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Mariola Cantarero soprano Rubén Fernández-Aguirre piano I Ángel Barrios (1882-1964) Sin estrella y sin cielo Mañana de luz y fuego La novia del aire (bolero andaluz) Hechizo y nostalgia Noche Con puñales de cariño (seguidilla) Joaquín Turina (1882-1949) Vocalizaciones, op. 74 I. Introducción II. Allegro moderato III. Allegretto Interludio. Quasi andantino IV. Allegro vivo V. Adagio VI. Allegro II Maurice Ravel (1875-1937) Vocalise-étude en forme de habanera Charles Gounod (1818-1893) Boléro Georges Bizet (1838-1875) Adieux l'hôtesse arabe Léo Delibes (1836-1891) Les Filles du Cadix Manuel López-Quiroga (1899-1998) No te mires en el río* Y sin embargo te quiero* Te lo juro yo* Tatuaje** * Arreglos de Rubén Fernández Aguirre ** Arreglo de Carlos Imaz Concierto transmitido en directo por RNE-Radio Clásica y en diferido por la Unión Europea de Radiodifusión (UER) En conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Ángel Barrios En colaboración con el Centro de Documentación Musical de Andalucía y el Patronato de la Alhambra y Generalife Voces desde la Alhambra: de la canción andaluza a la espagnolade Voces nacidas y vividas en la Alhambra, de uno u otro modo. Mariola Cantarero, voz nacida en Granada, se ha convertido en los últimos años en una de las sopranos más representativas del panorama español e internacional por su bello timbre de voz, su capacidad de hacerla llegar al público, su buena expresividad y su presencia escénica. Desde sus papeles en óperas belcantistas hasta su reciente acercamiento a la copla, siempre con pasión, talento y admiración. Ángel Barrios (1882-1964), compositor y guitarrista, nació y vivió en la Alhambra, en la casa que hoy alberga su museo. Fue un músico de excepcional talento y formación, que desempeñó además labores institucionales de gran importancia para la música en el Ayuntamiento, el Conservatorio y la Universidad de Granada. Para conmemorar los cincuenta años de su fallecimiento, se inicia este recital con seis canciones que compuso ya en su etapa final, hacia 1960, y a las que puso letra su yerno, Agustín Valdivieso. Todos los textos son de tema amoroso, en sus distintos estadios, pero se caracterizan por una sencillez que entronca con la visión neopopularista del compositor y por adaptarse a la música previamente compuesta por Barrios. Melodías sencillas, ritmos ternarios marcados y ornamentos vocales dan un tono popular a todas las canciones. «Sin estrella y sin cielo» nos habla de ausencia y de soledades a causa de un amor perdido. «Mañana de luz y fuego» se mira en el paisaje: Guardan mis amores / el cielo y la tierra / y aroman las flores / su eterna canción. «La novia del aire» y «Con puñales de cariño» recurren a danzas de la tradición popular, bolero y seguidilla. También «Hechizo y nostalgia» tiene una melodía declamada, a la manera de cantilena recitada, muy relacionada con el cante popular andaluz. En cambio «Noche» nos introduce en un ambiente íntimo, cercano al nocturno, en el que transcurre una intensa melodía lenta: Noche de arrullos amantes / del fuego que en mí prendió. A finales del verano de 1932 Joaquín Turina culmina las Vocalizaciones op. 74, dedicadas a la soprano Criso Galatti, que había estrenado ya algunas canciones del compositor sevillano. La obra no es en absoluto, como cabría esperar del título, un mero ejercicio músico-vocal. Son un conjunto de breves poemas sin texto, en los que la voz y el piano se entrelazan con gran coherencia musical para cantarnos historias. La introducción del piano reaparece en el Interludio instrumental, dividiendo la obra en dos partes con tres miniaturas contrastantes cada una. La voz va del lirismo intenso a la agilidad vocal, nunca gratuita, sobre los fondos sonoros de gran colorido que pinta el piano. La segunda parte de este recital nos sumerge en distintas visiones de España, fundamentalmente francesas, que culminan un acercamiento exótico a nuestro país en la espagnolade. La fascinación de los compositores franceses por la música española se intensifica en el siglo XIX con la irrupción de la canción y las compañías de baile en París. Aunque este hispanismo tiene su culminación en Carmen de Bizet (1875), pervive también en compositores de las primeras décadas del siglo XX. En 1907 escribió Maurice Ravel su Vocalise-étude en forme de habanera para las clases de canto del Conservatorio de París. El ritmo de habanera para caracterizar la música española aparecía ya en la ópera de Bizet, sin embargo, en Ravel adquiere una significación especial debido a la ascendencia española de su madre y a su amistad con el gran pianista Ricardo Viñes. También lo utilizaría Debussy en «La Puerta del Vino» o «Soirées dans Grènade». La riqueza sonora asociada al impresionismo y la dificultad técnica (stacatto, portamentos, trinos y escalas) no ocultan una seductora melodía que ondula en el ritmo de la danza criolla, omnipresente en el piano. Otra de las danzas que caracterizan a la música española fuera de España es el bolero. Durante su estancia inglesa (1870-74) Gounod era ya un compositor internacionalmente conocido y compone una serie de canciones con textos en inglés, italiano y español. Su Boléro tenía originalmente un texto anónimo en castellano, pero a su vuelta a Francia el libretista Jules Barbier le adaptó uno en francés. De nuevo el piano marca el ritmo característico de la danza para dar paso a una melodía algo operística, pero llena de sutilezas tímbricas y armónicas. España es también el oriente cercano, con su pasado árabe. La estética orientalizante de principios del siglo romántico, como este poema de Les Orientales de Victor Hugo (1829), llama también la atención de los compositores franceses, en este caso Bizet, que lo pone en música en 1866. El poema relata el adiós de una joven árabe que no puede hacer nada para retener a su lado a su amante extranjero. Es una mélodie muy sensual, sugerente, con un ritmo hipnótico con armonías pseudo-árabes y toques dramáticos que sirven para describir la pasión de la joven árabe. La línea del piano, un obsesivo ostinato, evoca el calor y el desierto. Termina con el ruego, entre sollozos, de que la recuerde: Hélas! Adieu! étranger bel! Souviens-toi! De nuevo el bolero, los toros, las castañuelas y las mozas de Cádiz, que no se dejan convencer por el hidalgo rico. Ritmo rápido y marcado, melodía caprichosa y ornamentada, con tintes operísticos de Léo Delibes (1874). Para finalizar este recital, volvemos a la canción española que supuso claramente el nexo entre zarzuelas, tonadillas, revistas, cuplés y la canción actual. En los años cuarenta y cincuenta, un compositor, el maestro Quiroga, hizo grande el género al poner música a las historias de amor y muerte de Rafael de León y Antonio Quintero, entre otros. Suponen la unión perfecta de texto y música, con melodías inspiradas, hechas a la medida de las grandes intérpretes (Imperio Argentina, Concha Piquer…) y acompañamientos con garbo. De la amada raptada por el río al marinero tatuado que no volvió, nos invaden melodías y dramas que forman parte de nuestra historia reciente. © Francisco J. Giménez TEXTOS ÁNGEL BARRIOS Seis canciones Texto de Agustín Valdivieso de Ceballos Sin estrella y sin cielo Voy por el mundo cantando, voy siguiendo mi destino, y mi vida va quedando en las zarzas del camino. Voy sin estrella y sin cielo y no encuentro quien me quiera; sin ventura, sin consuelo, voy en pos de una quimera. Y los pajarillos del bosque me animan a seguir la marcha buscando el amor; y la brisa suave solloza la ausencia que pone nostalgias en mi corazón. Nueva vida que me ilumina con la promesa de una pasión, te he buscado en la noche de mi ilusión. ¡Ah! ¡Ah¡ Vivo siempre soñando con tu querer siempre soñando con un querer, siempre pensando que ha de volver. Mañana de luz y fuego Envuelta en brillo y aroma baja el agua de la sierra y color y vida toma al mezclarse con la tierra. Envuelta en nubes de anhelo lleva el alma la ilusión y rasga el dolor su velo al chocar con la pasión. ¡Ah! Guardan mis amores el cielo y la tierra y aroman las flores su eterna canción. Mañana de luz y fuego da calor a mis cantares y acoge mi ardiente ruego de cariño en tus altares. Que el templo de tus montañas sea cobijo de mi acento y los arroyos de España cauces de mi pensamiento. ¡Ah! Guardan mis amores el cielo y la tierra y aroman las flores su eterna canción. La novia del aire (Bolero andaluz) Al empezar la mañana me busca el aire, para refrescar su brisa con mi donaire, para rizar mis alegrías, para embriagarme con su amor. Con pasión de enamorada me busca el aire. Con empaque de corona me ciñe el talle para desgranar mi aroma por todo el valle, por todo el valle, para alegrar mi fantasía. Con empaque de corona me ciñe el talle. ¡Ay! Como arrullo de delicia suspira al verme, suspira al verme, y me envuelve en su caricia para quererme, para quereme. Con pasión de enamorado me busca el aire. Hechizo y nostalgia En la noche negra y sombría con tinieblas de nostalgia se mustian las alegrías que florecen en mi Alhambra. Busco en Granada un consuelo que prenda en el alma mía con el hechizo de un velo que me cubra el corazón. Noche que me va embrujando, ansia que me va a matar [bis] Busco en Granada un consuelo que me devuelva la calma y me vuelva la razón. Noche Noche de arrullos amantes del fuego que en mí prendió, sed de caricias y anhelos vestida de sombras y aromas de flor. Noche de mi ilusión, cubre de cielo mi amor. Noche cuajada de estrellas, luminarias de pasión, lleva prendido en tus sombras el triste latido de mi corazón, y mi amor. Con puñales de cariño Con puñales de cariño, te llevo en el corazón ¡y no consigo olvidarte! Llevo clavada siempre una espina ¡ay, madre!, ¡y no consigo olvidarte! Te llevo en el corazón ¡y no consigo olvidarte! El aliento de mi alma, gitano mío, suspira al verte. El calor del fuego eterno tan sólo ansío para quererte. ¡Y no consigo olvidarte! Con añoranza de olvido, te llevo en el corazón que se resiste a perderte. Llevo clavada siempre una espina ¡ay, madre!, ¡y me resisto a perderte! Te llevo en el corazón que sólo anhela quererte. Los suspiros de tu boca me hacen soñar. CHARLES GOUNOD Boléro Texto: Jules Barbier (1825-1901) Ah! que je plains ta flamme, Cher trésor de mon âme … Si par le froid du soir Tu viens sous ma fenêtre Chanter ton doux espoir! Mal t’en prendra peut-être, Si par le froid du soir Tu viens ici t’asseoir! Garde-toi du ciel noir! Que ta voix qui soupire Accuse ma rigueur Moi, je ne fais qu’en rire! Tu peux garder ton cœur! Qui vous aime est esclave De ses folles amours! Moi, je veux sans entrave Jouir de mes beaux jours! GEORGES BIZET Adieux de l'hôtesse arabe Texto: Víctor Hugo (1802-1885) Puisque rien ne t'arrête en cet hereuxpays, Ni l'ombre du palmier, ni le jaune maïs Ni le repos, ni l'abondance, Ni de voir à ta voix battre le jeune sein, De nos soeurs dont, les soirs, le tournoyant essaim Couronne un coteau de sa danse, Adieu, beau voyageur! Oh! que n 'es-tu de ceux Qui donnent pour limite à leur pieds paresseux Leur toit de branches ou de toiles! Qui rêveurs, sans en faire, écoutent les récits, Et souhaitent, le soir, devant leur porte assis, De s'en aller dans les étoiles! Si tu l'avais voulu, peut-être une de nous, O jeune homme, eut aimé te servir à genoux Dans nos huttes toujours ouvertes. Elle eut fait, en berçant ton sommeil de ses chants, Pour chasser de ton front les moucherons méchants, Un éventail de feuilles vertes. Si tu ne reviens pas, songe un peu quelquefois Aux filles du désert, soeurs à la douce voix, Qui dansent pieds nus sur la dune. O beau jeune homme blanc, bel oiseau passager, Souviens-toi, car peut-être, ô rapide étranger, Ton souvenir reste à plus d'une! Hélas! Adieu! bel étranger! Souviens-toi! La despedida de la anfitriona árabe Pues nada te retiene en este dichoso país, ni la sombra de la palmera, ni el amarillo maíz, ni el descanso, ni la abundancia, ni ver que con tu voz se agita el joven seno de mis hermanas que, por la tarde, en giróvago enjambre, coronan la colina con su danza, ¡Adiós, bello viajero! ¡Ah, tú no eres de ésos que ponen por límite a sus pies perezosos un techo de ramas o de telas! ¡Ni un soñador apático que escucha relatos y anhela, sentado a su puerta por la tarde, marcharse a las estrellas! Si lo hubieras querido, quizá una de nosotras, ¡oh joven!, hubiera deseado servirte de rodillas en nuestras cabañas siempre abiertas. Hubiera hecho, meciendo con sus cantos tu sueño, para echar de tu frente a los pesados moscardones, un abanico de hojas verdes. Si no vuelves, sueña un poco, de vez en cuando, con las hijas del desierto, hermanas de voz dulce que danzan descalzas sobre las dunas. ¡Oh bello joven blanco, pájaro viajero, acuérdate de que quizá, oh rápido extranjero, tu recuerdo quede en más de una! ¡Ay, adiós, bello extranjero! ¡Acuérdate LÉO DELIBES Les Filles du Cadix Texto: Louis Charles Alfred de Musset (1810 - 1857) Nous venions de voir le taurreau, Trois garçon, trois fillettes, Sur la pelouse il faisait beau Et nous dansions un boléro Au son des castagnettes. «Dites-moi, ce matin, Si j'ai bonne mine, Vous me trouvez la taille fine?… Les filles de Cadix aiment assez cela!» Et nous dansions un boléro, Un soir c'était dimanche Vers nous s'en vint un hidalgo, Cousu d'or, la plume au chapeau, Et le poing sur la hanche: «Si tu veux, Cet or est à toi. Beau sire, Passez votre chemin, beau sire... Les filles de Cadix n'entendent pas cela!» Ah! ah!' Et nous dansions un boléro, Au pied de la colline, Sur le chemin passait Diègo, Qui pour tout bien n'a qu'un manteau Et qu'une mandoline: «La belle aux doux yeux, Je suis jaloux, Jaloux, jaloux, Jaloux! jaloux! quelle sottise! Les filles de Cadix craignent ce défaut-là!» Las chicas de Cádiz Acabábamos de ver al toro, Tres chicos, tres chicas, En el césped hacia buen tiempo Y bailábamos un bolero Al sonido de las castañuelas. «Dígame esta mañana Si tengo buena pinta, Me encuentra la talla fina?… ¡A las chicas de Cádiz les gusta bastante esto!» Y bailábamos un bolero, Una tarde era domingo hacia nosotros vino un hidalgo, Cosido de oro, la pluma en el sombrero, y el puno en la cadera: «Si quieres, Este oro es tuyo. Hermoso señor, Pasa su camino, hermoso señor... ¡Las chicas de Cádiz no entienden esto!» Ah! ah!' Y bailábamos un bolero, Al pie de la colina, En el camino pasaba Diego, Quien no tiene nada más que un abrigo Y una mandolina: «La hermosa de ojos suaves, Estoy celoso, celoso, celoso, celoso! celoso! qué tontería! ¡Las chicas de Cádiz temen este defecto!» MANUEL LÓPEZ-QUIROGA No te mires en el río Texto: Rafael de Léon (1908-1982) Arreglo: Rubén Fernández Aguirre En Sevilla habia una casa, y en la casa una ventana, y en la ventana una niña que las rosas envidiaban. Por la noche, con la luna, en el río se miraba, ¡Ay corazón, que bonita es mi novia! ¡Ay corazón, asomá a la ventana! ¡Ay, ay, ay, ay! no te mires en el río ¡Ay, ay, ay, ay! que me haces padecer, porque tengo, niña, celos de él. Quiéreme tú. ¡Ay! quiéreme tú bien mío. Quiéreme tú, niña de mi corazón. Matarile, rile, rilerón. De la feria de Sevilla él le trajo una alianza, gargantillas de corales y unos zarcillos de plata. Y parecía una reina asomada a la ventana ¡Ay corazón, le decía su novio! ¡Ay corazón, al mirarla tan guapa! ¡Ay, ay, ay, ay! no te mires en el río ¡Ay, ay, ay, ay! que me haces padecer, porque tengo, niña, celos de él. Quiéreme tú. ¡Ay! quiéreme tú bien mío. Quiéreme tú, niña de mi corazón. Matarile, rile, rilerón. Una noche de verano cuando la luna asomaba, vino a buscarla su novio y no estaba en la ventana. Que la vió muerta en el río y que el agua la llevaba ¡Ay corazón! parecía una rosa. ¡Ay corazón! una rosa muy blanca. ¡Ay, ay, ay, ay! como se la lleva el río ¡Ay, ay, ay, ay! lástima de mi querer, con razón tenía celos de él. ¡Ay, que dolor, que dolor del amor mío ¡Ay, que dolor, madre de mi corazón! Matarile, rile, rilerón. Y sin embargo te quiero Texto: Rafael de Léon (1908-1982) Arreglo: Rubén Fernández Aguirre Me lo dijeron mil veses, mas yo nunca quise poner atención. Cuando vinieron los llantos ya estabas muy dentro de mi corazón. Te esperaba hasta muy tarde, ningún reproche te hasía; lo más que te preguntaba era que si me querías. Y bajo tus besos en la madrugá, sin que tú notaras la cruz de mi angustia solía cantá: Te quiero más que a mis ojos, te quiero más que a mi vía, más que al aire que respiro y más que a la mare mía. Que se me paren los pulsos si te dejo de queré, que las campanas me doblen si te farto arguna ve. Eres mi vía y mi muerte, te lo juro, compañero, no debía de quererte, no debía de quererte y sin embargo te quiero. Vives con unas y otras y na se te importa de mi soledá; sabes que tienes un hijo y ni el apellido le vienes a da. Llorando junto a la cuna me dan las claras del día; ¡mi niño no tiene pare... qué pena de suerte mía! Anda, rey de España, vamos a dormí... Y, sin darme cuenta, en ve de la nana yo le canto así: Te quiero más que a mis ojos, te quiero más que a mi vía, más que al aire que respiro y más que a la mare mía. Que se me paren los pulsos si te dejo de queré, que las campanas me doblen si te farto arguna ve. Eres mi vía y mi muerte, te lo juro, compañero, no debía de quererte, no debía de quererte y sin embargo te quiero. Te lo juro Texto: Rafael de Léon (1908-1982) Arreglo: Rubén Fernández Aguirre Mira que te llevo dentro de mi corazón, por la salucita de la mare mía te lo juro yo. Mira que pa mi en er mundo no hay ná más que tú y que mis "sacais", si digo mentira, se queden sin lú. Por ti contaría la arena del mar, por ti yo sería capaz de matar, y que si te miento me castigue Dios, eso con las manos sobre el Evangelio te lo juro yo. Yo no me dí cuenta de que te tenía hasta el mismo día en que te perdí. Y vi claramente lo que te quería cuando ya no había remedio para mi. Llévame por calles de hiel y amargura, pónme ligaduras y hasta escúpeme, échame en los ojos un puñao de arena, mátame de pena, pero quiéreme. Mira que te llevo dentro de mi corazón, por la salucita de la mare mía te lo juro yo. Mira que pa mi en er mundo no hay ná más que tú y que mis "sacais", si digo mentira, se queden sin lú. Por ti contaría la arena del mar, por ti yo sería capaz de matar, y que si te miento me castigue Dios, eso con las manos sobre el Evangelio te lo juro yo. Ya no eres el mismo que yo conocía el que no veía ná más que por mí. Que ahora vas con una distinta ca día y en cambio yo muero de celos por ti. Claro que la culpa de que esto pasara no la tuvo nadie, nadie más que yo. Yo que me reía de que esto acabara y luego he llorao porque se acabó. Mira que te llevo dentro de mi corazón, por la salucita de la mare mía te lo juro yo. Mira que pa mi en er mundo no hay ná más que tú y que mis "sacais", si digo mentira, se queden sin lú. Por ti contaría la arena del mar, por ti yo sería capaz de matar, y que si te miento me castigue Dios, eso con las manos sobre el Evangelio te lo juro yo. Tatuaje Texto: Rafael de Léon (1908-1982) Arreglo: Carlos Imaz Él vino en un barco de nombre extranjero lo encontré en el puerto un anochecer, cuando el blanco faro sobre los veleros su beso de plata dejaba caer. Era hermoso y rubio como la cerveza, el pecho tatuado con un corazón, en su voz amarga había la tristeza doliente y cansada del acordeón. Y ante dos copas de aguardiente, sobre el manchado mostrador, él fue contándome entre dientes la vieja historia de su amor. "Mira mi brazo tatuado con este nombre de mujer; es el recuerdo de un pasado que nunca más ha de volver. Ella me quiso y me ha olvidado, en cambio yo no la olvidé y para siempre voy marcado con este nombre de mujer". Él se fue una tarde, con rumbo ignorado, en el mismo barco que lo trajo a mí pero entre mis labios se dejó olvidado un beso de amante que yo le pedí. Errante lo busco por todos los puertos a los marineros pregunto por él y nadie me dice si está vivo o muerto, y sigo en mi duda, buscándolo fiel. Y voy sangrando lentamente de mostrador en mostrador ante una copa de aguardiente donde se ahoga mi dolor. Mira tu nombre tatuado en la caricia de mi piel a fuego lento lo he grabado, y para siempre iré con él. Quizá ya tú me has olvidado, en cambio yo no te olvidé hasta que no te haya encontrado sin descansar te buscaré. Escúchame, Marinero, y dime: ¿qué sabes de él? era gallardo y altanero y era más rubio que la miel. Mira su nombre de extranjero escrito aquí, sobre mi piel si te lo encuentras, Marinero, dile que yo muero por él. MARIOLA CANTAREREO Nacida en Granada, realizó sus estudios musicales en el Conservatorio de su ciudad natal, ampliándolos posteriormente con Carlos Hacar y Ruhtilde Böesch en Viena. En la temporada 2000/2001 debuta en el Teatro Comunale de Génova en Le Comte Ory, con un gran éxito. Ha sido dirigida por maestros como Zubin Mehta, Daniel Oren, Zedda, López Cobos, Campanella, Abbado... Ha cantado en el Teatro Real y Teatro de la Zarzuela de Madrid, el Teatro del Liceo de Barcelona, y en destacados escenarios españoles (Bilbao, Sevilla, Oviedo, Las Palmas, La Coruña, Santander, Jerez, Mahón) e italianos (Pesaro, Trieste, Florencia, Génova, Roma, Bolonia, Nápoles), así como en Zúrich, Ámsterdam, Bucares, Detroit, Estrasburgo, Lausanne, Santiago de Chile, Corea, Shanghai, etc. Su repertorio incluye títulos belcantistas (Lucia di Lammermoor, I Puritani, La sonnambula, Don Pasquale, L’elisir d’amore), de Rossini (Il viaggio a Reims, Tancredi, Elisabetta, Regina d’Inghilterra, La gazza ladra, Semiramide) y Verdi (Falstaff, Rigoletto, La Traviata), además de El rapto del serrallo y Don Giovanni, de Mozart y El murciélago, de Johann Strauss, y también zarzuelas como Pan y Toros, Doña Francisquita, Luisa Fernanda, El dúo de la Africana, Marina... Entre sus recientes y futuros compromisos se encuentran la presentación de su nuevo disco Bel Canto en el Auditorio Manuel de Falla de Granada y Teatro Cervantes de Málaga, El dúo de La Africana en el Teatro Arriaga de Bilbao, I Puritani en Las Palmas, así como diversos recitales y conciertos. RUBÉN FERNÁNDEZ-AGUIRRE Nace en Barakaldo (Vizcaya). Se especializa en acompañamiento de cantantes en Viena con David Lutz y en Munich con Donald Sulzen. Recibe además los consejos de Félix Lavilla, Miguel Zanetti y Wolfram Rieger. Pianista habitual de Carlos Álvarez, Ainhoa Arteta, María Bayo, Gabriel Bermúdez, Mariola Cantarero, Elena de la Merced, José Ferrero, Nancy Fabiola Herrera, Ismael Jordi, José Antonio López, David Menéndez, José Luís Sola etc. también colabora con Celso Albelo, Yolanda Auyanet, Mariella Devia, Cristina Gallardo-Domâs, Eglise Gutiérrez, Montserrat Martí, María José Montiel, Simón Orfila, Isabel Rey, Christopher Robertson, Ofelia Sala, Ana María Sánchez, Leontina Vaduva y José Manuel Zapata, entre otros, con los que actúa en la mayoría de festivales y teatros españoles así como en importantes escenarios internacionales: Musikverein de Viena, La Monnaie de Bruselas, Rossini Opera Festival de Pesaro, Avery Fischer Hall y Carnegie Hall de Nueva York, Teatro Solís de Montevideo y salas de concierto de París, Lyon, Bremen, Graz, Budapest, Damasco, Argel, México D.F, Buenos Aires… Acompaña en cursos y clases magistrales de R. Scotto, J. Aragall, I. Cotrubas, S. Estes, B. de Simone, E. Sagi, A. Chova y ha sido pianista oficial del Concurso «Operalia 2006» (presidido por Plácido Domingo) y maestro correpetidor en el Palau de la Música de Valencia, el Teatro Real de Madrid y el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Además es profesor de repertorio vocal de los Cursos de verano «Isaac Albéniz» de Camprodón (Girona), de la Quicena Musical Donostiarra y de la Universidad del País Vasco. En el año 2010 recibe el premio Ópera Actual «por su dedicación a la lírica y el creciente prestigio que está logrando en este campo».