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Transcript
NO MAS DEUDAS:
POR LOS DERECHOS HUMANOS Y
DERECHOS DE LA NATURALEZA
HACIA UNA PLATAFORMA DE JUBILEO SUR
SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO, DEUDA ECOLÓGICA
Y SOBERANÍA FINANCIERA
PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN CASTELLANO
Esta publicación fue editada en inglés, antes de la realización en diciembre de 2009 en Copenhague,
Dinamarca, de la 15va. Conferencia de las Partes a la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático. Entre sus objetivos estaba el interés en subsidiar la acción colectiva
frente a las negociaciones de clima en curso, así como contribuir a la formación de nuestra plataforma y programa de acción como Jubileo Sur, relacionando el cambio climático con las problemáticas de deuda ecológica y soberanía financiera que desde hace mucho tiempo se encuentran entre
nuestras principales líneas de acción.
Desde entonces poco ha cambiado. Pese a la urgencia de la crisis climática, en Copenhague no se
logró ningún acuerdo que ofrezca alguna esperanza seria para el futuro mediato de nuestro planeta y con ello, la humanidad. En términos de los ejes principales de nuestra reflexión y demandas,
podemos decir que tampoco hubo cambios importantes. Sí ha aumentado nuestra preocupación
frente a la falta de respuestas adecuadas por parte de la mayoría de los gobiernos, incluyendo en
primer lugar de aquellos países que concentran la mayor responsabilidad histórica y actual por el
problema, y frente a la creación de mecanismos cada vez más perversos para convertir el cambio
climático en una nueva burbuja de especulación y ganancias privadas, sostenida con mayor endeudamiento público en nuestros países del Sur. Crece también nuestra convicción de que urge fortalecer la resistencia y movilización de los pueblos a fin de lograr los cambios necesarios.
En ese sentido, desde Jubileo Sur seguimos creyendo que:
la lucha contra el cambio climático pasa por la transformación del sistema de producción
y consumo capitalista y el paradigma de crecimiento desarrollista, basados ambos en la creencia de que los recursos naturales son ilimitados;
los derechos de los pueblos y de la naturaleza deben ser la preocupación central de las iniciativas y medidas destinadas a superar la crisis climática;
las verdaderas soluciones al cambio climático no conducen a la acumulación de nueva deuda financiera – que sería por definición ilegítima - o la generación de más deuda ecológica
y climática.
Por tanto, después de Copenhague también continuamos reclamando, entre otras demandas:
la anulación inmediata y incondicional de las deudas que el Norte cobra a los países y pueblos del Sur, a costa además de la naturaleza y en particular el clima;
la restitución y reparación de las deudas ecológicas y climática que los países, corporaciones,
instituciones y elites del Norte deben a la naturaleza, a los pueblos del Sur y a todas las comunidades violadas y explotadas a través de los procesos de acumulación que ellos lideran;
las instituciones financieras internacionales deben mantenerse fuera del clima, como parte
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de una estrategia más amplia para detener sus operaciones e intervención en el Sur;
el fin de las falsas soluciones basadas en el mercado y los megaproyectos, como por ejemplo
el mercado del carbono, REDD (Reducción de emisiones de la deforestación y la degradación) , los agrocombustibles, las hidroeléctricas, carbón y energía nuclear; y
la construcción de alternativas que se basen en los derechos y necesidades de los pueblos, incluyendo el control por parte de los pueblos y comunidades de los recursos naturales, la agricultura familiar, la protección de los bosques y un camino inverso hacia la soberanía energética y sociedades no dependientes de la energía de hidrocarburos.
¿Qué pasó en Copenhague?
Aunque quienes siguieron de cerca los preparativos para la 15va Conferencia de las Partes (COP15)
esperaban ya muy poco de las negociaciones en Copenhague, la Conferencia debería haber sido
capaz de llegar a un acuerdo vinculante que incluía, entre otros elementos:
metas mayores y más profundas de recortes de emisiones en el Norte, como resultado de la
responsabilidad diferenciada en la acumulación histórica y actual de las emisiones de carbono
y el reconocimiento de la necesidad de restituir esa deuda climática contraída con el Sur a
través de la “liberación” de espacio atmosférico;
compromisos concretos para cumplir con las obligaciones ya contraídas por los países industrializados del Norte –los países del “Anexo I”- en cuanto a la transferencia al Sur de la financiación y tecnología requerida para avanzar equitativamente hacia una economía baja en carbono y responder a las necesidades de adaptación a los cambios climáticos ya irreversibles;
la creación de nuevos mecanismos financieros, terminando con el rol del Banco Mundial, el
Fondo Monetario Internacional y los bancos regionales de desarrollo en políticas, proyectos
y programas relacionados con el cambio climático;
la incorporación de los pueblos originarios, movimientos populares y otras comunidades locales
en el diseño, aprobación, gestión y control de las medidas propuestas frente al cambio climático.
La COP15 fue, sin embargo, un fracaso estrepitoso en relación a esos objetivos, incrementando
considerablemente los peligros y desafíos en los próximos meses. Las negociaciones concluyeron
de la peor manera posible, sin un nuevo acuerdo para la reducción de las emisiones de carbono y
sin siquiera claridad acerca de cómo seguirán las negociaciones en este nuevo período.
Lo que algunos insisten en denominar el “Acuerdo de Copenhague”, un texto de tres miserables
páginas vacías de compromisos, no fue negociado ni aprobado por el conjunto de estados partes.
Fue elaborado por un pequeño grupo de gobiernos del Norte encabezado por los Estados Unidos
y Dinamarca, negociado en secreto con algunos gobiernos más y presentado en el último momento con la única opción de aceptar o no. El proceso ignoró y marginó las negociaciones avanzadas
por los grupos permanentes de trabajo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC): el Grupo de Trabajo sobre Cooperación a Largo Plazo - que trató
los temas de financiación, tecnología, mitigación, adaptación y visión compartida-, y el Grupo de
Trabajo sobre el Protocolo de Kioto (PK). El rechazo del gobierno de EE.UU. a aceptar cualquier
meta vinculante para la reducción de sus emisiones de carbono sigue siendo una bomba de tiempo
climático que amenaza al planeta entero, pero sobre todo a los pueblos y países del Sur que menos
responsabilidad han tenido en la creación del problema y menos capacidad tienen para enfrentar
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sus consecuencias.
Las últimas sesiones de la COP15 fueron realmente bochornosas, llegando hasta el punto de negarle la palabra a presidentes de países como Bolivia y Venezuela, cerniendo el debate e intentando arropar bajo un manto de supuesto consenso, la falta absoluta de respeto, participación y escucha. El plenario final de la Conferencia apenas “tomó nota” del documento que ya por ese entonces, había sido presentado públicamente por el presidente de EE.UU. como el “Acuerdo de Copenhague”. Pero al no haber sido aprobado por el conjunto de países signatarios de la CMNUCC,
no es vinculante ni tampoco puede ahora ser tomado como base para las nuevas negociaciones.
Peor aún que el procedimiento son los contenidos del supuesto Acuerdo. Poco dice acerca de la
mitigación, y lo que se dice apunta principalmente a requerir mayores reducciones de emisiones,
y compromisos vinculantes de medición, informe y verificación de sus medidas de mitigación, a
los países del Sur. No fija objetivos vinculantes de reducciones de emisiones para después de 2012,
cuando termina el actual periodo del PK, ni por país del Anexo I ni en el agregado. Al respecto,
es importante recordar que mientras los gobiernos del Sur venían exigiendo un objetivo global de
reducción de más del 40% para el año 2020, en comparación con los niveles de 1990 (que ya de
por sí es demasiado bajo), las promesas nacionales voluntarias hasta ahora contabilizadas después
de Copenhague, ascienden a una reducción total de sólo 13-19 %. Eso nos pone en el camino de
un calentamiento global de 4ºC, lo que representa un desastre para la humanidad y la naturaleza.
La única mención a la reducción de las emisiones en el documento fue el 30 de enero como fecha
límite para que los gobiernos presenten sus objetivos; un plazo que tardó poco en ser flexibilizado.
En términos de financiación, el “Acuerdo de Copenhague” menciona la promesa de los gobiernos
del Norte de proveer nuevos y adicionales fondos de US$ 30 mil millones entre 2010-2012, a través de instituciones financieras internacionales, y de movilizar US$ 100 mil millones hasta 2020.
Según se dice los US$ 100 mil millones serán públicos y privados, bilaterales y multilaterales, y de
fondos alternativos. Como tal, los importes prometidos (pero no comprometidos) son ridículamente pequeños en comparación con lo que se necesita y lo que se debe al Sur (Se calcula que la deuda de carbono de los países del G-8 al Sur está entre US$ 13 y 15 billones de dólares, por ejemplo).
Las fuentes propuestas tampoco son compatibles con lo que exige muchos gobiernos del Sur y organizaciones de la sociedad civil: que los recursos sean públicos y sin la mediación de las instituciones financieras internacionales. Además, ni siquiera está claro que los fondos prometidos serían
realmente nuevos y adicionales, lo que quiere decir que puedan incluir tanto los fondos ya existentes o previstos, tales como los cometidos a los fondos de inversión de clima del Banco Mundial,
como también otros recursos de la cooperación tradicional.
Pese a todo, el “Acuerdo de Copenhague” fue presentado a los medios, por quienes lo elaboraron,
como un buen acuerdo, que fue bloqueado por países del Sur como China o los miembros de ALBA
-especialmente Bolivia y Venezuela- que criticaron el proceso y expusieron a los gobiernos del
Norte por no asumir sus responsabilidades históricas y de querer mantener el status quo.
En general la COP15 demostró claramente que la mayoría de los gobiernos no están ni siquiera
empezando a hacer frente a las causas estructurales del cambio climático y ,como tal, fueron incapaces de avanzar hacia una solución verdadera. Muy poco se dijo sobre reducciones serias de emisiones o mecanismos alternativos de financiación. El Banco Mundial continúa situándose en el
papel de liderazgo. Las ridículamente pequeñas cantidades prometidas probablemente serán destinadas para la transferencia de tecnologías peligrosas y la captación y control de las reducciones
de emisiones que se producen en el Sur, restringiendo aún más las posibilidades de un desarrollo
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equitativo. El objetivo de los países más poderosos del mundo - que son también los principales
responsables del cambio climático - sigue siendo transferir las responsabilidades por el cambio
desde el Norte hacia el Sur y garantizar el apoyo para las falsas soluciones que representan una
profundización de la mercantilización y privatización de nuestros recursos naturales y una nueva
violación de los derechos humanos y de la naturaleza.
El proceso de negociaciones hasta Copenhague también evidenció los fuertes, y en algunos casos
exitosos, esfuerzos para dividir al Sur (G-77 y China), utilizando acuerdos bilaterales y buscando
comprar a los gobiernos con toda clase de promesas, sean éstas de recursos del comercio de carbono, o de reducciones de deuda, preferencias comerciales, inversiones o apoyo militar. Los EE.UU.
y otros países del Norte han hecho un enorme esfuerzo para coaccionar a los gobiernos del Sur a
adoptar el acuerdo y iniciar un proceso de negociación fuera de la ONU, como por ejemplo en el
marco del G20. Por eso, el tema central de las negociaciones cuando estas se reanuden en abril, va
a ser si el texto del “acuerdo” o los textos de los Grupos de Trabajo de la CMNUCC van a ser la
base de las futuras negociaciones. Hasta ahora, la mayoría de los países del Sur han señalado su
preferencia para que las negociaciones continúen sobre la base de los informes aprobados en Copenhague, de los Presidentes de los dos Grupos de Trabajo de la Convención.
¿Por dónde seguimos?
El resultado final de las negociaciones en Copenhague fue negativo, pero hubo avances en algunas
áreas incluyendo la profundización en las discusiones oficiales de temas como los derechos de los
pueblos originarios y la demanda de reparación de la Deuda Climática. Por más que existen fundadas críticas con respecto a los parámetros básicos de las negociaciones (la Convención Marco
(1992), el Protocolo de Kioto (1997), el Acuerdo de Bali (2007)), considerando por ejemplo el rol
que asignan al comercio de carbono, o a la posibilidad de “compensar” la no-reducción de emisiones en el Norte con la compra de reducciones en el Sur, se precisa insistir en que las negociaciones
continúen en el marco de la CMNUCC ya que no se puede negar que es actualmente el único espacio existente para intentar lograr de forma mínimamente democrática, un acuerdo vinculante
para enfrentar el cambio climático. Es el único espacio donde las propuestas de países del Sur como Bolivia – que propone la transformación del sistema capitalista, los derechos de la naturaleza
y reparaciones por la deuda climática, por ejemplo – pueden ser consideradas por el conjunto
de gobiernos.
El movimiento mundial por la Justicia Climática también experimentó un crecimiento significativo, demostrando capacidad para reunir a un conjunto cada vez más diverso de movimientos, agendas y luchas detrás de estrategias e iniciativas de presión a favor del cambio sistémico necesario
para poder superar el cambio climático. Después de Copenhague los desafíos para Jubileo Sur,
como para el movimiento de justicia climática en general, continúan siendo la necesidad de seguir
fortaleciendo nuestro movimiento en cada localidad y país, continente y a nivel mundial, sobre la
base de un entendimiento más integral y estructural del cambio climático, así como también nuestra capacidad para elaborar perspectivas y propuestas que integren las demandas relacionadas con
la justicia climática a las luchas por la reparación de la deuda ecológica, la democratización del poder, la soberanía alimentaria, energética y financiera, contra el endeudamiento ilegítimo, el libre
comercio, la militarización, el desplazamiento forzoso de poblaciones, el patriarcado, la discriminación, entre otras.
Tendremos que continuar trabajando en todas partes y a cada nivel con el fin de activar respuestas
más articuladas y contundentes en preparación para la próxima COP, que se celebrará a principios
de diciembre en Cancún, México. Eso quiere decir organizar encuentros locales, regionales e inter6
nacionales, impulsar procesos de formación, investigación y movilización, respaldar y multiplicar
las resistencias a la imposición de políticas y proyectos no adecuados, fortalecer y generar nuevas
alianzas y desarrollar las bases para el reconocimiento internacional de los derechos de la naturaleza y la sanción de los responsables de su violación, la necesidad de reparaciones de la deuda ecológica y climática y la posibilidad de alternativas reales de equilibrio y del buen vivir.
Por tanto, desde Jubileo Sur seguiremos impulsando y apoyando iniciativas como la continuación
de los esfuerzos populares para constituir un Tribunal Internacional de Deuda Ecológica y Justicia
Climática – decidida por numerosas redes y organizaciones en una sesión convocada a tal efecto
en Copenhague –, y la realización de Auditorias de las Deudas Climáticas y Ecológicas y de
Asambleas de los Pueblos Acreedores para acordar estrategias y acciones para su restitución y reparación. Damos especial bienvenida a la convocatoria del compañero Presidente Evo Morales y
del gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia, a la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre
el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. Son iniciativas destinadas a fundamentar
y fortalecer las propuestas y luchas hacia la justicia ecológica y climática, contribuyendo a su vez a
la lucha contra la dominación de la deuda y a favor de la soberanía financiera y la plena vigencia
de los derechos de los pueblos. Hacemos un llamado a todos los movimientos y organizaciones
populares a participar en estas y otras iniciativas, movilizándonos para cambiar el curso de las negociaciones y lograr avances verdaderos.
-Buenos Aires, marzo 2010
7
es
Crisis climática, crisis sistemica, crisis civilizatoria
La profundidad de la crisis económica-financiera ha claramente conducido a la comprensión de
que esta es una crisis más profunda, una crisis del sistema capitalista, una crisis de civilización, que
como consecuencia se refleja en otras crisis como la ecológica, alimentaria, energética, política y
social. Si bien este tipo de crisis tienen su origen en el Norte, en el papel y las políticas dictadas e
impuestas por los países del Norte y las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs) que ellos
controlan, con la conformidad de muchos gobiernos del Sur, son los pueblos trabajadores, pescadores, indígenas, comunidades tradicionales y forestales y mujeres que se ven obligados a pagar la
mayor parte de las consecuencias y los costos, en particular los pueblos del Sur. La crisis climática
no escapa a esta realidad.
Causados principalmente por el sistema capitalista y el modelo de producción y consumo en el
Norte, que es históricamente responsables del 70% de las emisiones de dióxido de carbono, mientras tienen el 18% de la población del mundo, el cambio climático ya está afectando negativamente
las comunidades y los pueblos del Sur. Al mismo tiempo que los países del Norte, las corporaciones y los individuos enriquecidos, han consumido más de su cuota de espacio atmosférico de la
tierra, han también empujado políticas e intervenciones en el Sur que han sido destructivas para
el medio ambiente. Han contribuido de manera desproporcionada a las causas y consecuencias del
cambio climático y como tal deben hacer cortes obligatorios en sus emisiones y paguar por el
costo de mitigación y las necesidades de adaptación de los demás. Sin embargo, debido a los cambios climáticos, la subsistencia de las comunidades y los pueblos especialmente en el Sur ya se
está amenazada como consecuencia de la intensificación de las inundaciones, las sequías, los cambios en el nivel del mar y las enfermedades. Los desastres climáticos son cada vez peores y más
frecuentes conduciendo a la migración forzada inducida por desastres climáticos así como otras
consecuencias.
Sin embargo, las respuestas han sido hasta ahora destinadas a reinventar y relegitimar el mismo
sistema y las instituciones que han sido en gran parte responsables de esta crisis. La deuda ha sido
utilizada como un instrumento para dominar y controlar a los gobiernos, pueblos y recursos del
Sur, incluyendo la financiación de proyectos y promoción de políticas que han contribuido enormemente a la exacerbación y la escalada del cambio climático. No obstante, programas de clima
siguen siendo financiados a través de prestamos de las mismas IFIs, que conducen a mayores niveles de endeudamiento ilegitimo. Los esfuerzos están mas enfocados en como lucrar del cambio
climático que en llegar a la raíz de las causas de la crisis y la creación de un nuevo sistema. Falsas
soluciones, como el mercado de carbono, los agrocombustibles, hidroeléctricas, carbón y energía
nuclear, son cada vez más promovidas. El comercio de carbono - que es fundamental para estas
falsas soluciones - sólo permite que las corporaciones transnacionales y los países enriquecidos
compren el derecho a contaminar a expensas de los pueblos y países del Sur. Peor aún, el comercio
de carbono ha dado lugar a nuevos y despreciables instrumentos para obtener beneficios de la
contaminación similar a la proliferación de derivados financieros, que fue una de las principales
causas de la reciente burbuja y crisis financiera y económica.
Deuda ecológica, climática y las negociaciones de clima
Al mismo tiempo, este es un año importante para nuestro clima. En diciembre se llevará a cabo
una nueva Conferencia de las Partes (COP-15) a la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Aunque sabemos que acuerdos y tratados internacionales
son sólo un paso hacia la aplicación de leyes y políticas que respondan a nuestras demandas y que
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que la lucha por la justicia climática debe ser constante y tener lugar en diferentes espacios, la
COP-15 no deja de ser un momento importante. Esta debe definir el nuevo escenario de compromisos sobre el cambio climático a seguir la conclusión del primer período de compromiso del
Protocolo de Kioto que vence en 2012. Sin embargo, a pesar de la grave situación en la que se
encuentra el clima del mundo y por lo tanto la
supervivencia de la humanidad como la conocemos
hoy, las negociaciones están casi en un punto
muerto. Mientras que los países del Norte no están dispuestos a comprometerse a reducir las
emisiones si los principales países en desarrollo
no hacen lo mismo, los países en desarrollo no se comprometerán a nada mientras los países desarrollados no han cumplido con sus compromisos anteriores y todavía no han ni siquiera esbozado,
en reconocimiento de su responsabilidad diferencial en la acumulación de emisiones de carbono,
cómo planean proporcionar la financiación y la tecnología para avanzar de forma equitativa hacia
una economía baja en carbono. Por el contrario, los países del Norte presentan propuestas que ni
siquiera empiezan a hacer frente a sus responsabilidades por los daños causados por el cambio climático y buscan más bien asegurarse que puedan seguir consumiendo más de su cuota justa del
espacio atmosférico y que los menos responsables de la crisis climática, paguen.
En lugar de reconocer su responsabilidad presente e histórica y la obligación de garantizar reparaciones, los países del Norte pretenden garantizar el "espacio político" que necesitan para seguir
aumentando su deuda ecológica con la naturaleza y los pueblos del Sur. Proponen ¨cancelar¨ esta
deuda mediante la transmisión de la mayor parte de los costos de mitigación y adaptación a los
países del Sur y seguir emitiendo, utilizando más espacio atmosférico de una manera que claramente debe ser denunciado como una forma de colonización climática. También continúan insistiendo en el papel central de financiación del mismo Banco Mundial y los bancos regionales de
desarrollo que han sido instrumentos fundamentales en la generación de la crisis climática actual.
La conclusión desastrosa, pero inevitable de esta negligencia: más deuda ecológica y cambio climático, cuyas víctimas principales se encuentran en los países del Sur; más deuda financiera ilegítima
agobiando a los pueblos del Sur; una mayor, insostenible y delictiva explotación de la naturaleza;
menos tiempo y recursos para desarrollar alternativas reales.
Sin embargo, en el contexto actual de crisis, la deuda ecológica y, más concretamente la deuda climática, se ha convertido en una cuestión central. Muchos movimientos populares y organizaciones
de la sociedad civil han asumido el llamado para la reparación de la deuda climática que el Norte
debe al Sur, como forma de abordar el cambio climático; desde hace dos años ha sido un tema central de la Semana de Acción Global sobre la Deuda y las IFIs (Octubre 12-18). A nivel oficial, la
Declaración de Cumaná, firmada por los Jefes de Estado de Bolivia, Cuba, Dominica, Honduras,
Nicaragua y Venezuela (ALBA), pide el pago de la deuda ambiental contraída con el Sur debido
al cambio climático; el Ecuador se ha declarado a sí mismo como un país acreedor ecológico, y el
gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia, con el apoyo de los gobiernos de Paraguay, Malasia,
Sri Lanka y Venezuela, ha presentado una propuesta a la CMNUCC que establece que “la deuda
climática a los países en desarrollo debe ser pagada... (empezando) con los resultados que se acuerden en Copenhague”, donde se llevará a cabo la próxima COP de la CMNUCC.
Mucho hincapié se ha puesto sobre la cuestión del cambio climático debido a sus consecuencias
inmediatas para el futuro de la humanidad. Sin embargo, es importante destacar que la justicia
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climática - en particular los costos de mitigación y adaptación al cambio climático - no puede ser
analizada, sin la perspectiva más amplia de la deuda ecológica y su relación con la deuda financiera
y el sistema económico mundial. Un sistema financiero justo y adecuado para abordar los impactos
del cambio climático, por ejemplo, tiene que ser construido de una manera totalmente diferente
de lo que se ha aplicado hasta ahora. No se puede abordar adecuadamente la justicia climática, a
menos que los impactos climáticos sobre los derechos humanos y los derechos de la naturaleza en
general, incluyendo los regímenes de alimentación y agua, vivienda, energía, transporte y migración
- los impactos ecológicos - estén debidamente incluidos en los sistemas financieros y económicos.
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CLIMA Y FINANZAS:
El rol de las Instituciones Financieras Internacionales
Históricamente, las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs) han sido entre las principales
promotoras y financiadoras de las grandes centrales hidroeléctricas y termoeléctricas, el agronegocio, los proyectos de combustibles fósiles y la privatización del sector energético. Todas estas actividades causan y contribuyen significativamente al cambio climático. Si bien su práctica no ha cambiado, estas instituciones como el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo, están tratando de establecerse como ¨bancos verdes¨ o ¨bancos de conocimiento¨ en el contexto de la lucha
contra el cambio climático y las respuestas a la crisis global financieras/económica. Como tal, en
nombre de solucionar el problema, están ¨vendiendo soluciones¨ de mercado e impulsando nuevos préstamos a los países del Sur para hacer frente a un problema que no causaron. Las IFIs siguen
creando oportunidades para que las grandes empresas tengan hacer más y más ganancias, privatizar los recur-sos naturales y los territorios de las comunidades locales en el Sur, y determinar una
nueva fase de dependencia y un mayor endeudamiento para los países del Sur. La inyección financiera en las economías del Sur a través del mecanismo de concesión de nuevos créditos no va a
resolver los problemas del cambio climático. Por el contrario, va a empeorar.
a) El rol de las IFIs en el actual contexto de crisis financiera, económica y climática
Los préstamos y la influencia de las IFIs se ha vuelto más relevante debido a las crisis financiera,
económica, alimentaria y climática, con consecuencias inmediatas
para la deuda externa de los países del Sur y el medio ambiente.
Los préstamos del Grupo del Banco Mundial (GBM) alcanzó un
récord en 2009, la mayoría de los casos se trataba
de proyectos de infraestructura. El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRD en su
sigla en ingles - el componente más grande del
Grupo del Banco Mundial) también tiene previsto triplicar sus
recursos hasta $ 100 millones durante los próximos tres
años. Garantías a las inversiones privadas también
tienden a aumentar como parte del incremento en
el apoyo del GBM al sector privado, con claras implicaciones en la generación de mayores niveles de
deuda de los países receptores.1
BID
BM
El papel de ¨asesores técnicos¨ de las IFIs también
se ha fortalecido. Un ejemplo de esto es la Plataforma de
Recuperación de Activos de Infrastrutura (INFRA) del Banco
Mundial y la Reforma del Sector Privado de la Corporación Financiera Internacional (CFI), del
Grupo del Banco Mundial, la que incluye un Fondo de Infraestructura. Según el Banco Mundial,
"gasto público contra-cíclico en infraestructura es una herramienta eficaz para crear empleo y sentar las bases para la recuperación económica y el crecimiento sostenido¨ y también representa ¨una
oportunidad de transformación para invertir en "infraestructura verde". Sin embargo, estos fondos
1 Spring Meetings IMF-World Bank (25-26 April): Final communiqué http://siteresources.worldbank.org/DEVCOMMINT/
NewsAndEvents/22157091/FinalCommunique(E)042609.pdf
12
de infraestrutura se dirigen principalmente a la generación regional de electricidad y proyectos de
transmisión, instalaciones portuarias, y las carreteras a gran escala que conducen a la deforestación
y los impactos negativos en la biodiversidad y el clima, entre otros efectos
El Banco Mundial también está creando fondos fiduciarios de múltiples donantes para prestar asistencia técnica para el establecimiento de nuevos sistemas de gestión de riesgos en el sector de la
agricultura y para la mitigación del cambio climático basados en mercados, lo que aumenta la inestabilidad financiera y allana el camino para todavía mas especulaciones por parte de los grandes
inversores privados. Un "Fondo de Vulnerabilidad" ha sido anunciado, lo que aumenta la preocupación en relación a los fondos fiduciarios administrados por el Banco, incluyendo la promoción
de la Asociación Público-Privada (PPP), y como tal un mayor rol para el sector privado.
Debido a la crisis, los compromisos de préstamo del FMI también han llegado a un nivel récord
de más de US$ 160 mil millones para los próximos años. De este total, US$ 17 mil millones serán
destinados a los países de bajos ingresos hasta 2014, incluyendo US$ 8 millones de dólares durante
los próximos dos años.2
b) Aumento de la financiación de las Instituciones Financieras Internacionales al sector extractivo y otras industrias altamente contaminantes, con un negativo impacto del cambio climático
Mientras que las instituciones financieras internacionales se reivindican como ¨bancos verdes¨,el
Grupo Banco Mundial y bancos regionales de desarrollo siguen invirtiendo en combustibles fósiles mucho más fuertemente que lo hacen en las energías renovables y la eficiencia energética. Esto,
considerando que el Banco Mundial infla sus números relacionados con la energía renovable y
eficiencia energética mediante la inclusión de hidroeléctricas como energía renovable y las plantas de carbón en su programa de eficiencia energética, además de promover la privatización de estas energías. Independientemente de lo que las IFIs están argumentando, el financiamiento para
el sector extractivo, las grandes infraestructuras y otras industrias altamente contaminantes, con
un negativo impacto en el cambio climático se sigue incrementando.
¿EL GRUPO BANCO MUNDIAL HA REDUCIDO LA FINANCIACIÓN DEL
SECTOR EXTRACTIVO?
Entre 1992 y 2004, el Grupo Banco Mundial había aprobado US$ 11 mil millones para más de 120 proyectos de combustibles fósiles, que representan el 20% de
las emisiones globales anuales.
Durante 2005 - 2008, la financiación de los combustibles fósiles se triplicó en relación con 2000-2004.
En el año fiscal 2008, el Grupo Banco Mundial aumentó su apoyo financiero para
proyectos de combustibles fósiles por 102%, mientras que la energía renovable recibió sólo 11% más.
En promedio, el Grupo Banco Mundial sigue invirtiendo dos veces más en combustibles fósiles de lo hace en la energía renovable y la eficiencia energética y cinco veces más que en la energía renovable sola.
En los últimos tres años, se gastó un 19% más en el carbón que en la energía renovable.3
2 http://www.imf.org/external/np/cm/2009/042509.htm
3 http://www.bicusa.org/en/Article.11033.aspx
13
y
n
cional necesaria para el cambio climático, en un escenario posterior a 2012. Además de aumentar
los fondos para proyectos de infraestructura como se mencionó anteriormente, las IFIs también
están impulsando falsas soluciones al cambio climático al actuar como agentes del mercado del
carbono, creando y gestionando diferentes tipos de fondos y financiando los agrocombustibles.
Los bancos nacionales de desarrollo, junto con los Organismos de Crédito a la Exportación y la
banca privada, en colaboración con las IFIs como el Banco Mundial, están también gestionando
fondos relacionados con el cambio climático.
Del mismo modo, los proyectos de asistencia técnica del FMI para "los retos macroeconómicos,
fiscales y financieros del cambio climático" imponen un marco determinado de análisis de la situación e involucran condicionalidades que violan el derecho soberano de los pueblos y las naciones
a determinar su propio futuro.
El llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio y Mercado de Carbono
El llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) (un acuerdo dentro del Protocolo de Kyoto
que permite a los países del norte invertir en proyectos en el Sur y teóricamente, reducir las emisiones como una alternativa a la reducción de sus propias emisiones) a todas luces no ha funcionado. Tampoco el comercio de carbono y otras iniciativas relacionadas, como la cap and trade (en caso de emisores que han producido menos de su límite y pueden vender su asignación extraordinaria a aquellos que lo han superado). Ellos no han reducido las emisiones, mientras que han promovido otros problemas socioambientales y el aumento de la inestabilidad financiera a nivel internacional. Conceden a empresas y a los consumidores del Norte "el derecho a contaminar" y a los inversores privados "el derecho a especular sobre el riesgo climático". Representan la continuación de
la contaminación en el Norte, ya que las empresas y los gobiernos compran su salida de la reducción de las emisiones y evitan asumir su responsabilidad por el exceso de consumo, mientras que
transfieren la responsabilidad hacia el sur.
Los primeros proyectos de comercio de carbono (como la captación de metano de los depósitos
de residuos tóxicos y el descarte de carbono a partir de plantas modificadas genéticamente) han
resultado en grandes beneficios para las empresas involucradas y comisiones importantes para
el Banco Mundial, mientras que han demostrado limitada (si es que existe alguna) eficacia en
la reducción de las emisiones además de promover otros problemas socioambientales. La plantación de monocultivos de eucalipto, por ejemplo, que deberían ser utilizadas para la producción de lingotes de hierro a fin de evitar toneladas de dióxido de carbono que se habría emitido con el uso del carbón en lugar de carbón
vegetal, secan los ríos, contaminan el aire y el agua debido a la utilización de productos químicos y conducen a la pérdida de la biodiversidad
de la tierra. Estos desastres ecológicos afectan
en gran medida a todos los medios de subsistencia de los pequeños agricultores, incluidos los
pueblos indígenas.
Fuente MAB
15
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Es más que evidente que en el medio de la crisis civilizatoria que enfrentamos, necesitamos fortalecer nuestros esfuerzos en términos de organización, movilización, resistencia y enfrentamiento
para garantizar que la corrida viciosa y egoísta por lucro no destruya mas la naturaleza y con ella
la existencia de la humanidad como la conocemos. La lucha contra el cambio climático y la dominación de la deuda, por la anulación de la deuda y reparación de las deudas históricas, sociales, ecológicas, financieras y climáticas y por la justicia socioeconómica y ecológica, sólo tendrá éxito en
el marco de la lucha más amplia por el reconocimiento y promoción de los derechos humanos y los
derechos de la naturaleza y la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo y un sistema económico justo y sostenible.
Esto requiere la superación de la crisis más grave que el mundo está experimentando, una crisis
sobre la cual rara vez se habla: una crisis de valores. Esta crisis de valores, de la cual el sistema capitalista chupa su supervivencia y expansión, nos ha llevado a pensar en nosotros, los seres humanos como simples consumidores, los estados como los mercados y de la tierra como un obstáculo
a superar, destruir y dominar o una mercancía para ser explotada y se vender. Cambiar la forma de
producir y consumir, de vivir en armonía con la tierra, respetando sus límites y las diferentes formas
de vida comunitaria, pasa por cambiar nuestros valores. Para eso se necesita coraje para pensar, hablar y actuar de manera diferente; para desafiar el imaginario que aún sobrevive en todos nosotros.
Reconociendo la belleza en las diferencias, en las culturas, razas, etnias, géneros, la generación y
orientación sexual. Tenemos que escucharnos a nosotros mismos para ser oídos. En esto depende
nuestro presente y futuro común. Esta es la única manera de salvar el planeta y salvarnos a nosotros con él. Vamos hacer lo aparentemente imposible, posible.