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El cambio climático.
Uno de los principales problemas ecológicos mundiales es el cambio climático, que se debe
fundamentalmente a la acumulación de gases "de efecto invernadero" (GIV) en la atmósfera,
como resultado de actividades tales como el uso de combustibles fósiles, la deforestación a gran
escala y la rápida expansión de la agricultura de regadíos. Los GIV más importantes son el
dióxido de carbono, el óxido nitroso, el ozono y los clorofluorocarburos, cuyas concentraciones
se están elevando progresivamente desde mediados del siglo XVIII (McMichael et al., 1996).
El principal efecto directo del cambio climático en la salud es el aumento de la mortalidad
durante las "olas de calor" y otros fenómenos climáticos extremos, principalmente en ancianos,
niños y personas con procesos crónicos, como enfermedades cardiovasculares o respiratorias,
por su menor capacidad fisiológica . El problema en las ciudades es que el aumento de la
temperatura provoca mayores concentraciones de O3 al nivel del suelo exacerbando así los
problemas de contaminación del aire.
Muchos de los organismos y procesos biológicos asociados a la difusión de las enfermedades
infecciosas dependen especialmente de las variables climáticas, sobre todo de la temperatura,
de las precipitaciones y de la humedad. Por ejemplo, los incrementos netos previstos tras el
cambio climático de la distribución geográfica de los insectos vectores aumentarían el potencial
de transmisión de muchas enfermedades (WHO, 1997).
Otro efecto importante del cambio climático es el incremento de los episodios de
contaminación atmosférica grave, ya que su efecto en los movimientos circulatorios de la
atmósfera influye en la dispersión de los contaminantes principales. Además que el aumento de
las temperaturas puede provocar la elevación del nivel del mar, sobre todo a causa de la
expansión térmica de los océanos y del derretimiento de los glaciares.
Debilitamiento de la capa de ozono
En las latitudes medias y altas se ha producido una notable reducción de la capa de ozono
estratosférico, catalizada por los residuos de hidrógeno, nitrógeno y radicales libres de
halógenos. Estas sustancias químicas son de origen natural pero sus concentraciones en la
atmósfera han aumentado mucho durante los últimos años, a causa sobre todo de la actividad
industrial.
Aunque el agotamiento de la capa de ozono estratosférico y el cambio climático son fenómenos
independientes, ambos dependen de varios procesos comunes.
Los mayores grados de reducción se producen en las regiones polares, al final del invierno y
comienzos de la primavera. En la Antártida, tiene lugar sobre todo en septiembre y octubre.
Asimismo desde principios del decenio de 1990 ha comenzado a comprobarse una notable
disminución de la capa de ozono de la región del polo norte (Bojkov et al, 1997).
La consecuencia más importante de la reducción de la capa de ozono estratosférico es el
aumento de la proporción de radiación ultravioleta solar que llega a la superficie de la Tierra.
Se prevé que a mayor exposición del hombre a la radiación ultravioleta tendrá un impacto
directo en su salud con incremento de la incidencia de cáncer en la piel en las poblaciones de
piel clara. También podrá aumentar la incidencia de lesiones oculares, como las cataratas. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que hasta 20% de estas lesiones, es decir 3
millones anuales, podrían ser causadas por la exposición a la radicación ultravioleta.
Se cree que la exposición a los rayos ultravioleta también produce la supresión del sistema
inmunitario. La supresión inducida por los rayos ultravioleta podría tener un impacto
desfavorable en los programas de inmunización contra las enfermedades transmisibles,
particularmente en las zonas donde la intensidad de esta radiación es mayor.
El aumento de la radiación ultravioleta al nivel del suelo podría influir indirectamente en la
salud humana, a través de sus efectos nocivos para la biología vegetal y animal y, en especial, a
través de la alteración de las cadenas alimentarias acuáticas y terrestres, lo que provocaría el
colapso de las economías de subsistencia o causaría mayor inseguridad alimentaria (SCOPE,
1993).
Deforestación
Las consecuencias de la destrucción de la capa arbórea de todo el mundo constituye un
problema grave con consecuencias múltiples. Dentro de los efectos se encuentra: la reducción
de la productividad general de la zona, el suelo está más sujeto a la erosión, se altera el ciclo
hidrológico, disminuye en buena medida la biodiversidad y se reducen las reservas de
nutrientes y biomasa antes almacenadas en los restos de árboles y hojas.
De acuerdo con el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) en su informe de 1993, se destruyeron 9.6 millones de hectáreas de
bosques tropicales anualmente. Y es que la deforestación de todos los países ha procedido con
una velocidad alarmante desde la Revolución Industrial, pero se reduce al hecho de que los
países en el que ocurre este problema necesitan mayor progreso económico y su crecimiento
demográfico es apresurado.
De acuerdo a un estudio realizado acerca de los cambios ecológicos por causa de la
deforestación, se concluyó que esta actividad humana trae como consecuencia la transmisión
de enfermedades por vector como la malaria, esquistosomiasis, filariasis y la enfermedad de
Chagas (Walsh, 1993).
Es evidente que la deforestación no será fácilmente controlada por múltiples razones: ausencia
de voluntad política y organización, la poca voluntad de reconocer y aceptar las consecuencias a
largo plazo, inhabilidad de controlar los responsables y la falta de capacidad científica para
administrar los recursos naturales.
http://www.monografias.com/trabajos11/mundi/mundi.shtml
El calentamiento global, presente desde el inicio de la vida en el planeta
El también vocero comentó al auditorio de Radio Monitor que el fenómeno del “cambio
climático” o “calentamiento global” siempre se ha presentado en el planeta debido a
cambios en el comportamiento de los gases y elementos que componen su atmósfera. Sin
embargo, el problema empezó a agudizarse cuando a finales del siglo XVII –inicios de la
Revolución Industrial-, el hombre comenzó a emplear combustibles fósiles como el
petróleo y el carbón (después utilizaría el gas natural para producir energía), para mover
las máquinas e ir sustituyendo la fuerza humana y animal.
Esta situación, apuntó Calderón Córdova, también favoreció que la temperatura de la
Tierra se haya elevado 0.5 grados centígrados de aquella época a la actual, y que la
tendencia de este aumento haya sido constante, mostrando un incremento más acelerado
a partir de la década de los 70. Y aunque hay quienes relacionan esto con el
comportamiento registrado por el sol, los expertos atribuyen el calentamiento del planeta a
las actividades que realizar el hombre. “Imaginemos –dijo- a la atmósfera como un gran
cobertor que nos conserva el calor; pero con tantas emisiones a la atmósfera lo que
estamos haciendo es que éste sea cada vez más ancho y que acumule más ese calor”.
Continuó explicando que un ambiente con árboles y vegetación guarda humedad y crea
un agradable microclima, a su vez, los árboles recogen el carbono (CO2) de la atmósfera
y lo transforman, regulándose de esta manera la temperatura; no obstante, el clima se
modifica al retirar la vegetación y deforestar. Esto explica, dijo, que la temperatura que se
registra en la zona de Xochimilco -donde todavía hay humedales y cierto tipo de
vegetación-, varíe entre 4 y 5 grados en relación con la que se presenta, el mismo día y
hora, en el Zócalo de la ciudad.
Lo mismo sucede, por ejemplo, en el Amazonas. Con el retiro de la masa vegetal, se
liberan microorganismos que generan diferentes y nuevas enfermedades que antes eran
exclusivas de las zonas tropicales y de lugares muy aislados (dengue, malaria y cólera).
“Los cambios en los patrones normales del clima están haciendo que las lluvias y los
huracanes cambien su comportamiento usual; incluso hay plagas vegetales que las han
arrastrado los huracanes de otros lugares”, comentó preocupado el Lic. Calderón
Córdova.
Aunque México es un país rico en recursos naturales, ya es muy grave el deterioro
ambiental que padece
El coordinador de difusión comentó que hace unos años tuvo la oportunidad de realizar
algunos estudios en Holanda, por lo que compartió con el auditorio la experiencia vivida
por este país. Señaló que pese a que se trata de una nación rica y desarrollada, su
territorio no era muy extenso hasta que se dio a la tarea de ganarle terreno al mar y creó
bastas zonas verdes; las cuales son muy valoradas por sus habitantes. Sin embargo,
aunque tan sólo en la cuenca del Valle de México se encuentra el 2 por ciento de la
totalidad de la biodiversidad de todo el planeta, muchas veces mostramos indiferencia
hacia esta riqueza que nos dio la naturaleza; de ahí que ocupemos uno de los primeros
lugares en deforestación, junto con Indonesia y otros países.
Por fortuna, existen ejemplos como el del señor Miguel Ortiz, representante de la
organización Atzacualtepetl Ans-wink AC (“entrada al monte de hombres y mujeres”),
quien a través de su intervención vía telefónica platicó acerca del proyecto que creó –del
cual, dijo, ya tiene conocimiento la Mtra. Diana Ponce, titular de la PAOT, luego de un
recorrido que realizara la funcionaria por la zona hace un par de meses- el cual consiste,
entre otras cosas, en crear un centro de desarrollo para la biodiversidad, lograr capturar
entre el 12 y 15 por ciento del agua que cae sobre algunas de las montañas que
conforman la Sierra de Guadalupe (Cerro del Guerrero y El Gachupín, específicamente) y
sembrar árboles cuyas especies permitan realizar proyectos productivos.
En retribución a este loable esfuerzo, el funcionario ambiental ofreció al radioescucha que,
independientemente de lo que haya platicado con la Procuradora Ambiental, en la página
web de la institución se publicara información sobre éste y otros proyectos llevados a
cabo por su organización.
Esto ayudará, dijo, a que la gente y otras organizaciones los conozcan y unan fuerzas en
beneficio del ambiente de la ciudad. “Muchas iniciativas de la sociedad civil son
importantes esfuerzos que trascienden más allá de las administraciones
gubernamentales”, comentó.
“Cuando el destino nos alcance”
De acuerdo con el Lic. Francisco Calderón, la temperatura de la ciudad se está elevando
cada vez más. Recordó que en 1998, en el DF, se alcanzaron los 31 grados centígrados y
para este año se espera que se llegue a los 35; aunque ya, apenas entrando la primavera,
algunas regiones del país registran hasta 40 grados. Y así como las temperaturas van en
aumento, también el patrón de las lluvias está cambiando.
Todo esto, señaló, provocará que haya un cambio en la producción agrícola, en la
producción de alimentos, al ser afectadas muchas zonas de cultivo o de temporal.
Además, surgirán nuevas enfermedades y se acrecentará el fenómeno de la hambruna.
Ya desde ahora, dijo, se está viviendo el fenómeno de desplazamiento de comunidades
enteras a otras regiones porque sus espacios tradicionales ya no les están brindando las
condiciones necesarias para vivir. Por su parte, el derretimiento de los polos está
afectando el equilibrio del mar; las corrientes marinas –factor importante que regula el
clima- están cambiando y muchas selvas tropicales ya presentan desertificación. No hay
que olvidar que la mayor parte del oxígeno que hay en el planeta es generada por el
fitoplancton que hay en los océanos.
El funcionario capitalino fue enfático al señalar que también nuestros hábitos de
alimentación están generando este cambio climático. Un ejemplo de ello es el alto
consumo de productos lácteos, pues es sabido que la ganadería y la producción de granja
intensivas, entre otros factores, aumenta la generación de metano, que es uno de los
gases precursores del calentamiento global. Por ello, el querer sustituir las gasolinas por
etanol (a partir del maíz), también traerá consecuencias negativas para el ambiente.
Afortunadamente, comentó, existen esfuerzos mundiales para enfrentar este fenómeno.
Por ejemplo, la llamada “Agenda XXI” es el plan de acción internacional más completo en
la materia, resultado de la conferencia que sobre el medio ambiente y el desarrollo realizó
la ONU. Este documento conjunta una serie de estrategias integradas y programas para
revertir los efectos de la degradación ambiental y promover, a su vez, el desarrollo
adecuado y sustentable en todos los países. Sin embargo, no fue sino hasta la
Convención Marco sobre Cambio Climático, en la que 165 países se comprometieron a
regular la emisión de los gases de efecto invernadero. Asimismo, señaló, hace unos días
el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático dio a conocer conclusiones muy
importantes al respecto y la ONU, por su parte, tiene programada para el mes de
septiembre una reunión mundial a fin de fortalecer las acciones.
No obstante que a nivel internacional cada vez hay mayor conciencia, desgraciadamente
Estados Unidos –el cual ni siquiera firmó el Protocolo de Kioto-, continúa generando la
mayor cantidad de gases de efecto invernadero –el 36 por ciento-; seguido por la Unión
Europea con 24%, Rusia, 17%; Japón, 8%; Canadá, 3%; Australia, 2%; y México con 2%.
En el caso de nuestro país, a pesar de no estar obligados por estas convenciones a llevar
a cabo medidas de reducción de estos gases, se cuenta con una estrategia a nivel
nacional; y específicamente para el DF existe la llamada “Estrategia Local para el Cambio
Climático” que tiene que ver con la mejora de las gasolinas y con la protección del suelo
de conservación, entre otras medidas.
El gas producido por la basura, uno de los precursores del fenómeno
El funcionario ambiental comentó que la basura que genera el humano produce grandes
cantidades de gas metano, el cual sube a la atmósfera. Por ello, una de las acciones que
podemos hacer para revertir los efectos provocados por el cambio climático es darle un
manejo adecuado a los residuos. El mal manejo y la generación excesiva de desechos
conlleva graves problemas ambientales, de ahí la importancia de reducir la cantidad que
se genera diariamente por habitante, la cual asciende a casi 2 kilos. Según cifras, explicó,
en el DF se producen cada día unas 12 mil toneladas; mientras que en la Zona
Metropolitana (contando a las 16 delegaciones y los municipios conurbados) la cantidad
se eleva a más de 20 mil toneladas diarias.
Ante este alarmante panorama, señaló, se creó el Programa de Separación de Residuos
en el DF, el cual contempla la participación desde nuestra casa al separar la basura y
facilitar la recuperación de papel, plástico, cartón y vidrio, a fin de reutilizar estos
materiales y detener el deterioro de nuestros recursos, además de utilizarlos como
insumos para la elaboración de nuevos productos.
Cuidar el agua, parte de las tareas para seguir haciendo viable la vida
Calderón Córdova comentó que si bien muchos procesos industriales, así como el uso de
solventes y algunos productos de limpieza que se emplean en los hogares son altamente
contaminantes para el agua, la falta de proyectos para el tratamiento de todas las aguas
residuales ha agravado la situación de este recurso, pese a que existen ejemplos exitosos
como el de la ciudad de Monterrey en donde prácticamente la totalidad de sus aguas
negras reciben tratamiento e, incluso, sus residuos orgánicos son utilizados para generar
electricidad.
Sin embargo, el panorama no es tan desalentador, dijo, luego de que con motivo del “Día
Mundial del Agua”, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)
dio a conocer que actualmente en el país se trata entre el 20 y 25 por ciento de las aguas
residuales –la cuales son empleadas principalmente para el riego-; cuando antes se
manejaba la cifra de sólo 10 por ciento.
Lo cierto, lamentó, es que seguimos tirando el agua limpia por la coladera. Cuando en
algunos países existen sistemas –además de ser una medida obligatoria, muchas vecespara que el agua que se emplea para lavarse las manos o bañarse se direccione al
depósito del excusado, en nuestro país toda el agua se va al drenaje. En los mejores
casos, cada vez que utilizamos la taza del baño se utilizan 6 litros, lo preocupante es que
hay ocasiones en que ésta se emplea tan sólo como bote de basura. Hay que tener
conciencia de que 3 de cada 10 litros que utilizamos en la Ciudad de México provienen de
la cuenca del Sistema Lerma Cutzamala; lo que significa que le estamos quitando agua a
comunidades del Estado de México que también necesitan del recurso para subsistir.
Este tipo de situaciones, continuó el funcionario, están provocando importantes
desequilibrios ambientales que repercuten también en el clima. Atribuyó esto a un
problema de educación y de percepción, ya que mucha gente no se ha dado cuentan del
problema y, mucho menos, percibe su gravedad aunque la realidad es que, tan sólo el día
de hoy, más de 400 mil familias en la parte oriente de la ciudad, específicamente en la
delegación Iztapalapa, no tienen agua, la reciben por tandeo y, gran parte de las
ocasiones, es de pésima calidad ya que presenta un color chocolatoso o amarillento.
Azoteas, bardas y banquetas “verdes”
Luego de que una radioescucha propusiera que en las azoteas de las casas y edificios se
colocaran macetas; en las bardas se dejaran crecer hierbas trepadoras y en las
banquetas se sembraran plantas, el encargado de la difusión institucional se congratuló
por que existan este tipo de iniciativas por parte de la ciudadanía. Recordó que ya
algunas organizaciones contemplan la posibilidad de crear las llamadas “azotea verdes”,
lo que contribuiría a que el clima de la ciudad fuera mucho más fresco y agradable. Sobre
el proyecto de las bardas comentó que esta medida eliminaría los grafitis de que son
víctimas y que, aunque no dejan de ser una expresión cultural, también es una forma de
contaminación visual, la mayor parte de las veces, muy desagradable.
Calderón Córdova apuntó que el respeto a las áreas verdes y el evitar los cambios de uso
de suelo ayudarán a conservar un entorno sano. Desgraciadamente en la ciudad es
frecuente que muchas de estas áreas sean sacrificadas para ampliar estacionamientos o
que los árboles sean podados y hasta derribados para liberar visualmente anuncios
publicitarios; sin tomar en cuenta que el retirar árboles y masa vegetal también afecta al
clima. Aunque a diferencia de la zona rural, en la urbana es necesario que los árboles
reciban mantenimiento, no hay que olvidar que hay reglas y normas para podarlos, ya que
este tipo de vegetación tiene un gran valor para la ciudad y, sobre todo, para nuestra
calidad de vida.
Por otra parte, lamentó que en las escuelas ya no se imparta la materia de “Civismo”,
gracias a la cual los niños recibían nociones de convivencia; sin embargo, al desaparecer,
se cerró la posibilidad de que aprendan a respetar a sus semejantes y, por consiguiente,
al medio ambiente y a los animales. Lo preocupante es que las nuevas generaciones ya
están recibiendo los efectos de nuestra irresponsabilidad, que va desde la agresión hacia
los árboles y otros seres vivos, hasta el fenómeno del consumismo que se fomenta desde
la escuela, al inducirles hábitos alimenticios poco nutritivos y que generan grandes
cantidades de basura (comida “chatarra”).
Sencillos consejos para cuidar el medio ambiente
A lo largo de la transmisión de este programa, el funcionario ambiental compartió con el
auditorio de “La Voz Amiga” algunos consejos fáciles de seguir desde el hogar y que
contribuyen enormemente a la preservación del medio ambiente; entre ellos:
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No rasurarse o lavarse los dientes con la llave abierta.
Un regaderazo no debe de durar arriba de los 7 ó 10 minutos. En lo que
esperamos a que salga el agua caliente, podemos recoger el agua “fría” en
una cubeta para después emplearla para regar las plantas, remojar los
trastes o la ropa.
Procurar que la “carga” de la lavadora sea completa; no lavar sólo unas
cuantas prendas
No “barrer” patios o banquetas con la manguera.
Emplear una cubeta para lavar el coche.
Utilizar menos el automóvil y caminar más. Usar la bicicleta, el transporte
público o los transportes no contaminantes como el Metro (el cual está por
cumplir 40 años de funcionar y realiza alrededor de 3 millones de viajes
diarios).
Afinar el auto y evitar los “truquitos” a la hora de verificarlo.
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Mantener correctamente infladas las llantas de los vehículos para evitar
mayor fricción, gasto innecesario de energía, y así economizar gasolina y
disminuir las emisiones a la atmósfera.
Eficientar el uso energético en las industrias, casas, establecimientos
comerciales y públicos. Apagar la luz cuando no se necesite, así como la
computadora; emplear menos el elevador y utilizar más las escaleras.
Utilizar más tiempo la luz natural.
Tapar el recipiente en el que cocinamos; esta sencilla medida nos hará
ahorrar gas y la cocción será más rápida.
Establecer un plan de “administración ambiental” en el que esté plasmada
una estrategia para ahorrar energía, agua, etc.
Respetar las áreas verdes.
No provocar incendios por arrojar colillas encendidas al pasto seco. En
caso de uno, reportarlo inmediatamente.
Cuidar el patrimonio cultural y natural de la Tierra.
http://www.diversidadambiental.org/medios/nota058.html