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Sobre la dimensión social, cultural y política del espacio público
Elia Hernando Navarro
El espacio no es un objeto científico separado de la ideología o de la política; siempre ha sido político y
estratégico. Si el espacio tiene apariencia de neutralidad e indiferencia frente a sus contenidos, y por eso
parece ser puramente formal y el epítome de abstracción racional, es precisamente porque ya ha sido ocupado
y usado, y ya ha sido el foco de procesos pasados cuyas huellas no son siempre evidentes en el paisaje. El
espacio ha sido formado y modelado por elementos históricos y naturales; pero esto ha sido un proceso
político. El espacio es político e ideológico. Es un producto literariamente lleno de ideologías.
LEFEBVRE Reflexiones sobre la Política del Espacio 1976, p.31
El espacio público como lugar de encuentro y de reunión, vital para la discusión y la toma de decisiones de
la sociedad, es reconocido ya por Aristóteles, vislumbrando así el espacio público político, y al que Lefebvre le
atribuirá posteriormente también la carga ideológica en su Reflexiones sobre la Política del Espacio, citado
anteriormente.
El espacio es por definición el entorno físico que nos rodea y sobre el que se desarrollan funciones
materiales y tangibles. Por ello, al hablar del espacio público podemos añadirle al concepto físico de espacio la
connotación de colectivo, y acabar tratando el espacio público como escenario accesible de la interacción
social cotidiana, en el que se desarrollan las actividades que tienen como fin satisfacer las necesidades
urbanas. De este modo, describimos el espacio público no sólo como soporte material de magnitudes físicas,
si no que además se le atribuyen la dimensiones sociales, culturales y políticas. En el espacio público se
genera relación, identificación, manifestación, es lugar de encuentro y vida urbana, de contacto entre personas,
es el espacio capaz de trascender los límites de los intereses individuales y de generar expresión colectiva.
El espacio público supone uso social colectivo y diversidad de actividades, y sus características pueden ser
evaluadas a partir de la capacidad que presenta para generar intensidad y relaciones sociales, para acoger y
mezclar grupos y comportamientos, así como su capacidad para estimular la identificación, la integración y la
expresión cultural y colectiva.
Para ejemplificar y desarrollar el concepto de espacio político e ideológico hemos tomado tres iniciativas
que han recibido el reconocimiento del Premio Europeo del Espacio Público, otorgado por el CCCB. El primero
de ellos es la propuesta de Volkspalast, de la convocatoria del año 2006, que proponía un prototipo
experimental de centro cultural multifuncional en el abandonado Palast der Republik, de Berlín, apostando por
el uso que se le debía dar al lugar alejándose de la controvertida discusión sobre la conservación física de la
historia y a partir de la preservación del edificio, o por el contrario de su demolición y la reconstrucción del que
hubo en su lugar anteriormente, el Berliner Stadtschloss, a continuación discutiremos sobre las connotaciones
y simbologías de los edificios y del espacio en sí, así como de la propuesta valorada por el Premio Europeo del
Espacio Público. Como segundo ejemplo, hemos tomado la Acampada en la Puerta del Sol, a partir del cual
podremos entender la concepción urbana, colectiva y espontánea de un espacio público con una gran
capacidad para manifestar sus dimensiones sociales, culturales y políticas, que ha obtenido una mención en la
1/Sobre la dimensión social, cultural y política del espacio
Ciudad y sistema urbano. METiP, UAB 2012
categoría especial de la última edición este mismo año 2012. Por último, hemos seleccionado el proyecto del
Passage 56, espace culturel écologique, presentado en la convocatoria de 2010, y que se trata de una
iniciativa popular que ha transformado un pasaje un abandonado en un huerto ecológico de gestión colectiva,
pues este ejemplo demuestra que la apropiación del espacio por parte de los ciudadanos con el fin de
desarrollar actividades urbanas y colectivas no necesitan ni de un soporte físico de excepción ni de un motivo
de gran escala, ya sea histórico, como en el caso de Berlín, o de plena actualidad internacional, como es el de
la Acampada de la Puerta del Sol de Madrid.
ZWIEFEL, duda en alemán, es la palabra que coronaba el antiguo Palast der Republik de Berlín desde
2005, y por no más de un año. El artista noruego Lars Ramberg la eligió, por que es la que impregnaba aquel
espacio desde la década de 1990, cuando se desalojó uno de los edificios públicos más ambiciosos de la
República Democrática Alemana sobre los cimientos del Berliner Stadtschloss. El antiguo castillo que daba
nombre a la plaza fue demolido en el año 1950 por las autoridades de la RDA, después de quedar gravemente
dañado por los bombardeos de la II Guerra mundial, ya que además era considerado un símbolo del
imperialismo prusiano, pues fue, durante más de 400 años, residencia de los reyes y emperadores de Prusia.
En 1976 se inagura el Palast der Republik, que albergaba la sede de la Volkskammer, el Parlamento de la RDA,
así como un inmenso auditorio, donde se celebraban espectáculos de alcance nacional e internacional. Se
trataba de un espacio capaz de generar una gran diversidad de usos, pues además de los ya citados también
disponía de un pequeño teatro, una galería de exposiciones, un restaurante de categoría, una cafeteríaheladería, una discoteca, una bolera y una oficina de correos que abría todos los días, ingredientes suficientes
para generar una intensa vida social y cultural. La carga política e ideológica del lugar era evidente, pero como
espacio, sus características físicas truncaron de repente toda aquella intensidad, cuando en 1990, un mes
antes de la reunificación de las dos Alemanias se detectó en el edificio la presencia de fibras de amianto,
altamente nocivas para la salud. El edificio tuvo que ser clausurado, volatilizando la dimensión social, cultural y
política de aquel lugar. Después de ocho años de abandono se llevó a acabo una costosa intervención con el
fin de retirar totalmente el amianto, dejando en pie una imponente estructura de acero y hormigón, que tras un
característico y reflectante muro cortina, escondía un inmenso espacio vacío.
Aquel espacio se había convertido en un palimpsesto, donde como en los yacimientos arqueológicos la
mezcla de estratos impide saber cuál es el superior y cuál el inferior. Se estaba generando un intenso y
polarizado debate público, por un lado los defensores del castillo reclamaban la demolición total del palacio y
la reconstrucción del edificio imperial prusiano, mientras que los defensores del palacio reclamaban la
conservación de la gigantesca estructura como escenario de diversas actividades temporales y
pluridisciplinares. Todo ello acabó reduciéndose a una discusión sobre el valor estético de la fachada del
edificio todavía en pie, de los que unos opinaban que era el vivo reflejo de la imagen opresora del régimen
caído, mientras otros sostenían que la reproducción literal de la fachada barroca del Berliner Stadtlschloss era
más propia de un parque temático. Ante esta situación, los defensores de la conservación del Palast der
Republik se organizaron creando la plataforma Volkspalast que con el objetivo de reivindicar un uso propio
para aquel espacio y alejándose de los debates sobre una u otra fachada, desarrollaron una propuesta que
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Ciudad y sistema urbano. METiP, UAB 2012
otorgaba a aquel brutal espacio vacuo la capacidad de generar nuevas ideas programáticas y tipológicas,
propulsadas hacia el futuro y dejando atrás la historia. De este modo llenaron de ideologías aquel espacio, que
como decía Lefebvre había sido formado y moldeado por elementos históricos y naturales.
Volkspalast desarrolló un programa de actividades estructurados en seis ámbitos programáticos
diferenciados: conciertos, ópera, instalaciones artísticas, exposiciones, deporte juvenil y asociacionismo y
cultura, que fue posible gracias a una dura campaña informativa y reivindicativa que despertó el interés de
algunos sectores políticos y culturales de Berlín y que consiguió financiación privada para poder habilitar la
estructura del edificio y garantizar la seguridad de todos los usuarios. Por otro lado, el programa de actividades
culturales sería sufragado por la ciudad, y de este modo entre los años 2002 y 2005 más de 300.000 personas
hicieron uso público del espacio del Volkspalast, palacio del pueblo. Fue entonces cuando Lars Ramberg
instaló la palabra zweifel en la cubierta del edificio, una instalación artística luminosa visible desde diversos
puntos de la ciudad, generando dudas a los
berlineses sobre el recuerdo de aquel lugar,
que tanto representaba la inhóspita sede de
un régimen opresor o la imagen de una
innovadora casa de la cultura del pueblo. De
lo que no cabía duda era de que los
impulsores del Volkspalast entendían la
concepción del espacio más allá de sus
magnitudes físicas, y vieron la oportunidad
de aprovechar una estructura simbólica en
una posición estratégica para reivindicar las
dimensiones sociales, culturales y políticas
Ilustración 1: Palast der Republik, junto a la catedral y de fondo la Fernsehrturm,
evidenciando el gran simbolismo del lugar por su propia situación estratégica.
del espacio.
Quienes también fueron capaces de concebir el espacio más allá de sus límites físicos fueron todos
aquellos que ocuparon la Puerta del Sol en Madrid, acampando en la plaza y tomándola como el soporte físico
de la reivindicación de cambios en el sistema político y económico vigente. Con el referente de las Primaveras
Árabes que salieron a la calle, y en el contexto de una profunda crisis económica, se convocaron el 15 de
mayo de 2011 una serie de marchas en diferentes ciudades españolas por el colectivo ¡Democracia Real Ya!
Una serie de ciudadanos decidieron espontáneamente y al margen de los convocantes, continuar la protesta
plantando de madrugada un pequeño campamento improvisado en la madrileña Puerta del Sol. El objetivo de
la acampada era tan colectivo como el espacio que ocupaba y por ello el campamento inicial creció
exponencialmente en muy poco tiempo, obligándose a mutar a medida que cambiaban la necesidades del
lugar. “A veces adquiría la morfología densa y compleja de una alcazaba, mientras que otras se replegaba
rápidamente sobre sí misma para dar cabida a una concurrida manifestación” describe David Bravo en la ficha
técnica del Premio Europeo del Espacio Público. La simbólica Puerta del Sol de Madrid se había convertido en
aquel espacio capaz de trascender los límites de los intereses individuales y de generar expresión colectiva, que
tal vez, no había dejado de serlo nunca, pues como dice Lefebvre “la apariencia de neutralidad de indiferencia
3/Sobre la dimensión social, cultural y política del espacio
Ciudad y sistema urbano. METiP, UAB 2012
frente a sus contenidos (...) es precisamente porque ya ha sido ocupado y usado, y ya ha sido el foco de
procesos pasados cuyas huellas no son siempre evidentes en el paisaje”.
La acampada se configuró a partir de la suma construcciones efímeras y ligeras destinadas a dar cobijo a
los habitantes temporales, así como de estructuras artesanales construidas in situ reutilizando materiales de
deshecho para albergar otro tipo de usos necesarios, sanitarios o de intendencia. La espontaneidad y la
rapidez de las construcciones no impedía la concepción del todo, y por ello se generaban espacios de interés
colectivo bibliotecas y guarderías, así como un sistema de pasillos de circulación que garantizaba la
accesibilidad, característica intrínseca al espacio público. Los usos se aglutinaban en aquel espacio y se
gestionaban colectivamente, aunando fuerzas y voces para satisfacer las necesidades urbanas generadas.
Ilustración 2: Planos de la organización de usos en la Puerta del Sol, 1º y
3º semana de acampada, como si de una ciudad se tratase.
La Acampada en la Puerta del Sol ha demostrado que el espacio público sigue cargado del sentido
político, no sólo por ser el soporte físico de la protesta y hace visible la manifestación del malestar social por
permitir la concentración física y estratégica, si no por la capacidad de gestionar el espacio como si de una
ciudad se tratase, una ciudad que unos le llaman evanescente, y a que mi
me gusta pensar que fue
efervescente.
Ilustración 3: Puerta del Sol durante en un momento de
concentración
4/Sobre la dimensión social, cultural y política del espacio
Ilustración 4: reivindicación política a partir de
mobiliario urbano
Ciudad y sistema urbano. METiP, UAB 2012
Por último, y tras estos ejemplos de escala titánica, no sólo por sus desmesuradas magnituudes físicas, ni
por su relevancia en las dimensiones sociales, culturales y políticas. Se trata de un ejemplo paradigmático, que
demuestra que la concepción política e ideológica de la que hablamos es intrínseca al espacio y no necesita
de determinadas características físicas, históricas o simbólicas para definir un espacio público. El proyecto del
Passage 56 trata de la recuperación de un pasaje abandonado en la calle Saint Blaise de París, convirtiéndolo
en un espacio de gestión colectiva. El pasaje se sitúa en un barrio de una alta densidad urbana y diversidad
cultural que ha sufrido un proceso de degradación, acabando con los usos públicos del eje peatonal de Saint
Blaise, aumentando la inseguridad y la segregación social. Es en esa calle en la que se encuentra en el
número 56, un antiguo pasaje abandonado y cerrado desde los años 80, que mediante la asociación de
diferentes entidades públicas y locales se propusieron recuperar, con el objetivo de crear nuevos usos,
regenerando el espacio degradado. Tras una consulta abierta para discutir públicamente las sugerencias y
propuestas del lugar, se decidió crear un espacio de gestión colectiva que pudiera albergar diferentes
actividades colectivas como proyecciones, talleres, juegos, intercambios comerciales, así teniendo como eje
principal la gastronomía y la horticultura. El proceso de desarrollo de la intervención del Passage 56 fue
siempre participativo continuo y abierto, a partir de instalaciones temporales y de actos informativos y se
culminó con la construcción de una estructura de madera entre los dos edificios que delimitan el espacio físico
del pasaje, construyendo el umbral entre el espacio público y un jardín público de doscientos metros
cuadrados, convertido en un huerto con parcelas de cultivo colectivo. Este proyecto demuestra que el espacio
público no es resultado de la construcción física, si no que se desarrolla en su dimensión social, cultural y
política. Además David Bravo asegura en la ficha técnica del proyecto que “el tejido social del barrio se ha visto
revigorizado antes, durante y después de la construcción colectiva de este lugar de encuentro” y es un ejemplo
de intervención bottom-up que demuestra como prácticas cotidianas pueden transformar las actuales
relaciones espaciales y sociales en una metrópolis densa y culturalmente diversa.
Ilustración 5: Passage 56, www.publicspace.org
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Ciudad y sistema urbano. METiP, UAB 2012
Los tres casos expuestos gozan del reconocimiento del Premio Europeo del Espacio Público, garantía de
su ejemplaridad, sin embargo podríamos analizarlos y evaluarlos a partir de, como hemos dicho al principio, la
capacidad que presentan para generar intensidad y relaciones sociales, para acoger y mezclar grupos y
comportamientos, así como su capacidad para estimular la identificación, la integración y la expresión cultural y
colectiva. Tomando estas bases para su valoración concluimos que nos encontramos ante tres verdaderos
espacios públicos, no por sólo por sus características físicas o por la titularidad de su suelo, ni tan sólo por su
propiedad elemental, la accesibilidad, si no por desarrollarse continuadamente en una producción social,
cultural y político, creando así, un producto literalmente lleno de ideologías.
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Ciudad y sistema urbano. METiP, UAB 2012