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El Santuario Omnia Matri Ecclesiae de
Belmonte: un gran desafío para la
Campaña de la Virgen Peregrina
Por Cristina White, asesora laical de la Campaña en la diócesis de Nueve de Julio,
Argentina, con motivo del aniversario del fallecimiento de Joao Pozzobon •
En septiembre de 2004 una amiga me invitó a la peregrinación a Roma para la
bendición del Santuario de Belmonte. El día de la llegada, víspera de la bendición,
todos los peregrinos del Schoenstatt internacional nos congregamos en la plaza de
San Pedro para una gran celebración que tendría lugar en los Jardines del Vaticano, en
la Gruta de Nuestra Señora de Lourdes.
Yo, como misionera de la Campaña, llevaba conmigo una Peregrina que el Padre
Esteban Uriburu me había entregado hacía muchos años. Era de las primeras de Don
João en Brasil y en cuya estampa él mismo, de su puño y letra, escribió una oración a
la Mater.
Como un mar de imágenes peregrinas
Reinaba un espíritu de recogimiento y alegría entre los miles de personas que
estábamos reunidas en torno a las andas que portaban el cuadro de la Mater que al
día siguiente sería colocado en el Santuario. A la espera del comienzo de la
peregrinación hacia la gruta, que dicho cuadro encabezaría, sucedió algo
impresionante que nos dejó a todos descolocados y atónitos: sin una gota de viento,
ni ningún mínimo movimiento que lo justificara, el cuadro de la Mater, que estaba bien
fijado en las andas, cayó al piso y se rompió en muchos pedazos… En medio de un
silencio y estupor general, los misioneros que llevaban sus Peregrinas inmediatamente
las levantaron: fue como un mar de imágenes que llenaban la plaza. Una de estas
Peregrinas fue colocada en las andas en donde antes estaba el cuadro, y para
encabezar la procesión se pidió a la Tercera Imagen Auxiliar internacional que estaba
presente en ese acontecimiento.
Al llegar a la gruta, donde los sacerdotes a cargo pronunciarían sus mensajes a toda la
Familia, de pronto una amiga se me acerca y sin darme tiempo a pensar me entrega la
Peregrina que llevaba, que era ni más ni menos que aquella que Don João le enviara al
Padre Kentenich en 1968, diciéndome que me pusiera con las dos Peregrinas junto a
la Auxiliar y a las autoridades en la gruta, que Ellas debían estar allí…
La Campaña encabezando la peregrinación de todo Schoenstatt
Son situaciones que uno nunca espera. Para mí fue muy impactante ya que estábamos
frente a todo el Schoenstatt internacional. Luego de los discursos comenzó
nuevamente la procesión de regreso por los jardines rezando el Rosario. La
experiencia fue indescriptible, ya que, por los caminos de la Providencia llevando esas
Peregrinas, me tocó encabezar la marcha junto a los portadores de la Imagen Auxiliar.
Detrás venían los sacerdotes y los miles de peregrinos, ¡y todo esto en el corazón de la
Iglesia!!
Hubo muchas interpretaciones acerca de la súbita caída y rotura del cuadro del
Santuario. Personalmente, desde un principio, y cada vez lo veo más claro, fue como
un pedido de la Mater a todos diciéndonos que sin nosotros Ella no puede obrar, que
está urgida y necesita más entrega, y que en el medio del corazón de la Iglesia nos
mostraba su corazón herido y anhelante. También fue un signo fuerte que las
Imágenes de la Campaña llevadas por los laicos salieran a la cabeza de esta importante
celebración.
Hay un gran nexo entre Belmonte y la Campaña
Sin duda hay un gran nexo entre Belmonte y la Campaña. En las palabras que el Padre
Kentenich pronunció con motivo de la bendición de la piedra fundamental de
Belmonte mencionó la importancia de una Iglesia que, como roca peregrina, se
moviera hacia el pueblo; esto es lo que desde un principio Dios nos regaló a través de
la Campaña: un Schoenstatt que sale al encuentro, la Mater urgida que emprende esta
Nueva Visitación a sus hijos como la gran portadora de Cristo y como la Madre y
Educadora del pueblo. La Campaña, para llevar adelante esta misión de Schoenstatt de
la configuración mariana del mundo en Cristo, necesita líderes que, en el espíritu de
Don João que tenía esta visión internacional de la Campaña, crean en este misterio y
se jueguen heroicamente por ella. Aquí está el gran desafío.
La visión de un Movimiento popular de peregrinos
En una carta a los hombres de la Federación del 21-12 1933 el Padre Kentenich les
decía: “Debemos dar un paso desde un movimiento de dirigentes hacia un movimiento
popular, sin descuidar por ello la educación y la organización de los dirigentes”; más
adelante: “somos responsables como portadores de un movimiento popular mariano”,
también: “Queremos conducir al pueblo a que se vincule espiritualmente con fe a
nuestro Santuario” y más adelante agrega: “nuestro año popular debería encontrarnos
trabajando para formular estas verdades de una manera popular y de propagarlas” y
hacia el final de la carta dice: “¡Santidad de la vida diaria! Ya hace mucho que en
nuestros círculos estamos luchando por ese ideal. Ahora es necesario familiarizar a
nuestro pueblo con esta misma aspiración”.
En ese entonces aún no existía la Campaña. Hoy podemos afirmar por la vida que ella
es una concreción de aquel anhelo del Padre Kentenich. Personalmente tuve la gracia
de trabajar muy cerca del Padre Esteban Uriburu, de ser testigo de su pasión por esta
corriente de gracias que surgió en Santa María y que él descubrió y difundió, así como
también dio a conocer la persona y el espíritu de Don João. Siempre decía que lo que
percibíamos era sólo la punta del iceberg y que había mucho más…
Enamorado de Schoenstatt veía a la Campaña como el vehículo veloz del Mensaje de
Schoenstatt y no se cansaba de ver en ella plasmado el ideal de Schoenstatt para el
mundo, para la renovación de la Iglesia. Con gran ardor y entusiasmo iba descubriendo
en esta nueva irrupción de la gracia cada palabra y mensaje del Padre Kentenich
encarnados, la visión profética del Padre para la Iglesia de las nuevas playas. La carta
mencionada anteriormente junto a un sinfín de charlas del Padre eran para él
afirmaciones de que la Campaña era la respuesta a los anhelos del Padre para estos
tiempos. Cada día, a la luz de la fe práctica en la Divina Providencia, hacía un nuevo
descubrimiento que le encendía el corazón y contagiaba a quienes estábamos con él.
En él, Dios nos regaló un instrumento predilecto, un auténtico hijo líder del Padre
Kentenich, que nos enamoró de la Campaña y nos dejó un legado que es fuego puro y
arde en nuestros corazones. Algo que nos dejó marcado fue su espíritu internacional.
El Padre Kentenich, a raíz de esto, le dijo una vez que era el “Cristóbal Colón de
Schoenstatt, de la Mater. Hoy sería el primero en jugarse por la misión de Belmonte, y
desde el cielo, nos sigue inspirando para que nosotros lo hagamos. Es increíble la
fuerza de la Comunión de los Santos porque ellos no descansan y gracias a Dios nos
ayudan en esta aventura.
Desde Belmonte un Schoenstatt en salida
Como misioneros de corazón abierto al mundo como lo tenía Don João, creo que
asumiendo la misión del Santuario de Belmonte y dándola a conocer a través de la
Campaña, podremos llenar de Capital de Gracias ese Santuario, ser verdaderas
ofrendas vivas y así colaborar con la Gran Misionera en su tarea de la educación del
hombre nuevo en la nueva comunidad que es la Iglesia, que es el mundo, y así generar
ese movimiento “en salida” hacia nuestros hermanos necesitados como nos pide
permanentemente el Santo Padre Francisco.