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Transcript
1.- El incendio estructural.
2.- Peligros en los incendios estructurales.
3.- Materiales de construcción. Reacción y resistencia al fuego.
3.1.- Resistencia al fuego.
3.2.- Reacción al fuego.
3.3.- Resumen.
4.- Seguridad activa en los edificios. Detectores de incendio.
4.1.- Detectores de Ionización.
4.2.- Detectores Fotoeléctricos.
4.3.- Detectores de Llama en Movimiento.
4.4.- Detectores Térmicos.
4.5.- Estaciones Manuales.
4.6.- Consejos básicos sobre los detectores de incendio.
5.- Riesgos de incendios.
6.- Fases en los incendios estructurales.
7.- Consejos básicos para evitar incendios estructurales.
8.- Resumen del capítulo.
1.- El incendio estructural.
Entendemos por incendios estructurales aquellos que
se desarrollan en el interior de construcciones realizadas
por el hombre, es decir, edificios de oficinas, viviendas,
industrias, instalaciones deportivas cerradas, naves de
almacenamiento...
Estos incendios son con gran diferencia los que más
peligro y complejidad conllevan en cuanto a su forma de
extinción, además de ser los que provocan mayores
perdidas materiales, ya que suelen ocasionar la
destrucción de todo el contenido de la construcción e
incluso la ruina del propio edificio.
Por si esto no fuera suficiente, lo normal es que estas
instalaciones estén habitualmente ocupadas de personas,
por lo que estos incendios implican también un grave
riesgo, no solo material, sino también personal o humano.
Todo esto ha provocado la constante investigación y
posterior obligación legal, de dotar a las construcciones
de medidas de prevención activa y pasiva que traten de
evitar los incendios, y facilitar la extinción caso que se
produzca.
Por recordar algún caso famoso de incendio estructural
en España mencionaremos un par de ellos muy recientes:
- Madrid. Edificio Windsor. 32 plantas. Hubo que
derribar por completo la estructura.
3
- Madrid. Subestación eléctrica de Iberdrola. En las
imágenes puede verse la complejidad y peligro que
suponía la situación, a pesar de que el edificio no era
de gran porte y estaba prácticamente desocupado, el
incendio se produjo en pleno centro de Madrid y en
las proximidades de una gasolinera.
2.- Peligros en los incendios estructurales.
Pensemos por un momento que formamos parte de un
equipo de extinción de incendios y estamos acudiendo
a un siniestro que se está desarrollando en el interior de
un edificio. Determinemos a que dificultades deberíamos
enfrentarnos.
1. En primer lugar, nos adentramos en un ámbito
completamente desconocido. No conocemos la
distribución de las habitaciones, donde pueden
encontrase otras salidas, como acceder a ellas, vías
de acceso a otras plantas del edificio,... En fin, todos
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hemos llegado a perdernos en un gran edificio sin
necesidad de que se encontrara en llamas.
2. Añadamos a esta situación la escasa visibilidad
provocada por el humo, acrecentada por la dificultad
que provoca en la visión los elementos de protección
respiratoria que debemos llevar.
Uhm... La cosa se complica.
Como consecuencia de la oscuridad parcial o total en
que nos movemos y que desconocemos los obstáculos
que podemos encontrarnos (muebles y otros enseres),
los tropiezos y caídas serían constantes. Eso sin tener
en cuenta, que tras empezar las tareas de extinción
podemos encontrar agua y otros compuestos que
provocan que el suelo esté más resbaladizo.
3. Y solo hemos empezado. No olvidemos para que
acudimos: Para apagar un incendio. Nos encontramos
ante un entorno tremendamente agresivo. Cargados
con un equipo pesado e incómodo de llevar, que a
duras penas nos protege del intenso calor reinante y
nos permite respirar. En estas condiciones es fácil
que lleguemos al colapso físico e incluso al estrés
térmico (aumento de la temperatura del cuerpo que
puede llegar a causar daños irreversibles).
4. Recordemos ahora el tema anterior. Estamos en
un incendio confinado. Es probable que en algún
recinto se haya consumido el oxígeno y se haya
generado monóxido de carbono (CO). Por lo tanto, al
abrir una puerta y producirse la entrada de oxígeno
podemos encontrarnos con una explosión: El backdraft.
Además de este fenómeno, podemos encontrar otros
como el flash-over o combustión súbita generalizada
y roll-over que veremos a continuación.
5
5. Y aun debemos recordar algo más del tema anterior:
El monóxido de carbono es un gas muy tóxico, es por
ello que no podemos acceder al incendio sin la
protección respiratoria adecuada. En el incendio no
solo vamos a encontrarnos este gas tóxico, sino
muchos más que dependerán de los materiales que
se almacenaran en el edificio. Si este es industrial, la
casuística puede ser enorme y podríamos encontrarnos
todo tipo de compuestos.
6.Terminemos. El edificio estaba en funcionamiento,
así que tendría operativo los servicios de electricidad
(fuego clase E) y probablemente gas (en todos los
domicilios familiares es habitual encontrar al menos
una bombona de butano). Son elementos que también
debemos tener en cuenta. Y por último, recordemos
que el intenso calor generado por el fuego está
afectando a la estructura que en cualquier momento
puede colapsar y dejarnos atrapados en su interior.
Recordemos el ejemplo de las torres gemelas de
Nueva York que empleamos en el tema 1. El derrumbe
de las mismas no se produjo por el impacto de los
aviones, sino por el colapso de la estructura provocado
por el posterior incendio. En su interior fallecieron
muchos bomberos al quedar atrapados por el
desplome.
Para nota.
Backdraft: Pudimos verlo en el tema anterior. Es la
inflamación de los gases producidos por una combustión
incompleta, que arden en forma violenta al recibir aire
fresco (rico en oxígeno).
Flashover o combustión súbita generalizada: Es un
fenómeno parecido al backdraft, ya que se produce ante
la aportación de oxígeno, pero mientras en backdraft se
produce una inflamación violenta de los gases que se
han generado mediante una combustión incompleta, en
el flashover se produce por la combustión incontrolada
de todos los materiales presentes en el recinto.
6
Rollover: Es la combustión que se produce en la parte
alta del recinto (alfombra de fuego sobre el techo), de
los gases que se han ido generando en el propio incendio
y que se encuentran a una temperatura muy alta
(autocombustión). Es un fenómeno que se suele dar
antes del flashover, ya que la radiación que se produce
desde el techo aumenta mucho la temperatura y facilita
la combustión de todos los materiales presentes.
Consejo
Ante un posible incendio, comprueba si una puerta quema
antes de abrirla. Si lo está, ¡¡NO LA ABRAS!! .
3.- Materiales de construcción.
Reacción y resistencia al fuego.
En el apartado anterior hemos empezado a conocer la
dificultad y peligros que existen en los incendios
estructurales. No trata de ser una lista exhaustiva.
Fácilmente podría ser ampliada realizando un análisis
con algo más de profundidad.
Es por ello que se justifica plenamente que la
investigación y normativa avancen cada vez más para
conseguir edificios más seguros frente a los incendios,
ya que la mejor forma de luchar contra ellos es evitando
que se produzcan. Este apartado va a evolucionar en
este sentido, indicando las distintas características que
podemos encontrar en las construcciones para evitar en
la medida de lo posible la propagación de los incendios.
Curiosidad.
El nuevo Código Técnico de la Edificación, norma de
obligado cumplimiento que regula la construcción en
España (marzo 2006), dedica 83 páginas a la seguridad
en caso de incendio.
7
Para continuar avanzando vamos a definir dos conceptos
de capital importancia y que habitualmente se suelen
confundir. Estos son resistencia y reacción al fuego.
¿Qué diríais que tiene una mayor resistencia al fuego,
una viga de madera u otra de acero?
Entendemos por resistencia al fuego la capacidad de
un elemento constructivo (muro, viga, puerta, ventana...)
para mantener su función y contener un incendio. Se
suele medir en minutos (aquellos que resiste ante un
incendio), e influye en la velocidad de propagación del
incendio, tiempo para evacuar a los afectados y por tanto
en la gravedad y extensión de los daños del incendio.
En cambio, la reacción al fuego define el comportamiento
de los materiales ante el fuego. Su inflamabilidad y
capacidad de aportar combustible al incendio.
Aclarando ideas.
Un pilar de acero no arde. Y por tanto no aporta
combustible al incendio. No reacciona ante el fuego.
Sin embargo, tras 15 minutos de incendio se dobla y
puede dejar de soportar el peso para el que está diseñado
(recordemos de nuevo las torres gemelas, de estructura
metálica. Afortunadamente el Windsor tenía estructura
mixta de acero y hormigón... Aunque de poco le sirvió).
El acero resiste mal al fuego.
Una viga de madera arde y aporta combustible a un
incendio. Reacciona ante el fuego. Sin embargo, seguirá
sosteniendo el peso para el que está diseñada
aproximadamente una hora. Por lo tanto resiste bien al
fuego.
3.1.- Resistencia al fuego.
La resistencia al fuego se define en función de cuatro
características:
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1. Estabilidad o capacidad de seguir manteniendo su
función estructural o de soporte.
2. Ausencia de emisión de gases por la cara no
expuesta. Recordemos que los gases tóxicos causan
más muertes en los incendios que el calor o las llamas.
3. Estanqueidad al paso de las llamas o gases
calientes.
4. Aislamiento térmico suficiente para evitar
temperaturas altas en la cara no expuesta.
De acuerdo con estas cuatro características, los
elementos constructivos se clasifican en tres categorías:
1. Estable al fuego: Se denomina así al elemento que
solo cumple con la primera condición de estabilidad
y capacidad de mantener su función estructural.
2. Parallamas: Se denomina parallamas al elemento
que verifica las tres primeras condiciones: Estabilidad,
no emitir gases por la cara opuesta y estanqueidad a
llamas y gases calientes.
3. Resistente al fuego: Un elemento resistente al fuego
debe cumplir las cuatro condiciones enunciadas:
Estabilidad, no emitir gases por la cara opuesta,
estanqueidad a llamas y gases calientes y aislamiento
térmico suficiente.
Para nota.
La clasificación en estas categorías suele designarse
mediante dos letras seguidas por un guión y dos o tres
números. Las letras que se emplean son: EF para estable
al fuego, PF en el caso de parallamas y RF para resistente
al fuego. Los tres números indican los minutos que es
capaz de soportar el elemento en caso de incendio. Ej:
RF-45 indica que el elemento es Resistente al fuego
durante 45 minutos. Pasado ese tiempo pierde sus
9
propiedades, y el fabricante ya no puede asegurar cual
va a ser su comportamiento. (Habitualmente aguantan
más tiempo).
3.2.- Reacción al fuego.
Como ya hemos mencionado, la reacción al fuego
interpreta el comportamiento ante el fuego de los
materiales presentes en un incendio. Nosotros, en este
caso, estamos estudiando la reacción al fuego de aquellos
materiales que se utilizan para la construcción y acabado
de edificios.
De acuerdo con ese comportamiento, los materiales se
clasifican en 5 grupos distintos:
-
M-0:
M-1:
M-2:
M-3:
M-4:
Material no combustible.
Combustible no inflamable.
Inflamabilidad moderada.
Inflamabilidad media.
Inflamabilidad alta.
Aclarando ideas.
Inflamabilidad es la cualidad de la materia de arder
produciendo llamas.
Para nota.
Si recordamos del tema uno, solo arden produciendo
llamas los gases. Por lo tanto inflamabilidad es la cualidad
de los materiales de producir gases inflamables mediante
pirólisis.
¿Y que es eso de combustible no inflamable?
Aclarando ideas.
Combustible no inflamable es aquel que solo es capaz
de arder en presencia de una importante fuente de calor,
pero que deja de hacerlo al retirarse la misma.
10
3.3.- Resumen.
La forma en que reaccionen los elementos implicará la
formación de llama, calor que se desprenda en el
incendio, espectacularidad del mismo y sobre todo va a
tener un papel primordial en la iniciación del fuego, ya
que si en un primer momento no existen materiales
fácilmente combustibles, el incendio no se producirá.
Por otro lado la resistencia al fuego de los materiales va
a influir en la extensión del incendio, en la evacuación
de las personas y en los daños materiales que se
produzcan. Desde el punto de vista de la lucha contra
el fuego, la resistencia de los materiales no solo es
fundamental para evitar la propagación del mismo, sino
para permitir el movimiento del personal responsable de
la extinción.
4.- Seguridad activa en los edificios.
Detectores de incendio.
En el apartado anterior se han definido las ideas básicas
de la seguridad pasiva en los edificios. Es decir, aquella
seguridad que poseen los edificios por el hecho de estar
construidos de cierta forma particular, y con la
intervención de unos materiales concretos.
Esta seguridad es fundamental, y como se ha
mencionado, cada vez se pone un mayor hincapié en
que la misma se lleve a cabo de forma rigurosa y estricta.
Sin embargo, hay ocasiones en que, por la función que
debe cumplir el edificio, la seguridad pasiva que aporta
el edificio no es suficiente para los riesgos de incendio
existentes o para los posibles daños que pueda ocasionar
un incendio. En estos casos, se añaden a la seguridad
pasiva ya mencionada, medidas de seguridad activa en
los edificios.
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Aclarando ideas
En un edificio público donde pueden concentrarse muchas
personas al mismo tiempo no es admisible confiar solo
en la solidez de la construcción del edificio ante el fuego.
Lo mismo ocurre en un museo donde se guardan obras
de gran valor. Además, existen construcciones que por
su función (almacenamiento de material combustible por
ejemplo), necesitan de una protección adicional.
Entendemos por seguridad activa de los edificios los
medios automáticos de detección y control de incendios,
y los sistemas de extinción de incendios presentes. Sobre
los métodos de extinción hablaremos largo y tendido en
los próximos capítulos, de manera que vamos a introducir
a continuación los distintos métodos y sistemas utilizados
en la detección de incendios.
Entendemos por detectores de incendios aquellos equipos
o sistemas, que son capaces de reconocer un cambio
en las condiciones de un recinto, como un probable
fuego. En este sentido, tratan de detectar aquellas
manifestaciones del fuego más fácilmente identificables,
principalmente:
- Calor.
- Humo.
- Llamas.
No todos los tipos y sistemas de detección son validos
en todas las situaciones: garajes o cocinas con humo,
salas limpias y climatizadas... La casuística es enorme.
Eso implica que se traten de detectar distintos hechos,
y se hayan desarrollado distintos tipos de sistemas. En
general, podemos encontrar en el mercado gran variedad
de detectores de incendio, perteneciendo la mayoría de
ellos a una familia determinada de equipos. Entre estas,
podemos destacar las siguientes:
1. Detectores de Ionización.
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2. Detectores Fotoeléctricos.
3. Detectores de Llama en Movimiento.
a. Detectores Ultravioleta.
b. Detectores Infrarrojo.
4. Detectores Térmicos.
a. De Temperatura Fija (o termostáticos).
b. De Cambios de Temperatura
(o termovelocimétricos).
5. Estaciones Manuales.
Antes de empezar a comentar cada una de estas familias,
debemos conocer un aspecto importante sobre estos
equipos: Estos sistemas se diseñan para detectar el
incendio antes de producirse, es decir, cuando está en
sus comienzos, o es simplemente un conato o principio
de incendio. Una vez que el incendio ya se ha
desarrollado, la detección suele ser sencilla, y por tanto
el detector deja de tener utilidad. Por otro lado, debemos
evitar que los detectores estén avisándonos
constantemente de falsas alarmas. Por esta razón, la
elección del tipo de detector y la determinación de su
sensibilidad es fundamental para su correcto
funcionamiento.
Aclarando ideas.
Si colocamos un detector de humos en un garaje, los
humos de los tubos de escape van a interferir claramente
en la detección. Mala elección.
4.1.- Detectores de Ionización.
Los detectores de ionización pertenecen al grupo de los
detectores de humo, y son capaces de hacer saltar la
alarma incluso antes de que el humo sea visible.
13
Para nota.
Su principio de funcionamiento es complejo. Tiene en
su interior material radiactivo y un circuito capaz de medir
la radiación generada. Cuando el humo se interpone a
la radiación, el circuito detecta esta variación.
Gracias a su principio de funcionamiento son muy
sensibles. Son capaces de cubrir aproximadamente un
área de unos 80 m2, y suelen colocarse a una distancia
aproximada de unos 7 metros, tratando que el área de
cobertura de uno y otro se solape.
Su ámbito de aplicación es muy general, utilizándose en
la gran mayoría de los casos, excepto en aquellos en
los que la presencia de gases (presencia de calderas,
motores de combustión...) los haga poco adecuados.
Tampoco se recomienda su utilización en espacios muy
ventilados.
4.2.- Detectores Fotoeléctricos.
Se trata también de equipos que pertenecen a la categoría
de detectores de humo. Su principio de funcionamiento
es sencillo. En el detector existe un emisor y un receptor
fotoeléctrico, calibrado para determinar cual es la
intensidad de luz que recibe, de acuerdo a las condiciones
ambientales existentes en el recinto donde se halla.
Cuando existe humo en el ambiente, la intensidad de
luz que recibe el receptor disminuye, y por tanto salta la
alarma.
Este receptor no detecta el humo hasta que no se produce
un oscurecimiento en las condiciones ambientes de al
menos el 1,5 %, de manera que avisará del posible
incendio mucho más tarde que el detector iónico, que
recordemos era capaz de detectar incluso humo no
visible. Sin embargo, los detectores fotoeléctricos
provocan menos falsas alarmas.
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Sus condiciones de funcionamiento son similares a los
de la anterior familia. Son capaces de cubrir
aproximadamente un área de unos 80 m 2 , y suelen
colocarse a una distancia aproximada de unos 7 metros,
tratando que el área de cobertura de uno y otro se solape.
Su ámbito de aplicación es muy general, no debe usarse
en aquellos en los que la presencia de gases (calderas,
motores de combustión...) los haga poco adecuados.
4.3.- Detectores de Llama en Movimiento.
Este tipo de equipos se fundamentan en fenómenos
ópticos de los incendios. En el capítulo uno ya se indicó
que el fuego se caracteriza por la emisión de radiación
electromagnética que abarca un espectro amplio. Dentro
de este espectro se encuentra la luz visible, la radiación
infrarroja y ultravioleta.
Por razones obvias, no se emplea la radiación visible
como elemento que demuestre la presencia de un
incendio, ya que esta se encuentra presente la mayor
parte del tiempo. Sin embargo, la detección infrarroja y
ultravioleta si es posible.
a) Detección infrarroja. Se trata de sensores que
responden a la radiación electromagnética que se
encuentra dentro del rango de los infrarrojos:
Frecuencia no visible, que está asociada a la emisión
de calor. Por esta razón, no es conveniente utilizar
este tipo de detectores en aquellos recintos en los
que puedan existir importantes fuentes de calor como
radiadores, cocinas...
Su uso está recomendado para incendios de
hidrocarburos tales como gasolina, aceite y otros
combustibles, e incendios de madera. Sin embargo,
no se recomienda el uso de los mismos para la
detección de incendios de alcohol, gases licuados del
15
petróleo (propano, butano,...) o hidrógeno.
Su efectividad aumenta en ambientes con bajo nivel
de luz.
Para nota.
Aunque quede fuera del ámbito de estudio de este
capítulo e incluso de este curso, estos detectores son
de gran utilidad en la lucha contra los incendios forestales,
utilizándose fotografías aéreas o de satélite de grandes
áreas, en las que las zonas incendiadas aparecen
claramente incluso en los comienzos del incendio.
b) Detección ultravioleta. De forma análoga a la
detección infrarroja, este sistema utiliza sensores que
responden a la radiación electromagnética denominada
ultravioleta, radiación también no visible que se
encuentra en un rango muy estrecho de frecuencia
en comparación con la luz visible. A diferencia de la
radiación infrarroja, es difícil encontrar una fuente de
radiación ultravioleta distinta de un incendio, por lo
que son detectores muy efectivos.
Aclarando ideas.
Todos hemos escuchado que las quemaduras solares
son debidas a la radiación ultravioleta del sol. Esto es
cierto, pero dado que esta radiación es bastante constante
y de intensidad baja, es relativamente sencillo preparar
los sensores de incendio para que ignoren esta radiación
solar, caso que estén expuestos a ella. (Recordemos
que estamos viendo incendios en estructuras, y el simple
vidrio de una ventana ya es capaz de filtrar la radiación
ultravioleta procedente del sol).
A pesar de su gran efectividad y rapidez de respuesta,
no son de uso general debido al gran coste que supone
el alto grado de sofisticación de los componentes
electrónicos que utiliza. Su empleo más habitual es en
zonas de alta peligrosidad, en donde suele estar asociado
a sistemas automáticos de extinción. La respuesta de
16
estos sistemas se mide en milisegundos, por lo que se
instalan en lugares con riesgo evidente de explosión.
Curiosidad.
Dado que este tipo de equipos se fundamenta en
fenómenos ópticos, necesita “ver” el área con peligro de
incendio. Existen algunos equipos que son capaces de
determinar que existe algún obstáculo en su campo de
visión, y hace saltar una alarma (no de incendio) para
avisar de este hecho y solicitar que el obstáculo sea
apartado.
4.4.- Detectores Térmicos.
Son detectores que funcionan sobre la base del cambio
de la temperatura del lugar donde se encuentran
instalados. En general responden a dos tipos claramente
determinados:
a) De temperatura fija. Son los más sencillos y
corresponden a un simple termostato que se activa
cuando la temperatura supera un cierto valor
predeterminado. Usualmente la temperatura de
especificada por el fabricante ronda los 57° C.
b) De cambios de temperatura (o termovelocimétricos).
Este tipo de detector de calor es algo más complejo,
ya que posee las características del detector de
temperatura fija y además puede ser activado si la
temperatura del recinto aumenta a gran velocidad.
Habitualmente, estos detectores hacen saltar la alarma
de incendio si se produce un aumento de temperatura
de 10º C o más por minuto; es decir, un aumento
rápido de temperatura, activa los contactos del detector.
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4.5.- Estaciones Manuales.
No todos los sistemas de protección activa de los edificios
se basan en la detección automática de los incendios.
Por el contrario, la utilización de estaciones manuales
es muy habitual y de gran efectividad, ya que contamos
con los sentidos humanos como sensores que detectan
la actividad del fuego.
Pero en que consisten las estaciones manuales,
¿nos ponemos a gritar fuego cuando lo detectemos?
Las estaciones manuales son sistemas activos, es decir,
no estructurales, y conectados entre sí que permiten dar
la alarma. Probablemente estemos habituados a verlos,
pero por esta misma razón no les hemos dado
importancia. Consisten en una serie de pulsadores de
emergencia instalados en sitios clave de los edificios, y
conectados con una estación de control, los equipos de
extinción, alarmas...
Las características que deben cumplir estos equipos son
las siguientes:
1. Deben ser de acción simple; es decir, que no
requiera de complicaciones para activarlas, sino
únicamente de la ruptura de un vidrio de seguridad
de 2 mm de espesor. La presencia del vidrio evita que
el pulsador sea accionado por error y provoque falsas
alarmas. La ruptura del vidrio debe permitir que el
botón se cierre automáticamente.
2. Debe colocarse a una altura de 1,50 metros sobre
el nivel del piso.
3. Su ubicación debe ser tal que pueda ser activada
en las vías de circulación y en las salidas de
emergencias.
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4. Para su reposición tras su accionamiento, deberá
ser instalado un nuevo vidrio.
5. Debe poseer una llave para alarma general, de
modo tal que el operario encargado pueda activar la
alarma de evacuación desde el mismo sitio de la
emergencia.
6. Debe ser de color rojo e indicar el uso. Se debe
colocar una leyenda en el idioma que sea común ( EN
CASO DE FUEGO ROMPA EL VIDRIO ).
7. No necesita alimentación desde la central de
incendio ya que su accionamiento provoca que se
cierre un circuito y salte la alarma.
4.6.- Consejos básicos sobre los detectores de incendio.
Los detectores de incendios domésticos son elementos
muy efectivos en la prevención de incendios, sin embargo,
es conveniente tener en cuenta ciertas ideas básicas
para que su funcionamiento sea correcto.
Ubicación
1. Es conveniente situar los detectores en la puerta
de las estancias en las que existe riesgo de que se
genere un incendio.
2. Si se duerme con las puertas de los dormitorios
cerradas, debe ponerse un detector adicional en cada
dormitorio. Si las puertas permanecen abiertas durante
todo el día, el mejor lugar es el pasillo, próximo a los
dormitorios.
3. Si en el hogar se fuma, deberá situarse el detector
en una zona en la que no se produzca una elevada
concentración de humo para evitar falsas alarmas.
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4. Lo ideal es colocar el detector de humos en el centro
del techo, ya que en las esquinas el aire queda “muerto”
y no se mueve. Instálese a una distancia mínima de
30 centímetros de cualquier artículo de decoración
(puertas, lámparas, molduras) que pueda obstruir la
entrada de humo.
5. Si en el techo hay vigas u otros elementos que
impiden la instalación el detector, éste se debe colocar
en la pared a una distancia de no más de 30
centímetros del techo y manteniendo una distancia
mínima de 15 centímetros con respecto a las esquinas.
Zonas a evitar
1. No deben colocarse en cuartos de baño, duchas,
garajes o estancias donde el vapor de agua y otros
humos se acumulan con facilidad.
2. Deben evitarse también superficies que están
normalmente más calientes o frías que el resto de la
habitación, como tragaluces de áticos o tabiques
exteriores sin cámara.
3. No deben instalarse próximos o encima de
calentadores, ventiladores, o acondicionadores de
aire, ventanas, huecos de ventilación, etc., que puedan
cambiar la dirección de la corriente del aire y al mismo
tiempo, tienen cambios de temperatura extremos.
Mantenimiento
1. Los detectores de humo pierden eficacia con el
tiempo, por lo que los fabricantes recomiendan
reemplazarlos cada 10 años.
2. Debe comprobarse periódicamente el buen
funcionamiento del detector. Basta con presionar la
parte central del aparato para que suene la alarma
como lo haría en caso de incendio.
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3. Incluso si el equipo está conectado a la red eléctrica,
debe verificarse el estado de la batería. Esta dura al
menos un año, aunque su carga puede fallar antes.
El cambio de la batería asegura un adecuado
funcionamiento.
4. El detector debe limpiarse periódicamente, al menos
una vez al mes. Para ello debemos usar un cepillo
suave o un aspirador para quitar el polvo de las ranuras
por las que penetra el humo. Para el interior es preciso
utilizar algún spray de aire comprimido especial para
quitar el polvo.
5.- Riesgos de incendios.
En el apartado anterior, comenzamos diciendo que
dependiendo de la utilización y ocupación de los edificios,
y de los riesgos de incendios en ellos, se justificaba o
no la utilización de medidas activas contra los mismos,
además de las medidas pasivas que corresponden a
cualquier edificio.
Como en cualquier actividad, se trata de medir estos
mencionados riesgos, para que la actuación que se
realice se aparte de la arbitrariedad en todos los casos.
Para ello, en primer lugar se define lo que se entiende
por riesgo, y en segundo lugar se establece una
clasificación indicando la tipología presente en cada
nivel. Comencemos por la definición.
Entendemos por riesgo de incendio la evaluación de la
posibilidad de que se produzca un incendio o explosión
en un recinto. Esta evaluación se realiza en función de
la combustilidad de los materiales presentes (grado de
reacción al fuego), carga calorífica de los mismos,
exposición a la ignición (o posibilidades de que dichos
materiales obtengan la energía de activación suficiente
para comenzar a arder), facilidades de propagación del
incendio y colocación de los materiales dentro del edificio.
21
Atendiendo a estos parámetros, la clasificación de los
posibles riesgos se indica a continuación:
Riesgo Leve: Es aquel presente en edificios donde se
encuentran materiales de baja combustibilidad y no
existen facilidades para la propagación del fuego.
Riesgo Moderado: Es aquel presente en edificios donde
se encuentren materiales que pueden arder con relativa
rapidez o que producen gran cantidad de humo.
Riesgo Alto: Es aquel presente en edificios donde se
encuentran materiales que pueden arder con rapidez, o
donde existen productos que pueden producir vapores
tóxicos ante un incendio, o en aquellos que exista la
posibilidad de explosión.
En función de esta clasificación y de acuerdo a normativa,
se deberán emplear diferentes medidas de detección y
extinción:
- Número de extintores y tamaño de los mismos.
- Necesidad de que existan depósitos de agua de uso
exclusivo para las bocas de incendio y resto de los
equipos de extinción.
- Unidades de bombeo especificas.
- Sistemas de detección y extinción automáticos.
- ...
6.- Fases en los incendios estructurales.
En el apartado 2, Peligros en los incendios estructurales,
se mencionaban algunos de los fenómenos especiales
que pueden darse en los incendios confinados, y por
tanto estructurales: Flashover, backdraft y rollover.
Cada uno de estas manifestaciones, están asociadas
con una fase concreta del incendio, y dada la importancia
y peligrosidad de las mismas, merece la pena que
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conozcamos cuando pueden darse y que entendamos
la importancia que tienen los procesos de ventilación,
incluso cuando creemos que el incendio ya se encuentra
controlado.
Habitualmente se estudian tres fases para los incendios
estructurales:
1. Fase incipiente. El oxígeno aun no se ha
consumido, por lo que el fuego progresa produciendo
vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2), algo
de monóxido de carbono (CO), y pequeñas cantidades
de dióxido de azufre (SO2 ) y otros gases.
2. Fase de libre combustión. Durante esta fase, los
gases calientes se expanden hasta el techo, forzando
al aire frío, rico en oxígeno, hacia niveles inferiores,
y por tanto, empujándolo hacia las llamas. De esta
manera, se facilita la combustión de los materiales
presentes en el recinto y que siga elevándose la
temperatura del mismo. Esta elevación de temperaturas
puede dar lugar a la autocombustión de los gases
atrapados en el techo (rollover) que posteriormente
puede desembocar en la combustión súbita de todos
los materiales (flashover).
3. Fase latente. En esta tercera fase la llama puede
dejar de existir, debido a la ausencia del oxígeno
necesario para que se produzca la combustión con
llamas. De manera que el incendio se reduce a ascuas
incandescentes. Sin embargo, la temperatura es muy
alta y el recinto se llena de humo denso y gases muy
calientes que se ven forzados a salir al exterior por el
aumento de la presión en el interior. En estas
condiciones, se producirá monóxido de carbono (CO),
metano (CH4) e incluso hidrógeno (H2), gases todos
inflamables y susceptibles de explotar. En estas
condiciones una entrada de aire fresco provocará el
backdraft.
23
Para nota.
¿Te has preguntado como es posible que en el recinto
no exista NADA de oxígeno? Siempre queda alguna
rendija por puertas y ventanas que permite la entrada
de aire, ¿no?. La respuesta viene de la interpretación
física del fenómeno del fuego. Conforme se produce la
combustión, se generan gases. Estos gases están
calientes. A mayor temperatura, los gases tienden a
expandirse, empujando al aire hacia fuera y no
permitiendo su entrada. De hecho, la presión en el interior
fuerza a los gases hacia fuera impidiendo por completo
la entrada del aire desde el exterior.
7.- Consejos básicos para evitar incendios estructurales.
Una vez expuestos los principios básicos sobre los fuegos
estructurales y su peligrosidad, se indican a continuación
algunos consejos básicos que todos debemos seguir
para evitar estos siniestros. Están divididos en distintos
epígrafes y se enumeran a continuación.
Cocina.
- Los utensilios y enseres susceptibles de arder con
facilidad como trapos, papeles, cortinas... deben
mantenerse alejados de las cocinas. Las nuevas
cocinas vitrocerámicas tienen menor tendencia a
provocar incendios, pero no por ello debemos descuidar
las medidas de seguridad.
- No está de más el tener un pequeño extintor en la
cocina y conocer la manera correcta de usarlo. En el
capítulo 4 veremos los distintos tipos de extintores y
su forma de uso.
Estufas.
- El primer consejo es idéntico. Debemos mantener
ropa, cortinas, muebles y demás objetos combustibles
alejados de estos aparatos. El incendio de las clásicas
camillas sobre braseros eléctricos no suele pasar del
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susto, pero si nos sorprende dormidos o ausentes
pueden llegar a causar un gran problema.
- Las estufas son equipos eléctricos de gran potencia.
Deben conectarse directamente en tomas de pared y
desconectarlos cuando no vayan a ser usados.
Electricidad.
- Derivado del consejo anterior, debemos evitar
sobrecargar las tomas de corriente conectando a ellas
gran cantidad de aparatos. En particular debemos
controlar la conexión de aparatos de gran potencia:
Estufas, aires acondicionados, hornos, planchas,
secadores de pelo...
- Los cables de estos equipos no deben colocarse
bajo alfombras o muebles. Esta práctica puede dar
lugar a incendios ante cortocircuitos o recalentamiento
de los cables.
- Es recomendable el uso de tapones de seguridad
en las tomas de corriente, en particular si es habitual
la presencia de niños pequeños.
Otras normas de uso general.
- Fósforos y encendedores deben mantenerse siempre
fuera del alcance de los niños.
- Fumar en la cama es una mala práctica que debe
erradicarse.
8.- Resumen del capítulo.
Los incendios en edificios son por diversas razones los
más peligrosos, costosos en vidas humanas y difíciles
de atacar por las brigadas de extinción de incendios,
una vez que el fuego está desarrollado.
En este capítulo hemos tratado de entender cuales son
las razones principales de esta peligrosidad, definir
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conceptos básicos y aprender algunas de las medidas
especiales que se utilizan en edificación para protegernos
de estos siniestros.
Dada la especial importancia del tema, volveremos a
verlo, directa o indirectamente, durante el curso.
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