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• ¿Qué arredra al cristiano?
“Deseos muy grandes de como pueda, y si no con oraciones, hacer por que lo
conozcan y lo amen... Teniendo esto presente, ¿qué arredra al cristiano? Haz,
Jesús mío, que ya que he tenido la dicha … de conocerte tanto, tanto, no permitas
que tus divinas enseñanzas queden sin fruto…”
Silencio
“Valor y confianza. No retrocedamos por las dificultades; valor y confianza; Él nos
lo dará si somos fieles, y confiamos en EI” (31).“Yo me encuentro con valor y
fuerzas muy grandes, porque tengo puesta mi confianza en el Señor, en que nos
ayudará siempre porque no deseamos más que su honra y gloria”.(11)
Canto: Sé de quién me he fiado, confío Señor en ti, y aunque a veces parezca de piedra
confío Señor en ti, y aunque el corazón se pegue a la tierra confío en ti, confío en ti, mi
Señor, mi Señor.
• Reconocimiento de quien es Dios y quien soy yo
“Ante el Santísimo, me vino un acceso de amor muy grande que me duró casi media
hora. En él, aunque veía a mi Dios muy grande y a mí pequeñísima, no me encogía,
antes me dilataba, porque veía Dios era lo que era y yo soy lo que soy. Viéndome
pequeña, estoy en mi centro, porque veo todo lo hace Dios en mí y en mis cosas, que
es lo que yo quiero”.
“Aunque seamos pequeñas, muy pequeñas…, nuestras aspiraciones, apoyadas en
Dios, deben ser muy grandes…”
Canto: Veo a Dios muy grande y a mi pequeñísima y me gozo porque esto es ver lo que es
Dios y lo que soy yo. Viéndome pequeña estoy en mi centro, porque veo lo que hace Dios
en mi, y en mis cosas que es lo que yo quiero. Magnificat anima mea Domine. (x2)
Oramos juntos: En tu presencia Señor, experimento la fuerza de tu amor para
conmigo, y temo no saber corresponderte. Enséñanos a arder sencillamente en
amor humilde, a desvivirnos por tus intereses, a consumirnos en tu servicio. En lo
hondo de nuestro corazón sentimos resonar las palabras que sugeriste a Rafaela
María: “Amar y más amar, el amor todo lo vence... Pedir sin cesar este amor”
Día tras día queremos permanecer en súplica confiada para poder ser canales para
el mundo de tu torrente de amor.
Canto de reserva: Dios es amor, atrévete a vivir por amor, Dios es amor, nada hay
que temer.
Déjame, Señor, mirarte bien por dentro,
entrar en tu Corazón y dejarme seducir
y que aumenten mis deseos de querer ser como Tú,
conocerte internamente, amarte y seguirte más,
apostar mi vida junto a ti, déjame verte, Señor,
AMANDO HASTA EL EXTREMO, DEJÁNDOTE LA PIEL,
ENTREGANDO LAS ENTRAÑAS, TUS ENTRAÑAS DE MUJER,
EN UNA TOALLA Y UN LEBRILLO, EN UN ACARICIAR LOS PIES,
EN UN MIRARNOS HASTA EL FONDO SIN NADA QUE REPROCHAR
Y SIN NADA QUE PEDIR, Y CON TANTO PARA DAR
Yo, el Maestro y el Señor, ya no puedo amaros más,
Pues como el Padre me ha amado, así os he amado yo.
Os dejo mi vida entera en este Vino y este Pan,
Este Pan que soy yo mismo que me parto y que me doy,
Mi deseo es que os améis de corazón, Yo también os quiero ver
AMANDO HASTA EL EXTREMO, DEJANDOOS LA PIEL,
ENTREGANDO LAS ENTRAÑAS COMO LO HACE UNA MUJER,
EN UNA TOALLA Y UN LEBRILLO, EN UN ACARICIAR LOS PIES,
EN UN MIRAROS HASTA EL FONDO SIN NADA QUE REPROCHAR
Y SIN NADA QUE PEDIR Y CON TANTO PARA DAR.
Sí, te doy todo lo que soy
para que sigas amando.
La lucha por la justicia
entra en esta intimidad,
Que se llena de personas
y rostros que acariciar,
Que me impulsa desde dentro
a comprometerme más,
Todos caben en tu Corazón,
Quiero seguirte, Señor,
AMANDO HASTA EL
EXTREMO…
• Descubrir la presencia adorable de Dios en el mundo
“Debo tener en todas mis acciones presente que estoy en este mundo como en un gran
templo, y que yo, como sacerdote de él, debo ofrecerle continuo sacrificio... y continua
alabanza” (Ae 36)
Canto: En todo amar, adorar y servir…
El mundo es un templo para mí
y toda mi vida alaba al Señor.
Yo te alabo, Señor, y te doy gracias
por las maravillas de la naturaleza:
Por la amplitud y la profundidad del mar,
imagen de la profundidad insondable de tu amor.
Por las estrellas, que encantan a los ojos
en las noches oscuras.
Por el sol y las nubes,
presagios de la lluvia y de la nieve,
que repartes sin discriminación sobre buenos y malos.
El mundo es un templo para mí
y toda mi vida alaba al Señor.
Yo te alabo, Señor, y te doy gracias
por tu imagen divina
marcada como un sello en la frente
de todos tus hijos, de todos los hombres.
Te alabo y te doy gracias
por la alegría de los niños,
por las ilusiones de los jóvenes,
por el gozo de las familias unidas,
por la fe y la esperanza de aquellos
que te siguen descubriendo
a pesar de las contradicciones de la vida.
El mundo es un templo para mí
y toda mi vida alaba al Señor.
Te alabo y te doy gracias, Señor,
porque nos quieres como a las niñas de tus ojos,
por tu amor, que desborda todo entendimiento,
por la cercanía de tu Presencia en la Eucaristía
-mar sin fondo donde siempre podemos bucear-.
En el maravilloso templo de este mundo,
Continuamos el salmo… y a cada intervención cantamos En todo amar…..
• Aprender a ser… “un cuerpo que se entrega”
“Esto es mi cuerpo... Haced esto en memoria mía”
Como tantas veces en mi vida, he escuchado en la Eucaristía estas palabras,
palabras que me hablan de tu amor hasta la muerte y que yo escucho a veces
vencido por la rutina.
Hoy quiero acogerlas como Rafaela María. Dame, Señor, ojos nuevos para verte
y mirarte “como el que sirve”, arrodillado a los pies de todos, lavando y curando
heridas.
Y hazme valiente para imitar tus gestos: lavar, curar, acariciar... ceder el primer
puesto, renunciar a ambiciones, suavizar convivencias, posibilitar la alegría. Así
lo hizo ella, Rafaela María.
Dame, Señor, constancia y humildad para crear a mi alrededor la unidad de tu
cuerpo, para reconstruir una y otra vez tu sueño de una fraternidad abierta y
comprometida, alentando esperanzas, suscitando utopías.
Hago memoria de tu Sangre preciosa, derramada por muchos... y me anima
también el recuerdo de Rafaela María, dispuesta siempre a dar la vida por la
unión y la paz.
Quiero modelar mi vida, Señor, a tu vida -tu vida en el tiempo, y tu vida
entregada en la Eucaristía–. Enséñame Señor a ser un cuerpo que se entrega,
que se ofrece para mediar conflictos, que acepta “la peor parte”, que se agacha
para que “otro se ensalce”.
Abre mi corazón a dimensiones nuevas: a los intereses de tu Corazón que
abraza a todos los hombres.
Como Rafaela María, en espíritu y en verdad, quiero adorar tu Presencia de
Resucitado, presencia de Siervo y Señor, de Dios y de amigo.
Canto: Tu mi Dios, Señor y amigo
“Esto es mi Cuerpo”, dijiste en la última Cena, para anunciar tu amor hasta la
muerte. “Esto es mi Cuerpo” dices ahora, y me remites a tus imágenes
humanas,
al conjunto de tus hijos, marcados para siempre con un sello divino.
Aunque lo olvido muchas veces, ellos también son tu Cuerpo.
Quiero adorarte, Señor. Y quiero amarte en tus hijos
extendidos por el ancho mundo.
Vengo a la adoración a hablarte de ellos; tal vez así llegue al convencimiento
de que son parte de Ti, parte, también, de mí.
Pongo ante Ti, Señor, a mis hermanos: sus preocupaciones, sus alegrías y
dolores, sus logros y sus tropiezos. Enséñame a cargar con sus dolores y dame
la gracia de atraerlos a ti.
Ensancha, Señor, mi corazón para que quepan todos. Quiero que vengan
conmigo hasta Ti.
Canto: Sí, te doy todo lo que soy para que sigas amando….