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viernES 26 de JUNIO de 2015
Montevideo, Uruguay · viernES 26 de junio de 2015 · Nº 41
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día del
FUTURO
Tambo en la localidad de Tapia, Canelones. / foto: alessandro maradei
Con los pies en la tierra
La variabilidad climática en Uruguay y su impacto en el futuro del agro
El sector agropecuario aporta 78% de las exportaciones de Uruguay y, directa
e indirectamente, 25% de su Producto Interno Bruto. Pero se trata de un país
con un clima inconstante, con sequías y excesos hídricos que cambian de un
año a otro. Por eso, la prevención y las medidas frente a los eventos climáticos
extremos es determinante en el sistema productivo; y en eso juegan un papel
central las instituciones públicas, y los aportes de la academia en materia de
innovación y generación de conocimiento.
Las escasas lluvias desde febrero
llevaron a que el pasto no creciera,
por lo que, en este período, no sólo las
pasturas tienen menos calidad sino
que el ganado ya empezó a consumir
el alimento que estaba reservado para
el invierno. “El problema no es ahora,
sino lo que va a pasar en los próximos
meses”, sentenció Agustín Giménez,
coordinador de la Unidad de Investigación y Desarrollo de Agroclima y
Sistemas de Información (GRAS) del
Instituto Nacional de Investigación
Agropecuaria (INIA). Esta situación
ha llevado a que departamentos como
Canelones, San José, Cerro Largo, Florida, Lavalleja, Maldonado, Rocha y
Treinta y Tres estén en emergencia
agropecuaria hasta julio.
De todas maneras, la sequía parecería no coincidir con la tendencia
climática. En los últimos 30 años se
observó una propensión al aumento
de las precipitaciones y de las tem-
peraturas mínimas, señaló Gabriela
Cruz, docente adjunta del Departamento de Sistemas Ambientales de la
Facultad de Agronomía e integrante
del Centro Interdisciplinario de Respuesta al Cambio y la Variabilidad
Climática de la Universidad de la República. “Una cosa son las tendencias
y otra es lo que sucede en años particulares”, aclaró.
La historia climática de Uurugay
se caracteriza por la variabilidad en
los períodos a corto y mediano plazo, lo cual dificulta la predictibilidad
de los procesos productivos. “El año
pasado, casi que en los mismos meses que ahora hubo sequía, se registraron las lluvias más grandes de los
últimos 100 años; este año fue exactamente al revés, fueron las lluvias
más bajas de los últimos 100 años”,
ilustró Giménez.
Por eso, es fundamental distinguir entre variabilidad y cambio cli-
mático. Para los especialistas, los episodios de sequía o de exceso hídrico
interanuales no son una consecuencia del cambio climático, que sí explica las modificaciones que ocurren
en períodos largos. En los próximos
100 años las lluvias y la temperatura
aumentarán en esta zona del planeta, mientras que en otros lugares del
mundo bajarán, comentó el coordinador del GRAS-INIA.
Si bien las sequías no son más
frecuentes que antes, para Cruz el
impacto productivo de éstas ha cambiado, ya que hay más reclamos y una
mayor sensibilidad en el sector. Según la ingeniera agrónoma, esto se
explica analizando los sistemas de
producción. Por ejemplo, hace 25
años Uruguay pasó de tener 20 a 8
millones de ovinos y eso fue acompañado por un aumento de los bovinos.
A diferencia de los ovinos, los vacunos
necesitan mayor cantidad de forrajes
y no se adaptan tan fácilmente a las
condiciones adversas que provocan
los períodos de sequía, por lo cual el
cambio afectó a todo el sistema. Para
hacer frente a estas situaciones que se
han generado, tanto de corto como
de largo plazo, varios organismos e
instituciones gubernamentales están
trabajando en medidas de adaptación
científico-tecnológicas.
Prevenir y curar
Un aspecto clave, afirman los especialistas, es cómo adaptarse a esta situación y gestionar los riesgos climáticos. “Normalmente nadie preparaba
nada, venía la sequía, se reaccionaba
y salía el gobierno a tapar los agujeros”, señaló Giménez. El funcionario
agregó que actualmente, por el contrario, se plantean alternativas para
estar mejor preparados frente a estas
situaciones.
La primera medida consiste en
contar con sistemas de información
geográfica. Desde el sitio web del
INIA se puede visualizar el proceso
del estado de la vegetación, el balance
hídrico del suelo, el estado de los cultivos, la estimación del rendimiento
de los cultivos o de las pasturas y el
pronóstico de las heladas. Otra medida importante es la gestión del agua,
que involucra el riego y las reservas
para la ganadería. “Los costos varían
según cada uno. Es una tecnología
que te asegura que no te afecte”,
apuntó Giménez, y añadió que el gobierno está impulsando las represas
multiprediales.
Según la opinión del coordinador del INIA, el mejoramiento genético también es una de las medidas
más efectivas para contrarrestar el
déficit hídrico y también el exceso.
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viernES 26 de JUNIO de 2015
Se trata así de buscar nuevas variedades por medio del cruzamiento
de las plantas. “No hace falta hacer
transgénicos para el mejoramiento
genético”, aseguró, a la vez que agregó
que la mayor parte del que se hace en
el país no es en base a biotecnología.
Por otro lado, la reserva de forrajes y la diversificación de los cultivos
para no plantar todo al mismo tiempo
son ejemplos de “buenas prácticas de
manejo”, que es otra de las medidas
de adaptación, junto con los seguros
agropecuarios.
Cruz coincide en que es fundamental preparar los sistemas agropecuarios para garantizar el menor
perjuicio posible. A las medidas, la
ingeniera agrónoma agregó que un
mayor “empotreramiento” permitiría
controlar el consumo de forrajes por
parte de los animales.
“Estamos atados”, expresó Hugo
Rodríguez, de la comisión directiva
de la Sociedad de Fomento Rural de
Tapia. Para él, que vive en el campo
desde que nació, la sequía empeora
día a día y es más larga que la de 2009.
Debido a esto, contó Rodríguez, el ganado tuvo dificultades para venderse;
además, la zona de Tapia, particularmente, es problemática en cuanto al
nivel hídrico. Rodríguez comentó
que los planes de represas y riego no
contemplan a los pequeños productores, ya que están adaptados para
propietarios que tienen más de 200
hectáreas de campo. Sin embargo, la
mayor parte de los productores de su
organización cuenta, en promedio,
con 50 hectáreas. En contraposición,
el ingeniero agrónomo Rodolfo Irigoyen manifestó que la actividad
agropecuaria es la más competitiva
del país, por lo tanto el subsidio al
agro es “muy difícil de fundamentar”, ya que “con el mismo criterio los
panaderos chicos tendrían derecho
a pedirlos”, explicó.
Menos riesgo
Con el objetivo de mejorar la prevención y adaptación a la variabilidad
climática, surgió en 2013 el Sistema
Nacional de Información Agropecuaria (SNIA), que funciona bajo la
órbita del Ministerio de Ganadería,
Agricultura y Pesca (MGAP), y en
el marco del proyecto Desarrollo y
Adaptación al Cambio Climático. La
iniciativa, que cuenta con el apoyo
del Banco Mundial, es una construcción interinstitucional, según contó
su coordinadora técnica, la ingeniera agrónoma Mercedes Berterreche.
Además del MGAP, el SNIA tiene
aportes del Instituto Uruguayo de
Meteorología (Inumet), la Universidad de Columbia, la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República y la Agencia para el Desarrollo
del Gobierno de Gestión Electrónica
y la Sociedad de la Información y el
Conocimiento (AGESIC).
El SNIA sistematiza información
en tres líneas: la aplicación de políticas públicas, los sistemas de toma
de decisión y la gestión del riesgo
agropecuario. Berterreche puso como
ejemplo la información que tuvieron
a disposición para definir, hace unos
meses, cuáles eran los departamentos que estaban en emergencia por
déficit hídrico. El INIA-GRAS aportó datos de balances hídricos y agua
disponible en suelo, entre otros, y el
SNIA lo integró a la información brindada por el Sistema de Trazabilidad
Ganadera. “Juntamos la información
del estado de las pasturas, con la cantidad de ganado en el terreno y con
el estado del agua en el suelo para
generar índices de riesgo. Hay zonas
del país que tienen una sobrecarga
animal y sus pasturas están en mal estado, por lo que allí se concentra mayor vulnerabilidad y focos de riesgo.
Es donde debemos estar más atentos”,
señaló Berterreche. Además, según
dijo, ponen la lupa en los productores
familiares por ser los más vulnerables
a la variabilidad climática.
El SNIA “integra datos de diferentes fuentes para generar índices o productos con valor agregado”, resumió
la coordinadora. Comparado con la
prevención de la gran sequía de 2008
y 2009, esta vez se generó una articulación institucional con un “grupo de
seguimiento del balance hídrico” que
se reúne cada 15 días en el ámbito
del Sistema Nacional de Emergencias.
Allí agrupan los datos de los satélites y
de los técnicos que están en el campo.
“La información que viene del campo
es muy valiosa, porque con el satélite
no podemos ver qué tan seca está la
aguada o el estado real de la pastura. La información se está ajustando
cada vez más y la idea es seguir con
eso”, remató Berterreche.
Sobre los seguros agropecuarios,
confirmó que se están aplicando modelos piloto en base a “seguros paramétricos”. A diferencia de los comunes, los seguros paramétricos para
ganadería se basan en históricos de
datos de los últimos 30 años y en qué
valores se registraron en los momentos que hubo sequías en determinados lugares. Para este sistema, que se
ha implementado en varios países,
un grupo de productores contrata el
seguro y, cuando su región alcanza el
valor del denominado “índice verde”,
se le devuelve el dinero en función de
este valor. Berterreche destacó que
estos seguros ahorran mucho trabajo
de campo -ya que no se tiene por qué
ir a constatar el índice a la zona- y
permiten abarcar todo el país. Adelantó que este año el SNIA va a hacer
verificación de campo para lograr una
calibración exacta del índice.
De cara al futuro, la coordinadora
del SNIA contó que pretende “seguir
integrando un montón de datos que
están dispersos, mediante proyectos
específicos como el del monitoreo
climático de ganadería”. El objetivo
es generar índices de riesgo o de contaminación que permitan una mejor
gestión de los eventos que se presenten, además de su prevención.
Natalia Calvello, Florencia Pagola
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Ganar terreno
Apuestas uruguayas por mejorar la innovación en el agro, en diálogo con los actores del sector
En Uruguay se están desarrollando la
agricultura y ganadería de precisión,
prácticas que permiten hacer más eficiente el uso de los insumos, contó el
ingeniero agrónomo Rodolfo Irigoyen.
Por ejemplo, actualmente se puede
obtener la disponibilidad de nutrientes de los diferentes sectores del suelo
y así evitar echar la misma cantidad
de fertilizante en todo el campo de
manera indiscriminada.
Aunque gran mayoría de la innovación actual viene del extranjero, según el especialista, “siempre hay una
parte que se origina a nivel interno,
ya que la adaptación de esas mejoras
tecnológicas al ambiente local sólo
se puede hacer acá”. Por eso, para el
especialista es importante apostar a
la innovación nacional.
Si se trata de técnicas para adaptarse a los impactos del cambio climático, Uruguay cuenta con varios
proyectos que generaron alianzas
entre instituciones, organismos y academia. Agustín Giménez, del Instituto
Nacional de Investigación Agropecuaria, señaló que se debe intensificar el
entendimiento de qué sucede con el
clima y, para eso, hay que profundizar
los estudios al respecto: “En el caso de
Uruguay, nos estamos guiando por el
fenómeno de El Niño y La Niña, que se
descubrieron hace 30 años, pero también nos afecta mucho estar contra el
Océano Atlántico o zonas de grandes
masas de agua como El Pantanal”.
En este sentido, la Facultad de
Agronomía de la Universidad de la
República (Fagro, Udelar) y el Centro Interdisciplinario de Respuesta
al Cambio y la Variabilidad Climática trabajan el tema de las sequías
agronómicas. Una de las iniciativas
se denomina “Transferencia de conocimiento climático en la interfaz
ciencia-política para la adaptación a
las sequías en Uruguay” y está financiada por el Instituto Interamericano
de Investigación en Cambio Global.
La docente Gabriela Cruz, una
de las integrantes del proyecto, contó que la propuesta tiene un enfoque
interinstitucional e interdisciplinario,
tanto a nivel nacional como regional.
Para ella, si bien se trata de un ámbito complejo de operar, lo primero es
dar respuesta a las necesidades que
se plantean y ver si se corresponden
con la realidad; por eso también están
dialogando con productores rurales.
En los planes de generar más conocimiento sobre estos temas también
está involucrada la Facultad de Ingeniería de la Udelar, ya que una de las
medidas principales para prevenir los
Trazar
En las últimas décadas, la trazabilidad se convirtió en una de las
principales formas de innovación agropecuaria que llevó al país
a destacarse en el ámbito internacional, ya que actualmente
cuenta con 100% del ganado trazado. Se trata de la capacidad
técnica para identificar al animal desde su nacimiento hasta el
final de la cadena de comercialización. De esta forma, Uruguay
satisface las demandas del exterior en cuanto a calidad nutricional y sanitaria de la carne vacuna. Esta condición importa
a los consumidores de alto ingreso, apuntó Rodolfo Irigoyen,
pero agregó que desde hace unos años, China se ha vuelto el
principal mercado comprador de carne uruguaya. Para él, a este
mercado no le importa tanto la trazabilidad y realiza compras
menos diferenciadas. Por eso, según el ingeniero agrónomo, en
el futuro habría que repensar la trazabilidad.
efectos es contar con sistemas de información geográfica. De esta forma,
la Fundación Julio Ricaldoni (FJR),
por medio del Instituto de Mecánica
de los Fluidos e Ingeniería Ambiental
y del Instituto de Computación, está
comenzando una consultoría para
generar una base de conocimiento
sobre el cambio climático y la variabilidad climática regional, junto con
herramientas para predecir el clima
y simular escenarios que faciliten la
toma de decisiones de autoridades y
productores. La iniciativa se enmarca
en el trabajo del Sistema Nacional de
Investigación Agropecuaria.
Por otra parte, un software para
prevenir la erosión de los suelos es otra
de las iniciativas apoyadas por la FJR,
junto con el Ministerio de Industria,
Energía y Minería. La propuesta, que
le permitirá al productor saber cuándo
y cómo sembrar, se desarrolla desde la
Mesa de Telecomunicaciones del Centro Universitario Regional Este. Se trata
de una plataforma que sistematizará
datos meteorológicos ya publicados
y estimará el riesgo de erosión de los
suelos. También se prevé que el sistema
aporte información sobre las características del campo, según el padrón,
como el tipo de suelo, el agua retenida
en éste y su nivel de degradación. Si
bien ya existe una herramienta similar
elaborada por la Fagro, el nuevo sistema
será orientado a todo público. Mientras
la versión de prueba estará lista entre
julio y agosto, desde la licenciatura en
Gestión Ambiental se busca que sea un
proceso colaborativo. Por eso, se realizará una instancia de verificación del
sistema con estudiantes, contó Carlos
Terra, uno de los integrantes del proyecto. También se prevé realizar un módulo-taller abierto a estudiantes de otras
carreras y a las comisiones de fomento
rural de la zona.
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viernES 26 de JUNIO de 2015
Con termómetro
Impacto y generación de cambio climático en Uruguay
¿Existe alguna relación entre las sequías y el cambio
climático? Walter Oyhantçabal y su equipo de trabajo de
la Unidad de Proyectos Agropecuarios de Cambio Climático del MGAP se hicieron esta pregunta hace algunos años,
tras la sequía 2008-2009, que costó de forma directa
400 millones de dólares e indirecta unos 1.000 millones,
y que se repitió en 2010-2011.
Cambio climático implica la modificación del clima a escala local y
global por el aumento de la temperatura del planeta, siempre y cuando
se lo mida a largo plazo. Las causas
pueden ser varias; sin embargo, la
evidencia científica asegura que este
fenómeno es indiscutible, como ya lo
planteó el Panel Intergubernamental
para el Cambio Climático (IPCC, por
su sigla en inglés).
Si bien las inundaciones y sequías
en Uruguay son frecuentes, algunos
expertos sostienen que ambos fenómenos se están incrementando. Es el
caso de Gerardo Honty, coordinador
del Programa de Energía del Centro
Uruguayo de Tecnologías Apropiadas,
e investigador en cambio climático del
Centro Latinoamericano de Ecología
Social. “La sequía actual no es necesariamente producto del cambio climático, pero se ve incrementada a lo
largo de los años por una tendencia
lineal”, explicó el experto. En esta tendencia no es que haya más sequías,
sino que los períodos de sequía son
más prolongados. En el caso de las
lluvias, según Honty, va a llover más,
pero en períodos más cortos.
Oyhantçabal, en tanto, entiende
que “hasta el momento no hay evidencia clara del aumento de los episodios
de sequía”, aunque se ha registrado “un
aumento en la cantidad total que llueve por año, que presumiblemente va a
seguir incrementándose”. Según dijo,
Uruguay está en una región del mundo
“que tiene mucha variabilidad climática comparada con otras regiones más
estables, y el cambio climático es una
amenaza porque puede exacerbar esa
variabilidad y hacer que en el futuro
los eventos climáticos sean más intensos”. Para contestar con más exactitud
la pregunta inicial, Oyhantçabal adelantó que este año van a realizar un
estudio que trasladará “los nuevos escenarios climáticos globales que surgieron en 2013-2014” a escala local. De
esa manera, se reducirá la incertidumbre actual sobre cómo evolucionará el
comportamiento del clima en el país.
Natural
“Al Uruguay le va la vida con la adaptación al cambio climático”, repite en
cuanta ocasión tiene el ministro de
Ganadería, Tabaré Aguerre, para después subrayar las potencialidades de
la medida “Intensificación sostenible
de la ganadería de carne”, más conocida como “triple ganar”. La economía
uruguaya es extremadamente dependiente de los factores climáticos y eso
obliga al gobierno a redoblar esfuerzos
día del
FUTURO
Tambo en la localidad
de Tapia, Canelones. /
foto: alessandro
maradei
El origen
A diferencia de otros fenómenos ambientales, en los últimos años el cambio climático
ha estado en las primas planas. Hay quienes sostienen que tanto marketing es injustificado, ya que existen otros fenómenos por los que preocuparse. Para Oyhantçabal, sin
embargo, “es científicamente incorrecto decir que este tema no es significativo, ya que
es el desafío más importante de la humanidad, porque está en tela de juicio su propia
existencia si llega a desestabilizar el clima del planeta”.
Otra discusión fuerte está entre quienes consideran que el cambio climático es producto de la industrialización y el accionar del hombre, y los que piensan que eso no es
determinante. El ingeniero agrónomo Rodolfo Irigoyen se adhiere a la última corriente,
que es minoritaria con respecto a la otra, pero con “juicios más sólidos y sin intereses
creados”, según su criterio. Para Irigoyen, la visión de que el aumento de la temperatura
del planeta lleva al calentamiento global es “catastrófica”. Según su opinión, un aumento
del anhídrido carbónico, de las temperaturas promedio y de los períodos de lluvia sería
un estímulo para la fotosíntesis. “A todo se le puede ver la faceta negativa o positiva”,
concluyó Irigoyen. Para el ingeniero agrónomo, el incremento de la actividad industrial
y agrícola es secundario, porque los cambios no se han producido o lo han hecho a
niveles inferiores a los anunciados. De esta manera, según Irigoyen, no hay que discutir
el origen, sino profundizar las herramientas de adaptabilidad del cambio climático.
para estar al día con la adaptación al
cambio climático, sin olvidarse de
contribuir a mitigar el fenómeno. Por
lo tanto, es uno de los buques insignia
de la actual administración.
En Uruguay la emisión de gases de
efecto invernadero (los responsables
del cambio climático) parte principalmente del metano que emiten las
vacas durante la digestión, que representa 80% de éstos. Mediante el triple
ganar, el gobierno pretende aumentar
la producción de carne vacuna y emitir
menos gases.
La productividad de la carne vacuna en el país es relativamente baja con
respecto a su potencial, indicó Oyhantçabal. Se producen 90 kilos de carne
anual por hectárea, cuando podría ser
el doble, una intensificación de la producción que, además, implicaría emitir menos gases de efecto invernadero.
Este cociente no es tan simple,
según Honty, quien está de acuerdo
con que “se reducen las emisiones por
unidad”, sin embargo, “en términos
absolutos las emisiones aumentan”.
En palabras de Oyhantçabal, el triple
ganar apuesta a “aumentar la productividad” generando “más ingresos para
los productores y la sociedad”, “reducir
las emisiones de gases de efecto invernadero por kilo producido” y a “la
resiliencia del sistema hacia el cambio
climático”, porque “se trabaja con más
pasto, un uso eficiente del agua y el
cuidado de la biodiversidad”.
Según Oyhantçabal, hace dos
años visualizan la gran promesa del
triple ganar, un proyecto ambicioso
que se ha aplicado en otros países y
que podría abarcar a toda la ganadería
de campo natural, que ocupa 10 millones de hectáreas del país. “Aspiramos
a ponerle un valor agregado ambiental
al producto, tratando de llegar a consumidores que son sensibles con el
tema”, explicó el director.
Ahora
Para evaluar las medidas que adopta
Uruguay en cuanto a mitigación del
cambio climático, Honty tiene varias
posiciones. Por un lado, el fenómeno
climático no se origina por las emisiones actuales, sino por las históricas de los últimos 150 años, según
las cuales países europeos, Estados
Unidos y China se llevan los primeros puestos por contribuir al cambio
climático. Siendo que las emisiones
uruguayas constituyen 0,03% del total,
¿qué responsabilidad de mitigación
tiene Uruguay?
Por otro lado, Honty plantea que
está estipulado que cada país debe
emitir no más de dos toneladas de
carbono por persona para lograr que
la temperatura de la tierra no aumente
más de dos grados. En este escenario,
Uruguay emite 10 toneladas de carbono por persona. “Desde este punto de
vista, habría que reducir a una quinta
parte las emisiones por persona para
generar un reparto equitativo de emisiones para un futuro con un clima
sustentable”, explicó el experto.
De todas formas, Honty va más
allá del cambio climático. “¿Tengo
que reducir las emisiones de carbono del transporte por el cambio climático o porque la gente se muere de
los bronquios cuando sale a la calle?”,
cuestiona el investigador. Mirando un
horizonte no tan lejano, Oyhantçabal
entiende que “hay que lograr adaptarse a la variabilidad climática actual,
para después combatir la que va a venir producto del cambio climático”.
Redactor responsable: Lucas Silva / Diagramación: Martín Tarallo / Edición gráfica: Iván Franco / Producción periodística y textos: Natalia Calvello, Florencia Pagola /
Fotos: Alessandro Maradei / Corrección: Magdalena Sagarra / Coordinación Día del Futuro: Lucía Pardo, Irene Rügnitz y Agustina Santomauro / Comerciales: Pablo Tate