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Puesta en escena / Labor académica
Luciano García Lorenzo
CSIC, Madrid
[email protected]
Reunirse para reflexionar sobre métodos de acercamiento al teatro clásico español, y en este caso
da igual que sea tomando a Lope de Vega como principal referencia o lo sea cualquier otro poeta
dramático, exige tener en cuenta uno de los caminos más fructíferos de los últimos años y que
estoy seguro lo seguirá siendo en el futuro inmediato o más lejano en el tiempo. Me estoy
refiriendo a todo lo que tenga que ver con la puesta en escena de los clásicos y su acercamiento
por parte del mundo que denominamos académico, es decir los profesores e investigadores de
instituciones muy diversas que, sin prescindir del texto, de la palabra, han complementado lo
escrito con el estudio de los signos que conforman el universo del teatro y que es la puesta en
escena, el montaje de las obras y la búsqueda de los receptores no solo en la lectura sino en el fin
esencial del diálogo dramático y que es su presencia en los tablados, en escenarios de mil
variantes, con hacedores de muy diversos menesteres y unos receptores plurales y diversificados.
Y al lado de esto, la proximidad también de los protagonistas del hecho escénico
(fundamentalmente directores, actores, adaptadores y, en menor medida, escenógrafos) al
universo de los especialistas situados especialmente en el campo filológico. Como ya hemos
manifestado en encuentros anteriores, y así figura en los testimonios escritos correspondientes,
esas aproximaciones e incluso la colaboración directa no ha sido fácil, pero lo que resulta
creemos indiscutible es que los resultados del inmediato pasado son muy patentes, de la misma
manera que la siembra realizada continúa dando frutos y estamos seguro que eso seguirá
sucediendo e incluso acentuándose.
Mi intención en este trabajo es muy simple: hacerme una serie de preguntas en torno al
tema para dejar constancia de su realidad y con ello que se tenga en cuenta, como ya hemos
indicado, que entre los instrumentos y metodologías de investigación planteados en este
Encuentro no podía faltar al menos una puesta a punto del que nos viene preocupando desde hace
décadas y por suerte con contribuciones de una enorme riqueza en cantidad y, por supuesto, en
calidad. Y permitidme un recuerdo un tanto bañado de añeja nostalgia: en 1978 y en las primeras
jornadas de Almagro mi intervención era diáfana y ya a través del título: «Teatro clásico y
público actual» (1978, pp. 59-70). Aquello no era más que corroborar una actitud ya
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anteriormente plasmada en trabajos consagrados al teatro más cercano en el tiempo, pero que
inmediatamente se concentró en los escritores de nuestro Siglo de Oro.
Y lo primero que estimo debemos hacer es preguntarnos por las causas que dieron lugar o
favorecieron la dedicación de los especialistas a esta zona de los estudios teatrales y no solo de la
literatura dramática. Esas causas creemos que son las siguientes:
• Muy importante fue la práctica en los estudios teatrales de la Semiología (así llegó a
nuestro país, aunque luego se impusiera el término Semiótica) y no debemos olvidar que
España fue uno de los primeros países donde esta metodología tuvo inmediatamente
seguidores en diversos campos. Por lo que se refiere al teatro, también desde muy pronto
hubo acercamientos en torno (los términos nos resultan hoy en día muy familiares) a la
polifonía de signos en las puestas en escena y también los marcados en los textos por los
propios autores; los trabajos de investigadores extranjeros, especialmente franceses e
italianos (Pavis, Ubersfeld, De Marinis…), se tuvieron muy en cuenta, de la misma manera
que otros, como Tadeusz Kowzan, servían de modelos metodológicos, bien es verdad que a
veces aplicando sus teorías de una manera un tanto mecanicista163. Más aún, no debe
olvidase que en España se publicó uno de los primerísimos libros del mundo consagrado a
los estudios semióticos teatrales, volumen que tuvimos la ocasión de coordinar el profesor
Díez Borque y yo mismo. Era el año 1975 y se albergó en aquella colección publicada por
la Editorial Planeta bajo la dirección del profesor Antonio Prieto y en la cual aparecieron
algunos de los libros más importantes de las últimas décadas en campos muy diferentes.
Aunque los trabajos que acogió el volumen se detienen cronológicamente en épocas
diversas, también el teatro del Siglo de Oro está presente en él.164
• Debemos tener en cuenta en este recuerdo de líneas de carácter metodológico a las que no
pocos estudiosos se adhirieron desde sus inicios, la sociología literaria (desde Luckas y
Goldman a Pierre Bourdieu o Michel de Certeau), con el estudio de los diversos factores
(políticos, sociales, económicos, culturales…) que para muchos eran indispensables a la
hora de acercarse al hecho teatral. Siendo más precisos, y entre otras cosas, se consideraba
o necesario o muy útil: tener en cuenta la concepción del teatro (y de la cultura) por parte
de las instituciones; el papel de esa iniciativa pública y todo lo que significa en la cadena
163
A partir de los primeros ensayos con los signos paraverbales el campo se abrió con contribuciones magníficas
en torno a ciertos aspectos; un excelente testimonio puede ser el volumen de Cuadernos de teatro clásico
coordinado por Mercedes de los Reyes y dedicado al vestuario (de los Reyes, 2000, segunda edición 2007).
164
Nos referimos al volumen titulado Semiología del teatro (1975). Su importancia dentro y fuera de España fue
considerable. No debemos olvidar que en él se ofrecían trabajos de Adrados, Castagnino, Humberto Eco,
André Helbo, Segre, Zholkovskii, entre otros estudiosos españoles y extranjeros. En la serie en que está
incluido este libro hay títulos definitivos para el mejor entendimiento de los caminos de la crítica en aquellos
años. No debe olvidarse, por supuesto, la revista Prohemio, publicada paralelamente a esas colecciones.
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teatral; el teatro privado, con muchas más aristas todavía y que ha sido injustamente
preterido; el mundo de la producción y la dirección teatral; el universo de los actores fuera
y dentro del escenario; el papel del público; la función e importancia, que cada vez fue a
menos, de la crítica, etc., etc.
• Imprescindible para entender el mundo en que nos estamos deteniendo es, por supuesto, la
Estética de la recepción. No es cuestión ahora de hacer historia de lo que ya está historiado,
pero gran parte de lo que hemos hecho bastantes personas de esa línea hemos partido
siguiendo a Jauss y otros especialistas, aunque luego algunos hayan o hayamos estado
contagiados por otras metodologías que estimo han enriquecido los acercamientos. Quiero
recordar como testimonios importantes (no preciso los míos, por si no lo fueran), y ya que
este Encuentro tiene a Lope como protagonista, dos volúmenes: el de Cuadernos de teatro
clásico dedicado a Lope en la CNTC (Pedraza, 2002) y, naturalmente, el que Enrique
García Santo-Tomás (2000) consagró a la fortuna del Fénix llegando hasta años recientes,
recogiendo lo que sobre Lope se había hecho hasta su publicación y dejando la puerta
abierta para los bastantes trabajos (incluso algún libro, como el dedicado a El Caballero de
Olmedo) que han aparecido a partir del 2000.165
• Un nombre importante, y todavía con no pocos seguidores de sus principios teóricos, fue
Bajtin, inspirador, con todo lo que esto ha significado para ciertos campos, de
acercamientos a muy diferentes signos teatrales además de la palabra y, especialmente, en
todo lo que se refería a los géneros menores (entonces breves todavía), a las comedias
burlescas y a aspectos varios de las comedias y tragicomedias de la época áurea. La
bibliografía en torno a esta línea de investigación hoy ya es amplísima y yo no hago sino
poner en evidencia lo que para todos es bien conocido y para algunos la línea de trabajo que
han seguido en su carrera.166
• Mucho han favorecido las prácticas teatrales que en los últimos cincuenta años se han dado
en todo el mundo, primando en las puestas en escena los signos, los elementos que
complementan a la palabra, frente al protagonismo del texto de las etapas anteriores.
Naturalmente, y así se ha señalado para manifestaciones de muy distinto tipo y no solo para
las teatrales, detrás de esta preocupación en los montajes estaría Marshall MacLuhan y su
“galaxia Gutenberg” y lo que se ha denominado, aunque el término no me parece muy
exacto, “el teatro postdrámatico” (indispensable es Hans-Thies Lehman, 2002). En esta
línea, no hace falta recordar la preponderancia del director de escena y de los escenógrafos
en estas décadas inmediatamente pasadas y que en España se ha visto acentuada muy
particularmente en las más recientes; citar parejas como Adolfo Marsillach-Carlos
Citrynovski, Miguel Narros-Andrea D’Odorico o Lluis Pasqual-Fabiá Puigcerver son solo
165
Véase, para más datos, mi trabajo «Texto y representación dramática…» (2005).
166
Nombre fundamental es el de Javier Huerta Calvo con una producción magnífica y habiendo creado escuela
con investigadores más jóvenes y que continúan publicando trabajos de mucha importancia,
fundamentalmente sobre el teatro breve.
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tres testimonios, pero significativos y con una larga trayectoria con los clásicos por
167
medio .
• A tener en cuenta, en línea con lo anterior, el empleo cada vez más intenso y generalizado
de los elementos de carácter tecnológico, que han dado un protagonismo extraordinario a
aspectos de carácter visual, auditivo y escenográfico en general, asfixiando, también es
cierto, en no pocas ocasiones la espectacularidad al texto mismo. Ver esto en relación con
el teatro público y privado, con ciertos espacios que a veces importan más que los propios
montajes, con los festivales o con otros diferentes integrantes del espectáculo teatral,
supone todavía hoy un reto a la hora de acercarnos al tema que nos ocupa y a buscar
explicaciones a testimonios que ahora solo constatamos.168
• De una manera más precisa, no olvidar los pasos adelante dados en el mundo académico
desde el punto de vista institucional y ya no voluntarista de este profesor o de aquel otro.
De todas maneras, esos pasos se han llevado a cabo en dos sentidos: por una parte, el
acercamiento de la enseñanza universitaria al hecho teatral con cursos inimaginables hace
unas décadas, con seminarios monográficos, con congresos y coloquios y en ellos fuerte
presencia del elemento espectacular, e incluso la existencia de másteres y especializaciones
directamente relacionados con la práctica teatral sin que cause sorpresa que se dé más
importancia a esos aspectos que al puramente textual. El segundo camino es el llevado a
cabo por la mayor parte de las escuelas de arte dramático, ofreciendo adecuado interés por
el texto e incluso ofreciendo parte de sus enseñanzas a especialistas que están mucho más
cerca de la historia de la literatura dramática que de la historia del hecho escénico. Aunque
luego nos detendremos en las publicaciones, no debemos dejar de recordar los muchos
títulos que la RESAD de Madrid ha hecho realidad y en los cuales los protagonistas y no
pocos coordinadores de volúmenes son profesores e investigadores universitarios. Del otro
lado, ciertas universidades tienen en su haber (algunas, como la de Murcia, desde hace
muchísimo tiempo) publicaciones en las que el peso de las puestas en escena es
considerable.169
• Debemos también señalar el contagio que han tenido los estudios de dos épocas y que hoy
ofrecen una bibliografía asombrosa y, digámoslo sin asomo de mirarnos localistas
ombligos, la mayor parte llevados a cabo por profesores e investigadores españoles. Nos
referimos, por una parte, a la dedicación de tantos estudiosos a las puestas en escena de los
167
Para estos aspectos de la escenografía en España y algunos otros que desarrollamos en este trabajo, deben
tenerse en cuenta no pocos números de la revista ADE teatro.
168
Las aportaciones que en este campo se hicieron durante este Congreso me evitan ofrecer cualquier
aproximación bibliográfica que, imagino, aparecerá en los trabajos correspondientes.
169
Naturalmente, el lugar de encuentro más importante puede considerarse Cuadernos de teatro clásico. Iniciada
la publicación en 1988, lleva editados hasta el momento 28 números, con diferentes planteamientos
editoriales, pero siempre buscando esa fusión de los dos mundos que hemos citado.
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clásicos en épocas recientes, pero también a muchos más que han aportado trabajos y
trabajos en torno al mundo teatral de nuestra época áurea, desde los actores a los espacios
palaciegos, desde los autores a los corrales, desde las puestas en escena a las controversias,
desde los viajeros por España y sus testimonios a los documentos sacados a la luz en mil
lugares… (Y aquí mi homenaje al maestro John Varey). Pasado y presente, y la
representación dramática como preocupación, han sido y siguen siendo espacios de
investigación en contacto. Y bien es verdad que seguramente mucho dejarían que desear los
resultados si ese contagio citado no estuviera siempre presente o, al menos, en continua
170
Me atrevo a afirmar, como resumen de las últimas líneas, que en pocas
latencia.
ocasiones se ha dado un paso tan decisivo en un campo de investigación como el que se ha
llevado a cabo recientemente con todo este universo que gira en torno a los textos de los
siglos XVI y XVII.
• Muy, muy importante (y así ya lo señalé hace muchos años) ha sido la labor de los
Festivales de teatro y repetidamente he puesto en evidencia cuáles han sido las aportaciones
al tema que nos ocupa por parte de esas manifestaciones. Mi trabajo se ha centrado
especialmente sobre el Festival de Almagro (en él desde el primero, en 1978), pero muchos
de los aspectos señalados para esta muestra pueden perfectamente tomarse como motivo
para analizar adecuadamente lo que han significado manifestaciones (algunas incluso
anteriores a él como el Festival de El Paso en Estados Unidos, las Jornadas de Almería); a
estos encuentros deberían añadirse la muestra veraniega de Cáceres o la siempre fresca de
Olite. Naturalmente, los clásicos están presentes en muchos otros festivales, pero no de la
manera específica que en los citados, aunque, y es otro de los temas a tratar por futuros
estudiosos, a señalar adecuadamente queda el papel que Lope, Calderón, y también Molière
171
o Shakespeare, juegan en esas manifestaciones de carácter más generalista.
• En fin, no ha sido tampoco escasa la relevancia que ha tenido el trabajo regular (o más o
menos regular) de personas del mundo académico en instituciones de producción teatral,
testimonios indispensables los de estas personas para conocer el devenir de los clásicos en
los escenarios y tanto del pasado como del presente. Mi intención es completar en el futuro
este trabajo con hechos concretos, pero vaya por delante todo lo que, desde más o menos
170
En mi trabajo ya citado (García Lorenzo, 2005), recordé unos testimonios muy explícitos en torno a esto.
Quizás el más relevante viene dado por las historias del teatro más recientes. Recordemos que Francisco Ruiz
Ramón, en esa Historia que ha sido definitiva para más de una generación, no ofrecía casi nada en el campo
de la representación (era y es realmente una Historia de la literatura dramática); Ignacio Arellano en su más
específica Historia del teatro español del siglo XVII (1995) ya dedicaba decenas de páginas a este capítulo;
Javier Huerta Calvo, responsable de la más reciente (2003), va mucho más allá y ofrece en la suya estudios
repetidos para todas las épocas, llevados a cabo por diferentes especialistas.
171
Por lo que se refiere a Almagro, y como estudios de carácter general, García Lorenzo-Peláez Martín (1997) y
Peláez Martín (2002). Falta por hacer el adecuado trabajo que merece el Festival de Almagro a partir de esa
fecha y también carecemos de estudios que hagan una puesta a punto del resto de los festivales.
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dentro de esas instituciones diversas, han llevado a cabo personas como César Oliva,
Ricard Salvat, Antonio Tordera, José María Díez Borque, Felipe Pedraza, Milagros
Rodríguez Cáceres, Antonio Serrano, Mercedes de los Reyes, Germán Vega, Javier Huerta
Calvo, Héctor Urzáiz, Víctor García, y más españoles que no cito para no alargar
excesivamente mi intervención. Y ya que con nombres estamos, injusto y científicamente
censurable sería olvidar la labor de algunos hispanistas de diversos países y quiero
personificar en uno de ellos lo mucho que se viene haciendo en los últimos años; me refiero
a Duncan Wheeler (2012), autor de un volumen que acaba de aparecer y que está dedicado
sobre todo a las presencia en las tablas de Fuente Ovejuna, también a Calderón y un gran
capítulo a los clásicos y su presencia en el cine. Lamentablemente, lo que podía haber sido
el primero de los grandes trabajos dedicados al tema y que fue la tesis por mí dirigida de
Manuel Muñoz Carabantes (1990), solo puede consultarse en la red, cuando bien hubiera
merecido convertirse en libro al alborear la década de los noventa, es decir hace más de
veinte años.
Referencias bibliográficas
ADE teatro, 1-140, 1985-2012.
ARELLANO, Ignacio, Historia del teatro español del siglo XVII, Madrid, Cátedra, 1995.
Cuadernos de teatro clásico, 1-28, 1988-2012.
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teatro clásico, Madrid, CNTC, 2000, pp. 13-14.
DE LOS
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Cátedra, 1975.
GARCÍA LORENZO, Luciano, «Teatro clásico y público actual», en I Jornadas de teatro clásico
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GARCÍA LORENZO, Luciano, Las puestas en escena de “El Caballero de Olmedo”, Olmedo,
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GARCÍA LORENZO, Luciano y PELÁEZ MARTÍN, Andrés, Festival internacional de teatro clásico
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1997.
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GARCÍA SANTO-TOMÁS, Enrique, La creación del Fénix. Recepción crítica y formación canónica
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HUERTA CALVO, Javier, Historia del teatro español, Madrid, Gredos, 2003.
LEHMAN, Hans-Thies, Le théâtre postdramatique, Paris, L’Arche, 2002.
MUÑOZ CARABANTES, Manuel, Puesta en escena y recepción del teatro clásico y medieval en
España. (desde 1939 a nuestros días), tesis dirigida por Luciano García Lorenzo,
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PEDRAZA, Felipe, «Lope de Vega en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Año 2002», en
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WHEELER, Duncan, Golden Age Drama in Contemporary Spain. The Comedia on Page, Stage
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