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Tercera sesión plenaria
Bari, 30 de enero de 2012
Informe sobre la relación entre desertificación
y cambio climático en el Mediterráneo
CDR 418/2011 rev. 1
ES
-1-
El presente informe ha sido elaborado por Nichi Vendola, presidente de la Región de Puglia (Italia).
Sometido a debate el 6 de julio por los miembros de la ARLEM en la reunión de la Comisión de
Desarrollo Sostenible (SUDEV), el informe se aprobó en la tercera sesión plenaria de la ARLEM,
celebrada en Bari, Italia, el 30 de enero de 2012.
CDR 418/2011 rev. 1
-2CONTEXTO
Coincidiendo con la segunda sesión plenaria de la ARLEM, celebrada en Agadir el pasado 29 de
enero, se procedió a la aprobación del programa de trabajo para el año 2011: de los cuatro temas de
trabajo incluidos en dicho programa, uno se consagró a examinar en detalle tanto la relación existente
entre desertificación y cambio climático en el Mediterráneo, como el papel que las comunidades
locales desempeñan a la hora de establecer estrategias para luchar contra estos fenómenos y adaptarse
a ellos.
En el ámbito de actuación de la Unión por el Mediterráneo (UpM), la desertificación y el cambio
climático, así como sus efectos en la producción agrícola, constituyen un elemento central de la
Declaración conjunta presentada en la Cumbre de París en julio de 2008 1 , que se amplió
posteriormente en la Cumbre de Marsella de noviembre de 20082 a los efectos sobre el turismo. En
este orden de cosas, el plan de trabajo de la UpM sobre el agua es absolutamente coherente con los
objetivos de la lucha contra la desertificación y el cambio climático.
Tanto las orientaciones de la UpM para la elaboración de una Estrategia para el Agua en el
Mediterráneo (WSM en sus siglas inglesas), establecidas en la conferencia ministerial
euromediterránea de diciembre de 2008, como el informe de la ARLEM sobre la gestión local de los
recursos hídricos de enero de 20113 han reconocido la urgencia de promover acciones para adaptarse
al cambio climático con vistas a elevar la resistencia de los sistemas hídricos y proteger la
biodiversidad y las actividades agrícolas y zootécnicas.
También en el informe de la ARLEM sobre la dimensión territorial de la UpM de enero de 20114 se
incluye la cuenca del Mediterráneo como una de las áreas más vulnerables al calentamiento global. En
el marco de una estrategia general de desarrollo sostenible, y reconociendo la necesidad de perseguir
objetivos ambiciosos para reducir la contaminación y salvaguardar el territorio y el capital natural –
incluida la biodiversidad–, este documento establece que los incentivos para la utilización de fuentes
de energía limpias a escala regional y local representan la acción más eficaz de todas para combatir el
cambio climático.
1
2
3
4
Declaración conjunta de los jefes de Estado y de gobierno de la región euromediterránea, París, 13 de julio de 2008;
http://www.ufmsecretariat.org/en/wp-content/uploads/2010/11/ufm_paris_declaration1.pdf,
Declaración final de los ministros de Asuntos Exteriores de la región euromediterránea, Marsella, 3 y 4 de noviembre de 2008;
http://www.ue2008.fr/webdav/site/PFUE/shared/import/1103_ministerielle_Euromed/Final_Statement_Mediterranean_Union_E
N.pdf,
CDR 61/2011 fin - Informe de la ARLEM sobre la gestión local del agua en el Mediterráneo, Agadir, 29.01.2011
http://www.cor.europa.eu/pages/CoRAtWorkTemplate.aspx?view=folder&id=15f44866-46e7-4d0e-baab56ac2cd295b5&sm=15f44866-46e7-4d0e-baab-56ac2cd295b5
CDR 85/2011 fin - Informe de la ARLEM sobre la dimensión territorial de la Unión por el Mediterráneo, Agadir, 29.01.2011
http://www.cor.europa.eu/pages/CoRAtWorkTemplate.aspx?view=folder&id=15f44866-46e7-4d0e-baab56ac2cd295b5&sm=15f44866-46e7-4d0e-baab-56ac2cd295b5,
CDR 418/2011 rev. 1
-3Ya en 1995, la Declaración de Barcelona5 propugnaba el reforzamiento de la cooperación regional y
subregional, así como la coordinación a través de un plan de acción mediterráneo para la conservación
y gestión del patrimonio natural; la protección y restauración de la vegetación mediterránea,
recurriendo en especial a la prevención y el control de la erosión, la degradación del terreno y los
incendios forestales; la lucha contra la desertificación; la divulgación de buenas prácticas en relación
con las técnicas de financiación, legislación y control medioambientales y, por último, la integración
de las cuestiones medioambientales en las políticas regionales y locales para la prevención y la lucha
contra la degradación medioambiental. Con el presente informe, la ARLEM pretende, por un lado,
analizar desde un punto de vista regional y local aquellos procesos medioambientales y
socioeconómicos que se ven afectados por los fenómenos de la desertificación y el actual cambio
climático y, por otro lado, formular propuestas y recomendaciones para impulsar de manera eficaz las
políticas de cooperación y de desarrollo sostenible con vistas a un futuro de prosperidad, cohesión
social y paz en el Mediterráneo. La finalidad última es, por lo tanto, trazar una senda política común
que encomendar a la Unión Europea, la UpM, los Estados miembros y todos aquellos actores locales e
internacionales activos en la lucha contra el cambio climático y la desertificación.
Interacción entre desertificación y cambio climático, y papel de las regiones y los entes locales
Los ecosistemas naturales, tras milenios de selección y cruce, han adquirido una capacidad suficiente
de adaptación a las fluctuaciones naturales del clima, algo que, al mismo tiempo, ha venido
garantizando desde hace siglos el desarrollo de las poblaciones humanas en armonía con el desarrollo
de dichos ecosistemas. Más recientemente, como consecuencia de la explosión social y económica,
las estrategias tradicionales de adaptación humana se han visto relegadas casi por completo por las
transformaciones económicas y los cambios políticos, el aumento demográfico y la tendencia al
abandono del nomadismo. Además del cambio climático, el uso no sostenible del territorio y del suelo
agrícola, la sobreexplotación de las zonas agrícolas y de pastos, la deforestación, los incendios
forestales y el desarrollo de las prácticas de irrigación no sostenibles han sido factores que han
propiciado de manera crucial la aparición de los fenómenos de desertificación. A todo ello debe
añadirse que la explotación intensiva de los recursos naturales determina una alteración profunda de
los ecosistemas naturales y de aquellos gestionados por el hombre a escala local, los cuales se asocian
con una modificación del orden socioeconómico en zonas muy amplias, así como con la aparición de
inestabilidades de carácter político y de desigualdades sociales. En última instancia, esta modalidad de
degradación ha provocado alteraciones irreversibles en la distribución de los servicios ecosistémicos
fundamentales, con lo que se ha agravado el riesgo de cambios imprevisibles en el orden social,
económico y ecológico.
La compleja relación existente entre las presiones medioambientales y los procesos de desertificación,
por medio de actividades antropocéntricas, constituyen el elemento central de un exhaustivo estudio
solicitado en 2000 por Naciones Unidas que, con el título «Evaluación de los Ecosistemas del
5
Declaración final de la Conferencia Ministerial Euromediterránea de Barcelona de los días 27 y 28 de noviembre de 1995, y
programa de trabajo;
http://europa.eu/legislation_summaries/external_relations/relations_with_third_countries/mediterranean_partner_countries/r1500
1_es.htm.
CDR 418/2011 rev. 1
-4Milenio» 6 , establece que la desertificación es el resultado del fracaso a largo plazo a la hora de
encontrar un equilibrio entre la demanda y la oferta de los servicios ecosistémicos vinculados a los
recursos del suelo y del agua.
Para que los países más afectados pudieran hacer frente a este complejo sistema de interacción entre
las presiones medioambientales y las socioeconómicas, la Organización de las Naciones Unidas ya
propuso en 1977 la aprobación de una estrategia de lucha global en la que se hacía referencia a la
Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación7 (CNULD). Esta Convención
definía la desertificación como el proceso de degradación de los territorios áridos, semiáridos y
subhúmedos como consecuencia de diversos factores biofísicos y antropocéntricos, entendida la
degradación del territorio como la reducción o pérdida de la productividad biológica y económica, así
como de la complejidad de los suelos agrícolas –irrigados o no–, los pastos, las selvas y los terrenos
forestales. La alarma de las Naciones Unidas por el azote de la desertificación se vio amplificada con
la definición de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Con este propósito, la Asamblea General
aprobó en marzo de 2011 una resolución específica (nº 65/1608) en la que, a raíz de la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (Río+20), se reafirma la prioridad de las iniciativas
para luchar contra la desertificación, la degradación del territorio y los efectos de la sequía al objeto
de erradicar la pobreza.
Según la definición de la CNULD, la cuenca del Mediterráneo se halla particularmente expuesta al
fenómeno de desertificación, el cual, precisamente en esta región, se desarrolla con una intensidad
desconocida en otros lugares. Efectivamente, los estudios disponibles demuestran que la mayor parte
de las áreas sometidas a degradación de resultas de la desertificación se encuentra en las regiones de
Oriente Medio y el norte de África. Sin embargo, otros países de la orilla norte del Mediterráneo
(como España, Italia, Grecia, Turquía, Chipre o Malta) también se ven afectados por graves
fenómenos de desequilibrio medioambiental que, en numerosos casos, han alcanzado umbrales de
irreversibilidad (salinización de capas y suelos, sobreexplotación agrícola y zootécnica, pérdida de
servicios ecosistémicos y de biodiversidad, etc.). Entre los elementos de degradación del territorio
especialmente aplicables a la ribera septentrional, cabe mencionar una rápida tendencia al desgaste e
impermeabilización de los suelos en áreas de uso agrícola y zootécnico convertidas a un uso urbano e
infraestructural, así como la alarmante cantidad de fenómenos contaminantes del suelo que se han
9
registrado en los Estados miembros y en los países candidatos .
6
7
8
Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, Derechos de autor © 2005 World Resources Institute (http://www.maweb.org).
El 17 de junio de 1994 se adoptó en París la «Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación».(CNULD)
http://www.unccd.int,
Resolución de UN A/RES/65/160 de 4.3.2011. Resolución aprobada por la Asamblea General sobre la Aplicación de la
Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación en los Países Afectados por Sequía Grave o
Desertificación, en particular en África,
http://www.un.org/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/RES/65/160&referer=/english/&Lang=S
9
CDR 190/2002 fin – Dictamen del Comité de las Regiones de 12 de febrero de 2003 sobre la «Comunicación de la Comisión al
Consejo, el Parlamento Europeo, el Comité Económico y Social y el Comité de las Regiones – Hacia una estrategia temática para
la protección del suelo» (COM(2002) 179 final).
CDR 418/2011 rev. 1
-5Por lo que respecta al factor climático, atendiendo a los datos de que se dispone en el último informe
del IPCC10 , el aumento en Europa de la temperatura media será más elevado que en el resto del
planeta, con unos efectos más notorios en invierno en la Europa septentrional y en verano en la
meridional. Al mismo tiempo, se asistirá a un incremento de las precipitaciones en la Europa
septentrional y a una sensible disminución de los días de lluvia en la mayor parte del área
mediterránea, con la consiguiente agravación del riesgo de sequía. A pesar de las persistentes
incertidumbres a la hora de formular hipótesis climáticas sólidas a escala regional, así como de las
dificultades que plantea el análisis del impacto climático en los ámbitos medioambientales y
socioeconómicos, es evidente que los fenómenos de desertificación no podrán sino empeorar en una
región como la mediterránea, caracterizada ya de manera notable por una carencia endémica de
recursos hídricos. Esta hipótesis de futuro constituye en estos momentos uno de los mayores desafíos
medioambientales para la región mediterránea, con graves e innegables repercusiones de carácter
medioambiental, social, económico y político.
Son diversas las consecuencias inmediatas, directas e indirectas, que resultan de la interacción entre
cambio climático y procesos de desertificación: sin ánimo de exhaustividad, cabe mencionar la
degradación medioambiental que reduce la resistencia del territorio a la variación climática, el riesgo
que supone para las posibilidades de producción alimentaria, la mayor incidencia de sequía y la
precariedad, con la consiguiente aparición de fenómenos de inestabilidad socioeconómica. A más
largo plazo, los posibles efectos de esta interacción pueden determinar un aumento en la frecuencia de
los fenómenos de carestía hídrica y empeoramiento de la calidad de las aguas, la puesta en peligro de
la seguridad alimentaria y los consiguientes riesgos que ello conlleva para la salud y la seguridad
social, la aparición de perjuicios de carácter permanente al orden natural –con posibles efectos en las
economías nacionales–, así como el incremento de los flujos migratorios tanto dentro de los países (de
las zonas rurales a los centros urbanos) como entre Estados soberanos (desde el sur hacia el norte).
Como consecuencia del notable alcance social, económico, político y medioambiental de la
desertificación y del cambio climático, existe un gran número de organismos internacionales que
tienen entre sus objetivos la lucha contra la desertificación. A nivel mundial, la Organización de las
Naciones Unidas, a través de la Secretaría de la CNULD, continúa siendo el organismo de referencia
para la definición y coordinación de los programas de acción nacionales, regionales y subregionales
en la lucha contra la desertificación, y ello también es aplicable para el área mediterránea. Con la
finalidad de relanzar la estrategia para proteger los territorios áridos y semiáridos de una mayor
degradación que los transforme en desiertos, la CNULD, junto con PNUMA, PNUD y FIDA, ha
promovido para el período 2010-2020 un programa de acción denominado «Decenio para los
Desiertos y la Lucha contra la Desertificación»11.
En el plano de la lucha contra el cambio climático, la Organización de las Naciones Unidas auspició
en 1994 una Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), con
10
11
IPCC, 2007: Cambio climático 2007: informe de síntesis. Contribución de los grupos de trabajo I, II y III al IV informe de
evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático [Equipo de redacción: Pachauri, R.K and
Reisinger, A. (eds.)]. IPCC, Ginebra, Suiza, 104 pp.
Información sobre esta iniciativa en http://www.un.org/es/events/desertification_decade/background.shtml,
CDR 418/2011 rev. 1
-6el objetivo de apoyar a los países en vías de desarrollo para que emprendieran acciones encaminadas a
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y favorecer así su adaptación. En este orden de
cosas, la CMNUCC y la CNULD comparten diversas estrategias, hasta el punto de que sería deseable
su integración en los países en vías de desarrollo de cara a la aplicación de acciones sinérgicas para la
protección del suelo y la reducción de las emisiones de CO2. Del mismo modo, también es posible
buscar sinergias útiles con el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de las Naciones Unidas.
Extrema importancia reviste también el Convenio de Barcelona12 de 1975 contra la contaminación
del Mediterráneo , firmado por dieciséis países de la orilla sur y de la Comunidad Europea, con el
patrocinio de las Naciones Unidas. Este convenio dio lugar al Plan de Acción para el Mediterráneo
(PNUMA/PAM), acto fundamental para la protección y la gestión sostenible del medio ambiente y el
reforzamiento de la solidaridad entre los países mediterráneos. El Convenio de Barcelona sentó
también las bases de la actividad de la UpM, en especial en lo relativo a la Estrategia para el Agua en
el Mediterráneo, cuyo esbozo contempla importantes implicaciones para la lucha contra el cambio
climático y la desertificación.
Por último, la Unión Europea se cuenta entre los organismos internacionales más activos en el
desarrollo y aplicación de políticas medioambientales y de desarrollo sostenible en el área del
Mediterráneo. Así, la UE opera con diversos instrumentos y programas para la lucha contra la
desertificación y el cambio climático, orientados tanto hacia sus Estados miembros como hacia los
países incluidos en la política de vecindad. Las direcciones generales más implicadas son la DG
Medio Ambiente, la DG Desarrollo y Cooperación –EuropAid– y la DG Acción Climática, las cuales
cuentan, a distintos niveles, con la participación de la sociedad de los países extracomunitarios en la
ejecución de acciones para la protección de los suelos y de la biodiversidad, así como para combatir el
cambio climático.
Todos los programas de lucha contra la desertificación y el impacto del cambio climático reconocen el
papel fundamental que desempeñan los entes locales y regionales. Por consiguiente, el verdadero
objetivo consiste en asegurar una participación eficaz de las comunidades locales, que deberán
promover y llevar a cabo las estrategias de acción, en lugar de ser meros ejecutores de unas medidas
definidas a nivel central, frecuentemente sin participación ni implicación del ámbito local.
Los mayores desafíos a efectos de las instancias locales y regionales
Los procesos de desertificación están estrechamente entrelazados con una serie de profundos males –
como la pobreza, el subdesarrollo y la falta de seguridad alimentaria– que no podrán sino verse
agravados como consecuencia del cambio climático. Tan amarga consideración se traduce en que
cualquier hipótesis para hacer frente a este problema pasa por combatir al mismo tiempo las causas de
la pobreza y las necesidades fundamentales de las poblaciones rurales. Esto exige promover en las
políticas de gobierno, a todos los niveles, un desarrollo socioeconómico sostenible encaminado a
12
Convenio para la protección del Mar Mediterráneo contra la contaminación, Barcelona 9 y 10 de junio de 1975,
http://www.unepmap.org/index.php?module=content2&catid=001001004,
CDR 418/2011 rev. 1
-7proteger el suelo, los recursos hídricos y los ecosistemas correspondientes, además de garantizar un
desarrollo urbanístico basado en la planificación sostenible del uso del suelo. De tales factores
dependen la seguridad alimentaria y energética y, por consiguiente, la mejora de las condiciones de
vida de dichas poblaciones. Así pues, de todo ello se desprende que las políticas contra la
desertificación y el cambio climático están profundamente vinculadas a todo el espectro de políticas
económicas y sociales.
Intervenir de raíz en las causas que determinan los procesos de desertificación implica condicionar
opciones programáticas y económicas a distinta escala y, en este contexto, desarrollar políticas
capaces de mitigar las consecuencias, también en todo lo relativo a los fenómenos migratorios
internos o hacia otros Estados.
La dimensión local y regional ya se considera de manera generalizada la más idónea y eficaz para
analizar este fenómeno y establecer y, posteriormente, ejecutar las medidas para contrarrestarlo, en la
medida en que puede crear un proceso de participación democrática basado en la concienciación
acerca de los problemas y la puesta en común de los objetivos. Al mismo tiempo, los entes locales y
regionales son los organismos que mejor pueden mitigar las causas de la desertificación y hacer frente
a sus efectos, siempre y cuando se les conceda capacidad de acción en un marco de cooperación y
sinergia entre los distintos niveles institucionales.
A la luz de las primeras experiencias, parece clara la exigencia de hacer frente a este desafío
combinando soluciones descendentes derivadas de los gobiernos centrales con soluciones
ascendentes, formuladas por los entes locales y regionales y con una plena participación de las
comunidades locales.
A este respecto, y atendiendo al éxito de las experiencias registradas por el Pacto de los Alcaldes a la
hora de plasmar a escala local y regional los objetivos generales del paquete energético de la UE (los
planes de acción energética sostenible), es más que deseable que la estrategia de lucha contra la
desertificación y el cambio climático en la cuenca del Mediterráneo se ponga en práctica a través de
un protocolo común que valore las exigencias, defina unos planes de acción específicos y cuantifique
su aplicación y grado de eficacia.
A la hora de definir unas estrategias de actuación más eficaces, así como su aplicación a nivel local y
regional, cabe asimismo desear que la ARLEM desempeñe un papel central, en su calidad de
organismo institucional capaz de sistematizar conocimientos, competencias y voluntades de acción
colectiva en la cuenca mediterránea, con los objetivos prioritarios de 1) informar y advertir a los
miembros de la ARLEM acerca de las amenazas reales que plantean la desertificación y el cambio
climático; 2) sensibilizar en el seno de la propia asamblea sobre las buenas prácticas y los
instrumentos financieros de que se dispone para una aplicación eficaz, y 3) alentar la formación de
marcos de cooperación internacionales e interregionales para desarrollar proyectos de mitigación y
adaptación al cambio climático y a la desertificación.
***
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-8-
CONCLUSIONES Y PROPUESTAS
La actual situación en la región mediterránea pone en evidencia que las preocupaciones principales de
los Estados y los ciudadanos están relacionadas, por un lado, con la falta de empleo y, por el otro,
con las dificultades de acceso a bienes y servicios fundamentales como, por ejemplo, el agua, la
alimentación y la energía. La ARLEM es plenamente consciente de que estos problemas están
estrechamente vinculados a los procesos de desertificación y a las transformaciones climáticas y que,
por consiguiente, el tema de la desertificación y el cambio climático afecta a la gestión sostenible
de todos los recursos naturales y ecosistémicos y, en particular, las aguas, la biodiversidad, la
energía, los residuos, así como a la gestión sostenible del uso del suelo y del desarrollo
urbanístico. Todos estos factores tendrán consecuencias directas, complejas y articuladas en el
ámbito social y económico, así como en el desarrollo de la región mediterránea. Por otra parte, la
ARLEM cree que uno de los deberes y cometidos de la política –en todas las instancias de gobierno–
consiste en proporcionar respuestas estructuradas a problemas complejos, interrogándose con un
planteamiento interdisciplinario y transdisciplinario sobre el modelo de desarrollo sostenible que
debemos perseguir para conservar el capital natural en beneficio de las futuras generaciones.
Con este objetivo, la ARLEM considera que las políticas de lucha contra la desertificación y en favor
de la mitigación y adaptación al cambio climático condicionarán el desarrollo de la región
mediterránea, aunque al mismo tiempo podrán representar también una ocasión de crecimiento
sostenible e integrador si se combinan las exigencias de desarrollo económico con la cohesión social
y la protección medioambiental.
Por lo que respecta al desarrollo y ejecución de las políticas territoriales y de protección del medio
ambiente, la ARLEM se muestra convencida del valor añadido que representa la experiencia de los
entes locales y regionales de la cuenca mediterránea y la necesidad de un planteamiento de
gobernanza multinivel.
La ARLEM es plenamente consciente de que el cambio climático incrementará la variabilidad
climática, lo cual repercutirá directamente en los ecosistemas naturales y agravará la degradación
relacionada con la desertificación, con el consiguiente aumento de las tensiones sociales y de los
conflictos por el acceso y uso de los recursos naturales.
La ARLEM reconoce que la fertilidad de los suelos es una característica determinante para la
conservación del capital natural y la biodiversidad de los entornos mediterráneos y que, como tal,
constituye el elemento básico para la resistencia de los ecosistemas frente a perturbaciones externas,
ya sean éstas de naturaleza antropocéntrica o estén relacionadas con los extremos climáticos. Por lo
tanto, acoge con satisfacción el nacimiento de la Alianza mundial sobre los suelos, iniciativa
auspiciada por la OIT en septiembre de 2011 con el objetivo de definir y ejecutar una estrategia para
la utilización productiva y sostenible del suelo en todo lo relativo a la seguridad alimentaria y a la
adaptación y mitigación del cambio climático.
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-9La ARLEM está de acuerdo en que es necesario reconocer y analizar de manera oportuna los indicios
de evolución de los procesos de degradación en los territorios expuestos al peligro de la
desertificación. Con esta finalidad, considera importante desarrollar y divulgar a escala local nuevas
modalidades más eficaces de indicadores (vulnerabilidad, evolución espacial y temporal, impacto)
para determinar y caracterizar este fenómeno construyendo un atlas internacional de las regiones en
riesgo de desertificación y, por lo tanto, más vulnerables al cambio climático. A este respecto, destaca
el papel fundamental que desempeñan los entes locales y regionales en la recopilación de unos datos
medioambientales que, una vez integrados recurriendo a la información procedente de las plataformas
de satélite (como GMES o Geoland2), permiten un seguimiento adecuado y sistemático de la
degradación medioambiental. Del mismo modo, gana en interés la propuesta del Comité de las
Regiones 13 para transformar el Observatorio Europeo de la Sequía en un Observatorio Hídrico
Europeo, con el objetivo de llevar a cabo un seguimiento objetivo del uso que se hace de los recursos
hídricos, y haciendo especial hincapié en la explotación de las capas freáticas.
Al reconocer que los procesos de desertificación, las variaciones climáticas y las transformaciones
socioeconómicas son fenómenos que implican una enérgica interacción, ARLEM destaca el papel
fundamental de los recursos hídricos en la región mediterránea como un factor que restringe el
desarrollo socioeconómico y cuyo derecho de acceso universal 14 sigue siendo objeto de
discrepancias. Además, considera que la mayor presión antropocéntrica en los recursos hídricos de
las regiones mediterráneas exige la adopción de medidas de gestión y protección que impliquen al
conjunto de políticas públicas en los ámbitos del agua, la energía, la agricultura, el transporte, los
residuos, el turismo y la lucha contra el cambio climático y su mitigación, bajo la guía de un enfoque
integrado que deje de ser sectorial.
Por consiguiente, al afirmar que la protección y la conservación del recurso, el desarrollo de las
infraestructuras y la gestión sostenible del agua deben constituir el elemento central de cualquier
estrategia de lucha contra la desertificación y el cambio climático, la ARLEM propugna la creación de
una Estrategia común para el agua en el Mediterráneo como la propuesta en el seno de la UpM.
Atendiendo a la necesidad de tener presentes las transformaciones políticas y económicas en marcha
en numerosos países del Mediterráneo, la ARLEM recuerda las importantes indicaciones recogidas en
la Resolución del Comité de las Regiones de 12 de mayo de 201115 y, en particular:
−
13
14
15
observa con preocupación los cambios acaecidos y la incertidumbre que se ha instalado en el
Mediterráneo meridional y apoya plenamente el proceso de reforma social, económica y
política, que debería traducirse en una verdadera democratización y nueva estabilidad en todos
CDR 5/2011 fin – Dictamen del Comité de las Regiones sobre «El papel de los entes regionales y locales en el fomento de una
gestión sostenible del agua», DO C 259 de 2.9. 2011, pp. 13-18.
Resolución de las Naciones Unidas A/RES/64/292 de 28.7.2010,
http://www.un.org/spanish/waterforlifedecade/human_right_to_water.shtml.
CDR 156/2011 fin – Dictamen del Comité de las Regiones sobre el tema «Gestionar el impacto y las consecuencias de los
levantamientos populares en el Mediterráneo».
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- 10 -
−
los países afectados, y debería brindar genuinas oportunidades a los hombres y mujeres de esa
zona en aras de la paz y prosperidad;
reconoce que la inestabilidad política y social del Mediterráneo meridional, junto con la
represión y las dificultades económicas en varios sectores, así como el continuo deterioro del
medio ambiente, son importantes motivos para los movimientos migratorios de entrada y
salida de la región, que es probable que continúen ya que cada vez más gente huye de la pobreza
y de la inestabilidad política;
Por tanto, a la vez que destaca la conexión entre migración y política de desarrollo, considera
urgente que se sancionen nuevas políticas capaces de crear en la región las condiciones económicas y
sociales propicias para garantizar un desarrollo duradero para las poblaciones locales, y favorecer la
libre circulación de bienes y servicios, de personas y de capital. Consiguientemente, reconoce que es
imprescindible contener la pobreza mediante la creación de puestos de trabajo para los jóvenes, y
espera que se aprovechen plenamente los recursos y la experiencia existentes en el ámbito
internacional para promover y apoyar la instrucción y la formación profesional en el Mediterráneo,
desde una perspectiva de plena cooperación y valorización de los territorios.
En este orden de cosas, recuerda el papel que puede desempeñar la Unión por el Mediterráneo para
afrontar las crisis medioambientales y sus implicaciones en la inmigración, y subraya a este
respecto la posible contribución de la ARLEM en aras de la cooperación y el intercambio de
conocimientos especializados entre los entes locales y regionales.
En particular, recalca la utilidad práctica de los programas de desarrollo en el ámbito de la lucha
contra la desertificación y la adaptación al cambio climático, en el marco de la ampliación de la
política europea de vecindad, y propone que se desarrollen iniciativas específicas para los contextos
locales y regionales de la orilla meridional del Mediterráneo.
La ARLEM espera que se imprima una mayor eficacia a las políticas de lucha contra la
desertificación combinando los objetivos específicos de la protección del suelo y la biodiversidad y
una estrategia más amplia de crecimiento sostenible y lucha contra el cambio climático basada en el
desarrollo de energías alternativas y la valorización del patrimonio cultural.
La ARLEM es consciente de que para mantener a raya los efectos de la sequía y de la desertificación
se necesitan soluciones a corto y largo plazo, las cuales únicamente tendrán éxito si el conjunto de la
comunidad tiene motivaciones para adoptar acciones idóneas de desarrollo sostenible. Así pues, la
asamblea se muestra convencida de que las ONG desempeñan un papel fundamental en este proceso y
de que únicamente la coordinación de la UpM en la creación de asociaciones entre gobiernos
centrales y locales permitirá asegurar una transferencia eficaz de conocimientos a nivel regional.
La ARLEM está también persuadida de que el desarrollo y la divulgación de los métodos de la
agricultura sostenible constituyen una clave eficaz para reducir las causas de la desertificación y
mitigar sus efectos. En este mismo sentido, espera que la promoción de la agricultura sostenible forme
parte de una estrategia más amplia encaminada a la modernización socioeconómica de toda la región.
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Consciente de que la degradación provocada por la desertificación es también achacable a la
sobreexplotación de las superficies agrícolas y a la marginalización de los territorios más
desfavorecidos, considera oportuna la introducción en las políticas agrícolas de los países del
Mediterráneo de principios funcionales de condicionalidad para la divulgación de buenas prácticas,
así como el respeto a la gestión de los recursos hidrológicos (regulación de los cultivos y prácticas de
irrigación acordes con las posibilidades hídricas del territorio).
Considera que, a medida que avanza la degradación medioambiental como consecuencia, entre otras,
de las transformaciones climáticas, aumentará la incertidumbre económica de quien vive y produce
en estos territorios, con lo que se volverá a cuestionar la actual producción agrícola en favor de unos
modelos productivos más resistentes y flexibles. A este respecto, cree que entre las prácticas de
adaptación sería de interés el aumento del pastoreo, una actividad que permite más flexibilidad a la
hora de producir proteínas en territorios marginales respetando en todo momento el medio ambiente.
Consciente del carácter interdisciplinario y transdisciplinario de las actividades de investigación
necesarias para comprender mejor los complejos mecanismos de degradación del territorio, la
ARLEM elogia las iniciativas de la comunidad técnica y científica de la región mediterránea, como el
programa MISTRALS16, y aboga por un intercambio de conocimientos cada vez más intenso entre
las universidades europeas y mediterráneas, con la instrucción pública como motor principal para
sensibilizar con garantías acerca del papel crucial que desempeña la sostenibilidad medioambiental en
la lucha contra la desertificación y la adaptación al cambio climático.
Además, la asamblea considera útil ampliar el Mecanismo de Facilitación que ya se ha adoptado
para la adaptación al cambio climático y, de ese modo, hacerlo extensible también a las estrategias
para combatir y adaptarse a la desertificación. Con este propósito, elogia los resultados del proyecto
CLEMEDES, cuyo objetivo consiste en crear un mecanismo de facilitación relativo a la
desertificación en los países del anexo IV (Mediterráneo septentrional), que espera que en el futuro
abarque al conjunto de la cuenca mediterránea.
La ARLEM reconoce el papel esencial que desempeñan las comunidades locales para concienciar
en mayor medida acerca de los peligros de la desertificación, sus causas y sus consecuencias, y se
muestra convencida de que es necesario promover la educación en torno al valor que entraña la
conservación de los ecosistemas como fuente de sustento flexible y resistente a las alteraciones
climáticas. En este sentido, la ARLEM tiene bien presente que las políticas de lucha contra la
desertificación han de integrarse con los estilos de vida y las tradiciones de las poblaciones locales
con el ánimo de incorporar el conocimiento local tradicional a los planes de acción específicos.
Al elogiar el considerable número y la dimensión de las acciones para luchar contra la desertificación
que han llevado a cabo muchos entes locales y regionales en el Mediterráneo, la ARLEM se reafirma
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MISTRALS (Mediterranean Integrated Studies at Regional And Local Scales) programa decenal emprendido por el CNRS para
la observación e investigación con el fin de comprender los procesos medioambientales en la cuenca del Mediterráneo de resultas
del cambio global (http://www.mistrals-home.org).
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- 12 en la importancia de conjugar un contexto político favorable con las infraestructuras necesarias
para ejecutar con éxito los proyectos de lucha contra la desertificación. En otros términos, los
gobiernos implicados en la conservación a largo plazo de los recursos naturales propios –un bien
común de las poblaciones– deben hacer un llamamiento a la responsabilidad y a la acción, tanto a
nivel de gobierno central como de otros más periféricos. Además, espera que, partiendo de las
experiencias de mayor éxito, se emprendan marcos de asociación internacional entre los
gobiernos centrales, regionales y locales para la transferencia de conocimientos y mejores prácticas a
través de las distintas comunidades del Mediterráneo.
Con este propósito, reconoce el elevado valor de las infraestructuras verdes (intervenciones para
detener el avance de los desiertos, estabilización de las dunas de arena y lucha contra la erosión del
suelo, actuaciones de reforestación y conservación del ecosistema mediante la recuperación y el
desarrollo de cultivos arbóreos tradicionales, recuperación de las zonas ribereñas y los humedales,
sistematización y estabilización de las vertientes, etc.), a la vez que se compromete a que las futuras
estrategias de intervención contra el avance de la desertificación se orienten prioritariamente hacia ese
tipo de soluciones para garantizar así la defensa del suelo y, al mismo tiempo, la conservación del
capital natural, la recuperación de los recursos naturales y la oferta de nuevas oportunidades para el
turismo y el empleo.
Bien consciente de la dimensión local predominante en las políticas de mitigación y adaptación al
cambio climático y de lucha contra la desertificación, la ARLEM acoge con satisfacción la propuesta,
apoyada entre otros por el PNUD y el PNUMA, de integrar las políticas públicas nacionales con las
de dimensión local y regional, adoptando el denominado Enfoque Territorial para los Cambios
Climáticos (TACC). Este enfoque permitirá combinar la economía hipocarbónica con un desarrollo
territorial y urbanístico que asegure la producción sostenible de energía, la seguridad alimentaria y la
creación de nuevas oportunidades laborales.
Por otro lado, la degradación medioambiental también se relaciona estrechamente con las políticas de
utilización del suelo, que se elaboran en función de los planes de utilización del suelo. Por
consiguiente, los planes urbanísticos inteligentes y respetuosos con el medio ambiente son
instrumentos importantes de desarrollo sostenible. Con este objetivo, la ARLEM recomienda que las
instituciones responsables de la planificación territorial tomen en consideración medidas para
mitigar y prevenir el cambio climático y la desertificación en la elaboración de dichos planes.
En el plano mundial, la ARLEM acoge favorablemente la definición de un objetivo universal para el
desarrollo sostenible, como el de conseguir una degradación nula del territorio (zero net global land
degradation), en la convicción de que la prevención y recuperación de los territorios degradados
exigen unas metas objetivas y cuantificables.
Reafirmándose en que la eficiencia en el uso de los recursos nacionales y el desarrollo de las
economías verdes han de ser objetivos comunes en toda la cuenca del Mediterráneo, la ARLEM
espera que la Comisión Europea muestre un interés cada vez mayor por las iniciativas
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- 13 internacionales de desarrollo sostenible en los sectores del agua, la energía, la agricultura, los bosques
y los recursos marinos.
Así, convencida del papel estratégico y proactivo de los entes locales y regionales, la asamblea desea
que se repita el éxito cosechado por el Pacto de los Alcaldes en la elaboración de políticas para
reducir en los municipios de la Unión Europea las emisiones de CO2 también a la hora de desarrollar
políticas para combatir la desertificación y promover la adaptación al cambio climático, extendiendo
el interés que reviste un foro como el Pacto de los Alcaldes también a los países de la orilla sur del
Mediterráneo.
La ARLEM reconoce que una de las causas que explican el fracaso parcial a la hora de combatir la
desertificación es el escaso acceso a fuentes sostenibles de financiación por parte de los organismos
encargados de la ejecución de los programas de acción. Así pues, considera fundamental para el éxito
de la lucha contra la desertificación en toda la región que se promuevan sistemas innovadores para la
financiación de las iniciativas de larga duración en favor de los entes locales y regionales.
Deseando que todas estas propuestas puedan contribuir a la construcción de un futuro de paz y
prosperidad para los pueblos del Mediterráneo, la ARLEM invita a sus copresidentes a que transmitan
el presente informe a los jefes de estado y de gobierno de los países miembros de la UpM, al
secretario de la UpM y al presidente del Consejo Europeo, así como a los presidentes de las
instituciones y órganos de la UE.
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Nota: Sigue anexo
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ANEXO – Lista de contribuciones recibidas de miembros de la ARLEM
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Región de Provenza-Alpes-Costa Azul (Francia)
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Ayuntamiento de Gaziantep (República de Turquía)
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Gobierno de Argel (República Argelina Democrática y Popular)
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Ayuntamiento de Pietà, La Valeta (República de Malta)
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Región de Murcia (España)
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Región de Creta (República Helénica)
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Ayuntamiento de Nicosia (República de Chipre)
−
Municipios turcos (República de Turquía)
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IT-AOA/PLI/gf