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Elba Lázaro-Chávez Mancilla
P
ara los humanos, dormir significa reducir la actividad muscular y la conciencia; el
ritmo respiratorio y la tensión arterial decrecen y los ojos se cierran. En la naturaleza
no todos los animales duermen de la misma forma, pues hacerlo sería exponerse a
ser presa fácil para sus depredadores.
En las aguas templadas y tropicales del mar cercanas a las costas no es fácil observar animales durmiendo. Quizá esta sea la causa que los ha hecho transitar por un lento camino evolutivo y que los ha llevado a buscar formas para poder descansar el cuerpo dejando su cerebro
encendido. Un caso muy interesente es el del personaje central de esta nota, un mamífero que
se destaca por su inteligencia y nobleza y a quien quizá hemos visto en algún acuario o en una
que otra película: el delfín.
Lázaro-Chávez, E. (2010). El sueño del delfín [Versión electrónica], Ciencia Compartida, 0, 14-16. Recuperado el (día) de
(mes) de (año), de (dirección electrónica).
¡En guardia!
Para comenzar, déjame comentarte que el
ritmo respiratorio de los delfines, a diferencia
del de los seres humanos, es voluntario, y
cuando aquellos se ven arrastrados por la
corriente se reduce a una respiración cada
cinco minutos (nosotros respiramos, en promedio, unas 17 veces por minuto)
En cautiverio, a los delfines se les ha visto
dormir con el espiráculo –que es el orificio
que tienen a la altura de su cabeza- sobre
la superficie y respirando pausadamente.
Esto es debido a que en los acuarios no hay
depredadores, lo cual provoca un descanso
profundo, mucho más que el que pueden tener en su hábitat natural.
Por otra parte, en la isla brasileña de Fernando Noronha existe una bahía donde
duermen los delfines. Alrededor de 350 delfines rotadores regresan a la isla a descansar
en las primeras horas del amanecer -esto es,
entre las 5:00 y 6:00 horas- pues provienen
del mar abierto donde permanecieron cazando toda la noche. Al llegar a la costa, los delfines se distribuyen en grupos por toda la zona
y entonces es posible observar a dos docenas de ejemplares jóvenes que permanecen
activos en la entrada de la bahía.
Existe la teoría de que los delfines juveniles están en guardia, barriendo la zona
con sus ecolocalizadores -un mecanismo
que funciona como una especie de radar-,
dispuestos a alertar al resto de la manada
si alguna visita indeseable se presenta en
el lugar; ante un sonido de emergencia, el
grupo entero está en alerta y emprende la
huida del lugar. Muchas veces se han observado cambios de guardia, en los cuales
los vigías son reemplazados por ejemplares
que se encontraban durmiendo.
Ya por la tarde, después de dormir toda la
mañana, los delfines rotadores se encuentran activos. En grupos de 20 o 30 individuos, estos admirables animales recorren
toda la isla encontrándose con buzos que
visitan el lugar.
Cerebro
Sacos de aire
Melon
Ecolocalización
Presa
Oído interno
Un ratito y un ratito
Los delfines duermen en círculo, con la
mitad del cerebro despierto para seguir
respirando y no morir mientras descansan.
Ese es el dilema diario a que enfrentan
estos mamíferos nadadores, pues como
dijimos al principio, su respiración es un
acto voluntario.
Para poder dormir -permaneciendo al
mismo tiempo “despierto”- el delfín “apaga”
uno de sus hemisferios cerebrales, mientras
que la otra mitad del cerebro permanece
despierta y ejerce el control sobre las funciones vitales, especialmente la respiración.
Durante estos periodos de sueño unihemisférico, los delfines hacen que su
metabolismo sea más lento y el animal se
queda prácticamente inmóvil.
En adición a lo anterior, se sabe que los
delfines dormidos flotan en la superficie
Ecos
del mar, con un ojo abierto y una aleta sobresaliendo. Un poco después, cambian
de postura, “desconectan” la otra mitad del
cerebro y cierran el otro ojo.
Además de asegurar que se mantengan
en marcha las funciones vitales, la mitad del
cerebro que permanece activa durante el
sueño puede conservar el rumbo del delfín y
evitar que viaje a la deriva.
Prohibido dormir...a aleta suelta
Este sueño parcial ha sido estudiado en un
laboratorio, donde los científicos lograron
medir las lentas ondas cerebrales que se
producen en el hemisferio dormido, mientras
que el lado despierto tiene una actividad cerebral mucho mayor; 20 minutos más tarde,
el esquema se invierte. De ese modo, los
delfines consiguen dormir unas ocho horas
diarias, en lapsos que duran entre pocos
minutos y dos horas.
Un estudio reciente elaborado por neurobiólogos de la Universidad de California
(UCLA), muestra que los delfines jóvenes
que son capturados para vivir en cautiverio permanecen despiertos las 24 horas del
día las primeras semanas de su encierro,
mientras que las madres los vigilan permanentemente para que no se duerman.
En mar abierto, una pequeña pérdida de
conciencia, como la que ocurre al momento
de dormir, es mortal para estos mamíferos.
“Si se duermen, se mueren” señaló Jon
Kershaw, responsable del acuario Marineland
en Antibes, en la Costa Azul francesa.
El Programa de Naciones Unidas para
el Medio Ambiente (PNUMA) y la Convención Sobre Especies Migratorias de la ONU
declararon el 2007 “Año del Delfín”, para concientizar a los ciudadanos de todo el mundo
sobre los riesgos ambientales que corren
estos animales.
Un ejemplo de lo anterior es el intenso tráfico marino y los aparatos de ultrasonido de
los barcos, los cuales repercuten en su fino
sentido del oído y su sistema de ecolocalización, elementos vitales para la comunicación,
orientación y la caza de sus presas.
Para finalizar este texto, podría decirse –
desde una perspectiva bastante poética- que
su estado de alerta los mantiene concientes
para disfrutar del suave y silencioso arrullo
del mar.