Download energía-clima" en Europa para periodo 2020-2030

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Transcript
El paquete “energía-clima" en Europa para el periodo 20202030: las prioridades de la CES para una transición justa
(posición de la CES)
Adoptada por el Comité Ejecutivo de la CES del 21-22 de octubre 2014
Los próximos meses serán cruciales en la lucha contra el cambio climático en Europa
y en todo el mundo. La Unión Europea deberá adoptar en breve un marco político para
los años 2020-2030, sobre todo con vistas a la Conferencia de París de 2015. El
Consejo Europeo de octubre de 2014 debería adoptar una decisión sobre los
principales objetivos y la arquitectura de este marco. A continuación, esta decisión irá
seguida de iniciativas legislativas para implementar las principales directrices
adoptadas por el Consejo Europeo. En este contexto, esta resolución pretende
trasladar las principales propuestas de la CES para establecer un marco político
europeo para una "transición justa".
Ni empleo ni justicia social en un planeta devastado
El quinto informe de evaluación del IPCC 1, ha recordado que el clima de la tierra se
calienta debido a las actividades humanas. Los efectos del calentamiento global ya
son observables y el impacto sobre los ecosistemas, la biodiversidad y las sociedades
humanas se incrementará en los próximos años. Debido a los efectos devastadores
del calentamiento global, el status quo no es una opción. Reducir drásticamente las
emisiones globales de gases de efecto invernadero es un deber de solidaridad tanto
hacia las generaciones más jóvenes como hacia las poblaciones más expuestas a las
consecuencias del calentamiento global.
Una sociedad que busque una prosperidad equitativamente compartida no se puede
implantar en un entorno devastado. La CES reitera que la protección del planeta es
una condición previa para la prosperidad y la justicia social y es, por tanto, urgente que
las decisiones políticas estén a la altura de los retos del calentamiento global. No se
puede bajo ningún concepto utilizar el pretexto de la crisis o la competencia económica
inherente a una economía globalizada para retrasar o socavar las políticas para
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los problemas de desempleo masivo y la creciente desigualdad en Europa no se
resolverán mediante el sacrificio de la ambición medioambiental. Estos desafíos deben
ser afrontados con la misma determinación. Por esta razón, la CES promueve la idea
de una "transición justa" que no solo tiene como objetivo reducir el impacto negativo
de las actividades humanas sobre el clima y el medio ambiente, sino que también
defiende el diálogo social, la participación de los trabajadores, la calidad del empleo, el
1
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
derecho a la educación, la protección social y los derechos de los trabajadores. De
acuerdo con el Programa 21 2, los sindicatos deben participar en el diseño e
implementación de los planes nacionales de desarrollo sostenible. Si no hay empleo ni
justicia social en un planeta devastado, tampoco puede haber política de transición
medioambiental sin una fuerte dimensión social.
La CES reconoce que la transición a una economía baja en carbono conducirá a
mayores retos para los sectores y las regiones que dependen en gran medida del
carbón y el gas y para los países donde la industria intensiva en energía y su cadena
de valor contribuyen a una parte significativa del PIB. La CES pide a la UE y a sus
Estados miembros que hagan frente a estos retos a través de una estrategia de
transición justa, adaptada a las circunstancias nacionales, asociando a las
organizaciones sindicales y realizando inversiones principalmente públicas, en
tecnologías bajas en carbono, en competencias e infraestructura. La CES insta a la
Comisión Europea a presentar propuestas concretas para hacer frente al daño social
causado por las políticas de descarbonización en regiones y sectores donde los
beneficios de una economía de bajas emisiones de carbono son más difíciles de
materializar.
No habrá Europa baja en carbono sin acuerdo internacional y no habrá acuerdo
internacional sin una Europa ambiciosa
La conferencia de las Naciones Unidas, que se celebrará en París en 2015, debe
culminar en un acuerdo global suficientemente ambicioso en la reducción de las
emisiones de gases de efecto invernadero para mantener el calentamiento global por
debajo del límite de dos grados Celsius. La CES reitera que considera esencial que
todas las economías del planeta estén sujetas a objetivos vinculantes, similares pero
no idénticos, siguiendo el principio de las responsabilidades comunes pero
diferenciadas. En ausencia de un marco global de regulación, incluidos los
procedimientos para la verificación y el cumplimiento adecuado, y la creación de una
igualdad de condiciones, los esfuerzos de los países más proactivos chocan
necesariamente con los imperativos de la competitividad inherentes al sistema
económico actual.
La adopción por la UE de un marco regulatorio para el período 2020-2030 es una
condición necesaria para la conclusión de un acuerdo internacional en París en 2015
pero también es una necesidad económica, social y política para una Europa
debilitada por su dependencia de la energía importada. El fortalecimiento de la
"eficiencia energética" y de las "energías renovables" ayudará a garantizar la
seguridad energética, generará importantes beneficios ambientales y constituye una
oportunidad para la creación de empleo que debe ser explotado.
Para la CES, el marco para la energía y el clima 2030 debe incluir los siguientes
elementos para provocar una transición de bajo carbono que sea a la vez compatible
2
Programa 21 es un plan de acción exhaustivo que habrá de ser adoptado universal, nacional y
localmente por organizaciones del Sistema de Naciones Unidas, Gobiernos y Grupos Principales de cada
zona en la cual el ser humano influya en el medio ambiente.
http://www.un.org/spanish/esa/sustdev/agenda21/agenda21sptoc.htm
con los objetivos de reducción de emisiones en el horizonte de 2050, y la creación de
empleo:
- Un objetivo general de reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero en al menos un 40% en comparación con los niveles de
1990;
- Un objetivo de al menos el 30% de energía renovable en el consumo
final de la UE;
- Un objetivo de reducir el consumo de energía primaria de al menos el
40% en comparación con los niveles de 2005;
- Si se crea una comunidad europea de la energía (y se dota de
competencias jurídicas y mayores recursos financieros por la Unión
Europea), un marco político limitado a una serie de objetivos
comunitarios tendría claramente su razón de ser. En ausencia de un
marco de este tipo que mejorase la europeización de la política
energética, los objetivos de la Unión Europea deben ser combinados
con objetivos nacionales vinculantes para los Estados miembros, que
tendrán en cuenta su especificidad social, económica y geográfica. En
el contexto actual, los objetivos nacionales son esenciales para
garantizar la eficacia y la estabilidad del marco político y para atraer
inversiones y crear empleos de calidad.
El debate actual sobre 2020-2030 no debe contribuir a eclipsar la importancia de los
objetivos 2020. Especialmente en materia de eficiencia energética, donde el progreso
hasta ahora ha sido limitado, sería adecuado establecer objetivos vinculantes a nivel
nacional y comunitario, con una definición clara del papel que se concede a la
participación y formación de los trabajadores para lograr una reducción del 20% en
2020.
El funcionamiento actual del Sistema comunitario de intercambio de cuotas de
emisiones (ETS) plantea una serie de cuestiones sobre las que la CES se pronunció
en la resolución adoptada por su Comité Ejecutivo en junio de 2013 3. En los próximos
meses, la UE tiene que adoptar decisiones cruciales para hacer de este sistema, que
debería ser un elemento esencial del marco europeo para luchar contra el cambio
climático, un instrumento de transición baja en carbono para las industrias y la
producción de energía en Europa. La CES recuerda que, sean cuales sean las
soluciones técnicas finalmente adoptadas, deben llevar a:
-
-
3
Una reducción permanente del número de derechos de emisión
disponibles para dar una señal de precio que permita dirigir las
inversiones hacia tecnologías menos emisoras de gases de efecto
invernadero;
Un apoyo financiero masivo a la innovación tecnológica baja en carbono
y a una justa transición en Europa, mediante el reciclaje de una parte
http://portal.ugt.org/internacional/CE_CES%20130605%20Posicion_CES_cambioclimatico_fin.pdf
-
significativa de los ingresos procedentes de la subasta de derechos de
emisión hacia un fondo europeo específico dedicado a la innovación
baja en carbono en los países cubiertos por el ETS de la UE;
Un apoyo específico a los sectores manufactureros intensivos de
energía que estén realmente sometidos a un riesgo significativo de
"fuga de carbono". Sin embargo, estas medidas de protección deben
evitar tanto el retraso de la transición hacia una industria baja en
carbono como la aparición de beneficios extraordinarios. Estas medidas
también deben estar condicionadas a planes de inversión de la industria
para promover la eficiencia energética y el uso de las mejores
tecnologías disponibles.
La política europea de lucha contra el cambio climático ha planteado una parte
significativa de sus esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero para el año 2020 en la industria manufacturera y la producción de energía.
Si bien el objetivo de los sectores cubiertos por el ETS de la UE en 2020 era una
reducción del 21% en comparación con las emisiones de 2005, el objetivo de los otros
sectores (transporte, edificios, etc) era reducir las emisiones en un 10%, siempre con
respecto a 2005. Sin negar la importancia de los esfuerzos para reducir las emisiones
vinculadas al proceso de producción de los sectores industriales y de la energía, la
acción en áreas como el transporte y los edificios, donde el riesgo de producirse
deslocalizaciones de actividades y pérdidas de empleo son menores, debería
reforzarse considerablemente. De la misma manera, se debe apoyar más la acción
para reverdecer el lugar de trabajo a través de proyectos dirigidos por los trabajadores
y sus representantes. Unas políticas ambiciosas en estas áreas generarán inversiones
creadoras de empleos sostenibles y cualificados. Aumentar la ambición de los
objetivos en el transporte y la construcción, sin embargo, no debe llevar a la adopción
de metas menos ambiciosas en los sectores industrial y energético.
Actualmente, el marco europeo para luchar contra el cambio climático se centra en las
emisiones de gases de efecto invernadero emitidos en el territorio de los Estados
miembros de la UE 4, pero no tiene en cuenta las emisiones causadas por la
producción de las mercancías importadas en la UE. Esta laguna genera una
ineficiencia medioambiental ya que oculta una proporción significativa de las emisiones
relacionadas con los estilos de vida de los países industrializados. También es
socialmente injusta para los trabajadores europeos ya que, a contenido de carbono
equivalente, los bienes producidos en Europa están sujetos a una forma de "impuesto"
sobre el contenido de carbono, mientras que un bien producido fuera del ETS no está
sujeto a un impuesto de este tipo. Es injusto para la industria europea y esto propicia
desarrollar una estrategia europea que abarque la producción y el consumo, por
supuesto flexible en función de los resultados de las negociaciones internacionales en
2015. Además de los puntos mencionados anteriormente para el ETS de la UE, se
basaría en los elementos siguientes:
4 Incluso si el ETS cubre también Islandia, Noruega y Lichtenstein
-
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Establecer indicadores que vinculan las emisiones y los niveles de
producción de los sectores cubiertos por el ETS de la UE (es decir,
toneladas de CO2 por tonelada de producto) ayudaría a identificar cómo
se logra la disminución de las emisiones: a través de la mejora de la
eficiencia en la industria o por otras razones, tales como las
deslocalizaciones o la producción en terceros países;
Una mejor consideración de la huella de carbono de las mercancías
importadas en el impuesto sobre el consumo (trazabilidad del carbono y
la tasa sobre el carbono);
Acuerdos comerciales bilaterales que autoricen imponer aranceles a los
productos cuya huella de carbono supera el nivel de eficacia de las
instalaciones europeas con mejores resultados en el sector
correspondiente, en conformidad con las reglas del comercio
internacional;
En última instancia, sería necesario tomar medidas de ajuste en
fronteras que prevean una compensación para las industrias de
exportación sujetas a costos adicionales incurridos por el Marco
europeo Clima y Energía 2030 y que compiten en los mercados
internacionales con las empresas que no están expuestos a costos
similares, en conformidad con las reglas del comercio internacional;
Medidas de apoyo, incluso a través de ayudas estatales, para las
actividades de interés común que son esenciales para la transición a
una economía baja en carbono.
La CES reitera su llamamiento para la adopción de una hoja de ruta para la transición
justa que tenga como objetivo, por una parte mitigar cualquier impacto social negativo
de la transición a una economía baja en carbono y por otra explotar el potencial de
empleos de calidad en la economía verde. La CES toma nota de las propuestas en el
contexto de la "iniciativa empleo verde" 5 de la Comisión Europea, pero recuerda que la
transición justa requiere de la participación activa de los interlocutores sociales para
desarrollar estrategias para el reverdecimiento de la economía, la inversión en nuevas
tecnologías bajas en carbono, el mantenimiento de puestos de trabajo de calidad, la
participación activa de los trabajadores, el respeto a los derechos de los trabajadores,
el reverdecimiento de las competencias a través de la formación y la recualificación
profesional y sistemas de protección social eficaces.
No habrá una transición justa en Europa sin un verdadero proyecto industrial
La transición a una economía de bajas emisiones de carbono es vital para el proyecto
de reindustrialización de Europa. La transición debe ser el vector de una
transformación de la base industrial europea, y no su debilitamiento o desaparición. La
industria manufacturera es de importancia crucial para Europa, tanto en términos
macroeconómicos, como para el empleo. No se trata de ninguna de las maneras de
una reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente
inducida por la crisis económica o por la reubicación fuera de Europa de las
actividades industriales más emisoras. La transición debe por una parte mantener las
5
http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:52014DC0446&rid=3
actividades de fabricación en Europa, integrando al mismo tiempo objetivos de
desarrollo sostenible. Debe, por otro lado, permitir la creación de nuevos puestos de
trabajo en sectores llamados a desarrollarse en el contexto de una economía baja en
carbono. Estos sectores no sólo son estratégicos para el futuro de la energía en
Europa, sino que también pueden ayudar a la industria europea a posicionarse
ventajosamente en los mercados internacionales que estarán en expansión en los
próximos años.
La transición baja en carbono en Europa debe convertirse en un verdadero proyecto
industrial. El ETS, que apunta a disminuir las emisiones de los sectores industriales y
de la producción de energía, a través de un precio asociado a la tonelada de carbono
que refleje sus externalidades negativas, no es suficiente para desarrollar los sectores
necesarios para hacer de Europa un actor principal en la industria baja en carbono.
Para la CES, hacer de la transición baja en carbono una oportunidad industrial implica
además de las medidas sugeridas para reformar el ETS de la UE:
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Un fortalecimiento del trabajo en todos los sectores, con los
interlocutores sociales para identificar mejor las infraestructuras y las
tecnologías estratégicas en el largo plazo y las mejores técnicas
disponibles, las necesidades en materia de competencias y de
cualificaciones, así como las correspondientes estrategias de inversión;
Una profundización de la implicación de las regiones, ya que muchas
regiones tienen competencias amplias que son plataformas para la
política industrial y la transición baja en carbono. Los instrumentos de la
política de cohesión deben movilizarse de manera más sistemática para
este fin;
Una mayor movilización del presupuesto europeo y de los instrumentos
financieros de la UE para apoyar la innovación baja en carbono
mediante la financiación de proyectos de investigación y desarrollo, y
proyectos de demostración de las tecnologías industriales bajas en
carbono. A tal efecto, se debería poner en marcha un mecanismo
europeo que asigne una parte de los ingresos generados por la subasta
de derechos de emisión a la financiación de proyectos de demostración
de tecnologías bajas en carbono innovadoras para la industria y la
producción de energía. Como se señala en la "Hoja de ruta hacia una
economía competitiva y baja en carbono en 2050", el rápido despliegue
de las tecnologías de baja emisión de carbono tendrá un papel
fundamental que desempeñar en la transición, especialmente para
permitir a las industrias lograr los objetivos de descarbonización en
2050. El apoyo a las tecnologías bajas en carbono debería, en
particular tener como objetivo la eficiencia energética, las energías
renovables y los sistemas de distribución y almacenamiento de energía,
y también la tecnología de captura y almacenamiento de carbono para
los sectores energético e industrial, en contextos en los que esta
tecnología se considera rentable, y evitar un encerramiento en
tecnologías intensivas en carbono.
-
-
Un mejor soporte para el desarrollo de actividad en los sectores de
futuro, basado en la búsqueda de la complementariedad y las sinergias
con los sectores manufactureros tradicionales. La CES exige el
compromiso de los gobiernos y de la UE para invertir masivamente
recursos públicos en reverdecer el empleo, los lugares de trabajo y las
infraestructuras, así como en la investigación y el desarrollo
relacionados con la energía renovable.
La protección de la industria europea de las prácticas comerciales
desleales por parte de terceros países y dentro de la UE.
La participación de los sindicatos debe garantizarse para asegurar que
se toman en cuenta las preocupaciones de los trabajadores.
El desarrollo de una economía circular basada en el análisis del ciclo de
vida de los bienes producidos.
No habrá transición justa sin una verdadera política energética europea
El paisaje energético europeo tiene que cambiar. La UE importa más de la mitad de
sus necesidades de energía lo que crea una situación de dependencia y, por tanto, de
vulnerabilidad. Esto es particularmente problemático para los Estados miembros que
permanecen dramáticamente aislados del resto de Europa desde el punto de vista
energético. En Europa, las instalaciones de producción de energía son viejas, como lo
demuestra, en particular, la edad media de las centrales nucleares europeas. Los
combustibles fósiles siguen proporcionando casi tres cuartas partes de la energía que
se consume en Europa. Los altos precios de la energía en Europa contribuyen al
empobrecimiento de muchos de sus ciudadanos y es una desventaja competitiva para
ciertos sectores económicos.
La dependencia de la UE en términos de importaciones de energía ha dado lugar a un
déficit comercial estructural de más de 420 mil millones (según estimación 2012 de
Eurostat). Además, la producción y el consumo de energía tienen consecuencias
graves sobre el medio ambiente y la salud. Por lo tanto, es necesario reducir
considerablemente el desperdicio de energía. También es necesario que la UE prevea
la supresión progresiva de las centrales eléctricas más contaminantes y las más
peligrosas.
Frente a estos múltiples desafíos, las estrategias puramente nacionales están
condenadas al fracaso. Se debe establecer una comunidad europea de la energía con
el fin de desarrollar un sistema energético sostenible, seguro y de bajo carbono y para
garantizar la seguridad del suministro, la autonomía energética, el acceso universal a
la energía y la competitividad de los sectores intensivos en energía que se enfrentan a
una fuerte competencia internacional. Esta iniciativa, que requiere protección de las
informaciones estratégicas, le daría a la UE un proyecto movilizador y sería el
contrapunto de la política energética actual que sigue siendo fragmentada, basada en
la lógica del mercado y la privatización, y no tiene ninguna dimensión social. El coste
de la transición energética debería ser compartido equitativamente entre las distintas
categorías de consumidores (hogares e industrias) y entre las diferentes categorías de
ingresos. Hay que evitar que la imposición energética agrave las desigualdades
sociales.
En diciembre de 2010, la CES aprobó una "Resolución sobre la estrategia energética
para Europa 2011-2020" 6. Las principales demandas contenidas en ese documento
siguen siendo perfectamente válidas y sobre todo el llamamiento a establecer
medidas para mejorar la solidaridad energética en Europa. Además, el desarrollo de
fuentes nacionales de energía que sean sostenibles y seguras, la planificación
conjunta de las infraestructuras nacionales, la armonización de la fiscalidad de la
energía para las empresas, la promoción y la inversión en la producción de energía
descentralizada, la implantación de redes inteligentes y de capacidad de
almacenamiento en el conjunto de Europa, la interconexión con las redes de los
países vecinos de la UE, en particular para promover el desarrollo conjunto de
políticas energéticas, y la negociación de precios únicos para el suministro de energía,
son también necesarios para dotar a la UE de una política energética a la medida de
los desafíos a los que nos enfrentamos. Una política energética europea debería ser
también creadora de puestos de trabajo de calidad, y asegurar las trayectorias
profesionales de los trabajadores que se verían afectados por la transformación del
paisaje europeo de la energía, de acuerdo con los principios de la "transición justa".
Las organizaciones de trabajadores deberían ser activamente implicadas en los
procesos de toma de decisiones, en particular en los sectores directamente afectados
por los cambios en el panorama energético.
La energía es una cuestión de interés general y la implementación de una Comunidad
Europea de la Energía supone también evaluar, en esta perspectiva y de manera
crítica, los resultados del mercado de la energía e investigar la oportunidad de un
cambio en el marco institucional para dar a la UE las competencias necesarias. Esto
finalmente implica un aumento considerable de los recursos financieros dedicados por
la UE a la energía. La CES pide a la futura Comisión Europea que dedique al menos
una tercera parte de su plan de inversiones a la modernización del sistema energético
europeo. Sólo un ambicioso plan de inversiones, como el que propone la CES en "Un
nuevo rumbo para Europa", dotará a Europa de un sistema energético sostenible,
competitivo y accesible para todos los ciudadanos.
Traducido por Internacional CEC UGT
6
http://www.etuc.org/sites/www.etuc.org/files/Energy_definitif_FR_2__2.pdf
Resolución sobre la estrategia energética para Europa 2011-2020. Adoptada en el Comité Ejecutivo del
diciembre de 2010