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Transcript
Tormentas sobre Europa
climas extremos y energía
Peligrosos vientos de cambio
Europa y otros países industrializados han estado quemando grandes cantidades de combustibles fósiles desde el
principio del siglo XIX, emitiendo incesantemente anhídrido carbónico (CO2) y otros gases de efecto invernadero a la
atmósfera, que retienen el calor en todo el planeta. El hecho
es que este calentamiento global está cambiando de manera
indiscutible el clima tal y como lo conocemos: la duración
de las estaciones, la época y el volumen de las lluvias, la
presencia y ausencia de nieve y hielo...
Los inviernos en Europa se han ido haciendo más cálidos,
más húmedos y con menos nieve a lo largo del siglo XX.
De continuar nuestros hábitos de grandes consumidores de
combustibles fósiles, no sólo se mantendrá esta tendencia,
sino que también empezaremos a sufrir más tormentas y
más intensas.
El Atlántico Norte es la principal fuente de las tormentas
invernales en Europa occidental y central. Si las emisiones
de CO2 siguen aumentando sin control, es posible que la
frecuencia e intensidad de dichas tormentas se incrementen, lo que a su vez incrementaría la actividad tormentosa
en los países vecinos.
Este informe resume las recientes conclusiones científicas
sobre la futura actividad tormentosa en el Oeste y Centro
de Europa bajo el escenario de un mundo que continúe produciendo como hasta ahora y que haga poco o nada para
reducir las emisiones1. Se han incluido siete países2 en el
análisis y se han examinado tres parámetros: 1) aumento
del número de tormentas severas de invierno3, 2) aumento
del número de días con vientos de velocidades extremadamente altas4, y 3) aumento en las velocidades máximas del
viento.
Entre los países analizados, es posible que el Reino Unido
se enfrente al mayor aumento en la intensidad y frecuencia
de las tormentas. El número anual de tormentas severas de
invierno que cruzan el país tiende a aumentar hasta cerca
de 10 en un período de 30 años, mientras que las velocidades máximas del viento podrían aumentar entre un 8 y un
16%. Esto podría llevar a un incremento significativo en
términos de pérdidas económicas: las tormentas severas de
invierno que azotaron el Reino Unido entre 1987 y 1998
han costado, cada una, entre 200 millones y más de 2.000
millones de euros (ABI, 2003; Munich Re, 2002).
El mayor infractor:
el sector eléctrico
El sector eléctrico es la mayor fuente de emisiones de
dióxido de carbono (CO2) —en particular la electricidad
producida con carbón—. El carbón es el combustible fósil
más rico en carbono y su incineración genera un 70% más
CO2 por unidad de energía producida que el gas natural.
Globalmente, la industria eléctrica contribuye con un 37%
del CO2 producido a nivel mundial y con un 39% a nivel
europeo.
Bajo el Protocolo de Kioto —el tratado global para disminuir la emisión de gases de efecto invernadero—, Europa
se ha comprometido a reducir las emisiones en un 8% por
debajo de los niveles de 1990 hasta 2012. Sin embargo,
hasta el momento las emisiones de la UE siguen aumentando.
Los Gobiernos europeos deben tener un papel de vital
importancia haciendo respetar estrictos límites de emisiones bajo el Sistema Europeo de Comercio de Emisiones.
El esquema —conocido como ETS— ha puesto límites al
CO2 en las chimeneas de las centrales eléctricas y otras
grandes empresas. Las centrales que excedan sus límites
sufrirán penalizaciones debiendo comprar los permisos no
utilizados de contaminación a compañías más limpias.
Los próximos 20 años suponen para Europa una oportunidad histórica para reducir drásticamente las tasas de
emisión del sector eléctrico. A lo largo de ese período, la
mayoría de las centrales eléctricas de carbón más contaminantes de Europa serán cerradas. Si son sustituidas por
nuevas plantas de carbón, el continente se verá envuelto por altos niveles de contaminación de CO2 durante las
próximas décadas, será incapaz de alcanzar los objetivos
del Protocolo de Kioto y de detener el peligroso cambio
climático.
Sin embargo, si las actuales plantas de carbón son sustituidas por alternativas limpias (por ejemplo eligiendo energías altamente eficientes de gas natural, eólica, biomasa,
hidráulica y solar) Europa liderará el mundo hacia una
economía baja en carbono y el planeta podría evitar los
peligrosos efectos del cada vez más rápido e inesperado
cambio climático.
La campaña ¡Cambia de Energía! de WWF/Adena insta a
las empresas eléctricas a que hagan el vital cambio a combustibles más limpios y menos contaminantes.
Bajo el mismo escenario, es posible que Holanda sea el siguiente país que sufra el mayor aumento en la frecuencia e
intensidad de las tormentas. No sólo habrá más tormentas
severas de invierno, sino que éstas también podrán hacerse
más fuertes y producir mayores daños económicos. Las velocidades máximas del viento podrían verse aumentadas
hasta en un 15%. Estudios previos han demostrado que un
simple aumento del 6% en las velocidades de los vientos de
tormenta en Holanda podría aumentar la media anual de
daños unas cinco veces (unos 100 millones de euros).
Es posible que Francia sea el país que sufrirá el tercer mayor aumento en la frecuencia e intensidad de las tormentas.
Se espera que el mayor aumento se concentre en la parte
norte del país. Podrán ocurrir entre 5 y 10 tormentas severas de invierno más en un período de 30 años y las velocidades máximas del viento podrán verse incrementadas entre un 8 y un 16%.
En los países más alejados del Atlántico Norte, posiblemente el aumento de las tormentas será bastante menor. No
se puede identificar una tendencia clara de aumento en el
número de tormentas severas de invierno para países como
Alemania, Polonia o España en conjunto. Sin embargo, algunas evidencias demuestran que el noroeste de Alemania
y el norte de Polonia podrán ver incrementado el número
de días con velocidades del viento extremadamente altas
hasta en un 50% y aumentadas las velocidades máximas
del viento en un 10-15% hacia el final del siglo. También se
espera que la costa norte de España experimente un aumento de hasta un 10% en el número de días extremadamente
ventosos, mientras que las velocidades máximas del viento
podrían verse incrementadas entre un 2 y un 4%. Sin embargo, las costas del Mediterráneo de España e Italia más
protegidas no parece que vayan a sufrir incremento alguno
en la actividad tormentosa de invierno.
Nadie podrá escapar a los efectos del cambio climático.
Aún en las regiones lejanas a la destrucción de las tormentas severas de invierno del Atlántico, lluvias más fuertes,
inviernos más cálidos y la disminución de la cantidad de
nieve obligarán a los habitantes de Europa a enfrentarse
con el cambio climático y lidiar con sus consecuencias. Necesitamos reducir significativamente nuestra dependencia
de los combustibles fósiles ahora, antes de que los cambios
ocurran tan deprisa que no podamos adaptarnos a ellos. Se
pueden evitar los peores impactos si se reducen drásticamente las emisiones de CO2, especialmente en los próximos 10 a 15 años.
Reino Unido
Tormentas + 25 %
Benelux
Tormentas + 20 - 30 %
Norte de Francia
Tormentas + 10 - 20 %
Estos resultados se han obtenido del análisis utilizando el Escenario de Emisiones IPCC A2, que prevé que la concentración de CO2
alcanzará las 771 ppm hacia el año 2090 (IPCC, 2001). Esto correspondería a un calentamiento de la Tierra en unos 3-5ºC por encima de
los niveles preindustriales hacia el período 2071-2100 (New, 2005). En 2004, el observatorio Mauna Loa ha medido una concentración
de CO2 media en la atmósfera de 377 ppm.
2
Reino Unido, Holanda, Alemania, Francia, Polonia, España e Italia.
3
Las tormentas severas de invierno son los ciclones provenientes de la región noroeste del Atlántico y Europa que se encuentran entre el
95 y el 100, en una escala de intensidad creciente de 0 a 100.
4
Las velocidades de viento extremadamente altas son las velocidades de viento que exceden el umbral del percentil 99, es decir, en una
escala de intensidad creciente de 0 a 100 las que están entre el 99 y el 100.
1
Introducción
Frío y húmedo son las palabras que más se asocian con el invierno en Europa. A pesar de no
ser siempre agradables, los inviernos fríos y húmedos forman una parte esencial del ciclo
estacional: reponen la tierra reseca por un verano abrasador; hacen que los frutales entren en
un período de reposo esencial para preparar las hojas y flores de la próxima estación; y para
muchos europeos, es el momento para su deporte de invierno favorito: el esquí.
Sin embargo, lo bueno también puede transformarse en un problema. Las fuertes nevadas
que cayeron al final de 2005 han llevado una ingente cantidad de nieve en polvo a los
esquiadores de Europa, pero han dejado tirados a miles de viajeros en las carreteras de
Holanda, Inglaterra y Francia y sin electricidad a 250.000 personas en Alemania. El
durísimo invierno de 2002-2003 ha causado los peores daños de los últimos años a las
cosechas de invierno en Polonia. Daños similares han tenido que soportar los agricultores
rusos en 2006 cuando una ola de frío y nieve extrema ha barrido el país en enero. El mismo
frente frío siguió por el este, centro y hasta el sur de Europa, dejando un centenar de
víctimas mortales a su paso y provocando el caos en el tráfico desde Grecia hasta España.
Otro fenómeno común en invierno, aunque raro, las tormentas severas de invierno, pueden
también sembrar mucha confusión. A día de hoy, y según las entidades aseguradoras, el
primer puesto de las mayores pérdidas económicas en Europa aún pertenece a las tormentas
de invierno Daria, Lothar y Vivian, que azotaron el centro y oeste de Europa en los años 90
(Swiss Re, 2005) y dejaron a su paso más de 12.000 millones de euros en pérdidas y cerca de
300 muertes en nueve países.
Es verdad que esos eventos extremos son intensos pero raros y se pueden considerar como
parte de la inestabilidad natural del clima de la Tierra. Sin embargo, desde principios del
siglo XIX los humanos estamos emitiendo grandes cantidades de CO2 a la atmósfera
consecuencia de la quema cada vez mayor de combustibles fósiles. Este CO2 actúa como una
sábana sobre la Tierra, atrapando más calor del sol y aumentando la temperatura del planeta.
La temperatura es sólo un eslabón de la cadena que forma el complejo sistema climático de
la Tierra. Al emitir CO2 a la atmósfera estamos perturbando los límites de la variabilidad
natural del clima de la Tierra.
Los científicos que se dedican a estudiar el clima de la Tierra prevén que los inviernos en
Europa podrán hacerse más húmedos, cálidos y tormentosos si el planeta sigue calentándose.
Algunos de estos cambios, como pueden ser las temperaturas más cálidas y lluvias más
copiosas, se están observando ya y otros como el aumento de las tormentas severas de
invierno por todo el oeste de Europa ya se pueden observar parcialmente (Alexander et al.,
2005; Smits et al., 2005; Pirazzoli et al., 2004). Con el continuo crecimiento de la densidad
demográfica y riqueza en Europa, y el incremento de la frecuencia e intensidad de los
eventos extremos, el coste del cambio climático seguirá aumentando inexorablemente.
El invierno actual en Europa
El tiempo es uno de los temas de conversación favorito de los europeos. Presenta muchas
variaciones y sorpresas cada día y cada año. Algunas de estas variaciones son parte del ciclo
natural. Por ejemplo, los científicos saben que hay un ciclo natural, conocido como
Oscilación del Atlántico Norte, que trae períodos alternativos de inviernos fríos o cálidos y
húmedos a Europa cada 10 años, más o menos. Sin embargo, los científicos están
continuamente encontrando tendencias en nuestro clima que no se pueden explicar a través
de los ciclos naturales y que sólo se pueden entender por el cambio climático inducido por el
hombre. Por ejemplo, los inviernos del siglo XX han sido los más cálidos de los últimos
cinco siglos (Luterbacher et al., 2004). El año 2005 ha sido el más cálido de todos los
tiempos en el hemisferio norte desde que empezaron los registros (Dpto. Meteorología del
Reino Unido, 2005). Los recientes inviernos cálidos (1976-1999) incluyen tanto un aumento
en la cantidad de días cálidos como de días fríos; un fenómeno indicador de que el invierno
está, cada vez más, siendo dominado por oscilaciones extremas (Klein Tank et al., 2002).
Los inviernos se han hecho más húmedos: no sólo hay más precipitaciones de invierno
(principalmente lluvia) que antes, sino que se presentan en episodios más intensos,
especialmente en el centro de Europa, el Reino Unido y la península Escandinava (Haylock
and Goodness, 2004) con el resultado de inundaciones en algunas zonas.
Sin embargo, más precipitaciones de invierno no significan necesariamente más nieve. En los
Alpes Suizos el espesor de nieve y la duración de la estación de nieve han disminuido a lo
largo del siglo XX. En altitudes por debajo de los 1.000 m el nivel de nieve ha disminuido
entre un 30 y un 50% desde mitad de siglo y las precipitaciones intensas son cada vez más en
forma de lluvia en lugar de nieve (Laternser and Schneebeli, 2003).
Hasta ahora, no se ha observado un aumento similar en los temporales severos de invierno en
el continente (Bärring y von Storch, 2004; Lozano et al., 2004), aunque se hayan observado
aumentos en el Reino Unido (Alexander et al., 2005). Sin embargo, los temporales severos de
invierno siguen siendo la causa de cerca del 70% de todas las pérdidas aseguradas en
Europa, costando una media de más de 2.000 millones de euros en pérdidas económicas al
año (Munich Re, 2000; Climate Risk Management ltd., 2005).
Reino Unido
Situado entre el mar del Norte y el noroeste del Atlántico,
el Reino Unido conoce muy bien las tormentas que vienen
del Atlántico. Desde 1987, los temporales han costado
cerca de 5.000 millones de euros en seguros por pérdidas
y más de 150 muertos en el país (ABI, 2003).
Entre los países analizados, el Reino Unido es, posiblemente, el que verá un aumento más drástico de las actividades tormentosas si las emisiones de CO2 siguen
aumentando descontroladamente. Tres de los cuatro modelos de clima investigados demuestran que el número de
tormentas severas de invierno podría incrementarse hasta
un 25% hacia el final del siglo, traduciéndose en un aumento de hasta cerca de 10 tormentas más a lo largo de
un período de 30 años entre 2071-2100. Es posible que
las velocidades máximas del viento aumenten entre un 8
y un 16%.
Las tormentas severas de invierno que azotaron el país
entre 1987 y 1998 han costado, cada una, entre 200 millones y más de 2.000 millones de euros (ABI, 2003; Munich
Re, 2002). Como en el caso de la serie de tormentas de
1990, el aumento de un 15% en la velocidad del viento podría llevar hasta un 50% más de viviendas damnificadas
(Munich Re, 2002).
Es posible que Escocia e Irlanda se enfrenten a los mayores
aumentos de la actividad tormentosa con el cambio climático (Leckebusch et al., 2006), una tendencia ya visible a
lo largo de los últimos 50 años (Alexander et al., 2005). La
Asociación Británica de Aseguradoras (ABI, 2003) estima
que Londres, seguida por Birmingham y Swansea, serán
posiblemente las ciudades con mayor riesgo de daños a la
propiedad causados por futuras tormentas de viento.
El Reino Unido y sus emisiones
Este país es el segundo mayor emisor de gases de
efecto invernadero de la Unión Europea después de
Alemania. A lo largo de los últimos 15 años, el país ha
reducido sus emisiones en más de un 13% con respecto a los niveles de 1990. Sin embargo, más de la
mitad de la electricidad consumida en el Reino Unido
todavía es generada por plantas de energía movidas
por combustibles fósiles sucios. Son 100 plantas de
energía que producen el 85% de los gases de efecto
invernadero emitidos por el país.
¿Cómo podría cambiar el invierno
en Europa?
Tormentas más caras
Las tormentas de invierno en Europa serán cada vez más caras
si las emisiones de CO2 siguen aumentando de forma
incontrolada. Una atmósfera más cálida puede aportar más
energía a la fuerza de las tormentas en latitudes medias y,
como resultado, las tormentas de invierno podrían hacerse más
intensas y más frecuentes, especialmente en el oeste y centro
de Europa (Leckebusch and Ulbrich, 2004; Leckebusch et al.,
2006, y cuadros5).
Bajo este escenario, la cantidad de tormentas severas de
invierno podría incrementarse hasta un 25%, traduciéndose en
cerca de 10 tormentas más a lo largo de un período de 30 años
hacia finales del siglo XXI. Las velocidades máximas de
viento también se incrementarían hasta un 15%, aumentando
la probabilidad de mayores pérdidas económicas. Por ejemplo,
en Holanda se ha demostrado que un simple aumento del 6%
en las velocidades de viento aumentaría hasta 5 veces la media
anual de daños, es decir, 100 millones de euros más. Los
países más azotados parecen ser aquellos que se encuentran a
orillas del mar del Norte: Reino Unido, Holanda y Francia. Las
regiones más alejadas del Atlántico Norte, como el norte de
Polonia, noroeste de Alemania y España, sentirán el efecto de
la mayor actividad tormentosa del Atlántico Norte una vez que
el número de días extremadamente ventosos y las velocidades
máximas del viento vayan aumentando. Por otro lado, las
costas del Mediterráneo de España e Italia más protegidas no
parece que vayan a sufrir incremento alguno en la actividad
tormentosa de invierno.
5
En las páginas siguientes presentamos un análisis más detallado de los resultados
de Leckebusch and Ulbrich (2004) and Leckebusch et al. (2006, en prensa) para
que se puedan comparar los cambios de la actividad tormentosa en los países del
centro y oeste de Europa bajo el cambio climático. Los resultados de Leckebusch
and Ulbrich (2004) and Leckebusch et al. (2006, en prensa) producidos dentro del
marco del proyecto Modelos de Impactos del Cambio Climático en Europa (MICE,
proyecto n° EVK2-2001-00118; http://www.cru.uea.ac.uk/cru/projects/mice/)
cuyo objetivo era el estudio del impacto de climas extremos. Estos estudios
examinaron los resultados de cuatro modelos de clima global, cuatro modelos
de clima regional y un escenario de emisiones (SRES A2). El escenario SRES
A2 describe un mundo donde la población global aumenta continuamente y las
concentraciones de CO2 en la atmósfera son proyectadas para alcanzar 771 ppm
hacia el año 2090, un nivel que haría superar el peligroso umbral de 2ºC definido
por WWF y el Parlamento Europeo. Las tormentas extra-tropicales han sido
identificadas utilizando algoritmos de seguimiento determinados.
Para más información sobre la metodología y el listado de referencias del estudio,
visite www.wwf.es
Holanda
Francia
En Holanda, el total de daños ocasionados por la tormenta Daria en 1990 alcanzó más de 1.000 millones de euros
(Dorland et al., 1999).
Tres de los cuatro modelos de clima demuestran que el
número de tormentas severas podría aumentar hasta un
20-30% hacia el final del siglo si las emisiones de CO2
continúan aumentando descontroladamente. Esto se traduce en hasta cerca de 10 tormentas más, pasarían de 30
a 40 al año, a lo largo del período 2071-2100. Las velocidades máximas de viento podrían aumentar entre un 2 y
un 16%. Un simple aumento del 6% de las velocidades de
las tormentas de viento ya podrían hacer aumentar la media anual de daños en un 500% (Dorland et al., 1999). Incluso pequeños aumentos en la duración de la tormentas
y de las velocidades máximas del viento han demostrado
llevar a aumentos significativos de la fuerza máxima de las
tormentas en Roterdam y Dordrecht (Jacobs et al., 2000).
El nivel del mar podría subir una media de 60 cm en este
siglo (VROM, 2005; IPCC, 2001). Además, el número de
eventos de tormentas severas podría sufrir un incremento
del 50-100% hacia finales de siglo (Woth et al., 2005). Los
efectos combinados de ambos fenómenos colocan a la
costa holandesa en todavía mayor riesgo de sufrir inundaciones.
Se espera que el cambio climático también aumente las
lluvias de invierno en un 10%, acompañadas de un posible aumento de un 40% en la descarga de los ríos (VROM,
2005). Un aumento del 50% en las precipitaciones de invierno y un incremento de 2ºC en la temperatura podrían
hacer aumentar la media anual de daños de las inundaciones en el sur del valle del Limburg Meuse de 4,5 a 10 millones de euros (Tol, 2001).
Francia se ha enfrentado a una mayor cantidad de tormentas de invierno destructivas al final del siglo XX. Las tormentas Herta y Daria en 1990, y Lothar y Martin en 1999
dejaron a su paso más de 8.000 millones de euros de pérdidas aseguradas (Munich Re, 2002).
La mayoría de las tormentas del Atlántico cruzan Francia
de oeste a este, sembrando la destrucción en el norte del
país. De continuar las emisiones de CO2 de forma descontrolada, es posible que este patrón persista y cada vez con
más fuerza. Entre los países analizados, probablemente
Francia sea uno de los que tengan que enfrentarse al mayor incremento de las actividades tormentosas. Tres de los
cuatro modelos de clima investigados demuestran que el
número de tormentas severas de invierno podría verse incrementado en un 10-20% hacia el final del siglo. Las velocidades máximas del viento podrían verse aumentadas
en torno a un 16%.
Las tormentas de invierno que azotaron el país entre 1990
y 1999 han costado cada una entre 100 millones y más de
4.000 millones de euros (Munich Re, 2002). Después de la
serie de tormentas de 1999, la Federación Francesa de
Compañías de Seguros ha estimado que el cambio climático podría hacer aumentar las indemnizaciones pagadas
por los seguros en un 20% a lo largo de los próximos 50
años, traduciéndose en un coste adicional de entre 5 y
15.000 millones de euros a las aseguradoras y sus clientes
(MIES, 2001).
Holanda y sus emisiones
Las emisiones holandesas han sufrido un aumento del
12% entre 1990 y 2003. En 2003, menos del 5% de la
electricidad del país ha sido generada a partir de recursos renovables (Klein et al., 2005). Y no parece que
la situación vaya a cambiar: en las previsiones hasta
2020, el Gobierno holandés espera que el consumo de
energía siga aumentando mientras que las energías
renovables apenas jugarán un modesto papel (Van Dril
and Elzenga, 2005).
Mayores riesgos para los europeos
La experiencia de las aseguradoras demuestra que hasta
pequeños cambios (menos del 10%) en la severidad de los
eventos pueden generar altos incrementos en los daños
(Innovest Strategic Value Advisors, 2002). Se espera que
un aumento del 20% en la frecuencia de las tormentas más
fuertes, previsto como consecuencia del cambio climático
hacia finales de siglo si no se reducen las emisiones de
CO2, hará aumentar las pérdidas financieras asociadas en
más de 600 millones de euros al año (Climate Risk
Management ltd., 2005).
No sólo los valores financieros están en juego. Tormentas
severas de invierno más frecuentes y otros eventos de
climas extremos también supondrían un mayor riesgo para
la seguridad del ser humano, sobre todo para aquellos que
viven en las zonas más vulnerables, como regiones
costeras y cuencas de los ríos.
Francia y sus emisiones
Es el cuarto mayor emisor de gases de efecto invernadero de la Unión Europea, contribuyendo con cerca del
12% a las emisiones totales de la Unión. El habitante
medio francés consume el equivalente a 4,4 toneladas
de petróleo de energía al año (un 20% por encima de la
media europea y cerca del 300% por encima de la media mundial). Sin embargo, debido a una mayor presencia nuclear en el sector de la energía, las emisiones
de CO2 per capita y por Producto Interior Bruto están
por debajo de la media europea. En 2003, sólo un 13,5%
de la producción de electricidad francesa provino de
fuentes renovables, compuesta sobre todo de energía
hidroeléctrica.
Alemania
En 1999, la tormenta Lothar trajo pérdidas cercanas a los
300 millones de m3 de madera en la provincia de BadenWürttemberg. Las tormentas Anatol y Lothar de 1999 han
costado al país 750 millones de euros en seguros por las
pérdidas (Munich Re, 2002).
En el interior del continente europeo, Alemania sufre menos la influencia de las tormentas del Atlántico que sus
vecinos del oeste y norte. No se puede identificar ninguna
tendencia clara en cuanto al número de tormentas severas
en el conjunto de Alemania. Sin embargo, dos de los cuatro modelos de clima investigados demuestran que las regiones del noroeste del país podrían esperar un aumento
de hasta un 50% en el número de días con velocidades de
viento extremadamente altas y un aumento de hasta un
10% en las velocidades máximas del viento; todo ello si
las emisiones de CO2 siguen aumentando sin control. Otra
consecuencia del cambio climático podría ser una elevación súbita del nivel de las aguas y el número de eventos
de marejada. Hacia el final del siglo, el número de eventos
de elevación súbita del nivel de las aguas a lo largo de la
costa sur del mar del Norte se podría incrementar entre un
50 y un 100% (Woth et al., 2005). Esto supondrá la necesidad de fortalecer las defensas costeras alrededor de
importantes puertos marítimos, como Hamburgo y Bremerhaven, y destinos turísticos populares como la Isla de
Sylt.
Alemania y sus emisiones
Ha reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero en aproximadamente una quinta parte desde
1990. Alrededor de la mitad de estas reducciones proviene del declive económico de Alemania del Este a
principios de los 90. La actitud de Alemania en relación
al Sistema de Comercio de Emisiones es totalmente
insuficiente: el Gobierno apenas ofrece incentivos a
las actuales centrales eléctricas para reducir sus emisiones o para sustituir sus instalaciones actuales por
otras con niveles de emisión más bajos (Matthes et al.,
2005). Si los incentivos no se definen correctamente,
los ambiciosos objetivos para el futuro del clima no
podrán ser alcanzados.
¿Menos gastos en calefacción y menos cerezas?
Si las emisiones de CO2 siguen aumentando sin control, el cambio climático acortará la
estación fría, disminuyendo el número de días con temperaturas bajo 0ºC hasta 120 días al
año en Europa hacia el final del siglo XXI (MICE, 2005). A primera vista esto puede sonar
como una buena noticia, presagiando menos gasto en calefacción y menos problemas de
salud relacionados con el frío. Sin embargo, muchos cereales y frutales, como cerezas y
manzanas, necesitan una cierta cantidad de frío para completar su desarrollo. Los inviernos
inusualmente templados ya han llevado a una disminución de las cosechas de grosella en el
Reino Unido. Además, las plagas y enfermedades podrían tener mejores oportunidades de
sobrevivir a inviernos más cálidos y propagarse con mayor rapidez durante las primaveras
más cálidas (Bisgrove and Radley, 2002). En el Mediterráneo, las temperaturas más cálidas
a lo largo del año también podrían hacer que las cosechas de invierno tengan una estación
de crecimiento más corta (MICE, 2005).
➜ En definitiva, los inviernos más cálidos no son necesariamente buenas noticias.
¿Inviernos más húmedos …
Las temperaturas más cálidas suponen más precipitaciones de lluvia o nieve en el norte y
centro de Europa. Si no se reducen las emisiones, los científicos prevén que las
precipitaciones invernales sobre el centro y norte de Europa aumentarán un 20-60% hacia el
final de este siglo (Räisänen et al., 2004). Una gran proporción de estas precipitaciones se
presentará en forma de episodios de fuertes lluvias, que saturarán el suelo y aumentarán los
riesgos de inundaciones (MICE, 2005). Fuertes lluvias combinadas con el derretimiento de
la nieve en enero de 2003 ocasionaron inundaciones que obligaron a desplazar a cerca de
1.500 personas en Alemania, Bélgica, Francia y Portugal. Se espera que eventos de
inundaciones de invierno y primavera similares se repitan cada vez más en toda Europa,
especialmente en las cuencas de los ríos Rhin, Rhone, Main y Neckar (SAEFL, 2005;
Zebisch et al., 2005; MIES, 2001).
Polonia
Polonia está situada muy lejos del Atlántico. Sin embargo,
tiene una línea costera de cerca de 500 km a lo largo del
Mar Báltico y por lo tanto se ve afectada por las tormentas de invierno que cruzan el sur de de la península Escandinava, como la tormenta Edwin que recorrió Dinamarca y el sur de Suecia a más de 180 km/h en enero de
2005.
Los cuatro modelos de clima investigados demuestran
que el número de tormentas a través del sur de la península Escandinava podría aumentar entre un 6 y un 25% si
las emisiones de CO2 siguen aumentando sin control.
Esto llevará directamente a un aumento en la frecuencia e
intensidad de los vientos en el norte de Polonia, suponiendo un incremento de un 25-50% en el número de días
con velocidades de viento extremadamente altas, acompañados de un aumento de hasta un 16% en las velocidades máximas de viento.
Polonia y sus emsiones
Las emisiones de gases de efecto invernadero polacas
han disminuido por encima del 30% entre 1988 y 2003
debido, principalmente, a la reducción de la producción de electricidad por carbón y a su transformación
económica. No obstante, alrededor del 95% de las
centrales eléctricas del país aún operan con combustibles fósiles, principalmente carbón y lignito. Además,
las políticas gubernamentales para el Sistema de Comercio de Emisiones ofrecen pocos incentivos que estimulen las reducciones de las emisiones de gases de
efecto invernadero en el sector de la electricidad (Matthes et al., 2005).
… pero menos esquí?
Más precipitaciones de invierno no significan
necesariamente más nieve en las montañas. Se espera que
las temperaturas más cálidas hagan que las precipitaciones
caigan en forma de lluvia en lugar de nieve y reduzcan la
duración de la estación de nieve, especialmente en las cotas
más bajas. Se espera que el espesor de la nieve de los Alpes
disminuya entre un 20 y un 30% a lo largo de los próximos
15 años, a menos que se reduzcan drásticamente las
emisiones de CO2 (MICE, 2005). El cambio climático
podría hacer que el límite de las nieves perpetuas suba hasta
100 m por década (MICE, 2005). En Francia, por ejemplo,
más de dos tercios de las pistas de esquí se encuentran
parcial o completamente bajo los 1.500 m. Si todos los
demás factores de influencia permanecen iguales, las pistas
de esquí en altitudes más bajas — muchas de ellas son
pequeños negocios familiares— tendrán que cerrarse
debido a la falta de nieve (Céron and Dubois, 2005; Elsasser
and Bürki, 2002). Una vez que la nieve disponible esté cada
vez a más altitud, las pistas de esquí tendrán que
desplazarse a cotas de nieve más altas, aumentando la
presión sobre los sensibles ecosistemas de los altos Alpes y
otras cordilleras europeas.
España
Italia
España tiene cerca de 8.000 km de costa (incluyendo las
Islas Canarias y las Islas Baleares). La mitad de ellas se
localizan a lo largo del Atlántico y el resto bordean el Mediterráneo. Comparada con sus vecinos del norte, a España le afectarán menos las tormentas de invierno del
Atlántico. Sin embargo, es posible que una mayor actividad tormentosa causada por el cambio climático en el
Atlántico adyacente conlleve a un aumento en la intensidad de los vientos en algunas partes del país hacia el final
del siglo. Las velocidades máximas del viento podrán sufrir un aumento del 2-4% en el noroeste de España hacia
el final del siglo, mientras que en Galicia el número de
días con velocidades de viento extremadamente altas
podría aumentar hasta en un 10%.
Otro tipo de tormenta ha aparecido en la península Ibérica en 2005: el primer huracán de Europa, el Vince, que
llegó a la costa sudoeste de España en octubre. Ha sido
una tormenta tropical que se formó, como nunca antes
había sucedido, en la parte más alejada del noroeste del
Atlántico y se desarrolló en aguas que se pensaba eran
demasiado frías para ser capaces de originar una tormenta tropical. Después del huracán Vince, la tormenta
tropical Delta azotó las Islas Canarias y Madeira en noviembre de 2005, dejando a su paso serios daños, apagones y muertes. Sin embargo, los científicos aún no
pueden afirmar si existe una relación entre estas tormentas inusuales y el cambio climático.
Italia ocupa una localización privilegiada en la región central del Mediterráneo. Lejos del océano Atlántico, raramente es visitada por las tormentas de invierno del Atlántico y es posible que continúe así dentro de un mundo
más cálido. Sin embargo, los ciclones generados en el
golfo de Génova son acontecimientos comunes en esta
parte del mundo. Se pueden formar en cualquier época
del año y se caracterizan por presentar vientos con altas
velocidades pudiendo causar impactos perjudiciales a
las infraestructuras y al medio natural. La relación entre el
calentamiento global y los ciclones de Génova no se
comprende todavía demasiado bien. Mientras que existen evidencias, pocas, sugiriendo una reducción en el número de estas tormentas bajo los efectos del cambio climático, otros estudios también indican que esa reducción
puede venir acompañada por un aumento en la gravedad
de dichas tormentas (Anagnostopoulou et al., 2006).
La incertidumbre sobre el futuro de la actividad tormentosa no significa que Italia, siendo el tercer mayor emisor de
gases de efecto invernadero de la Unión Europea, no será
alcanzada por el cambio climático. En las montañas italianas, la mitad de los pueblos preparados para los deportes de invierno se encuentran por debajo de los 1.300
m. Un aumento de 1ºC en la temperatura en diciembre
podría conllevar una disminución de cerca de 30 reservas
por noche durante el mes de enero sólo en la región alpina, causando un gran impacto en la economía de estos
pequeños pueblos (MATT, 2002).
España y sus emisiones
El reciente record de nuestro país en la emisión de
gases de efecto invernadero es uno de los peores de
la Unión Europea. Entre 1990 y 2004, las emisiones
aumentaron más del 45% lo que representa casi una
décima parte de todas las emisiones de la UE. En
2002, los países de la UE acordaron reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y establecieron los objetivos a alcanzar hasta 2010. España está
lejos de cumplirlo, según las tendencias actuales, y
se prevé estará emitiendo un tercio más de gases de
efecto invernadero de lo que debería en 2010.
Italia y sus emisiones
Entre 1990 y 2003, las emisiones de gases de efecto
invernadero han sufrido un incremento de más del
11%. Al igual que España, Italia está lejos de cumplir
sus objetivos de reducción de emisiones establecidos
para 2010. Las políticas del país respecto al Sistema
de Comercio de Emisiones tampoco están siendo de
mucha ayuda. Favorecen fuertemente las centrales
eléctricas de carbón y ofrecen muy pocos incentivos
para construir o utilizar otras instalaciones que produzcan menos emisiones.
Acción: la campaña ¡Cambia de Energía!
➜ La única solución al problema del calentamiento global es reducir drástica y
urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente el
CO2. Una de las formas más efectivas de hacerlo es sustituir las centrales
eléctricas de carbón por alternativas limpias, eficientes y renovables, como la
energía solar, eólica, mini-hidráulica, biomasa y, sólo como transición a un
modelo 100% renovable, utilizar gas natural.
➜ El objetivo de la campaña ¡Cambia de Energía! es pedir a los Gobiernos que
frenen las emisiones de CO2 de las centrales eléctricas y forzar un cambio a
energías limpias y más eficientes.
➜ Los Gobiernos europeos tienen un papel de vital importancia para reducir los
derechos de emisión asignados a las empresas. El Sistema Europeo de
Comercio de Emisiones ha puesto límites al CO2 de las chimeneas de las
centrales eléctricas y la industria. Las empresas que excedan sus límites
deberán comprar derechos de emisión no utilizados por parte de las compañías
más limpias.
➜ Límites de emisiones más estrictos combinados con incentivos financieros más
robustos para invertir en tecnologías más limpias y eficientes transformarían el
sector eléctrico, reduciendo las emisiones de CO2.
➜ El Sistema Europeo de Comercio de Emisiones empezó en enero de 2005 con
unos límites de emisión de CO2 muy permisivos. Sin embargo, a lo largo del
primer semestre de 2006 será revisado, y es una oportunidad para que los
Estados limiten más drásticamente las emisiones de CO2 que permiten a la
industria, para que éstas contribuyan en justa medida a alcanzar los
compromisos del Protocolo de Kioto.
➜ Europa tiene la palabra: o decide detener drásticamente las emisiones de CO2 y
se compromete con los objetivos de Kioto, o sigue contaminando y poniendo en
riesgo al ser humano y a la naturaleza.
¡Actúa ya!
Únete a la campaña ¡Cambia de Energía!
y ayuda a WWF a luchar por límites de
contaminación más estrictos.
Participa en la ciberacción pidiendo a la
Ministra de Medio Ambiente que reduzca
los derechos de emisión a la industria.
Entra en:
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cambioclimatico/
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Tel.: 91 354 05 78. Fax: 91 365 63 36
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Textos: Gregor Leckebusch y Tina Tin
Diseño original: Katja Grubitzsch
Coordinación versión española: Mar Asunción y Sonia Cervelló
Edición: Jorge Bartolomé e Isaac Vega
Traducción: Jacqueline Gómez
Diseño corporativo: www.grubitzsch.de
Adaptación gráfica de la versión española: Amalia Maroto
Marzo 2006
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los créditos y el editor o propietario del copyright.
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Michel GUNTHER, Andrew KERR, Michèle DEPRAZ
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WWF trabaja por un planeta vivo y su misión es detener la degradación
ambiental de la Tierra y construir un futuro en el que el ser humano viva
en armonía con la naturaleza:
Para más información:
Mar Asunción. Responsable del Programa de Cambio Climático
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Sonia Cervelló. Comunicación Cambio Climático
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– Conservando la diversidad biológica mundial
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sostenible
– Promoviendo la reducción de la contaminación y del consumo
desmedido