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Palabras en la mira Los puntos sobre las íes (y aún más: dos puntos, infringir/infligir, asesino) [Publicado en la revista Quo en su número de enero de 2007] La puntuación suele presentar problemas graves al redactor. Pueden emplearse por razones varias, pero surge la duda cuando se trata de una enumeración. ¿Debemos usar dos puntos antes de una serie? La respuesta simple es sí y no. Me explico… ¡Pero no se asuste usted con la terminología! Con los ejemplos todo quedará clarísimo (espero…). Va: si la enumeración ilustra o ejemplifica un complemento o atributo después del verbo, sí se emplean los dos puntos. Por ejemplo: “Leeremos varios libros: Cien años de soledad, Rojo y negro, Ana Karenina, etcétera”. En este caso, el complemento directo “varios libros” está ejemplificado por los títulos que siguen después de los dos puntos. Pero si suprimimos “varios libros”, la enumeración es el complemento, y no requiere dos puntos: “Leeremos Cien años de soledad, Rojo y negro, Ana Karenina, etcétera”. También puede ejemplificarse el atributo de un verbo, como en esta oración: “Luisa lo es todo: inteligente, hermosa y simpática”. Pero si no incluimos el atributo “todo”, no se emplean los dos puntos: “Luisa es inteligente, hermosa y simpática”. ¡No te confundas! Es común ver cómo la gente se confunde con dos verbos que se parecen mucho: infringir e infligir. Además, ambos poseen connotaciones negativas, lo cual facilita aún más la confusión. La primera significa “quebrantar leyes, órdenes, etcétera”, como en la oración “Los campañas políticas infringieron la ley al aceptar donativos del extranjero”. El verbo infligir, por otra parte, significa “causar [algún daño]”, como en este caso: “La cerrazón del gobierno en Oaxaca inflige daños enormes en la población”. No se pueden infringir daños ni infligir leyes. ¡Y cuidado! Muchos, aun cuando escogen el verbo correcto en el caso de infligir, le meten una n de más, “prestada” de infringir, como cuando se dice “El huracán Gilberto inflingió daños incalculables en el sureste”. No… Hay que decir que infligió daños incalculables… Qué curioso… Todo el mundo sabe qué es un asesino: una persona que mata a alguien, que comete asesinato. Pero no todos están enterados de que esta palabra proviene de la voz árabe haššāšīn, la cual significa “adicto al cáñamo indio” o, en otras palabras, al hachís. Pareciera que, desde la óptica de la cultura de origen, quienes se dedicaban a la matanza profesional, cumplían con su chamba bajo la influencia de las drogas. En la actualidad mexicana, cualquier relación entre drogas y asesinatos seguramente es mera coincidencia.