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¿Podemos ser realmente felices?
La felicidad es uno de los bienes más deseados por el ser humano, pero
no puede ser comprada ni en el supermercado, ni está a la vuelta de la
esquina.
Hoy existe toda una industria que viene bajo el nombre de auto-ayuda.
Con pedazos de ciencia y de psicología se procura ofrecer una fórmula
infalible para alcanzar «la vida que usted siempre soñó».
La mayoría de los que buscan la felicidad intuyen que no pueden
encontrarla en la ciencia o en algún centro tecnológico. Tienen conciencia
que la felicidad, debe venir de dentro, del corazón y de la sensibilidad
que tengamos.
Debemos tener claro: no podemos ir directamente a la felicidad. Quien lo
hace así es infeliz casi siempre. La felicidad resulta de algo anterior: de la
esencia del ser humano y de un sentido de justa medida en todo. Y esa
esencia reside en su capacidad de relacionarse, con el universo, con la
naturaleza, con la sociedad, con las personas, con su propio corazón y
con su Dios.
Ser feliz es encontrar la justa medida y equilibrio en relación a opuestos
como realizaciones y frustraciones, violencia y cariño, monotonía y
situaciones plenas, salud y enfermedad, y por último, la misma muerte,
que no es enemiga de la vida, sino un salto rumbo a un otro orden más
alto y significativo.
Ser realista, asumiendo creativamente lo incompleto de la vida humana,
intentando, día a día, escribir derecho con renglones torcidos. La felicidad
sostenible es solamente la que nace del carácter relacional del ser
humano. Feliz es quien consigue aceptar la vida tal como es.
¿Pero qué significa ser feliz y estar feliz? Existen dos tiempos de la
felicidad, el tiempo vertical y el tiempo horizontal. El vertical es el
momento intenso, extático y profundamente realizador: el primer
encuentro amoroso, el nacimiento del primer hijo. La persona está feliz.
Es un momento impactante, muy realizador, pero pasajero.
El horizontal es el que se extiende por el día a día, como la rutina con sus
limitaciones. Manejar sabiamente los límites, saber negociar con las
contradicciones, sacar lo mejor de cada situación: eso hace a la persona
ser feliz.
En la relación matrimonial puede entenderse mejor esta diferenciación.
Todo empieza con el enamoramiento, la pasión y la idealización del amor
eterno, lo que lleva a querer vivir juntos. Es la experiencia de estar feliz.
Pero, con el pasar del tiempo, el amor intenso cede el paso a la rutina y a
la reproducción de un mismo tipo de relaciones con su desgaste natural.
Ante esta situación, normal en una relación de dos, hay que aprender a
dialogar, a tolerar, a renunciar y a cultivar la ternura sin la cual el amor se
extenúa hasta convertirse en indiferencia. Aquí es donde la persona
puede ser feliz o infeliz.
Estar feliz es un momento. Ser feliz es un estado prolongado. Éste se
prolonga porque es siempre recreado y alimentado. Alguien puede estar
feliz siendo infeliz, es decir, tiene un momento intenso de felicidad, igual
que puede ser feliz, sin estar feliz.
Padre Pacho
[email protected]