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Jesús lava los pies a sus discípulos.
Jesús lava los pies a sus discípulos.
Fuente: www.mensajespanyvida.org
Autor: Omar Jiménez.
Los judíos pobres andaban descalzos, y los otros con sandalias. Un gesto de buena acogida
era ordenar a su sirviente que lavase los pies del caminante. A pesar de que dicha costumbre
no existía entre los apóstoles, pues no tenían sirvientes, Jesús quiso ser aquella noche el
sirviente.
Vamos por pasos. En el tiempo de Jesús los que lavaban los pies eran aquellos esclavos
considerados inservibles, porque era un trabajo sucio, indeseable en su tiempo. El Hijo de Dios
se hincó ante el ser humano, como un esclavo inservible para lavar los pies de sus discípulos.
Dios hecho Hombre se rebaja hasta lo más bajo, al valor de un esclavo.
Ésta no es la primera vez que Dios nos lava los pies. En el momento en que recibimos nuestro
bautismo Jesús nos lava y nos recibe como sus hijos amados.
Cuántas veces hemos llegado al confesionario lleno de pecados por nuestro caminar y Él
mismo se hinca ante nosotros y nos lava con su sangre y no le importa ensuciarse y usar su
sangre, porque para mí y para ti somos importantes. Somos lo que Él más ama.
Hermano o hermana, no tengas miedo de que el Señor le lave tus heridas y te las sane.
Podemos reaccionar como Pedro: "Jamás me lavaras los pies (Jn 13,8).
Por que soy muy pecador y no lo merezco. Pero el Señor nos responde: "Si no te lavo los pies
no podrás tener parte conmigo." (Jn 13,9). Que grande es Dios, Él nos quiere sanar, Él quiere
ser aquel te cure. Cuantas veces hemos experimentado lo hermoso cuando Dios purifica y nos
pasa igual que Pedro: "Señor, lavadme, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza".
Sentimos el gozo en nuestro corazón y queremos llenar todo nuestro cuerpo de esa limpieza.
Déjate limpiar, no pongas resistencia. Sabemos que no merecemos que el Señor se hinque y
nos lave nuestro corazón en donde nos hemos ensuciado por el caminar de esta vida.
Hermanos esto es un regalo, algo precioso de Dios nos ofrece. No seamos como Judas, el cual
no dejó que el Señor tocara su corazón porque dejo que primero el diablo entrara en él.
Hermano, Jesús dejó algo clave acerca del servicio en el lavado de los pies.
Dice el Señor: "Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy." (Jn 13,13).
Pues si yo, siendo el Señor de ustedes, les digo, deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he
dado el ejemplo, y ustedes deben hacerlo como lo he hecho yo.
Si el creador se humilló y sin esperar nada a cambio, lo hizo, está en tí, que lo puedas hacer
con tu esposa, esposo o hijos.
Ama a tu pareja tal como Jesús lo hizo, pero sin esperar nada a cambio. Si eso sucediera en
las familias todo cambiaria.
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Jesús lava los pies a sus discípulos.
Hermano, tú si estas comprometido en algún cargo en el trabajo.
Toma el ejemplo de Jesús. Bien lo decía Jesús, el que quiera servir que sea el último.
Cuántos lideres se aprovechan de los empleados, estudiantes, feligreses para buscar su propio
beneficio, así como, lamentablemente, algunos sacerdotes o lideres laicos consagrados. Este
es nuestro ejemplo a servir como lideres en la Iglesia.
Jesús no se queda callado después de lavar los pies. Si yo que soy el Señor, como me
proclamaron y he lavado sus pies, también deben lavarles los pies a tu prójimo que tienes a
cargo. Si quieres ser líder en la Iglesia, busca tu paño y comienza a lavar los pies de tus
hermanos, principalmente de aquellos que odias y de tus enemigos.
El que quiera ser el mayor en la Iglesia que se rebaje como Cristo para que sea aquel que
consuele, ofrezca amor incondicionalmente, perdone y que se rebaje a sí mismo y se entregue
a los más necesitados. Y limpie los pies de aquellos que han ensuciado sus pies por lo sucio
del camino.
Felices llama Jesús a los que ponen en práctica esta ley del servidor.
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