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DIÓCESIS DE JACA
PROGRAMACIÓN PASTORAL
2011-2012
“No os canséis de hacer el bien”
(2 Tes 3,13)
Al comenzar un nuevo curso pastoral lo hacemos bajo el signo de la bendición de Dios. En cualquiera que sea la situación en que nos encontremos, escuchamos una palabra de aliento y de bendición:
“El Señor te bendiga y te proteja”
“No os canséis de hacer el bien” (2 Tes 3,13). Esta exhortación de San Pablo a los cristianos de
Tesalónica presenta la actitud básica con la que trabajamos en los primeros compases del nuevo curso
pastoral. Los meses que tenemos por delante son un don de Dios que llega a nuestras manos lleno de esperanza e ilusión.
La programación pastoral nos ayuda a superar la improvisación y la arbitrariedad. Nos anima a
poner nuestros ojos en Cristo, “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Nos impulsa a acercarnos a Jesucristo “el mismo ayer hoy y siempre” (Hbr 13,8). Él es nuestro auténtico programa.
El Papa Juan Pablo II, en la Carta apostólica "Novo Millennio Ineunte", recordaba el programa
cristiano con estas palabras: "Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e
imitar, para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento en la
Jerusalén celeste" (NMI 29). Y añadía: "Sin embargo, es necesario que el programa formule orientaciones pastorales adecuadas a las condiciones de cada comunidad" (NMI 29). Y también: "En las Iglesias
locales es donde se pueden establecer aquellas indicaciones programáticas concretas -objetivos y métodos
de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios- que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura" (NMI 29)
A la hora de presentar el talante evangelizador, hemos de insistir también en la necesidad de “recuperar la alegría del cristianismo”. Quitarnos de encima pesimismos, miedos y desalientos, como recordó Benedicto XVI en su Baviera natal.
OBJETIVOS PASTORALES 2011-2012
Queremos trabajar cuatro objetivos pastores, en continuidad con los tres objetivos del curso pasado.
1/ Responder a la crisis actual desde la Iglesia
En nuestra programación diocesana queremos tener presentes: a) a las víctimas de la crisis económica, rostros concretos de personas y familias de nuestros barrios y pueblos, b) la situación angustiosa
de muchas familias con varios o todos sus miembros en paro y que ya han agotado el seguro de desem-
pleo, c) el aumento de personas que acuden a Cáritas y a los servicios sociales en demanda de ayuda
para sus necesidades más básicas, etc.
La realidad actual está marcada por la persistencia de la crisis económica. Pero la realidad de la
pobreza, la exclusión y la marginación no es sólo consecuencia de la crisis económica, sino también de
una crisis de valores.
En este contexto, como comunidad cristiana, estamos llamados a responder a la llamada de Dios,
cuya voluntad queda claramente de manifiesto en toda la tradición bíblica y en la Doctrina Social de la
Iglesia.
Acciones:
+ Preparar un informe de Cáritas Diocesana sobre las pobrezas y necesidades de la Diócesis.
+ Hacer una campaña de socios de Cáritas Diocesana.
+ Coordinar Cáritas en cada arciprestazgo, con representantes de poblaciones.
+ Fomentar Cáritas en las parroquias donde existe y crearla en las que no, con presencia de laicos.
+ Formar a los voluntarios de Cáritas.
+ Estar informados en las parroquias de las necesidades concretas de las familias y fomentar más diálogo
con ellas.
+ Crear grupos para visitar enfermos.
+ Escuchar a la gente y apreciar sus necesidades.
+ Organizar conferencias sobre valores éticos, por especialistas en los temas a tratar.
+ Tratar en las Conferencias Cuaresmales el tema de la acción caritativa de la Iglesia.
2/ Conceder prioridad a la pastoral juvenil
Debemos trabajar con ilusión por una pastoral en la que los jóvenes ocupen un lugar destacado. El
anuncio del Evangelio, hecho vida entre los jóvenes, es una de nuestras prioridades, no sólo por su presencia en la sociedad o porque de ellos dependa el futuro, sino por lo que el encuentro con Jesucristo puede suponer en esta etapa de sus vidas. Tal como ya se manifestó en el Forum de Pastoral con jóvenes
(Madrid, noviembre de 2008), “estamos convencidos de que Jesús es el centro. Jesucristo está vivo en
medio de nosotros. Queremos presentar con nuestro testimonio y nuestra palabra a Jesús, respuesta creíble y completa para los jóvenes hoy. Nuestro horizonte es poder decir como san Pablo "para mí la vida es
Cristo" (Flp 1,21)”. El Papa Benedicto XVI nos enseña: «Cristo no quita nada y lo da todo».
El mismo Jesús nos anima a que nos abramos a los jóvenes partiendo de sus necesidades, que les
acompañemos en su camino y que les propongamos seguirle desde el cariño, mirándoles como Él lo hacía
(Mc 10,21).
Las Orientaciones sobre Pastoral de Juventud indican que “los jóvenes no deben considerarse
simplemente objeto de solicitud de la Iglesia: son de hecho sujetos activos, protagonistas de la evangelización y artífices de la renovación social” (CEAS, Orientaciones sobre Pastoral de juventud, Madrid
1991,19).
Acciones:
+ Intensificar la programación y las acciones juveniles. Se han sugerido estas acciones:
Realizar un análisis de la realidad de la juventud en la Diócesis.
Realizar un proyecto de pastoral juvenil.
Realizar un Encuentro Diocesano de jóvenes.
Crear en el arciprestazgo una comisión de pastoral juvenil con participación de sacerdotes, laicos,
religiosos y jóvenes.
Favorecer la pastoral juvenil en las parroquias con medios como: integrar a jóvenes en el Consejo
Parroquial; trabajar por la formación de grupos; contar con algunos adultos que toman como suya
la pastoral juvenil.
Organizar jornadas lúdicas con actividades de montaña, para jóvenes y confirmandos.
Reactivar el grupo Scout Católico.
Invitar a los jóvenes a participar en acciones sociales.
Realizar convivencias desde Comunión a Confirmación.
Animar la participación de los jóvenes en la propuesta de acciones.
+ Coordinar la pastoral juvenil con la catequesis y con la pastoral familiar. Organizar, por ejemplo, catequesis para los padres de catequizandos.
+ Integrar la pastoral juvenil en la pastoral vocacional.
+ Revisar las fechas de Confirmación para que sea una formación continuada.
+ Acentuar la importancia de los alejados.
+ Preparar celebraciones específicas para fieles de otras culturas y jóvenes.
+ Cultivar los distintos aspectos de la pastoral gitana.
+ Crear espacios para compartir nuestro ser cristiano con los no cercanos a la parroquia.
+ Buscar algunas líneas acerca del Sínodo sobre la “Nueva Evangelización”.
3/ Crecer en corresponsabilidad
Es preciso promover la participación consciente y activa en la vida y en la misión de la Iglesia.
Los cristianos estamos llamados a ser y a vivir desde el don de Dios Padre, en el Hijo, a través del Espíritu Santo, a actuar el quehacer de la propia vocación como signos eficaces de evangelización, a realizar y
celebrar la corresponsabilidad efectiva en el interior de la Iglesia y a vivir el carácter misionero de nuestro
ser cristiano en las tareas del mundo.
Es en la Iglesia, como misterio de comunión misionera y trinitaria, donde se manifiesta toda identidad cristiana y donde surge la vocación específica de cada cristiano. El conocimiento de la propia pobreza y fragilidad y, a la vez, la grandeza de la llamada guían a todos los cristianos por los caminos del
mundo como instrumentos del amor de Dios y constructores del Reino.
Ayudar a que cada cristiano descubra su propia vocación debe ser tarea de las comunidades cristianas. Hay que enseñar y aprender a vivir la vida cristiana como vocación. Llamada y respuesta; don de
Dios y acogida humana.
Un aspecto delicado en el tema del laicado, como también en el de la relación de los sacerdotes
con las personas de vida consagrada, es el desconocimiento mutuo y la dificultad de coordinación de las
diferentes líneas o carismas propios. Éste es hoy un tema importante porque sólo “mediante el crecimiento de la colaboración entre los diversos sectores de la Iglesia, bajo la guía paternal de los Obispos” podremos presentar una imagen limpia y creíble de nuestro Redentor (Cf. Ecclesia in Europa 29).
Acciones:
+ Aumentar el compromiso en la Iglesia.
+ Comenzar a elaborar un Plan de Pastoral para tres años. En ese marco se tratará de la posibilidad de un
sínodo diocesano, del servicio pastoral de los arciprestazgos, de las unidades pastorales.
+ Despertar la conciencia del arciprestazgo. Realizar reuniones, al menos el día del arciprestazgo. Trabajar por la formación del Consejo Arciprestal.
+ Responsabilizarse todos de los grupos que existen, uniendo entre parroquias cuando es posible.
+ Realizar un curso de formación para sacerdotes en el trabajo con laicos y para laicos comprometidos
por Arciprestazgos, con sesiones conjuntas.
+ Convocar reuniones de diferentes grupos: matrimonios, niños, jóvenes, gente mayor.
+ Mantener relación con los misioneros de cada pueblo.
+ Participar en encuentros ecuménicos.
+ Crear una escuela de padres interparroquial.
+ Facilitar el acceso a los archivos allí donde estén, siempre siguiendo la normativa vigente.
4/ Cuidar la celebración (liturgia, oración)
El beato Juan Pablo II escribió en la Exhortación Apostólica “Novo Millennio Ineunte”: “es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oración” (NMI 32). Y también: “nuestras
comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas "escuelas de oración", donde el encuentro con
Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el "arrebato del corazón". Una oración intensa,
pues, que sin embargo no aparta del compromiso en la historia: abriendo el corazón al amor de Dios, lo
abre también al amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio de
Dios” (NMI 33).
Nada hay más hermoso, nos dice Benedicto XVI, que haber sido alcanzados por el Evangelio, por
Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él. El mundo necesita el
amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él. Nada más intenso que vivir y celebrar la fe en la liturgia y
en la oración. La misión exige una espiritualidad que “se expresa, ante todo, viviendo con plena docilidad
al Espíritu” (ibid.) y nos compromete a dejarnos plasmar interiormente por Él, para hacernos cada vez
más semejantes a Cristo.
La espiritualidad se vive y celebra en comunidades eclesiales que son significativas y buena noticia para el mundo y que consideran como su gran tesoro la Eucaristía dominical, que es la realización
visible de la comunidad cristiana. Ello requiere que la celebración dominical, bien preparada, sea “cumbre
y fuente” de donde mana toda la vida de las comunidades cristianas (CONCILIO VATICANO II, Sacrosanctum Concilium 10). En tiempos de tanta dispersión e incomunicación como el que vivimos, la Eucaristía tiene que volver a ser la gran fiesta de los cristianos, el mejor antídoto contra el aislamiento, la soledad y el anonimato que con frecuencia entristecen nuestra vida.
Acciones:
+ Fomentar el respeto a la Liturgia.
+ Destacar la Eucaristía como culmen de la vida cristiana. Cuidar su celebración y vivencia. Potenciar el
encuentro con Jesucristo.
+ Fomentar la Adoración Eucarística.
+ Celebrar en el arciprestazgo un día de Adoración Eucarística.
+ Celebrar, donde sea posible, una Misa para los jóvenes.
+ Procurar una mayor participación de laicos en la liturgia.
+ Dar el sentido propio a cada una de las celebraciones.
+ Hacer pequeñas catequesis explicando los signos litúrgicos.
+ Celebrar comunitariamente la Unción de Enfermos.
+ Promover la celebración de la Liturgia de las Horas.
+ Motivar y fomentar desde las parroquias las tradiciones religiosas y culturales de cada pueblo.
+ Cuidar el patrimonio histórico-artístico y documental.
Hacemos nuestra la plegaria de la Iglesia: “Señor, que tu gracia inspire, sostenga y acompañe
nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti, como en su fuente, y tienda siempre a ti, como a
su fin”.