Download Homilía - Diócesis de Toluca

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Homilía de Mons. Francisco Javier Chavolla Ramos en la Consagración
de las familias
Muy queridos hermanos sacerdotes, muy queridos hermanos y hermanas en el Señor;
hermanos y hermanas de la vida consagrada; senadora; señor presidente; al representante del
gobernador, gracias por estar con nosotros.
Quiero bendecir a Dios y darle gracias por el regalo que nos ha dado, de ver a todos ustedes,
todas estas familias que representan a las familias de la Diócesis de Toluca, para mí es un
honor y una gran alegría estar aquí con ustedes; sobre todo yo como su pastor, quiero ponerlos
en las manos de Dios.
¡Vamos hijos! Hoy Dios los abraza, los invito a que sientan ustedes, experimenten el abrazo
de Dios. Y no es simplemente un abrazo que quiera darles así como un padre quiere abrazar
a su hijo, vas más allá, ese abrazo es para protegerlos, es para decirte tú eres mío, tú me
perteneces, tú estás en mis brazos, por eso que toda familia hoy se sienta abrazada por Dios,
es decir, amada por Dios, protegida por Dios.
Éste es uno de los objetivos que nos hemos propuesto, que ustedes experimenten en primer
lugar, ese amor especialísimo de Dios; segundo, que nunca olviden que su lugar no es el
mundo, su lugar no es la sociedad, la sociedad está en el corazón de Dios.
-¿Dónde está su lugar? -¡En el corazón de Dios!
-¿Quieren estar en el corazón de Dios? -¡Sí!
-¡Benditas familias de Toluca! -¡Benditos ustedes porque son privilegiados!
-¿Por qué consagrar a las familias? ¿Por qué consagrar esta Diócesis de Toluca?, que no
únicamente incluye a las familias que creen en Dios, sino a todas las familias, que quieren
ante todo, ser bendecidas y amadas por Dios aunque no sean católicas, porque Dios es nuestro
Padre universal. Y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, Dios los ama y los
bendice.
Éste es el objetivo, y les decía ¿por qué consagrar a las familias y a la Diócesis? En primer
lugar, ¿qué significa consagración? Consagrar significa “pertenecer”. Al consagrar a las
familias quiero entregarlas a Dios.
-¿A quién le pertenecen las familias de Toluca? -¡A Dios!
-¡No al mundo, no al mundo, sino a Dios!, y esto es lo que quiero que ustedes sean
conscientes, pero que también quieran, quieran ustedes pertenecer a Dios.
¿Oiga Señor Obispo, y usted de dónde está tomando todo esto? A lo mejor nos lo quiere
pintar muy bonito, pero ¿Dónde nos dice la Sagrada Escritura esto? Recuerden que en el
evangelio de San Juan, en la oración que Jesús le dirige al Padre, le dice: “Padre, te pido por
los que me has dado, no te pido por el mundo, te pido por los que tú me has dado, ellos son
míos”. - ¿No se acuerdan de ese texto? -¡Sí! -¿Entonces de quién somos? -¡De Dios! -No te
pido por el mundo, te pido por ellos que no son del mundo, están en el mundo pero no
pertenecen al mundo.
-Hijos, esto lo deben tener muy grabado, por eso esta experiencia de Dios quiere en realidad
cimentarse en su corazón y por eso quise, hijos, que tomaran el evangelio de Mateo, ¿qué es
pertenecerle a Dios? ¿cómo pertenecerle a Dios?
Hijos, Jesús nos pone un ejemplo mucho muy sencillo, que lo podemos entender
perfectamente, y es la relación entre su Palabra y la vida, entre la escucha de la Palabra y la
puesta en práctica de la Palabra. Y así lo dice: el que escucha mi Palabra y la pone en práctica
se parece a aquel hombre que construyó su casa sobre roca, vino la lluvia, bajaron las
crecientes y dieron contra aquella casa y no pudieron hacerle nada ¿Por qué? Porque estaba
construida sobre roca. Dice, en cambio el que escucha mis palabras y nos las pone en práctica,
no las vive, se parece a aquel hombre imprudente, que construyó su casa sobre arena, vinieron
las lluvias, bajaron las corrientes, dieron contra esa casa y desapareció, se la llevó ¿por qué?
Porque no tenía cimientos.
Hijos, esto es muy claro. El día de ayer estábamos celebrando la fiesta de San Pedro y San
Pablo -¿se acuerdan ustedes cómo se llamaba antes Pedro? -¡Simón! -Simón, muy bien, como
dicen ahí los jóvenes -¡Bien, simón! Se llamaba Simón y ¿quién le cambió el nombre?
-¡Jesús! -¿Y cómo le puso? -Pedro -¿Qué significa? piedra, roca -¿Por qué? Miren, en la
Sagrada Escritura, al referirse en la firmeza, en el fundamento o el verdadero cimiento toman
la imagen de la roca, la piedra.
El verdadero cimiento es la roca y era sólo sobre la persona de Pedro o lo que Pedro también
había expresado -¿Que había expresado Pedro? -¡Su fe! -Tú eres el hijo de Dios, tú el Mesías,
sobre esta fe, sobre esta roca, la fe en el hijo de Dios está precisamente cimentada la iglesia,
por eso la fe de Pedro viene siendo el cimiento. Pedro es fundamental porque así quiso el
Señor en la fe.
Por eso, queridos hijos, cuando el salmista dice a Dios, refiriéndose a su firmeza: “tú eres mi
roca, mi fortaleza, mi salvación, tú eres el cimiento de mi vida”. Entonces hijos, eso es lo que
quiero también hoy que ustedes entiendan que consagrarse a Dios es construir su vida en
Dios, ¿por qué razón? ¿Qué es lo que está sucediendo hoy? Ya lo saben ustedes, pero
permítanme resumirles algún aspecto, así sencillo:
La humanidad siempre ha creído en el matrimonio y en el matrimonio no estoy hablando del
matrimonio religioso; nosotros como creyentes, creemos que Dios creó al hombre y a la
mujer -¿Sí o no? -¡Sí! -Creó a Adán y a Eva, no dos Adanes, no dos Evas ¿verdad que no?
Hijos, esto es lo que creemos pero no podemos imponer nuestra fe a los demás. Eso que
quede claro, pero ¿la naturaleza que nos dice? Desde que el hombre es hombre ha existido
“hombre y mujer” y entonces ¿de dónde viene la vida? Del hombre y la mujer. De eso nos
habla la naturaleza. Hoy se ha descubierto en el ADN, haber quítense un pelo de la cabeza y
mándenlo a analizar y descubrirán que el ADN dirá: este cabello pertenece a un hombre, este
cabello pertenece a una mujer; nunca dirá, este pertenece a un género indefinido ¡No lo dice!
La naturaleza habla hijos, no es la fe. La naturaleza habla.
Otro ejemplo donde habla la naturaleza: inviten a unos hombres y mujeres y que los lleven a
una isla lejana, sola. Pónganles comida, medicina, pónganles todo y déjenlos que pasen allá
algunos años y en otra isla lleven a puros hombres y déjenlos que pasen algunos años.
Pasados unos 30 o 40 años regresen, donde estaban puros hombres empezaron a morir y lo
único que queda son viejitos consumados o algunos esqueletos y donde pusieron hombres y
mujeres van a haber un montón de chilpayates -¿Qué dice la naturaleza? -¿Dónde está la
vida? Hijos, no es la religión, la naturaleza habla. Ahora está hablando ¿Qué es la naturaleza?
¡Ay, por favor! La estamos viendo y cuando la estamos deteriorando aún la naturaleza se
revela.
Hijos, pero hay que respetar, pero no solamente respetar, también hay que defender lo que es
la naturaleza, hay que custodiar la naturaleza, hay que promover la naturaleza, no lo
antinatural. Pero aparte queridos hijos, hay que defenderla siendo nosotros, hombres y
mujeres coherentes. Sería un “antitestimonio” que nosotros exigiéramos el cuidado de la
naturaleza sin ser coherentes. Tenemos que empezar por nosotros mismos, en saber custodiar
lo que creemos, es decir, vivir lo que creemos, no solamente decir que creemos, sino también
vivirlo. Por eso, bienaventurado el hombre –así lo dice Lucas- que escucha la Palabra y la
pone en práctica, es decir, la vive.
No podemos nosotros creer en la Palabra sin vivir la Palabra; precisamente lo que nos pide
Jesús, ser hombres y mujeres prudentes, hombres y mujeres creyentes que escuchemos y que
vivamos. No podemos sólo decir que somos católicos sin vivir lo que creemos.
En otras palabras, pongan a Dios como su cimiento. Dios es su roca, su fundamento. Dios es
precisamente la firmeza de la familia, de la vida, de la persona, de la sociedad y aquí hay una
gran diferencia hijos, nosotros queremos y a quienes nos tocó vivir los años anteriores, yo
soy del 46, ya 70 años, por mí si quiere el Señor ya mañana, mañana nos vamos, yo ya viví;
pero el que viene atrás, pobres de ustedes y los jóvenes y los niños que vienen ¿qué mundo
les tocará?
A nosotros nos tocó cimentar una sociedad con principios y valores. Hoy lo que quieren
cimentar es una sociedad, la vida en preferencias, preferencias sexuales. -¿No es cierto? -¡Sí!
-Es decir, ya no en principios y valores hijos, sino en “gustos”. No es permitido, el hombre y
la mujer deben tener un cimiento y la familia debe tener un cimiento, o díganme: ¿México
no tiene una Constitución? ¿Que no es el cimiento de la sociedad? Y ¿por qué querer cambiar
una Constitución que es firmeza, que es fundamento, por antojos y preferencias?
¡No es posible! y no estoy en contra de la persona del presidente, no estoy en contra de la
persona del gobernador, no estoy en contra de la Cámara de Diputados o los senadores ni
estoy en contra de los gays ni de homosexuales. Estoy y los invito a estar en contra de lo
“antinatural”, del error, de la mentira, de la falsedad, del abuso. Eso es lo que no permitimos.
Las personas mis respetos, mis respetos al señor presidente, mi respeto a la Cámara de
Diputados, mis respetos a los homosexuales. La Iglesia y yo, su obispo, también los amo,
aunque no estoy de acuerdo con su forma de vivir, pero se merecen el respeto. Estoy a favor
de sus derechos no de la falsedad de derechos, no de supuestos derechos que se han inventado.
Estoy a favor, precisamente, de la riqueza que ellos aportan, pero no estoy a favor de que se
denigre al matrimonio y menos que se pervierta a los niños, no es posible.
Por eso hijos, llamémosle pan al pan y al vino vino; no engañemos las cosas, nos las
envolvamos con situaciones tan bonitas. Defiendo y amo la familia, pero en lo natural, no en
la familia que se cimienta en caprichos y en gustos.
Por eso ustedes, queridos hijos, cimiéntense en Dios. Dios es su cimiento. Dios es su roca.
No quiero familias endebles. No quiero familias que estén ahí simplemente dejándose llevar
por sus gustos y caprichos. No hijos, familias fuertes, valientes, cimentadas en el corazón de
Dios, ¿ya entendieron por qué quiero consagrarlas al corazón de Jesús y al corazón de María?
Porque María es una madre que educa, es una madre que enseña la rectitud, la verdad y ama
a todos y Jesús es el fundamento de nuestra vida, es el fundamento de nuestra fe. Por eso que
cada familia entre al corazón de Jesús y entre al corazón de María y que no sean engañados,
no es un bien, no es un derecho lo que se quiere poner como ley.
Hay que saber defender, pero en el respeto, en el orden, en la justicia, en el derecho no en la
agresión, no en el rechazo, no en el denigrar a las personas, no rechazarlas ni señalarlas;
simplemente ser lo que estamos llamados a ser: ejemplo de amor y respeto, de vida coherente
en Dios. Eso es a lo que los invito queridos hijos.
¿Ya les quedó claro lo que pretendemos hacer? Hijos: ¿quieren ser abrazados por Dios?,
¿quieren poner su familia en el corazón de Jesús? ¿Quieren poner su familia en el corazón de
María? Hijos, déjense abrazar por ellos, déjense proteger por ellos, déjense bendecir por ellos.
Estoy seguro que hoy Jesús y María están aquí con nosotros, déjense abrazar.
Yo no los veo pero los siento. Yo no veo ahorita su presencia corporal, pero la siento y el que
quiera sentirlo abra su corazón y dígale:
¡Quiero ser tuyo para siempre, quiero ser familia viviendo en tu corazón!
Que Dios se los conceda.