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Escalas, economía y cambio climático en el Caribe insular, ¿se estrecha más la sub región? Lic. Daymler O’Farrill Rolando
Profesor-Investigador del Centro de Investigaciones de Economía Internacional
Universidad de La Habana
[email protected]
0 Introducción
El tamaño de la escala (tamaño del país y nivel de población) ha sido un factor
relevante en los estudios relacionados al crecimiento y desarrollo económico. En
el caso de las naciones más desarrolladas del planeta, sobre todo durante el
desarrollo de la época industrial, las escalas grandes contribuyeron a la expansión
de la industrialización y como consecuencia a un crecimiento y un desarrollo
económico considerables.
El elemento que pudiera explicar la correlación entre escalas grandes y desarrollo
económico es el tamaño de los mercados internos, aunado a la presencia de un
territorio extenso, así como a estratégicos yacimientos de recursos naturales. El
tamaño de los mercados internos contribuyó de manera importante en la
acumulación de capital en la etapa pre y monopolista del capitalismo. Durante
mucho tiempo se consideró que el mayor tamaño de las escalas era decisivo para
el crecimiento y desarrollo económico de los países, e incluso, en algunos casos,
constituía el elemento fundamental.
Sin embargo en épocas más recientes han tenido lugar determinadas realidades
que muestran que existen economías de escala muy pequeñas que están
beneficiándose de un rápido crecimiento y prosperidad económica dada su
inserción en el contexto de la globalización. Este es el caso de las economías
insulares caribeñas. La historia económica de los últimos 30 años en el Caribe
insular da muestras de una transformación profunda de varias de estas economías
desde un modelo de desarrollo económico basado en actividades económicas
tradicionales a otro sustentado en actividades no tradicionales, principalmente
aquellas relacionadas al desarrollo del turismo.
Varios son los ejemplos de transformación exitosa y algunas no tan exitosas en el
Caribe insular; sin embargo, parecer existir consenso en relación a la prosperidad
alcanzada en esta sub región en general, como consecuencia del desarrollo del
turismo y otros servicios de carácter financiero. La pequeñez de las escalas, por
una parte, limita la diversificación hacia otras actividades económicas, y, por otra
parte, el Caribe insular resulta un atractivo importante al turismo internacional. La
conjugación de semejantes realidades pudiera configurar el contexto económico
insular caribeño actual y futuro, pero ¿será sostenible? Es una pregunta a la que
aún se le debe dar una respuesta objetiva.
Esta pequeñez de la escala constituye una vulnerabilidad marcada dentro del
Caribe insular. La misma se añade a aquellas de carácter socio económico,
medioambiental y frente al cambio climático. Este último es considerado a nivel
global, como el problema más grave que la humanidad deberá hacer frente en los
próximos años, aunque en rigor, sus efectos ya tienen diversas consecuencias
para el planeta. En el caribe insular los problemas asociados al cambio climático
agudizan las vulnerabilidades y dejan menos espacio (y escala) para la
implementación de políticas.
1 El cambio climático, como fenómeno acentuado por el desarrollo de las
actividades antropogénicas de los últimos doscientos años, considera una
variabilidad significativa del clima cuyos impactos tienen efectos nocivos para la
vida en el planeta. Su rasgo más peligroso, según la literatura especializada, es la
incertidumbre alrededor de sus impactos, la frecuencia y la intensidad de los
mismos. De manera general se observa que las zonas más vulnerables a los
impactos del cambio climático, lógicamente, son las que más afectaciones sufren.
El Caribe insular, por sus características físicas y geográficas, es una zona
proclive a sufrir afectaciones muy severas como consecuencia de los impactos del
cambio climático. Incluso se considera que en este siglo algunas de estas islas
pudieran desaparecer del mapa terrestre. En un plazo más corto lo que se puede
apreciar en esta área es la presencia, cada vez más frecuentes y más intensos, de
desastres naturales con diversas consecuencias negativas para el desempeño
socio económico de la subregión.
Se considera que los impactos del cambio climático conllevan a reducir, de
manera más pronunciada, el tamaño de las escalas en la zona caribeña insular
con efectos nocivos para el crecimiento y la actividad económica, pero también
para la vida en estas sociedades. Sobretodo si dichos impactos se suceden como
consecuencia, por ejemplo, del incremento del nivel del mar. En ese sentido se
pretende en el siguiente trabajo, argumentar la afirmación antes enunciada,
tratando de contribuir al estudio de un tema tan complejo y tan importante como es
el asociado al cambio climático y sus impactos en el Caribe insular.
2 1- La escala en el Caribe insular y su importancia para el
desarrollo económico.
Un enfoque teórico-general de la escala.
Estudios recientes han determinado que el papel que juega la escala en el
desarrollo económico del Caribe insular es estratégico (O´Farrill, 2007).Cuando se
hace referencia a la escala, o se trata de dar una definición exacta del término, se
piensa tanto en el tamaño de un país, o sea, donde tienen lugar las actividades
económicas del mismo, así como el tamaño de la población que lo compone. En
términos históricos la escala jugó un papel preponderante en el crecimiento
económico de las economías más desarrolladas del planeta.
En el siglo XIX, por ejemplo, Estados Unidos alcanzó altas tasas de crecimiento
económico, lo cual se asoció al rápido desarrollo industrial que dicho país alcanzó
como consecuencia, en parte, del enorme territorio del que disponía para efectuar
sus actividades económicas y el crecimiento cada vez más importante de la
población. Otras economías con escalas muy grandes, como por ejemplo
Alemania, Inglaterra, Francia, etc. apreciaron un rápido crecimiento económico en
esa época.
Dos elementos pueden explicar la correspondencia entre escalas grandes y
desarrollo económico: el tamaño de los mercados internos por una parte,
sustentado en el número de habitantes y niveles de ingresos per cápita; por otra
parte, la disponibilidad de extensos espacios geográficos, (además de
disponibilidad de importantes y diversos recursos naturales), donde podrían tener
lugar diversas actividades económicas de importancia que condujeran a una
diversificación sustancial de la economía. Es cierto que existen otros elementos
que pudieran explicar el desarrollo económico de países grandes en el siglo XIX,
sin embargo, la importancia del tamaño de las escalas jugó un papel relevante.
Lo anterior es posible argumentarlo tomando en consideración el poco auge del
comercio internacional en el período que se establece a partir de la revolución
industrial, como consecuencia del poco desarrollo de las comunicaciones y el
transporte. Eso implicó que necesariamente los países debieron utilizar de manera
ampliada sus mercados internos con vistas a acrecentar el proceso de
acumulación. La expansión capitalista de las naciones en la fase imperialista del
capital, en la búsqueda de nuevos mercados y la apropiación de nuevos territorios,
argumentan también la importancia de las escalas en el auge económico de las
economías desarrolladas en el siglo pasado. Los modelos clásicos de finales del
siglo XIX, y primera mitad del siglo pasado, por ejemplo, se corresponden con
modelos de desarrollo industrial donde el mercado interno jugó un papel primordial
en el desarrollo económico.
3 Con la teoría de la modernización tales consideraciones fueron extendidas a
economías abiertas de un tamaño considerable (Brasil, Argentina, México, India)
tratando de adaptar el concepto clásico a la realidad de este grupo. Según los
teóricos de la época, defensores esta teoría, el problema residía en que
necesariamente las economías subdesarrolladas debían transitar por “estadios de
crecimiento” para alcanzar a las economías desarrolladas. El problema radicaba,
según estas concepciones, en un “desfasaje” de carácter temporal en relación al
desarrollo, en el cual el grupo de naciones mencionado se hallaba. Eso significaba
que eventualmente estos países recorrerían el mismo camino transitado otrora por
los países desarrollados.
El basamento principal sobre el cual se sostenían tales planteamientos consistía
en que, a pesar de ser economías abiertas, el mercado interno jugaría un papel
fundamental para el desarrollo. Era importante el hecho de considerar que si estas
economías se hubiesen industrializado conjuntamente con las economías
desarrolladas, (europeas y la norteamericana) el mercado interno hubiera
constituido un elemento decisivo en su transformación económica. Sin embargo, el
ascenso a la segunda mitad del siglo XX se produjo sin novedad en términos de
desarrollo para estas economías.
Por aquellos años tuvieron lugar criterios alternativos, provenientes
específicamente del pensamiento cepalino de la época. En términos generales se
planteaba que cada región o país presentaba características específicas que los
distinguían del resto de los países o regiones del planeta. En ese sentido la
CEPAL fomentó el criterio de industrialización por sustitución de importaciones
que dotó a la región de marcados logros “en materia de infraestructura de
transportes, energía y comunicaciones, de industrialización, de mejoramiento y
ampliación de los servicios públicos de educación, salud, vivienda y seguridad
social y de modernización en general” (Sunkel, 2006, p.15).
Se han realizado numerosos trabajos que describen el período de la ISI en
América Latina (Ayza, Ficher, González, 1975; Hansen, 1971; Pérez, 1996;
Prebisch, 1951; Fitzgerald, 1998; Birdsall, 2006; Sunkel, 2006, entre otros.),
determinando sus elementos más importantes, específicamente aquellos que
tienen que ver con su desarrollo y la insostenibilidad de su éxito. De manera
general se puede decir que uno de los factores que limitó el avance de la ISI fue la
ausencia precisamente de un mercado interno de importancia, capaz de sostener
los ritmos de producción nacional en la región.
A lo anterior se le suma la “persistencia o agravamiento de serios desequilibrios
económicos y financieros, sociales y políticos internos, la influencia de profundas
crisis monetarias, energéticas y económicas internacionales de esa década, la
aceleración de los fenómenos interrelacionados de la globalización y de la nueva
revolución tecnológica, y muy en particular el surgimiento y predominio de la
ideología y la praxis neoliberales” (Ibídem). Estos, puede resumirse, constituyeron
el matiz adverso que opacó la continuidad de la estrategia de desarrollo ISI en la
4 región latinoamericana. Es válido aclarar que el poco éxito que manifestó la ISI
solo fue realmente palpable en las economías subdesarrolladas de mayor escala.
Aproximadamente en la época de desarrollo del modelo ISI irrumpió una escuela
de pensamiento, cuyos postulados serían reconocidos bajo el seudónimo de teoría
de la dependencia. De manera general esta escuela de pensamiento consideraba
que las unidades de análisis para el estudio del desarrollo no eran los estadosnación, puesto que las economías subdesarrolladas se hallaban supeditadas a un
sistema capitalista mundial y que en ausencia de una transformación significativa
poco avance podrían estas alcanzar en materia de desarrollo. De manera general
se consideraron como pesimistas sus percepciones.
En etapas más recientes un cúmulo de ideas ha emergido, sin una integración
definida entre sí, que considera que incluso los países de pequeña escala pueden
alcanzar el desarrollo siempre que determinados requerimientos tengan lugar.
Tales requerimientos guardan relación con la idea una inserción “astuta” y
“oportunista” en la economía internacional. Esta parece ser la explicación de lo
que lleva varios años teniendo lugar en muchas economías pequeñas,
especialmente insulares, con el desarrollo del turismo y otros servicios. A
continuación se realiza un resumen en la siguiente figura de las teorías
analizadas:
Fig. 1
Fuente: Confección Propia.
5 De manera que el tema de la escala resulta de interés en la actualidad, como lo
significó en otras épocas. La diferencia, parece ser, radica en el ascenso de
nuevas consideraciones relacionadas a si países de pequeña escala pueden
alcanzar grados de crecimiento económico comparables a países de escala
mayor. Empíricamente esto parece demostrarse sobre todo si se analiza el auge
económico de algunos SIDS (Small Island Developing States) caribeños en
relación a algunos de sus vecinos continentales. Otra discusión sería la
sostenibilidad o no de la base de acumulación a la cual se ha apostado en el caso
del Caribe insular.
Una pregunta interesante en relación a lo observado es la que guarda relación con
el papel que jugará la escala en las economías insulares ante los impactos del
cambio climático. No caben dudas que el auge económico de los SIDS ha
dependido, en gran medida, de la expansión del sector de los servicios,
principalmente el turismo y los servicios de carácter financiero. Es muy probable
que en los próximos años se agudice los impactos del cambio climático
provocando efectos nocivos para las escalas de las economías insulares lo cual
impondrá mayores límites al crecimiento de la actividad económica y al desarrollo.
El problema de la escala en el Caribe insular.
Dentro de los SIDS caribeños se hace mención a aquella sub región
latinoamericana compuesta por un número de pequeñas islas alrededor del mar
Caribe. Denominada también “Caribe insular”, o “SIDS caribeños” (o pequeños
estados insulares caribeños dada su traducción del inglés), cuya relativa
prosperidad económica está fuertemente relacionada al desempeño, exitoso en
muchos casos, que ha alcanzado el desarrollo del turismo, así como otros
servicios, específicamente los financieros.
Cuando se habla acerca de la escala como una problemática en el Caribe insular,
se hace referencia a la estrechez de la misma. No es difícil determinar que el
esquema predominante en el Caribe insular en cuanto a la escala es el de “muy
pequeño”. En rigor, y siguiendo la lógica de lo explicado en el primer apartado, la
pequeñez de la escala le imprime una gran desventaja y le impone una gran
limitante al desarrollo económico a los SIDS caribeños. Tanto el espacio
geográfico, como el tamaño de la población, son considerablemente estrechos en
la subregión insular caribeña.
6 Fig. 2
SIDS Caribeños: La escala por países
2006
Fuente: Confección propia a partir de datos del World Development Report 2008 del Banco
Mundial.
Es apreciable que existe una marcada pequeñez de la escala en el Caribe insular
de manera general. Incluso aquellas naciones donde se nota una escala
relativamente mayor, como son los casos de Cuba, Haití, República Dominicana,
Jamaica y Puerto Rico (considerados como el Gran Caribe insular), pueden ser
catalogadas de escala muy pequeña, en relación a otras naciones de América
Latina y el mundo. El Caribe insular es una zona de escalas exiguas donde el
desarrollo económico se conduce sobre límites muy estrechos en términos de
diversificación de actividades, fuerza de trabajo y mercado interno.
Quizás sea conveniente extender el concepto de escala, al de escala económica,
ya que esta última abarca otros elementos de importancia para este estudio como
puede ser el PIB, el índice de desarrollo humano, la disponibilidad de capital físico
y la disponibilidad de capital humano. Existen índices que permiten clasificar a una
economía en función de su tamaño. Gutiérrez (1996), por ejemplo, ha desarrollado
el índice PSPH compuesto de cuatro componentes: a) el tamaño de la población,
utilizado como indicador de la fuerza de trabajo; b) la superficie terrestre, como
indicador de la disponibilidad de recursos naturales; c) el agregado del PIB como
7 indicador del tamaño absoluto del stock de capital físico y d) el índice de desarrollo
humano como un indicador de la disponibilidad de capital humano (Girvan, 2006,
p.6).
Una de las ventajas más notables de este indicador, de acuerdo a Girvan, es la
posibilidad que brinda de realizar comparaciones entre diferentes países tomando
como referencia otros indicadores además del tamaño de la población. No se
centrará este trabajo en la importancia de este índice para los estudios de tamaño
de escalas sino que se hará uso del mismo como una forma más de argumentar la
pequeñez acentuada en el Caribe insular1. Romero (2003) define, basado en el
índice PSPH, tres categorías del tamaño de las economías (escalas económicas):
1)relativamente grandes, donde se hallan Brasil, México, Argentina; 2) economías
de tamaño medio, para el caso de Chile, Colombia, Perú y Venezuela y 3) las
economías pequeñas como son el caso de todas las que componen el Caribe
insular definido anteriormente además de Bolivia, Ecuador, Paraguay, Guatemala,
Uruguay, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica y Panamá.
Quizás sería conveniente utilizar una cuarta categoría nombrada economías muy
pequeñas, en aras de una mejor aproximación a la realidad empírica en la zona
caribeña insular. De cualquier manera lo explicado fortalece el criterio de
pequeñez acentuada. Esta última conduce a otra problemática de vital importancia
dentro de la subregión: las vulnerabilidades en el Caribe insular; las cuales limitan
la capacidad de ajuste o adaptación ante los diversos impactos de carácter
socioeconómico, medioambientales y ante el cambio climático.
Esta situación de pequeñez en el Caribe insular puede constituir un factor
condicionante en la búsqueda de un tratamiento contemporáneo al desarrollo
económico. Se considera contemporáneo a aquel que guarda relación con las
perspectivas teóricas desarrolladas al inicio para el caso caribeño insular. Es la
pequeñez, en definitiva, una condición necesaria para un tratamiento diferente en
relación al desarrollo; constituye un elemento importante en la diferenciación de
modelos y estrategias de desarrollo y una justificación al papel, “oportunista”, que
le ha tocado desempeñar al Caribe insular en el contexto de la globalización.
Pero el Caribe insular ha ido sumando en años más recientes a su arsenal de
dificultades otras problemáticas que pueden poner en peligro su desempeño tanto
actual como futuro. Un estudio serio en relación al Caribe insular, no importa la
dimensión o la disciplina de la que se trate, difícilmente podrá excluir el papel del
cambio climático.
La tesis principal de este trabajo es que se acentúa más la estrechez de la escala
(se reduce la subregión) en el Caribe insular, como consecuencia del impacto del
cambio climático. O sea la escala real donde tienen lugar todas las actividades en
la sub región caribeña insular será menor como consecuencia de los diversos
impactos del cambio climático, lo cual impondrá mayores límites al crecimiento y
desarrollo económicos.
8 Se estima que es esta una de las principales preocupaciones que en los distintos
ámbitos, tanto académicos como políticos y empresariales, deberá dársele
respuesta en los próximos años, sobre todo por la importancia que han jugado las
actividades emergentes como el turismo y otros servicios como patrón de
acumulación y modelo de desarrollo económico en muchas islas del Caribe
insular.
Algunos de los impactos del cambio climático, al parecer, obligarán a un
desplazamiento actual desde el sitio donde tienen lugar algunas de las principales
actividades económicas en el Caribe insular, principalmente el turismo, hacia otros
menos vulnerables, el problema radica en si esto será realmente posible dado el
pequeño espacio existente. Al parecer lo que pudiera ser notable en el Caribe
insular es una migración masiva hacia otros territorios menos vulnerables a los
impactos del cambio climático, lo cual tendrá otras consecuencias, no solo para la
sub región, sino para otras zonas.
2- Los impactos asociados al cambio climático en el Caribe
insular. El tema de las vulnerabilidades.
El Cambio climático: impacto actual y futuras tendencias.
Según el Intergubernamental Panel on Climate Change (IPCC) en su Cuarto
Informe de Evaluación define el cambio climático como “una variación
estadísticamente significativa ya sea de las condiciones climáticas medias o de su
variabilidad que se mantiene durante un tiempo prolongado” (IPCC, 2007). Esta
variación es atribuible directa o indirectamente a las actividades antropogénicas
que alteran la composición de la atmósfera mundial y que viene a añadirse a la
variabilidad natural del clima. El cambio climático constituye hoy un serio peligro
para la vida en el planeta.
El cambio climático afecta el calentamiento y la acidificación de los océanos
globales y presenta una influencia marcada en la temperatura de la superficie
terrestre; así como la frecuencia, intensidad y el ciclo de las precipitaciones,
incluyendo tormentas e inundaciones. Sobre la superficie terrestre estos cambios
afectan la calidad y disponibilidad de agua dulce y se considera muy probable que
jueguen un papel importante, como fuerza motriz en la abundancia relativa y
distribución de las especies y la biodiversidad (PNUMA, 2007, p.38).
Es considerado el mayor reto que la humanidad debe enfrentar. Los impactos son
significativos y evidentes en todas las áreas donde se desarrolla la vida. Los
aumentos del nivel del mar, la falta de disponibilidad de alimentos, entre otros
problemas, afectarán a millones de seres humanos alrededor del planeta. El
cambio climático es un fenómeno de gran preocupación para todos los actores en
la época actual y futura, aunque ciertamente la importancia que se le asigna,
equivalente al número y la calidad de las medidas tomadas para mitigar su
9 impacto y adaptarse al mismo, no se corresponden aún con la peligrosidad y los
efectos que produce.
Este fenómeno también puede ser concebido como un cambio del medioambiente
inducido por el hombre. Es cierto que los cambios medioambientales presentan un
componente natural relevante como la radiación solar; pero, la desertificación, la
degradación del suelo, la pérdida de la biodiversidad y la polución del aire y el
agua son elementos no impulsados por la naturaleza sino estimulados, y
acrecentados, por la actividad humana. De manera que el cambio climático
constituye el costo medioambiental, y para la humanidad, del progreso y el
desarrollo socio económico.
La mayor influencia que ejercen las actividades antropogénicas sobre los cambios
en el clima tiene lugar como consecuencia del consumo de combustibles fósiles lo
cual tiene un efecto emisor de CO2 a la atmósfera. Este elemento químico es uno
de los componentes principales de los gases de efecto invernadero o greenhouse
(GEI)2. La evidencia existente indica un aumento de la concentración de GEI en la
atmósfera. Estos niveles eran de 280 p.p.m (partes por millón, equivalente al
dióxido de carbono concentrado) en la época inicial de la industrialización (finales
del siglo XVIII), mientras que hoy esos niveles han alcanzado los 380 p.p.m
(PNUMA, 2007, p.60). Desde 1987 las emisiones anuales de CO2, a partir del
consumo de combustibles fósiles, han aumentado alrededor de una tercera parte;
mientras que, por otra parte, tales emisiones se han diferenciado entre regiones
(PNUMA, 2007, pp.60-61).
Como consecuencia de lo anterior numerosos organismos internacionales y
países han alertado sobre la necesidad de la mitigación de las emisiones de GEI a
la atmósfera. En ese sentido se ha implementado un programa de reducción de
las emisiones de GEI sustentado en el protocolo de Kyoto. Existe un grupo
importante de países comprometidos con la reducción de sus emisiones,
especialmente aquellos más emisores, con la excepción de los Estados Unidos,
basado en la búsqueda de métodos de producción limpios y sostenibles de
manera que se disminuyan los efectos de una producción sustentada sobre la
base del consumo de combustibles fósiles. Aún así, los acumulados de GEI en la
atmósfera son relevantes y tomará un tiempo relativamente importante para que
las acciones de reducción de las emisiones tengan una repercusión real en la
mitigación del cambio climático. La figura 3 muestra una aproximación de los
plazos:
10 Fuente: PNUMA, SEMARNAT (2006), La Economía del Cambio Climático en América Latina y
el Caribe, p. 56)
Existen opiniones referidas al impacto positivo que pudiera tener sobre algunas
regiones el cambio climático, pero estos impactos solo serían visibles en el corto
plazo si las temperaturas continúan creciendo de manera pronunciada. Sin
embargo lo que se observa en la actualidad son efectos negativos acumulados.
Mientras más pronunciados sean los cambios como consecuencia del clima,
mayores serán sus efectos adversos (WGCCD, 2006, p.4).
Estudios recientes revelan, por ejemplo, que en los últimos años se han agravado
los desastres naturales. Según la Naciones Unidas, entre el año 2000 y el año
2006 los desastres naturales fueron cuatro veces más numerosos que en la
década de los 70s. Por su parte la evolución de los impactos de desastres
naturales en regiones como América Latina y el Caribe es de elevada importancia.
Gráfico 1
11 Fuente: Zapata, Ricardo (2006). Los efectos de los desastres en 2004 y 2005: la necesidad de
adaptación a largo plazo. Series de la CEPAL, subsede regional México, p. 9.
De los datos anteriores se concluye que el impacto en términos económicos puede
ser muy significativo con relación a la caída del PIB de cada país afectado. La
proporción entre daños (pérdida de acervo) y flujos afectados varía de manera
aleatoria, si bien tiene relación con el tipo de evento y con el valor agregado que
se deriva de la infraestructura. Asimismo, el peso en el sector externo relacionado
con el impacto total depende del grado de apertura de la economía y de la mayor
o menor dependencia de importaciones para el proceso de reconstrucción
(Zapata, 2006, p 9).
Un ejemplo importante en lo relacionado a los eventos climatológicos es el
conocido fenómeno de oscilación suroriental El Niño. Tiene lugar en los meses
finales del año y se caracteriza por temperaturas más cálidas en el Pacífico
oriental, lo que implica que tengan lugar cambios en los patrones climáticos
ocasionando severas lluvias en las zonas costeras e importantes inundaciones en
zonas relativamente altas. El Niño es comúnmente seguido por La Niña, su
contraparte fría, cuyos efectos en los patrones del clima y a nivel global
12 constituyen su opuesto (Ibídem). Estudios recientes han determinado que el
incremento de las temperaturas oceánicas como consecuencia del calentamiento
global provoca un aumento en la frecuencia del fenómeno El Niño (GEF, 2004).
Por su parte la Comisión Europea (2008) destaca varias amenazas como
consecuencia de los impactos del cambio climático que tendrán influencia sobre
las distintas regiones con diversas connotaciones (Comisión Europea, 2008, pp. 34):
• En primer lugar los conflictos por los recursos ya que el cambio climático
alimentará los conflictos existentes por unos recursos en disminución,
específicamente donde los mismos estén polarizados.
• En segundo lugar los daños a las ciudades costeras y las infraestructuras
vitales. Las zonas costeras albergan, aproximadamente, a una quinta parte
de la población mundial, cifra que aumentará en los años próximos. Las
megápolis, con sus infraestructuras de apoyo, como las instalaciones
portuarias y refinerías de petróleo, están situadas a menudo junto al mar o
en los deltas de los ríos. La elevación del nivel del mar y el incremento de la
frecuencia e intensidad de las catástrofes naturales plantea una amenaza
grave a estas regiones y a sus perspectivas económicas. Las costas
orientales de China y la India, así como la región del Caribe y
Centroamérica, quedarían particularmente afectadas.
• En tercer lugar la pérdida de territorios. Los científicos pronostican cambios
de importancia de la masa continental durante el presente siglo. El
retroceso de las costas y la sumersión de grandes zonas podrían dar lugar
a la pérdida de territorio, incluso a la desaparición de países enteros, como
pequeños estados insulares.
Lo que ha sido expuesto con anterioridad y que se corresponde con conclusiones
serias de numerosos científicos y de organismos internacionales alrededor del
orbe, es una realidad que es imposible soslayar. Más adelante se hará
nuevamente referencia a estos problemas. El cambio climático es un fenómeno
global, pero los impactos que tienen lugar necesariamente deberán ser entendidos
con un carácter regional. Las afectaciones que se estima se producirán serán
mucho más peligrosas en zonas de mayores vulnerabilidades. Tanto,
vulnerabilidades de tipo socio económico, como geográfico, así como políticos e
institucionales. Es esta precisamente una realidad inherente al Caribe insular.
13 El Caribe insular: algunas vulnerabilidades e impactos asociados al cambio
climático.
La zona caribeña insular se haya expuesta a numerosos daños que incluyen
fenómenos meteorológicos como huracanes y tormentas tropicales; excesivas
precipitaciones que conducen a inundaciones; sequías, daños como consecuencia
de los impactos del viento; así como frecuentes inundaciones de zonas costeras.
Algunas cifras revelan que en el Caribe insular cuatro han sido los desastres
naturales de mayor impacto en la subregión: terremotos, huracanes, inundaciones
y sequías, responsables del 94 % de las muertes como consecuencia del impacto
de tales desastres (CEPAL, 2009a, p.2)
En la siguiente figura se muestran los desastres naturales por tipo y por país, así
como su frecuencia entre 1990 y 2008. La figura muestra como la sub región ha
estado sujeta a un número significativo de desastres, 100 en el caso de las
tormentas y 48 inundaciones durante el período en cuestión. Se destaca, además,
el hecho de que Haití, seguido por la República Dominicana, Jamaica, Belice y las
Bahamas han sido los países que más han sido impactados por los desastres
naturales. Las pérdidas de vida en Haití a partir de tormentas e inundaciones son
las más altas en la región y aún siguen siendo motivo de preocupación. A lo
anterior se suman la miles de muertes ocurridas durante el terremoto que
recientemente azotó a este país.
Desastres naturales por tipo de país 1990-2008
Fuente: Pantin and Attz, 2009.
14 Es importante resaltar un dato curioso y de mucha importancia, y que además
gurda relación con el tema de las vulnerabilidades en el Caribe insular: los
fenómenos naturales raramente ocurren de manera individual. La evidencia
muestra que los desastres suelen ocurrir en serie e incluso existen evidencias con
relación a dos o más eventos teniendo lugar al mismo tiempo, lo cual disminuye la
capacidad de ajuste de la zona caribeña insular, fortaleciéndose las
vulnerabilidades en la subregión.
La vulnerabilidad, fragilidad o debilidad al cambio climático, por su parte, ha sido
identificada por algunos autores como: “el grado de susceptibilidad de un sistema
a los efectos adversos del cambio climático – la variabilidad climática o los
fenómenos meteorológicos – o su incapacidad para hacer frente a los mismos”
(Garibaldi y Mejía, 2006, p.49). Por su parte, la Agencia Europea para el Medio
Ambiente (EEA siglas en inglés) refiere vulnerabilidad como “el riesgo de impacto
negativo del cambio climático en la naturaleza y los seres humanos e incluye
fenómenos meteorológicos extremos y el aumento del nivel del mar “(EEA Briefing
3, 2005, p.1).
El IPCC en su Cuarto Informe de Evaluación define vulnerabilidad como: el grado
al que un sistema es susceptible, o incapaz de afrontar los efectos adversos del
cambio climático, incluyendo la variabilidad climática y los eventos extremos.
Asimismo, ubica la vulnerabilidad como una función del tipo, magnitud y tasa del
cambio climático, y de las variaciones a las cuales está expuesto el sistema, a su
sensibilidad y a su capacidad adaptativa (IPCC, 2007). Generalmente, desde el
punto de vista metodológico, los estudios de vulnerabilidad implican la
identificación de los agentes afectados (sociedades, sectores económicos, formas
de vida, ecosistemas, entre otros), el evento climático, la interacción entre los
agentes afectados y el evento, y las condiciones sociales y económicas de dicha
interacción. En definitiva, sea una concepción u otra, las ideas acerca de esta definición
incluyen un determinado grado de susceptibilidad o sensibilidad ante un fenómeno
con impactos negativos sobre diversos ámbitos. Asimismo, existen interrelaciones
entre vulnerabilidad climática, condiciones socioeconómicas y tendencias
requeridas para alcanzar el desarrollo sostenible (PNUMA, 2006).
Se constata también una relación directa entre fragilidad e impacto, que hace del
análisis de este tema un aspecto especialmente relevante e inevitable en la
búsqueda de estrategias de adaptación al cambio climático. La intervención
humana puede generar más vulnerabilidad o reducirla considerablemente y esta
se materializa, en muchas ocasiones, en los niveles de daños, pérdidas y otros. La
misma puede verse además desde diversos espacios: local, sectorial, nacional,
regional, etc.
15 También es necesario en el debate teórico acerca de la vulnerabilidad y desde la
perspectiva del cambio climático, entender la misma desde dos momentos
esenciales: la de facto y la de acumulación a futuro como consecuencia del patrón
de desarrollo que se persigue, o sea de la actitud (proactiva o de reacción) que se
asuma ante el fenómeno del cambio climático. Una actitud reactiva ante la
fragilidad se limita a la respuesta de corto plazo ante el impacto, sin embargo, una
actitud proactiva, implica una visión de más largo plazo en el diseño de estrategias
de adaptación desde una visión integral. Los efectos acumulativos pueden devenir
en círculo vicioso acentuando vulnerabilidades.
Los diferentes estudios alrededor de esta temática en la región de América Latina
y el Caribe, no recogen siempre, de forma adecuada, las realidades del Caribe
insular, donde la mayor fragilidad está relacionada al mayor grado de
susceptibilidad y/o magnitud de la afectación de los fenómenos climáticos, a partir
del estudio de sus sistemas ecológicos y socioeconómicos (PNUMA, 2006).
En el caso de esta área es posible identificar aspectos como: la pequeñez de
escala, la insularidad, la elevada dependencia externa, las limitaciones
institucionales, la pobreza de las sociedades, la marginalización de determinadas
zonas, entre otros factores. La pequeñez de escala, como se anotó antes, puede
ser explicada a partir de la existencia de una limitada dotación de recursos y un
espacio reducido para la diversificación de actividades económicas. Asimismo, la
alta dependencia externa está vinculada a: la alta concentración del comercio
exterior (alta congregación de las exportaciones y fuerte dependencia de
importaciones de energía3 y alimentos), y al hecho de que las principales
actividades económicas están sujetas al ciclo económico de países desarrollados
como es el caso de los servicios turísticos y financieros.
La alta concentración de la actividad económica en el turismo, la pesca y la
agricultura constituyen un importante foco de fragilidad económica. Por otra parte
los ya acentuados problemas de transporte, unido a la mayor incidencia en las
infraestructuras, etc., implicarán mayores primas de riesgo, lo cual tendrá un
impacto directo sobre los costos económicos del sector empresarial caribeño. De
hecho algunos estudios destacan los impactos como consecuencia de los
desastres naturales y su incidencia en la economía, así como el grado de estos
impactos y la imposibilidad de ajustes adecuados como consecuencia de la alta
vulnerabilidad presente en las islas caribeñas. Lo que resulta más grave es el
impacto relativo con respecto al tamaño de las economías afectadas y su
capacidad de recuperación (Zapata, 2006, p.12).
Gráfico 2
16 Fuente: Zapata, Ricardo (2006). Los efectos de los desastres en 2004 y 2005: la necesidad de
adaptación a largo plazo. Series de la CEPAL, subsede regional México, p. 13
En el año 2005, por ejemplo, se ratificó la tendencia ya observada desde 2004
respecto de un incremento en la fuerza, concentración y número de eventos
climáticos anómalos o por encima de las medias históricas. La estación de
huracanes agotó los nombres adoptados a su inicio (desde Arlene, Bret, Cindy,
Emily hasta Stan y Wilma) y se tuvo que recurrir al uso de letras del alfabeto
griego (Alpha, Beta, Gamma, Delta, Épsilon) para bautizar las excedentes
depresiones tropicales y huracanes que afectaron a la región. Ya a fines de
noviembre se formó la tormenta tropical Épsilon en el Atlántico Central. Por
primera vez en 154 años de registro de huracanes, en 2005, ocurrieron 26 eventos
con nombre, el mayor número de huracanes (13) y la afectación de múltiples
eventos en México, Islas del Caribe como Cuba, y la Península de Yucatán
(Zapata, 2006, p.13).
Otros autores han obtenido, como se muestra en la figura 4, resultados a partir de
investigaciones más recientes en lo que se refiere a los impactos económicos del
cambio climático. Estudiando las probabilidades que brindan dos escenarios, de
bajo y alto impacto, evalúan las pérdidas potenciales, en términos de PIB, que se
obtendrían como resultado de los posibles impactos negativos de las tormentas,
impactos al turismo y a la infraestructura (no solo turística). El estudio abarca
17 cuatro sujetos temporales extendidos hasta el 2100. Este es el caso de la
investigación llevada a cabo por Ramón Bueno, Cornelio Herzfeld, Elizabeth A.
Stanton y Frank Ackerman en The Caribbean and the Climate Change, The Costs
of Inaction.
Fig. 4
Fuente: Bueno, Ramón and others (2008), The Caribbean and the Climate Change. The
Costs of Inaction, Tufts University, p.14.
Nótese que en los próximos 15 años, y bajo el supuesto de un escenario de bajo
impacto se asistirá a una pérdida de 3,8 billones de dólares equivalentes al 1,8 %
del PIB, asociada la pérdida solamente a las afectaciones sobre el turismo y la
infraestructura, así como el impacto de las tormentas de forma general. Sin
embargo si se toma en consideración un escenario de alto impacto, se podrá
concebir una pérdida de 14,5 billones de dólares, o sea, casi 5 veces superior al
escenario anterior, equivalente al 6,8 % del PIB. Los datos son mucho más
desalentadores si se continúa la observación a través de los años.
Las cifras, lógicamente, responden a determinadas aproximaciones que incluyen
márgenes de error importantes, sin embargo, todo parece indicar que el Caribe
insular pudiera enfrentar una contracción significativa de su crecimiento
económico como consecuencia de los impactos del cambio climático en este siglo.
Una problemática referida a los estudios sobre el cambio climático es que no
existe seguridad o exactitud a la hora de pronosticar que tan severos o no serán
los impactos asociados al mismo. Lo anterior implica que los escenarios
planteados pudieran ser o extremistas o conservadores. Sin embargo no caben
dudas de la dificultad que se cierne sobre el desempeño socio económico de la
subregión en próximos interregnos.
18 Desde el punto de vista ambiental, por otra parte, se obtiene que la escasez en la
disponibilidad de agua dulce, el elevado impacto de la actividad humana, la
fragilidad de los ecosistemas, la elevada sensibilidad ante desastres naturales, así
como la poca asimilación de cargas medioambientales, entre otras, constituyen
algunas de las vulnerabilidades más importantes. Debe destacarse que en las
zonas costeras se encuentran la mayor parte de las industrias y asentamientos
humanos, lo que los hace más frágiles a la variabilidad del clima y del nivel del
mar.
El tema relacionado a los recursos hídricos es especialmente relevante para estas
islas4. Dicha vulnerabilidad puede analizarse desde dos dimensiones. Primero, la
capacidad de los sistemas hídricos para conservar y mantener su régimen
hidrológico ante posibles afectaciones climáticas y segundo, la vulnerabilidad de
los usuarios del recurso, a partir de la posibilidad de cambios en la oferta y por
consiguiente, disponibilidad para el consumo (PNUMA, 2006). Se obtiene:
-
Elevación del nivel del mar (Salinización de recursos acuíferos/ Inundación
y erosión costera).
-
Aumento de las temperaturas (Blanqueamiento de los corales/ Pérdida de
biodiversidad).
-
Cambios en los patrones de las precipitaciones (Sequías o inundaciones/
Disminución de la disponibilidad de agua dulce).
-
Incremento en la intensidad de la actividad ciclónica (Daño directo a la
infraestructura/ Pérdida de vidas).
Desde el punto de vista social, aspectos como la salud, los asentamientos
humanos, las migraciones, el empleo, entre otros, constituyen algunas de las
fragilidades más relevantes. La alteración de patrones sanitarios relacionados con
el aumento de las enfermedades respiratorias y de las infecciones relacionadas
con el agua y con patógenos como la malaria, la difteria o el cólera, constituye otro
punto de debilidad social en el caso del Caribe, que ya es posible constatar. El
patrón de asentamiento humano, por ejemplo, puede ser un elemento que puede
favorecer o no el aumento de la vulnerabilidad de la población expuesta a
fenómenos naturales.
Los procesos migratorios, resultados de los impactos socioeconómicos del cambio
climático, constituyen un elemento generador de fragilidad. En muchos casos, la
combinación de diversas debilidades desde el punto de vista social, relacionadas
con la pobreza o la disponibilidad de recursos de determinados sectores de la
población, comunidades y grupos, constituyen factores de riesgo mayores que
tributan en mayor debilidad social.
19 En general, es imprescindible una evaluación integral de la debilidad de los países
del Caribe insular a las actuales condiciones climáticas, aunque también es
trascendental una mirada prospectiva a aquellas que se acumulan en condiciones
futuras. En este último aspecto la existencia de importantes incertidumbres valida
la construcción de escenarios que valoran la evolución futura de la fragilidad
caribeña. Un estudio preliminar al respecto, puede profundizarse en los escenarios
de vulnerabilidad para América Latina y el Caribe, elaborados en 2007 que
asumen tres variantes fundamentales: escenarios de baja, moderada y mayor
vulnerabilidad para la región (Conde-Álvarez, 2007). En este sentido, uno de los
retos fundamentales consiste en el logro de una evaluación integrada inter, intra y
multidisciplinaria además de sectorial y regional, de la debilidad actual y futura en
la zona caribeña insular.
A partir de que, como se ha visto, las debilidades en el Caribe insular pueden estar
dispersas tanto en aspectos socioeconómicos como medioambientales se pueden
detallar algunas de las principales áreas, dentro de estos dos aspectos, que
pudieran ser afectadas como consecuencia de posibles impactos. En realidad,
algunas de las áreas que se mencionarán a continuación ya sufren los embates de
eventos climatológicos como consecuencia de la alta vulnerabilidad existente en la
zona, aludidas anteriormente. En ese sentido se percibe que los principales
impactos socio-económicos tendrían lugar en:
-
Daños directos al turismo y recursos naturales (arrecifes coralinos/ playas/
otros).
-
Pérdida de atractivo de la región como destino turístico.
-
Daños severos a la agricultura.
-
Generación y uso de la energía.
-
Daños en la infraestructura de transportación y las comunicaciones.
-
Pérdida de empleo en los principales sectores económicos.
-
Incremento de los costos de seguros para activos en áreas vulnerables.
-
Impactos en la salud, producto de la propagación de enfermedades
(dengue/ malaria/ otros).
Se piensa que tales vulnerabilidades constituyen multiplicadores de los efectos
negativos de los impactos del cambio climático, tomando en cuenta la extensión y
profundidad de las mismas en las distintas áreas de la vida como son las sociales,
económicas y medioambientales. Es en las zonas insulares donde el mismo se
20 manifiesta con mayor peligrosidad y hacia donde debe dirigirse, en primer lugar,
los objetivos de adaptación y ajuste.
3- ¿Se estrechan aún más las oportunidades de desarrollo?
El crecimiento económico en el Caribe insular: algunas realidades.
¿Cuáles serían entonces, las implicaciones del cambio climático para la escala en
el Caribe insular y por tanto que efectos se producirían sobre el crecimiento y el
desarrollo económicos? En primer lugar el crecimiento económico y el desarrollo
en el Caribe insular están, y estarán, condicionados a la frecuencia e intensidad de
los desastres naturales; en segundo lugar, existirá una estrechez más acentuada
de las escalas en la subregión como consecuencia de los impactos del cambio
climático con efectos nocivos para el crecimiento y desarrollo económicos.
Cuando se plantea que las oportunidades de crecimiento y de desarrollo se
estrechan aún más se está considerando que, como consecuencia de los
impactos asociados al cambio climático, la región caribeña insular será testigo de
una reducción mayor de escalas. Una de las vulnerabilidades destacadas en el
caso del Caribe insular, como se plantea, es precisamente el carácter reducido del
tamaño de las islas que lo componen, o, de manera más específica, el tamaño
disponible para llevar a cabo las actividades económicas, así como el tamaño
reducido de su mercado interno representado en el tamaño exiguo de su población
(ver la figura 2).
En términos estructurales es esta una realidad inherente a las islas caribeñas y
por lo tanto su desempeño socioeconómico se halla limitado por la estrechez de
las escalas. De manera que las economías se conducen a través de una
especialización económica en detrimento de una diversificación, en función de
aquellos sectores económicos que resulten, en primer lugar, posibles de
desarrollar, dado los problemas de escala; en segundo lugar, aquellos que tenga
posibilidades reales de inserción en la economía mundial dada las oportunidades
que brinda la globalización.
Lo anterior es necesario definirlo en términos relativos, debido a que la escala
reducida es un fenómeno diverso en el Caribe insular. Existen algunos de estos
territorios cuyas escalas pueden ser relativamente mayores que la de otros, de
manera que los juicios acerca de la relación especialización-diversificación de la
economía en función del tamaño de la escala debe ser determinada en términos
relativos, realizando comparaciones oportunas entre las islas que lo componen.
21 No obstante la salvedad anterior, lo que se observa en el Caribe insular no
responde a una diversificación de la economía sino a una especialización y por
tanto una dependencia del crecimiento económico y por tanto del desarrollo
económico en pocas actividades principalmente los servicios turísticos, las
remesas y los servicios de carácter financiero (en la literatura relacionada al tema
se suelen llamar actividades no tradicionales), en detrimento de otras actividades
como la minería, la agricultura y la industria (las llamadas actividades
tradicionales).
Gráfico 3
Grupo I
Islas Caimán
Bermudas
Antillas Holandesas
Aruba
Anguila
Monserrat
Turcos y Caicos
Antigua y Barbuda
Islas Vírgenes Británicas
Islas Vírgenes de EE.UU
Bahamas
Turismo
A
Trayectorias de transformación
en las islas pequeñas del Caribe
(Décadas del 80 y del 90)
Trayectoria de crecimiento
con diversificación
T3
Grupo II
Grupo III
Barbados
San Kitts y Nevis
Santa Lucía
Dominica
Granada
San Vicente
T2
B
T1
Trayectoria de crecimiento
con sustitución
A1
A2
A3
Agricultura
(o sector extractivo)
Fuente: Monreal, Pedro (2007), El turismo como sector líder en el Caribe insular: el liderazgo
en perspectiva. Problemas de sustentabilidad y distribución del ingreso. IHEAL Master –
parcours recherche M2. Presentación.
Lo anterior demuestra como una parte importante de las islas caribeñas han
transitado hacia un esquema basado en la explotación del turismo como eje
fundamental del crecimiento y el desarrollo económicos. Por lo general las
infraestructuras relacionadas al desarrollo del turismo presentan un alto grado de
22 fragilidad ante los impactos del cambio climático. Eso significa que una gran parte
de estas sociedades caribeñas corren el riesgo de enfrentar un episodio de
crecimiento económico negativo como consecuencia del impacto del cambio
climático. El efecto multiplicador de tales impactos estaría asociado a las
debilidades ya descritas, lo que dejaría poco margen de actuación en el Caribe
insular.
El poco margen de actuación se relaciona, además, a la incapacidad de dar una
respuesta eficiente frente a los shocks de la economía mundial, precisamente por
no contar con una diversificación mayor de sus actividades económicas. Las
economías caribeñas presentan un componente de apertura mayor que las demás
economías de América Latina, lo que ciertamente las hace mucho más frágiles
frente a los ciclos económicos externos. Sin embargo, hay que reconocer que, en
los últimos años, muchos de estos territorios han logrado una inserción ventajosa
en la economía mundial alcanzando niveles importantes de crecimiento y
prosperidad económicos5.
Fig. 5
Fuente: CEPAL (2009b), Economic Survey of the Caribbean 2008-2009, p.9.
23 Un elemento interesante a considerar dentro del crecimiento económico es el
relacionado al peso de los distintos sectores dentro del mismo. Es ampliamente
destacado en los círculos académicos y políticos, tanto en el Caribe insular, como
en otras latitudes que, en términos más generales, el crecimiento económico y la
relativa prosperidad alcanzada en muchos de los territorios insulares caribeños
responde al auge y desarrollo de los servicios, específicamente aquellos
asociados al turismo; pero en otras islas caribeñas ha habido una expansión
importante de sectores tradicionales en los últimos lustros lo que puede ser
comprobado en la siguiente figura:
Fig. 6
Fuente: CEPAL (2009b), p.11.
24 En el caso particular de los MDCs (Most Development Countries) como puede ser
observado, los sectores más dinámicos en el año 2008 fueron la construcción, 6,3
% y los servicios 3,5 %; mientras que en el caso de los ECCU (Eastern Caribbean
Currency Union) el crecimiento fue liderado por las actividades primarias como la
minería, 9,5% (promedio simple) y la agricultura que se expandió en 7 %.
Eso significa que siguen teniendo peso significativo actividades tradicionales, las
cuales han tenido un impacto positivo sobre el crecimiento económico
compensando, en ocasiones la caída en los sectores no tradicionales. Sin
embargo los datos reflejados solo representan un período de 1 año, lo cual hace
necesario utilizar series de datos de mayor amplitud para poder establecer un
criterio concluyente al respecto. De cualquier forma se considera que las
actividades tradicionales siguen jugando un papel importante en el crecimiento
económico de algunos de estos territorios aunque ciertamente han perdido
espacio dentro del mismo.
El turismo por su parte constituye la mayor fuente de ingresos para la mayoría de
los países insulares caribeños contribuyendo en más de un 17 % al PIB en islas
como las Bahamas y contabilizando en más del 60 % en las exportaciones de
servicios de los países del ECCU. En Anguila y Antigua y Barbuda, por ejemplo, el
turismo constituyó, en el período 2001-2006, un 23,6 y un 21,7 % del PIB
respectivamente. En otros países las cifras fueron algo más bajas, como es el
caso de Granada con una 8,8 % y Santa Lucía con un 15,8 % del PIB. En relación
a los países que no pertenecen al ECCU la importancia del turismo es
determinada por Las Bahamas (17,3% del PIB), seguido por Barbados (13,6%),
Belize (11%) y Jamaica (9,4%). En Trinidad y Tobago, Suriname y Guyana el
aporte del turismo al PIB se constituyó menos del 5 % en el período reflejado
(CEPAL, 2008).
De manera que el turismo constituye una actividad muy dinámica dentro de los
países del Caribe insular, aunque ciertamente no en todos. Las actividades
primarias, y algunas de carácter secundario también, participan de una manera
relativamente importante en estas economías lo cual confirma la diversidad
existente en la subregión, diversidad que necesariamente está asociada al tamaño
de las escalas.
El desarrollo del turismo ha logrado revolucionar varias de las economías insulares
caribeñas logrando llevar a algunas de estas islas desde, una realidad atrasada y
empobrecida, hacia la conformación de territorios prósperos y dinámicos en el
contexto de la economía mundial. Sin embargo, en el futuro semejante realidad
pudiera verse seriamente afectada a partir del incremento de los desastres
naturales y los impactos asociados al mismo como consecuencia del cambio
climático.
25 El incremento del nivel del mar, por ejemplo, se considera el elemento más
peligroso de los impactos del cambio climático; así como el multiplicador de
estrechez de escala y por tanto de limitación, acentuada, de crecimiento y
desarrollo económicos en la sub región en estudio. La estrechez de escala en el
Caribe insular es un fenómeno estructural, sin embargo, será acentuada por los
impactos del cambio climático, principalmente si el nivel del mar se eleva de
manera considerable, lo que tendrá impactos severos para la economía del Caribe
insular, afectando, nocivamente, el desarrollo.
Cambio climático y reducción de escala: el papel de un incremento del nivel
del mar.
El papel de las regiones polares en el incremento del nivel de los mares es
sumamente importante. El nivel general de los océanos ha estado
incrementándose a una tasa de 3 mm/año desde 1993 comparable a la tasa de
crecimiento de menos de 2 mm/año que tuvo lugar durante el siglo XIX (WCRP,
2006). La tasa a la cual los casquetes polares contribuyen al incremento del nivel
de los océanos es más rápida que las previstas, además de que existe mucha
incertidumbre en cuanto al destino de la masa de hielo (PNUMA, 2007).
Estudios recientes sobre la masa de hielo en los polos revelan que el derretimiento
de los cascos polares está ocurriendo a una tasa mayor que aquella a la cual las
nuevas masas de hielo son formadas. Un aumento de 30 C en el promedio anual
de temperatura en Groenlandia, por ejemplo, es probable que cause un
derretimiento de los glaciares. Si la emisión de GEI se incrementa a las tasas
actuales proyectadas (2 p.p.m o más/año) se espera que a finales de este siglo el
promedio de temperatura anual se acerque a ese promedio establecido. El
derretimiento de los glaciares pudiera causar un aumento de 7 metros del nivel del
mar por un período de 1000 años o más (Gregory y otros, 2004).
En la Antártida existen dos masas de hielo gigantescas: la masa de hielo de la
Antártida occidental y la de la Antártida oriental. Juntas, ambas masas de hielo
representan el 90 % del agua dulce concentrada en los polos (Schiklomanov y
Rodda, 2003) y los cambios sobre ellas tendrían enormes repercusiones globales.
La masa de hielo en la Antártida occidental, por su parte, es particularmente
vulnerable, evidenciándose en estudios recientes algunos elementos de su
inestabilidad (Alley y otros, 2005).
Algunos expertos consideran que el colapso de la masa de hielo de la Antártida
occidental es concebible durante este siglo (New scientists, 2005). De suceder lo
anterior el nivel del mar se incrementaría alrededor de 6 metros (USGS, 2005).
Algunas proyecciones han establecido que un aumento de 5 m del nivel de mar
implicaría una disminución drástica de las líneas costeras a nivel mundial, y
algunas ciudades como Bangkok, Ho Chi Minh, Jacksonville, Miami, Nueva
Orleans y Rangoon desaparecerían del mapa terrestre (PNUMA, 2007). Lo
explicado implica que existe una posibilidad real de que durante este siglo una
parte importante de las sociedades caribeñas queden sepultadas bajo las aguas.
26 En términos generales las islas caribeñas se caracterizan por ser territorios bajos,
muy propensas a las inundaciones como consecuencia de penetraciones del mar
lo que conduce a un daño severo de la infraestructura interna. Eso significa que un
incremento importante del nivel del mar pudiera hacer desaparecer una parte (o
toda) de estos territorios; principalmente las zonas costeras, donde se encuentra
establecido un núcleo importante de las infraestructuras utilizadas en la actualidad
para el desarrollo del turismo y por lo tanto donde se concentra una parte
importante del crecimiento económico caribeño insular.
Por otra parte el incremento del nivel del mar también se establece como
consecuencia de otros factores (cuadro 1), aunque se considera que es el
derretimiento de los casquetes polares el que puede conducir a un incremento de
las aguas de forma más peligrosa.
Cuadro 1
Fuente: Meli, Roberto (2005). El impacto de los desastres naturales en el desarrollo:
documento metodológico básico para los estudios nacionales de caso. CEPAL, p. 12
Una reducción mayor de la escala en el Caribe insular implicaría la disminución del
espacio para favorecer el desarrollo de las actividades que hoy tienen lugar en la
subregión. Si se acude nuevamente a la figura 2 se puede apreciar que existen
territorios donde hay una marcada densidad poblacional, producto de un espacio
pequeño y un nivel de población relativamente alto. Esto implica que ante una
reducción del territorio la densidad poblacional aumentaría y tendrían lugar
presiones sobre el espacio donde se desarrollan las actividades económicas con
consecuencias nocivas para el crecimiento.
Esto se halla relacionado a la concentración de esta población en espacios débiles
al impacto del cambio climático, elemento que también puede explicar el número
creciente de pérdida de vidas humanas, además del nivel de pobreza marcado,
como consecuencia de los eventos climatológicos en años recientes. Por otra
parte la poca extensión de territorio limita el avance hacia otros lugares menos
frágiles, acrecentando la imposibilidad de ajuste ante un cambio de la magnitud
relatada, como puede ser el incremento considerable del nivel del mar.
27 Las consecuencias de una reducción de escalas como consecuencia del impacto
del cambio climático abarcan además el deterioro de la biodiversidad, como
consecuencia de ocupar espacios para el desarrollo de la vida humana con todos
los elementos que esto acompaña (conformación de ciudades, industrias,
autopistas, etc.), hasta la migración masiva de personas hacia sitios menos
vulnerables a los impactos del cambio climático, disminuyendo la fuerza de trabajo
en el territorio en cuestión y generando posibles conflictos, de todo tipo, en los
sitios de destino.
Ciertamente el incremento del nivel del mar es solo uno de los impactos, pero
parece ser que es el que deja menos oportunidad de respuesta a las islas
caribeñas. Se estrecharía de manera más pronunciada la escala limitando, más
aún, el desempeño socio económico. De manera general eso constituiría una
reducción considerable de la subregión, con la posibilidad real, antes expuesta, de
la desaparición total de territorios caribeños insulares.
El problema de la mitigacíón y la adaptación.
Un elemento relacionado a los estudios del cambio climático, sobretodo en
sociedades altamente vulnerables a sus impactos, como es el caso del Caribe
insular, tiene que ver con la mitigación y la adaptación. En el caso de la mitigación,
como se conoce, se refiere a las acciones de cada país o región en particular para
mitigar las emisiones de GEI a la atmósfera. La adaptación por su parte toma en
cuenta las acciones para adaptarse a los impactos del cambio climático, lo cual no
solo considera medidas para prepararse y enfrentar los impactos del cambio
climático, sino que además considera la capacidad de recuperación ante los
mismos
Es fácil ver que en el Caso del Caribe insular la mitigación no es un elemento de
relevancia, desde que esta no es una zona altamente emisora de GEI. Los efectos
en este sentido serían marginales y además tendrían un costo de oportunidad alto,
representado en la pérdida de recursos para constituir un sistema de adaptación
eficiente. En ese sentido se considera que no es el problema de la mitigación, al
menos no en el Caribe insular, el que debe ser atendido, sino que las acciones
que sean tomadas deben estar encaminadas a lograr una mejor adaptación ante
los impactos del cambio climático.
La adaptación también suele ser costosa, sobretodo porque considera la
necesaria disponibilidad de recursos económicos para que sea implementada de
manera eficiente. Existen varios autores que consideran que es necesario el
desarrollo para lograr una adaptación eficiente frente a los impactos del cambio
climático. O sea mientras más desarrollado económicamente esté un país o
región, mejor serán las acciones de adaptación. Es necesario decir que es una
consideración limitada pues la evidencia empírica ha mostrado algunos casos
donde no necesariamente esto ha sido del todo cierto , al menos existen ejemplos
donde la falta de recursos no ha impedido la recuperación de las economías ante
los embates del cambio climático (Ejemplo: Huracán George en Granada vs.
28 Huracán Katrina en Nueva Orleans). Es este un elemento que deberá ser
detallado en próximos estudios.
La adaptación debe ser concebida de manera anticipativa y no después de que los
sucesos tengan lugar, lo cual es bastante difícil de lograr dada la incertidumbre
existente en relación al cambio climático y sus impactos. En ese sentido la
cooperación internacional, principalmente a nivel regional, será de vital
importancia en los próximos años. La adaptación depende, de manera importante,
de tamaño de la escalas. Una reducción mayor de las mismas dejará poco espacio
para una adaptación significativa.
Un estudio más abarcador debería establecer las cifras adecuadas en términos
de, por ejemplo, cuanto espacio físico es dedicado al desarrollo del turismo, tanto
a nivel general de la sub región, como de país en particular; y cuanto espacio
físico está determinado a otras actividades de carácter tradicional. En ese sentido
se pudiera ver, en cifras físicas, el volumen de afectación como consecuencia de
los impactos del cambio climático. En todo caso se piensa que es inminente la
reducción de las escalas en el Caribe insular como resultado de los impactos del
cambio climático, específicamente los asociados al incremento del nivel del mar.
La zona caribeña insular enfrentará, según la evidencia mostrada, una estrechez
más acentuada de la región, ahora como consecuencia de los impactos del
cambio climático, lo que quizás 20 años antes no hubiese sido tomado como una
posibilidad. Eso significa que los ajustes a lo interno del Caribe insular abarcarán
desde, los modelos de desarrollo económico que se implementen, hasta la
búsqueda de una cooperación internacional, principalmente regional, que
establezca los mecanismos para absorber una masa importante de población que
migrará desde sus sitios de origen hacia otros menos vulnerables, como una
medida de adaptación frente a los impactos del cambio climático.
Es válido aclarar, finalmente, que las estrategias para hacer frente al impacto del
cambio climático deberán tener un componente interno importante e integral,
agrupando al Caribe insular en su totalidad. Sin embargo, la región
latinoamericana en general, deberá tomar partido. América Latina y el Caribe,
como región, deberá involucrarse seriamente en las diversas estrategias que sean
implementadas. Es posible que varias islas desaparezcan del mapa terrestre
durante este siglo pero si se toman medidas a tiempo podrá reducirse tal impacto
sobre la vida en estas sociedades. En ese sentido el llamado a la cooperación
internacional es vital. Pudiera ser este el elemento más importante para contribuir
a una mejor adaptación.
29 Conclusiones
-
Es importante el papel de la escala estrecha en el Caribe insular, así como
estratégico en relación a los modelos y estrategias de desarrollo
económicos presentes en la subregión, pero es, además, un elemento que
imprime a las islas caribeñas una vulnerabilidad muy sui géneris en
comparación a los países continentales.
-
El cambio climático es el mayor problema que deberá enfrentar el Caribe
insular en el futuro. Los eventos climatológicos asociados al cambio
climático están teniendo, y tendrán, efectos desastrosos tanto a nivel
económico, social, medioambiental y político.
-
Los impactos asociados al cambio climático, combinan la frecuencia e
intensidad de los desastres naturales en la subregión, con una posible
reducción de las escalas como consecuencia de los embates del mismo.
-
El incremento del nivel del mar constituye el impacto más peligroso y será
el causante de una reducción de la sub región insular caribeña e incluso, en
un escenario más desalentador, será el causante de la pérdida total de
algunos de estos territorios. Existe una probabilidad alta de que tales
acontecimientos ocurran durante este siglo.
-
Las debilidades presentes en el Caribe insular constituyen multiplicadores
de los efectos negativos de los impactos del cambio climático tomando en
cuenta la extensión y profundidad de las mismas.
-
El crecimiento económico dentro del Caribe insular se conduce sobre
límites estrechos como consecuencia de la escala exigua existente. Este se
sustenta, en una gran parte de las islas, a partir del desarrollo del turismo,
lo cual constituye una actividad muy vulnerable ante los shocks económicos
externos pero también frente a los impactos del cambio climático.
-
La escala estrecha, considerada además como una vulnerabilidad
importante, resulta una limitante para llevar a cabo un ajuste o
recuperación, o incluso niveles de adaptación eficientes, ante los impactos
del cambio climático en la subregión insular caribeña.
-
Una mayor reducción de las escalas impondrá mayores límites al
crecimiento y al desarrollo económico. Esto traerá como consecuencia un
daño perjudicial para el desarrollo de la vida en las islas caribeñas.
-
Los ajustes frente a los impactos del cambio climático dentro de la
subregión caribeña insular abarcarán desde, los modelos de desarrollo
económico que se implementen, hasta la búsqueda de una cooperación
internacional. principalmente regional como una medida de adaptación
frente a los impactos del cambio climático.
30 Notas
1‐ Para un estudio detallado de esta cuestión consultar Norman Girvan (2006),
The treatment of asymmetries: a review of issue. Report for the Rio Group y
Mario A. (1996). Observaciones respecto a las economías pequeñas en el
proceso desintegración económica en el Hemisferio Occidental. El
Trimestre Económico, pp. 1,171-1,227.
2‐ Estos GEI están compuestos por CO2, N2O, CH4 (metano), CFCs
(clorofluorocarburos), O3, donde los flujos que llegan a la atmósfera son
mayores de los que el ecosistema global puede procesar. Las principales
fuentes de estas emisiones son: 65 % provocado por: la energía (24%),
industria y transporte (14%), edificios 8% y otros 5% en hidrocarburos; un
35% provocado por: la agricultura (14%), uso del suelo 18% y deshechos
3%.
3‐ En el caso del Caribe Insular se hace necesario excluir dentro de los
importadores netos de energía a Trinidad Tobago.
4‐ Generalmente, la economía de un país se encuentra condicionada por las
características hidrológicas de las regiones donde se establecen las
poblaciones y los procesos productivos (PNUMA, 2006).
5‐ Otros análisis pudieran ser hechos en aras de profundizar en lo que hay de
real y beneficioso de ese crecimiento para las islas caribeñas, pero eso
superaría los marcos de este trabajo
31 Bibliografía
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