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Cómo hacer oración
La oración es un ENCUENTRO CON DIOS. Nos ponemos en su presencia para
escucharlo y hablar con Él.
San Ignacio, a partir de su propia experiencia nos enseña que la oración no es
"saber" muchas cosas sobre Dios, sino "sentir y gustar" interiormente la presencia de
Dios. Por eso, uno de los avisos más importantes que nos da en los Ejercicios
Espirituales es que: “no el mucho saber harta y satisface el alma, sino el gustar y
sentir de las cosas internamente” (EE 2).
GUIA PARA ORAR
PREPARACIÓN
1. Busco un lugar donde pueda rezar en paz y con devoción. Puede ser la Capilla, mi
cuarto, el parque o donde yo crea que puedo estar tranquilo y sin distraerme.
2. Determino el tiempo de oración. A qué hora voy a comenzar. Cuánto tiempo le voy a
dedicar a la oración.
3. Busco una postura corporal: una postura cómoda y relajada. Los ojos cerrados o fijos en
una imagen que me ayude a la oración.
4. Me tranquilizo: Al serenarse, el agua turbia se vuelve transparente, y se puede ver con
más claridad lo que hay en lo profundo... del mismo modo ocurre con mi interior, por eso,
dejo serenar mi mente, interrumpo el proceso del pensar... me hago presente a mí mismo...
Para serenarme me pueden ayudar los siguientes pasos:
— SENSACIONES: Tomo conciencia de la posición de mi cuerpo en general... y luego de
cada parte de mi cuerpo... Comienzo desde lo más alto de la cabeza y desciendo
progresivamente hasta llegar a la punta del pie... Me detengo unos segundos en cada parte
de mi cuerpo, ... y luego continúo ...tomo conciencia de cada una de las sensaciones que se
producen en mí...
Realizo esta ronda una y otra vez hasta lograr percibir mi cuerpo como un todo conmigo...
experimento la quietud y el silencio en todo mi cuerpo...
— SONIDOS: Ahora me hago conciente de los sonidos que me rodean, los fuertes y los
suaves, los cercanos y los lejanos... me detengo unos momentos en cada uno... trato de
evitar todo tipo de reflexiones... al escuchar los sonidos me va inundando el silencio...
— RESPIRACIÓN: Siento el aire y la corriente de aire entrando y saliendo en mi
respiración... la escucho y la observo... Percibo los movimientos que produce en mí, en mi
cuerpo, mis pulmones, mi diafragma... Respiro el aire cargado de la presencia de Dios...
Inspiro el Espíritu de Dios, expiro todo lo que pueda ser obstáculo a su presencia... Aspiro
profundamente deseando que Dios me purifique y me llene... Expiro deseando entregarme...
— SILENCIO: Se aquieta mi mente... me invade el silencio... la claridad... siento el centro
interior de mi ser... oriento mi atención hacia mi centro interior... desciendo hasta ese punto...
en el pozo interior de mi interior descubro un manantial... bebo de esa agua... en silencio...
Con la Palabra de Dios
Ex 3, 1—20: Descálzate. Yo soy el que soy.
Is 55, 1—11: Los que estén sedientos vengan a Mí... busquen al Señor ... Él se
deja encontrar.
Mt 6, 5—15: Ve a un lugar escondido. Tu Padre ve en lo secreto del corazón.
EJERCICIOS ESPIRITUALES
Busco la PRESENCIA DE DIOS
Me presento ante Él. Siento que Dios me mira, me escucha, me conoce... La Biblia nos
narra que Moisés “hablaba con Dios cara a cara” (Ex 33, 11). La oración es esta experiencia
de intimidad con Dios.
Textos bíblicos que pueden ayudar a buscar la Presencia de Dios:
— Sal 25: A ti Señor, elevo mi alma..."
— Sal 123: Hacia ti Señor elevo mis ojos, fijos están mis ojos en el
Señor...
— Sal 139: Señor, Tu me rodeas y me conoces...
— Ap 1, 12—20: Vi al Hijo del hombre vestido de túnica... ceñido...
(vestido sacerdotal) … sus cabellos blancos (símbolo de la
divinidad) ... sus ojos como llamas de fuego (ojos de fuego que
purifican) ... en sus manos tenía siete estrellas (es el número de la
plenitud)...
— Ap 3, 20: Estoy a la puerta y llamo, si oyes mi voz y me abres,
entraré y cenaré contigo...
OFREZCO este momento de oración, para que sea un momento de encuentro con Dios. Me
ofrezco a mí mismo con todo lo que soy. Puedo ofrecerme con la oración que propone san
Ignacio en los Ejercicios Espirituales:
“Señor, que todas mis intenciones, mis acciones interiores y exteriores, estén
ordenadas a servirte y alabarte” (EE 46)
Puedo repetir la petición que los apóstoles le hicieron a Jesús:
“¡Señor, enséñanos a orar!” (Lc 11, 1)
ESCUCHO A DIOS
— Leo despacio y detenidamente el texto con el que voy a rezar.
— Gusto cada palabra, cada frase. Cuando encuentro una frase, una palabra, una imagen
con un “sabor especial” o donde siento que Dios me habla, me detengo para "sentir y gustar
internamente".
— Repito suavemente la frase… cierro los ojos, vuelvo a repetirla para oír mejor lo que la
frase quiere decirme.
— Medito con el corazón. No se trata de hacer reflexiones, ya que "no es el mucho saber lo
que satisface el alma". Lo importante es profundizar y detenerme donde Dios me da a
sentir algo especial. No es necesario terminar el texto.
HABLO CON DIOS
Termino la oración hablando con Dios, de corazón a corazón, de amigo a amigo, como un
hijo con su padre. Hablo con Dios de lo que siento, con sinceridad.
Pregunto, pido, alabo, agradezco...
Doy gracias por este encuentro. Me despido con reverencia. Termino con un Padre nuestro...
EJERCICIOS ESPIRITUALES
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