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 No esperaba nada, pero esperaba sentada. Sabia que la puerta se abriría, pero ¿quién sabe cuando? Y es que quien este libre de pecado que tire la primera piedra, pero no contra mi cara, decía. El amor duele, pensó, pero jamás imaginó que tanto. Los días se resumían en polvos y corridas, pero el maquillaje y el rímel no son infinitos, y las lagrimas lo consumían. Se consumía. Se consumía como aquella botella, medio llena a veces mas casi siempre vacía. No hay palabras en una boca rota, en una boca que sangraba rabia y vomitaba ironía cuando respondía que ella también le quería. Cuando gritaba en silencio lo que su corazón sentía, pero no cuando quería. No lo que pensaba, pero si lo que se creía. Hemos terminado, ella decía. El reía. Ella corría y el la seguía. Cristales rotos, sonidos sordos, chillidos altos. Nada mas. Al fin todo había acabado, ella fue libre, el encarcelado. Nada fue a su tiempo. Desde aquí tu familia. No te olvidamos.