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TODO UN PAÍS DISPUESTO
El verdadero cambio se da cuando miramos al error en la cara. Cuando lo dejamos de
excusar, de evadir y de llorar. Iniciamos el proceso de ser mejores cuando levantamos la
mano como signo del “Me hago responsable”, cuando decidimos dejar de hablar y por fin
escuchamos lo que otros quieren decirnos, cuando aceptamos ese diagnóstico que tanto
evadíamos, cuando vemos más allá de calle última.
El verdadero cambio se da cuando ponemos nombre a nuestras debilidades. Cuando
las reconocemos, cuando las empezamos a detestar y tomamos medidas para
superarlas. Se da cuando decidimos bien, un día a la vez. Cuando tomamos al dolor
como alarma para entrar en razón.
“Si tú DISPUSIERES TU CORAZÓN y extendieres a él tus manos; si alguna iniquidad
hubiere en tu mano, y la echares de ti, y NO CONSINTIERES QUE MORE EN TU
CASA la injusticia, entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y SERÁS FUERTE, y
nada temerás; y OLVIDARÁS TU MISERIA, o te acordarás de ella como de aguas que
pasaron. La vida te será más clara que el mediodía; aunque oscureciere, será como la
mañana. Tendrás confianza, porque HAY ESPERANZA; mirarás alrededor, y dormirás
seguro”.
Fue escrito hace miles de años en el libro de Job, en la Biblia. ¿Díganme si su mensaje
no es vigente para el siglo XXI? Habla de arrepentirnos, de tomar medidas, de no tolerar
en nuestra “casa” la injusticia, de levantarnos más fuertes, de olvidarnos del pasado y
buscar la esperanza del mañana. Habla de recuperar la paz… e incluso el sueño.
Si votamos por nuevos gobernantes, por los colores, por propuestas de partidos, pero
finalmente no se toman medidas con respecto a los errores, ellos seguirán como
huéspedes rebeldes en la casa (en el país). Considero que gran parte de nuestro
problema es moral y hasta que no corrijamos esto, no podremos transformarnos en
mejores personas y, por ende, no podremos trascender como Nación.
¿Cómo empieza este proceso? “Si dispusieres tu corazón…”. Mi anhelo es que todo un
país esté dispuesto, más allá del gobierno de turno, a levantar su rostro libre de mancha,
para que algún día se cumpla la palabra: “…te acordarás [de tus errores] como de aguas
que pasaron”.
Narumi Akita
Socia ADEC