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Herramienta 10
Las realidades de la obra
III. La obra
La realidad de la obra
José Manuel López Osorio
Arquitecto
Experto en rehabilitación de edificios, Granada, España
“Esperar a saber bastante para actuar con toda seguridad,
es condenarse a la inacción”.
Jean Rostand
Si bien es cierto que el desarrollo del programa de estudios
previos, la fase de reflexión y la adecuada redacción del proyecto
resultan imprescindibles para llevar a buen término la
rehabilitación de un edificio tradicional, no podemos olvidar que
el verdadero objetivo de la Guía Rehabimed es hacer real y efectiva
la conservación material de la arquitectura tradicional
mediterránea.
La frase del científico y pensador francés Jean Rostand sugiere,
inevitablemente, la necesidad de la acción como único
instrumento capaz de implementar el enorme desarrollo de las
aproximaciones teóricas y los debates interminables sobre criterios
de intervención que no siempre consiguen los objetivos
esperados.
Pensamos que la compleja y diversa realidad mediterránea exige
pasar a la acción como única garantía que justifique la redacción
de este método. Será, por tanto, en la etapa de ejecución de la
obra donde deberán integrarse los principios del Método
Rehabimed y donde resulta más importante, si cabe, adoptar una
visión realista, integradora y flexible del Método, ya que las fases
y etapas anteriores se someten a su verdadera prueba de fuego
durante la ejecución de los trabajos, donde es preciso absorber y
asimilar la incalculable serie de imprevistos que surgen en una
obra de rehabilitación.
Esta realidad se presenta aún más compleja cuando la intención
de esta guía pretende establecer una metodología de intervención
en el área geográfica mediterránea, que si bien presenta raíces e
identidades históricas comunes, muestra, sin embargo, un
panorama diverso y cambiante con diferencias culturales y
socioeconómicas que condicionan los procesos de intervención.
La ejecución de una obra está sometida a la materialidad existente
y a una serie de circunstancias técnicas, administrativas y
económicas que producen un universo no homogéneo. No es
igual llevar a cabo una intervención de rehabilitación en los
edificios degradados del interior de los centros históricos europeos
que en las poblaciones turísticas de las islas mediterráneas, las
callejuelas angostas de las medinas del Norte de Africa, los
poblados perdidos del Atlas Magrebí o los degradados oasis de los
valles presaharianos.
La nueva arquitectura popular combina formas y tipologías tradicionales con los
nuevos materiales disponibles en la actualidad. La Pobla de Benifassà, Castellón
(España).
Nos encontramos ante circunstancias cambiantes en conjuntos
urbanos compactos o en edificios dispersos en el mundo rural,
donde las dificultades de acceso, la inexistencia de mano de obra
cualificada, la dificultad para encontrar materiales de construcción
apropiados o simplemente la compleja tramitación burocrática se
presentan como obstáculos difíciles de salvar durante el proceso
de ejecución de una obra de rehabilitación.
Así mismo, no debemos olvidar que gran parte de las obras de
rehabilitación, ampliación o reforma que se producen en la cuenca
mediterránea, sobre todo en los países del sur y en el medio rural,
tienen que ver con actuaciones informales donde no resulta
habitual la presencia de técnicos, ni cuentan con las
correspondientes autorizaciones administrativas. Sin embargo,
estas intervenciones espontáneas, fruto de la necesidad directa del
usuario, también merecen ser consideradas, ya sea por su
capacidad destructora de las formas y materiales tradicionales o
por su potencial evocador de presentarnos la nueva realidad
popular que pone en crisis la habitual y directa relación entre lo
“tradicional” y lo “popular”.
Esta diversidad de condiciones puede perturbar la linealidad de
procesos que se establezcan sobre principios excesivamente
rígidos o alejados de esta realidad constructora o deconstructora
en la arquitectura tradicional. La situación exige el diseño de una
estrategia abierta que, aún conservando una estructura
suficientemente clara y definida, permita incorporaciones
transversales que no desvirtúen los objetivos iniciales del Método:
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III. La obra
A lo largo de la historia la arquitectura tradicional había sido
realizada sin la presencia de arquitectos y constituía la expresión
espontánea y natural de un pueblo que tenía la necesidad de
resolver el problema de la vivienda. Edificios construidos sin
proyecto mostraban su natural capacidad para transformarse
cuando era preciso consolidar, reformar o ampliar según iba
modificándose el programa de necesidades.
La revolución industrial y la mejora de las comunicaciones y
disponibilidad de nuevos materiales abren el abanico de
posibilidades técnicas y formales al constructor local, que continua
siendo el responsable de la construcción o reforma de la
arquitectura tradicional. Sin embargo, el cambio de las condiciones
de partida, con nuevos conceptos estructurales y tipológicos que ya
no están basados en los fundamentos de la tradición local ni en los
principios de su organización económica y social, modifica
sustancialmente el resultado final y la imagen de la nueva
arquitectura popular, que sigue siendo la respuesta a las nuevas
circunstancias del entorno pero que ha producido una fractura,
probablemente definitiva, con los fundamentos de la tradición.
El contexto actual de la arquitectura tradicional en gran parte del
Mediterráneo es un conflicto manifiesto entre dos conceptos
radicalmente opuestos: el mundo urbano y desarrollado que
encuentra valores patrimoniales en la arquitectura tradicional y la
realidad del mundo rural contemporáneo que desea modernizar
su hábitat con nuevas formas y materiales como símbolo de
progreso y modernización.
La realidad es que, hasta época reciente, la participación del
usuario en la construcción y rehabilitación de su vivienda resultaba
algo habitual en la generación de la arquitectura tradicional.
Parece necesario que esto siga siendo así y que la presencia del
beneficiario directo de la intervención, tanto en la fase de
proyecto como en la ejecución de las obras, se presente como una
de las claves de la arquitectura popular.
No obstante, resulta frecuente que las formas, colores y materiales
tradicionales, que son tan apreciados desde la visión
contemporánea del mundo tradicional, no sean aceptados por el
usuario habitual que desprecia lo tradicional por considerarlo
asociado al pasado, símbolo de un subdesarrollo que pretende
El uso del color y la reutilización de materiales caracterizan la arquitectura popular.
Barrio de la Chanca, Almería (España).
Los restos musealizados de la arquitectura tradicional forman parte del actual
paisaje urbano en convivencia con la nueva arquitectura. Larache (Marruecos).
como la espina de un pez que manteniendo su forma estable es
capaz de mostrarse flexible y adaptarse a las condiciones variables
de su entorno.
Criterios de intervención y programas definidos a priori resultan
habitualmente perturbados cuando son sometidos a la realidad de
la obra. La ejecución de los trabajos se muestra como el verdadero
campo de batalla donde ya no es posible la mirada hacia atrás,
salvo para aprender del error y evitarlo en procesos posteriores. Un
riguroso conocimiento previo del edificio y de la realidad cultural,
legal, técnica y socioeconómica de cada región o país exige un
mayor esfuerzo para planificar una correcta intervención.
Este apartado del Método pretende, por tanto, definir una serie de
conceptos básicos que pueden ayudarnos a establecer puntos de
partida comunes en la etapa de ejecución de una obra de
rehabilitación de la arquitectura tradicional mediterránea.
Las transformaciones de la arquitectura tradicional
y la participación del usuario en la rehabilitación de su
vivienda
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III. La obra
superar, y cuyas expectativas de vivienda están más cerca de la
vivienda urbana y convencional, a la que identifica con el progreso.
En términos concretos esto se traduce, por ejemplo, en la pérdida
de valor para la población local de los empedrados tradicionales,
normalmente toscos y ejecutados con piedras de gran tamaño,
que se sustituyen por piedras planas para facilitar el tránsito y el
acceso del tráfico rodado.
Estas valoraciones del usuario contrastan, sin duda, con la opinión
del visitante ocasional, del turista o del nuevo vecino, fruto de un
proceso de turismo rural o de gentrificación en un barrio histórico.
Estos nuevos usuarios se convierten, en muchos casos, en nuevos
vecinos que encuentran en estos valores epidérmicos de la
arquitectura las cualidades que certifican su autenticidad. El
conflicto está servido y la solución deberá encontrar la forma de
atender los diferentes requerimientos, que dependerá de las
condiciones específicas del lugar, del carácter patrimonial o
exclusivamente residencial del barrio o del conjunto rural y, en
definitiva, de saber identificar por qué y para quien estamos
rehabilitando.
La presencia del arquitecto, encargado desde el Movimiento
Moderno de resolver los problemas de vivienda, encuentra en la
arquitectura tradicional la aparente contradicción de ordenar este
proceso. Su participación en la búsqueda de un equilibrio entre la
conservación de aquellos valores a preservar dando respuesta a las
necesidades actuales del habitante y usuario de la arquitectura
tradicional, constituye un reto importante.
Sin embargo, la realidad en muchas de las regiones del
mediterráneo es que la presencia del arquitecto resulta limitada en
los procesos de construcción o rehabilitación de viviendas en
contextos populares, donde el propietario, con ayuda de un
albañil local, diseña, financia y ejecuta las obras sin la existencia de
un proyecto previo y, en muchos casos, sin el control de la
administración. Los procesos de autoconstrucción o
autorrehabilitación muestran, en este caso, el grado más alto de
participación del usuario en la producción de su vivienda.
La naturalidad de estos procesos y la implicación personal en la
construcción de su hábitat merecen nuestra atención,
considerando el fenómeno como una realidad que merece ser
valorada, introduciendo, si cabe, algunos elementos que
potencien y ordenen el fenómeno: la presencia de un arquitecto
como profesional que contribuya a reconducir el proceso y la
participación de la administración pública como elemento
cofinanciador de la obra, que aporte los recursos económicos
necesarios para la contratación de los técnicos, y en definitiva,
para mejorar la calidad de la intervención.
Cabe esperar la normalización de esta práctica, entendida no
como la implantación de medidas que desvirtúen sus valores
iniciales sino como estrategia para potenciarlos, considerando la
autorrehabilitación como un modelo posible en nuestro
entorno mediterráneo, en contextos patrimoniales con
condiciones socioeconómicas limitadas. Para llevar a cabo esta
normalización resulta muy importante, una vez más, el papel de
una administración sensible que sea capaz de tener esta doble
visión. Existen ejemplos en el sur de España, donde el gobierno
regional de Andalucía ha puesto en marcha programas públicos
de autoconstrucción y rehabilitación de viviendas, financiando los
materiales necesarios para la ejecución de la obra y la contratación
de los técnicos.
En los países del sur mediterráneo una nueva puerta metálica se integra en la
arquitectura popular. En la cuenca norte la puerta de madera tradicional pasa a
convertirse en objeto fosilizado de un museo al aire libre. Alto Atlas (Marruecos) /
5. Alpujarra (España).
El uso combinado de la ropa tradicional y occidental muestra la realidad social en
muchas regiones del Mediterráneo. Esta convivencia resulta manifiesta también en
la arquitectura (Siria).
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III. La obra
En las experiencias que se han llevado a cabo se presentan
numerosas ventajas asociadas. El usuario gestiona directamente
las obras e incluso aporta su mano de obra, lo que produce una
reducción de costos y una mayor rentabilidad social de la inversión
realizada. Así mismo, se facilitan las futuras obras de
transformación y mantenimiento, debido al conocimiento por
parte del usuario de la ubicación de elementos estructurales,
instalaciones, etc.
Esta práctica normalmente se ha asociado a pequeñas
actuaciones, sin embargo, en muchos casos, las necesidades de
rehabilitación exigen actuaciones globales que afectan a un
número importante de edificios o bien se trata de la rehabilitación
de edificios singulares. Estas actuaciones resultan habitualmente
promovidas por la administración local o estatal y tienen como
consecuencia inicial la contratación de una única empresa
constructora que normalmente no está vinculada al lugar de la
actuación. En este caso existen experiencias desarrolladas en las
que se obliga a la empresa adjudicataria a que contrate como
trabajadores a los vecinos del barrio o población donde se
desarrollan las obras. Esta medida posee importantes beneficios
sociales, ya que ofrece trabajo a la población receptora y
contribuye a su cualificación profesional. Como contrapartida, los
vecinos ofrecen el cocimiento de la cultura constructiva local y su
participación en la obra facilita las tareas de mantenimiento o
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Las realidades de la obra
La realidad de la obra
reparación posterior. Las experiencias llevadas a cabo no han
resultado sencillas debido a las dificultades para encontrar
personal con un mínimo de preparación profesional o interés
personal. No obstante, se trata de iniciativas que tienen un
indudable interés y que merecen ser incentivadas.
Los agentes implicados en la ejecución de una obra de
rehabilitación
La gestión técnica y económica de cualquier obra de construcción
exige la participación activa de tres agentes principales: El
promotor o usuario del edificio, los técnicos directores de la obra
y la empresa constructora encargada de la ejecución de los
trabajos. Sin embargo, las singulares características de una obra
de rehabilitación nos obligan a redefinir estas figuras y a
establecer nuevas formas de relación entre ellas.
El propietario y usuario es la persona que decide rehabilitar su
vivienda y que inicialmente dedica sus propios recursos. Sin
embargo, es habitual que en los procesos de rehabilitación,
normalmente sometidos a mayores problemas técnicos y
económicos que la construcción convencional, y donde
determinados valores patrimoniales no afectan exclusivamente a
10
La recuperación de los lavaderos públicos, obra financiada por la administración
regional, se ha llevado a cabo con materiales y sistemas constructivos locales.
Alpujarra de Granada (España).
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Recuperación del empedrado granadino conservando la técnica tradicional.
Albayzín de Granada (España).
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La realidad de la obra
su propietario, sino que transcienden a la colectividad, aparezca la
figura de la administración como promotor de la obra,
normalmente estableciendo medidas de protección y aportando
recursos económicos. La presencia de este nuevo agente resulta
más evidente cuando se trata de edificios singulares o
equipamientos como lavaderos públicos, pósitos, molinos, etc.,
donde el uso y, en muchos casos, la propiedad pública, exigen
claramente la participación de la administración.
El equipo técnico, normalmente formado por arquitectos y
técnicos especializados, es el encargado de la redacción del
proyecto, de la dirección técnica de la obra y de la gestión
económica. Su papel es fundamental para una correcta
planificación y racionalización del proceso. No obstante, las
diferentes circunstancias que confluyen en la rehabilitación de la
arquitectura tradicional exigen un mayor esfuerzo a sus nuevos
responsables, que no pueden limitar su participación a los
aspectos técnicos de la intervención, ya que se les exige un
mayor compromiso y dedicación, debido a que deberán
modificar su tradicional papel de especialistas distantes y ajenos
para convertirse más en un elemento mediador entre la vivienda
y el patrimonio, entre la normativa y la realidad, entre el
particular o la administración que los contrata y las necesidades
del usuario de la vivienda.
III. La obra
La empresa constructora, será la responsable de llevar a cabo la
ejecución material de los trabajos y requiere también adaptarse a
las características específicas de este tipo de obra. En estos casos,
la presencia de pequeñas empresas locales, o simplemente un
buen albañil conocedor de los sistemas constructivos y materiales
locales, resulta la mejor de las elecciones si la escala de la
intervención lo permite. Sin embargo, la pérdida de los oficios
tradicionales en la mayor parte de los países de la cuenca
mediterránea exige la investigación aplicada para la recuperación
de los sistemas constructivos tradicionales, por lo que resulta
especialmente importante la colaboración permanente del
constructor con el equipo técnico.
Las tres figuras descritas no siempre se presentan perfectamente
definidas y con absoluta independencia o autonomía, lo que
afecta sensiblemente al modelo de gestión de la obra,
condicionando de forma sustancial el diseño de la actuación, los
mecanismos de control y el resultado final de la misma.
La necesaria interacción entre los diferentes agentes implicados se
plantea, por tanto, como una de las cuestiones a tener en cuenta,
sobre todo cuando la administración pública participa en el
proceso, lo que supone, en algunos casos, el alejamiento del
beneficiario directo de la intervención. Esto exige la modificación
de los roles establecidos, considerando una nueva posición más
10
Recuperación de la técnica tradicional de construcción de un muro de tapial en la
cuenca norte mediterránea. La Peza, Granada (España).
La aplicación de una capa de yeso sobre la tablazón de la cubierta de madera antes
del recibido de la teja, constituye una técnica tradicional que se está recuperando
en las obras de rehabilitación. Albayzín de Granada (España).
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III. La obra
exigente para todos, pero sin duda con mayores beneficios finales.
En otras ocasiones la dificultad radica en que se trata de
actuaciones informales, fuera del control de la administración.
Este será el caso de la auto rehabilitación, donde el propietario de
la vivienda con la ayuda del constructor local, diseña, financia y
ejecuta la obra sin la presencia de técnicos, circunstancia todavía
habitual en algunas áreas de la geografía mediterránea y que
merece ser destacada.
10
La administración pública como elemento regulador del
proceso
En los países mediterráneos donde la capacidad económica y de
gestión de la administración pública tiene capacidad para ello, la
promoción de obras de rehabilitación de la arquitectura tradicional
resulta normalmente incentivada por el Estado.
Su presencia como tutela técnica del proceso supone también la
contribución económica a la financiación total o parcial de la obra.
Generalmente, esta aportación coincide con programas de
protección o salvaguarda de determinadas áreas urbanas o rurales,
por lo que la administración impone condiciones específicas sobre
los criterios de intervención que deberán llevarse a cabo.
El papel de la iniciativa pública debe entenderse como un
elemento regulador y estabilizador del proceso, donde la entropía
del mercado o el interés privado puedan producir desequilibrios
que afecten a la conservación de los valores de la arquitectura
tradicional. Sin embargo, determinadas iniciativas públicas no
ajustadas a las singularidades locales, no siempre consiguen los
resultados esperados.
En algunos casos, los intereses de la administración no coinciden
con las necesidades reales de los beneficiarios directos de la
actuación, cuestiones a las que resulta difícil atender con
reflexiones genéricas o sistematizadas que exigen una atención
personalizada, difícil de llevar a cabo en actuaciones masivas de
rehabilitación.
Desgraciadamente, muchas intervenciones públicas de
revitalización de centros históricos llevadas a cabo en las últimas
décadas, han orientado sus esfuerzos a mejorar la imagen exterior
de los edificios, y con ello la imagen urbana del barrio, más que a
preocuparse de resolver las verdaderas necesidades de sus
habitantes. Aunque afortunadamente esta tendencia tiende a
desaparecer, ha sido frecuente el desarrollo de programas de
rehabilitación orientados a la rehabilitación de fachadas o
elementos urbanos sin acometer obras en el interior de los
edificios y sin resolver, por tanto, sus problemas estructurales o de
habitabilidad. En otros casos, el inicialmente adecuado criterio de
recuperar la tipología tradicional, perturbada inevitablemente por
divisiones de viviendas, ocupación de patios y galerías, o
ampliaciones que modifican el modelo original, ha entrado en
conflicto directo con las necesidades de espacio de los actuales
usuarios de las mismas.
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La realidad de la obra
Otra de las cuestiones puestas de manifiesto en las actuaciones
llevadas a cabo por la administración pública ha sido la dificultad
para establecer el límite entre aquella arquitectura de carácter
patrimonial que posee valores a conservar y aquella otra donde la
intervención pretende solucionar exclusivamente problemas de
habitabilidad
básica.
Normalmente
encontramos
tres
administraciones implicadas: la responsable de la conservación del
patrimonio, la encargada de la promoción de la vivienda pública y la
responsable de los aspectos sociales. En la arquitectura tradicional
resulta difícil definir la línea divisoria entre competencias y en qué
dirección deben dirigirse las prioridades de la intervención y los
recursos económicos disponibles, lo que ha ocasionado numerosos
conflictos en las experiencias llevadas a cabo.
La presencia pública debe ser bien recibida en cualquier caso, ya
que está demostrado que en contextos económicamente activos,
una acotada, pero bien canalizada inversión desde el Estado, es
capaz de incentivar la inversión privada. Sin embargo, en
contextos más limitados la intervención finaliza cuando
desaparecen los recursos de la administración, lo que deja en sus
manos el compromiso final de la actuación y el resultado de la
misma.
La formación de técnicos especializados y empresas
constructoras
La intervención en la arquitectura tradicional encuentra su punto
más frágil en su desarrollo y puesta en obra, debido a la falta de
una cultura de rehabilitación y a la escasez de técnicos y mano de
obra cualificada, que lógicamente repercuten en la calidad de la
ejecución material de los trabajos.
En el caso de los técnicos resulta necesario completar su formación
específica mediante cursos de especialización, orientados
preferentemente a la etapa de ejecución de la obra, donde las condiciones
teóricas de la formación académica no resultan suficientes para la
complejidad de una obra de rehabilitación.
Esto resulta necesario en todos los países del Mediterráneo, pero
adquiere, si cabe, más relevancia en aquellos de la cuenca sur,
donde el número de arquitectos resulta insuficiente para atender
las demandas existentes para la construcción de nuevas viviendas.
En estos casos, el interés del profesional por las obras de
rehabilitación resulta menor y, si existe, se limita en la práctica a
obras de restauración monumental, quedando excluida la
arquitectura tradicional.
Generalmente, cuando la administración participa en el proceso,
exige unas condiciones mínimas a los técnicos que participan en la
rehabilitación. La creación de bolsas de profesionales para redactar y
dirigir obras de rehabilitación ha tenido resultados satisfactorios y
contribuye a la especialización de la actividad profesional.
En el caso de las empresas constructoras, se exige un
conocimiento específico de las características singulares de la
arquitectura sobre la que se pretende intervenir. Las empresas
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La restauración de los edificios del barrio se realiza atendiendo a las técnicas
tradicionales, recuperando la tipología original adaptándola a las nuevas
necesidades del uso contemporáneo. El patio de la tradicional casa morisca se ha
cubierto con un cierre de vidrio lo que permite la climatización del espacio y su
incorporación a la vivienda. Albayzín de Granada (España).
III. La obra
locales que trabajan en pequeñas poblaciones del mundo rural o
desarrollan su actividad en el interior de los barrios históricos, son
las más adecuadas debido a su conocimiento de los sistemas
constructivos, así como de las dificultades de acopio y acceso de
materiales a pie de obra. Sin embargo, cuando se trata de obras
contratadas por la administración, normalmente no cuentan con
los suficientes requisitos administrativos. Resulta habitual que
empresas de mayor tamaño o procedentes de otros contextos
contraten las obras e incorporen finalmente a las primeras en
calidad de subcontratas con escasos márgenes de beneficios, lo
que sin duda revierte negativamente en la calidad de la obra.
Otra figura introducida por la administración es la de empresa
homologada, a la que se exigen unos requerimientos específicos
para poder trabajar en obras de rehabilitación en un barrio,
localidad o región. La empresa homologada garantiza unas
calidades mínimas y permite elevar el nivel medio de las
intervenciones, a la vez que se le exige una normalización laboral
y fiscal. Esta circunstancia, necesaria pero no siempre posible en
determinados sectores informales de la construcción, resulta
habitual en pequeñas obras de reforma y está extendida a la
mayor parte de los países del mediterráneo.
La homologación de empresas y, en definitiva, la exigencia de
mejorar su capacidad técnica y de gestión económica debe llevar
asociada políticas previas de formación a través de programas
específicos para la recuperación o reciclaje de artesanos, mediante
escuelas taller o centros de formación, que constituyen sin duda
una experiencia positiva que contribuye a elevar la calidad del
personal de las empresas constructoras.
El proyecto y el contrato
La ejecución de pruebas de morteros para obtener la textura y el color adecuado en
un revestimiento tradicional constituye una labor necesaria para obtener los
resultados esperados. Granada (España).
El Proyecto de Ejecución y el Contrato de Obra establecen y
definen las relaciones existentes entre el promotor, los técnicos y
la empresa constructora que intervienen en la ejecución de
cualquier obra de edificación y encuentran características
singulares cuando la actuación se refiere a una obra de
rehabilitación.
El Proyecto de Ejecución deberá reflejar el contenido de los
trabajos a realizar y resulta un documento de indudable valor que
deberá ajustarse a las necesidades reales de la intervención. Si bien
la definición y características de este documento han sido ya
desarrollado en otros capítulos de esta guía, el proyecto merece
mención en este apartado en aquellos aspectos que tienen que ver
con la ejecución de la obra, ya que ésta depende en muchos
aspectos de la capacidad de adaptación que tenga este
documento para absorber los imprevistos que aparecen durante la
ejecución de los trabajos.
No cabe duda que la mejor medida para que un proyecto pueda
llevarse a cabo depende del grado de aproximación a la realidad
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de la intervención. La estrategia más eficaz consiste en hacer
exhaustiva la fase de estudios previos y diagnosis realizados en el
edificio con el objetivo de limitar los imprevistos durante la fase de
obra. Sin embargo, esto no siempre es posible debido a la
dificultad que supone la realización previa de catas, picados de
revestimientos, desmontes de falsos techos etc., en un edificio
destinado a vivienda que está siendo ocupado por sus habitantes.
Como consecuencia de esto no será hasta la fase de obra cuando
se posea un conocimiento detallado de la totalidad de soluciones
técnico-constructivas y materiales presentes en el edificio, lo que
determinará la modificación parcial de alguna de las soluciones
previstas. El proyecto, por tanto, resultará inevitablemente
modificado por lo que deberá ser lo suficientemente abierto y
flexible para absorber las nuevas circunstancias.
Así mismo, resulta evidente la implicación del usuario y su
participación activa en la fase de redacción de proyecto. En
muchas ocasiones ésta se limita a la consulta e intercambio de
información previa, realizada durante la fase de toma de datos y
diagnóstico, y a la muestra de los primeros planos durante la fase
de redacción del proyecto. Sin embargo, la dificultad de transmitir
el lenguaje de la disciplina arquitectónica –normalmente asociado
a representaciones abstractas como la planta, alzado y sección de
una realidad volumétrica– impiden la asimilación del proyecto por
el receptor de la obra, sobre todo en contextos populares. Resulta
habitual, por tanto, que sea durante la fase de obra cuando el
usuario perciba la realidad de la intervención y solicite
modificaciones del proyecto.
Los requerimientos más habituales tienen que ver con el acabado
final de la vivienda y con la elección de los materiales de
revestimiento (tipo de pavimento, azulejos, color de la fachada,
etc.), circunstancia que surge habitualmente en la fase de
ejecución de la obra. Esta cuestión debemos considerarla de suma
importancia, ya que permite la personalización de la vivienda en
contextos populares y evita la homogenización de intervenciones
globales que afectan a un importante número de viviendas y que
normalmente son encargadas a un único equipo técnico. En este
contexto se corre el riesgo de tomar decisiones en la fase de
proyecto que resulten excesivamente estandarizadas, algo que
nada tienen que ver con la producción descentralizada y
espontánea de la arquitectura popular, que a pesar de contar con
escasa oferta de materiales y con repertorio limitado de recursos
técnicos ofrecía soluciones personalizadas. Sin duda, la nueva
oferta de materiales disponibles permite las posibilidades de
singularización, pero supone el riesgo de perder el carácter local
que la caracterizaba y que se debe presentar como uno de los
valores a conservar.
El proyecto debe considerar estas circunstancias, ofreciendo
diversas posibilidades para que el usuario durante el transcurso de
la obra participe en la elección de materiales y en la creación de su
espacio personal, diferente al de su vecino, entendiendo esto
como una aportación positiva al resultado final.
Otro de los aspectos que normalmente condiciona los posibles
cambios y modificaciones que puedan realizarse durante la
ejecución de la obra se refiere al coste real de los trabajos. El
proyecto debe incluir el apartado de Mediciones y Presupuestos,
en el que se relacionan la totalidad de los trabajos, la superficie
afectada y la valoración global de la actuación. La valoración
económica de las diferentes partidas deberá ajustarse a la realidad,
La riqueza de matices de color y textura en los paramentos de la construcción
tradicional se presenta como uno de los elementos a conservar después de su
rehabilitación. Rincón de Ademuz, Valencia (España).
La mezcla de materiales nuevos y tradicionales constituye una de las singularidades
de la nueva arquitectura popular. Alpujarra de Granada (España).
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III. La obra
lo que exige un estudio detallado de los precios de la zona y las
circunstancias reales de la ejecución de una obra de rehabilitación
situada en un barrio histórico o en un contexto rural, donde es
preciso considerar un aumento de costos debido a la dificultad en
los accesos y en la obtención de diferentes materiales y mano de
obra cualificada. El apartado de mediciones deberá ser completo,
pero tendrá el suficiente grado de libertad de forma que puedan
recogerse la totalidad de situaciones de obra. Un documento
preciso pero cerrado, con partidas presupuestarias excesivamente
ajustadas, se convierte en una herramienta peligrosa que más que
contribuir a ordenar y racionalizar el proceso se vuelve contra él,
por lo que siempre es mejor optar por un presupuesto que
disponga de cierto margen económico.
Existen experiencias desarrolladas en los países de la cuenca norte
del mediterráneo, que establecen bases de precios específicas que
sirven de referencia y obligado cumplimiento para acceder a
ayudas económicas de programas de la administración. Estas
bases de precios han sido ajustadas previamente a los precios de
mercado, pero no podemos olvidar que cada situación es diferente
y sólo la experiencia acumulada de gestores, técnicos y
constructores podrá diseñar documentos de partida que sean
capaces de adaptarse a los imprevistos de la obra.
El segundo de los documentos que resulta fundamental para el
correcto desarrollo de una obra de rehabilitación es el Contrato
de Obra, que establece la relación económica entre el propietario
y la empresa constructora. Este documento deberá ser conocido
por el equipo técnico que deberá asesorar al promotor. Así mismo
deberá participar en la selección de la oferta más adecuada,
considerando que una baja excesiva en una oferta de una obra de
rehabilitación no suele garantizar un ahorro económico al final de
la misma.
El contrato deberá especificar el plazo de ejecución de la obra y la
forma de pago, normalmente por certificaciones asociadas a
periodos temporales o fases de obra. Otra cuestión que deberá
venir reflejada en el Contrato de Obra consiste en la posibilidad de
realizar una Certificación Final de Obra, en la que se ajusta el
presupuesto previsto a lo realmente ejecutado y donde se recogen
las posibles desviaciones del presupuesto inicial.
Sin embargo, cuando las variaciones resulten excesivas respecto al
proyecto original y exista posibilidad de ampliación de
presupuesto o, simplemente, sin que se produzca éste pero los
cambios técnicos hayan sido importantes, puede ser necesaria la
redacción de un Proyecto Modificado. El proyecto modificado
permite redefinir el proyecto inicial e incorporar nuevas
actuaciones, así como realizar una nueva valoración. Sin embargo,
en muchos casos, este documento implica la paralización parcial
de los trabajos, circunstancia no siempre posible cuando se
interviene en una vivienda que permanece parcialmente habitada
por sus propietarios o cuando éstos se encuentran en condiciones
no siempre aceptables de realojo temporal.
La Liquidación Final de Obra y el Proyecto Modificado no deberán
ser considerados desviaciones o errores del proyecto original, sino
circunstancias posibles, aunque no deseables, en un proyecto de
rehabilitación, por lo que deberán ser aceptadas e incorporadas al
desarrollo habitual de este tipo de intervenciones.
Estos documentos cobran especial relevancia en obras afectadas
por las Leyes de Contrataciones Públicas que, con variantes, se
aplican en los diferentes países del Mediterráneo. Normalmente,
La rehabilitación de la casa pinariega se ha realizado mostrando especial atención al
uso de los materiales y técnicas locales de construcción, recuperando los elementos
característicos que la identifican: el horno y la chimenea. Navapalos, Soria (España).
La restauración del Marabout Sidi Abdellah ben Alí, situado en el ksar de Tamnougalt,
ha contribuido a la consolidación de los símbolos culturales y religiosos de la
población local. Valle del Draa (Marruecos).
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III. La obra
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la cuestión encuentra dificultades administrativas cuando rígidas
condiciones, normalmente definidas para obras de nueva planta,
se aplican a intervenciones de rehabilitación, por lo que resulta
especialmente necesaria la adecuación de la normativa de
redacción de proyectos y la adaptación de las Leyes de
Contratación a la singularidad, características y escala de las obras
de rehabilitación.
Si bien lo anteriormente descrito encuentra un marco
administrativo normalmente adecuado en la mayoría de los países,
la realidad es bien distinta en cuanto a los niveles de cumplimiento
de esta normativa. La aplicación estricta de la regla supondría la
paralización de muchas obras de rehabilitación, sobre todo en
contextos donde no resulta habitual someterse a mecanismos tan
reglados y donde procedimientos administrativos heredados del
norte mediterráneo se aplican sin la suficiente adaptación a los
países del sur. Otra circunstancia mas reciente es que
normalmente programas de intervención financiados por
Programas Europeos, Programas de Cooperación Internacional,
etc. obligan al cumplimiento de una serie de requisitos
administrativos, técnicos, económicos, de seguridad etc., en
contextos técnicos y sociales donde estas prácticas no eran
habituales.
Independientemente de estas cuestiones administrativas, no
debemos olvidar que muchas intervenciones en arquitectura
tradicional se llevan a cabo de forma informal y son escasamente
sometidas al control o supervisión de la administración pública. La
existencia de un proyecto o documento técnico redactado por un
profesional que planifique adecuadamente las obras de
rehabilitación, y la firma de un Contrato de Obra que establezca
las relaciones económicas entre las partes, resulta imprescindible
para garantizar una correcta ejecución de los trabajos. El equilibrio
entre lo deseable y lo posible constituye, en estos casos, la única
estrategia útil para llevar hasta el final el proceso regulado de
rehabilitación de la arquitectura tradicional. Se trata, por tanto, de
definir un modelo de gestión cambiante que deberá asumir las
condiciones de partida de los contextos socioeconómicos donde
se desarrolla la actuación, estableciendo inicialmente unos
mínimos de control que deberán ir aumentando progresivamente
de intensidad hasta alcanzar los objetivos propuestos.
Herramienta 10
Las realidades de la obra
La realidad de la obra
Secado de adobes antes de su puesta en obra. Valle del Dades (Marruecos).
Les Vigas y tablas de palmera recuperadas de una antigua construcción se acopian
antes de ser utilizadas en una nueva edificación. Tafilalt (Marruecos).
La ejecución de la obra
Las cuestiones previas
Con carácter previo a la ejecución de la obra es preciso solucionar
una serie de cuestiones administrativas, que deberán estar
resueltas antes del inicio de los trabajos.
Normalmente, las autoridades municipales exigen un Permiso de
Obra, por el que autorizan la intervención una vez revisado el
Proyecto de Ejecución, que deberá cumplir las normativas
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Viejos y nuevos materiales son utilizados en las nuevas construcciones de la región.
Alpujarra de Granada (España).
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Herramienta 10
Las realidades de la obra
La realidad de la obra
urbanísticas. Así mismo, es preciso obtener la autorización para la
ocupación de la vía pública o el derecho para realizar las
acometidas de agua, electricidad y saneamiento, lo que
habitualmente supone el pago de unas tasas administrativas.
En el caso de intervenciones en edificios que se encuentren
situados dentro de conjuntos urbanos o rurales afectados por
leyes de protección patrimonial o ambiental, el proyecto deberá,
así mismo, ser revisado por la autoridad competente. En
ocasiones, los niveles de protección exigen la realización de
estudios arqueológicos en el solar donde se llevan a cabo las
obras.
La elección de materiales, los aspectos ambientales y la
gestión de residuos
La arquitectura tradicional no presentaba problemas de tipo
ambiental, ya que formaba parte, como un elemento más, del
ecosistema existente. Sin embargo la situación ha cambiado: por
un lado la adecuación del edificio a las condiciones actuales de
uso requiere la necesaria incorporación de nuevos materiales; por
otro, el cambio de las circunstancias sociales y de las economías
productivas, sobre todo en el mundo rural, dificulta la
conservación del modelo tradicional.
Los edificios históricos, y en especial la arquitectura del medio
rural, fueron construidos con materiales que procedían de su
entorno cercano sin apenas transformación. No obstante, el
agotamiento de determinados recursos naturales, la desaparición
de los sistemas de explotación agraria o del mantenimiento de
bosques, y la creación de espacios protegidos, han limitado la
disponibilidad de estos materiales tradicionales, por lo que, en
ocasiones, resulta difícil encontrar los adecuados para llevar a
cabo una rehabilitación.
Es frecuente tener dificultades para la obtención de piedra o árido
procedentes de canteras cercanas, debido a que éstas se
encuentran cerradas en la actualidad a causa de su baja
rentabilidad, o bien porque se localizan en el interior de parques
naturales, donde ya no es posible su explotación. Otras veces,
determinadas especies de madera, cuyo uso era frecuente en la
arquitectura tradicional, se encuentran protegidas; en algunas
ocasiones resulta difícil localizar algunos productos procedentes
de prácticas agrícolas o ganaderas ya desaparecidas (paja, caña,
excrementos de animales, etc.).
Ante esta situación sólo es posible la utilización de materiales de
similares características y cuya obtención se realiza en comarcas
cercanas. Sin embargo, esta práctica posee un importante riesgo:
la facilidad del transporte y las incomprensibles leyes del mercado
permiten, en la actualidad, la utilización de materias primas
procedentes de otros contextos geográficos que, en algunos
casos, llegan a superar las fronteras regionales o nacionales. La
utilización de materiales autóctonos descontextualizados produce
III. La obra
una alarmante homogenización de la construcción tradicional:
piedra de pizarra de procedencia gallega utilizada en las
edificaciones supuestamente tradicionales de las montañas de la
costa mediterránea, o cerámica del Levante español en las
construcciones del Norte de Africa, son algunos de los ejemplos
que muestran los riesgos de esta actividad. Sin embargo, en otros
casos, la incorporación resulta inevitable: en los valles
presaharianos ya no es posible utilizar vigas de palmera para la
construcción o rehabilitación de edificios, ya que la palmera se
encuentra protegida en algunas regiones. La sustitución por
madera de eucalipto resulta integrada y forma parte de la nueva
arquitectura tradicional a pesar de no tratarse de un material
autóctono.
Siempre es mejor optar por un material neutro, como un
revestimiento continuo para cubrir un muro que debía ser de
piedra, que utilizar un material ajeno a la construcción local,
siendo preferible aceptar determinadas transformaciones en
texturas y materiales con capacidad de integración, antes que
utilizar materiales tradicionales de otros contextos geográficos.
La mejor de las soluciones, no obstante, consiste en la reutilización
de los materiales procedentes del mismo edificio o de otros
edificios cercanos cuyo estado de conservación exija la renovación
completa de sus fábricas y por tanto su desmonte. El caso más
representativo lo tenemos en el Sur de Marruecos, donde un
material abundante como la tierra usada para construir tapias, era
reutilizado cuando se planteaba la construcción de un nuevo
edificio sobre sus propias ruinas. Sin embargo, la reutilización
sistemática de los materiales, debido a su escasez, no puede
hacerse extensiva a todos los casos y resulta necesario establecer
prioridades, normalmente asociadas a la rehabilitación de edificios
públicos o especialmente representativos.
La dificultad para obtener materiales de construcción apropiados,
y con ello la recuperación del sistema constructivo tradicional,
supone en algunos casos mayores costes económicos, siendo éste
uno de los argumentos habituales para excluir o limitar su
utilización. Pero esto no es siempre así, a veces sólo exige mayores
esfuerzos en la gestión o en la previsión de su acopio y, en la
mayoría de las situaciones, se trata de romper rutinas asimiladas
por el constructor. Si bien es cierto que, en un primer momento,
se necesita una mayor inversión en tiempo y esfuerzo por parte
del responsable de la obra o del albañil encargado de ejecutar el
trabajo, una vez reaprendido el uso de un material tradicional éste
resulta aceptado con naturalidad sin que suponga un coste
adicional.
Otro de los aspectos que exige la transformación de la
arquitectura tradicional tiene que ver con su adaptación a los
niveles de confort y habitabilidad actuales. Fundamentalmente se
trata de la utilización de nuevos materiales que cumplen funciones
de aislamiento térmico, acústico e impermeabilización y,
especialmente, en las instalaciones de saneamiento, fontanería y
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III. La obra
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electricidad, así como en la implantación de tecnologías de
energías renovables.
En estos casos, se debe evitar la utilización de materiales como el
policloruro de vinilo (PVC), las espumas de poliuretano o los
compuestos con formaldehídos, que se presentan con problemas
de toxicidad y tratamiento de residuos. Existen materiales
alternativos, más adecuados desde el punto de vista ambiental,
como el polietileno (PE), el polipropileno (PP), el caucho, el corcho
o la madera.
Así mismo, el uso excesivo del cemento y del acero -reconocidos
emblemas universales de progreso, pero con importantes costes
energéticos en su fabricación-, suponen desajustes ambientales de
consecuencias irreparables. Las alternativas suelen ser más
costosas o menos eficaces desde el punto de vista estructural, lo
que obliga a profundizar en la investigación sobre modelos
basados en materiales tradicionales como la tierra, la cerámica o
la madera, posiblemente en continua disputa con las normativas
al uso, pero alejados de posiciones dogmáticas y simplificadoras
de la realidad.
En cuanto a la instalación de energías renovables, resulta difícil su
integración arquitectónica y mucho más en una edificación
tradicional. Sin embargo esto no debe impedir su desarrollo,
realizando esfuerzos imaginativos o aceptando su incorporación.
La utilización de nuevas tecnologías y nuevos materiales
constituye, sin duda, una realidad que debe ser aceptada para la
mejora de las condiciones de habitabilidad de un edificio
tradicional. No obstante, merece especial atención tener en
cuenta las características bioclimáticas de la arquitectura
tradicional, cuyo estudio científico debería ser potenciado con el
objetivo de limitar la instalación de otras tecnologías, sobre todo
en los aspectos de control térmico y lumínico del edificio.
Finalmente abordaremos el aspecto de la gestión de los residuos
La técnica de construcción de tapias de tierra permanece viva en la región. Anti
Atlas (Marruecos).
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Herramienta 10
Las realidades de la obra
La realidad de la obra
que se producen durante la ejecución de una obra de
rehabilitación, ya sean debidos a la demolición parcial del edificio,
cuyos materiales no sean recuperables, o los propios que produce
la nueva intervención. Se deberá hacer un esfuerzo por limitar la
producción de residuos, especialmente los tóxicos, procediendo a
su transporte a un vertedero homologado.
Esta cuestión posee una relación directa con la reutilización de los
materiales, ya comentada, que a pesar de suponer unos costes de
mano de obra inicialmente superiores, permite reaprovechar los
materiales, evitar el transporte a vertedero y la producción de
residuos innecesarios. La reutilización aporta mano de obra y
limita el consumo de materias primas, eliminando los costes de
producción y el transporte de éstos, por lo que resulta, sin duda,
una práctica especialmente adecuada desde el punto de vista
social y ambiental.
En definitiva, la utilización de un material, su puesta en obra y su
coste ambiental no tienen una relación directa con su precio de
mercado y es frecuente que éste sea considerado como
determinante a la hora de su elección. Sin embargo, este valor no
lleva incorporado los denominados costes indirectos o costes de
reposición. Para el ingeniero uruguayo Eladio Dieste, esto supone
una diferencia clara entre la economía financiera, aquella que
tiene que ver con el dinero, y la economía cósmica, que implica
según sus propias palabras, “estar de acuerdo con el orden
profundo del mundo”. Esta cuestión supone incorporar a los
procesos de decisión la consideración de los costes energéticos,
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Herramienta 10
Las realidades de la obra
La realidad de la obra
ambientales y sociales, así como la pérdida de los valores de la
cultura tradicional y de los símbolos de identificación local. La
desaparición de estos valores funciona según el principio de
irreversibilidad y no según la lógica del coste-beneficio, de forma
que una vez perdidos ya no son recuperables.
Esta reflexión posee, sin embargo, distintas lecturas según se
aplique a diferentes contextos económicos. En los países del norte
del mediterráneo, sus economías desarrolladas pueden y deben
asumir los costes indirectos de los materiales, ya que su
repercusión sobre el coste final es menor, debido a que el gasto
más importante se debe a la mano de obra. Sin embargo, la
realidad en el resto de países de la cuenca es bien distinta,
normalmente más dependientes de materiales y tecnologías
importados, y donde sus costes son superiores en relación a la
mano de obra.
La recuperación de los sistemas constructivos tradicionales y
su puesta en obra
En la arquitectura tradicional las cualidades patrimoniales
responden a singularidades específicas asociadas a una región, un
valle o una localidad, que encuentran su valor en contraste con
realidades de distinto orden. Tradicionalmente el conocimiento del
sistema constructivo y el uso adecuado del material eran
patrimonio del constructor local. En gran parte de las comarcas y
regiones del mediterráneo este conocimiento intangible ha
desaparecido o está en proceso de desaparecer, debido a la
pérdida de valor de las singularidades locales y de los oficios
tradicionales. Sin embargo, las huellas permanecen en la
materialidad existente de los edificios menos transformados, a
pesar de que esta evidencia no sea valorada, ni tan siquiera
identificada, por la actual población local.
Construcción de un muro de adobe realizada por un constructor local (maalem).
Valle del Dadés (Marruecos).
III. La obra
Un buen observador de la arquitectura tradicional que sepa
identificar la forma característica de construir un alero, el aparejo
preciso de un muro de piedra o el sistema constructivo para
ejecutar un forjado de piso, será capaz de distinguir y valorar las
especificidades locales de la construcción tradicional. Esta
apreciación sólo es posible desde la experiencia global y el
conocimiento sistemático de diferentes arquitecturas tradicionales
en distintos contextos geográficos. Resulta manifiesto que, una
vez desaparecida la tradición constructiva local, la recuperación
del modelo tradicional es responsabilidad del investigador iniciado
o del equipo técnico encargado de la actuación. Sin embargo, el
conocimiento teórico de la técnica no es suficiente para su
implementación en los procesos de recuperación de la
arquitectura tradicional, ya que es preciso su ejecución y puesta en
obra, y con ello la participación del constructor.
La duda sobre qué posee más valor, si la conservación de la propia
materialidad con técnicas procedentes del campo de la
restauración monumental -herencia directa del desarrollo de la
cultura material-, o la recuperación real del oficio de construcción
tradicional, parece resuelta a favor de la segunda. Existen ejemplos
representativos donde la conservación de la materialidad resulta
necesaria pero, en general, el mal estado o envejecimiento de los
materiales de la arquitectura tradicional, y los altos costes
económicos que supondría la restauración estricta de esa propia
materialidad, nos obliga a apostar por una intervención sin
prejuicios, considerando que el verdadero valor de esta
arquitectura radica más en el conocimiento de una técnica y en la
recuperación de un oficio que en la congelación de una estructura
histórica.
Es así que deberemos aceptar el desmonte y reconstrucción de un
muro de piedra o su propia reparación con piedra de similares
características, entendiendo esta actuación como una
regeneración natural de la propia fábrica que necesita renovar
parte de sus elementos, sin que ello suponga la pérdida de su
autenticidad. En este sentido resulta especialmente importante el
conocimiento riguroso de las técnicas constructivas locales, con el
objetivo de evitar simplificaciones y homogenizaciones regionales
que presenten la arquitectura tradicional como un falso histórico.
Para ello, necesitamos introducir un nuevo concepto: el
entendimiento del edificio como un elemento cambiante, que ha
sufrido numerosas intervenciones a lo largo de la historia y que se
presenta como un conjunto de secuencias constructivas.
En este sentido, es preciso entender nuestra actuación como parte
del proceso vivo del edificio, sin miedo a que ésta se manifieste, y
sin que suponga necesariamente la incorporación de nuevos
materiales o nuevos conceptos espaciales y formales. No es igual
reparar un muro existente -que sigue cumpliendo la misma
función en el edificio-, que elevarlo en altura para incorporar una
nueva planta, o prolongar su longitud ocupando parte de la
parcela vacía para proceder a una ampliación.
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III. La obra
Herramienta 10
Las realidades de la obra
La realidad de la obra
Sin embargo, parece evidente que el conocimiento de la técnica y
el uso del material, ya reaprendido por el constructor, no es
suficiente para llevar a cabo con criterio la intervención, sino que
será preciso abordarla con la suficiente claridad conceptual. En
ocasiones esto se pone de manifiesto durante la fase de obra ya
que, normalmente, se trata de ligeros matices, sólo abordables
desde la propia ejecución del trabajo: estudiar con detalle los
contactos entre fábricas cuando procedemos a la ampliación de
una construcción tradicional, conservar las diferentes alturas
existentes en los aleros de una cubierta en un edificio ya
transformado, o perfilar sencillos cortes de revestimientos que
expresan secuencias temporales. Diferencias ligeras de color o de
textura que dependen de las dosificaciones de los morteros o del
tipo de arena o acabado elegido, y que son capaces de expresar
las transformaciones que tuvo el edificio a lo largo de su historia
o manifestar cual ha sido nuestra intervención.
Resulta demasiado habitual que tras una ambiciosa restauración,
el edificio tradicional pierda gran parte de los matices que lo
caracterizaban con actuaciones de regularización que banalizan la
intervención. En este sentido la presencia en obra de los técnicos
y el control exhaustivo de los trabajos a realizar, por insignificantes
que éstos puedan parecer, resulta esencial para la conservación de
estos valores.
La organización de los trabajos
La organización de la obra, estableciendo diagramas de tiempos y
costos, resulta imprescindible en cualquier obra de edificación al
objeto de poder planificar el desarrollo y ejecución de los trabajos
y cuantificar el gasto económico en cada una de sus fases o
periodos. Un adecuado Programa de Obra permite prever con
antelación el acopio de los diferentes materiales y disponer de los
recursos técnicos y económicos para afrontar con éxito la
intervención.
Sin duda, una de las cuestiones más importantes es la experiencia
previa, en este tipo de intervenciones, del constructor o empresa
encargada de la obra, ya que tanto la organización de los trabajos
como el cumplimiento de los compromisos adquiridos son su
responsabilidad.
No obstante, la dificultad que presenta una obra de rehabilitación,
debido a la ya comentada serie de imprevistos que surgen durante
su desarrollo, impide ajustar con precisión el contenido y entidad
de los trabajos a realizar, así como las previsiones de tiempo para
llevarlos a cabo. La necesidad de realizar desmontes parciales del
edificio, la dependencia de materiales no disponibles en el
mercado convencional, y la realización de numerosas pruebas o
ensayos hasta definir la correcta ejecución de algunos trabajos,
dificulta el desarrollo de la obra y obliga a realizar un esfuerzo
En el mundo rural del sur de Marruecos la construcción de viviendas continúa
realizándose en la actualidad con muros de tierra según el sistema tradicional. Valle
del Dadés (Marruecos).
La restauración de la Kasbah Ait Ben Moro para su uso como alojamiento turístico ha
sido llevada a cabo con materiales y técnicas tradicionales. Skoura (Marruecos)..
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Herramienta 10
Las realidades de la obra
La realidad de la obra
añadido para ajustarse a los plazos y presupuestos previstos en el
Programa de Obra.
Normalmente, la estandarización a la que está sometida la
construcción convencional se basa en la separación clara de los
oficios que intervienen en la obra y que normalmente realizan
empresas subcontratadas a tal efecto. Esta circunstancia, que de
alguna manera estaba presente en las grandes obras de arquitectura
monumental, no aparece en la arquitectura tradicional, donde la
escala de la intervención y el carácter local de la misma permite que
la obra sea ejecutada por una única cuadrilla de albañiles, que lleva
a cabo la mayor parte de los oficios. Esto tiene una consecuencia
directa: ofrece una mayor flexibilidad para organizar los trabajos,
circunstancia que sigue siendo necesaria cuando se trata de llevar a
cabo obras de rehabilitación. Otro de los aspectos que condicionan
la organización de una obra de rehabilitación, y especialmente,
cuando se trata de una construcción tradicional, tiene que ver con la
disponibilidad de los materiales necesarios, por lo que resulta
importante prever con suficiente antelación el acopio de los mismos
y tener la garantía de que éstos serán suficientes para realizar la
totalidad de los trabajos.
Los materiales tradicionales no proceden de una fabricación
industrial y, en muchos casos, no son suministrados por un
almacén de construcción convencional, por lo que, en ocasiones,
III. La obra
resulta difícil encontrar partidas homogéneas que permitan
disponer de material suficiente para llevar a cabo la totalidad del
trabajo. El ejemplo característico es una partida de ladrillos o tejas
cuya producción artesanal, o su procedencia de diferentes
derribos, no garantizan una homogeneidad en formato, color y
textura, lo que obliga a mezclar las piezas durante su puesta en
obra para no evidenciar las diferencias.
En general, el factor tiempo afecta de forma considerable al
desarrollo de la obra, ya que son muchos los trabajos cuya
ejecución se alarga considerablemente, ya que requieren
determinadas condiciones climatológicas o estacionales. Así, la
puesta en obra de un mortero de cal, debido a su largo periodo
de endurecimiento, no puede realizarse en determinadas áreas
geográficas durante el invierno extremo, debido a que el mortero
no es capaz de soportar las heladas. En otros casos, la fabricación
de un adobe tradicional exige esperar a después de la siega para
disponer de paja fresca, ya que ésta resulta la ideal para aumentar
su resistencia y evitar la retracción durante el secado. Otro caso
habitual es la necesidad de conseguir madera lo suficientemente
seca para su puesta en obra, lo que requiere, en algunos casos,
periodos de ciclo anual.
Un ejemplo característico es, también, la ejecución de una fábrica
de tapial que, debido a su importante masa, requiere largos
10
La restauración de la Kasbah Ait Ben Moro para su uso como alojamiento turístico ha
sido llevada a cabo con materiales y técnicas tradicionales. Skoura (Marruecos)..
En el Alto Atlas marroquí la piedra sigue utilizándose para la construcción de
edificaciones. Teluet (Marruecos).
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III. La obra
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Herramienta 10
Las realidades de la obra
La realidad de la obra
periodos de tiempo para perder su contenido en humedad,
aligerar su peso y conseguir su resistencia final. Esto supone un
retraso considerable en la construcción de un muro de tapia, lo
que normalmente entra en conflicto con las ajustadas fases de una
obra convencional.
Los acabados finales de la obra también merecen nuestra
atención. La sinceridad constructiva de la arquitectura tradicional,
donde los materiales se presentan con poca transformación,
condiciona la imagen final de la obra y supone realizar previsiones
de color y acabado durante la fase inicial de los trabajos. Una viga
de madera que tenga previsto recibir un tratamiento de tintado y
oscurecimiento, deberá ser sometida a éste con anterioridad a su
puesta en obra y decidir, en ese momento, el color definitivo. Si el
tratamiento se realizara con posterioridad, los inevitables
movimientos estacionales de la madera debido a los cambios de
humedad, manifestarían una diferencia importante de color.
La singularidad de los diferentes trabajos afecta
considerablemente a las previsiones en tiempo establecidas para
su ejecución. Un caso habitual es la elección de la textura y color
para el mortero de revestimiento de la fachada, ya que resulta
necesario la realización de numerosas pruebas o ensayos en los
que se combinan diferentes áridos y aglomerantes hasta conseguir
el mortero y el acabado adecuado. El prolongado tiempo de
secado de un mortero tradicional y su influencia cromática en
otros elementos de la edificación, requiere prever con suficiente
antelación las pruebas a realizar.
Las medidas de seguridad
La instalación de medidas de seguridad, y su estricto
cumplimiento, resulta uno de los aspectos sobre los que es
necesario insistir, debido a las consecuencias negativas que
pueden producirse si no se atiende con la suficiente
responsabilidad. Su implantación resulta imprescindible para
garantizar la seguridad de los trabajadores, técnicos y viandantes
en una obra de rehabilitación.
Será necesaria la redacción de un documento técnico que, bajo la
denominación de Estudio o Plan de Seguridad, refleje todas las
medidas de protección individual y colectiva que será preciso llevar
a cabo durante el transcurso de la obra.
Especial atención merece en una obra de rehabilitación el
adecuado apeo y apuntalamiento del edificio cuando se realizan
demoliciones parciales de elementos estructurales que, en una
construcción tradicional, encuentran su estabilidad en su
condición de conjunto. La eliminación parcial del sistema
estructural puede modificar la forma de trabajo original y
ocasionar el derrumbe del resto de la estructura. Un caso conocido
es la conservación del muro de fachada de un edificio histórico
donde se produce su vaciado interior. Sin pretender realizar, en
este apartado, consideraciones sobre la idoneidad conceptual de
esta práctica, se trata de operación habitual en muchos cascos
376
La falta de adecuadas medidas de protección supone un riesgo para la seguridad de
los constructores de la obra. Ouarzazate (Marruecos).
Resulta necesaria la incorporación de las medidas de seguridad para evitar accidentes
en las obras de rehabilitación. Granada (España).
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Herramienta 10
Las realidades de la obra
La realidad de la obra
históricos del mediterráneo, donde la normativa de protección
patrimonial se limita a este aspecto, y donde se produce una
situación de especial riesgo, debido al posible desplome de la
fachada. En general, en los edificios con muros de fábrica resulta
importante identificar cuándo se trata de muros de carga o
simples muretes de cerramiento o división, consideración
importante cuando llevemos a cabo demoliciones de alguno de
sus elementos.
Otro de los ejemplos característicos es el desmonte parcial de una
armadura de madera en la cubierta de un edificio. El conocimiento
estructural y la forma de trabajo de cada uno de los elementos
que la conforman, constituye la única garantía para llevar a cabo
una intervención segura en la armadura.
Las medidas de protección colectivas (andamios, barandillas, redes
de protección, etc.) que se usan para garantizar la seguridad en
una obra, han sido diseñadas para su instalación en edificios
convencionales. Esto dificulta su adaptación a los edificios
históricos ya que poseen determinados elementos singulares
(cornisas, balcones, forjados de madera, etc.). Estas
consideraciones no deben presentarse como excusas y exigen la
incorporación de elementos complementarios para garantizar su
correcta instalación.
Una cuestión importante a tener en cuenta desde el punto de vista
de la seguridad, es la instalación durante la ejecución de la obra
de elementos que faciliten la conservación posterior del edificio,
sobre todo en la limpieza y mantenimiento de cubiertas.
En definitiva, el cumplimiento de las medidas de seguridad, tanto
las referidas a las protecciones individuales como colectivas,
constituye una práctica necesaria para el correcto desarrollo de
una obra de rehabilitación. Sin embargo, su implantación no
resulta fácil en determinados contextos donde no es una
costumbre habitual. Son muchos los accidentes que se producen
y que se podrían evitar, por lo que el esfuerzo por parte de los
técnicos responsables y de la administración competente resulta
imprescindible para conseguir su implantación.
En el ámbito mediterráneo el grado de cumplimiento de estas
medidas varía dependiendo de los diferentes países. Sin embargo, la
situación es especialmente problemática en las obras llevadas a cabo
en el medio rural, debido al alejamiento físico de los habituales
mecanismos de control e inspección. En estos contextos el esfuerzo
por parte de los agentes implicados deberá ser mayor.
III. La obra
incidencias o apreciaciones que tengan que ver con el desarrollo
de los trabajos.
Este Documento Final de Obra posee un importante valor, ya
que se convierte en material de referencia para futuras
actuaciones. Las características técnicas y constructivas de la
arquitectura tradicional suelen responder, en contextos cercanos,
a las mismas circunstancias y están afectadas por patologías
similares, de forma que la documentación y difusión de las
experiencias realizadas, resulta un material de incalculable valor
para otras intervenciones que se realicen en el mismo barrio o
localidad.
Por otro lado, la documentación detallada de las soluciones
definitivas ejecutadas en la obra facilita las tareas de
mantenimiento del edificio. Unos planos realizados después de la
intervención, con la ubicación exacta de las instalaciones de
saneamiento y fontanería, permite su localización en futuras
reparaciones, ya que se trata de unos elementos que por sus
propias características de uso, suelen ser los primeros que
necesitan obras de conservación.
Esto nos introduce en otra de las cuestiones que se presentan
especialmente importantes: la conservación y mantenimiento
periódico del edificio después de las obras.
Los materiales con los que fue construido un edificio histórico
poseen un digno envejecimiento si el edificio es sometido
periódicamente a tareas de mantenimiento y conservación, ya que
el paso del tiempo no constituye, en sí mismo, un motivo de
pérdida de sus cualidades estéticas o funcionales. La limpieza de
vegetación en canales y faldones de teja, la renovación del terrado
en cubiertas planas, el encalado estacional de los paramentos
exteriores o el tratamiento de protección de los elementos de
madera, constituyen trabajos imprescindibles para garantizar su
longevidad. Sin ningún tipo de duda, el abandono de una
construcción tradicional constituye la mayor de sus patologías y
provoca inevitablemente su ruina.
Los trabajos a realizar después la obra
Una vez finalizadas las obras de rehabilitación de un edificio es
preciso proceder a la realización de una documentación gráfica y
escrita que recoja de forma explícita los trabajos que han sido
realmente ejecutados. Sobre la base del proyecto inicial se deben
recoger las modificaciones llevadas a cabo, así como aquellas
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III. La obra
Herramienta 10
Las realidades de la obra
Creación de empleo gracias
a la rehabilitación con vistas
a una comunidad sostenible
Khaldun Bshara
Arquitecto
Director de la Unidad de Conservación, RIWAQ - Centre
for Architectural Conservation1 , Palestina (A.N.P.)
Introducción
10
Según el Registro de Edificios históricos en Palestina de Riwaq,
Cisjordania y la banda de Gaza, contienen más de cincuenta mil
edificios históricos2 . Estos edificios constituyen el tesoro nacional
de Palestina, dado su valor cultural que puede ser utilizado como
principal agente para dinamizar la situación económica. “Quizás,
más que cualquier otro aspecto de la cultura material de Palestina,
el patrimonio construido está experimentando una rápida pérdida
de su carácter distintivo. Es particularmente preocupante el estado
de deterioro de los edificios históricos por toda Palestina. Los
edificios de valor histórico están siendo destruidos o
abandonados, y permitiendo que se derrumben para ser
reemplazados por nuevas construcciones que no tienen ninguna
relación con el patrimonio arquitectónico del pasado. Los métodos
de construcción tradicional, los artesanos de la construcción, los
conocimientos y las habilidades están a punto de extinguirse a
causa de la jubilación o el fallecimiento de los artesanos y
maestros constructores. El resto del entorno natural también está
experimentando cambios devastadores. El magnífico paisaje
rocoso y las terrazas de piedra seca, típicas del paisaje palestino,
son reemplazadas por inmuebles de hormigón mal acabados."3
En circunstancias normales, los motivos para la conservación de
los edificios históricos están originados por cuestiones tales como
el despertar del orgullo nacional a través del renacimiento de su
encarnación física, la salvaguarda de determinados valores
históricos, estéticos, educativos o medioambientales, o el deseo
de mejorar la situación del estatus económico a través del
fomento del turismo cultural relacionado con el patrimonio
construido.
Palestina, una tierra en crisis, ha tenido una actitud algo curiosa
en cuanto a la conservación del patrimonio construido; el objetivo
principal ha sido la lucha contra la ocupación de Israel y la
manifestación de la determinación palestina en cuanto a la tierra
y a la historia.
En una situación política que se deteriora continuamente, con una
tasa de desempleo de más del 50% en Cisjordania y en la banda
de Gaza, Riwaq4 lanzó los proyectos "Job Creation through
Restoration Projects" (Proyectos de creación de empleo a través de
la restauración) creando empleos para miles de personas, que se
veían incapacitadas para llegar a sus lugares de trabajo a causa del
cierre de la frontera o del toque de queda. Cada vez más, el valor
de los edificios históricos a restaurar o rehabilitar podría medirse
en función del nivel de desempleo, el empeoramiento de la
378
situación económica y las amenazas tanto de la colonización israelí
como del apartheid creado por el muro de separación.
Decenas de edificios históricos en diferentes pueblos y ciudades
han sido restaurados y rehabilitados para acoger actividades
sociales y culturales que sirvan a los sectores marginalizados,
creando directa e indirectamente unidades de trabajo diarias para
los desempleados. Iniciado en el 2002, cada día es más cierto que
los “Proyectos de creación de empleo a través de la restauración”
han sido muy productivos y han jugado un papel tangible en la
recuperación socio-económica. Por ello, esta política ha sido
adoptada por diferentes organizaciones como medio de aliviar la
pobreza. “La conservación como medio y no como objetivo”
aparece como el futuro eslogan local para la restauración en un
mundo globalizado que considera los trabajos de conservación
como una actividad de lujo, que tan sólo puede ser llevada a cabo
una vez que las necesidades básicas de la comunidad estén
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Herramienta 10
Las realidades de la obra
Creación de empleo gracias a la rehabilitación con vistas a una comunidad
sostenible
III. La obra
cubiertas. Palestina, un país devastado, está muy lejos de cubrir
sus necesidades básicas.
parte de los procesos. De acuerdo con la experiencia palestina, los
trabajos de conservación se armonizan bien con la perspectiva de
desarrollo sostenible a causa de los siguientes aspectos:
La conservación del patrimonio cultural: una necesidad
más que un lujo
Si examinamos la realidad actual de la conservación en Palestina,
podemos concluir que la conservación nunca ha constituido una
prioridad, ni en el sector público ni en el privado, y que hace
algunos años la conservación estaba considerada como una
actividad que comportaba una pérdida de tiempo, de esfuerzos,
así como de recursos, y que era llevada a cabo por los intelectuales
y pequeños burgueses. ¡Palestina, estando ocupada, y sin ninguna
soberanía nacional ni planificación estratégica, no estaba
preparada para tales lujos!
El débil marco jurídico para la protección, la conservación y el
desarrollo del patrimonio cultural construido, ha contribuido a la
situación de deterioro que sufre el patrimonio cultural. Ello puede
explicar el grave estado de este patrimonio, causado tanto por la
destrucción natural como humana de estos bienes irremplazables.
Este patrimonio nunca ha sido restaurado en función de su
significado acerca del pasado o del futuro de Palestina. Las
iniciativas de conservación han sido lideradas ya sea por las fuerzas
políticas (como en el caso de Jerusalén y Hebrón) o por las
iniciativas de inversión privadas (como las inversiones en los
servicios turísticos). Tan sólo después del Acuerdo de Oslo (1993)
Palestina ha sido testigo de un progreso sustancial en la
conservación (proyectos a gran escala, introducción de nuevas
técnicas, enfoque integral o planificado, nueva legislación del
patrimonio cultural construido, nominación de zonas para la lista
de patrimonio mundial, manuales de restauración, etc.).
El grave estado de este patrimonio cultural implica una acción
inmediata, no sólo porque se trata de un agente esencial para la
recuperación de la economía palestina, sino también a causa de lo
que representa como parte del patrimonio material de la
humanidad. Esta consideración va más allá de las “estrechas”
fronteras o significaciones nacionales.
1. El patrimonio cultural construido está hecho con materiales y
técnicas locales y con los conocimientos, habilidades y técnicas
locales y por tanto las actividades de rehabilitación hacen
renacer las artesanías relacionadas con la construcción
(mediante la escultura de piedras, la carpintería…) y las
industrias locales (como son la fabricación de tejas
tradicionales, la producción de cal…).
2. La rehabilitación del patrimonio cultural construido es
económicamente factible porque la conservación ha probado
de ser más económica que la nueva construcción (el coste de la
restauración no sobrepasa el 50% del coste de la construcción
de un nuevo edificio). Además, la restauración de la
arquitectura vernacular tiene una alta posibilidad de reciclaje
durante la actividad de rehabilitación (reutilización de
materiales) o en el caso de la destrucción de partes de estas
estructuras, los residuos no son perjudiciales para el medio
ambiente. El mantenimiento del patrimonio cultural construido
es, por tanto, posible, factible y económico simplemente
porque estos trabajos son domésticos.
3. El patrimonio cultural construido ha hecho prueba de tener
altas posibilidades de adaptación. Las casas históricas
rehabilitadas han sido convertidas en viviendas, locales
comerciales y pequeños negocios e instalaciones para el
turismo y los servicios… todo ello participando en la creación
de empleos permanentes o de posibles alternativas de ingresos
para la comunidad local.
4. La rehabilitación del patrimonio cultural construido implica la
creación de empleos a corto y largo plazo. Las experiencias
palestinas han mostrado que los costes de restauración están
destinados principalmente a la mano de obra local y a los
materiales domésticos, más que a la importación de
trabajadores y materiales del exterior, lo cual conlleva una
recuperación económica a través de las industrias y los
proveedores locales.
Rehabilitación y recuperación socio-económica
De la conservación política a la creación de empleos
El impacto de la conservación del patrimonio cultural en el
desarrollo socio-económico es cada vez más reconocido tanto
local como globalmente. Estos proyectos de rehabilitación tratan
de crear una dinámica de desarrollo, tanto a corto plazo (durante
las actividades de rehabilitación) como a largo plazo (después de
las actividades de rehabilitación). Ello proviene en realidad del
hecho de que los trabajos de rehabilitación son actividades locales,
donde se interviene con técnicas y materiales locales en la mayor
Entre 2002 y 2006, RIWAQ ha sido capaz de renovar más de
treinta edificios históricos en diferentes pueblos y ciudades a
través de los “Proyectos de creación de empleo a través de la
restauración”5 , para acoger actividades sociales y culturales que
sirvan a los sectores marginalizados. Se han logrado más de
setenta mil unidades de trabajo diarias, directas6 e indirectas7 ,
para trabajadores especializados, ingenieros, así como otros
especialistas.
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III. La obra
RIWAQ ha buscado la maximización del empleo mediante políticas
de trabajo intensivo. El equipamiento mecánico se redujo o se
prohibió, y por tanto los trabajos en la construcción dependían
ampliamente del trabajo humano, la excavación, la mezcla de
mortero… También ha habido una cierta voluntad de utilizar
dentro de la construcción, y en los acabados, los materiales
fabricados localmente, así como las tejas de los modelos
tradicionales para maximizar las unidades de trabajo diarias
indirectas efectuadas al exterior de la obra. Riwaq depende de las
técnicas de construcción tradicional y en la utilización de detalles
tradicionales, especialmente para los trabajos de la piedra, la
herrería y la carpintería, necesitando todos ellos una mayor fuerza
laboral para producir, tanto especializada como no especializada.
Con la experiencia obtenida a través de los años, Riwaq ha llegado
a un punto en el que casi las dos terceras partes del coste total de
los proyectos de rehabilitación se gastan en mano de obra, tanto
en el emplazamiento de las obras como fuera del mismo. Una
tercera parte del presupuesto está destinado a materiales, y otros
suministros, en su mayoría locales.
La creación de empleo gracias a la rehabilitación como una
nueva tendencia
10
Debemos mencionar que el Comité de Rehabilitación de Hebrón
ha empezado en 2003 proyectos de limpieza y de conservación
preventiva en los vecindarios de la ciudad antigua de Hebrón. La
intención ha sido crear la mayor cantidad de empleos posibles
para los habitantes de Hebrón y preparar el terreno para llevar a
cabo la rehabilitación de los interiores de las viviendas privadas.
Paralelamente, como parte de su programa de asistencia a los
palestinos de Cisjordania y la banda de Gaza, el Programa de
Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) ha puesto en marcha el
proyecto Tashghil o de Creación de empleo (2004-2006) para la
rehabilitación y restauración de algunos edificios históricos en
siete zonas diferentes del norte de la orilla oeste del Jordán.
Finalmente, por lo que se refiere al número de empleos creados o
a la importancia del desempleo, miles de familias han sido
ayudadas por los programas de empleo en los que la conservación
se convirtió en un medio de mejorar las condiciones de vida en
lugar de ser un objetivo en sí mismo. Además de este resultado,
decenas de edificios históricos han sido transformados en centros
activos que constituyen al mismo tiempo posibilidades de empleo
a largo plazo. Puede ser útil considerar este tipo de conservación
(conservación como un medio y no como un objetivo, una
necesidad y no un lujo), con todos sus avatares8 , como uno de los
tipos de conservación más prometedores para los promotores y
donantes, especialmente en las zonas en crisis por todo el mundo.
Esta nueva categoría de conservación considera como prioritarias
las necesidades de las comunidades locales, antes que las de los
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Las realidades de la obra
Creación de empleo gracias a la rehabilitación con vistas a una comunidad
sostenible
turistas, o incluso antes que las de las piedras (los propios
edificios). En consecuencia, el patrimonio así como sus
componentes culturales, son sostenidos por la comunidad local,
mientras que la situación inversa no siempre es posible.
Está claro ahora que los “proyectos de creación de empleo a
través de la restauración” son muy productivos, de ahí que hayan
sido adoptados por diferentes organizaciones como medio de
aliviar la pobreza. Este tipo de trabajo ha demostrado ser tan
importante como los grandes proyectos de desarrollo de
infraestructuras, los trabajos de construcción o el turismo. Los
recursos financieros inyectados en los muros de estos edificios
producirán seguramente un impacto positivo en la comunidad,
elevando el nivel de conciencia sobre el patrimonio cultural
construido en Palestina.
1
[email protected]
2
Los edificios históricos, según el registro Riwaq, son aquellos que han sido
construidos antes de la Segunda Guerra Mundial, mediante métodos vernaculares
o tradicionales (muros de piedra en las dos caras, estructuras de tierra, bóvedas,
etc.).
3
Extracto del folleto de Riwaq.
4
Creado en la primavera de 1991 RIWAQ: Centre for Architectural Conservation
trabaja a numerosos niveles para reducir los daños tanto de la arquitectura
vernacular como de los edificios históricos y del inigualable paisaje palestino. Para
llegar a esta meta RIWAQ tiene como objetivo principal la conservación y
restauración de edificios antiguos y el desarrollo, así como la promoción, de una
forma de arquitectura palestina autóctona basada en las tradiciones y técnicas de
construcción firmemente arraigadas.
5
El significado de restauración corresponde a un sentido clásico de los términos
reutilización, adaptación, conservación, consolidación, proyectos de
mantenimiento, entre otros, que se han implementado en estos programas.
6
Las unidades de trabajo diarias directas son las que se obtienen por la contratación
de trabajadores para efectuar tareas de carpintería, enyesado, rejuntado, colocación
de tejas o baldosas, así como los trabajos eléctricos y mecánicos, entre otros.
7
Las unidades de trabajo diarias indirectas son aquellas que se obtienen en el exterior
de la obra por ejemplo los trabajos de cerrajería, la carpintería, la producción de
tejas decorativas, etc.
8
Restaurar el patrimonio cultural construido por lo que aporta y no por sus valores
propios.
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Las realidades de la obra
Algunas observaciones
sobre la gestión de la obra
Con la finalidad de conseguir un control económico estricto de un
proyecto, y de contribuir así a la optimización del tiempo y de los
recursos, y a la obtención de los mejores resultados finales, existe
un cierto número de factores a tener en cuenta.
El contratista debería entregar un plan de trabajo analítico
dentro de los siete primeros días siguientes al inicio del proyecto.
Debería ser comentado y acordado por el arquitecto, el ingeniero,
así como cualquier otro consultor del proyecto de restauración.
Tendrán que celebrarse reuniones semanales en la obra,
conducidas bajo la coordinación del arquitecto y con la
participación del contratista, así como todos los consultores
implicados. Se deberán elaborar actas de las reuniones, donde se
indicarán claramente las acciones que se deberán llevar a cabo, así
como las personas que las deberán realizar, entregando una copia
a cada participante.
Después de que los trabajos de rehabilitación hayan empezado,
las zonas que puedan presentar necesidades previsibles de
investigación suplementaria por parte del arquitecto, para
formular una intervención específica, deberán ser consideradas de
alta prioridad en el plan de trabajo. Si las zonas sensibles se
definen tempranamente en el proyecto, se permitirá al
contratista trabajar en otra zona, en espera de que las decisiones
de intervención sean formuladas, sin afectar negativamente a las
dimensiones temporales y económicas del proyecto.
En cuanto a las autoridades públicas, la coordinación con todas
las autoridades competentes, así como con el equipo de
concepción y diseño, deberá tener lugar bajo la dirección del
arquitecto director de la obra. Esta coordinación será necesaria en
la etapa de diseño así como en la de construcción. Los
representantes de las autoridades públicas deberán participar en
las reuniones semanales en la obra.
El contratista deberá tener un diario detallado de la obra,
mencionando diariamente el estado del trabajo ejecutado, la
fuerza de trabajo, las máquinas y herramientas utilizadas, el clima
o cualquier incidencia meteorológica, las visitas realizadas por el
arquitecto y los ingenieros, así como cualquier otra información
relevante.
El contratista deberá entregar certificados regulares de pago para
poder ayudar al project manager a mantener un flujo económico
regulado del presupuesto del proyecto y en sincronización con el
plan de trabajo y el grado de dificultad de las tareas.
III. La obra
Athina Papadopoulou
Arquitecta
Arquitecta de conservación, trabaja para UNDP-UNOPS
en el marco del plan general de ordenación de Nicosia, Chipre
Nicosia, Chipre
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