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El Señor me ha puesto al cuidado de tu alma y te recuerdo continuamente en mis oraciones, suplicándole que te dé la gracia para llevar a término lo que por su bondad has comenzado. Y no me des las gracias, que yo soy un descuidado, dáselas al Señor, que tomó sobre sus hombros todas nuestras cargas y de corazón cuida de todas nuestras necesidades. Y, porque te ama tanto, me pide a mí que me acuerde de ti. El don de la gracia Y, de parte suya, te pido que mires el tesoro que el Señor ha puesto en ti. Es tu corazón el que da testimonio de esto y da muestras de cuánto le amas. Alégrate de haber sido llamada y amada por el Señor. No hay un regalo tan grande San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia Carta 118, a una doncella (adaptación) 19 19 Sepan todos que nuestro Dios es amor 20 como recibir un corazón nuevo y deseos de agradar al Señor. Por eso, todo aquel que ha recibido este don debe tener cuidado para que lo que se nos ha dado para nuestra salvación, no se convierta en ocasión de ofenderle. Los ojos puestos en el cielo Si caminas hacia el cielo, no te conviene detenerte en las cosas de este mundo; ni volver los ojos hacia lo creado cuando amas a Dios. Si lo piensas, poco dejarías por Dios, aunque dejaras mil mundos. Porque todo lo creado, en comparación con el Creador, a quien buscas, es como un granito de trigo. Tienes que saber que el mundo pasa, también sus placeres, y solo permanece para siempre quien vive cerca de Dios. Pon tu deseo donde están los bienes verdaderos y eternos. No pongas en peligro el cielo por los quehaceres cotidianos y no te acerques a peligros, porque quizá caigas y pierdas la gracia de Dios. San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia Libre, camina hacia el cielo y no te contentes con hacerlo de cualquier manera, sino lo mejor que puedas. Dios te abrió los ojos para conocerle, así que no te ciegues con las cosas, vive en verdad, cuida de que tu alma sea bella para Dios y no pongas el corazón en las cosas, aunque tengas que ocuparte de ellas. Vivirlo todo en presencia de Dios Levantar las manos y el corazón al Señor, dice el profeta Jeremías. Porque, aunque tengamos que hacer cosas, el corazón no puede estar puesto en ellas, sino levantado hacia el Señor, haciendo por amor lo que hacemos. Así, por más pequeño que sea lo que estamos haciendo, se engrandece y se eleva, porque no lo hacemos por interés o porque nos apetece, sino por amor a Dios. Y de esta manera nunca te faltará tiempo para pensar en Dios, porque, tengas que trabajar o no, si amas, tu pensamiento siempre estará donde esté tu amor. Y estarás descansada en el trabajo, serás libre, aunque estés ocupada, y no caerás, aunque tropieces. 21 21 Sepan todos que nuestro Dios es amor Siempre con Cristo Vela y ora para no caer en la tentación (cf. Mt 26, 41), lee buenos libros, comulga y confiésate las veces que puedas. Sé mansa con los que se enfadan y humilde con los soberbios, sirve a los que viven contigo; y todo por amor a Aquel que se abajó para servir a sus apóstoles hasta ponerse de rodillas ante ellos y lavarles los pies. Atrévete a seguir al Señor en obediencia y humildad, en la caridad y en la paciencia. Si eres su compañera en los sufrimientos, también lo eres en su felicidad. Llevando parte de su cruz, tendrás parte en el Reino, que os dará el mismo Jesucristo, que vive y reina por siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 22