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BlancaLópezIbor:elquerersiemprecomprendermehallevadoauna
mudanzadelalma
Bajo el lema de este año “las fuerzas que cambian la historia son las mismas que
cambian el corazón del hombre”, dos mujeres testimonian la experiencia de
construir partiendo de algo que mueve al corazón.
Hoy a las 16:30 tenía lugar en
Encuentromadrid la ponencia organizada
por la Asociación Medicina y Persona bajo
el título “Una semilla donde nadie espera”,
en la que han intervenido la jefa de
servicio de la Unidad de Hematología y
Oncología Pediátrica del Hospital de
Madrid-Montepríncipe, Blanca López
Ibor; la madre Claudia Cuello, directora
del Cottolengo del Padre Alegre; e Inocencio Arias, diplomático y patrono de la
fundación CAÍCO.
Durante la ponencia, moderada por la neuróloga Inmaculada Navas, Blanca López
Ibor declaró que lo que a ella le mueve “ha sido siempre la necesidad de
comprender”. Así, expresó que lo que hizo que se adentrara tanto en el mundo del
cáncer infantil fue el no entender que un médico una vez le sugiriera que no se
encariñara demasiado con los enfermos, “porque sufrirás mucho”. Ante la
exigencia de justicia y comprensión que se adueñaron de ella tras esta
provocación, “una fuerza movió el corazón” de la oncóloga infantil, que decidió
estudiar a fondo “la enfermedad del cáncer en la totalidad de su dimensión: no sólo
la física, sino también la psíquica, la social y la espiritual”.
“No puedo confiar en un médico que no me mira a los ojos”. Blanca López Ibor
repetía esta frase de un niño enfermo de cáncer para referirse al hecho de que, en
la mayoría de los casos, “no se parte del niño y sus circunstancias para construir.
Nosotros procuramos que sea el hospital el que se adapte al niño y no al revés, de
ahí que estemos disponibles 24 horas al día todos los días- no queremos que el
paso del niño por el hospital suponga un paréntesis en su vida que nada tenga que
ver con ella”.
En su intervención, la madre Claudia Cuello, directora del Cottolengo del Padre
Alegre, donde se cuida a enfermos que no tienen recursos y cuyas enfermedades
son incurables, resaltó el hecho de que allí “no tenemos nada y lo tenemos todo”.
Refiriéndose a la fe como “un encuentro con el Misterio”, la madre Claudia Cuello
declaró que “es la Providencia la que nos revela que Dios Padre tiene como
predilectos a estos enfermos”, y que lo que da sentido en la vida es “dejar a Dios
ser Dios”, queriendo decir con ello “que Él sabe lo que necesitamos y nos lo hace
llegar, aunque no sea siempre de la manera que esperamos”. La directora del
Cottolengo del Padre Alegre concluía diciendo que, “si nos lo aseguramos todo, no
dejamos espacio para que Él actúe”.
Por su parte, Inocencio Arias contó las diferentes aportaciones que realiza la
fundación CAÍCO, de ayuda y cooperación al cáncer infantil, en el mundo mediante
la mejora de las condiciones de vida de los niños hospitalizados y sus familiares, el
apoyo socio-económico a las familias y el fomento y desarrollo de proyectos de
investigación y becas de formación de profesionales en oncología.