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Insomnio
En la angustia implacable de su insomnio
el mar daba vueltas incesantes
sobre su lecho de arena
hasta que la luz del alba vino a calmarlo.
Cecilia Balcázar (Colombia, 1940-)
Poema escrito en enero
Es un lugar común establecer comparaciones
entre un pájaro y el corazón de ella.
Corazón es agudísima palabra.
Pájaro lleva acento en cada pluma.
Su corazón no tiene alas,
pero es verdad que vuela y sabe cómo los nidos
[se construyen.
Digo entonces que ella tiene un corazón, no que
[un pájaro habita ese lugar;
digo que hay alas que hacen volar su corazón
y que un pájaro late ahí en su pecho.
Es difícil comparar un pájaro con su corazón:
[pero son la misma cosa.
Eduardo Langagne (México, 1952-)
Bailarina en motocicleta
Inclinándose en las curvas, meciéndose sobre
neumáticos, desviándose de
las orillas de grava.
Oscureciendo entre las sombras de los árboles
en las calles, esbozando los minutos,
protagonizando su propia función
ella lo recoge en su clase
de ballet. Él, el pasajero de atrás,
piruetea hacia la noche.
Ruth Arnison (Nueva Zelanda, 1958-)
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Esta edición es posible gracias a:
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Los amigos de PelSdE
Los poetas que nos donaron sus versos
Número 2, agosto de 2014
Bogotá, Colombia
www.pelsde.org
La ciudad de los puentes amarillos
Tejedora
Cuando llegas a tu casa por la noche
tienes por costumbre buscar esas monedas
que se han ido acumulando al fondo de los
[bolsillos
para armar con ellas mínimas torres
o altas columnas, según el día.
Quien desde la ventana de enfrente te vea
podría decir que pareces un mendigo
o un vulgar avaro que reúne con codicia
sus posesiones, aunque este no sea tu caso
y aunque a primera vista lo parezca.
Tus manos no cesan de invocar signos y seres
Playas donde mi espíritu se arroja
cuando escucho mi corazón entre una alberca
[helada
cuando conmigo se aterra el universo
Pero esas monedas de distintos tamaños y
[variadas
denominaciones son restos, gastados
testimonios que entregas y recibes diariamente,
y sin que tú mismo lo sepas alguien los va
[anotando
en su enorme libro de contabilidad,
para saber exactamente el precio que pagas
por cruzar esa ciudad de los puentes amarillos.
Redimidoras y largas, caricias iluminadas
se abren desnudas como agua
urdidoras de alma
Lejos del olvido, infinitamente más lejos
En la ciudad que tú tejes, de muros de piedra
y escaleras interminables, en la mitad del
[desierto,
la luna y el sol juntos,
en todas sus esquinas mi voz te ha llamado
por cada avenida mis pasos reanudaron
el transitar eterno por la ciudad que tú destejes
Tejedora
la soñada ciudad donde te sueño y me sueñas
Ramón Cote Baraibar (Colombia, 1963-)
a Beatriz Helena
Del libro Como quien dice adiós a lo perdido
Evelio Rosero (Colombia, 1958-)
Tus manos
Amo tus generosas manos
llenas de historias concebidas
de entregas, de labores.
Las amo porque son tuyas,
porque tú me las diste,
porque me han sostenido
con inmensa dulzura,
y porque a ellas cogida
puedo dormir
los sueños más serenos
de mi vida.
María Lucía Villegas (Colombia, 1969-)
De Las lunas de Chía, poemas, Chía 1988-1994
Vamos a volar cometas
Una, dos y tres,
con un pliego de papel
hagamos una cometa.
Para que vuele mejor
hazle un cuerpo de dragón
con ojos color de fuego.
Píntale el cuerpo de verde
con alerones dorados
y un arco de bambú tierno.
Puedes hacerle una cola
que compita fácilmente
con la cola de un cometa.
Para que aprenda a volar
y escriba mamá en el cielo,
ponle un hilo largo y fuerte
y llévala a la montaña
a que ensaye sus piruetas
allá donde el cielo empieza,
y el arco iris se baña
en su copa de champaña
cuando pasa la tormenta.
Una, dos y tres
vamos a volar cometas.
Para que vuele en la playa
con los chicos de la escuela,
aprende de las gaviotas
y del viento marinero.
Tal vez se quede enredada
en el mástil de un velero,
o regrese un día al parque,
cansada de tanto vuelo,
con su arco de bambú roto,
sin su cola de cometa,
a pedirte que la arregles
y lleves a la montaña,
allá donde el cielo empieza,
y el arco iris se baña
en su copa de champaña
cuando pasa la tormenta.
Una, dos y tres,
sobre valles y montañas
y los jardines en flor
vamos a volar cometas.
Amparo Jaramillo-Restrepo
(Colombia, 1928-)