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LUNES, 25 JUNIO 2007
JORDI RIBOT
“¿Qué tesoro encontró
el cura Saunière?”
Tengo 57 años. Nací en París y vivo en Rennes-le-Château. Soy
restaurador y escritor. Tengo cuatro hijos, de 20 meses a 37 años. Soy
monárquico popular: querría para Francia una monarquía como la
española. Soy un católico con preguntas. Me asustaría leer los
documentos que halló el cura Saunière en su iglesia: él vivió asustado.
ESTUDIOSO DEL MISTERIO DE RENNES–LE–CHÂTEAU
JEAN-LUC ROBIN
IMAGINACIÓN
Q
versión de cómo se enriqueció Saunière.
–¿Me lo cuenta, por favor?
–Por sus sermones antirrepublicanos, en
1891 castigan a Saunière y lo destierran a
Narbona. Allí visita a su hermano Alfred,
por entonces preceptor de los hijos del marqués de Chefbien, a su vez íntimo amigo del
conde de Chambord, Enrique V, heredero
del trono de Francia, fallecido meses antes...
–Reyes de Francia sin trono, ¿relacionados
con los misterios de Rennes-le-Château?
–Enrique V había tenido a los 13 años un
preceptor, Amand d'Hautpoul..., ¡sobrino de
la última señora de Rennes-le-Château!
–Aterrizamos en el pueblo de Saunière. ¿Y?
–Marie de Negri d'Ables, marquesa
d'Hautpoul de Blanchefort, fue la última heredera de los Blanchefort, señores de Rennes-le-Château... y descendientes de Bertrand de Blanchefort, que fue gran maestre
del Temple en el siglo XII.
–¡Hombre, los templarios! Esto se anima...
–Como última habitante del castillo de
Rennes-le-Château, la señora marquesa era
depositaria de un secreto celosamente custodiado durante siglos por su familia.
–¿De qué naturaleza era ese secreto?
–Paciencia... En 1781, ya moribunda, la
marquesa se confía a su confesor, el abate Antoine Bigou, párroco de Rennes-le-Château,
que escucha su secreto, anonadado...
–¿Me dirá de qué va ese secreto?
–Ya va: la marquesa entrega a Bigou dinero, venerables alhajas y pergaminos antiguos. Y muere. Estalla la revolución, Bigou
teme por su vida y huye a España en 1793.
–¿Con su tesoro a cuestas?
–No. Tres años después Bigou murió en Sabadell y reposa allí o quizá en Besalú...
–¿¡Y el tesoro!?
–¡Lo ocultó en la iglesia de Rennes-le-Château, en tumbas y otros lugares del pueblo!
–¿Y de verdad era tan valioso ese tesoro?
–Hay alguien que le otorgó un enorme va-
Miles de personas de todo el
mundo visitan cada año
Rennes-le-Château, bello
pueblecito occitano de treinta
habitantes. Llegan enardecidos
por sus enigmas, cultivados por
unos 200 libros, desde ‘Le
trésor maudit’ (1967), de
Gérard de Sède, pasando por
‘El enigma sagrado’ (1982), de
Leigh, Baigent y Lincoln, hasta
‘El código Da Vinci’ (2003),
éste inconfesamente. Robin
publica ‘Rennes-le-Château. El
secreto del abad Saunière’
(Obelisco), el más riguroso que
he leído sobre el caso, pero que
deja aún entreabierta la puerta
a la imaginación, ¡bravo! Me
cuenta Robin que bajo la iglesia
sigue sellada una cripta del
siglo V, quizá la más antigua de
Francia... Y que Saunière solía
visitar en Girona a una señora
francesa, en cuyos jardines pide
que le hagamos la fotografía...
lor: Francisco José I, emperador de Austria y
jefe de los Habsburgo, la familia más poderosa de Europa... y protectora del papado.
–¿Cómo sabía el emperador de ese tesoro?
–Porque su sobrina ¡es en 1891 la viuda
del conde de Chambord!, que sabía del tesoro por lo que de niño le contó su preceptor...
–... el sobrino de la última señora de Rennes-le-Château...
–... que era heredera de ¿reliquias sacras?,
¿pergaminos sobre el viejo cristianismo cátaro, tan temido por el papado? ¿Y si el tesoro
cátaro consistió en esos textos? ¿Aludían quizá a María Magdalena..., a la que en 1059 se
consagró la iglesia de Rennes-le-Château?
–¿Habla de esa leyenda popular de que en
ella engendró descendencia Jesús?
–Sí. ¿O quizá conservaba parte del tesoro
del templo de Salomón? El rey visigodo Alarico saqueó Roma en el siglo V, y parte de su
tesoro acabó en Rennes-le-Château... ¿O quizá era algo que los templarios custodiaban?
–Sea lo que fuere, ¿lo encontró Saunière?
–¡Los Habsburgo le regalaron tres mil francos a cambio de encontrarlo! Y sí: el 21 de
septiembre de 1891 halló, bajo una lápida de
la iglesia, una olla con joyas, monedas...
–¿Y pergaminos? ¡El tesoro familiar de los
Hautpoul-Blanchefort oculto allí por Bigou!
–No todo: por las noches, Saunière iba
abriendo tumbas del cementerio, incluida la
de la marquesa... y luego hacía viajes a Budapest, de donde regresaba con mucho dinero.
–Eso explicaría su fortuna: ¡le pagaban por
lo que hallaba! ¿Y dónde está hoy todo eso?
–Las joyas y antigüedades, ¿vendidas? Los
documentos..., en el Vaticano. Deduzco yo.
–¿De qué lo deduce?
–En 1917, Carlos I de Austria-Hungría, último emperador, rindió visita al Vaticano antes de exiliarse y morir. ¿Entregó documentos al Papa Benedicto XV? Creo que por eso
lo beatificó Juan Pablo II antes de morir.
VÍCTOR-M. AMELA
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uién era el abate Berenguer
Saunière?
–Desde 1885 hasta su muerte, en 1917, fue el párroco de
Rennes-le-Château, pueblecito a 75 kilómetros al noroeste
de Perpiñán, al pie de los Pirineos.
–¡Bella región! Airosos castillos cátaros...
–Está cerca el de Montsegur, donde culminó en 1244 la cruzada contra los cátaros: quemaron a un montón de aquellos cristianos.
–Antes pusieron a salvo cierto tesoro, ¿no?
–Eso se cuenta: ¡otra historia excitante...!
Como la que mi padre me contaba siendo yo
niño, de veraneo en Carcasona: ¡la intrigante
historia del Cura de los Millones!
–¿El abate Saunière?
–El diario La Dépêche du Midi rescató su
historia en 1956: curita pobre, un día empezó a manejar una gran fortuna... ¿Desenterró
un tesoro en su iglesia? ¡Fabulosa historia!
–Cuente, cuente...
–El periodista la recogía de labios de Noël
Corbu, vecino que heredó de Marie Dénernaud –que fue leal ama de llaves de Saunière– los objetos personales del cura, pero cuyo
secreto se había llevado a la tumba...
–¿Qué secreto?
–¡El del tesoro de Saunière! Cuando fue
destinado a Rennes-le-Château apenas si tenía 600 francos (unos 6.000 euros de hoy),
pero al morir había amasado una fortuna
equivalente a ¡casi dos millones de euros!
–¿De dónde sacó tamaña fortuna?
–¡Ése era el misterio! Saunière había restaurado la iglesia del pueblo, había edificado
villa Betania, con su jardín, su torre... Yo viví en esa propiedad de 1994 a 1999, año en
que la adquirió el Ayuntamiento del pueblo.
–¿Cómo llegó usted allí?
–Como restaurador, pensé que aquello era
explotable turísticamente. Monté allí un museo con los objetos del cura, reproduje su ambiente... y estudié sus papeles. Y así forjé mi