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IMPLICACIONES ÉTICAS DE LA CONSERVACIÓN AMBIENTAL En este Documento han participado los siguientes Profesores, por orden alfabético Emilio Chuvieco Salinero (U.A.H.) Manuel Hervás Maldonado (U.P.M.) José Ignacio Linares Hurtado (U. Pontificia Comillas) Yolanda Moratilla Soria (U. Pontificia Comillas) Fernando Padín Méndez (U.P.M.) Mª Dolores Peralta Ortiz (U. Pontificia Comillas) Pedro Urbano Terrón (U.P.M.) 1 ÍNDICE CAPÍTULO Página INTRODUCCIÓN 3 EFECTOS PREVISIBLES DEL CAMBIO CLIMÁTICO SOBRE LA POBLACIÓN MUNDIAL 5 EL DERECHO A LA ALIMENTACIÓN Y EL CAMBIO CLIMÁTICO 12 IMPLICACIONES ÉTICAS DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS ENERGÉTICAS 21 ANEXOS 1. DESSCRIPCIÓN BREVE DE LAS DIFERENTES TECNOLOGÍAS ENERGÉTICAS 27 2. EL PENSAMIENTO DE LA IGLESIA Y LA CONSERVACIÓN AMBIENTAL 34 2 IMPLICACIONES ÉTICAS DE LA CONSERVACIÓN AMBIENTAL INTRODUCCIÓN Acercándonos al final de la primera década del siglo XXI, un Grupo de Profesores Universitarios, desde nuestro observatorio privilegiado, atentos a las necesidades que demanda la sociedad, nos hemos reunido para reflexionar sobre las Implicaciones Éticas de la Conservación Ambiental. Fruto de estas reflexiones ha resultado este documento que presentamos a nuestros colegas y a toda la sociedad. Vaya por delante que no pretende ser exhaustivo sino que se han tratado algunos de los aspectos que consideramos más relevantes en el trato diario con nuestros alumnos y nuestra investigación. En el año 2000, los 192 países miembros de las Naciones Unidas acordaron conseguir para el año 2015 Ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio. En particular nos hemos concentrado en el objetivo 1, “Erradicar la pobreza y el hambre” del que ha surgido nuestro segundo capítulo EL DERECHO A LA ALIMENTACIÓN Y EL CAMBIO CLIMÁTICO, en el que de forma rigurosa transmitimos la esperanza de que el problema tiene solución siempre que se adquiera el doble compromiso de incrementar las producciones, pero en forma sostenible y respetando el medio ambiente. Afirmamos que no se pueden resolver los problemas que plantea el siglo XXI con soluciones del siglo pasado y, por ello, nuestras Universidades están comprometidas con el reto de producir alimentos para todos en forma sostenible. Sobre El objetivo 7, “Garantizar el sustento del medio ambiente” tratan los capítulos primero y tercero. El primer capítulo EFECTOS PREVISIBLES DEL CAMBIO CLIMÁTICO SOBRE LA POBLACIÓN MUNDIAL, que lo ponemos en primer lugar porque en él resumimos el escenario actual y la problemática que está presente, tras asumirla, reflexionamos sobre lo que podría ocurrir si no se toman las medidas adecuadas y exponemos algunas estrategias de mitigación y adaptación al cambio. En el tercer capítulo IMPLICACIONES ÉTICAS DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS ENERGÉTICAS, tras describir el contexto energético actual, expresamos que las tecnologías energéticas actuales brindan una gran gama de alternativas al problema energético, sin embargo, ninguna de ellas es capaz, por sí sola, de resolverlo de forma completamente satisfactoria. La solución hay que buscarla en una combinación responsable de todas ellas. El documento termina con dos Anexos: En el primero se describe de forma breve las nuevas tecnologías energéticas, complementando así el tercer capítulo y aportando una bibliografía actualizada que merece la pena consultar. El segundo anexo incorpora El pensamiento de la Iglesia a la conservación ambiental y en él se trata de forma somera y actualizada la doctrina social de la Iglesia Católica y el pensamiento de los últimos 3 Papas que con frecuencia se implican en esta problemática y aportan el pensamiento de la Iglesia ante esta inquietud de la sociedad que cada vez exige mejores soluciones y más compromiso moral ante uno de los problemas más aireados en los medios de comunicación. 4 CAPÍTULO 1 Efectos previsibles del cambio climático sobre la población mundial. 1. Balance de los impactos previsibles Si bien todavía existe una cierta controversia sobre la existencia y el origen del cambio climático, puede afirmarse que existe un consenso bastante generalizado en estos dos aspectos. Por el contrario, la discusión científica está mucho más abierta en cuanto a los efectos del calentamiento del planeta. Hacer pronósticos de ese impacto es muy complicado, tanto por la complejidad de los modelos climáticos como por la evolución de las emisiones en sí, que van a depender de cómo evolucione la economía y población mundial, así como las medidas políticas de mitigación del cambio (protocolos de Kyoto y futuro de Copenhague), Además, en un sistema no lineal pueden entrar en juego efectos multiplicadores que actualmente son difíciles de evaluar. Por ejemplo, si se mejoran los procesos de producción industrial y se reducen los aerosoles emitidos, se incrementaría la calidad del aire para la salud humana, pero se agravaría el efecto de calentamiento, ya que los aerosoles disminuyen la radiación solar incidente. Pese a la complejidad de las predicciones, los escenarios que se manejan muestran impactos del calentamiento positivos y negativos para distintas zonas del planeta, si bien la tendencia global es negativa. Ciertamente, un enfriamiento del planeta tendría consecuencias más negativas que un calentamiento, pero éste también provocaría impactos de gran envergadura para la habitabilidad del planeta, especialmente si consideramos la magnitud y el ritmo al que se están produciendo, lo que dificulta la adaptación de las especies vegetales y animales a las nuevas condiciones. Entre los efectos que ya se pueden observar con nitidez, posiblemente el de mayor alcance demográfico sea el aumento del nivel del mar, como consecuencia tanto de la fusión del hielo glaciar y polar como de la expansión térmica del océano. Considerando la enorme cantidad de población que vive cerca de la costa, este fenómeno podría dar lugar a movimientos en masa de la población sin precedentes a lo largo de la historia. El impacto dependerá de los escenarios que se produzcan. La variación previsible apunta un rango de incrementos entre 0,2 y 0,6 metros a fines de siglo, dependiendo de la evolución de las emisiones y, en consecuencia, de las temperaturas. Sería mucho más improbable, pero no completamente imposible, el deshielo de Groenlandia y de parte del casquete glaciar antártico, lo que supondría aumentos de nivel del mar de 6 a 12 m, 5 con consecuencias ciertamente catastróficas para buena parte de los continentes más poblados, principalmente el extremo oriente. Con esos niveles de aumento también desaparecerían algunas islas del pacífico. Los cambios en la tasa de hielo de los polos también afectarían a las formas de vida de comunidades indígenas de esas zonas; de hecho la comunidad Innuit presentó una querella internacional contra EE.UU. por su falta de compromiso con la reducción de emisiones por considerar que afectaba drásticamente a su comunidad. El aumento del nivel del mar está asociado a la frecuencia de inundaciones, ya que si se eleva el nivel de base de los ríos, tenderán a desaguar con mayor dificultad y a extender las llanuras de inundación. Esto afectaría también a la salinización de acuíferos y al deterioro agrícola de las zonas costeras, que también aumentarían sus tasas de erosión. Las áreas más afectadas serían los grandes deltas de extremo oriente, y algunas de sus islas (Java, Filipinas…) que albergan unos mil millones de personas. Otro aspecto asociado al deshielo tiene que ver con el retroceso o pérdida de los glaciares de montaña, que suponen una fuente clave de abastecimiento de agua para buena parte de la población en muchos países en desarrollo, singularmente los situados al pie del Himalaya y los Andes. Esto dificultará el acceso al agua potable y los cultivos de riego en los valles interiores, así como el aumento de los ciclos de inundaciones y avalanchas. Estos fenómenos se agravan por el deterioro de la cubierta forestal en muchos de estos países, lo que supone una pérdida de protección de suelo, aumentos de la erosión y de la escorrentía superficial. Otro de los efectos negativos del cambio climático con mayor impacto demográfico sería el aumento de la aridez en zonas que ya experimentan actualmente déficit hídricos o sequías. El IPCC calcula en su último informe que pueden reducirse las precipitaciones entre un 10% y un 30% en algunas regiones semiáridas de África o América, con el consiguiente aumento de las dificultades para abastecimiento de agua potable y la pérdida de rendimientos en cultivos. Para África el IPCC calcula en su último informe una reducción potencial del 50% del rendimiento de cultivos de secano para 2020. Ciertamente en otras zonas del planeta, pueden aumentar los rendimientos agrícolas (principalmente en latitudes medias y altas), al menos en las próximas décadas, pero un continuado incremento de las temperaturas pueden deteriorarlos a largo plazo. Aumentar las dificultades de acceso a los recursos básicos también es una fuente innegable de conflictos entre naciones. En la historia reciente podemos citar algunos de mayor impacto mediático, como los que ocurren en el próximo oriente entre IsraelJordania-Siria y Turquía por el acceso al agua. El IPCC calcula que entre 75 y 250 6 millones de personas incrementarán sus problemas de abastecimiento de agua en África a consecuencia del cambio climático. El incremento de las temperaturas del agua en los trópicos puede aumentar también la frecuencia e intensidad de los huracanes tropicales, si bien todavía no hay constancia cuantitativa de esta relación. Los impactos de estas tormentas son muy devastadores, especialmente en los países más pobres del Caribe, que han visto reforzarse esos efectos como consecuencia también del deterioro forestal de sus cuencas de recepción. La falta de gestión forestal de los países más pobres dificulta mucho la conservación del ecosistema forestal, que alivia el impacto de algunos desastres naturales. Por ejemplo, se comprobó que los efectos negativos del tsunami del SE asiático fue menor allí donde se preservaban los bosques de manglares. El calentamiento global y aumento de la aridez en zonas templadas también supondrá un incremento de la frecuencia e intensidad de los incendios forestales. Se han comprobado tendencias recientes de incremento significativo del número de grandes incendios en latitudes boreales, paralelo al aumento de la temperatura y extensión de la estación libre de heladas. En cuanto a los impactos sanitarios del cambio climático, se han estudiado posibles desplazamientos de algunas enfermedades tropicales a zonas templadas, singularmente el dengue y la malaria, como consecuencia de la extensión de los vectores de propagación de estas enfermedades. De hecho, ya se están observando algunos de estos efectos, como la aparición de enfermedades tropicales en países templados fronterizos (leishmaniasis en el sur de Francia o malaria en algunas zonas costeras del Mar Negro). El informe del IPCC también apunta el aumento de enfermedades ligadas a la contaminación bacteriana del agua, como diarreas y cólera, asociada a la repetición cíclica de inundaciones y sequías. En este marco asociado a la salud pública, se plantean como especialmente preocupantes los posibles impactos de fenómenos climáticos extremos, como las olas de calor, en climas regularmente poco propicios. De especial relevancia fueron los efectos de la ola de calor que afectó a centroeuropea en 2003, causando más de 30.000 muertes. También se relaciona con los cambios térmicos la mayor incidencia de alergias, o de enfermedades cardio-respiratorias u oculares, relacionadas con contaminación del airea y niveles de ozono troposférico. Finalmente, en cuanto a aspectos económicos del cambio climático, se han apuntado posibles efectos sobre el turismo (desplazamiento de la línea de costa, aparición de especies contaminantes como las medusas, impacto de olas de calor, deterioro de 7 arrecifes de coral por acidificación del agua); sobre la agricultura (incremento del rendimiento en altas latitudes, pero deterioro en tropicales con estación seca) y en energía (reducción del abastecimiento hidro-eléctrico) Obviamente, estas consecuencias negativas dependerán en gran medida del valor que finalmente alcancen los incrementos de la temperatura, los efectos multiplicadores que de éstos a su vez se deriven y de la capacidad humana para adaptarse a esos cambios. Entre los principales damnificados se prevé que estén los países más pobres, muchos de ellos situados en zonas tropicales semiáridas que tenderán a perder recursos hídricos y con una abundante población costera. 2. Estrategias de mitigación y adaptación al cambio Si los efectos previsibles son generalmente negativos, parece razonable tomar medidas para evitar el cambio climático o, caso de que no sea posible, adaptarnos lo mejor posible al mismo para aliviar las consecuencias más graves. Los costes económicos de estas medidas son unas de las materias más controvertidas, y el verdadero cuello de botella para que se adopten acuerdos políticos de gran calado. Si el factor dominante en el calentamiento es la creciente concentración de GEI, la solución pasa por reducir las emisiones, por un lado, y bajar esas concentraciones, por otro. La primera estrategia lleva a tomar acuerdos que permitan reducir notablemente el consumo masivo de combustibles fósiles, mediante medidas eficaces de ahorro energético y la sustitución del uso de los combustibles tradicionales por otros que no tengan impactos en la emisión (o que tengan impactos re-asumibles por el medio, como los basados en la biomasa). Esto supone hacer grandes inversiones en fuentes alternativas de energía y materias primas industriales. El segundo enfoque llevaría a desarrollar técnicas para absorber los excedentes de GEI, transformándolos en compuestos no volátiles, que permitieran no aumentar, o incluso reducir, las concentraciones actuales. En ambos casos, se plantean costes muy considerables que van a afectar, de una forma u otra a la economía internacional en las próximas décadas. La reducción de emisiones pasa por mejorar la eficiencia energética y desarrollar fuentes alternativas de energía. En el primer enfoque, se incluyen distintas medidas de ahorro y eficiencia energética, que deberían llevar a mejor los sistemas de aislamiento térmico, mejorar eficiencia de motores, y promover aparatos de bajo consumo, desde automóviles hasta bombillas. Se calcula por algunos autores que esto podría reducir casi un 50% el consumo mundial de energía. 8 En cuanto a desarrollar nuevas fuentes de energía, se apuesta por la progresiva sustitución del carbón, el petróleo y sus derivados por energía eólica, solar, geotérmica y la procedente de la biomasa. La energía nuclear en su funcionamiento no produce emisiones de GEI, y garantiza una potencia sostenida e independiente de las condiciones meteorológicas. Entre los países comprometidos con el Protocolo de Kyoto, algunos han apostado nítidamente por ella (singularmente Francia y, en menor medida, Rusia o Finlandia), mientras otros prefieren confiar más en las energías renovables (Alemania, España o Bélgica), manteniendo la producción nuclear de las centrales existentes, pero sin realizar nuevas inversiones. En cuanto a los sistemas de captación del CO2 presente en la atmósfera, la estrategia más acorde con los ciclos naturales es la preservación y extensión de la cubierta vegetal, sumidero natural, junto al océano, del CO2 atmosférico. Las plantas absorben CO2 mediante la fotosíntesis y lo re-emiten en su proceso de respiración, absorbiendo una cantidad de carbono equivalente, en términos generales, a su producción de biomasa seca. Por esta razón, el aumento de CO2 también favorece la actividad vegetativa, en condiciones de disponibilidad de agua, como ocurrió en el Mesozoico, con concentraciones de CO2 muy superiores a las actuales, cuando se formaron la mayor parte de las grandes superficies vegetales que acabarían fosilizándose en los combustibles que utilizamos actualmente. En consecuencia, una estrategia para reducir la concentración de CO2 presente en la atmósfera es incrementar los elementos naturales de captación, por ejemplo, aumentando las superficies forestales. Asimismo, el océano es un gran sumidero de CO2, que se capta en procesos de fotosíntesis marina, así como en la formación de relieves calcáreos. Sin embargo, el agua caliente tiene menos capacidad de almacenar carbono que la fría, por lo que la tendencia del océano en este sentido será más negativa si se mantiene la evolución actual. Junto a estos sumideros naturales, también se estudian soluciones tecnológicas para incrementar la absorción del CO2 atmosférico, mediante su captación y enterramiento en estratos geológicos seguros. La investigación en esta dirección todavía es incipiente. Si bien el CO2 se utiliza desde hace ya bastantes décadas en la extracción de hidrocarburos, reemplazar las bolsas de combustibles fósiles con depósitos de CO 2 todavía es una posibilidad remota. La otra gran estrategia ante el cambio climático se orienta a la adaptación al mismo, reduciendo la vulnerabilidad ante los posibles efectos negativos. Esta línea de actuación ha ocupado mucha menor atención que las medidas de mitigación, puesto que se considera mucho más costosa a medio y largo plazo. En este línea de trabajo estarían, 9 por ejemplo, medidas para modificar las técnicas agrícolas (favoreciendo cultivos con menor demanda hídrica o más resistencia a ciertas plagas, por ejemplo), la protección física frente a aumentos del nivel del mar (barreras o muros de contención), la mejora en los sistemas de embalse de agua para gestionar mejor el almacenamiento, o la aplicación de medidas preventivas frente a vectores de propagación de enfermedades. 3. Acuerdos internacionales Puesto que los efectos del calentamiento climático tienen una dimensión planetaria, la reducción de las emisiones debería también ser objeto de un acuerdo internacional. En este marco se planteó el Protocolo Kyoto, la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático aprobada en 1997. Fue firmado por 84 países, aunque para su entrada en vigor se requería la ratificación de los países responsables de una determinada proporción de las emisiones. Finalmente, entró en vigor en 2005, gracias a la aceptación de Rusia, reticente hasta entonces, que permitió llegar al límite acumulado de emisiones que preveía el protocolo para confirmarse (55% del total mundial). Estados Unidos y Australia fueron los únicos países desarrollados que lo rechazaron, si bien Australia lo ha ratificado en noviembre de 2007. El Protocolo de Kyoto requería que los países más avanzados redujeran sus emisiones de GEI en el período 2008-2012 en un nivel no inferior a un 5% de los valores de 1990, tomado como año base para los cálculos. No se aplicaba a los países en vías de desarrollo (ahora en creciente industrialización, como China o India), que sólo debían informar sobre sus emisiones de GEI. También permitía que algunos países desarrollados con menor crecimiento económico aumentaran ligeramente las tasas de emisión de 1990. Los objetivos de reducción de emisiones se fijaban en el anexo B del protocolo. Para España, el compromiso se fijó en un 92% de las emisiones base, pero posteriormente se permitió renegociar ese objetivo entre los 15 países de la Unión Europea y los Estados en período de adhesión, acordándose como objetivo global para todos un 8% de reducción. Esa negociación interna en el seno de la UE permitió aumentar un 15% las emisiones de España sobre las calculadas para 1990. Para facilitar los compromisos de Kyoto, se autorizó a los países firmantes a compensar sus emisiones excedentarias con proyectos realizados en terceros países; por ejemplo, mediante la adquisición de derechos de emisión a países con balances de emisión negativos o invirtiendo en sistemas renovables de producción de energía. También se preveía la creación de un mercado de “carbono”, a través de agencias financieras y organismos internacionales (Fondo de Carbono del Banco Mundial, por ejemplo). La Unión Europea creó su propio mercado interno de carbono, con diversos mecanismos de control y transferencia para la reducción de emisiones. 10 En este momento se negocia la extensión del Protocolo de Kyoto más allá del 2012, con el importante reto de incorporar a los países actualmente en vías de industrialización, que pueden convertirse en los próximos años en los principales emisores, caso de China, India o Brasil, que temen estos acuerdos puedan incidir negativamente sobre su ritmo de crecimiento económico. Las medidas son necesarias ante la magnitud de los impactos negativos. Los costes de la mitigación y adaptación al cambio también son de enorme magnitud, pero según buena parte de los estudios, mucho menores que los que podrían derivarse de no hacer nada. Según el informe Stern el coste de la no actuación seria para el mundo una catástrofe económica puesto que supondría una reducción de entre un 5 y un 20% del PIB mundial, mientras que el de la mitigación solo supone un 1%. 11 CAPÍTULO 2 EL DERECHO A LA ALIMENTACIÓN Y EL CAMBIO CLIMÁTICO 1. Nos encontramos en una situación de verdadera alarma Vivimos en una grave crisis económica, con su correspondiente crisis alimentaria, que está golpeando sin piedad a los estratos más pobres de la población en uno de los Derechos Humanos más básicos, como es el Derecho a la Alimentación. Si este Derecho debe quedar establecido en el compromiso de que todos los habitantes del Planeta, hombres, mujeres y niños, tengan acceso a los alimentos necesarios y que éstos mantengan una calidad irreprochable, podemos asegurar que la situación actual presenta caracteres, no solo preocupantes, sino alarmantes. Algunos hechos que confirman esta situación de alarma, pueden ser: - En el Mensaje para la Conferencia de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria (Roma, 2 de junio de 2008), Su Santidad el Papa Benedicto XVI destacaba “la necesidad de adoptar medidas valientes que no capitulen ante el hambre y la malnutrición …”. - Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, celebrado en Roma el 16 de octubre pasado1, bajo el lema “Seguridad Alimentaria Mundial: los Desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía”, se puso de manifiesto que el Primer Objetivo del Milenio (ODM) que pretendía reducir a la mitad la población que pasa hambre en el mundo, no más tarde del año 2015, no solo no se estaba cumpliendo sino que durante el año 2007 la población mundial de famélicos había aumentado en 73 millones de personas pasando de 850 a 923 millones. - Para agravar la situación, un Comunicado de Prensa de la FAO del pasado 9 de diciembre señalaba que la población que pasa hambre en el mundo había subido 1 La Asociación España-FAO (AEFAO) también celebró este día en Madrid, bajo la presidencia de Su Majestad la Reina. 12 a 963 millones, con un incremento de 40 millones durante los once primeros meses de 2008. - En la hora actual, casi mil millones de personas en el mundo -prácticamente una de cada seis- pasan hambre y están reclamando al resto de la población que pongan en práctica medidas que puedan solucionar sin dilación este problema. El problema alcanza tal magnitud que hace unos días, entre el 26 y 27 de enero, y convocada por el Gobierno de España y las Naciones Unidas, ha tenido lugar en Madrid una Reunión de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria (RANSA), a la que asistieron 62 ministros y delegaciones de 126 países, además de representantes de la sociedad civil, sector privado, universidades, agencias donantes y organismos multilaterales. El comunicado, conocido como DECLARACIÓN DE MADRID, que refleja la síntesis de los contenidos de los debates, señala en su punto 12: “Los participantes están decididos a asegurar el acceso a la alimentación adecuada para todos de una forma sostenible, a mejorar la nutrición, a estimular la producción de alimentos, a fortalecer los sistemas de protección social y a aumentar las inversiones en todas las áreas relacionadas con la seguridad alimentaria”.2 2. La producción de alimentos básicos, los precios y el hambre en el mundo Cuando se analiza la producción y la demanda de alimentos básicos para la humanidad –cereales, proteaginosas, aceites, carnes, huevos, leches, etc.- se observa que hay un desajuste estructural entre las producciones globales y la demanda de una población creciente que necesita, cada vez, más alimentos. Esta demanda, no satisfecha por producciones insuficientes, ha llevado a que las reservas en manos de los países productores se encuentren en niveles mínimos –ya no hay como antaño, reservas estratégicas- con una consecuencia muy grave que es el alza de los precios en los mercados de commodities. Los primeros que sufren las consecuencias de este alza de precios son los países con bajos ingresos y déficit alimentario (PBIDA); es decir, la 2 www.ransa2009.org 13 población rural con deficiente desarrollo agrario y los más pobres con escasa capacidad de compra. Es cierto que los precios internacionales de los productos agrarios han experimentado una caída notable desde junio de 2008 debido a dos razones bien claras: cosechas muy buenas durante esa campaña, prácticamente en todo el mundo, y caída del consumo como consecuencia de la crisis económica. Sin embargo, las reservas 3 han aumentado muy poco durante este año y los precios al consumidor no han experimentado bajas importantes. A corto plazo, las previsiones para el año 2009 no son buenas porque los primeros indicios apuntan a un descenso de la producción mundial de cereales debido a una reducción de las superficies cultivadas y a adversas condiciones climáticas en la mayor parte de los países productores. En los países desarrollados, como EE UU y la UE, se han reducido las superficies sembradas debido a la caída de los precios para el agricultor y al elevado coste de la energía y otros medios de producción (semillas, fertilizantes, fitosanitarios, etc.), lo que significa para el agricultor una perspectiva de menores beneficios. En los países en desarrollo, las condiciones climáticas del año no han sido especialmente favorables para las siembras. La escasez de lluvias está amenazando las cosechas de trigo en Asia: Casi la mitad de las regiones productoras de trigo en China sufren una grave sequía y las precipitaciones están siendo, también, insuficientes en India. En Sudamérica, la última cosecha de trigo bajó a la mitad debido a la sequía en Argentina y la persistente falta de lluvia está afectando en forma negativa las perspectivas para los cereales secundarios en la región4. Por estas razones, a corto plazo, no pueden esperarse bajadas notables de los precios. Parece que los precios al consumidor han llegado a un alto nivel “para quedarse en él”. A medio y largo plazo, el cambio climático representa otra amenaza clara a las previsiones de futuras cosechas. Según los estudios que se realizan sobre las 3 FAO. Perspectivas alimentarias. Noviembre 2008. FAO. Perspectivas de cosechas y Situación Alimentaria. Febrero 2009. www.fao.org/docrep/011/ai480e/ai480e00.htm 4 14 repercusiones del cambio climático en la agricultura 5, el previsible aumento de las temperaturas y la irregularidad de las lluvias pueden alterar la actividad agrícola influyendo, entre otros, en dos aspectos fundamentalmente: incremento de plagas y enfermedades, tanto de vegetales como de animales; y mayor consumo de agua para obtener las producciones agrarias. Bajo estas perspectivas, la situación no parece invitar al optimismo. Estamos en una importante crisis alimentaria y las previsiones, en las que un factor importante es el cambio climático, parecen indicar que, en el futuro, la situación tenderá a empeorar. ¿Qué va a ocurrir en los próximos años cuando, según las previsiones de crecimiento demográfico, la población mundial supere los 8.000 M en el año 2030, o los 9.000 M en el año 2050? ¿Podemos pensar que las teorías de Malthus, enunciadas a finales del siglo XVIII, vuelven a tener significación en los albores del siglo XXI? Según un reciente estudio de la Universidad de Washington6, la mitad de la población mundial tendría que afrontar una crisis alimentaria sin precedentes sobre el año 2100, inducida por las repercusiones del cambio climático sobre la agricultura. Afectaría en mayor escala a las regiones situadas entre los paralelos 35, norte y sur, donde se espera, por una parte, mayor crecimiento demográfico y, por otra, menor régimen de precipitaciones hídricas que podrían generar reducciones entre el 20 y 35% en los rendimientos de las principales cosechas. 3. El mapa del hambre Según FAO7, la gran mayoría de las personas desnutridas en el mundo vive en países en vías de desarrollo. El 65% de esta población se concentra en siete países: India, China, la República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia, Paquistán y Etiopía. En el África subsahariana, una de cada tres personas sufre desnutrición crónica. El incremento más notable de hambrientos se ha producido en la R. D. del Congo, como resultado de un conflicto generalizado y permanente. En el lado positivo, Ghana ha 5 AEFAO. Repercusiones del Cambio Climático sobre la agricultura y la alimentación. Mundi Prensa. Madrid. 2008. 6 www.uwnews.org/article,asp?articleID=46272 7 FAO. www.fao.org/docrep/011/i029s/i029s00.htm 15 alcanzado los objetivos de reducción del hambre marcados en el ODM, siendo el incremento de su producción agrícola la clave del éxito. Latinoamérica y el Caribe han hecho notables progresos, pero el alza de precios de los últimos años ha aumentado notablemente la cifra de famélicos en esta región. Los países de Oriente Próximo y el Norte de África presentan, por lo general, niveles reducidos de desnutrición, pero los conflictos de Afganistán e Irak, unidos a las alzas de precios, han generado una significativa bolsa de hambre en la región. 4. ¿Podremos producir en forma sostenible alimentos para todos? Muchos son los problemas a los que hay que enfrentarse para conseguir el objetivo de producir alimentos suficientes para todos, pero sea cual sea la solución de estos problemas, la FAO está pronosticando, en estos momentos, que será necesario duplicar las producciones agrarias antes del año 2050. El reto que comporta este incremento tan importante de la producción de alimentos es muy diferente para los distintos escenarios en los que hay que actuar. Sin embargo, el reto no es nuevo para los países desarrollados porque ya en la segunda mitad del siglo XX tuvieron que enfrentarse a una situación similar que se resolvió con lo que se denominó REVOLUCIÓN VERDE, en la que, con la ayuda de la genética, la química y la mecanización, aplicadas a la agricultura, fue posible duplicar los rendimientos de las más importantes producciones agrícolas. El avance del conocimiento científico y las innovaciones tecnológicas –Ciencia y Tecnología- hicieron posible aquella “revolución pacífica”. Quizás el otorgar a Norman Borlaug el Premio Nobel de la Paz, sea el mejor reconocimiento mundial a la labor dedicada a la producción de alimentos y a la mejora de la alimentación. Hoy hablamos de que es necesaria una SEGUNDA REVOLUCIÓN VERDE, que algunos denominan REVOLUCIÓN AZUL, por cuanto en ella el factor decisivo ¿podríamos considerarlo, incluso, limitante?- va a ser el agua. Cuando comprobamos que uno de los elementos esenciales para el desarrollo de la agricultura, el agua, puede actuar como factor limitante, surge una doble interrogante: ¿cómo ha de hacerse el necesario incremento de la producción agraria? y ¿cómo afectará el cambio climático, en ambos sentidos, a los procesos productivos? 16 Para muchos, en los países desarrollados, incremento de producción significa intensificación de los sistemas de producción agraria con una utilización creciente o, incluso masiva, de energía, agroquímicos, agotamiento de recursos naturales, uso indiscriminado de variedades modificadas genéticamente, contaminación del suelo, agua y atmósfera, etc. Situaciones que, en principio, pueden acentuar la intensidad del cambio climático, son poco respetuosas con el medio ambiente y nada sostenibles. Con toda seguridad, la sociedad actual –y no me refiero solo a los componentes de los movimientos ecologistas, sino a la sociedad en general y, en particular, al mundo científico y técnico en el que nos incluimos- muy sensibilizada con los temas medioambientales y su repercusión sobre el cambio climático, no va a tolerar actuaciones que pongan en peligro la conservación del medio natural. Pero además de lo que ocurra en los países desarrollados, el necesario incremento de la producción de alimentos debe intensificarse también en los países pobres donde puede generarse un círculo vicioso entre pobreza, hambre, producción de alimentos y utilización de recursos8, porque el intento de producir más, cuando no se dispone de tecnologías adecuadas, puede incrementar la pobreza al degradar el medio ambiente. Por eso, hoy tenemos en todo el mundo el doble compromiso de incrementar las producciones, pero en forma sostenible y respetando el medio ambiente, porque no se trata solo de producir buenas cosechas durante unos años, sino que es necesario asegurar que las condiciones de producción podrán mantenerse para las generaciones futuras, aún contando con las previsibles repercusiones que pueda representar el cambio climático. 5. Compromisos desde la Universidad No se pueden resolver los problemas que plantea el siglo XXI con soluciones del siglo pasado y, por ello, nuestras Universidades están comprometidas con el reto “de producir alimentos para todos en forma sostenible, ante la amenaza del cambio climático”. En las aulas, laboratorios, campos de ensayos y actividades extraacadémicas, como son las organizaciones para la Cooperación al Desarrollo, se está generando una importante I+D+i que, tan pronto como es posible, se pone a 8 Urbano, P. (2003). Los retos de la investigación agraria ante el desarrollo sostenible. Universidad Internacional Menéndez Pelayo. 17 disposición de las Organizaciones Gubernamentales y de las restantes Instituciones que trabajan en la mitigación del cambio climático y en la reducción del hambre en el mundo. En el objetivo de incrementar la producción de alimentos, “la ciencia es un ingrediente vital para la agricultura del futuro”, dicen en un reciente informe la Royal Society of Chemistry y la Institution of Chemical Engineers9. El conocimiento científico ha avanzado considerablemente en los últimos veinte años y la Universidad, como “alma mater” del saber, es en buena medida depositaria de ese conocimiento. Los espectaculares avances conseguidos en fitotecnia, biotecnología, ciencias de la información y de las comunicaciones, ingeniería hidráulica, control de plagas y enfermedades, etc., son un capital importantísimo a la hora de conformar el desarrollo de la agricultura del futuro, la producción de alimentos y la conservación del medio ambiente. Pero la labor que está realizando la Universidad no se queda solamente en la génesis y depósito del conocimiento. Numerosos departamentos universitarios trabajan en la aplicación del conocimiento científico generando tecnologías que pueden ser aplicadas eficientemente en diferentes escenarios. Para no pecar de prolijo, señalaré solamente cuatro actuaciones en el campo de las interrelaciones entre la producción de alimentos y el cambio climático, donde las universidades están prestando un servicio de muy alto valor: - La investigación en mejora vegetal ha permitido obtener variedades de plantas más resistentes al calor, a la sequía, a la salinidad, a enfermedades y plagas, etc., con resultados espectaculares sobre la extensión de cultivos a regiones nuevas, incremento del rendimiento o ahorro de insumos (fertilizantes, agua, fitosanitarios, etc.). Nuevas tecnologías aplicadas en mejora vegetal -organismos modificados genéticamente, OMG- han permitido reducir notablemente el coste de estas investigaciones y acortar el tiempo para la obtención de nuevas variedades mejoradas, facilitando el acceso de los agricultores pobres a estas innovaciones. 9 Clive James10 señala que “la superficie de cultivos www.rsc.org/ScienceandTechnology/Policy/Documents/thevitalingredient.asp 10 James, C. (2009). Global Status of Commercialized Biotech/GM Crops 2008. ISAAA Brief Nº 39. ISAAA: Ithaca, NY, 18 biotecnológicos ha mantenido su fuerte crecimiento en 2008 hasta alcanzar los 125 millones de hectáreas… y que el número de agricultores biotecnológicos alcanzó la cifra de 13,3 millones, el 90% de los cuales son pequeños agricultores y pobres de países en desarrollo”. El uso de estas innovaciones requiere, además, la exigencia de mayores controles de los alimentos desde los puntos de vista sanitario y nutricional, y permite rebajar de forma sustancial los impactos ambientales al reducir los tratamientos fitosanitarios. - La gestión del agua es hoy una actividad clave en el desarrollo de la humanidad. Pero el uso del agua está muy presionado por el crecimiento demográfico, el desarrollo industrial y la intensificación de la agricultura. La contaminación y eutrofización de ríos, lagos y aguas subterráneas reduce el suministro de agua potable. El cambio climático añade presión a la planificación futura del recurso hídrico. La agricultura consume entre el 60 y 70% de los recursos disponibles en las regiones áridas y semiáridas, por lo que resultan del mayor interés todas las investigaciones que se realicen con el objetivo de aumentar la eficiencia de los sistemas de riego. La universidad trabaja intensamente en este campo con un doble planteamiento: producir más alimentos utilizando en forma sostenible unos recursos hídricos limitados. - Las plagas y enfermedades reducen en forma muy importante el rendimiento potencial de los cultivos, especialmente en los países pobres. El cambio climático puede agravar la situación al modificar la actual distribución espacial y temporal de las plagas, así como las relaciones entre las plantas o animales y los organismos patógenos. En los departamentos de fitopatología y entomología agraria de la Universidad se estudian y ponen a punto estrategias, cada vez más sostenible y respetuosas con el medio ambiente, para controlar eficazmente las plagas y enfermedades. - Por otra parte, la agricultura, desarrollada con tecnologías cada vez más sostenibles, es el sistema más natural para capturar anhídrido carbónico. Sistemas agrarios bien diseñados y adecuadamente gestionados permiten 19 capturar más de 30 toneladas de CO2 por hectárea, en las parcelas de regadío, y entre 5 y 10 toneladas por hectárea, en las de secano. Una parte importante de este CO2 se presentará, más tarde, en los alimentos producidos y el resto puede incorporarse al suelo al enterrar rastrojos y restos de cosecha. De esta forma se participa en forma muy eficiente en la mitigación del cambio climático al reducir el balance de gases de efecto invernadero. Podemos afirmar que el conocimiento disponible en esta materia se ha generado, en su mayor parte, en trabajos desarrollados en la Universidad. Para finalizar, las palabras pronunciadas por el Rector Magnífico de la Universidad Politécnica de Madrid, ante Su Majestad la Reina de España, en el Día Mundial de la Alimentación11, son esclarecedoras del compromiso de la Universidad ante la crisis alimentaria: “Ninguno de nosotros, desde nuestra simple condición de seres humanos, podemos no compartir la necesidad -en términos de estricta justicia- de erradicar el hambre en nuestro planeta”. 11 AEFAO, 2008. Seguridad Alimentaria Mundial: los desafíos del cambio climático y la bioenergía. Madrid. EU MEDIA. M-9350-2009. 20 CAPÍTULO 3 IMPLICACIONES ÉTICAS DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS ENERGÉTICAS 1. Contexto energético La humanidad se enfrenta hoy día a un importante problema energético de gran complejidad debido a las diferentes vertientes que comporta. Se está produciendo un importante crecimiento en la demanda energética, que lleva consigo el incremento de la dependencia energética de los principales países de la OCDE, en los que no suelen existir grandes reservas de fuentes de energía [B1]. El petróleo, y en menor medida el gas natural, presentan el grave problema de tener un elevado porcentaje de sus reservas concentradas en unos pocos países, que por otra parte son de ideologías políticas en general discrepantes con Occidente. Estos países sacan partido de esta situación estratégica ejerciendo presión sobre los países occidentales, lo que contribuye a la tensión internacional [B2]. El consumo energético en los países desarrollados crece incesantemente mientras que 1.600 millones de personas carecen de acceso a la electricidad. Por otra parte, existen muchas desigualdades de unas regiones a otras. La entrada en escena de economías emergentes (China e India) que con su elevada población registran tasas de crecimiento en la demanda muy altas no hace sino agravar el problema. Es de suma importancia para todos que estos países tengan acceso a las nuevas tecnologías energéticas respetuosas con el medioambiente y eficientes, con objeto de que no aumente desmesuradamente la intensidad energética (consumo de energía por unidad de producto interior bruto). La actividad energética trae consecuencias para el medioambiente, pudiendo resumirse éstas en problemas de contaminación y lluvia ácida, daños en la capa de ozono y calentamiento global. Los problemas de contaminación están siendo atacados desde hace bastante tiempo con sistemas de filtrado, catalizadores y control de emisiones, tanto en la generación eléctrica como en el transporte; los daños en la capa de ozono se están controlando a raíz del Protocolo de Montreal (1996) y los efectos del calentamiento global a partir del Protocolo de Kioto (1997). Para lograr el tan deseado desarrollo sostenible es preciso evolucionar en las tecnologías energéticas de modo que se consigan sistemas más eficientes y menos contaminantes, con unos precios razonables. Para que estas nuevas tecnologías contribuyan realmente a un desarrollo global es fundamental que se dé una transferencia de tecnología hacia los países en desarrollo, pues ellos también tienen derecho a la industrialización y al bienestar económico, pero la situación global es tan delicada que es preciso que el acceso a ese bienestar no rompa aún más el equilibrio global. Como moralmente es reprobable que los países que han alcanzado su nivel de desarrollo sin restricciones ni limitaciones de tipo medioambiental exijan ahora contención a los países en desarrollo es preciso que las nuevas tecnologías tengan precios asequibles, de modo que su implantación no suponga un retraso en el desarrollo de estos países. Esta transferencia 21 de tecnología es especialmente importante para China e India, debido a sus altas tasas de crecimiento. Para hacer frente a este problema se deben tomar medidas desde tres puntos de vista: legislativo, social y tecnológico. En el plano legislativo es preciso incentivar medidas que aumenten la eficiencia energética y reduzcan el nivel de dependencia energética; en el plano social es preciso informar a la sociedad de forma objetiva, con objeto de poder establecer un debate racional y que los individuos se sientan partícipes del problema y la solución; finalmente, en el plano tecnológico es preciso desarrollar técnicas que reduzcan las emisiones e incrementen la eficiencia, mejorar las tecnologías de transición, pues los cambios tecnológicos son generalmente lentos y mientras tanto no se debe frenar el desarrollo, y diversificar las fuentes de energía primaria de modo que se logre una cesta energética equilibrada. 2. Nuevas tecnologías energéticas En el Anexo se recoge una descripción breve de las diferentes tecnologías energéticas. De su análisis se derivan las siguientes líneas de actuación: Combustibles fósiles: Eliminación del petróleo en usos energéticos, para lo que es preciso especialmente intensificar las investigaciones en el sector transporte a través de biocarburantes, gas natural, hidrógeno y vehículos híbridos. En el corto plazo el petróleo habría de dedicarse exclusivamente a productos derivados. Sustitución paulatina del gas natural. En generación térmica puede reemplazarse por biomasa y en producción eléctrica (mayoritariamente ciclo combinado) por gasificación de carbón integrada en ciclo combinado (GICC). De forma conjunta ha de irse implantando la cogeneración, que utilizada mediante gas natural constituye una buena forma de transición, reemplazando después a éste por algún tipo de biomasa. Empleo masivo del carbón mediante tecnologías limpias. En un primer escenario se ha de optar por la repotenciación de plantas mediante gas natural y la creación de nuevas centrales ultrasupercríticas, de lecho fluidizado y de gasificación integrada en ciclo combinado. A medida que el desarrollo tecnológico lo permita se deberá integrar sobre esas plantas la captura y almacenamiento de CO2, creando nuevas plantas de oxicombustión. El carbón también se destinará a la producción de hidrógeno, que en última instancia se derivaría hacia el sector transporte. Energías renovables: Desarrollo de sistemas masivos de almacenamiento que permitan aumentar la disponibilidad, reduciendo así la necesidad de centrales fósiles de respaldo. En un período transitorio desarrollar sistemas híbridos con combustibles fósiles para incrementar la disponibilidad, que acabarían en hibridaciones con biomasa. Apoyo económico desde las Administraciones, vigilando por un verdadero aprovechamiento de éste para lograr una mejora real en las tasas de aprendizaje de las tecnologías. 22 Desarrollo de nuevos vectores energéticos, como el hidrógeno, que permitan ampliar el campo de aplicaciones de cada fuente de energía. Energía nuclear: Alargamiento de la vida útil de las centrales actuales (II generación) de manera que se mantenga la potencia instalada reduciendo así el esfuerzo inversor destinado al nuevo parque. Construcción de nuevas centrales (III generación) aún más seguras y con menor inversión y plazo de construcción. Fomento de la investigación en centrales de fisión avanzadas (IV generación) que permitan dar una solución definitiva a los residuos, incrementen todavía más la seguridad, dificulten la proliferación e incrementen la competitividad económica. Esta investigación es imprescindible, pues las centrales de III generación no realizan un aprovechamiento adecuado del combustible. Fomento de la investigación en centrales de fusión, que eventualmente constituirá la solución a la generación eléctrica limpia y barata. Ahorro y eficiencia energética: Implantación de auditorías energéticas como procedimiento para identificar los focos del ahorro energético. Desarrollo de medidas legislativas que incentiven el ahorro, no desde un punto de vista de penalizaciones económicas sino mediante la exigencia de estándares y procedimientos que garanticen unos bajos consumos. Desarrollo masivo de la cogeneración, especialmente en sectores como el residencial y terciario donde aún presenta un elevado potencial. Hidrógeno: Es preciso continuar las investigaciones en los sistemas de producción de hidrógeno con el objetivo de la reducción de costes. La producción masiva de hidrógeno a largo plazo debería provenir de energías renovables, carbón con captura de CO2 y nuclear de IV generación. Las aplicaciones de generación de energía eléctrica mediante pilas de combustible han de venir acompañadas de cogeneración, y por tanto integradas en un esquema de generación distribuida. A largo plazo el uso masivo del hidrógeno debería encaminarse hacia las aplicaciones en el transporte, para lo que el desarrollo de las pilas de metanol directo es fundamental. 3. Implicaciones éticas Una vez establecidas las tendencias y posibilidades de las tecnologías energéticas es preciso ahora determinar los criterios éticos en su uso. Tales criterios han de tener como consecuencia la preservación del medio ambiente para las generaciones futuras sin frenar el desarrollo económico y social de las actuales, tanto en los países desarrollados 23 como en los subdesarrollados y emergentes pues éstos tienen derecho a alcanzar el mismo bienestar que los demás sin padecer restricciones injustificadas. Lo anterior significa que es preciso que cada país establezca una cesta energética adecuada a sus capacidades tecnológicas que compatibilice su desarrollo económico y social con la protección del medio ambiente. Para ello es preciso huir de tópicos no fundamentados, como que el carbón es un combustible sucio, que los residuos radioactivos comprometen a las generaciones futuras y que las energías renovables son capaces por sí mismas de soportar el desarrollo de una sociedad avanzada. Lo que deja claro la descripción llevada a cabo de las fuentes de energía es que ninguna de ellas puede ser la solución única al problema, sino que es preciso apostar por una cesta en la que haya diversidad. Los criterios que han de regular la formación de esta cesta son: Garantizar el suministro, reduciendo la dependencia energética. Para ello es preciso aprovechar al máximo las energías autóctonas. Garantizar la estabilidad del sistema eléctrico. Para ello es preciso limitar los tipos de generación eléctrica según criterios técnicos. Apoyar las nuevas tecnologías energéticas con primas e incentivos pero vigilando que éstos sean aprovechados para lograr la madurez tecnológica, reduciéndolos así gradualmente. Controlar el coste energético mediante la conveniente diversificación de fuentes y tecnologías. Las implicaciones éticas en la elección de esta cesta radican en que una mala distribución puede frenar el desarrollo económico o provocar graves daños medioambientales. A este respecto es fundamental alcanzar y promover un profundo conocimiento de todas las etapas de la cadena energética, lo que técnicamente se denomina “análisis del ciclo de vida” y que en aplicaciones de automoción se conoce como “estudio pozo-ruedas”. Así, la energía fotovoltaica no produce CO 2 en su uso final, pero se emiten grandes cantidades en el proceso de manipulación del silicio con el que se fabrican; los biocarburantes presentan un balance negativo de emisiones de CO 2, pero demandan un consumo energético global superior al de los vehículos actuales; los vehículos con pila de combustible cuyo hidrógeno provenga del gas natural presentan un consumo energético y emisiones de CO2 globales similares a los vehículos actuales, etc. Estos ejemplos demuestran, por tanto, que es preciso analizar todas las etapas de la cadena energética para seleccionar las tecnologías y fuentes con las que configurar la cesta. Dos son especialmente las fuentes energéticas con capacidad masiva de producción y que suelen ser desestimadas. Éstas son el carbón y la energía nuclear. El primero será una fuente limpia en el medio plazo cuando estén maduras las tecnologías de captura y almacenamiento de CO2. Algunas de las primeras, como la gasificación integrada en ciclo combinado (GICC), permiten hibridaciones con gas natural para facilitar el escenario de transición y más adelante la producción de hidrógeno. Por otra parte, la energía nuclear ha sido siempre segura, alcanzándose en la actualidad mayores índices de seguridad con las nuevas centrales de III generación, que serán aún mayores con la IV generación. En cuanto a los residuos, hoy por hoy están controlados y en el futuro podrán ser “quemados” en las centrales de IV generación, por lo que sería irresponsable 24 al menos no mantener la potencia nuclear instalada renovando las centrales existentes por otras de III generación, una vez que el alargamiento de su vida útil ya no sea viable. Ambas tecnologías podrán ser llevadas en el futuro a otros sectores, como el transporte, mediante el uso del hidrógeno. Con el carbón y la nuclear surge de nuevo de forma clara la necesidad de la diversificación, pues ninguna de las dos puede ser empleada de forma exclusiva. Así, si en España se abandonase la energía nuclear en favor del carbón con captura y almacenamiento resultaría que el coste de generación eléctrica sería muy alto (unos 80 €/MWh sólo la parte del carbón) y además posiblemente no habría capacidad de almacenamiento que en todo caso se habría saturado en 25 años; si por el contrario se recurriese masivamente a centrales de III generación el coste de generación por vía nuclear estaría más controlado (unos 50 €/MWh), pero supondría una importante reducción de las reservas de combustible nuclear, que no resulta aprovechado eficientemente por este tipo de centrales. Es por ello que se deberían considerar ambas formas de producción (un 17% de potencia instalada en carbón y un 28% en nuclear consumiría aproximadamente la mitad de la capacidad de almacenamiento de CO 2, y dejaría el coste de generación conjunto de estas dos fuentes en unos 55 €/MWh) [B3]. Por tanto, las implicaciones éticas del uso de las tecnologías energéticas aconsejan los siguientes pasos: Eliminación del petróleo (fuelóleo) en la generación eléctrica y sustitución paulatina en el transporte mediante vehículos híbridos, biodiesel, híbridos enchufables y finalmente vehículos con pila de combustible. El uso del bioetanol debe analizarse tanto a nivel de ciclo de vida, que ya está bastante documentado, como a nivel de problemas globales de deforestación, reducción de la biodiversidad y conflictos con los mercados alimenticios. Los biocarburantes de segunda generación pueden ser una solución al menos parcial a estos problemas. Uso del gas natural de forma eficiente, mediante la introducción masiva de la cogeneración, especialmente en sectores de gran potencial como el residencial y de servicios. Implantación de sistemas de captura y almacenamiento de CO 2 en centrales de producción de carbón existentes y construyendo nuevas, especialmente con tecnología GICC para la futura producción de hidrógeno. Desarrollo de sistemas de almacenamiento energético masivo para facilitar la penetración de las renovables. En este sentido sería especialmente interesante la mezcla de sectores (hidrógeno eólico para automoción, ...). Empleo masivo de las energías renovables respetando los límites tecnológicos de estabilidad de la red y económicos derivados de los incentivos necesarios hoy por hoy y del acompañamiento requerido por centrales fósiles hasta que el almacenamiento masivo sea una realidad. Alargar la vida de las centrales nucleares existentes y aumentar hasta un límite razonable la potencia instalada con centrales de III generación. Continuar la investigación en centrales nucleares de IV generación para el mejor aprovechamiento de combustible y tratamiento de los residuos nucleares actuales. Fomento de la investigación en energía nuclear de fusión. Establecer una cesta energética equilibrada, guiando este equilibrio desde restricciones técnicas, económicas y medioambientales. 25 4. Conclusión Las tecnologías energéticas brindan una gran gama de alternativas al problema energético actual. Sin embargo, ninguna de ellas es capaz, por sí sola, de resolverlo de forma completamente satisfactoria. La solución hay que buscarla en una combinación responsable de todas ellas. Por otra parte, la solución no es inmovilista, sino que se debe adaptar en el tiempo a la evolución de la tecnología. Así, es importante prestar atención a las tecnologías de transición como la cogeneración y los vehículos híbridos, y no explotar de forma abusiva las reservas de combustible nuclear con las centrales de II y III generación. La elección que cada país realice de su cesta energética ha de guiarse por criterios éticos: No ha de frenar el desarrollo económico. No ha de dañar el medioambiente. Ha de respetar el desarrollo de otros pueblos, evitando el fomento de conflictos internacionales. Hoy día hay tecnologías energéticas suficientes para permitir alcanzar todos estos objetivos. Es responsabilidad de los gobernantes elegir sin prejuicios y con información objetiva la combinación de fuentes/tecnologías apropiada para su nación. 5. Referencias Básicas Literatura consultada [B1] [B2] International Energy Agency, World Energy Outlook 2008, OECD/IEA 2008 Linares, J.I., “El papel de las nuevas tecnologías energéticas en la superación de los conflictos internacionales”, en Nuevos escenarios de violencia, García-Mina, A. (Coord.), Universidad Pontificia Comillas, 2008. [B3] Linares, J.I., Generación sostenible de electricidad en el horizonte 2030: carbón con captura de CO2 y nuclear avanzada, Aula de Tecnologías Energéticas, Cátedra R. Mariño de Nuevas Tecnologías Energéticas, 2008. (www.upcomillas.es/catedras/crm), Lecturas recomendadas [R1] [R2] [R3] [R4] Fundación para estudios sobre la energía, “El futuro del carbón en la política energética española”, Madrid, 2008. V. Casajús, C. Martínez, “MIX de generación eléctrica en España en el horizonte 2030”, Foro de la Industria Nuclear Española, Madrid, 2008. VV.AA., Energía: las tecnologías del futuro, Club Español de la Energía, 2008. Publicaciones diversas sobre energía: Cátedra R. Mariño de Nuevas Tecnologías Energéticas (www.upcomillas.es/catedras/crm/publicaciones.html) 26 Anexo 1: Descripción breve de las diferentes tecnologías energéticas Combustibles fósiles Los combustibles fósiles son, por definición, finitos en el tiempo. Tardaron mucho tiempo en formarse y la humanidad los consume en la actualidad a un ritmo mucho más alto del que emplean en regenerarse. El escenario de su agotamiento es muy diferente: 40 años para el petróleo, 60 para el gas natural y 200 para el carbón [A1]. Por otra parte, su empleo provoca emisiones de partículas, gases de lluvia ácida y de efecto invernadero. Pese a ello, existe mucha experiencia en su uso, la tecnología está dominada, y su gestión resulta muy sencilla. Es por ello que vale la pena analizar si es posible seguir empleándolos en un escenario de transición hasta que sea posible sustituirlos totalmente por otras fuentes de energía. El petróleo resulta insustituible, a día de hoy, para la industria química de transformación (obtención de fibras y demás productos petroquímicos), por lo que dado sus escasas reservas sería razonable no emplearlo con fines energéticos, sustituyéndolo por otras alternativas. Si el petróleo se destinase sólo a usos químicos quedarían reservas para más de 500 años [A2]. Hoy día el petróleo apenas es empleado en la generación eléctrica, debido a que se han ido cerrando o sustituyendo por otras tecnologías las centrales de fuelóleo. En cuanto a sus usos térmicos, existen otras alternativas como la biomasa (biodiesel, densificada, biogás, residuos, …) o la cogeneración con gas natural que permitirían sustituirlo. Donde es preciso desplazar al petróleo es en el sector transporte, existiendo alternativas como los biocarburantes, los vehículos híbridos, eléctricos y con hidrógeno. Varias de estas alternativas no están completamente desarrolladas hoy día, pero es preciso encaminarse hacia ellas tanto para controlar las emisiones como para preservar el desarrollo establecido a partir de los bienes sintetizados a partir del petróleo (plásticos, fibras sintéticas, ...). El gas natural es el combustible fósil que menos CO 2 emite en su combustión, teniendo además bajos contenidos en azufre, por lo que suele ser calificado como combustible “limpio”. En la actualidad se destina masivamente ya sea a usos térmicos o a generación eléctrica mediante ciclo combinado. En menor medida se utiliza para transporte, especialmente en flotas cautivas, y para cogeneración. Con este combustible se da un claro ejemplo de escenario de transición: es preciso utilizarlo lo mejor posible para que cuando se agote se pueda remplazar con poco esfuerzo por tecnologías que han madurado durante su uso. Así, los motores de gas natural pueden también funcionar con biogás y los ciclos combinados pueden operarse con carbón gasificado. Incluso el escenario de generación eléctrica a partir de pequeñas unidades que operan en cogeneración puede seguir usándose más adelante cuando esas unidades se activen por hidrógeno o biocarburantes, habiéndose resuelto previamente los problemas de regulación cuando operaron con gas natural. Incluso la ansiada economía del hidrógeno habrá de comenzar su andadura a partir del hidrógeno producido desde el gas natural. En cuanto al carbón, su uso se encuentra muy denostado por su percepción como combustible “sucio” y “antiguo”. Sin embargo, presenta la ventaja de disponer de abundantes reservas y además estar muy repartidas a nivel mundial. En cuanto a los usos térmicos puede ser reemplazado fácilmente por biomasa. Respecto a su empleo en generación eléctrica las tecnologías de captura y almacenamiento de CO 2 tienen un brillante futuro en la medida que permitirán el empleo masivo del carbón sin 27 comprometer el medio ambiente. Desde un punto de vista inmediato se puede recurrir al denominado “repowering” [A3] de centrales de carbón, consistente en acoplar a las centrales existentes una turbina de gas de diversas formas, hibridando así el uso del carbón con el gas natural y reduciendo de esta manera las emisiones por kWh producido. Energías renovables Las energías renovables presentan la ventaja de ser autóctonas, y por tanto contribuyen a reducir la dependencia energética. Por otra parte, presentan un amplio abanico de aplicaciones, tales como la generación térmica, eléctrica e incluso el transporte. Finalmente, carecen de emisiones de gases de efecto invernadero, aunque con matices. Lamentablemente, no todo es favorable en las energías renovables. Su gran inconveniente es que muchas de ellas es que no son capaces de garantizar la disponibilidad, es decir, no están disponibles cuando se requieren. Así, tanto los parques eólicos [A4] como las centrales termosolares operan un equivalente a 2.100 horas al año (24%) [A5]. Este problema no afecta a todas las renovables por igual, ya que algunas de ellas disponen de capacidad de almacenamiento intrínseca, como la biomasa o la geotérmica. Uno de los retos tecnológicos que es preciso superar para que las renovables representen una opción masiva de energía es precisamente la disponibilidad de tecnologías de almacenamiento eficaces y de alta capacidad para poder adaptar la oferta con la demanda. En tanto no se disponga de estos sistemas de almacenamiento es preciso instalar sistemas energéticos basados normalmente en combustibles fósiles y nucleares en paralelo con las renovables para garantizar la estabilidad del sistema. Otro gran inconveniente de las energías renovables está en sus elevados costes, pues si bien es cierto que durante su operación no existen gastos de combustible no es menos cierto que las inversiones requeridas son muy elevadas, lo que hace que en términos globales resulten energías caras. Esto hace que para fomentar el desarrollo de estas energías se recurra a políticas de subsidios que en su conjunto incrementan el coste global de la energía. Dichas políticas son necesarias, pero han de servir de estímulo para la madurez de la tecnología y no como sistemas estables de financiación, por lo que han de ser reducidas gradualmente. La energía solar tiene un enorme potencial, siendo aplicable tanto a la generación eléctrica como térmica. En generación eléctrica las plantas fotovoltaicas son capaces de producir electricidad directamente de forma muy compacta, aunque requieren aún de maduración pues los rendimientos de las células comerciales son todavía pequeños y las inversiones muy elevadas. En cuanto a las centrales termosolares para producción de energía eléctrica presentan la ventaja de poder integrar con cierta facilidad el almacenamiento de energía, además de poder hibridarse cómodamente con combustibles fósiles o biomasa, con lo que se mejora la disponibilidad. Por lo que respecta a la energía solar térmica, supone un importante ahorro frente a los sistemas convencionales basados en combustibles fósiles, aunque ha de plantearse siempre con su apoyo, o con el de biomasa. Además, mediante máquinas de absorción es capaz también de producir frío. La energía eólica ha experimentado un fuerte desarrollo a nivel mundial, y específicamente en España. El nivel de aprendizaje es elevado, presentando el mayor 28 potencial en la actualidad los parques marinos (“off-shore”). El gran inconveniente de la energía eólica es el poco tiempo que está disponible, aspecto en el que se está trabajando mediante la implantación de técnicas de almacenamiento. Otra limitación está en que, a diferencia de muchas otras renovables, sólo produce electricidad, no teniendo aplicaciones directas en transporte o generación térmica. Existen vías para mejorar este aspecto, fundamentalmente a través de la producción de hidrógeno por electrólisis eólica. La biomasa no acaba de ser aprovechada en toda su potencialidad en los países desarrollados, a excepción de los biocarburantes. La biomasa puede emplearse tanto para generación térmica, como eléctrica como para el transporte. En las dos primeras no presenta excesivos inconvenientes tecnológicos, existiendo ya desarrollos bastante implantados. A nivel de generación eléctrica es preciso un estudio apropiado del tamaño de la planta en función de la capacidad de suministro para evitar que los costes del transporte hagan inviable económicamente la tecnología. Esto trata de arreglarse desarrollando sistemas de densificación in situ, de modo que el volumen de materia a transportar se reduzca significativamente. Desde el punto de vista de los biocarburantes la situación resulta muy diferente según se hable de bioetanol, con aplicaciones en vehículos de gasolina, o biodiesel, con aplicación en vehículos diesel. En el primer caso el proceso productivo es un gran consumidor de energía, siendo más sencillo el segundo, que además permite reutilizar aceites usados. En paralelo con estos problemas, el uso masivo de los biocarburantes puede presentar problemas de desforestación, pérdida de biodiversidad e incluso entrar en competencia con mercados alimenticios. Como solución parcial a esto se trabaja en biocarburantes de segunda generación que emplearían especies agrarias no aprovechables para la alimentación. La energía geotérmica está experimentando un importante despegue, tanto en la modalidad de alta entalpía para producción de energía eléctrica, condicionado a la existencia de un yacimiento apropiado, como en la modalidad de baja entalpía, consistente en emplear el subsuelo como almacenamiento térmico de temperatura estable en climatización, de modo que los consumos de los equipos de refrigeración y bombas de calor se reducen drásticamente. La ventaja de esta última modalidad es que es aplicable en cualquier terreno, no siendo precisa la existencia de un yacimiento de alta temperatura. Como en otras renovables, la geotermia de baja entalpía presenta el inconveniente de una inversión elevada, que sin embargo es recuperada a largo plazo (8 a 10 años) [A6]. Energía nuclear Sin duda es la energía más controvertida, siendo frecuente objeto de manipulaciones sin fundamento técnico. El combustible nuclear se encuentra muy repartido a nivel mundial, lo que permite garantizar el suministro del mismo a precios competitivos y estables, al margen de presiones geoestratégicas. Por otra parte, la estructura de costes de una central nuclear es tal que el asociado al combustible no representa más del 25% del mismo, siendo mayoritario el coste de la inversión [A4], lo que permite producir electricidad a un precio estable. La seguridad hace tiempo que ha quedado establecido que alcanza elevados índices de confianza. Las exigencias de los órganos reguladores son cada vez más estrictas y los nuevos diseños mejoran constantemente este aspecto, apareciendo ya sistemas 29 intrínsecamente seguros y pasivos, que por el propio principio de funcionamiento garantizan el cumplimiento de su función [A7]. En cuanto a los residuos, uno de los puntos más controvertidos en su uso, constituyen un aspecto con una solución tecnológica satisfactoria actualmente que será superada en el futuro. Actualmente los residuos son altamente concentrados, por lo que los sistemas de tratamiento y almacenamiento no resultan problemáticos. Además, muchos de los reactores de la siguiente generación serán del tipo rápido, presentando por ello la capacidad de consumir los actuales residuos y además de aprovechar mejor el combustible (precisamente por la capacidad de emplear los residuos que se van produciendo en el propio reactor) [A8,A9]. Un problema real de la energía nuclear actual (centrales de II y III generación) es que aprovechan mal el combustible, lo que daría lugar a que las reservas actuales durasen unos 240 años [A10]. Nuevamente es el desarrollo tecnológico el que ha de resolver el problema, pues con el advenimiento de muchos de los reactores de IV generación, los llamados rápidos, el aprovechamiento del combustible será mucho más alto, pudiendo incluso reutilizar los actuales residuos. Con esta tecnología la vida de las reservas pasaría a ser de miles de años. Al igual que ocurre con la energía eólica, la energía nuclear sólo es capaz de producir energía eléctrica con la tecnología actual. Es nuevamente con la tecnología de IV generación con la que se podrá producir hidrógeno a partir de energía nuclear de forma eficiente y económica, pudiendo emplearse este hidrógeno en el transporte y aplicaciones portátiles. Si bien la generación IV va a permitir resolver los aspectos más controvertidos de la energía nuclear, no estará disponible hasta 2030 ó 2040 [A9]. La alternativa mientras tanto está en alargar la vida de las centrales actuales, posible debido a los grandes estándares de seguridad empleados, y a la implantación de las centrales de III generación, que presentan aún mayores tasas de seguridad con menores inversiones y tiempos de construcción. En cuanto a la energía de fusión, podría tener un horizonte temporal similar a la IV generación, permitiendo resolver drásticamente el problema energético al obtener el combustible a partir del agua de mar (deuterio) y no producir de forma directa residuos radiactivos. El nivel de reservas sería de millones de años. En los años 90 se demostró la viabilidad científica de esta fuente energética con el proyecto JET y otros, estando en la actualidad en construcción el proyecto ITER, cuya finalidad es demostrar la viabilidad técnico-científica [A11]. Ahorro y eficiencia energética Aunque algunos han venido en denominarla una “fuente de energía”, el ahorro y la eficiencia energética es una manera de aprovechar mejor lo que se tiene. El ahorro como tal supone el mejor uso de la energía disponible, principalmente debido a racionalizaciones en el comportamiento de los consumidores (ajuste de termostatos, empleo de transporte público, uso coherente de electrodomésticos, ...) , recurriendo normalmente a medidas pasivas (mejoras del aislamiento, ...). Por el contrario, la eficiencia energética supone medidas activas, como la regulación adecuada de los 30 motores, la integración de procesos y mejoras, en definitiva, en el diseño de máquinas e instalaciones. En su conjunto, el potencial de ahorro de energía medio esperado de las medidas de ahorro y eficiencia energética se estima en un 20% [A12]. Una medida que todavía presenta un enorme potencial en algunos sectores es la cogeneración, consistente en recuperar los calores residuales de un sistema de generación eléctrica para usos térmicos ya sean industriales o de climatización. Esta técnica permite reducir el consumo de energía primaria al aumentar el aprovechamiento energético de la misma unidad de combustible, con lo que también se reducen las emisiones de CO2. La cogeneración, por otra parte, está íntimamente unida a la denominada generación distribuida, que es un nuevo paradigma de generación eléctrica donde en lugar de existir grandes centrales alejadas de los puntos de consumo se crean muchas centrales pequeñas más cercanas a ellos, que vierten su electricidad a una red común. Éste esquema de generación también es común a las renovables por motivos de coste y tamaño de las instalaciones, si bien en ellas no se da el aprovechamiento conjunto de electricidad y calor. Concebida inicialmente para los combustibles fósiles, la cogeneración puede ser entendida como una tecnología de transición en la medida en que permite ensayar y conocer la problemática de la generación distribuida, pudiendo ser más adelante activada mediante biomasa. Hidrógeno El hidrógeno no es una fuente de energía, sino un vector o portador de energía. Eso significa que permite transformar energías primarias (renovables, nuclear y fósiles) en un medio, el hidrógeno, que puede ser utilizado en todos los sectores: generación eléctrica, térmica, transporte y aplicaciones portátiles. Por tanto, uno de los aspectos primeros del hidrogeno es que es necesario producirlo, lo que supone un consumo energético y el desarrollo en muchos casos de una tecnología avanzada. A este respecto el hidrógeno se puede obtener de una gran variedad de fuentes, aunque el desarrollo tecnológico y el coste de cada una no son equitativos. Así, atendiendo a los costes de producción [A13] la secuenciación temporal de fuentes serían el gas natural, el carbón, la biomasa, la energía nuclear con ciclo termoquímico y la energía solar con ciclo termoquímico. Una vez producido, el hidrógeno precisa ser almacenado, lo que supone un consumo adicional de energía. Al margen de este consumo, el almacenamiento en sí mismo presenta problemas por la baja densidad del hidrógeno en estado gaseoso. La manera más convencional de almacenamiento es como gas comprimido, a presiones entre 350 y 700 bar. Con un mayor consumo energético se puede recurrir al almacenamiento en fase líquida, que requiere una temperatura de -253ºC a presión ambiente. Los hidruros metálicos son unos compuestos químicos que trabajan bajo el principio de adsorción/desorción, de modo que al ser calentados liberan el hidrógeno y al refrigerarse lo adsorben en su estructura. Son una tecnología madura y presentan la ventaja de realizar el almacenamiento a presión moderada (40 bar), pero tienen el inconveniente de ser muy pesados, lo que los hace poco atractivos para aplicaciones portátiles e incluso de transporte. Existen otros procedimientos hoy día en estudio que recurren a estructuras porosas de nanotubos de carbono, clatratos, etc [A14]. 31 El hidrógeno puede ser empleado como combustible en motores alternativos y turbinas de gas, pero lo normal es que se aplique a pilas de combustible, que logran convertir su energía química directamente en electricidad con una elevada eficiencia, aunque es preciso matizar este aspecto. En efecto, la eficiencia de las pilas puede ser muy elevada, siendo posible lograr el 60%; sin embargo, ese valor se alcanza a carga parcial (aproximadamente al 20% de carga), reduciéndose a algo más de la mitad a la potencia nominal, que por las elevadas inversiones de las pilas es donde éstas se emplean. Desde el punto de vista de las aplicaciones, en usos estacionarios sólo se alcanza la viabilidad económica si se recurre a la cogeneración, es decir, el aprovechamiento conjunto del calor de refrigeración de la pila y de la electricidad producida [A15]. Esto obliga a integrarlas en un esquema de generación distribuida, lo suficientemente cerca de los usuarios como para poder aprovechar el calor. Se piensa que el futuro del hidrógeno estaría en las aplicaciones en el transporte y en las portátiles, ya que en estas últimas permitiría prolongar la autonomía de las actuales baterías. Para estas dos aplicaciones sería muy interesante que las denominadas pilas de metanol directo (DMFC) alcanzase la madurez tecnológica, pues así se podría repostar un líquido en condiciones ambiente, simplificando la logística de la distribución. En todo caso la aplicación del hidrógeno/pilas al transporte permitiría llevar a este sector energías primarias como la eólica, nuclear y carbón. Referencias del Anexo [A1] BP Statistical Review of World Energy June 2008 (www.bp.com/statisticalreview) [A2] Linares, J.I., “El papel de las nuevas tecnologías energéticas en la superación de los conflictos internacionales”, en Nuevos escenarios de violencia, García-Mina, A. (Coord.), Universidad Pontificia Comillas, 2008. [A3] Petchers, N., Combined heating, cooling & power handbook, technologies & applications : an integrated approach to energy resource optimization. Marcel Dekker, 2003 [A4] ALGOR, S.L., Energía 2008, Foro de la Industria Nuclear Española (www.foronuclear.org), 2008. [A5] Kreith, F., Goswami, Y. (Eds.), Handbook of energy efficiency and renewable energy. CRC Press, 2007 [A6] Llopis Trillo, G., Rodrigo Angulo, V., Guía de la energía geotérmica. Fundación de la Energía de la Comunidad de Madrid, 2008. (www.fenercom.com) [A7] Herranz, L.E., Innovación en la seguridad de sistemas avanzados nucleares, Seminario permanente en tecnologías energéticas, Cátedra R. Mariño de Nuevas Tecnologías Energéticas, 2008. (www.upcomillas.es/catedras/crm). [A8] Armada, J.R., Gestión de los residuos radiactivos en España, Seminario permanente en tecnologías energéticas, Cátedra R. Mariño de Nuevas Tecnologías Energéticas, 2008. (www.upcomillas.es/catedras/crm) [A9] Lillington, J., The future of nuclear power, Elsevier, 2004. [A10] Martínez-Val Peñalosa, J.M., “La energía nuclear. Mix de generación en el 2030”, Aula de Tecnologías Energéticas, Cátedra R. Mariño de Nuevas Tecnologías Energéticas, 2008. (www.upcomillas.es/catedras/crm) 32 [A11] Alejaldre, C., El proyecto ITER. El camino hacia la fusión como fuente de energía, Seminario permanente en tecnologías energéticas, Cátedra R. Mariño de Nuevas Tecnologías Energéticas, 2009. (www.upcomillas.es/catedras/crm) [A12] Guerra, J.J., La eficiencia energética en la industria española, Jornada Anual de la Cátedra R. Mariño de Nuevas Tecnologías Energéticas, 2008. (www.upcomillas.es/catedras/crm) [A13] Sancha, J.L. (Coord.), El ingeniero del ICAI y el desarrollo sostenible. Colección: Avances de Ingeniería. Universidad Pontificia Comillas y Asociación Nacional de Ingenieros del ICAI, 2009. [A14] Linares, J.I., Moratilla, B.Y., El hidrógeno y al energía. Colección: Avances de Ingeniería. Universidad Pontificia Comillas y Asociación Nacional de Ingenieros del ICAI, 2007. [A15] Moratilla, B.Y., Linares, J.I., Caballero, J., A PAFC-TCORC Combined Cycle: Technical and Economic Enhancement of Fuel Cell Technology, Proceedings of 2nd International Congress on Energy and Environment Engineering and Management. Badajoz (Spain), June, 6-8, 2007. 33 Anexo 2: El pensamiento de la Iglesia y la conservación ambiental Desde que a finales del siglo XIX se iniciara la doctrina social de la Iglesia se ha venido ocupando de los temas sociales más acuciantes en los distintos momentos (la situación de los obreros en el desarrollo industrial, los totalitarismos, las Guerras Mundiales, el desarrollo de los pueblos…). En los últimos años se ha preocupado, entre otros temas que afectan a nuestra sociedad contemporánea, de la conservación ambiental. Comenzó esta reflexión en los años sesenta cuando se introduce el tema de la conservación de los bienes materiales en relación con el incremento demográfico. A lo largo de este tiempo la reflexión y el pensamiento en torno al tema del medio ambiente ha ido creciendo a la vez que aumentaba la conciencia en torno a la problemática que le rodea. Los textos bíblicos son una referencia básica para valorar los problemas que se plantean en las relaciones entre el hombre y el medio ambiente. Conjugar hoy las nuevas posibilidades científicas con una fuerte dimensión ética, es el reto para nuestra generación y conseguir, de este modo, un ambiente a favor del hombre y de todos los hombres. Es este un desafío para todos, un deber común y universal de cuidar de este bien colectivo. El relato bíblico sobre la creación del comienzo del Génesis hace referencia al origen y sentido de la existencia, de todos los seres. En el origen está Dios. Tiene un papel central en el proyecto de poblar y dar vida a la tierra. En esta tierra, de la que hace nacer todo tipo de árbol delicioso a la vista y bueno para comer, pone al hombre –al que ha tomado de la tierra- para que la cultive y la guarde. Así queda el hombre, como “compañero” de Dios y vinculado estrechamente al jardín, a la tierra, continuador responsable de la tarea amorosa de Dios12. Juan Pablo II en la Jornada mundial del medio ambiente de 1996 decía refiriéndose a este mismo texto: El hombre está llamado a cultivar y dominar la tierra que Dios le ha confiado; entre las criaturas, el hombre es el único ser responsable de las consecuencias de su acción, no sólo ante sí mismo, sino también ante las generaciones futuras, a las que hay que preparar un mundo habitable. En este relato bíblico fundamenta el Concilio Vaticano II el principio del destino universal de los bienes. La Tierra es un gran regalo que hemos recibido como don de Dios que confió a la guía responsable y al trabajo del hombre. El Concilio lo dijo de esta manera: "Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad" (Gaudium et Spes, 69). 12 SANZ GIMÉNEZ-RICO, E., Ya en el principio. Fundamentos veterotestamentarios de la moral cristiana. Madrid: San Pablo, Universidad Pontificia Comillas, 2008, p. 71. 34 Esto supone un deber moral para los que tenemos más. “Construir un mundo en el que cada hombre, sin exclusión alguna por raza, religión o nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente humana” exige mucha generosidad y un esfuerzo siempre continuado. “Cada uno examine su conciencia, que tiene una voz nueva para nuestra época”. 13 “Los adelantos recientes han producido innegables beneficios a la humanidad; es más, manifiestan cuan noble es la vocación del hombre a participar responsablemente en la acción creadora de Dios en el mundo”. Mucho se puede hacer con ellos para lograr hacer llegar a todos los seres humanos lo necesario para vivir y desarrollarse. Sin embargo la aplicación de los adelantos científicos y tecnológicos no puede ser indiscriminada. En la búsqueda de soluciones se debe respetar el orden del universo, “dotado de una integridad propia y de un equilibrio interno y dinámico”, y considerar la tierra como una herencia común, cuyos frutos deben ser para beneficio de todos14. Y esto afecta a todos y es un deber de todos: Hoy más que nunca, los hombres, de forma individual o colectiva, son responsables del futuro del planeta, para la gloria de Dios y el bien de la creación. No se puede menos de apreciar la toma de conciencia de las autoridades civiles locales, nacionales e internacionales en esta materia, así como su preocupación por dialogar y colaborar en la formación de un medio ambiente rural y urbano verdaderamente habitable, sin descuidar la preservación de los espacios necesarios para las familias, para los lugares de culto y para la formación humana. 15 Benedicto XVI en estos últimos años son múltiples las ocasiones en las que anima a la responsabilidad en la conservación y cuidado de “nuestra casa común”: “La familia necesita una casa a su medida, un ambiente donde vivir sus propias relaciones. Para la familia humana, esta casa es la tierra, el ambiente que Dios Creador nos ha dado para que lo habitemos con creatividad y responsabilidad. Hemos de cuidar el medio ambiente: éste ha sido confiado al hombre para que lo cuide y lo cultive con libertad responsable, teniendo siempre como criterio orientador el bien de todos. Obviamente, el valor del ser humano está por encima de toda la creación. Respetar el medio ambiente no quiere decir que la naturaleza material o animal sea más importante que el hombre. Quiere decir más bien que no se la considera de manera egoísta, a plena disposición de los propios intereses, porque las generaciones futuras tienen también el derecho a obtener beneficio de la creación…” “… es fundamental «sentir» la tierra como «nuestra casa común» y, para ponerla al servicio de todos, adoptar la vía del diálogo en vez de tomar decisiones unilaterales. Si fuera necesario, se pueden aumentar los ámbitos institucionales en el plano internacional para afrontar juntos el gobierno de esta «casa» nuestra; sin embargo, lo que más cuenta es lograr que madure en las conciencias la 13 PABLO VI, Populorum progressio, 47 (1967). Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1990: «Paz con Dios Creador, Paz con toda la creación». 15 Discurso de Juan Pablo II a la Oficina Europea de Medio Ambiente, junio de 1996) 14 35 convicción de que es necesario colaborar responsablemente. Los problemas que aparecen en el horizonte son complejos y el tiempo apremia. Para hacer frente a la situación de manera eficaz es preciso actuar de común acuerdo. Un ámbito en el que sería particularmente necesario intensificar el diálogo entre las Naciones es el de la gestión de los recursos energéticos del planeta.”16 BIBLIOGRAFÍA: SANZ GIMÉNEZ-RICO, E., Ya en el principio. Fundamentos veterotestamentarios de la moral cristiana. Madrid: San Pablo, Universidad Pontificia Comillas, 2008. PONTIFICIO CONSEJO «JUSTICIA Y PAZ», Compendio de la doctrina social de la Iglesia. Madrid: BAC, Planeta, 2005. 16 Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2008:” Familia humana, comunidad de paz” 36