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CONSEJOS DI NO A LA PIEL AGRIETADA PROTEGE TU PIEL DEL FRÍO LAS BAJAS TEMPERATURAS QUE NOS ACECHAN ESTOS DÍAS, LA CALEFACCIÓN, EL VIENTO, LA SEQUEDAD AMBIENTAL... EN DEFINITIVA TODA UNA SERIE DE AGRESIONES QUE PONE EN JAQUE A NUESTRA PIEL. EL MEJOR REMEDIO, LA PREVENCIÓN. Por Dr. Julio Bassas Médico dermatólogo Muchas veces no entendemos por qué con el cambio de estación y la entrada del invierno nuestro cutis cambia, se vuelve tirante, áspero y seco, con tendencia a irritarse y nos pican las mejillas, la frente, la barbilla, o incluso el resto del cuerpo... ¿Qué está pasando? Pues que con el frío y el viento de la calle, la calefacción y la sequedad del interior de casas y oficinas, la hidratación natural de nuestra piel tiende a disminuir y nos alerta de ello con estos signos. En algunas personas pueden incluso aparecer o agravarse ciertos problemas más importantes como los eccemas, la psoriasis, la dermatitis atópica o la xerosis cutánea (una resequedad anormal que causa picor, descamación y enrojecimiento de la piel). EN NUESTRO DÍA A DÍA Ante esta situación ¿qué hacemos? El mejor tratamiento que podemos ofrecer a nuestra piel es la prevención y no esperar a que la situación sea grave para actuar. Así, si modifica- 36 IM mos su cuidado, podremos combatir adecuadamente las bajas temperaturas y los factores que la afectan. Algunas de las actuaciones que debemos llevar a cabo son muy sencillas y las podemos incluir fácilmente en nuestra rutina diaria. Ducha. Limita el tiempo que vas a estar bajo el agua y mantén una temperatura templada, no muy caliente. Usa un jabón suave o un aceite limpiador y olvídate de frotar demasiado y de los exfoliantes muy agresivos. Hidrata la piel después de la ducha, cuando aún esté húmeda, con un producto hidratante en forma de crema o bálsamo (y deja la leche hidratante para el verano). Si necesitas volver a hidratarte pasadas unas horas, no dudes en hacerlo. Crema hidratante. Elige una que se adapte bien a tus necesidades y recuerda que las hidratantes reducen la pérdida de agua natu- ral que se produce a través de nuestra piel. Por ello debemos buscar un producto suficientemente emoliente (pero libre de grasas, para que no aparezcan comedones) y agradable para nuestra piel, pues el uso de estos productos recupera las microfisuras de la barrera cutánea, previene la sequedad y el enrojecimiento de la piel. Recuerda que debes escoger una buena crema para tu cutis y otra para tus manos. Calefacción. En algunas casas y dependiendo del tipo de calefacción de que dispongamos, deberíamos usar un humidificador durante la noche, no sólo para nuestra piel, sino también para evitar la sequedad de las mucosas. Elementos externos. Si vas a la nieve, no te olvides la protección solar en cara, orejas y manos, el bálsamo labial y un ungüento para las fosas nasales. Ropa. Aunque en ocasiones no le demos importancia, el tipo de ropa que llevamos también es relevante. Es mejor añadir capas, a medida que las necesitemos para evitar la excesiva transpiración. Además, evitaremos el contacto directo con la lana, que puede irritar una piel sensible o agravar un eccema, así que mejor si usamos una camiseta de fibras naturales como el algodón, la seda o el lino debajo. Los guantes y un calzado adecuado a la temperatura exterior deben estar siempre a punto. Dieta. Podemos modificar nuestra dieta ligeramente aumentando el aporte de agua y otros líquidos y evitando el consumo excesivo de bebidas con cafeína o alcohol. Aunque es un tema controvertido, algunos estudios recomiendan aumentar el aporte de ácidos grasos con omega-3 y omega-6, que pueden mejorar la sequedad cutánea. Por ello, no está de más considerar tomar más pescado e incluir el aceite de onagra. Incluso puede ser una buena época para añadir un suplemento de antioxidantes en nuestra dieta. Si a pesar de estos cuidados sufrimos picor o tirantez excesiva de la piel, debemos consultar a nuestro dermatólogo. IM 37