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Queridos docentes, queridos padres y familiares,
sobre todo queridos alumnos y alumnas que hoy egresan de 3er año de Bachillerato:
Hace unos meses escuché un texto bíblico que enseguida me hizo pensar en ustedes y
en esta noche. Se trata de unos versículos de la 1ª carta de San Pablo a los cristianos de
Tesalónica. Dicen así: “Nos hicimos pequeños entre ustedes, como una madre que
alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos
entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan
queridos llegaron a sernos” (1Tes 2, 7-8).
Permítanme que lo lea de nuevo; y le pido a los padres, madres y familiares, así como a
los docentes, que escuchen con atención y que piensen si no describe en gran medida lo
que ha significado acompañar a estos muchachos: “Nos hicimos pequeños entre ustedes,
como una madre que alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto,
que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también
nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos.”
Y a ustedes chicos y chicas esto es lo que tengo para decirles esta noche: En sus familias
y en el Colegio Sagrado Corazón ustedes han sido queridos, son queridos. Hemos
intentado entregarles lo más importante, lo que da sentido a nuestra institución: la Buena
Noticia de Dios, la experiencia del encuentro con Jesús. Pero eso no ha sido suficiente y,
como dice el Apóstol, hemos querido darles nuestra propia vida. Y la vida se puede
entregar en gestos heroicos que duran un momento, pero también se puede entregar en
los pequeños gestos cotidianos, haciendo en forma extraordinaria los pequeños gestos de
todos los días.
Algunos de ustedes ya lo han descubierto, para otros mis palabras pueden sonar huecas,
pero tengo la esperanza de que un día las comprendan: Ustedes han sido amados. El
saludo diario, las puertas abiertas para escuchar siempre, las palabras de felicitación o de
consuelo, el tiempo compartido en actividades fuera del horario de clase, el aliento y la
exigencia de cada profesor, la puesta de límites… Todo ha sido hecho con amor, por
amor. No significa que todo se haya hecho bien, sino que todo se ha hecho desde esta
motivación profunda.
Pero el objetivo de sus familias y del Colegio no ha sido convertirlos en “consumidores” de
amor, sino que ha sido enseñarles a amar, y el amor es entrega, es servicio, o no es
amor. Quiero felicitarlos pública y especialmente por la colecta de juguetes para la
Escuela Roosevelt y más aún por haberlos querido llevar personalmente y por haberse
animado a abrir el corazón a la realidad de esos niños y niñas. Sé que fue una actividad
muy sencilla pero tiene un valor especial porque salió de ustedes y porque quisieron ir
cuando ya no tenían la obligatoriedad de cumplir un horario en el Liceo.
Sé que quienes participaron se sintieron felices después de hacerlo, más humanos, más
agradecidos a Dios por los dones que nos da y que nunca valoramos. También
descubrieron lo poco que hacemos en realidad por los demás y el deseo que tenemos de
dar más de nosotros mismos. Probablemente también hayan experimentado dolor, porque
amar duele, amar ensancha el corazón para que pueda entrar el otro y éste no es un
proceso fácil.
He querido detenerme en esta experiencia porque explica por sí sola lo que quiero
decirles: Ustedes han sido muy amados, ahora amen mucho. No sólo a sus amigos o a la
gente que ya los quiere, pongan una carga “extra” de amor en sus vidas para aquellos
que no son amados. En el fondo ninguno nos “merecemos” ser amados, pero todos
“necesitamos” que nos amen. El amor siempre es gratuito, siempre es don.
Ustedes han sido amados en pequeños servicios concretos, muy discretos, aprendan a
servir. Sólo el amor que se hace servicio a los demás es verdadero amor. Busquen su
vocación, aquello que los haga muy felices, y una vez que la encuentren pongan su
vocación al servicio de los demás. Ustedes no están llamados a cuidar su propia parcela
sino a ser sal y luz para el mundo entero.
Ser amados y aprender a amar. Esta cadena se extiende desde el principio de la
humanidad y continuará hasta su último día, porque Dios ha grabado a fuego el amor en
el alma del ser humano, porque Él mismo es amor.
Que Dios los bendiga esta noche y siempre; y que, con su amor, crezcan en el camino del
amor y del servicio a los demás, ese será el único y verdadero camino de su propia
felicidad.
Hno. Emilio Rodrigo
25 de noviembre de 2011