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Raúl Lara Quevedo
Director Rutas Literarias
Delmy Loría Canul
Coordinadora Rutas Literarias
Lorena Castellanos Rincón
Maquetación y diseño
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Índice
Página
Pretty face, fragil heart
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El sueño más extraño
5
Gracias por despertarnos
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La Luna y el Zorro
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despertarnos
Pretty face,
fragil heart
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Nuestra historia comienza en un pueblecillo lejano, con una chica que sie m pre fue capaz de ver la belleza en otros; pero por alguna razón, nadie po día ver la belleza en e lla a pesar de ser hermosa. E ra una chica con grandes
aspiraciones y que siempre quiso salir de aquél pueblecillo rodeado po r el
bosque.
Un día, cansada, agobiada e insegura, debido a que fue creciendo con la espi na en e l corazón de que nunca le hicieron un cum plido, y que comenzó a vi vir sin creer ella misma por sentirse horrenda, huyó de casa hacia el bosque.
Corrió muy rápido, hasta que se sintió lo suficientemente lejos, y se echó a
llorar e n un pe queño c laro, hasta que levantó la vista y el brillo de una luz
la cegó por un momento. Se levantó siguiendo la luz y se encontró con un
e norme espejo, se miró he cha un desastre, con ramas en el cabello y lodo en
el vestido, se soltó el cabello y se limpió un poco la cara
-¿Por qué nadie ve la be lleza en m í? –preguntó .
No esperaba una respuesta, hasta que el espejo le habló :
-Todos han envidiado tu belleza física y del corazón, envidian tu capacidad
de ver la be lleza ajena.
Se asustó ante e l acto y se sorpre ndió de la respuesta. Decidió quedarse con
el espejo. Pasaron los días y el prínc ipe, futuro rey, la encontró, se enamoró
perdidamente de su be lleza y se la llevó a ella y al espejo al castillo. Al paso
de los años e l príncipe murió antes de poder ser rey, y el monarca vigente ,
ya con su esposa también fallecida, desposó a la princesa.
M uchas noches despertó llo rando de las pesadillas de su pasado, cuando na d ie la creía he rmosa, y poco a poco la vanidad y el recelo de que su esposo, e l
rey, adulara a otras ensombreciero n su corazón, lo cual llevó a que lo mata ra.
3
fragil heart
B lanca Nieves, la causa de que su vanidad se viera afectada y en parte de
que s u corazón se tornara más oscuro, crecía como una sirvienta gracias a
ella. Pe nsaba que si la jove n pe rmanecía siempre fachosa y mugrienta, como
cuando ella encontró el espejo, entonces seguiría siendo la más bella .
Los días pasaban, Blanca Nieves crecía siendo más bella y amable, y la reina
se ensombrecía más, lloraba más.
En el fo ndo no quería ser la villana, ella sólo que ría estar segura, no deseaba
volver a v ivir los días en que nadie notaba su belleza, no quería volver a ver
la belleza de nadie más, que nadie viera la suya; no quería seguir llo rando,
hacer de nuevo la pre gunta de quién es la más hermosa y no escuchar su
nombre; despe rtar día con día con el temor de que la reemplazaran; porque
sentía que al oscurecerse su corazón, la belleza física era lo único que tenía.
En el fondo su mente e ra débil, no sabía que huyó para no tener que lid iar
contra los monstruos de su pasado y terminó siendo uno de ellos, no po rque
su belleza física se fuera, sino porque la verdadera belleza en su corazón se
había esfumado.
¿Qué cómo lo sé? Me duele admitir que es mi historia y que desearía que esto
fuera una pesadilla.
Romina Alférez
Preparatoria UADY No. 1
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El sueño más
extraño
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Desperté con un sabor amargo en la boca, sintiendo que el aire me pegaba
c on violencia e n la cara. Con la ausencia de gente en el parque y con en el
cielo grisáceo que advertía la lluv ia, tomé el camino a casa. No recordaba
la razón por la cual estaba ahí, en el parque, intenté recordar, pero fue en
vano.
La lluvia ya había empezado cuando lle gué a mi casa. Entré y saludé es pe rando ser correspondido, pero no se halla ba nadie. Sólo se escuchaba
el sonido de la radio con interferencia, me dispuse a apagarla e ir a mi
habitación pero e n ese momento escuché que gritaron mi nombre en un
tono muy agudo:
-¡Hey, Gabriel!
Volteé por todos lados para ver de quién pro venía aque lla vocecilla .
-¡Aquí en la sue la de tu zapato, tonto !
Me agaché y me percaté del hombre, que era del tamaño de una ho rmiga y
cuya forma de vestir e ra muy extra ña.
-¿Quién e res tú y por qué sabes mi nombre ?
-Eso no importa, necesitamos tu a yuda.
-¡Claro que importa amiguito !
-Bueno, te diré luego, sólo si prometes ayudarme.
-¿Cuál es tu nombre?
-Bills, pero me puedes decir “Bizco”.
-Bue no, ¿y por qué necesitas mi ayuda?
-Sabemos que tú e res una persona muy alta y frecuentas mucho el parque
-en realidad no era tan alto, solo era promedio-, y por eso necesitamos que
nos bajes el Fruto Sagrado que está en el árbol.
-Está bien, ¿no tomará mucho tiempo, verdad?
-No, sólo cinco minutos.
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-Bue no, en marcha. -A mí sólo me importaba saber el motivo y la razón por
la c ual me desperté e n el parque, y algo me decía que este pequeño lo sabía.
Con la lluvia, me aventuré con B izco al parque. Cuando llegamos él me guió
por un camino desconocido, llegamos a un manzano demasiado largo , a un
lado se encontraba un pequeño orificio donde había más s ujetos como Bizc o
y vestidos de la misma mane ra extraña. Bizco me pidió que bajara el Fruto
Sagrado, y extend ie ndo un poco el brazo lo separé sin mayo r esfuerzo del
árbo l
-Aquí tienes tu manzana.
-¿Manzana?
-¡Perdón! , el Fruto Sagrado.
-Vaya, eres muy raro amigo.
-¡Bue no, da igual, ahora dime!
-Je,je. Sin tanta prisa Gabrie l, ahora se lo tienes que lle var a nues tra reina.
-¿Y qué pasaría si no lo hago?
-Tend rías una mald ición que te perseguiría por mil años.
Sin más preguntas, me acerqué a aquel agujero, agachándome para poder
introducir el fruto. P ude notar que la reina era como los hombrec illos, con
una única diferencia: ella te nía el pelo largo, de color negro. Su coro na esta ba hecha del pétalo de una flor roja y su trono de la cáscara de una naranj a,
dejé e l Fruto Sagrado a un lado de su tro no y me alejé sin que ella se diera
cuenta.
-Bueno , Bizco, ahora dime lo que prometis te, ¿cómo sabes mi nombre?.
-Bueno , todo empezó cuando tu…
En ese momento sentí un pinchazo en el pie, eran varios hombrecillos, m e
clavaro n una espadita del tamaño de un alfile r. En los pocos movimientos que
pude realizar al quitar aquella espadita, me percaté que tenía una sustancia
acuosa. Caí desmayado al piso.
Desperté con un sabor amargo en la boca, s intiendo que el aire me pegaba con
violencia e n la cara, con la ausencia de gente en el parque y con en el cielo
grisáceo que adve rtía la lluvia, no recordaba nada.
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Darien Ricardo
Alemán Almeida
Preparatoria
UADY No.1
fragil heart
Gracias por
despertarnos
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Este es un re lato sobre un día o rdina rio en mi vida. Estaba emocionada
por hacer algo diferente durante mi exis tencia en la prepa. Term inó el
descanso y comencé a camina r po r esos pasillos conocidos, para des pués subir las escale ras y al fin llegar. La puerta la conocía desde hacía
dos años y un poco más. Colo qué la mano en la puerta y la empujé. No
había nadie e n e l lugar. Ella lle gó más tarde, cuando estuvo aquí, ya
habían llegado los otros, todos diferentes y estaban aquí po r un mismo
motivo. Ella estaba aquí para llenar nuestras mentes de magia, aunque
d igan que no existe, e lla demostró lo contrario. Se dedicaba a las letras
en la mayoría de s u tiempo, pero en secreto era una heroína, desconozco
si puede volar, mover objetos o leer nuestra mente.
Ella me enseñaría en qué creer o por lo menos me daría una idea, yo era
un pasillo largo y oscuro y ella era la luz, no estaría sola. Todos con un
poco de razón dentro de ellos saben que las letras, las histo rias, nunc a
te abandonan, pues es mejor compartirlas con alguien. La locura no es
mala, por supuesto que no, esa locura nos ayudaba a despejar los pie s
del lodo y destruir los lím ites.
No sabía cómo sería, sólo quería que habla ra y nos embriagara con las
letras, esperaba con ansias po r una palabra suya, quería que menc ionara
esas grandes historias con pasió n y que con cada una de sus palabras me
alejara del aburrido mundo sin historias fascinantes.
A pesar de que la sala no estaba completamente ocupada, éramos sufi cientes (y a veces suficie ntes es mejor que una multitud ), cada uno dife rente al otro, todos inexpertos; pero todo saldría bien, era el momento
ind icado y el lugar adecuado, aquí no exis tían ataduras para nuestras
almas, aquí se respiraba y sentía la gloria de la libe rtad, aquí se podría
decir lo primero que estuviera revoloteando po r nuestra mente, sin ne cesidad de sentir pena, vergüenza o miedo. Este era nuestro peque ño e
infinito universo. Aunque te vayas, nunca te dejaremos ir.
Shirley Aguilar
y Yaremi Chan Padilla
Preparatoria Uady No.1
7
despertarnos