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PERFIL DE UN PSICÓPATA
En 1995, en cinco ataques coordinados, se liberó gas sarín en varias líneas del
Metro de Tokio. Como resultado, trece personas fallecieron y cerca de unas mil
resultaron heridas. Fue el ataque más serio ocurrido en Japón desde el fin de la
Segunda Guerra Mundial, y los responsables, miembros de una secta que predecía el
fin del mundo, sólo seguían irracionalmente la palabra de un hombre: Shoko Asahara.
El registro del grupo Aum Shinrikyo (“La verdad suprema”) comenzó en el 1987,
cuando las autoridades aún se mostraban reacias a concederle el estatus de
organización religiosa. Aum era una mezcla de hinduismo, yoga, vago misticismo y
adoración del líder, un Shoko Asahara capaz de manipular sin remordimientos a sus
fieles adeptos, induciéndoles a donar todas sus posesiones y con prácticas tales como
llevar una máscara con su cara, beber té hecho con su cabello o cocinar con el agua
sobrante de su baño.
La secta Aum, con más de cinco mil seguidores, comenzó a construir
instalaciones y a dirigir negocios para generar dinero en metálico, así como empresas
falsas que le servían de tapadera para acumular toneladas de productos químicos
aparentemente destinados a actividades agrícolas. Al parecer la secta actuó, en
general, dentro de los límites de la ley, hasta que Asahara creó un gobierno en la
sombra dentro de la organización, preparándose para un supuesto Apocalipsis que
preveía para 1997, después de una guerra nuclear entre Japón y Estados Unidos.
Shoko Asahara y los seguidores de Aum Shinrikyo.
En las instalaciones de Aum se inició entonces la producción de gas sarín,
creado por los científicos nazis en la Segunda Guerra Mundial, para ser depositado el
20 de marzo de 1995 en las cinco líneas del metro de Tokio. Al día siguiente, la policía
asaltó los locales de Aum y encontraron pruebas de la elaboración de dicho gas, así
como maquinaria capaz de fabricar modelos del fusil de asalto ruso AK-47, productos
insólitos de una secta budista no violenta.
La Separata. Abril de 2016. ISSN: 2444-7668
El investigador Robert K. Ressler, analista criminal del FBI en la Unidad de
Ciencias del Comportamiento, visitó Japón en los días posteriores al escándalo de la
secta, reconociendo que el ataque fue fundamentalmente una acción terrorista,
destinado a causar un efecto en los observadores. Ressler, fue el creador del perfil
criminal, descrito como la construcción de un mapa de la mente del asesino a través de
aquellas características que permiten establecer unos patrones de conducta y conocer
por qué y hasta dónde es capaz de llegar un asesino.
Ressler distingue entre asesinos organizados y no organizados. Los primeros,
muestran cierta lógica en lo que hacen, sin sufrir trastornos mentales, planificando sus
asesinatos, premeditados y nada espontáneos, suelen tener inteligencia normal o
superior, eligen a sus víctimas y las personalizan para que exista una relación
interpersonal. Los segundos, los no organizados, no usan la lógica, suelen presentar
trastornos mentales que se relacionan con sus actos, actúan espontáneamente y con
una mayor carga de violencia y saña.
En muchas ocasiones, no existen los asesinos organizados o desorganizados
puros, si no que se trata de una mezcla de ambos, como en el caso de Asahara. En
estos casos, hay que tener en cuenta que existen numerosos factores procedentes del
entorno que influyen de manera directa en la creación del perfil, desde la infancia del
sujeto hasta su consolidación como criminal, así como elementos psicológicos que
predisponen a un individuo a ser fanático o verse involucrado en una secta.
Según Beatriz de los Ríos (2014), entre ellos destacan los problemas
emocionales relacionados con un alto nivel de neurosis y baja autoestima, la tristeza
crónica, el sentimiento de fracaso por metas no alcanzadas, las relaciones parentales e
interpersonales insatisfactorias, tener una personalidad límite o dependiente y, por
supuesto, aquellos factores vinculados a la esquizofrenia. Del mismo modo, la
aparición de episodios psicóticos agudos, estados de trance histérico, alucinaciones
sensoriales, estados de desesperación y de ansiedad, se han visto como
complicaciones psiquiátricas de la militancia sectaria.
Jim Jones y los seguidores de su secta, protagonistas de un suicidio colectivo de más de 900 personas.
La Separata. Abril de 2016. ISSN: 2444-7668
Los líderes de sectas, surgen a partir de una patología particular que puede
llegar a identificarse en la gran mayoría de ellos y que se conforma a partir de una
serie de elementos fundamentales:
-
La megalomanía: un estado psicopatológico caracterizado por delirios de
riqueza, poder u omnipotencia, asociado a delirios de grandeza y a una
obsesión compulsiva por tener el control de todo.
-
El delirio místico: la creencia de ser un ente especial, un ángel, un
extraterrestre, una deidad o un enviado divino, incluyendo la creencia de
recibir o canalizar “mensajes” de estos entes.
-
El delirio de influencia: la supuesta capacidad para “salvar” a quienes no
recibieron o no entendieron el “mensaje”.
A través de estas capacidades, así como de la debilidad psicológica de sus
adeptos, se idealiza la figura del líder, cargada de omnipotencia y autoridad, al mismo
tiempo que se potencia una infravaloración de sí mismos que sólo podrán superar si
pertenecen al grupo y siguen sus pasos obcecadamente. Una vez que la persona se ha
identificado y ha interiorizado las normas del grupo al que ahora pertenece, la actitud
pasa a ser activa y la obediencia se torna creativa, entusiasta. Se genera entonces una
sensación de superioridad sobre el resto de personas que no conocen la "verdad".
Por lo tanto, si unimos la capacidad manipuladora de los sujetos con este tipo
de patología, a la maleabilidad de la mente de cualquier sujeto (véase artículo
http://www.laseparata.com/la-maleabilidad-de-la-mente-humana/), pueden surgir
movimientos tan peligrosos como las sectas, los fanáticos religiosos o los grupos
terroristas. Ya lo dijo Voltaire, cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la
enfermedad es casi incurable. Las leyes y la religión, en vez de ser para las costumbres
humanas un alimento saludable, se convierten en veneno en los cerebros infectados.
Para más información:
http://www.dailymotion.com/video/xx19fm_discovery-max-perfil-de-un-psicopata-19-lideresde-sectas_shortfilms
http://www.psicologia-online.com/articulos/2006/perfil_psicologico_criminal.shtml
Vanesa Martos es licenciada en Pedagogía por la Universidad de Granada.
La Separata. Abril de 2016. ISSN: 2444-7668