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Sumario
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Introducción
Salmos
Exposición del Santísimo
Statio Mariana
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Durante la procesión de entrada se canta:
Introducción
MARÍA MÍRAME (Betsaida)
María mírame, María mírame
Si tú me miras, El también me mirará
Madre mía mírame, de la mano llévame
Muy cerca de El
Que ahí me quiero quedar.
María cúbreme con tu manto
Que tengo miedo, no sé rezar
Que por tus ojos misericordiosos
Tendré la fuerza, tendré la paz.
María míranos, María míranos
si tus nos miras El también nos mirara…
Madre mía míranos, de la mano llévanos,
muy cerca de Él, ahí queremos estar.
Madre consuélame de mis penas
Es que no quiero, ofenderle más
Que por tus ojos misericordiosos
Quiero ir al cielo... ¡y verlos ya!
María mírame, María mírame
Si tú me miras, El también me mirará
Madre mía mírame, de la mano llévame
Muy cerca de El
Que ahí me quiero quedar.
En tus brazos quiero descansar
Saludo Inicial
V. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén
V. La paz esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Todos se sientan. Unos jóvenes se dirigen al Arzobispo.
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INTRODUCCIÓN
Una joven: Querido Señor Obispo,
Esta noche, como todos los años en la víspera de la celebración
de nuestra patona la Virgen de la Almudena, los jóvenes de
Madrid hemos venido a este lugar para orar juntos y pedir la
intercesión de nuestra Madre. Muchos de nosotros tenemos
todavía en la memoria las experiencias vividas el verano,
especialmente el Camino de Santiago en el que hemos
compartido nuestra fe y crecido en la amistad con Jesús.
Con ese ímpetu, queremos hacer nuestro el mensaje que el
Papa Francisco dirigió el pasado mes de agosto en Corea a
los jóvenes de Asia:
Un joven: “En las parábolas, Jesús nos enseña que el Reino
entra humildemente en el mundo, y va creciendo silenciosa y
constantemente allí donde es bien recibido por corazones
abiertos a su mensaje de esperanza y salvación. El Evangelio
nos enseña que el Espíritu de Jesús puede dar nueva vida al
corazón humano y puede transformar cualquier situación,
incluso aquellas aparentemente sin esperanza. ¡Jesús puede
transformar cualquier situación! Éste es el mensaje que estáis
llamados a compartir con vuestros coetáneos: en la escuela,
en el mundo del trabajo, en la familia, en la universidad y en
vuestras comunidades. Puesto que Jesús resucitó de entre los
muertos, sabemos que tiene «palabras de vida eterna»
(Jn 6,68), y que su palabra tiene el poder de tocar cada corazón,
de vencer el mal con el bien, y de cambiar y redimir al mundo.
Queridos jóvenes, en este tiempo el Señor cuenta con vosotros.
Sí, cuenta con vosotros. Él entró en vuestro corazón el día de
vuestro bautismo; os dio su Espíritu el día de vuestra
confirmación; y os fortalece constantemente mediante su
presencia en la Eucaristía, de modo que podáis ser sus testigos
en el mundo. ¿Estáis dispuestos a decir «sí»? ¿Estáis listos?”
Una joven: Sabemos que el Señor nos llama a ser
evangelizadores, a llevar la Buena Noticia a los lugares donde
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nos movemos, pero también somos conscientes de nuestra
debilidad, de nuestros miedos, del camino que nos queda por
recorrer, de las preguntas que nos quedan por responder.
Un joven: “¿Qué hacer? –decía también el Papa- Si ir por el
camino de la vida consagrada, la vida religiosa, o estudiar para
estar mejor preparados para ayudar a los otros.
Se trata de un conflicto aparente porque, cuando el Señor llama,
llama siempre a hacer el bien a los demás, sea en la vida religiosa,
en la vida consagrada, o sea en la vida laical, como padre y
madre de familia. La finalidad es la misma: adorar a Dios y hacer
el bien a los otros. ¿Cuántos de vosotros os hacéis esta misma
pregunta? También yo me la hice en su momento: ¿Qué camino
he de elegir? ¡Tú no tienes que elegir ningún camino! Lo tiene
que elegir el Señor. Jesús lo ha elegido. Tú tienes que escucharle
a él y preguntarle: Señor, ¿qué tengo que hacer?
Ésta es la oración que un joven debería hacer: “Señor, ¿qué
quieres de mí?”. Y con la oración y el consejo de algunos
amigos de verdad –laicos, sacerdotes, religiosas, obispos,
papas… también el Papa puede dar un buen consejo–, con su
consejo, encontrar el camino que el Señor quiere para mí.”
(Encuentro con los jóvenes de Asia. Discurso del Santo Padre
Francisco)
Una joven: Señor Obispo, queremos que nos ayude a responder
a estas preguntas, que nos dé un “buen consejo”, que nos
acompañe en este camino. Queremos darle la bienvenida a su
casa y pedirle que, como María, nos lleve a Jesús, nos indique
el sendero para responder a las cuestiones más profundas de
nuestro corazón, para poder ser, en medio de este mundo,
testigos del Amor de Dios y mensajeros de su Evangelio.
Muchas gracias, Don Carlos.
Bienvenido.
Seguidamente se hace una breve explicación de la vigilia señalando
las cuatro actitudes de María que orientan cada bloque.
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Lector:
MARÍA CONSERVABA TODAS ESTAS COSAS
MEDITÁNDOLAS EN SU CORAZÓN (cf. Lc 2,51)
Salmos
Salmo 41:
Deseo del Señor y ansias de contemplar el templo
El Salmo se recita a dos coros intercalando la antífona
cada cuatro estrofas.
Antífona:
Tengo sed de ti oh fuente del amor,
tengo sed de ti tu amor es libertad. (Taizé)
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día.
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
Antífona:
Tengo sed de ti oh fuente del amor,
tengo sed de ti tu amor es libertad.
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¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Antífona:
Tengo sed de ti oh fuente del amor,
tengo sed de ti tu amor es libertad.
Diré a Dios: «Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?»
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
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Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona:
Tengo sed de ti oh fuente del amor,
tengo sed de ti tu amor es libertad.
Silencio
MEDITACIÓN DEL SALMO
Un joven recita la siguiente oración.
“Venid a Mí todos los que tengáis sed...” (Jn. 7, 37).
Yo te saciaré y te llenaré.
¿Tienes sed de ser amado?,
te amo más de lo que te puedes imaginar....
hasta el punto de morir en la cruz por ti.
TENGO SED DE TI.
Sí, esa es la única manera en que apenas puedo empezar
a describir mi amor.
TENGO SED DE TI. Tengo sed de amarte y de que tú me ames.
Tan precioso eres para mí que TENGO SED DE TI.
Ven a Mí y llenaré tu corazón y sanaré tus heridas.
Te haré una nueva creación y te daré la paz aún en tus pruebas.
TENGO SED DE TI. Nunca debes dudar de Mi Misericordia,
de mi deseo de perdonarte,
de Mi anhelo por bendecirte y vivir Mi vida en ti,
y de que te acepto sin importar lo que hayas hecho.
TENGO SED DE TI. Si te sientes de poco valor a los ojos
del mundo, no importa.
No hay nadie que me interese más en todo el mundo que tú.
TENGO SED DE TI. Ábrete a Mí, ven a Mí, ten sed de Mí,
dame tu vida.
Yo te probaré qué tan valioso eres para Mi Corazón.
(Beata Teresa de Calcuta)
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Lector:
EL PODEROSO HA HECHO
OBRAS GRANDES EN MI (Lc 1,49)
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Salmo 15:
El Señor es el lote de mi heredad
El salmo se recita todos al unísono, intercalando la antífona
donde está indicado.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Antífona:
Bendigo al Señor porque escucha mi voz.
El señor es mi fuerza confía mi corazón. (Taizé)
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Antífona:
Bendigo al Señor porque escucha mi voz.
El señor es mi fuerza confía mi corazón.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
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Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona:
Bendigo al Señor porque escucha mi voz.
El señor es mi fuerza confía mi corazón.
Silencio
CONTEMPLACIÓN DEL SALMO
A continuación todos recitan la siguiente oración.
Señor, Tú me conoces mejor
de lo que yo me conozco a mí mismo.
Tu Espíritu empapa
todos los momentos de mi vida.
Gracias por tu gracia y por tu amor
que derramas sobre mí.
Gracias por tu constante y suave invitación
a que te deje entrar en mi vida.
Perdóname por las veces que he rehusado tu invitación,
y me he encerrado lejos de tu amor.
Ayúdame a que en este día venidero
reconozca tu presencia en mi vida,
para que me abra a Ti
Para que Tú obres en mí,
para tu mayor gloria. Amén.
(San Ignacio de Loyola)
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Canto meditativo: Iesu comunite
CAPITULA - LECURA BREVE (Gal 4,4)
Mas cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo,
nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que
estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial.
HOMILÍA
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“MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO” (Jn 19,26)
Mientras se canta una antífona eucarística se trae en procesión
al altar, entre antorchas, la Custodia con el Santísimo.
A continuación todos lo adoran en silencio.
Exposición y
adoración
del Santísimo
VENGO A ADORARTE:
OH LUZ DEL MUNDO (Hilsong)
Oh Luz del Mundo, bajaste a la oscuridad,
Mis ojos abriste, pude ver.
Belleza que causa que mi ser te adore,
esperanza de vida en ti.
Vengo a adorarte, vengo a postrarme
vengo a decir que eres mi Dios.
Eres simplemente bello, simplemente digno
tan maravilloso para mí.
Oh rey eterno, tan alto y exaltado,
glorioso en el cielo eres tu.
Al mundo que hiciste, humilde viniste,
pobre te hiciste por amor.
Vengo a adorarte, vengo a postrarme
vengo a decir que eres mi Dios.
Eres simplemente bello, simplemente digno
tan maravilloso para mí.
Nunca sabré cuanto costo,
Ver mi pecado en la cruz. BIS
Vengo a adorarte, vengo a postrarme
vengo a decir que eres mi Dios.
Eres simplemente bello, simplemente digno
tan maravilloso para mí.
Nunca sabré cuanto costo,
Ver mi pecado en la cruz. BIS
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Después de un tiempo prudencial un joven recita:
Oración:
Sagrario del Altar, nido de tus más tiernos y regalados amores.
Amor me pides, Dios mío, y amor me das; tu amor es amor
de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es
infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús
mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mí.
Que te ame yo siempre, como te amaron los Apóstoles; y mis
labios besen tus benditos pies, como los besó la Magdalena
convertida. Mira y escucha los extravíos de mi corazón
arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana.
Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu
discípulo amado San Juan. Deseo vivir contigo, porque eres
vida y amor.
Por sólo tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir. Y ya que para el mundo soy una flor
marchita, no tengo más anhelo que, amándote, morir.
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Preces
V. Invoquemos, queridos hermanos, con un solo corazón a
nuestro Señor Jesucristo:
Kyrie, kyrie, eleison. Kyrie, kyrie, eleison.
-
Tú fuiste levantado sobre la tierra. Atrae hacia ti los corazones
de todos.
-
Tú saliste en busca de la oveja perdida. Concede a los
ministros de la Iglesia, tu misma caridad pastoral.
-
Tú perdonaste al ladrón arrepentido. Frena a los pueblos
que buscan la guerra y fortalece a los cristianos perseguidos.
-
Tú fuiste clavado en la cruz. Da a todos los oprimidos
la libertad verdadera.
-
Tú derramaste tu sangre. Cura las heridas de todos
los que sufren.
-
Tú eres el sacerdote de la alianza nueva y eterna. Enséñanos
a ofrecernos contigo al Padre en el sacrificio eucarístico.
-
Tú entregaste tu espíritu. Concede el don de tu Espíritu a
todos los que creen en ti.
-
Tú, verdadero adorador del Padre. Reúne en tu cuerpo a
los que alimentas de un mismo pan.
-
Tú, traspasado por la lanza, eres manantial de agua viva.
Purifica y renueva a tu Iglesia.
-
Tú te encarnaste en el seno de María. Ilumina el corazón
de los jóvenes para que, a ejemplo de tu Madre, respondan
a tu llamada con la misma generosidad.
(Al Amor de los amores, Jesús Sacramentado. Sta. Teresa de Lisieux).
Canto:
NO ADORÉIS A NADIE MÁS QUE A ÉL (L. A. Díaz)
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él
Porque sólo Él, nos puede sostener
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él
No miréis a nadie, a nadie más que a Él
Porque sólo Él, nos puede sostener
No miréis a nadie, a nadie más que a Él
No alabéis a nadie, a nadie más que a Él
Porque sólo Él, nos puede sostener
No alabéis a nadie, a nadie más que a Él
Silencio
Antes de la Oración y de la Bendición, de pie, se hacen
las preces.
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V. Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos
en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en
común, y que, por tu muy amado Hijo nos prometiste
que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú
estarás en medio de ellos:
Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor
nos convenga y concédenos en este mundo el conocimiento
de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.
(Oración de San Juan Crisóstomo)
Concluida la oración, el Obispo, de rodillas ante el Señor
Sacramentado ora en silencio. Después comienza el canto,
durante el cual se inciensa el Santísimo.
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Después de la Oración, el diácono entrega al Obispo la Custodia
para que imparta la Bendición.
Al finalizar el diácono retira el Santísimo al Sagrario mientras
se canta.
NADA TE TURBE (Taizé)
Nada te turbe, nada te espante;
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Nada te turbe, nada te espante:
Solo Dios basta.
Nada te turbe, nada te espante;
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Nada te turbe, nada te espante:
Solo Dios basta.
MAJESTAD
Majestad, adora a su majestad
a Jesús sea honra, gloria y poder.
Majestad, reino y autoridad,
Luz y esplendor manda a su pueblo
A Él cantad.
Aclamad y proclamad el nombre de Cristo
Magnificad, glorificad a Cristo el Rey.
Majestad, adora a su majestad
Cristo murió, resucitó y de reyes es Rey BIS
V. Oremos:
Concédenos, te rogamos, Señor y Dios nuestro, celebrar con
dignas alabanzas al Cordero que fue inmolado por nosotros y
que está oculto en el Sacramento, para que merezcamos verle
patente en la gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Lector:
DESDE AHORA ME FELICITARÁN TODAS
LAS GENERACIONES (Lc 1,48)
Mientras se canta el Himno de la Almudena,
el Obispo inciensa la Imagen de la Patrona.
Statio
Mariana
Salve, Señora de tez morena
Virgen y madre del redentor
Santa María de la Almudena
Reina del cielo, madre de Amor BIS
Tú que estuviste oculta en los muros
De este querido y viejo Madrid
Hoy resplandeces ante tu pueblo
Que te venera y espera en ti.
Salve, Señora de tez morena
Virgen y madre del redentor
Santa María de la Almudena
Reina del cielo, madre de Amor BIS
Bajo tu manto, Virgen sencilla
Buscan tus hijos la protección.
Tú eres patrona de nuestra Villa
Madre amorosa, templo de Dios.
Salve, Señora de tez morena
Virgen y madre del redentor
Santa María de la Almudena
Reina del cielo, madre de Amor BIS
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Al final todos recitan juntos la antífona Sub tuum praesidium.
Después el Obispo hace la oración.
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.
Amén.
Oh Dios, que, por medio de santa María, enviaste el consuelo
a tu pueblo, Jesucristo, nuestro Señor, concédenos por
intercesión de la Virgen, estar llenos de todo consuelo para que
podamos consolar a nuestros hermanos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Mientras el Obispo y los ministros se retiran, se canta.
Aleluya JMJ.
Edición
Arzobispado de Madrid
Delegación Episcopal de Infancia
y Juventud
San Juan de la Cruz 2 b
28003 Madrid (España)
www.deleju.org