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Vitreaux La Natividad de la Virgen 12/08/2007 El arte gótico, que abarca los tres últimos siglos de la Edad Media (período comprendido entre la caída de Roma en el siglo V hasta el comienzo del Renacimiento en el siglo XV) tiene como elemento innovador en cuanto a su arquitectura,(que la diferencia de las iglesias del período anterior, románico) un nuevo tipo de construcción, que cuenta entre algunas de sus características más importantes, la bóveda y el uso de contrafuertes en la parte exterior del edificio. Esta estructura reforzada, permitió que las paredes pudiesen ser más delgadas, disponiendo de grandes zonas, donde la colocación de cristaleras, hizo posible la entrada de luz coloreada en el interior del templo, conformando un “espacio” dentro del espacio, que remitía a los sobrenatural, creando una atmósfera nueva, cargada de honda significación, invitando a la oración y a la contemplación gozosa de lo trascendente. La luz, que viene de lo alto, que ilumina al hombre y lo rescata de las tinieblas, símbolo de la figura de Cristo, expresado en la frase de Juan “puesto que Dios es luz y en Él no hay tinieblas” (1 Jn. 1,5). Esta solución arquitectónica, trascendió lo estrictamente funcional para convertirse en un elemento verdaderamente revolucionario en términos estéticos, pero también en lo que hace a su función didáctica. Sabemos que el cristianismo es la única de las tres grandes religiones monoteístas que admite el culto, (de dulía) a las imágenes sagradas y la representación humana de lo divino. San Gregorio Magno, (540-604) aclaraba la diferencia entre adorar una imagen y aprender de ella lo que verdaderamente se debe adorar, permitiendo al que no es docto, y no puede aprender con su inteligencia de los libros, apreciarlo a través de sus ojos, entenderlo e imitarlo en su conducta. También San Juan Damasceno, durante el período iconoclasta (destrucción de imágenes) en el siglo VIII fue defensor de las imágenes, que no solo conmovían al pueblo, sino que orientaban su comportamiento. Las primera iglesias que se construyeron en este nuevo estilo fueron las de Francia, destacándose la de Notre Dame, en París, Saint Denis, en la misma ciudad y la de Chartres, trasladándose luego a otras ciudades europeas, tanto de Alemania como de Inglaterra y España. Pero además, los artesanos góticos perfeccionaron la técnica, aprendiendo a hacer un emplomado para sujetar el vidrio, a diferencia del sistema usado anteriormente que consistía en ajustar cada panel con albañilería de piedra. El arte de hacer vidrieras policromadas fue empleado en las nuevas Iglesias y en las monumentales catedrales, y según los estudiosos, alcanzó su punto máximo en la iglesia de Sainte Chapelle (1243-1248) en París, donde las ventanas ocupan tres cuartas partes de la pared. Al encarar La Parroquia este proyecto, que combina lo religioso ( fin último de todo emprendimiento que parta de la Iglesia) con lo cultural, y esto entendido como servicio a la comunidad, nos acercamos a través de una somera referencia a las características de este vitral, (el primero de una serie que se concretará a través del tiempo) al tema y al autor, en este caso Murillo. El tema, La Natividad de María, remite al nacimiento de La Virgen, La Inmaculada desde su concepción, y esto por lo méritos de La Pasión de su Hijo, anticipando los frutos de su Resurrección. Existen innumerables obras relacionadas con La Virgen, sería poco menos que imposible mencionarlas aquí, pero sí podemos acercarnos a dos obras, precisamente dos vitrales que aluden al Misterio de su Inmaculada Concepción: uno en la catedral de York (h.1340-1350) precisamente La Anunciación a san Joaquín (padre de la virgen según la tradición) y el otro, en Troyes (Francia) en el Prebisterio de La Iglesia Ste. Madeleine (comienzos s.XVI) gran vidriera que representa el árbol genealógico de La Virgen y Jesucristo llamada el “Árbol de Jesé”. En cuando al autor, Bartolomé Esteban Murillo, pintor español nacido en Sevilla y fallecido mientras se hallaba pintando en el convento de los Capuchinos, en Cádiz, al caer del andamio en 1682, es considerado uno de los más destacados representantes del estilo barroco, con una temática religiosa en prácticamente todas sus obras. Los estudiosos en profundidad de su producción, ubican La Natividad de La Virgen, dentro del período llamado “estilo cálido”, con una mayor luminosidad en las tonalidades de piel y con colores más vibrantes, fechando este período hacia 1652. El vitral es un particular de esta obra. También es de destacar, que cuando pensamos en Murillo, automáticamente recordamos La Inmaculada Concepción, como una de las obras más caras entre los católicos. Precisamente, bajo esta advocación se encuentra nuestra Parroquia. Un autor católico, Roger Hasseveldt, escribiendo sobre el Misterio de la Iglesia, comparaba lo que sucede con el cristiano y lo que apreciamos de un vitral. En ambos casos, es desde dentro de la iglesia, donde podemos apreciar en todo su esplendor, tanto la belleza artística, obra de los hombres, como la Verdad única de nuestra fe, obra de Dios. Lic. María Cristina Ungaro de Rial Una obra de arte puede despertar la maravilla y la admiración, pero el arte que entra en el espacio litúrgico ha de despertar Veneración.