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Celebración del 4° aniversario de la partida de esta tierra de Chiara Castelgandolfo, 11 de marzo del 2012 Intervención conclusiva de Emmaus Hemos llegado a la conclusión de este encuentro. Un gracias de todo corazón a todos vosotros que habéis venido para construirlo y un caluroso saludo a todos los que estáis conectados. Durante estas dos horas hemos podido penetrar no solo en el “pensamiento de Chiara sobre los jóvenes”, tal como nos podía hacer pensar el título, sino penetrar, casi revivir, una extraordinaria experiencia que queremos que se multiplique. La que ha experimentado la vida de Chiara, pero que ha brillado con una luz especial con el crearse en el seno del Movimiento una segunda generación. Segunda respecto a la primera generación de personas que, con ella, había fundado el Movimiento. Una generación nueva: antes no existía; luego, desde un determinado momento existió. ¿Qué hemos admirado hoy? Sin duda, la relación de Chiara con esta generación. Esa especial relación que estableció con jóvenes de formación, cultura, pertenencia, sociedad, época histórica muy diversas. Una relación que ya sea encontrándose con grupos reducidos o masas en un estadio, Chiara siempre extendía a todos los jóvenes del mundo. Y de un modo especial, creo, interiormente nos hemos sentido involucrados por la reciprocidad que a generado, su modo de amar, en los jóvenes y que del mismo modo ha suscitado en ellos amor, confianza, esperanza, ser concretos. De hecho Chiara se lo ha dado todo, toda esa luz y esos horizontes universales, concretos y exigentes que Dios abría ante ella. Acompañando desde cerca a estas jóvenes generaciones para hacer personalmente también ellos la misma experiencia. La suya ha sido, mejor dicho, es confianza total, que implica. Total, como la que ella sentía que Dios tenía para con ella. Confianza que era también la certeza de que los jóvenes están hechos para contribuir en primera persona a la unidad del mundo, el sueño de un Dios que con nosotros lleva adelante la historia. Por esto la gran confianza sin condiciones que deposita en ellos. 2 Chiara ha sabido atreverse. Atreverse a mirar al Cielo para saber qué construir en la tierra. De aquí el valor de poner delante de nuestro corazón, antes que delante de nuestros ojos, el modelo de las relaciones que garantizan la fecundidad. Así, para delinear la relación entre la primera y la segunda generación nos hace mirar a lo alto, a la relación entre el Padre y el Hijo en la Trinidad. Paradigma que representa la máxima apertura del amor entre ambas partes, la demostración más evidente de lo que es dar y recibir; recibir y dar. Ella se ha inspirado siempre a esta relación y a este modelo nos invita a ensimismarnos todos nosotros. Chiara no ha dudado en hablar a los jóvenes de “revolución”. Revolución, es decir total cambio como efecto del vivir con confianza y sin medida las palabras de Jesús. De aquí la contestación a otros modos de vivir más reducidos y pobres. Ha creado incluso un nuevo lenguaje que fascina. Como cuando señala como modelo para el joven de hoy “al hombre mundo”, ese Jesús que nos ofrece la llave y la capacidad de transformar el dolor en amor, y por esto de abrazar sin miedo a la humanidad con sus contradicciones. Todo esto ha pasado hoy por nuestra alma, por nuestra mente, se ha renovado en nuestro corazón. Nos lo han testimoniado personas concretas, jóvenes de ayer y de hoy, que con fidelidad, sin huir del dolor, con compromiso y fantasía han construido y construyen un mundo nuevo sobre la roca, ladrillo a ladrillo. Es una preciosísima herencia en nuestras manos. Una herencia que se enriquecerá continuamente con el sucederse de nuevas generaciones. Tomemos ahora esta jornada como un trampolín de lanzamiento. Hoy no hemos “recordado” o “celebrado”, sino que nos hemos dejado involucrar de nuevo y todos juntos por la gracia del carisma. Chiara desde el Cielo nos piensa como una única realidad y, me atrevo a decir, ya nos ve así. Sintámonos nuevamente y todos juntos investidos por su confianza para afrontar los nuevos desafío que nos esperan y ser en la humanidad una corriente de amor. Así podremos dar testimonio de la revolución del Evangelio actuado; podremos ser semillas de Paraíso esparcido por todas partes en el mundo, un pueblo variopinto y plural que decidido construye, con todos lo que viven por el bien común, el “que todos sean uno”, la fraternidad universal. Se lo debemos a Chiara y al carisma que nos ha transmitido. Se lo debemos a la humanidad que amamos.