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10. DE LO LOCAL A LO GLOBAL.
Nos comprometemos a asumir nuestra responsabilidad global por la paz, la
justicia, la equidad, el desarrollo sostenible y la protección del clima.
Es obvio que si el mundo quiere llegar a un nivel razonable, estable, de
concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera habrá que hacer
mayores recortes en las emisiones de los mismos. Las autoridades locales desempeñan
un papel importante en la gestión de una amplia gama de sectores que emiten gases de
efecto invernadero y de esta manera este compromiso se refiere a la búsqueda de
soluciones de base local para la reducción de emisiones a fin de garantizar la
preservación del medio ambiente global y la justicia social, la equidad, y así la paz, el
desarrollo sostenible y la protección del clima.
Por lo tanto, trabajaremos para:
1. Desarrollar y seguir un método estratégico y integrado para mitigar el cambio
climático, y trabajar con el objeto de alcanzar un nivel de emisiones de gases de
efecto invernadero compatible con la sostenibilidad.
Durante los últimos cien años, las temperaturas medias han aumentado en Europa
cerca de 0,8% y probablemente continuarán elevándose entre 1ºC y 6ºC de aquí al año
2.100 (EC,2001). ¿Por qué actuar frente al cambio climático? El calentamiento global
ocasionará un profundo e imprevisible impacto en el planeta. Sobre todo, interferirá
en nuestras costumbres diarias. Escasez de agua, acontecimientos climáticos severos,
elevación de las temperaturas y del nivel del mar, sequías, inundaciones, etc.,
afectarán a nuestra salud, causarán la extinción de muchas especies y de hábitats y
pueden acabar en catastróficos impactos. Todo ello implica altos costes económicos y
sociales en el futuro, que no pueden ser ignorados por más tiempo. Por lo tanto, son
necesarias mayores reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero.
La quema de combustibles fósiles sigue siendo la principal fuente de emisiones de
gases de efecto invernadero. Así, para mitigar el cambio climático, es inevitable tomar
un sendero para el desarrollo en el que se produzcan bajas emisiones. Sin embargo, el
desarrollo de estrategias locales para la protección del clima no es una práctica muy
extendida. Esto es debido al hecho que el cambio climático a menudo es percibido
como una amenaza lejana, que corresponde al nivel global, mientras que las
autoridades globales atienden y dan prioridad a los problemas locales en un marco
espacial y temporal limitado. Para superar esta manera de pensar, las autoridades
locales han de empezar a integrar las preocupaciones globales, como concepto, en sus
decisiones. Hay que recoger información sobre las fuentes de emisiones locales y hay
que fijar los objetivos de reducción, de modo que se puedan aplicar innovadoras y
prácticas soluciones y se puedan valorar los resultados y los avances obtenidos. Por
ejemplo, establecer un Informe Municipal sobre la Protección del Clima ayuda a
comprender en qué grado el municipio ha avanzado hacia sus metas de protección del
clima y esto requiere datos cuantitativos de consumo y emisiones, así como
información cualitativa. A corto plazo, los problemas de bajo presupuesto pueden ser
superados identificando, armonizando y reforzando las actuaciones locales en curso
que fomentan la protección del clima y muchas municipalidades se han dedicado a
este tipo de iniciativas. (French Guide on local Climate plans, the European Climate
Menu, Vienna’s Climate protection plan). También es fundamental consultar estas
cuestiones a los actores sociales locales ( ciudadanos, empresas, administraciones) y
obtener que participen en su gestión. Esto ayuda a lograr el consenso y múltiples
esfuerzos para la reducción de emisiones (Sustainable Energy Europe ).
Desarrollar una estrategia local para la protección del clima ayuda así a cumplir otras
metas de los Compromisos de Aalborg, tales como trabajar para un consumo y unos
estilos de vida más responsables, un uso más equilibrado de los bienes naturales
comunes, una mejor calidad de vida, solidaridad intergeneracional, cohesión social y
aumento del atractivo económico de las áreas locales. Ocuparse de la protección del
clima es una elección política que, a la larga, reportará ventajas económicas, sociales
y medioambientales.
2. Canalizar la política de protección del clima hacia nuestras políticas de
energía, transporte, adquisiciones, residuos, agrícolas y forestales.
La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero implica principalmente
reducir el consumo de energía y mejorar la eficiencia energética, así como cambiar la
manera de generar y utilizar la energía a todos los efectos.
Sin embargo, las responsabilidades y las posibles soluciones no radican únicamente
en el sector de la energía. Utilizamos energía directamente para producir electricidad,
calor y para el transporte y cualquier tipo de proceso mecánico. No obstante, también
hay un consumo invisible de energía, incorporado en los bienes manufacturados, a
los alimentos que compramos y en los residuos que producimos. El transporte es
responsable por causar importantes emisiones de gases de efecto invernadero y los
viajes en coche y en avión se predice que aumentarán en el futuro, debido también a
cambios demográficos y en los estilos de vida, que conducen a una creciente demanda
de movilidad, una aumento de las residencias unipersonales y en los recursos
utilizados per cápita. A su vez, la expansión urbana incontrolada y la contaminación
amenazan el adecuado desempeño de los suelos, áreas verdes y bosques como
sumideros que absorben dióxido de carbono presente en la atmósfera. Por
consiguiente, hacer frente a las emisiones de gases de efecto invernadero es una tarea
especialmente compleja. Sus causas son múltiples y están interrelacionadas con las
políticas de energía, transporte, adquisiciones, residuos, agrícolas y forestales.
Naturalmente, según el contexto, las iniciativas emprendidas para resolver un
problema pueden llevar a nuevos problemas en otro lugar y a conflictos en otros
dominios políticos. De esta manera, la necesidad de incorporar transversalmente la
política de protección del clima en las otras áreas políticas se convierte en esencial.
Planteamientos integrados se traducen en mejores planes y en resultados más
significativos. Los esfuerzos incluyen el desarrollo de planes energéticos integrados,
planes de transporte urbano sostenible, planes de minimización de residuos, diseño
urbano sostenible, construcción sostenible, iniciativas de adquisiciones públicas
“verdes”, planes de gestión medioambiental urbana, procesos de Agenda Local 21,
etc. (A Decision-maker's Guide, Enviplans, Waste management and climate,
BUSTRIP Project). Sin embargo, es importante orientar estas acciones hacia
estrategias locales de largo plazo para la protección del clima. Por ejemplo, el
European Climate Menu ayuda a las autoridades locales europeas a formular e
implementar una política sobre el clima estructurada e integral. Una buena política de
protección del clima también reporta otras ventajas: la eficiencia energética y las
inversiones en energías renovables reducen costes, reducen la dependencia energética
y la contaminación atmosférica, mejoran la calidad de vida y crean nuevos empleos
(Making business sense of climate change).
No obstante, la integración no puede alcanzarse únicamente por los organismos del
sector público: también requiere un compromiso de los sectores industriales y
comerciales, así como procedimientos para mejorar la participación pública y de las
partes interesadas. Estas cuestiones son tratadas en los Compromisos de Aalborg 1, 2,
3, 4, y 8. Por lo que se refiere a movilidad y uso sostenible del suelo véanse los
Compromisos de Aalborg 5 y 7.
3. Concienciar de las causas y de los probables impactos del cambio climático, e
integrar acciones preventivas en nuestra política sobre el cambio climático.
Una de las principales aspiraciones de cualquier política de protección del clima
consiste en mitigar el cambio climático: emprender acciones para reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero quiere decir estabilizar las concentraciones
en la atmósfera a fin de evitar o retrasar la incidencia del calentamiento global. Sin
embargo, incluso si se tiene éxito en la reducción de las emisiones, va a producirse
con todo algún grado de cambio climático. Esto es debido a las emisiones
acumuladas en la atmósfera por las actividades humanas del pasado y el considerable
retraso que se produce entre la reducción de las emisiones y la presencia de menores
concentraciones en la atmósfera. El cambio climático no puede ser detenido
completamente y algunos de sus efectos ya son visibles. Las temperaturas
aumentarán, incluso si mitigamos el proceso, y las comunidades locales serán
vulnerables a las consecuencias del cambio climático, tales como inundaciones, olas
de calor y sequías más frecuentes y severas. Las autoridades locales tienen, por lo
tanto, un papel muy importante a desempeñar en la adaptación a éstos inevitables
efectos y deben integrar en sus políticas medidas de prevención de riesgos
medioambientales.
Sin embargo, debido a las variaciones regionales y a una cierta incertidumbre sobre la
probabilidad de los impactos del cambio climático y la amplitud de los intereses
potencialmente afectados, el trabajo de adaptación sigue estando en un estadio inicial
en todo el mundo. Asegurar la capacidad de adaptación al cambio climático requiere
un buen planeamiento, y para ser eficaz cualquier estrategia de adaptación tiene que
producir un riesgo climático, siendo considerado como una parte normal de la toma de
decisiones (planificación urbana, construcción y utilización de las infraestructuras,
etc.). En consecuencia, hay que tener en cuenta los factores de riesgo en las primeras
fases del proceso de desarrollo de las políticas, y la identificación de las áreas
prioritarias debe estar de acuerdo con los valores y objetivos sociales. Por ejemplo, el
clima puede influir en la productividad y la fiabilidad de los suministros. Así, la
agricultura, el suministro de agua, los asentamientos, los servicios de emergencia y
los suministros de energía son sectores cruciales.
Las estrategias de adaptación pretenden aumentar la resistencia de los sistemas
humanos y naturales a los posibles cambios en las condiciones climáticas donde esto
es probable que sea factible y beneficioso. Puesto que las medidas han de ser puestas
en práctica por las personas individuales, las autoridades locales y las empresas, la
concienciación y la educación son muy importantes para lograr una profunda
comprensión de las interrelaciones habidas entre los aspectos sociales, económicos y
medioambientales. (Nottingham Declaration Action Pack). La buena gestión de los
ecosistemas salva vidas y propiedades. Así, la formación profesional pero también la
investigación en tecnologías atenuantes, en vulnerabilidad de las infraestructuras, en
gestión de las zonas costeras, en investigación en cultivos agrícolas, en enfermedades
pasa a ser crucial (AMICA Project). Aunque estas acciones no pueden detener el
cambio climático, pueden ayudar a que las secuelas de las incidencias naturales sean
menos desastrosas y a reducir los futuros daños económicos, sociales y
medioambientales.
Los Compromisos de Aalborg 5 y 2 tratan de las cuestiones de la gestión y la
planificación, mientras que los Compromisos de Aalborg 1 y 7 ayudan a elevar la
participación y a tratra las cuestiones de la salud humana. El Compromiso 3 promueve
la gestión sostenible de los ecosistemas.
4. Reducir nuestro impacto en el medio ambiente global y fomentar el principio
de justicia medioambiental.
Actualmente, el consumo mundial de energía está basado principalmente en los
combustibles fósiles (80%). Además, sólo un cuarto de la población mundial, que vive
en los países industrializados, consume tres cuatas partes de las principales fuentes de
energía mundiales. Este modelo de desarrollo, sin embargo, a la larga no es viable. Si
toda la población humana fuera a consumir recursos naturales y energía como lo hace
actualmente la de los países industrializados, probablemente necesitaríamos tres
planetas para sostenernos. Pero nuestro planeta es un recurso limitado y, como tal, las
actuales tendencias levantan importantes preocupaciones de equidad medioambiental.
En primer lugar, los combustibles fósiles no son una fuente renovable de energía y se
están agotando a un ritmo más rápido del que son regenerados por la Tierra. Al mismo
tiempo, la quema de combustibles fósiles para producir energía, libera a la atmósfera
gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático. Mientras las emisiones
de gases de efecto invernadero más bien están localizadas, el cambio climático
produce impactos globales. Por ejemplo, 55 de la población mundial vive en la Unión
Europea donde se generan cerca del 15% de las emisiones totales de gases de efecto
invernadero. No en tanto, es en la región Ártica donde se ha registrado recientemente
una elevación de temperatura media casi el doble de la global (ACIA, 2004). A su
vez, el Ártico proporciona al mundo importantes recursos naturales (tales como
petróleo, gas y pesca) que serán afectados por el cambio climático, mientras el
derretimiento de los glaciares árticos es uno de los factores que contribuyen a elevar
el nivel de los océanos en todo el mundo. Por lo cual, la gente de fuera del Ártico
tiene un gran interés en lo que está sucediendo allí.
Desgraciadamente, nuestros políticos aún no están al nivel de estas complejidades.
Sin embargo, los países industrializados tienen el deber de suministrar un margen de
emisiones para que los países en desarrollo puedan aumentarlas lo bastante como para
desarrollar sus economías. Las autoridades locales tienen, además, que interpretar su
parte del papel contribuyendo, en interés de la sostenibilidad del planeta, con una
utilización del suelo y de las energías renovales ética, equilibrada y responsable, por
ejemplo, calculando y reduciendo la huella ecológica de su pueblo o ciudad (Zero
Carbon Campaign, a Decision-maker's Guide). Comprometerse en acciones
encaminadas al consumo y a un estilo de vida responsables y a una vibrante y
sostenible economía local como se establece en los Compromisos de Aalborg 4 y 8,
anima a un uso más sostenible de los recursos y reduce nuestro impacto en el medio
ambiente. Hacer responsables a los contaminadores en cuestiones de salud y justicia
medioambiental y, a la vez, trabajar en la prevención de la contaminación, en la
protección del clima, en la gestión de los recursos naturales, en eficiencia energética y
en la gestión local hacia la sostenibilidad (véase: Compromisos de Aalborg 2,3,5,6,7 y
9) ayuda a mitigar los efectos desproporcionadamente altos y adversos a la salud y al
medio ambiente, incluidos los efectos sociales y económicos.
5. Reforzar la cooperación internacional de pueblos y ciudades y elaborar
respuestas locales a los problemas globales en colaboración con los gobiernos
locales, comunidades y relevantes partes interesadas.
Los países en desarrollo tienen los mismos derechos de elevar sus estándares de vida
que los países industrializados: las injusticias medioambientales y sociales en el
ámbito global amenazan la paz, la economía, la distribución de los recursos, la
cohesión social y la calidad de vida. Los hechos confirman que el modelo tradicional
asumido por los países industrializados dañan fuertemente al medio ambiente. Es más,
la degradación medioambiental, la distribución problemática de recursos y las
desigualdades subyacentes en el ámbito global son algunos de sus efectos colaterales.
Hace falta un nuevo modelo de desarrollo que sea compatible con la capacidad de
carga natural y humana del planeta. Los errores cometidos en el pasado deben ser
evitados y cualquier compromiso de desarrollo debe basarse en los principios de
sostenibilidad. Sin embargo, la eficacia de las decisiones depende del conocimiento y
de la valoración apropiados a cerca de las necesidades especificas de los diferentes
grupos socioeconómicos. Los países industrializados deben asumir sus
responsabilidades por los impactos negativos de sus actos en el medio ambiente
global y deben cooperar con las autoridades locales de los países en desarrollo, a fin
de mejorar su calidad de vida y proporcionarles transferencia de tecnologías limpias y
compensarles con iniciativas sostenibles y medidas de mejora.
Colaboraciones para el desarrollo sostenible, convenios municipales de cooperación
internacional, proyectos de asistencia bilateral y medidas de implementación conjunta
para proteger el clima, la biodiversidad, los recursos de agua y suelo, son el camino a
seguir. (Cities for Climate Protection Campaign). Otros posibles objetivos de las
autoridades locales pueden ser: aumentar el número de de ciudades colaboradoras por
la sostenibilidad, aumentar el apoyo a las ONG que son activas en el campo de la
cooperación internacional, reforzar las acciones para el desarrollo local sostenible
entre ciudades europeas desarrolladas y ciudades no europeas menos desarrolladas,
especialmente aquellas de regiones vecinas, así como en los países en desarrollo
(Sustainable Energy Communities, BISE Project). A la larga las autoridades locales
deben ayudar a fortalecer los países menos favorecidos creando redes y
proporcionándoles información, asistencia técnica, medios de comunicación,
acciones, organizando la formación y, también, participando en campañas de
educación y de actuación por la justicia medioambiental y social en general.
Por encima de todo, las ciudades y pueblos son una amenaza para el medio ambiente
natural, con significativos impactos en los recursos naturales, como resultado del
consumo, la contaminación y otros factores. Por lo que las autoridades locales no
pueden alcanzar la sostenibilidad global sin tener en cuenta los impactos del uso local
de recursos, de las emisiones e impactos exportados, todas ellas son cuestiones
tratadas en los Compromisos de Aalborg 3,4,5,6 y 8.
Para consultar otras fuentes relacionadas con el Compromiso de Aalborg 10,
pulse aquí:
http://www.localresources21.org/theme_matrix.php?t=10