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Madre de la palabra Qué lejano Nazaret, Pero que cerca el recuerdo De Jesús y los años vividos con ÉL, en Él En tu corazón simple, generoso y sin doblez Escuchas, meditas guardas La palabra de Dios hecha carne en tu ser, en tu ser. CONTIGO LLEGÓ EL EVANGELIO, CONTIGO LA PAZ Y EL AMOR TÚ NOS DESVELASTE EL MISTERIO DE AQUEL QUE TU VIENTRE ENGENDRÓ Y ese “sí” sincero, te llevó al pie de la cruz Y en medio de la tristeza Nos transmites la fuerza de tu hijo Jesús, al pie de la cruz Madre de la Palabra, Virgen generoso y fie, Sólo así, a través de ti nuestros pasos Irán dirigidos a Él, tras Él. ALELUYA, ALELUYA ALELUYA, ALELUYA (3) Tantas cosas en la vida Tantas cosas en la vida nos ofrecen plenitud y no son más que mentiras que desgastan la inquietud. Tú has llenado mi existencia al quererme de verdad. Yo quisiera, Madre Buena, amarte más. en silencio escuchabas la palabra de Jesús y la hacías pan de vida meditando en tu interior. La semilla que ha caído ya germina y está en flor, con el corazón en fiesta cantaré. AVE MARIA (4 veces) Desde que yo era muy niño has estado junto a mí y, guiado de tu mano, aprendí a decir sí. Al calor de la esperanza nunca se enfrió mi fe y en la noche más oscura fuiste luz. No me dejes, Madre mía, ven conmigo a caminar, quiero compartir mi vida y crear fraternidad. Muchas cosas en nosotros son el punto de tu amor, la plegaria más sencilla cantaré. AVE MARIA (4 veces) SEÑOR, ENSEÑANOS A ORAR, A HABLAR CON NUESTRO PADRE DIOS. SEÑOR, ENSEÑANOS A ORAR, A ABRIR LAS MANOS ANTE TI. Orar con limpio corazón que sólo cante para ti, con la mirada puesta en ti, dejando que hables, Señor. Orar buscando la verdad. Cerrar los ojos para ver. Dejarnos seducir, Señor, andar por tus huellas de paz. Orar hablándote de ti, de tu silencio y de tu voz, de tu presencia que es calor, dejarnos descubrir por ti. Orar también en sequedad. Las manos en tu hombro, Señor. Mirarte con sinceridad. Aquí nos tienes, ¡oh Señor! Hoy Señor te daré Hoy Señor te daré las gracias por mi vivir; por la tierra y mis amigos, porque siempre fui feliz. Por el tronco en que nací y la savia que encontré, y los brotes que nacieron portadores de tu fe. Por las veces que caí y las que me levanté, porque siempre en ellas vi el amor de tu poder. Por lo bueno que viví y en lo que sentí dolor; siempre en todo yo te vi: Te doy gracias, Señor.