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La Viña Multiplica
SANIDAD INTERIOR
Manual del Estudiante
Manual del Estudiante
Principios de Sanidad Interior
Sesión 1
¿Qué es la sanidad interior?
Tanto la Biblia como nuestra experiencia nos hacen ver que no somos personas hechas de una sola
pieza sino que somos seres compuestos de varias partes. La Biblia habla del cuerpo, el alma y el
espíritu (1 Tesalonicenses 5:23). Todos sabemos que tenemos una mente, una voluntad y
emociones. A muchos se les ha hecho pensar que al Señor solo le importa una parte de nuestro ser,
la salvación de nuestra alma. Pero en realidad Cristo vino a morir para redimir todo nuestro ser. Él
vino a salvar a nuestra alma es cierto pero también nuestro espíritu, cuerpo, mente, emociones,
sexualidad, auto imagen y cada una de las partes que componen nuestro complejo ser. Dios está
grandemente interesado en salvarnos y restaurarnos por completo, en todas las áreas de nuestra
persona. Dios quiere sanarnos de manera total y completa y eso incluye la sanidad de nuestro
interior.
Dicho de una manera muy sencilla, la sanidad interior es la sanidad de nuestro corazón que se
encuentra herido. La sanidad interior es la sanidad de nuestras emociones, de los recuerdos
dolorosos del pasado y de los traumas que hemos vivido. Todos hemos sufrido un cierto grado de
dolor en nuestras vidas y esto ha causado enfermedad en nuestra alma. Por lo tanto, todos
necesitamos de sanidad interior.
¿Cómo Actúa una persona que no es sana en su interior?
Muchas veces no entendemos por qué una persona se comporta como lo hace, sobre todo cuando
se relaciona con otras personas. No comprendemos porque es reservada o agresiva o fría. La
verdad es que las heridas del corazón afectan nuestro comportamiento y nuestro relacionamiento
con los demás.
Típicamente, una persona herida es la que hiere a otras. Es como un animal herido a quien se le
acerca una persona con intenciones de ayudarle. ¿Qué hace el animal? Se defiende, se protege,
muerde y araña. Lo misma sucede con una persona que ha sido lastimada. Se defiende, protege su
corazón de más abusos, juzga, critica y rechaza a otros, entre otras cosas.
Lo que toda persona herida necesita es la sanidad de su corazón para poderse relacionar
sanamente con el Señor y con los demás.
¿Es bíblica la sanidad interior?
Hay cristianos que califican la sanidad interior como algo antibíblico o anticristiano. Otros van más
allá y dicen que es una herejía y algo demoniaco. Este grupo de personas aseguran que la sanidad
del alma es algo inapropiado, innecesario e inaceptable. Ellos dicen que la sanidad interior no nos
corresponde a nosotros porque es como psicoanalizar a los creyentes. También dicen que la manera
en que se practica la sanidad interior no es nada edificante. Traer al presente los traumas del pasado
es innecesario ya que la obra de Cristo es completa en las vidas de las personas y no requieren de
la sanidad de recuerdos dolorosos del pasado.
Por otro lado hay muchas iglesias cristianas que usan la sanidad interior. Los practicantes de la
sanidad interior dicen que esto es algo bíblico, cristiano y necesario en la vida de los creyentes.
Dicen que los resultados de la sanidad interior son asombrosos ya que han visto como las personas
son transformadas y crecen espiritualmente como nunca antes.
La pregunta obviamente es ¿cuál de estas dos posturas es la correcta? Creo que una mejor
pregunta es la siguiente ¿es la sanidad interior bíblica? Yo en lo personal creo que sí. Hay varios
pasajes de la Biblia que hablan de la enfermedad del corazón y del deseo de Dios de sanar nuestras
heridas del alma. Vemos algunos de ellos abajo:
“El Señor es mi pastor…confortará mi alma...”
Salmo 23:
“Pues yo soy pobre y estoy necesitado y mi corazón está lleno de dolor.”
Salmo 109:22
“El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón, él rescata a los de espíritu
destrozado”
Salmo 34:18
“Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas.”
Salmo 147:3
“El Espíritu del Señor soberano está sobre mí, porque me ha ungido para llevar las buenas
noticas a los pobres. Me ha enviado para consolar a los de corazón quebrantado.”
Isaías 61:1-2
"El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón…".
Lucas 4:18-19
Como podemos ver, el Señor está sumamente interesado en sanar nuestro corazón y no solo
nuestro espíritu. Estos textos nos hacen ver que la sanidad interior es algo totalmente bíblico. Más
adelante veremos ejemplos específicos de personas de la Biblia que fueron sanadas en su corazón
ratificando una vez más que el ministerio de la cura tiene una base bíblica.
¿Es necesaria la sanidad interior?
Todos hemos sido lastimados de una u otra manera. Vivimos en un mundo afectado por el pecado
en el que hay accidentes, enfermedades, pobreza, injusticias, desastres naturales y otras causas
que nos dañan. Desde que nacemos convivimos con seres humanos pecaminosos que tarde o
temprano nos hieren con sus palabras, actitudes o acciones. De igual manera, todos hemos tomado
decisiones equivocadas que producen heridas. Estoy hablando de decisiones como el obtener un
divorcio, consumir drogas, participar en lo oculto, o el haber tenido uno o varios abortos voluntarios.
Todo esto causa una multitud de grandes y profundas heridas en nuestro corazón que necesitan ser
sanadas o de lo contrario viviremos vidas enfermizas.
En el año de 1981, el mundo entero presenció el atentado contra el entonces presidente Ronald
Reagan. Un francotirador disparó su rifle varias veces dejando herido a Ronald Reagan. Una bala
había traspasado su cuerpo y se había quedado adentro. El presidente fue trasladado
inmediatamente al hospital. Los médicos informaron al mundo que la bala tenía que ser removida o
de lo contrario el presidente no podría levantarse, no podría cumplir con sus responsabilidades de
esposo ni de padre de familia ni podría continuar su vocación como el hombre más poderoso de la
tierra. Así que Ronald Reagan fue sometido a una operación. Los médicos le sacaron la bala de su
interior. Poco tiempo después Ronald Reagan se recuperó y continuó con su vida de una manera
sana y normal.
Muchos de nosotros hemos sido víctimas de diferentes tipos de atentados. Hemos sido impactados
por diferentes francotiradores que han disparado sus balas contra nosotros. Algunas de esas balas
toman la forma de rechazado desde el vientre de la madre, de ser abusados sexualmente, de ser
abandonados por el padre, de ser maldecidos y menospreciados. Se nos ha disparado con abusos,
injusticias y humillaciones. Todos llevamos una o varias balas en nuestro interior, para ser más
preciso, en nuestro corazón. Todos llevamos la herida del pasado. Al igual que el presidente Ronald
Reagan, necesitamos que esa bala o balas sean extraídas de nuestro interior lo más pronto posible
para poder tener una vida normal.
Desafortunadamente muchos de nosotros no hemos sido llevados de emergencia al hospital del
Espíritu Santo, el médico divino que sana el alma, y seguimos llevando las balas que desangran
nuestro corazón y que nos impiden levantarnos para amar y vivir de una manera sana y normal.
Muchos de nosotros no hemos recibido la sanidad interior y por ello seguimos enfermos. La sanidad
interior es el proceso por el cual el Señor nos saca esas balas del pasado, nos cura las heridas del
alma y nos permite vivir sanamente.
Muchos creyentes viven el resto de sus vidas con sus balas en su corazón. Piensan que cuando
venimos a Cristo y comenzamos una vida nueva en él, todas las cosas malas de nuestro pasado son
borradas. Ellos toman y recitan 2 Corintios 5:17 que dice así: “De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas.” Nuestro pecado es borrado,
eso es cierto, y también el Señor nos da un nuevo comienzo, una nueva vida. Somos una nueva
creación en Cristo Jesús porque hemos nacido de nuevo espiritualmente. Pero eso no significa que
de un momento a otros nos da amnesia y olvidamos todo nuestro pasado. La verdad es que
seguimos recordando cosas del ayer, incluyendo las malas experiencias que vivimos años atrás.
Tampoco quiere decir que todas nuestras acciones del pasado y todo lo que se nos hizo desde que
nacimos no tiene ningún efecto sobre nuestras vidas en el presente. Al recordarlas afectan nuestra
manera de pensar y de comportarnos.
Tenemos que entender que la obra de restauración del Señor en nuestras vidas es un proceso que
toma toda la vida. Tenemos que comprender que seremos totalmente redimidos hasta que
lleguemos al cielo, pero no antes. La Biblia nos habla de esta realidad en muchas partes. Para
entenderlo mejor veamos el siguiente pasaje de abajo:
Justificados, pues, por la fe (un hecho del pasado) tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos
firmes (un hecho del presente), y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios (un hecho del
futuro). (Romanos 5:1-2)
Nuestra salvación total consiste de tres tiempos, el pasado, el presente y el futuro. Veamos esto un
poco más detalladamente.
El tiempo pasado de nuestra salvación
Tito 3:4-5 dice así: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para
con la humanidad, nos salvó…” La salvación la obtuvo Jesucristo miles de años atrás cuando murió
y resucitó. En el momento en que creemos en Jesús por medio de la fe, nuestros pecados son
perdonados y somos justificados. Este es el tiempo pasado de nuestra salvación (Ver también
Romanos 8:24, Efesios 2:4-5).
El tiempo futuro de nuestra salvación
Romanos 5:9 dice así: “Con mucha más razón, habiendo sido ya justificados en su sangre, por él
seremos salvos de la ira…” Cuando el Señor regrese por segunda vez y nos lleve con él al cielo, o
cuando muramos y vayamos a la presencia de Dios, seremos glorificados y entonces nuestra
salvación será completa. No habrá más pecado en nuestras vidas, no nos enfermaremos ni
moriremos sino que viviremos para siempre en un estado de completa perfección. Este es el tiempo
futuro de nuestra salvación (Ver también Romanos 5:10, 1 Corintios 15:51-52, 1 Juan 3:2,
Apocalipsis 21:4).
El tiempo presente de nuestra salvación
Filipenses 1:6 dice así: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra
la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Aunque nuestros pecados ya han sido perdonados y
tenemos la promesa de la vida eterna en el cielo, nuestra mente, voluntad, emociones y cuerpo no
han sido hechos perfectos todavía. Mientras vivamos en esta tierra el Señor estará obrando
continuamente de manera progresiva su salvación en nuestras vidas (Ver también 2 Corintios 3:18,
Efesios 4:15, Romanos 12:2, 2 Corintios 10:5).
Vista de otra manera, los tiempos de nuestra salvación podrían explicarse de la siguiente manera. En
el tiempo pasado fuimos libres de la pena del pecado. En el tiempo presente estamos siendo libres
del poder del pecado. Y en el tiempo futuro seremos hechos libres de la presencia del pecado.
Hablar de la sanidad interior es hablar del tiempo presente de nuestra salvación. Hablar de nuestro
tiempo presente de nuestra salvación es hablar de nuestra santificación. La santificación es un
proceso de toda la vida en la que poco a poco vamos dejando de ser como somos para ser más
como Jesucristo (2 Corintios 3:18, Efesios 4:15, Romanos 12:2, 2 Corintios 10:5, Filipenses 1:6).
En el tiempo presente el Señor sigue sanando nuestros corazones de toda clase de heridas. En el
tiempo presente el Señor sigue liberándonos de toda clase de ataduras. En el tiempo presente Dios
continúa salvándonos de nuestro pecado, de sus efectos malignos y nuestro carácter imperfecto.
¿Existen ejemplos de sanidad interior en la Biblia?
Hay muchos. Hablemos de algunos de ellos. Para empezar consideremos a todos los que fueron
sanados físicamente por Jesús. ¿Alguna vez te has puesto a pensar cómo se habrán sentido
después de que Jesús restaurara sus cuerpos enfermos? ¿Cómo se vieron a ellos mismos después
de ser sanos? ¿Cuáles fueron sus emociones antes y después de ser sanos? Consideremos a todos
los que fueron liberados de demonios por Jesús. ¿Qué habrá sido de sus vidas después de haber
quedado en libertad de los demonios que los oprimían? Seguramente pudieron tener vidas normales,
pudieron regresar a sus familias, y pudieron tener vidas sanas en su cuerpo, espíritu, alma,
emociones, etc. Esto es sanidad interior.
Pero hablemos de un caso más concretamente. Este es el caso de José en Génesis 37, 39-41,
50:15-21. José vivió en una familia disfuncional. Fue odiado por sus hermanos. Fue abusado por su
jefa, la esposa de Potifar. Fue encarcelado por un crimen que no cometió. Fue olvidado en la cárcel
por varios años. Todo eso causó heridas en el corazón de José. Cuando José tuvo su primer hijo, le
puso por nombre Manases que significa “Dios me ha hecho olvidar a los que me causaron dolor”.
¿Por qué le puso ese nombre José a su hijo? Porque había sido herido por las personas a su
alrededor pero Dios le había sanado su corazón. De hecho, al final de libro de Génesis los hermanos
de José piensan que José se va a vengar de todo lo que le hicieron porque el padre de ellos había
muerto y porque José era el segundo hombre más importante en todo el imperio egipcio. Sin
embargo, José les dice que no tengan miedo de él porque ya los había perdonado y se los
demuestra con sus palabras pero también con sus abrazos y besos. Realmente José había sido
sanado de las heridas del pasado.
Podríamos estudiar otros casos similares como el del leproso en Marcos 1:40-42. Vivir como leproso
en los tiempos de Jesús era muy difícil no solo por la enfermedad sino porque esa condición
causaba muchas heridas en el alma ya que el leproso era visto por lo demás como una persona
impura, era aislado de sus seres queridos, nadie podía tocarle porque quedaba automáticamente
impuro. Todo esto impedía que se satisficieran las necesidades emocionales del leproso. No había
comunicación con sus seres queridos, no había afecto, no había toque físico, no había intimidad con
la pareja. Y para hacer las cosas peor, no había cura ni doctor que pudiera sanar la lepra. Vivir con
lepra era como vivir con la certeza de que uno moriría sin remedio. No había esperanza alguna para
un leproso. Sin embargo, un día Jesús se acercó a un leproso para sanarlo. Dice la Biblia que Jesús
tocó al leproso para sanarle. ¿Por qué lo tocó? Jesús podía haberle sanado simplemente con una
orden. Pero lo tocó sin importarle que su enfermedad se le pasara a Jesús y sin importar que lo
llamaran impuro por haber tocado a un leproso. Jesús no tenía necesidad alguna de tocar al leproso
pero creo que lo hizo por amor. Quería mostrarle su afecto a este hombre que mucho tiempo atrás
no había recibido amor. ¿Puedes imaginarte como se sentiría ese hombre leproso? ¿Crees que le
dolía en su corazón todo lo que la gente decía de él y como lo miraban de lejos? ¿Piensas que sufría
por no poder estar con su familia, con su esposa y sus hijos y que no podía ser tocado por nadie?
¿Crees que le dolía no poder ser amado ni poder amar a nadie? Por supuesto. Pero Jesús lo sanó
en su cuerpo y en su alma cuando lo tocó con su mano y cuando lo sanó de aquella terrible
enfermedad. Su cura no solo fue física sino emocional. Jesús no solo le sanó su piel sino que sanó
también todas las heridas de su corazón. Eso es sanidad interior.
Lo mismo podríamos decir de la mujer adultera de Juan 8:1-11, de Zaqueo en Lucas 19:1-10, de
María Magdalena en Marcos 16:10 y hasta del apóstol Pedro en Mateo 26:75 y Juan 21. Todas estas
personas tenían heridas en su corazón pero Cristo vino a ellos no solo para salvarlos de sus
pecados sino para sanarles sus corazones y para que así pudieran vivir vidas más sanas.
Sesión 2
¿Cómo Podemos Obtener La Sanidad Interior?
Así como un enfermo necesita someterse al doctor para ser operado y así recibir su sanidad, de la
misma manera la sanidad interior se obtiene cuando la persona herida acude al médico divino que es
Dios y pasa por una cirugía profunda de su alma. Para recibir la sanidad interior se requiere del
paciente y del médico divino.
¿Cuál es nuestra parte en el proceso de la sanidad interior? El Espíritu es el consejero divino, el
psiquiatra divino pero nosotros tenemos que poner de nuestra parte también. Pídele al Espíritu Santo
que te muestre cuál es tu verdadero problema y que te indique cómo orar. A veces ni siquiera
nosotros mismos nos entendemos o sabemos que pasa con nosotros. Pero el Espíritu Santo
escudriña todas las cosas y él sabe mejor que tu cuál es tu problema y cómo resolverlo. Es por ello
que necesitamos de su ayuda para identificar nuestras heridas y saber cómo orar para recibir la
sanidad.
Veamos ahora algunas de las cosas que son nuestra responsabilidad para obtener la cura interior.
Primero, encara tu problema y confiesa
La Biblia nos dice una y otra vez que para que nuestros pecados sean perdonados primero hay que
confesarlos. ¿Por qué? Porque hay un gran poder sanador y libertador en la confesión (Salmo 32:15, Proverbios 28:13, 1 Juan 1:9). Algunos se pierden de la bendición de la sanidad por no tener el
valor para compartir sus pecados o sus errores con otra persona. Prefieren mantener la reputación a
obtener la sanidad de su alma. Para ser sanos primero tenemos que reconocer que tenemos un
problema, que llevamos heridas en el corazón, y que estemos dispuestos a hablar al respecto con
alguien que nos pueda ayudar. Algunos problemas no pueden ser sanados hasta que lo confieses a
otros (Santiago 5:16).
Segundo, acepta tu responsabilidad en el asunto
Tú dices “pero si a mí fue a quien se le hizo el daño. Yo soy la víctima”. Es cierto ¿pero qué hay de
tu respuesta? ¿Qué hay del hecho de que has guardado resentimiento en contra de la persona que
te hizo daño? ¿Qué hay del odio que guardas en tu corazón contra la persona? Nunca vas a recibir
sanidad de tus emociones hasta que dejes de culpar a los otros y aceptes tu responsabilidad.
Tercero, pregúntate a ti mismo si quieres ser sano
Jesús le preguntó al hombre que había estado paralítico por 38 años si quería ser sano (Juan 5:6)
¿Quieres ser sano verdaderamente? O ¿solo quieres hablar de tu problema? O ¿quieres usar tu
problema para tener la atención y afecto de otros?
Cuarto, perdona a todos lo que te causaron heridas
La clave para obtener la sanidad interior es el perdón. Cuando perdonamos a los que nos lastimaron,
es como si pusiéramos el medicamento necesario para quitar la enfermedad y ser sanos por dentro.
Mientras no perdonemos seguiremos enfermos en el corazón.
Como esta es la parte central para la sanidad interior, necesitamos hablar del perdón en mayor
detalle.
El conflicto entre las personas es inevitable. Todos vamos a experimentar dolor por lo que otras
personas piensan de nosotros, dicen de nosotros o lo que nos hagan a nosotros, emocionalmente,
físicamente, financieramente, verbalmente, sexualmente. Somos lastimados y heridos por lo que las
personas dicen y hacen. Tal vez traigas tu corazón herido de heridas de tu pasado. Tal vez esas
heridas fueron causadas por tu padre, tu madre, tu esposo, tu esposa, familiares, amigos,
compañeros de estudios, de trabajo o de la misma iglesia.
Si en realidad quieres tener buenas relaciones personales y una buena vida, necesitas perdonar a
los que te han hecho daño. El perdón no es una opción sino una necesidad. Solo hay un antídoto
para el veneno del dolor causado por las heridas del corazón. Es el perdón. Lo siento pero no hay
otro remedio. El pedir perdón y el recibir perdón es la única solución a las heridas del corazón.
¿Qué Es El Perdonar?
Hay muchos malos conceptos de lo que es el perdón. Así que vamos a tratar de entender primero lo
que no es y después lo que sí es el perdón.
El perdonar no es minimizar la seriedad de la ofensa
Si alguien te pide perdón por algún daño que te hizo y tú dices “oh no te preocupes, no fue nada” y lo
que hizo esa persona realmente te lastimó, estas tratando de minimizar la seriedad de la ofensa. El
que tú digas “no fue nada” eso no es perdonar. Si lo sigues recordando y te sigue causando dolor si
fue algo, no es que no fuera nada, fue algo tal vez pequeño pero que tuvo la suficiente fuerza para
causarte dolor. La respuesta correcta es perdonar la falta y no minimizarla.
El perdonar no es una restauración instantánea de la confianza.
El perdón y la confianza no son la misma cosa. El perdón es instantáneo. La confianza se gana con
el tiempo. El perdón es por gracia. La confianza es por obras. ¿Qué significa esto? Que cuando
alguien te lastima tienes que perdonar a esa persona inmediatamente. Pero eso no significa que
tengas que confiar en ella inmediatamente.
Por ejemplo, pensemos en la mujer que tiene un esposo alcohólico que todas las noches llega ebrio
a casa y la golpea. La mujer tiene el mandato de Dios de perdonar a su esposo. La mujer echa al
esposo fuera de la casa. El esposo regresa una hora más tarde y le dice “¿me perdonas?” La mujer
tiene que perdonarlo. El esposo le dice “¿me dejas entrar en la casa?”. La mujer tiene que decirle
“No. Te amo, pero no te dejaré entrar. Primero gánate mi confianza, deja el alcohol, deja de
golpearme y entonces te dejaré entrar en casa”. Esta es la diferencia entre perdonar y restaurar la
confianza.
El perdonar no es restaurar la relación sin ningún cambio
Muchos dicen “no voy a perdonar porque eso significa que tengo que volver a la misma situación que
me trajo dolor y problemas”. No, eso no es perdonar. Uno tiene que perdonar inmediatamente
aunque uno tiene que esperar cambios en la persona o en la relación. Perdonar no quiere decir que
tienes que tolerar el pecado. No tienes que ser el tapete de las personas. Está bien perdonar el
pecado pasado de las personas, pero si es necesario, confronta la persona para evitar pecados
futuros. La persona que ofende tiene que hacer tres cosas: arrepentirse, restituir lo dañado y volver a
ganarse la confianza de la persona ofendida. Pero la persona ofendida tiene que perdonar
inmediatamente.
El perdonar es no traer el pasado al presente
El perdonar es no sacar del pasado algo malo que me hicieron para usarlo en contra de la persona
que me lastimó. Cuando uno perdona, el pasado queda en el pasado. Así es como perdona Dios.
Dios dice “yo les perdonaré y no me recordaré de sus pecados” (Jeremías 31:34). Perdonar es no
tener un registro de todas las cosas malas que me han hecho. Perdonar es echar todas las cosas
malas que me hicieron al fondo del mar y después poner un letrero ahí que dice “no pescar”.
El perdonar es una decisión
Jesús dijo “perdonad y seréis perdonados” (Lucas 6:37). Jesús nos dice que perdonemos. Si nos lo
dice es porque podemos decidir perdonar. El perdonar es un acto de la voluntad. Mucha gente dice
“no puedo perdonar a esa persona”. Eso es mentira. Si se puede perdonar. Es mejor decir “me es
muy difícil perdonar, me cuesta perdonar”. Pero tu puedes perdonar. El perdonar no es cosa fácil
pero todos podemos perdonar.
Mucha gente dice “no siento perdonar, cuando lo sienta, perdonaré”. Nunca vas a sentir el deseo de
perdonar. No esperes a tener el sentimiento de perdonar porque nunca llegará. El perdón no es un
sentimiento, no es una emoción, sino una decisión. Decide perdonar. Y decide perdonar hoy mismo.
Mucha gente dice “necesito tiempo para sanar después perdonaré”. El tiempo no sana nada. De
hecho el tiempo te enferma más. Si tienes cáncer y dices “necesito tiempo para sanar”, te vas a
terminar muriendo de cáncer. Si tienes resentimiento y amargura contra alguien y solo dices
“necesito tiempo para sanar”, eso te va a matar. Si pudieras sanar solo con el pasar del tiempo
entonces no necesitarías del doctor. Todo lo que tienes que hacer es sentarte en la sala de
emergencia del hospital, esperar y decir “necesito tiempo para sanar”. Ya no se llamaría la sala de
emergencia sino la sala de sanidad. El doctor le preguntaría a la enfermera “¿ya se sanó el
paciente? ¿Todavía no? Entonces déjenlo esperar en la sala unas 5 horas más para que sane
porque necesita tiempo para sanar.” Tu no necesitas tiempo para sanar. Lo que necesitas es
perdonar para sanar.
Perdonar es ceder tu derecho de venganza y justicia
Las personas que no perdonan son las que prefieren vengarse de sus ofensores o quieren aplicar su
propia justicia. Pero el perdonar es no vengarse ni tratar de tomar la justicia en mis propias manos.
Nuestro papel es el de perdonar, la venganza y la justicia debemos dejarlas en manos de Dios.
Independientemente si la otra persona pida el perdón o no. Independientemente si la otra persona se
merece el perdón o no. Independientemente si lo sientes o no. Tu tienes que perdonar y olvidarte de
vengarte o esperar que se haga justicia.
Algunos de ustedes han sido tan heridos que el pensamiento de perdonar a la persona les parece
imposible. Dices “yo jamás podría perdonar a esa persona por lo que me hizo”. Pero si realmente
quieres tener una vida plena necesitas perdonar.
¿Por qué debo perdonar?
Razón #1: Porque Dios te ha perdonado
Nunca vas a tener que perdonar a una persona tanto como Dios te ha perdonado tus pecados a ti.
Dios te perdona completamente, incondicionalmente, constantemente (Efesios 4:32). Ahora te toca a
ti perdonar de la misma manera a los que te han lastimado.
Razón #2: El resentimiento no funciona
El resentimiento es irracional porque no cambia el pasado. Piensas que si no perdonas eso va hacer
que tu vida este mejor pero se pone peor.
El resentimiento es dañino. Te destruye. Te enferma. Te mata. El resentimiento siempre te daña a ti
y no a la persona que te ofendió. Te causa dolor a ti y no a la persona que te ofendió.
Considera el caso de Job en la Biblia. Le hicieron mucho daño. Sin embargo, decidió no guardar
resentimiento. Escucha sus palabras en Job 5:2 “entregarse a la amargura…es una necedad que
lleva a la muerte.”
El guardar resentimiento o amargura contra alguien es perjudicial para ti. Es como tomarte una taza
con veneno y esperar que la persona que te hizo daño se muera. El resentimiento y la amargura no
lastiman a la otra persona sino a ti. Piensas en lo que te hizo la persona y comienzas a enojarte y
airarte. Comienzas a irritarte a frústrate y desesperarte. Comienzas a llorar. Las personas más
infelices de la tierra son las que guardan resentimiento y amargura. Viven una vida miserable. Todo
mundo tiene una tía Gertrudis que es enojona porque dice que alguien le hizo un daño hace 20 años
atrás.
El resentimiento no es saludable. Te afecta tu salud. Te produce ulceras. Te da dolor de cabeza. Te
causa estrés y tensiones. Cuando no perdonas y decides guardar resentimiento y amargura es como
poner cáncer en tu corazón.
Los doctores nos dicen que el 50% al 75% de las personas enfermas en los hospitales podrían irse a
casa sanas si tan solo se deshicieran de su culpabilidad y resentimiento porque es una de las causas
de la enfermedad. Culpabilidad por haber hecho cosas malas a otros. Resentimiento de las cosas
malas que otros les hicieron a ellas. El problema en ambos casos es falta de perdón. No me perdono
a mi mismo por lo que hice y trae culpabilidad. No perdono a los que me hicieron daño y eso trae
resentimiento y amargura. Cuando no recibo y no doy perdón me enfermo. El no perdonar daña al
ofendido y no al ofensor.
Razón #3: Porque voy a necesitar más perdón en el futuro
Jesús dijo en Mateo 6 “si perdonas a las personas Dios perdonará tus pecados, pero si no perdonas
a los que te lastiman, Dios tampoco te va a perdonar”. El perdón es innecesario entre los seres
perfectos, pero vital entre los que admiten ser imperfectos. Si tu vives vas a errar y vas a pecar. Si tú
vives con alguien el errar va a ser mutuo. Todos cometemos errores y faltas contra las personas a
diario. ¿Cuántas veces? Digamos 20 veces al día. Entonces necesitas perdonar cuando menos 20
veces cada día. Solo tienes dos alternativas perdonar o condenar.
Tú dices “yo no perdono”. Dios te dice “si quieres que te perdone, debes de perdonar al que te hizo
daño”. En una ocasión un hombre en conversación con Juan Wesley le dijo “Yo nunca perdono” a lo
que Wesley contestó “entonces espero que usted nunca pequé”.
Razón #4: Porque vas experimentar sanidad y libertad
El perdón libera poder. Cuando Jesús dijo “Padre perdónalos...” hubo un gran poder que se liberó y
cosas tremendas sucedieron. La tierra tembló, los sepulcros se abrieron, y muertos resucitaron, una
manos invisibles tomaron el velo del templo y lo rasgaron dando acceso a todos, el infierno y todos
sus demonios se congelaron. Y todo porque Jesús dijo “Padre perdónalos”.
De la misma manera, cuando perdonas hay un poder de Dios que se libera en tu vida y recibes
sanidad y libertad. La cruz de Cristo debe de recordarnos que el perdón no es barato, cuesta mucho,
pero es lo que trae sanidad y libertad a nuestras vidas.
“Echen fuera la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad.
Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense unos a otros, como Dios los perdonó a
ustedes en Cristo.” (Ef. 4:31-32)
Hay que perdonar para desarraigar toda raíz de amargura. Tu dices “pero tu no sabes cuánto me
hirió esa persona”. Y yo te digo “y tu no sabes que aún te sigue hiriendo esa persona”. La persona
más afectada eres tú. Por no perdonar, estas padeciendo, te estás frustrando, te estás consumiendo,
te estás malhumorado todo el tiempo, no disfrutas la vida, estás enfermo.
En el griego, la palabra perdonar a veces es afiemi y quiere decir “dejar ir, soltar, liberar”. Perdonar
es dejar ir a la persona que te ofendió, es soltarla, es liberarla de ti. Tú necesitas acabar con ese
dolor. Uno no perdona para beneficio de la otra persona. Uno perdona para beneficio de uno mismo.
Razón #5: Te Protege del Enemigo
Tenemos que perdonar a otros para impedir que Satanás se aproveche de nosotros (2 Corintios
2:10-11). Cada vez que no perdonas, te pones una “agarradera” de donde Satanás se pesca y se
agarra fuertemente. Cuando no perdonas, el enemigo viene a poner pensamientos destructivas.
Por ejemplo, cuando tu pareja te hace algo que te ofende y no la perdonas, Satanás se va a
encargar de poner pensamientos de dinamita en tu mente para que explote y destruya tu matrimonio.
El enemigo va a poner en tu mente pensamientos como estos: “No le hables. No lo perdones. Vete
de la casa y sele infiel. Golpéala para que vea quien manda aquí. Divórciate de esta mujer y cásate
con la que tanto te decía tu mama.”
¿Cómo Puedo Perdonar?
Empieza por recordar que el perdonar es una decisión y no una emoción. Decide perdonar a la
persona que te hizo daño ahora mismo. Si tienes dificultad para perdonar entonces ora a Dios y
pídele que te ayude. Pero cuando menos dile al Señor que deseas perdonar.
Abre tu corazón a la persona que te lastimó y dile cuáles son las heridas que te ha causado. Se muy
específico(a). No digas “me ofendiste, me lastimaste”. Dile exactamente cómo, cuando, donde y
porque te ofendió.
Una vez que le hayas expresado cómo te sientes, dile que la perdonas en el nombre de Jesús.
Después de recibir el perdón de la persona que te ofendió prepárate para iniciar el mismo proceso
pero ahora para que tu le pidas perdón a él o ella por las heridas que le hayas causado.
Ora al Espíritu Santo para que te revele las personas a quienes necesitas perdonar. El 95% de los
casos es el padre o la madre y 3 de los primeros 4 son parientes cercanos. No se te olvide ponerte a
ti en la lista. Algunos tienen que perdonarse a sí mismos por errores que cometieron en el pasado.
Hay cristianos que dicen “Creo que Dios me ha perdonado, pero yo no puedo perdonarme a mí
mismo por lo que hice”. Esto es una contradicción ¿Cómo puedes creer que Dios te ha perdonado y
no puedes perdonarte a ti mismo? Si Dios te ha perdonado ¿quién crees que eres tú para no
perdonarte a ti mismo?
Incluye en esta lista a Dios no para perdonarlo, sino para pedirle perdón por tus pensamientos,
palabras, acciones, falsas expectativas.
Decide no vengarte sino perdonar. No es cuestión de emoción, es cuestión de decisión.
Ora en base a esta oración guía:
“Señor yo perdono a __________________________ por (diga todas las heridas, el dolor que sintió
por cada una. Reconoce el dolor y el odio. Di que es lo que estas perdonando (rechazo, falta de
amor, injusticia, abuso físico, abuso verbal, abuso sexual, traición, etc. Di también como te hicieron
sentir sus ofensas). Señor yo te entrego a esta persona y mi derecho a buscar venganza. Decido no
aferrarme a mi amargura y enojo y te pido que sanes mis emociones dañadas. En el nombre de
Jesús. Amén.”
Preguntas para estudiar:
1. ¿Qué es la sanidad interior?
2. ¿Cómo afectan las heridas del corazón en nuestra manera de relacionarnos con los demás?
3. ¿Es bíblica la sanidad interior? Menciona tres citas bíblicas para dar apoyo a tu respuesta.
4. Explica brevemente por qué es que los cristianos, aunque son nuevas personas en Cristo,
necesitan de la sanidad interior.
5. Menciona cuando menos dos casos de personas de la Biblia que experimentaron sanidad interior.
6. Menciona los pasos que debemos tomar para obtener la sanidad interior.
7. ¿Cuál es la clave para ser sano de las heridas causadas por otros?
8. Menciona brevemente qué no es perdonar y que si es perdonar.
9. Menciona las cinco razones por las que debemos de perdonar.
10. Explica brevemente que es lo debe hacer una persona a la hora de perdonar (que cosas debe
considerar, que cosas debe de decir, etc.)