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Fototatuajes de Adriana Calatayud
Fernando Gálvez
La materia prima del trabajo de Adriana Calatayud es el cuerpo humano. Tanto en estos fotomontajes
como en sus imágenes digitales, son las formas humanas, los miembros corporales, sus entrañas y
huesos lo que articula su discurso poético. El clásico desnudo fotográfico es algo que queda atrás,
Calatayud hace uso de la técnica para darle al desnudo una dimensión más amplia y moderna (¿o
posmoderna?). En su serie Monografías, la piel de los cuerpo es cubierta en zonas por dibujos
anatómicos que nos abren la visión del organismo y sus formas laberínticas; es decir, el dibujo cubre la
piel para descubrir la entraña. Los trabajos de esta muestra remiten irremediablemente al tatuaje, la
tinta hilvana sus discursos lineales obre la epidermis, la desnudez se convierte en lienzo. Al genial
Leonardo le hubiese fascinado este poder casi mágico que otorga el fotomontaje: transparentar el
cuerpo, hacerle ventanas, como si la cámara al combinarse con el dibujo se convirtiera en un bisturí. Al
manipular con trazos dibujísticos las fotografías, el arte de Calatayud entra al dominio de la plástica; al
insistir en la temática anatómica, la artista se convierte en “cirujana plástica”. Resulta asombroso que
para derivar en una expresión eminentemente contemporánea, las imágenes que vemos sean en
ocasiones el resultado de la conjunción de un dibujo renacentista y una fotografía de 1996.
Pero para elaborar sus imágenes, Calatayud no distribuye al azar los dibujos sobre el cuerpo; si
observamos bien, los espacios que ocupará el dibujo han sido elegidos cuidadosamente, de tal modo
que el resultado final se vuelve una fuente de evocaciones y sugerencias poéticas; por ejemplo: hay
algunas de las fotografías en que el dibujo, a pesar de otorgarle una transparencia al cuerpo, puesto
que muestra sus vísceras o las estrías de los músculos, pareciera al mismo tiempo que lo vistiera, y es
que Calatayud ha recortado el dibujo en forma de corsé o de un payasito de latex.
Venas, arterias, intestinos, esófagos, hígados y estómagos, músculos y pulmones: el hombre
olvida a veces que es un ramillete de vísceras, un nudo orgánico. Las obras de Adriana Calatayud nos
recuerdan qué somos y además nos hacen ver que nuestro organismo es también hermoso, que la
maquinaria orgánica que alojamos está llena de formas visualmente bellas, capaces de transmitir un
mensaje estético. Como los perfomanceros e instalacionistas del grupo SEMEFO, Adriana ha
descubierto las posibilidades expresivas de las vísceras; sin embargo, sus discursos toman caminos
radicalmente distintos: mientras SEMEFO busca la provocación creando sensaciones que vayan del asco
al miedo, Calatayud crea delicadas imágenes con un sentido clásico de lo bello.
Gálvez, Fernando, "Fototatuajes de Adriana Calatayud", El Nacional, Revista Cultural Mexicana, no. 21, Junio 1996.