar elemento por elemento hasta
formar un diccionario. De ese hasta ahora último viaje regresé con las transcripciones completas y con un diccionario terminado, pero me faltaba construir la gramática. A ella estoy dedicado ahora, y ese es el tema que voy a tocar a continuación.
Voy a limitarme a mis resultados más seguros, pensando que ello pueda servir
de atracción para jóvenes estudiosos que quieran orientar su americanismo por el
campo oe la lingüistica, en el que el trabajo es Inmenso y urgente: inmenso por la
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ESTUDIANDO UNA LENGUA
INDIGENA
variedad y número de lenguas, urgente por la destructividad Inevitable del progreso
actual. Donde entra lo que llamamos desarrollo o civilización, las lenguas aborígenes
quedan gravemente amenazadas.
LA FONOLOGIA DEL MATACO
C ABEMOS bien que en cada lengua la fonología forma un sistema bastante
^
coherente, aunque siempre en evolución. En el Congreso de Americanistas de
Lima en 1970 presenté la fonología del mataco en parte coincidiendo, y en parte
disintiendo de un intento que habla publicado una investigadora argentina, María
Teresa Viñas Urqulza. Su estudio me resultaba precioso, pues se basaba en otras
observaciones y otros informantes, y sin embargo, hasta en sus discrepancias con
mi Intento anterior, me ayudaba a lograr una mayor precisión.
MI Impresión es que, salvo si se trata de una lengua con tonos, no hay que
exagerar el exotismo de ninguna. Las posibilidades de los órganos de fonación
humanos son limitadas, y más limitada todavía es la selección que en cada lengua
forma el sistema. Con sus seis vocales en tres grados de abertura, tres anteriores
y tres posteriores, sus tres consonantes oclusivas sordas y una glotal sorda, tres
glotallzadas correspondientes a aquellas, sus dos africadas, su / y su h en distribución complementarla, sus dos I, sorda y sonora, sus tres nasales m, n y ñ, con
sus correspondientes sordas, sus labializadas tw y qw, su s sorda y sus dos semivocales y y w, tenemos un sistema de 29 ó 30 fonemas, lo que es muy normal, y
apenas si en algunos sonidos nos resulta exótico, ya que las limitadas posibilidades
de la boca humana nos presentan tales sonidos, para nosotros más o menos extraños,
en las lenguas y dialectos más variados
SISTEMA FONOLOGICO DEL MATACO
VOCALES
orales
nasales
(variantes fonéticas)
/I/
/u/
IV
/e/
/o/
IZ/
/o/
/a/
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ANTONIO TOVAR
CONSOMANTES
bilabiales
dentales
oclusivas
Ipl
/t/
Idem glotalizadas
/p?/
/t?/
palatales
glotal
/q/
?
laringal
(variante fonética)
/qw/
africadas
/ts/
fricativas
/ch/
/s/
/i/
/fw/
/h/
/jw/
lateral sonora
/I/
Idem sorda
/I/
nasales
/m/
/n/
/fí/
Idem sordas
/?m/
/?n/
/?ñ/
SEMIVOCALES
dorsales
/q?/
Idem lablallzada
Idem lablallzadas
LLORENTE
/y/
/w/
Pero si en la fonética, con sus componentes contables y limitados, las posibilidades son fáciles de explorar y podemos llegar a un esquema sistemático y completo,
a medida que nos adentramos en los otros planos de la gramática, la complicación
crece, y la reducción a sistemas se complica.
Aprovecharé la oportunidad para recordar ante los estudiosos de ciencias humanas y sociales que el estructurallsmo, hoy tan de moda en tantos manuales de divulgación de cuarta mano, procede precisamente de la lingüistica, y del capitulo de la
fonología, donde su aplicación resultó genial. Una fonología o fonemática estructural
es absolutamente indiscutible; una estructuración de campos, como el morfológico,
de mayor complejidad es deseable y posible, si bien la estructuración no resulte por
si misma, sino que vaya teniendo partes arbitrarias. Si seguimos ascendiendo en los
planos descriptivos de la lengua, en el sintáctico la estructura se descubre con
mayor inseguridad, por tratarse de elementos más complejos, que caben tal vez en
dos o en tres casillas distintas. En el léxico, en la infinita riqueza de palabras de
cualquier lengua, aun de las que llamamos primitivas, el sistema se aplica mejor a
partes de él que a parcelas extensas o a la totalidad. Los que hemos asistido, ^n
los últimos decenios, al triunfo del estructuralismo lingüístico, y hemos visto los
límites del mismo, no debemos ocultar nuestra desconfianza ante los excesos estructurallstas que Intentan aplicar un método que se basa en lo contable y limitado a
realidades difícilmente encasillabas, y quizá infinitas. Una ciencia estructural de la
literatura o una antropología cultural a la Lévi-Strauss parecen elucubraciones deslumbradoras, a veces, como en el caso del gran antropólogo y americanista francés,
basadas en un gran conocimiento de la materia, pero, a lo sumo, desiderata de Imposible realización.
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ESTUDIANDO UNA LENGUA
INDIGENA
LA CONSTRUCCION DE LA GRAMATICA DEL MATACO
T SOLVIENDO a mis experiencias en la construcción de una gramática, voy a
v
concentrarme en algunos puntos en que pueden reflejarse las dificultades que
lleva consigo tal empresa.
En primer lugar, el concepto de palabra. En las lenguas que tienen una ortograffa fijada, palabra es, ya se sabe, un continuo que se transcribe en letras entre
dos espacios en blanco. Es verdad que las preposiciones o los grupos enclíticos
como dígaselo comprometen un tanto el principio, y podemos preguntarnos si en la
o de la —este grupo compuesto de dos elementos, mientras que su paralelo masculino del es un único grupo en la escritura—, o se y lo son tan palabras como casa
y diga. Pero el problema en lenguas no escritas, lenguas que han vivido hasta ahora
sin fijarse sobre el papel, el problema se presenta al descubierto, y asi nos ocurre
con el mataco.
Como suele ocurrir con las lenquas, el mataco participa de diversas características tipológicas, y es difícil decidirnos a señalar qué tipo predomina en su estructura.
Por una parte, las relaciones gramaticales se expresan, como ocurre en las lenguas aislantes, mediante el orden de palabras. El determinante precede al determinado, como ocurre a menudo en Ingles: w/ch/ 1 we/es 2 las casas 2 de la gente 1 ; ylq e
p?antei letela2 lecheyalwap tomó 1 a !a nietecita' de la abuela 2 .
Pero, por otra parte, hay en mataco signos gramaticales de naturaleza abstracta
y simbólica —es decir, con forma variable—, como en las lenquas flexlvas. El signo
de plural en ello-s ama-n es completamente distinto en el nombre y en el verbo de
nuestras lenquas Indoeuropeas, y tal cosa ocurre en mataco, donde un elemento
(h)en es signo de plural en verbos —y también en adjetivos y pronombres—, pero
los nombres forman el plural con -s, o con -/, símbolos tan abstractos como en latín
domln-l o rosa-e o arbor-es, sin deiar por eso de existir un plural de tipo aislante,
donde el plurallzador es un elemento pronominal el oue slonlflca "otro" o bien la
pluraHzaclón del reflexivo Ial: qates estrella, qatestseI estrellas: payl rana, payKals
ranas.
Usando la termlnoloqia de la gramática china, vemos que también en mataco palabras "llenas" como 'otro' o 'se (reflexivo)' se convierten en "vacias", puros signos
de plural. Verdaderos semas pasan a ser puros signos gramaticales.
En este camino de tener sionos abstractos el mataco ha avanzado tanto como
cualquier lengua. Por ejemplo, existe un qa que Indica referencia posesiva. Por ejemplo, chu cuerno se convierte en qachu arpón: un objeto puramente natural se hace asf
artefacto; hl significa 'estar' y, del modo más general, 'recipiente', pero qahi es
'vasija'; tela es 'abuela' natural, qatela es 'suegra'.
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ANTONIO TOVAR
LLORENTE
Junto a los verbos —muy cerca de los cua'es están los adjetivos calificativos—
y los sustantivos y pronombres —por usar términos de nuestra gramática que tienen
aplicación allí— existen en mataco una cantidad de elementos que funcionan como
relaciónales. Tenemos por una parte prefijos: índices de posesión, por ejemplo, wet
casa, owet mi casa, atvef tu casa, lewet su casa. Este último posesivo puede tener un
significado más débil, casi como un artículo Indeterminado: ohán el lenayij sigo otro
camino.
¡
Las raices de sentido verbal tienen para indicar el sujeto prefijos que sólo en la
primera persona coinciden con los posesivos nominales: ohanel ihl hap owet sé donde
está mí casa, ta owital estamos perdidos.
Para indicar el sujeto de 2" persona el prefijo verbal es le- y el de 3 a /-: letiia)
llevas, leye¡ dejas; Imñ duerme, Iho se va.
Pero el verbo en esta lengua no es sólo subjetivo, como en las nuestras, pues
puede Indicar con un prefijo en la forma verbal no el sujeto, sino el complemento:
entonces la lengua es muy precisa, y cuando coloca en el lugar del sujeto otro pronombre que no desempeña tal función, utiliza el prefijo posesivo, y no el verbal:
af/lá/ te llevo —compárese letilél en el párrafo anterior— teq t?um lehi la no pudo
sostenerse.
Ya en estos ejemplos se ve la admirable economía de esta lengua, que no es
rígida y permite, por otro lado, una gran movilidad a los signos, repitiéndolo con un
adverbio: owl ta oyel (yo-) mucho estoy cansado, u omitiéndolo cuando está claro
a qué persona se refiere: ta owital t?at nam hanej estamos perdidos, pues, y no
sabemos.
Con la misma economía se indican con el verbo los pronombres complemento:
ya hemos visto afílá/ te llevo —que podría ser igual 'te lleva', pues no se índica el
sujeto sino únicamente el posesivo: la acción de llevar se refiere a la segunda persona—. Con expresión de sujeto de primera persona: o a ilán te pegaré, donde tetenemos el sujeto de primera y el complemento de segunda; más un pleonástlco
/- de 3"; exactamente Igual (pues de una vez para todas diremos que en mataco 'a
h en cualquier posición es facultativa, tal vez enfática o para evitar hiatos) o a hlwen
te veo. El Imperativo lleva no sujeto, sino posesivo nominal para indicarlo: a che ho
no pe, que analizamos a continuación.
La primera persona complemento suele aparecer en la forma no: Ische letM¡ no
bien (estarla) que me llevaras, itwen no ho nos enseñaban, ache' ho> no2 pe3 ven>
encima3 de mP. Usamos de propósito el término complemento, pues estos pronombres no representan sólo el objeto, sino otras formas de relación con el verbo, como
nuestro dativo, o las que indicamos en nuestras lenguas con preposiciones: véase
ei ejemplo últimamente dado.
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ESTUDIANDO UNA LENGUA
INDIGENA
La posibilidad de poner delante de ralees de sentido verbal los prefijos nominales
nos indica la escasa diferencia que hay entre verbo y nombre. Mas por otro lado es
posible en mataco utilizar como verbos pronombres o partículas. Tomemos por
ejemplo hap, que a veces no es más que un demostrativo, pero que puede actuar
como verbo cópula, y hasta va seguido de una partícula específicamente verbal e,
que indica que el verbo tiene un complemento en el sentido más general —tal cosa
viene a ser el predicado con la cópula—: qa hap e huseq no es un consejo; qamal1
otwítses2 hap e-1 todavía 1 somos' malos2 —nótese, como señalábamos antes sobre la
libertad en el uso de los signos, que el pronombre de primera persona acompaña
aquí no al verbo, sino al predicado—.
Este último ejemplo nos muestra la naturaleza verbal del adjetivo en su función
predicativa: leqawon ichal su sombrero es negro. Podemos igualmente analizar
ofwasl somos pequeños, con el prefijo de primera persona —que no es obligatorio
Indique si es de singular o plural, ello queda claro en el contexto— más la forma
plural del signo twa¡ que se usa para el diminutivo; la -/' final no es sino la partícula
verbal e que hemos analizado hace un momento. Esta partícula, que toma, seguramente por eufonía, las formas e, ye, a, ya y también -/, tiene mucha importancia en
mataco, e indica que el verbo lleva un complemento, el cual queda a menudo encerrado entre la raíz verbal y este elemento: ¡hSn tahi ye la llevó al monte, oyen t?at
nisahes a hicimos, pues, zapatos. Con esta partícula se vuelve transitivo o perfectivo
un verbo: tu/w comer/fufiv/ devorar, yapil ta yapl e vuelven y llegan. Mediante ella
se indica que la acción queda completa o alcanza su término o llega a su objeto.
Por medio de partículas postpuestas, que no podemos analizar aquí, el verbo
mataco precisa o modifica su significación o el tipo de relación con sus complementos. Nos limitaremos a algunos ejemplos: ya¡ tirar/ya/ ho partirse, we?n tener/
we?n ho dar; o bien con una partícula por ejemplo de valor instrumental o comitatlvo: ti poner/f/ye/ cargar con, creer, fwiya Ii volandottwiya ye¡ pha levantar el vuelo
con (alguien o algo). Por medio de partículas de este tipo se indican, siempre con
admirable economía y sin mecanizar el uso de los signos, tiempos, aspecto», modos
y otras modificaciones del verbo: con pej tenemos la acción repetida o el imperfecto,
con 1/ algo parecido (por ej. tsan clavar/fsan 1/ escarbar, pal golpear/pal 11 no darme
de palos); la significa después, y vale con presente para formar el futuro, p?ante
forma un pretérito remoto, y así sucesivamente.
Volviendo otra vez al delicado problema de la tipología de esta lengua, estudio
en el que los lingüistas nos movemos con dificultad, diriamos que una lengua de tan
pobre flexión, y con una aglutinación también muy reducida, pertenece por muchos
de sus rasgos a las lenguas aislantes. Por eso sin duda hay en mataco formas difíciles de clasificar, y aun de analizar, elementos que sirven simplemente como
Instrumentos de relación, pero que otras veces son usados como verdaderas palabras.
Las palabras llamadas vacias en la gramática china son palabras que han perdido,
pero quizá no del todo, su sentido propio.
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ANTONIO TOVAR
LLORENTE
Tomemos por ejemplo una frase en mataco: ta niwoyaset ta/ Tacho?nai los pobrecltos Frentones —nombre de tribu—. La partícula ta, la misma que aparece a continuación como tai, funciona en primera posición en la frase aquí como una especie
de art/culo, pero a continuación ta¡ conecta el adjetivo con el nombre. La palab'a
niwoyaset pobrecitos contiene incorporados un as que se halla frecuentemente en diminutivos, pero además podemos seguir intentando un análisis: ni es la negación, wo
significa 'hacer', seguido de la partícula ye, la cual "se ha abierto", como dice para
estos casos el autor de la primera gramática de esta lengua, R. J. Hunt, y todavía
podríamos especular sobre esa -f que cierra la palabra, y sobre la que no tenemos
más remedio que volver en seguida.
La palabra ta que hemos visto en la frase anterior, no sólo une nombre con
atributo como allí, sino sujeto con predicado, incluso verbal: iñojtwas ta ima\ ni
cuantos han quedado, o también un verbo con otro: ta twit ta ilánhen tiran a matar,
o un verbo con su complemento: iyahin ta olamel (nos) miran a nosotros; o también
puede hacer de relativo: ho?nat ta u¡te lugar que llaman, tal o ta ihi salió de donde
estaba. Pero es que la misma ubicua partícula funciona como verbo, y entonces significa ser, estar, haber y hasta estar sentado: ho?nat ta ¡ta ye el lugar donde estaba,
¡ta che p?a se sentó.
Ya hemos dicho que en esta lengua la continuidad del morfema puede romperse
y "abrirse" y tomar otros fonemas en medio: na/'/'1 f 2 el 3 a 2 ochumet no' hay2 otro3
trabajo 4 . Esta -t es la que hemos encontrado hace un momento en niwoyaset y la que
sirve para formar verbos derivados: de fía se sienta, hay, es, que ya hemos visto,
se derivan itat pone, tat ho echar, etc.
No podemos entrar en el tema de la construcción de las frases, pero nos limitaremos a presentar algún ejemplo, donde se puede hallar la misma admirable economía:
talame' ta2 o/ánasen3 f?a/ 4 pase?nas' ohSn eí oqatimeq'1 entonces 1 matamos 3 , pues*,
bagres 5 , (los) cogemos 6 (con) nuestros anzuelos'. El orden verbo-complemento se
repite en la frase; el sujeto de primera persona se repite en ambos verbos y va como
prefijo de la palabra 'anzuelos' —que por cierto no lleva, sin duda por innecesario,
signo de plural—; en la palabra que marcamos con el 3 tenemos, además de sujeto,
un diminutivo que se indica con -as- y que en nuestra lengua no sabemos cómo traducir: es afectivo o algo así; tenemos además el signo de plural -(h)en, que traducimos con la persona nosotros; en la forma ohén e tenemos un verbo que sin duda con
la partícula alude a su realización en el objeto: lo que traducimos con 'los', y la ¡dea
de instrumental para traducir 'con' quizá va también ahí indicada.
Los verbos indican con simple sucesión lo que a nosotros nos parecería subordinación: hiwen ¡chat e vio que habla llegado, yiq Taqtwaj t?u qwe p?a?nan fuese
T. a buscar ají.
La enigmática figura de fray Bartolomé de las Casas es, en su amor por los Indígenas americanos, un especial representante de aquellos apostólicos lingüistas, los
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INDIGENA
primeros europeos que descubrieron, en la empresa colonizadora, la riqueza y la
unicidad de cada lengua y cada cultura. Después de unos siglos, en este nuestro
tiempo de movimiento y de tendencia a la unidad, aquellas lenguas que se presentaban en tiempo de Las Casas en toda su riqueza y variedad están a menudo en
grave peligro de desaparecer. Y con una lengua que se muere tenemos la tristeza de
perder una cultura entera y una imagen completa e intraducibie del mundo. ¿No es
labor de americanistas de ahora salvarlas, o recoger al menos sus testamentos?
ANTOMIO TOVAR LLORENTE
Universidad da Tübingen