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APUNTES PARA UN ESTUDIO COMPARATIVO ENTRE LAS DEVOCIONES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y LA DIVINA MISERICORDIA (GUILLERMO ARIAS, S.J.)
Que la devoción a la Divina Misericordia ha prendido entre el pueblo devoto es un
hecho. Que muchos elementos de la devoción más tradicional al Sagrado Corazón
de Jesús perduran en los corazones de muchos es una realidad. Eso no debe
sorprender, dado que está anclada en el “secreto de amor” que dejó patente la
fecunda fuente del Costado rasgado y abierto “para que también ustedes crean”
(Jn 19,35).
Que en ambas instancias la devota atención de los fieles converge en el Corazón
del Redentor es evidente, pero que el mensaje y sus respectivos iconos difieren
también salta a la vista. Y es natural que deseemos comprender mejor en qué
medida, hasta dónde y por qué. A continuación comparto con ustedes mi lectura acerca de las
convergencias y divergencias más marcadas, más un primer intento por evaluarlas en búsqueda de una
síntesis del mensaje que nos comunican ambas tradiciones.
1. Coincidencias y matices más generales:
La primera y más patente coincidencia es que ambas corrientes devocionales impactan masivamente al
pueblo creyente bajo el impulso de una revelación privada del Señor a una joven religiosa.
- La devoción tradicional al Sagrado Corazón a través de Santa Margarita María de Alacoque, en Paray le
Monial, Francia (1647-1690).
- La devoción a la Divina Misericordia por parte de Santa María Faustina Kowalska (1905-1938).
2. Ambos mensajes coinciden en llamarnos a una confianza total e ilimitada en la infinita compasión y
misericordia que descubrimos en la fuente del Corazón del Redentor.
- La popular jaculatoria, apellidada milagrosa, “Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío”, no se origina
directamente en Santa Margarita, sino en la amplia corriente de espiritualidad que impactó tan
marcadamente la piedad católica particularmente durante los siglos XIX y XX. Sin convertirse en aspecto
tan esencial al mensaje recibido del Señor como en el caso de sor Faustina, en los escritos de Santa
Margarita aflora continuamente la confianza y esperanza con que debemos volvernos al Corazón de
Jesús, abismo insondable de misericordia.
- “Jesús en ti confío”, el pie de imagen que el Señor le pide explícitamente a Santa Faustina para sus
cuadros e imágenes, señala mucho más decisivamente la tesitura espiritual sin la cual no podemos
abrazarnos a la Divina Misericordia. En este caso se trata de un elemento constitutivo e imprescindible;
en el anterior, más bien de un resultado. Poco ofende más al Señor que nuestra desconfianza, nos repite
continuamente Sor Faustina.
3. A ambas Jesús se les manifiesta resucitado
- Margarita: “…Se presentó Jesucristo, mi dulce Señor, resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas,
que brillaban como otros tantos soles, saliendo llamaradas de todas las partes de la Sagrada Humanidad.
Pero sobre todo, de su adorable pecho, que parecía un horno encendido. Habiéndose abierto, me
descubrió su amabilísimo y amante Corazón, que era el vivo manantial de las llamas”.
- Como observamos más arriba, Faustina ve cómo del pecho del Señor, que viste una túnica blanca
brotan el agua y la sangre transformados en bellísimos rayos de luz. “La fuente de mi misericordia ha
sido abierta por la lanzada que recibí en la Cruz. Los dos rayos que salen de mi costado representan la
sangre y el agua. El rayo pálido, el agua que justifica las almas. El rayo rojo, la sangre que las purifica.
Ambas salieron de lo profundo de mi misericordia”. “Desde esta imagen yo les miro como desde lo alto
de la Cruz”, añade posteriormente el Señor. Pero es Jesús resucitado a quien ella contempla radiante
frente a sí.
4. Ambas reciben una misión de vital urgencia para enfrentar las dificultades de sus respectivos
momentos históricos
- “No puedo contener ya más el fuego de mi caridad”, le dijo Jesús a santa Margarita. “Ahora se
derramará sobre el mundo a través de ti”, etc. Y sabemos que azotaba la cristiandad la enfermedad
jansenista y el mensaje de Paray fue por siglos el más efectivo antídoto para enfrentar la frialdad
prevalente y recurrente en los ambientes eclesiales.
- Para los inmisericordes tiempos que le ha tocado vivir a la humanidad desde los albores de la segunda
guerra mundial al presente, si una medicina nos hace falta individual y colectivamente es la Misericordia
Divina. A tamaños males, único antídoto efectivo y sanador, la compasión divina: “La humanidad está
ansiosa y no encontrará la paz hasta que se vuelva con confianza hacia mi Misericordia, el más grande
atributo de Dios”.
2. Divergencias y matices más generales:
En relación con el objeto esencial o formal de ambas devociones observamos estas divergencias:
- Dentro del mensaje de Sor Faustina la Divina Misericordia misma es el objeto formal, como atributo
divino y trinitario.
- La Persona misma del Verbo de Dios encarnado, N.S. Jesucristo, en el caso del mensaje de Paray.
En cuanto al objeto material:
- Para Santa Faustina: La imagen misma de la Misericordia que el Señor le
comisionó.
- Para Santa Margarita; El corazón humano y físico de Jesús, tal como se lo
mostrara nuestro Señor.
En relación con la esencia de ambas devociones:
- La confianza en el caso de la Divina Misericordia.
- El desagravio, la reparación y la consolación al Sagrado Corazón en el caso
de la revelación a Santa Margarita.
(Sobre estas divergencias me guío mayormente por el estudio teológico que le
comisionó Juan Pablo II al Rev. Ignacio Rosycky, cuando todavía era arzobispo de Krakow).
En cuanto a sus exigencias:
- Las exigencias del mensaje de Paray se expresan mayormente en términos de frutos de santidad
personal y consagración al Corazón de Jesús en actitud de oblación y reparación.
- La devoción a la Divina Misericordia incluye explícitamente la práctica pro-activa de la misericordia
hacia el prójimo con todas sus exigencias prácticas. Si este elemento falla o falta, el devoto se autoexcluye del particular favor del Señor: “Exijo de ti obras de Misericordia que deben surgir del amor hacia
Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni
excusarte ni justificarte” (Diario 742).
Sabemos que la verdadera devoción al Corazón de Jesús siempre fue fecunda en eximias obras de
caridad. Masivamente, de hecho. Pero se trataba siempre de unos frutos que se daban naturalmente al
configurarnos con el Corazón de Jesús, más que una exigencia explicita y programática.
Coincidencias y determinados matices en relación a las prácticas:
En ambos casos el Señor manifiesta su deseo de que la Iglesia celebre una fiesta especial.
- A Margarita le pide una fiesta que expresara el deseo de compensar y reparar las tantísimas ofensas
que le hacemos al Señor los que le debemos todo, particularmente amor. La tenemos y celebramos
anualmente – tal como nos la pidió - el viernes posterior a la octava de la fiesta del Corpus Christi.
- A Faustina, la celebración se señala para el domingo siguiente al de Pascua, como Domingo de la
Misericordia.
De ambas el Señor requiere una particular atención a determinadas horas de la semana o del día.
- A Margarita le pide que los jueves por noche, a partir de las once, se disponga a acompañarle y a
participar de la tristeza que le embargó en Getsemaní.
- A Faustina, que haga su mejor esfuerzo por acompañarle diariamente de tres a cuatro de la tarde, con
el propósito de acompañarle en su dolorosa pasión y en recuerdo agradecido de la hora en que se
consumó sobre la colina del Gólgota.
A ambas les pide Jesús procurar que una representación grafica de su amor encarnado llegue a manos de
los fieles.
- A Faustina con mucho mayor énfasis y precisión que a Margarita, el Señor Jesús le encarga: “Pinta una
imagen según el modelo que ves, con una inscripción debajo que diga Jesús en ti confío”. “Vi al Señor
Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la
túnica blanca sobre el pecho. Del pecho por la abertura de la túnica brotaban dos grandes rayos…, uno
rojo y otro pálido”. “Ofrezco a la humanidad un recipiente con el que han de venir a la fuente de la
misericordia”.
- A Margarita, por su parte, sólo le deja sentir interiormente y sin mayores detalles que quiere “bendecir
los lugares donde la imagen de su Corazón sea colocada y honrada”.
Ambas reciben el encargo de propagar un deseo salvífico del Señor relacionado a una práctica de índole
devocional privilegiada con particulares bendiciones.
- La comunión reparadora de los Primeros Viernes de Mes en el caso de Santa Margarita.
- La coronilla de la Divina Misericordia en el caso de Santa Faustina.
A ambas el Señor les asegura y reitera repetidas veces que habrá de bendecir abundantemente a quienes
la ayuden a propagar la misión y el encargo que han recibido.
- Todavía corren entre las manos de los fieles cientos de miles de copias con las 12 promesas de
bendición entresacadas de los escritos de santa Margarita. Se imprimieron por primera vez en 1882 en
Ohio, USA.
- Y tanto más conocidas son las promesas del Señor a Sor Faustina: “Para quienes propaguen mi
Misericordia no seré juez, sino Salvador misericordioso”, etc. Medios masivos de comunicación tales como
EWTN privilegian efectiva y afectivamente desde hace años la proyección y propagación del Mensaje de la
Misericordia.
Ambas espiritualidades son marcadamente eucarísticas:
- “Ofrezcan a Dios las plegarias que el Salvador profiere en lugar nuestro en el sacramento del altar”, nos
anima santa Margarita. Una estrechísima relación existe entre la devoción al Corazón de Jesús y
movimientos como el Apostolado de la Oración, que alientan entre los fieles la ofrenda de la vida, en
unión con Jesucristo, que continúa ofrendándose por nosotros al Padre sobre el altar eucarístico.
- La coronilla de la Misericordia alienta poderosamente entre los fieles la conciencia del sacerdocio común
que ejercen al ofrecerle “al Padre el Cuerpo y la Sangre, alma y divinidad de tu Divino Hijo, nuestro
Señor Jesucristo en satisfacción de nuestros pecados y los del mundo entero”.
Divergencias y determinados matices en relación a las prácticas:
No tienen mayor importancia ni son muy marcadas. Me limitaré a señalar una en relación con el rezo de
la coronilla de la Misericordia, una de las prácticas privilegiadas para el que abraza la devoción a la Divina
Misericordia y que señalo en el párrafo anterior como lugar de convergencia eucarística. Aún así,
tengamos en cuenta que se trata de una plegaria propiciatoria o de expiación por los pecados de todos.
Que se dirige al Padre, invocando los meritos eucarísticos de la Pasión de Jesucristo e implorando su
misericordia. La plegaria misma es un gesto misericordioso por parte del que la ofrece a favor de tal o
cual beneficiario en particular y todos en general. En resumen, el acento es marcadamente trinitario. Aún
así, Jesús, Misericordia encarnada de la Santísima Trinidad, es el mediador de todas esas gracias para
nosotros.
Observemos, por tanto, que queda desplazado el énfasis - asociado con el mensaje de Paray - de reparar
por las ofensas personales que recibe directamente Jesús en su alma (Corazón) por parte de nuestra
frialdad y ofensas, particularmente en referencia al don de la sagrada Eucaristía.
Las repercusiones históricas del mensaje de Paray van incuestionablemente mucho más allá y no se
limitan a la actitud de reparación al Señor Jesús por las ofensas que recibe su amor ignorado y
despreciado. Pero es obvio que el centro de nuestra atención en el mensaje que recibe santa Faustina
tiene otro matiz: “Recuérdale a mi Padre e invoca los méritos de mi dolorosa Pasión, apodérate
confiadamente de mi misericordia y compártela generosamente imitando mi compasión”.
3. Intento de síntesis y conclusiones
En la encíclica, “Haurietis Aquas”, Pío XII llegó a afirmar que en la Devoción al
Corazón de Jesús damos con la expresión más completa de la fe cristiana. Y
aunque el contenido de su mensaje excede los límites del mensaje de Paray le
Monial, sabemos que lo incluye, afirma y abraza. En ese sentido, debemos
reconocer que estaríamos hablando de Devoción al Corazón de Jesús con
mayúscula, y por tanto de un mensaje más abarcador que el nos llega a través
de santa Faustina. Digo limitadamente, ya que ella misma se alimentó y abrazó
de la devoción al Corazón del Redentor que “Haurietis Aquas” reconoció y
proclamó como la expresión más perfecta de la vida cristiana.
La segunda afirmación es que la Devoción a la Divina Misericordia, que nos
transmite Santa Faustina, cabe plenamente dentro de la gran Devoción al
Corazón Traspasado del Redentor cultivada a lo largo de siglos en la vida de la Iglesia. No viene a
completarla, sino a continuarla, fortalecerla y propagarla bajo un prisma providencial y urgente.
Creo que no la completa porque su riqueza es insondable: “La anchura, longitud, altura y profundidad del
amor de Cristo supera todo conocimiento” (Ef 3,18). Y Jesús mismo continúa revelándonos al Padre y su
Misericordia.
Ante la revelación intencional por parte de Jesús de la amplitud y exigencias que su Misericordia plantea
a la humanidad desde el mensaje de santa Faustina, no encuentro otra respuesta que con san Pablo,
doblar las rodillas (Ef 3,14), acatar y romper en acción de gracias.
Con lo dicho, dejo a entender que no tengo ni creo que debamos sustentar dudas por tratarse de
revelaciones privadas. Que con la muerte del último apóstol haya quedado completo el contenido de la
Revelación no significa que Dios haya quedado mudo y mucho menos su Palabra Eterna, Jesucristo, N.S.
Siguiendo la norma evangélica “por sus frutos los conocerán” (Mt 7,16), ambos mensajes han pasado con
honores el escrutinio responsable de la autoridad de la Iglesia. Ambas fiestas han sido aprobadas y
ambos mensajes refrendados ampliamente, más en sus líneas maestras, que en sus detalles, desde
luego. Por su naturaleza misma toda experiencia mística está condicionada y limitada por la sicología y
demás cualidades o defectos de su beneficiario. Esto no le ha impedido ni le impedirá al Señor
comunicarse con nosotros o encargarnos lo que quiera.
Porque conozco algo de su desmedida misericordia, no me extraña en modo alguno que haya querido
venir a recordamos lo que olvidamos continuamente, lo que descuidamos practicar, lo que necesitamos
afirmar y gritar desde los tejados: Su compasiva misericordia que quiere iluminar nuestra noche,
desesperanza y obstinado rechazo de su amor y evangelio.
Hasta hace poco había un aspecto del mensaje de la Misericordia que no llegaba a convencerme del todo.
Y se lo planteaba afectuosamente al Señor como pregunta retórica en estos términos: “¿Quién necesita
hoy esa misericordia que nos ofrecías a través de Santa Faustina? Hoy la humanidad más que desconfiar
de Ti, te ignora. ¿Quién echa hoy de menos tu Misericordia? Ni siquiera tienen conciencia de haberte
ofendido… Y peor todavía, ¡están convencidos de que no tú no les haces ninguna falta!”.
Unas líneas del cardenal Christoph Schonborn al Congreso Internacional sobre la Divina Misericordia en
Roma (en abril del 2008) vino a aclararme lo que sólo intuía afectivamente: “¡Precisamente por eso!
¡Porque estamos tan enfermos que rechazamos el único remedio y médico capaz de sanarnos, es que
urge tanto recordarle al mundo de tu obstinada Misericordia! Es el único recurso seguro”.
Tu Corazón, Señor, es la única puerta de hospital que necesitamos tocar. Tú, el único médico que el
Padre avala y certifica como capaz de restaurarnos. Pero como el alcohólico empedernido continuamos
haciéndonos creciente daño.
Por la dolorosa Pasión de tu Hijo, Padre, ¡ten misericordia de nosotros y del mundo entero!
Jesús, ¡en Ti confío!