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ECUANIMIDAD: LA CUARTA MORADA
Por Roshi Joan Halifax
-Traducción Santiago Avilés LeeTomado de,
Upaya Zen Center
www.upaya.org
La cuarta morada, ecuanimidad, es la compañera perfecta de la
compasión. La ecuanimidad es la estabilidad de la mente que nos
permite estar presentes con un corazón abierto sin importar qué tan
maravillosas o difíciles sean las condiciones. Se dice que las cualidades
ilimitadas de la bondad amorosa, compasión y alegría altruista se
desprenden de la ecuanimidad.
La ecuanimidad está fundamentada en la experiencia de dejar ir. El
mundo dentro y alrededor nuestro, está cambiando constantemente.
En un momento tu hermano está vivo, en el siguiente está muerto por
un accidente automovilístico. Una mañana tu sientes una masa en tu
seno y tu vida cambia en una forma que no puedes evitar. Una tarde
el doctor te dice que tienes un cáncer inoperable con tres meses de
vida. El año siguiente, libre de cáncer, estás volviendo a juntar los
pedazos de tu vida.
¿Qué tipo de mente y corazón puede estar fuerte y abierto y no caer
presa de las reacciones condicionadas? ¿Podemos estar en duelo y a la
vez no aferrarnos al duelo? ¿Podemos sentir el dolor postoperatorio y
no aferrarnos a éste? ¿Podemos estar con lo desconocido y abrirnos a
la confianza al mismo tiempo?. La mente que ha percibido la verdad
del cambio y la verdad de la causa y efecto, lo que los budistas llaman
karma, puede hacerlo. Plantar semillas de bondad, amor, compasión y
alegría nos ayuda a montarnos en las olas del cambio sin ahogarnos.
La ecuanimidad es la capacidad de estar en contacto con el sufrimiento
y al mismo tiempo no ser arrasados por éste. Es la espalda fuerte que
da soporte al suave frente de la compasión. Estas cualidades
interdependientes son la base para el trabajo efectivo con el
sufrimiento. La ecuanimidad nos permite la calma radiante, la paz y
la confianza que recibe el mundo y al mismo tiempo nos hace posible
dejar ir el mundo.
La meditación tradicional en la ecuanimidad nos ayuda a recordar la
verdad de la naturaleza impermanente y de la causa y efecto: "todos
los seres son dueños de su karma. Su felicidad e infelicidad dependen
de sus acciones, no de mis deseos hacia ellos". Esto puede sonar duro,
algo despiadado, pero es cierto. La ecuanimidad es compasión
implacable.