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Imagen de la clínica antes de pasar a ser propiedad de la empresa ODEC. / Familia Pellicer.
Clínica Pellicer: la desaparición
de otro edificio emblemático
Ana Llopis
Del 25 al 31 de gener de 2007
El edificio de la clínica Pellicer está ligado sentimentalmente a la ciudad de Gandia, no en vano fue
el lugar de nacimiento de miles de ciudadanos entre 1956 y 1987. La empresa ODEC, su último
propietario, la mantuvo prácticamente intacta durante años. Ahora el traslado de estas oficinas ha
provocado que el edificio pasara a estar en venta. Las constructoras no se han hecho esperar y en
unos meses el edificio será derruido para construir en él una finca. Quizás su valor arquitectónico
no merecía que el edificio fuera protegido, aunque sí sea unos de los más emblemáticos de Gandia.
Un punto de referencia y ubicación del Passeig de les Germanies, que como tantos otros, cae en las
garras del hormigón.
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Quizás sea usted uno de los tantos niños gandienses que nacieron en la clínica Pellicer y,
como anécdota familiar, haya oído como el
doctor Antonio Pellicer, con la ayuda de la
enfermera jefe, Catalina, le trajeron al mundo.
Igualmente, más de una vez habrán utilizado este edificio, ya sea como la antigua
clínica Pellicer o como la sede de ODEC,
para ubicar a algún despistado. Pues bien,
estas señas pronto pasarán a la historia,
y es que como tantos otros edificios de
Gandia: La Pilarica, el palacio del Marqués
de Valier en la plaza Escoles Pies o las
casas blasonadas de la calle Major, la clínica Pellicer será en breve derruida. En su
lugar, se construirá una finca de viviendas a
cargo de la empresa Inversions del Comtat.
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Una clínica muy familiar
Corría el año 1956 cuando el doctor Antonio
Pellicer, no sin esfuerzo, decidía abrir una
clínica de maternidad en Gandia. Una idea
excelente teniendo en cuenta que por entonces, no existía Seguridad Social, que data
de 1967, y no fue implantada y mejorada,
definitivamente hasta 1978, y por supuesto,
no estaba construido el hospital Francesc
de Borja que no llegaría hasta 1974 como
ambulatorio y 1977 como el actual hospital
ya con sección de maternidad.
Por esa época, tan sólo la clínica del ginecólogo Antonio Pellicer, así como la de su
compañero y amigo el doctor Martínez, clínica
San Ramón, situada en la plaza Escoles Pies, y
el antiguo hospital de Sant Marc, ofrecían este
servicio. Esto provocaba que la clínica, contara
Fase de expansión
Hasta que se instauró la Seguridad Social, la
clínica Pellicer vivió una fase de expansión.
En pleno rendimiento, llegó a contar con 6
ó 7 enfermeras, una o dos cocineras y 5 ó 6
personas en lavandería y un par de mujeres
para el servicio de la limpieza. Además de la
enfermera jefe, Catalina Menor, hoy de 88 años
de edad, que se convirtió en la mano derecha
del doctor Pellicer.
El hecho de que la familia viviera en la parte
superior del edificio, provocaba, inevitablemente, que el ginecólogo se llevara el trabajo
a casa. Una situación que, a veces, provocaba
situaciones graciosas y un tanto surrealistas,
como eran las noches de fin de año. El hijo
del doctor, Javier Pellicer, recuerda con cariño
como “en Nochevieja mi padre podía llegar a
realizar cinco o seis partos. Se pasaba la noche
subiendo y bajando. No se por qué pero esa
noche era de las que más trabajo tenía, parecía
que se pusieran todas las mujeres de acuerdo.
A nosotros, nos hacía mucha gracia la situación”, comenta entre risas.
Sin embargo, este ir y venir del doctor entre
su vivienda y su trabajo era del todo común. Su
hijo, Javier Pellicer, lo define como “un hombre
campechano, una persona muy agradable, que
nunca se quejó del trabajo. Nunca tuvo vaca-
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de gente”, recuerda el hijo del doctor, Javier
Pellicer, de aquella etapa en la que se incluyó
este avance tecnológico que permitía por primera vez, ver el aspecto de su hijo y conocer su
sexo.
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con un gran número de clientes, tanto de
Gandia como del resto de la comarca.
Abrir una clínica de maternidad, supuso
para Pellicer, tal y como nos comenta su hijo
y farmacéutico, Javier Pellicer, un enorme
esfuerzo que tan sólo la ilusión pudo llevar
adelante. Y es que, eran años en los que
pocos ciudadanos tenían la posibilidad de
estudiar, y mucho menos medicina, y que
se decidieran a abrir una clínica. El caso
de Pellicer y su amigo Martínez era del
todo extraordinario, de ahí que entre ambos
existiera una relación de camaradería y
compañerismo y nunca competitiva.
La clínica Pellicer se abrió con todas
las comodidades y la más moderna aparatología de aquellos años. Contaba con
10 habitaciones, un quirófano, una sala
de esterilización, una sala de partos, una
sala de consulta, despachos y la recepción.
Además, en el piso superior, el doctor construyó la vivienda para la familia formada por
el matrimonio y cinco hijos. El centro de la
clínica lo ocupaba un patio en el que un
pequeño columpio servía para divertir a los
más pequeños y hasta, el momento, se ha
conservado.
En cuanto a la tecnología, y como dato curioso, cabe destacar que la clínica Pellicer fue la
primera en Gandia en contar con un ecógrafo.
Lo que supuso un gran avance para la ciudad y
un nuevo descubrimiento para las madres que
elegían este centro como el lugar de nacimiento para sus hijos. “En la vida habíamos visto
tanta gente en la consulta. Había barbaridad
Puerta que comunica con la parte superior del
edificio. / Maria Blasco
Antigua vivienda de la familia Pellicer en el piso
superior de la clínica. / Maria Blasco
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cio a la empresa de informática y estadística
ODEC.
16 años como centro de grabación
Concretamente fue en 1990 cuando ODEC
adquirió el edificio. Sus primeras oficinas en
la plaza de España se quedaban pequeñas y
decidieron adquirir la antigua clínica Pellicer
para ganar espacio. En este nuevo edificio se
instalaría el departamento de grabación.
Por el momento, y tal como explica Teresa
Parets, una de las empleadas de más
antigüedad de la empresa, este cambio de
ubicación se planteaba ya como transitorio
con la idea de construir en un futuro unas
nuevas oficinas en las que cupiera toda la
empresa. Este hecho provocó, según Parets
que el edificio se mantuviera prácticamente
intacto.
El único cambio significativo se produjo
en las habitaciones, de las que se tiraron las
paredes para conseguir una habitación diáfana. Lo mismo ocurrió en el paritorio, hoy
un almacén. Sin embargo, el edificio ha conservado en estos 16 años, prácticamente su
antigua estructura e instalaciones. Mantiene
intacto, la entrada, los pasillos, el despacho
del doctor, el patio y la antigua vivienda
de la familia, incluso el antiguo toldo de la
terraza, hoy despachos de la empresa.
Aunque, Teresa Parets reconoce que el cambio de domicilio de la empresa a las nuevas
instalaciones que están construyendo en el
distrito de Corea es para mejor les da “un poco
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ciones, él estaba sólo con esta clínica y nunca
pudo irse”.
Declive y cierre
La llegada de la Seguridad Social supuso un
punto de deflación para el rendimiento de la
clínica. Sin embargo, el doctor la mantuvo
abierta hasta que la salud se lo permitió.
A finales de los 80, comenzó a perder la
vista y no tuvo más remedio que cerrar. El
deseo del doctor era que su hijo, Antonio
Pellicer, también ginecólogo se hiciera cargo
de la clínica, pero este decidió dedicarse a la
investigación. Una decisión del todo acertada
ya que hoy en día es catedrático de Obstetricia
y Ginecología y presidente de la Fundación
Instituto Valenciano de la Infertilidad. En el
2004 recibió, entre otros premios, el premio
Rey Jaime I de Medicina Clínica por sus aportaciones en el campo de la fertilidad.
La labor de su padre por ayudar a traer
a niños al mundo influyó también en su
hija, Adelina, que es Neonatóloga, doctores especializados en bebés de menos
de nueve días, en el hospital La Paz de
Madrid.
Sin nadie que se hiciera cargo de la clínica,
con problemas en la vista y ya sin el rendimiento de etapas anteriores, la clínica Pellicer
cerraba sus puertas un 31 de marzo de 1987,
hace casi 20 años.
El doctor estuvo viviendo un par de años
más en la vivienda de la parte superior de la
clínica hasta que finalmente vendió el edifi-
Patio interior de la clínica Pellicer que ha conservado incluso el columpio para los niños. / M. B.
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Una nueva finca
Según ha confirmado la misma empresa, la
constructora Inversions del Comtat S.L. es
la nueva propietaria del edificio.
Aunque no contemos con los detalles del
proyecto, ni cuándo comenzarán las obras,
todo parece indicar que la empresa derruirá la
antigua clínica para construir una nueva finca
de viviendas particulares.
De este modo, la antigua clínica Pellicer,
que no está catalogada como un edificio
protegido, pasará a estar únicamente en la
memoria de los gandienses.
Al igual que pasara con otros edificios
emblemáticos de la ciudad, póngase por ejemplo la casa de Ausiàs, ahora también el trinquet
El Zurdo o los anteriormente mencionados, los
gandienses verán desaparecer con el derribo
de la clínica Pellicer, el que ha sido un símbolo del avance tecnológico y científico de
Gandia y el lugar de nacimiento de miles de
los habitantes de la comarca. Más suerte ha
tenido el edificio de La Tasa, ya que recientemente la comisión informativa de Urbanismo
del Ayuntamiento de Gandia decidió iniciar el
expediente por el que se propone la protección
parcial del edificio por su singularidad esté-
tica. Un expediente, que quizá para muchos
gandienses, podría haberse extendido a otros
edificios ya desaparecidos.
En cuanto a la clínica Pellicer, realmente
no se puede concretar con precisión cuántos
fueron los niños que nacieron y cuántos, por
tanto, guardan relación directa con el edificio,
ya que el mismo doctor, destruyó los informes
médicos al ser de carácter privado, una vez
cerrada la clínica. Lo que sí está claro es que
nunca hubiera querido ver este edificio derruido. Así nos lo explica su hijo Javier Pellicer,
quien asegura que “dentro de lo que cabe
estoy contento porque mi padre falleció hace
cinco meses y no verá cómo cae el edificio. Él
no quería que eso pasara por eso lo vendió, en
su día, a una empresa que lo fuera a utilizar”,
asegura el farmacéutico.
El avance imparable de la construcción
y la sociedad, que cada vez demanda más
viviendas y el que nunca llegase a ser
declarado edificio protegido, provocará una
vez más que un edificio emblemático de
Gandia, desaparezca. Quizás, sea el paso
natural de crecimiento de la ciudad pero que
no deja de ser, para algunos, una verdadera
lástima.
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de pena abandonar el edificio. Son 16 años
aquí, le hemos cogido cariño, además, está
prácticamente igual que cuando llegamos”.
Los empleados de ODEC, realizarán su
traslado definitivo en el plazo de un mes,
aproximadamente.
El despacho del antiguo doctor, que pasó a ser la sala de reunión de ODEC. / Maria Blasco
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