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5 cosas sobre la ‘Tía Ana María’,
salvadora de niños callejeros en el Hogar Don Bosco
LA TÍA: “Me dicen así porque el Chincha (Padre
Chinchachoma) tenía una forma muy particular para que
se dirigieran a nosotras los chavos que ayudábamos en
el Hogar Don Bosco. Él decía que madre sólo había una,
pero que cualquiera podía tener una tía que te quiera y te
cuide. Por eso, aunque hiciéramos el papel de madres,
éramos las ‘tías’”, cuenta.
HEROÍNA: “La Tía”, o Ana María Inostroza Inostroza, -chilena
que llegó a México cuando tenía 24 años de edad- presentó
el libro ‘Vivir en otra piel: trabajo con niños callejeros en el
Hogar Don Bosco’, en el que narra cómo rescató a cerca
de 100 personas, entre niños y adolescentes, de las drogas
o el alcoholismo, ofreciéndoles una casa, alimentación, la
posibilidad de reintegrarse a la sociedad y de convertirse en
orgullosos y ejemplares ciudadanos y padres de familia. “Es
como cuando siembras una plantita; si le pones buen abono,
agua y la pones al sol, sale bien”, afirma.
PAGADORA: Ayudar a niños de la calle era una deuda “que tenía con Dios”, asegura. Por ello decidió ser
un soporte de adolescentes en situación vulnerable. “No tenía preparación académica para hacerlo, porque
para eso no se estudia, eso sale del corazón. Y mi corazón tenía algo que devolverle a Dios porque me
había ayudado a salir de un problema. Entonces, primero fui a un asilo de ancianos, luego a una casa de
niños y en ninguna recibí la oportunidad para trabajar con ellos, pero afortunadamente encontré al Chincha
y me ayudó para pagar mi deuda auxiliando a jóvenes que vivían en la calle y necesitaban cariño y orientación”.
DE NIÑERA A TÍA: Su llegada a México fue provocada por una oferta de trabajo proveniente, indirectamente, de
la Embajada de Chile en el entonces llamado Distrito Federal. “Vine para ser niñera de los hijos del señor Juan José
Fernández Valdés, entonces Encargado de Negocios del consulado de mi país. Fue curioso, porque llegué a cuidar
niños ricos y terminé ayudando a otros que tenían muchas carencias. Honestamente, apoyar a los pobres fue más
satisfactorio porque los niños ricos sólo necesitaban de mí un poquito de presencia y los otros toda mi esencia, mi todo”.
EJEMPLAR: Fue orientada por el Padre Chinchachoma en su apoyo a jóvenes, por lo que “le tengo mucho agradecimiento
ya que me mostró lo que yo podía hacer”, acepta ‘La Tía’. Desde ese momento ha sido y es guía para muchas personas,
entre ellas Humberto Maya Zavala, uno sus orgullosos ‘sobrinos’. “Su parte humana refleja por qué la queremos
tanto. A cada lugar que fue siempre supo hacer amigos y en todo momento le reconocieron su trabajo, que era de
mucha vocación, amor y compromiso. Cualquiera puedo copiar el gran humano que es ella”, resalta el beneficiario.