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A T MADRID Restauración del Cuartel del Conde Duque 26 El cuartel es sin duda uno de los más hermosos edificios del patrimonio madrileño. Construído según traza del arquitecto, Pedro de Ribera, quien en 1717 eligió el emplazamiento del mismo. El encargo vino de mano del Marqués de Vadillo que de este modo ejecutó el deseo de Felipe V de alojar las cuatro compañías de Guardias de Corps hasta entonces acogidas por el pueblo de Madrid. Este edificio con sus 27.482 m2, como muchos otros, estaba destinado a desaparecer. En el Plan de Alineaciones Interiores de 1962 se observa la propuesta de sustitución por un bloque de viviendas de nueve plantas. En 1968 el Ayuntamiento de Madrid inicia, sin embargo, la tramitación de un Plan Parcial de Ordenación que permita la defensa del citado edificio, Plan que fue aprobado el 29 de enero de 1969. Por fin, el 13 de noviembre del mismo año el Ayuntamiento adquiere el edificio por cien millones de pesetas al Ministerio del Ejército. En la escritura se establece la utilización de la finca con fines de utilidad pública, aunque nada se dice de la conservación del edificio. En 1976 es declarado monumento Nacional. En 1967 J. Ibarrondo, Arquitecto, había realizado un amplio estudio del edificio proponiendo su reutilización para distintos usos municipales: hemeroteca, oficinas, etc. Por fin en 1977 J.M. Arangüena, arquitecto municipal, inicia un proyecto de restauración del cuerpo norte. El proyecto de restauración de Arangüena es recibido, con razón, con la oposición de todos los organismos e instituciones interesadas en el patrimonio. Adelpha denuncia sistemáticamente las obras, iniciadas por el mismo Ayuntamiento al margen de las recomendaciones y autorizaciones de la misma Dirección General del Patrimonio Artístico. La lucha se centra entre otras cosas en el criterio defendido por Arangüena y ya adelantado por Ibarrondo de restituir el edificio al estado en el que se hallaba antes del incendio de 1869. No quiero, sin embargo, entrar en la valoración de este problema que es en todo caso discutible, y para el que ha habido en la historia de las restauraciones distintas soluciones. En efecto, la ausencia de un programa global de usos, el planteamiento de las obras, la inexistencia de un proyecto ordenador general y lo inadecuado de lo ya iniciado dieron más que justificados motivos para los conflictos surgidos entre Ayuntamiento y Dirección General del Patrimonio. Actualmente, el Ayuntamiento ha iniciado la solución de este conflicto, como muchos otros heredado de la Corporación anterior. Julio Cano Lasso, arquitecto, será el asesor de las nuevas obras de restauración. Su trabajo resolve- U rá con un programa global el proyecto en su totalidad. Contará para ello con las asesorías necesarias, entre las que adquiere una especial relevancia la colaboración de un grupo de profesores de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid dirigidos por Carlos Sambricio. Madrid dispone de un creciente número de edificios que están pasando a manos municipales. Esta situación, de gran interés, exige del Ayuntamiento un programa de rehabilitación amplio, en el que se fijen los usos posibles. Con frecuencia se habla en estos casos de «centros culturales» aspecto difícil de llevar a la práctica por falta precisamente de estructuras, organizaciones o fines culturales que puedan absorber una oferta tan grande, sostenerse o generar una real utilización. El fin de estos programas culturales faltos de base, puede ser el vandalismo y la destrucción progresiva del edificio, que en muchos casos podría adquirir un estado de situación aún peor de cómo fue